jueves, 30 de septiembre de 2010

NO SOY SANTA - CAPITULO 1 - PAULA REED

CAPITULO 1



1674


Teniendo una de las manos en el timón , los cabellos castaños caídos sobre los hombros, Diego, capitán del barco mercante español, Magdalena, observó por la catalejo el barco pirata que se hundía en la línea del horizonte. Dejó el instrumento en el bolsillo del saco oscuro y ajustado y , con una expresión preocupada, recorrió con los ojos por la cubierta . Los hombres de la tripulación lo miraron de modo discreto y disimuladamente, se santiguaron . El capitán sacudió la cabeza, consternado.
— María Magdalena, te presento mis humildes agradecimientos por librarnos del peligro, como siempre — él murmuró en español. — Si Dios quiere, llegaremos a Cádiz sin nuevos incidentes.
Era, al mismo tiempo, una bendición y un castigo la extraña relación que había entre Diego y la santa. Él se esforzaba en demostrar públicamente su fe y religiosidad . De modo que se persignó y levantó los ojos castaños al cielo .
Sabía que a tripulación hacía comentarios sobre él, aunque no pudiese
oír lo que los hombres decían . Galeno, el muchachito que había comenzado como criado del capitán, e intentaba subir de puesto, para convertirse en marinero, en ese momento estaba fregando una parte de la cubierta. Como de costumbre, Galeno prestaba atención a lo que los hombres hacían, escuchaba las conversaciones para después relatarle todo a Diego. Esa tarde no habría ninguna novedad, Diego estaba seguro de eso. No era difícil adivinar que la tripulación comentaba que el capitán no había hundido el barco pirata solamente gracias a su suerte. Muchos creían en un relación de él con fuerzas extrañas. Tal vez fuerzas del mal.
Diego, no por su lado, sabía que tenía la ayuda de fuerzas sobrenaturales. Era un católico fervoroso y no debía tener miedo de revelar que recibía protección y orientación de una santa. No era herejía comunicarse con santos. Pero sucedía que la Santa Inquisición todavía era temida y el olor a carne quemada parecía estar muy cerca como para que alguien confiase plenamente en la Iglesia y sus mandatarios. Por eso, Diego prefería no revelar que su santa protectora, María Magdalena, por medio de visiones e intuiciones, siempre le advertía del peligro.
El barco de Diego no era veloz, tampoco era un galeón majestuoso. Sin embargo podía navegar más rápidamente que cualquier barco pirata y hasta combatir con él, llegando a hundirlo. El Magdalena era un pequeño barco mercante cargado de azúcar, algodón e índigo, productos de las Américas, y su destino era España. A pesar de modesto, comparado con los grandes barcos cargados de oro y plata, el Magdalena era para el capitán Diego Montoya Fernández de Madrid y Delgado Cortés muy poderoso. Tenía la protección de fuerzas sobrenaturales y ni siquiera grandes piratas habían logrado vencerlo.
Al final del día, cuando el sol caía hacia la línea entre el cielo y el mar del Caribe, Diego se sintió cansado y llamó a Enrique, su inmediato.
— Ocupate del timón .
— Si, capitán — respondió Enrique poniéndose al lado de Diego.
Diego, con treinta y cuatro años, era casi diez años más joven que Enrique, pero su inmediato lo respetaba y admiraba.
— Los hombres no parecen conformes. Qué está pasando? — Diego preguntó.
— Hay muchos comentarios ...conversaciones — Enrique respondió .
— Tal vez sea falta de trabajo. Voy a darles más tareas.
Qué piensas vos de esas conversaciones y comentarios? Enrique se encogió de hombros .
— En estos tres años en que ha sido capitán de este barco, fuimos abordados por piratas varias veces y nunca nos derrotaron. Al principio la tripulación atribuía nuestras victorias a su suerte extraordinaria, capitán, pero ahora la mayoría comienza a creer que algo extraño sucede en esas confrontaciones, pues siempre salimos ilesos.
— No sucede nada extraño — respondió Diego y se alejó pensativamente.
Afortunadamente el resto del viaje sería tranquilo y la tripulación olvidaría sus conjeturas paganas. Al verlo caminando en su dirección, los hombres se quedaron en silencio y esperaron que él pasase y bajase a la cubierta inferior.
En su cabina, Diego se quitó el pesado saco y las botas, los arrojó sobre el baúl que estaba a los pies de la litera y se acostó con el cuerpo bien estirado. Apartó los cabellos de su cuello para poder sentir el contacto de
la piel contra la tela fresca de la sabana y se relajó. Estaba muy cansado. En la pared detrás de la litera estaba fijado un crucifijo de madera, con una lampara de cada lado . En la otra pared había un ojo de buey de buen tamaño por donde entraba aire y luz. Una mesa de madera con cuatro sillas ocupaban el centro de la cabina. Un gran mapa cubría casi toda la superficie de esa mesa y había tres mapas más enrollados y apoyados contra la pared.
Diego cubrió los ojos con el brazo para sólo descansar por un momento; no quería dormir. El cocinero en breve le traería la cena y él estaba casi tan hambriento como cansado. A pesar de sus mejores intenciones, pronto su respiración se hizo profunda y serena.

El estaba de pie en la cubierta cuando una neblina espesa subió desde el océano y cubrió las planchas de madera debajo sus botas oscuras. La noche estaba nublada, no había estrellas ni luna en el cielo, pero la neblina en sí era era clara y reconfortante.
— Diego — una voz femenina lo llamó desde algún lugar de esa masa luminosa.
El miró a su alrededor , pero no vio a la mujer. En verdad , todo la cubierta parecía desierta.
— Aquí, en el timón — ella habló en español, la voz suave y con un agradable acento extranjera.
—Magdalena ? — él preguntó en voz baja , yendo cautelosamente al puente de comando.
— Si, Diego, soy yo .
— Le debo mucho, Señora. Nos libré una vez más de nuestros enemigos.
— Si. Pero sé que en tu corazón no estás totalmente agradecido.
El la buscó ansiosamente en medio de la neblina, pero no vio ningún señal de la mujer.
— Perdóneme — él murmuró, sintiéndose muy mal . — No soy digno de su ayuda.
La risa musical de Magdalena llenó el aire.
— Temes por tu seguridad y con razón. Quien tiene una buena estrella como vos , es admirado por largo tiempo, después surge la envidia. Yo te di un dom, el cual, me temo, se a convertido en un fardo.
Finalmente , Diego vio una silueta femenina en la neblina luminosa.
— Acepto con gratitud lo que me ofreció.
— Pero ?
— Pero, qué , Señora?
— Es lo que dice, pero noto que hay vacilación en tu voz. Aceptas agradecido lo que te ofrezco, pero ...
— Mis hombres comienzan a hablar. Están desconfiados. Me gustaría no encontrar más piratas en este viaje.
— No antes de que ustedes lleguen a Cádiz.
Ella abrió los brazos con un gesto fluido, y la neblina a su alrededor
de a poco se fue desvaneciendo . La figura de Magdalena se hizo clara. Más nítida do que las otras veces en que había aparecido . Sus labios eran llenos y rojizos, los ojos , azules y límpidos. Los cabellos negros eran muy largos. Hasta entonces , cada vez que aparecía para Diego, Magdalena se cubría de la cabeza a los pies con mantos como los que él veía en las pinturas y esculturas representando a la Virgen María. En la presente aparición , aunque usaba una vestimenta sencilla de muselina transparente que revelaba las curvas de su cuerpo.
Inmediatamente, Diego bajó la cabeza con respeto.
— Gracias , Señora.
Si no quieres hablar sobre piratas, Diego, sobre qué conversaremos? Tal vez sobre promesas y pedidos que vos esperas que yo atienda? — ella extendió el brazo y gentilmente levantó la cara de Diego.
— Veo que quedaste perplejo. Pero te aseguro que tengo razones para aparecer asé delante tuyo.
La belleza deslumbrante y delicada, la voz melodiosa provocó una alarmante reacción en Diego y él se arrodilló , avergonzado.
— No soy digno de tu presencia. Magdalena. Nuevamente ella se rió.
— Por qué no? Porque sentiste deseo? Estoy acostumbrada a los deseos de los hombres. No siempre fui santa, Diego.
El asintió con un movimiento de cabeza. A pesar de sentir un nudo en la garganta, logró hablar.
— Si, lo sé. Pero se arrepintió . Y se hizo sierva del Señor.
— Es verdad. Mirame , Diego. Qué ves ?
Los cabellos negros caían sobre uno de los hombros y descendían hasta la cintura de la santa en ondas sedosas. Con un suave movimiento del otro hombro, la prenda se deslizó hacia abajo , revelando un poquito de su piel blanca.
El sabía que no debía mirarla de ese modo, pero no lograba apartar la vista.
— Usted es una linda mujer — él dijo , esperando que su voz no sonase cargada de deseo.
— Soy una mujer, Diego. En mi tiempo en la Tierra una mujer tenía poca influencia en la vida de los humanos . Sabes qué hacía yo antes de conocer Jesús, no?
— Si — él murmuró.
Ella se arrodilló delante de él.
— Hice lo que hice para sobrevivir. Para una mujer desesperada, qué representan la virtud y la honestidad ?
— No debo juzgarla, Señora. Nadie está libre de pecado.
— Es verdad, nadie — ella hizo un movimiento con la cabeza y los cabellos negros brillaron con la luz suave. — Diego, eres un hombre honrado, noble, y altruista.
Al oír tantos elogios de una mujer que era santa, Diego se ruborizó y desvió la mirada.
— Eres sincero? — ella preguntó . Diego se ruborizó nuevamente.
— La mayoría de las veces si — él respondió .
— Hay perdón para faltas menores — Magdalena le aseguró, levantando del hombro de él un rulo de cabello y enrollándolo disparatadamente entre sus dedos.
Perdón — Diego cerró los ojos intentando negar la fuerte atracción
que sentía por esa mujer.
— Mirame , Diego — ella pidió, apartándose un poco. — Te gusta lo que ves?
Dios , cómo responder a esa pregunta? Sólo un depravado sería capaz de sentir deseo por la visión de una santa. Pero podría decir que no? Sería una gran ofensa. Peor todavía: estaría mintiendo. Era verdad que muchas veces él había sido evasivo, omitiendo la verdad, pero no podría mentirle a una santa.
Antes de decidir cómo responder, la risa enronquecida y seductora de Magdalena hizo eco en la cubierta .
— Nunca es fácil aceptar mis dones. — Una sonrisa se curvaba en los labios de la santa. — Pero rechazarlos es todavía más difícil. La próxima vez que me veas, voy a darte lo que te he prometido. Cuando llegue ese día, acuérdate de todo lo que te dije esta noche. Ten en mente que una mujer desesperada tiene armas más que suficientes para luchar por su supervivencia en el futuro. Ahora, capitán, despierta! Despierta!


— Despierte , capitán, su comida se va a enfriar.
Diego abrió los ojos. El cocinero había dejado sobre la mesa una bandeja con una paella y una botella de vino. El delicioso aroma del plato llenaba el aire. Diego se levantó , encendió las lamparas y agradeció al cocinero por la comida.
Estaba pensando en lo que Magdalena le había prometido. Sonrió, a pesar que todavía se sentía mortificado por el modo en que su cuerpo
había reaccionado ante la visión de una santa. Tres años atrás, cuando Diego había perdido a la mujer que amaba en favor de otro hombre, Magdalena lo había consolado y había prometido darle la mujer que le destinada. Había afirmado que él iba a reconocer a esa mujer en cuanto la viese. Como la promesa había sido hecha ya hacia algún tiempo, hasta casi se había olvidado de ella.
Diego estaba hambriento y comió con grande apetito . Después de tomar el último trago de vino, y pensó en la ocasión en que Magdalena había aparecido por primera vez. Él se recuperaba de la fiebre que había matado a su capitán quien, antes de morir, le había pasado a él el comando del barco, el Magdalena, nombre elegido en homenaje a la santa. Casi en seguida el Magdalena había caído en manos de un famoso corsario inglés, Geoffrey Hampton. En aquella época Diego ni imaginaba que su vida y la de Hampton se cruzarían y se estarían tan ligadas. La búsqueda de Hampton, para entregarlo a la justicia, había llevado a Diego a la casa de su tío en Jamaica. Allá, se se había enamorado Faith Cooper, una bella inglesa, sobrina de la esposa de su tío.
El había encontrado a Faith nuevamente, menos de un año atrás, cuando el destino, o tal vez Magdalena, lo había puesto en la circunstancia de salvar a una amiga de Faith, una mulata, que había sido aprisionada y
estaba siendo vendida como esclava. Faith, para su sorpresa , llevaba el apellido Hampton. Para Diego, había sido una de las cosas más difíciles que había tenido que hacer en su vida: librar a Geoffrey Hampton de la ejecución y reunirlo con Faith. Cuando Diego había hecho semejante sacrificio pensando en la felicidad de Faith. Y Magdalena le había prometido que iba a conocer a mujer a la que estaba destinado .
Desde entonces Diego había usado toda su energía trabajando arduamente. Había ahorrado lo que pudiese para poder comprar el Magdalena que pertenecía a un comerciante de Cartagena. Había tenido amantes ocasionales; y nunca había buscado una relación permanente.
Diego sonrió ampliamente . Con el dinero del presente viaje e y de otro más igualmente lucrativo , tendría lo suficiente como para pagar lo que Luis quería por el barco y entonces , Magdalena, la santa, cumpliría la promesa: iba a conocer el amor verdadero, la mujer a que sería su esposa. Ella sería tan pura y perfecta como la santa a quien él era devoto. Finalmente , su vida sería estable y pronto tendría todo aquello con lo que siempre había soñado.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

NO SOY SANTA - PROLOGO - PAULA REED

Prólogo





1670

_ Vamos subir un poco más , Mary Kate! — alentó Seamus Tylling mirando sobre los hombros anchos , los cabellos cobrizos volados por la brisa irlandesa, gélida y húmeda.
La misma brisa soplaba por los cabellos sueltos y oscuros de Mary Katherine 0'Reilly, alborotándolos. Apartándolos de la cara con las manos, ella
se volvió hacia Seamus con una sonrisa maliciosa en los labios .
— Quieres ir al otro lado de la colina, para que estemos lejos de la casa de tus padres?
Seamus miró abajo, donde estaba su madre colgando en una cuerda la ropa lavada, y respondió :
— Vamos al río a pescar.
— Pescar? Sin carnada? — cuestionó Mary Kate, pero continuó siguiendo a Seamus hasta lo alto de la colina.
Ella no dudaba que el muchacho solamente estaba pensando en una cosa y , para eso, él tenía la única carnada que precisaba. En ese caso, él volvería a su casa frustrado, aunque ella podría permitir que él la abrazase. Ah, esos magníficos hombros de Seamus...
— Mary Kate! Mary Kate! — Los gritos, traídos por el viento, interrumpieron la divagación de Mary Kate.
Ella suspiró, irritada. Solamente su hermana era capaz de gritar de ese modo. Mirando hacia atrás, vio a Bridget, pasando corriendo delante de la casa de los Tylling, sus cabellos negros bailando con el viento. Nada ganaría con fingir no haber oído a su hermana, porque, de cualquier forma, Bridget vendría detrás de ella y de Seamus. Aún así , Mary Kate ordenó :
— Vuelve a casa, Bridget!
Bridget continuó corriendo colina arriba. La adolescente iba a cumplir dieciséis años, era un año y medio más chica que Mary Kate y tenía edad suficiente para saber cuando tres eran multitud . Las dos eran muy parecidas, tenían cabellos oscuros y límpidos ojos azules. Cada una también tenía una colección de muchachos ansiosos por llevarlas a un dar un paseo.
Cautelosamente , Bridget se detuvo, jadeante, a buena distancia de su hermana.
— Mira, Mary Kate, antes que pienses que vine aquí solamente para estropear tu romance con Seamus...
— Quién sos vos para hablar de mí de esa manera ? — Mary Kate interrumpió a su hermana. — La mitad de la aldea sabe que vos y Michael se besaron en el huerto la semana pasada.
Bridget sonrió afectadamente.
— Seamus ya sabe sobre vos y Liam?
— Qué ? — Seamus preguntó.
Mary Kate miro a Seamus, en seguida levantó el brazo para darle un golpe a Bridget, pero la chica se agachó y dio unos pasos atrás.
— Vuelve aquí, cobarde!
— No tenemos tiempo, Mary Kate — dijo Bridget. — Vine aquí sólo para avisarte que papá te está llamando. Él quiere hablar con vos y conmigo. Ahora.
— Papá puede esperar — respondió Mary Kate sacudiendo la cabeza . — En una hora él estará tan borracho que no se acordará de nada.
— Estuviste con Liam? — preguntó Seamus en un tono hostil.
Mary Kate se dio vuelta hacia el chico , con las cejas erguidas.
— Antes de responder quiero saber sobre vos y Maggie Fitzpatrick.
Bridget insistió :
— Mary Kate, tenemos que volver! Papá no se va olvidar . Él está en casa con el abuelo.
— No es posible que él haya bebido tanto como para estar alucinando con su padre . Ni siquiera son las tres .
— No entendiste, Mary Kate. No me refiero a nuestro abuelo paterno, pues él murió hace tres años. Papá no está borracho y quien está en casa es el otro abuelo. El papá de mamá.
Mary Kate tuvo un shock.
— Santa María, madre de Dios.
— Fue lo que pensé al verlo.
La pelea fue olvidada y también el pobre Seamus quien se quedó en lo alto de la colina decepcionado por haber perdido la oportunidad de llevar a Mary Kate a un lugar oscuro entre unos árboles. Allí planeaba convencerla darle unos besos apasionados.
En el camino a la casa, las dos especulaban lo que podría haber traído al abuelo materno a Ulster, que quedaba tan lejos de Inglaterra . Sir Calder Larcombe había venido a Irlanda dieciocho años atrás para tomar posesión de la enorme propiedad que Oliver Cromwell le había dado , así como el título de baronete, en agradecimiento por haber sofocado la rebelión irlandesa. Con él habían venido su esposa, una hija y dos hijos. Ellos se quedaron poco tiempo en Irlanda. El único miembro de la familia de sir Calder Larcombe que había querido permanecer en Irlanda había sido su hija, Bess. Y tenía razón para eso.
Se había enamorado de Dylan 0'Reilly, un bello irlandés y se había quedado embarazada . Sir Calder solamente esperó a que su hija e Dylan se casasen para luego retornar a Inglaterra con su esposa y sus dos hijos. No había vuelto a Irlanda ni siquiera para el entierro de Bess quien había fallecido poco después del nacimiento de Bridget.
Las extensas tierras de sir Calder, que estaban arrendadas, eran muy bien cuidadas y productivas. Pero el solar donde Mary Kate e Bridget vivían con su padre, daba pena. La construcción estaba al borde de la ruina, ovejas andaban sueltas por el jardín invadido por mata y hierba mala , varias partes del muro bajo que rodeaba la casa se habían desmoronado.
El interior del solar estaba limpio, pero los muebles estaban viejos y desgastados. Mary Kate llegó al vestíbulo y se detuvo delante de
la puerta cerrada de la biblioteca. Consideró mejor oír algo para enterarse de lo que estaba sucediendo, antes de entrar en el cuarto que Bridget llamaba de "sala de beber", puesto que allí no había ni un solo libro. Solamente un escritorio, algunas sillas y el retrato de la madre de ellas,
— Dónde están mis nietas? — preguntó una voz extraña con acento inglés.
— Mary Kate puede estar en cualquier lugar. Esa chica hace lo que se le antoja — Fue la respuesta de su padre.
Sus palabras sonaron arrastradas. Ni hostiles ni conciliadoras. Indiferentes. Eso quería decir que Dylan 0'Reilly no estaba dispuesto a discutir. Era el momento de entrar en la biblioteca, Mary Kate decidió. Apenas dio dos golpes firmes en la puerta, esta fue abierta por un hombre delgado muy bien vestido.
Los cabellos canosos amarrados a la altura de la nuca, acentuaban sus facciones severas, y los ojos penetrantes bajo las gruesas cejas, también canosas, se fijaron en su nieta.
— Buen Dios, vos sos la mayor ? — sir Calder preguntó sorprendido, mirando con disgusto a su nieta mal vestida y con los cabellos despeinados. — Mi nieta! Sos un desastre!
— Buen Dios, vos sos mi abuelo? — Mary Kate preguntó , imitando perfectamente el acento inglés y pedante de sir Cal­der. — Tienes unos modales horribles.
Las espesas cejas canosas se arquearon .
— Bien, por lo menos ella parece razonablemente civilizada. Con buenas ropas y una criada personal bien entrenada... A ver , date vuelta .
— Quién piensas que... — a voz de Mary Kate volvió a su ritmo natural irlandés.
— Haz lo que tu abuelo está pidiendo, Mary Kate — Dylan ordenó.
— No! — ella protestó. — Por qué debo obedecerlo? Este hombre nos ignoró durante años, sólo nos escribió para reclamar cuando la remesa del dinero de los arrendatarios se atrasase, y ahora se aparece aquí para insultarme.
Sir Calder miro a su yerno, después a sus nietas.
— Imaginé que ustedes dos habían heredado por lo menos un poquito de los Larcombe, pero veo que ambas salieron a los 0'Reilly.
— Tenemos mucho orgullo por eso — respondió Bridget y Mary Kate asintió con un movimiento de cabeza. — Ahora no gustaría saber cual es el motivo de tu visita.
— Vos puedes salir de aquí . — Sir Calder sacudió la mano indicando que Bridget debía dejar la biblioteca.
Bridget estaba en la puerta y Mary Kate la sujetó por la mano, acercándose ambas a su padre.
— Lo que esta familia tenga que enfrentar, lo enfrentaremos juntos, no es así , papá?
Dylan se inclinó sobre el escritorio y Mary Kate vio que la botella de whisky estaba vacía.
— Papá?
Dylan levantó la cabeza y miró a su hija. Tenía los ojos inyectados, pero logró hablar:
— Has crecido con mucha libertad y sin refinamiento, Mary Katherine.
Mary Kate miró a su padre confundida.
— Me estoy poniendo viejo — dijo sir Calder. — Arriesgué mi vida para tener una gran propiedad y un título de nobleza. No hice eso para ver mi título perderse y mis tierras volver a la Corona.
Bridget apretó la mano de su hermana que tragó con dificultad Ellas, su padre y todos que dependían de las tierras vivían con temor que llegase
el día en que el hijo mayor de sir Calder, como su heredero, decidiese tomar posesión del solar y de las granjas vecinas. Era allí donde ellos vivían . Las tierras se habían hecho productivas gracias a la administración de la familia 0'Reilly. Los 0'Reilly y los arrendatarios eran buenos católicos irlandeses. Si la administración pasase a manos ingleses protestantes, habría peleas y enfrentamientos.
— Entiendan que, como yo no tengo herederos mas que ustedes dos... — Sir Calder hizo un gesto negligente señalando a sus nietas.
— Cómo? — cuestionó Mary Kate.
— Qué ? — preguntó Bridget.
El rostro delgado de sir Calder se puso más fruncido.
— Mi esposa y mis dos hijos murieron en Londres. En un incendio.
Oyendo eso, Mary Kate sintió pena por su abuelo. Soltó la mano de Bridget y se aproximó a él .
— Debe haber sido muy triste para vos . Lo siento mucho. La mirada fría de su abuelo le impidió continuar.
— Es importante que tenga un heredero. Un nieto. Y vos me darás ese nieto.
Mary Kate sonrió.
— Eso no será difícil. Sin falsa modestia, en la aldea hay varios muchachos interesados en mí . No estoy pensando en casarme por el momento , pero ...
— No planeo dejar mi título al hijo de un de esos irlandeses borrachos! — Sir Calder inclinó la cabeza en dirección a Dylan quien miraba amargamente la botella de whisky vacía.
— Voy a llevarte a Inglaterra.
A pesar de ser menor que su hermana, Bridget se puso delante de ella.
— No vas a llevarla . Vete al infierno!
— Basta , Bridget. Yo sé defenderme . En cuanto a usted , sir Calder Larcombe, márchese de aquí y no vuelva más. Prefiero entrar a la vida religiosa a casarme con un cerdo inglés!
— Usted no se va a llevar a mi hermana a ningún lugar — completó Bridget.
— Fuera! — Dylan ordenó, levantándose finalmente de la silla.
— Fuera de aquí, Bridget!
— Apoya a Mary Kate, papá! Diga a este snob que se vuelva a su casa. No lo necesitamos !
Dylan dio un paso en dirección a hija menor .
— Cuida la manera de hablar . Muérdete esa lengua ... Mary Kate se puso entre los dos.
— Obedece, Bridget. Vete .
— Y usted también — Dylan gritó, apuntando a sir Calder. — Ustedes dos, desaparezcan de mi vista ! Quiero conversar a solas con mi hija.
Bridget dirigió a su hermana una mirada afligida, pero Mary Kate solamente señaló la puerta.
— Está bien . — Bridget se volvió hacia su abuelo. — Vamos. Oíste lo que mi padre dijo.
Acabando de hablar ella salió de la biblioteca, y sir Calder la siguió, aunque reticentemente . Dylan se arrastró hasta la puerta, la cerró y se apoyó en el marco .
— Hija, puedes gritar, enfurecerte y presentar tus argumentos; no vas a ganar nada con eso . Te vas con tu abuelo.
— Por supuesto que no me voy . Te conozco muy bien , papá, y veo vendo que has bebió de más, por eso no sabes lo que estás diciendo.
— Si , es cierto , bebí , Mary Kate, pero estoy lo suficientemente sobrio como para reconocer que no tenemos otra salida. Debemos hacer lo que tu abuelo está pidiendo.
— Me precisas aquí. Si me marcho , este lugar quedará en ruinas . Quién se va a ocupar de la contabilidad ? Quién va a preparar las comidas y quién supervisará las granjas? No harás eso sentado y bebiendo en el bar de Jack Roche? Bridget? Ella no sabe sumar dos más dos y quema todo lo que pone sobre el fuego.
Dylan hizo una mueca .
Te sientes mal y tienes algo de razón. Pero Bridget es mucho más astuta de lo que imaginas.
— Sea como fuere , me quedaré aquí.
— En ese caso, tendremos que dejar este solar. Larcombe trajo consigo un administrador inglés que se mudará a acá si vos no viajas a Inglaterra. Y nosotros quedaremos en la calle .
— Él no haría eso!
— Por qué no? Crees que tu abuelo le importa un bledo lo que pueda suceder con nosotros ?
Era Mary Kate quien se ocupaba de la correspondencia de la familia con sir Larcombe. Y Él jamás había preguntado por la salud de su yerno o de sus nietas. Jamás se había interesado en saber si estaban bien . Tampoco se había tomado el trabajo de contarles que su esposa e hijos habían muerto en el gran incendio ocurrido en Londres cuatro años atrás. El tema de sus cartas solamente sobre el rendimiento de las granjas.
Irritada, Mary Kate llegó a levantar la mano para tomar la botella de whisky y lanzarla contra la pared . Pero , cambió de idea . Se volvió y encaró a su padre.
— Sal de mi vista.
— Trata de no empeorar las cosas — él le advirtió , pero ante la mirada determinado de su hija, se alejó de la puerta y habló humildemente: — Dios perdoname . Me gustaría que esto no estuviese sucediendo, Mary Kate.
— Lo sé , papá.
Te amo , hija — Dylan la tomó en sus brazos. Mary Kate también lo abrazó y sintió el olor fuerte a whisky. Olor que ella asociaba tanto al amor de su padre como a sus raptos de rabia. — Qué Dios me ayude. Perdí a Bess y ahora voy a perderte a vos.
La voz de él quedó embargada y Mary Kate sintió intenso dolor en el corazón. Se soltó de los brazos de su padre y respiró profundamente para controlar su emociones. Sólo entonces abrió la puerta da biblioteca y vio en la sala de estar a sir Calder y a Bridget sentados uno delante del
otro intercambiando miradas cargados de animosidad.
Soy una persona racional — comenzó Mary Kate dirigiéndose a su abuelo. — Necesitamos esta propiedad y vos me necesitas a mí. Como dijiste , te estás poniendo viejo y quieres tener un nieto para heredar tu título y tu fortuna. Pero debemos conversar antes que yo decida si te acompaño o no a Inglaterra. Qué sucederá si no puedes encontrar un inglés arrogante que acepte casarse con una irlandesa común y corriente como yo ? Por qué no acepta que me case con un irlandés? No crees que todo sería resuelto más fácilmente si no fueses tan obstinado?
— Oh, conseguiré un marido inglés para vos. Puedes confiar en mí.
— Bien, viendo que estás tan seguro de eso, me gustaría fijar una fecha limite para el casamiento. Qué te parece un año?
— Absurdo!
— Dos años.
— No estás en situación de establecer condiciones, jovencita !
— En ese caso, vos deberías establecerla . Cuánto tiempo será necesario para que encuentres a alguien que aspire a la elevada posición de baronete?
— Basta sarcasmo e ironía ! Creo que estarás casada antes de alcanzar la mayoría de edad.
— Cuatro años? No planeo pasar todo ese tiempo lejos de mi familia y de Irlanda!
— Si te casases antes de ese términos , volverás más pronto a tu casa . Mary Kate consideró el planteo de su abuelo.
— Antes de alcanzar la mayoría de edad? Y si no consigues un marido para mí antes que cumpla veinte y un años, qué sucederá? Prometes que las tierras pasarán a Bridget o a mis hijos irlandeses?
— No soy idiota . Si te hiciese esa promesa, vos serías muy capaz de rechazar todos los candidatos ingleses que te presente.
Mary Kate sonrió dulcemente. Bridget y Dylan conocían el poder de de esa sonrisa viniendo de esa irlandesa tan especial.
— Te doy mi palabra, aceptaré al primer inglés que me pida en matrimonio, siempre y cuando sea antes que yo cumpla veintiún años.
Sir Calder miró a su nieta con una expresión burlona.
— Cuando alcances la mayoría de edad, ya serás madre, Mary Katherine.
Estaban trazadas las líneas de una guerra que recién comenzaba.

martes, 28 de septiembre de 2010

NO SOY SANTA - PAULA REED - RESUMEN




TITULO : NO SOY SANTA
TITULO ORIGINAL: Nobody' s Saint
AUTORA: Paula Reed
TRADUCIDO POR: grupo de traducciones constanzaenglish
GENERO: ROMANCE HISTÓRICO
CONTEXTO: Irlanda, España y Mares del Caribe, 1670
PROTAGONISTAS: Mary Kate 0'Reilly y Diego Montoya




UN AMOR PERDIDO Y UNA AMOR PROMETIDO
El capitán Diego Montoya ha tenido que hacer un sacrificio de amor que lo ha llevado a perder la mujer que amaba . Pero en sus sueños, Diego es visitado por una figura sobrenatural que le ha prometido que conocerá el verdadero amor. Diego no sabe dónde ni cuándo va a encontrar a esa joven especial. Sólo está seguro que la atractiva y fogosa irlandesa que aparece en su barco no puede ser la mujer predestinada para él !

UNA PROMESA QUE HA METIDO A UNA DONCELLA EN SERIOS APUROS ...
Temperamental, rebelde y atrevida, Mary Kate 0'Reilly es víctima de una promesa hecha a su abuelo bajo chantaje. Ahora está prometida en casamiento al rico dueño de un astillero. Pero ella está determinada a burlar los términos del acuerdo hecho con su abuelo .
Incluso estando comprometida con otro hombre, no vacilará en usar su poder de seducción para conquistar a Diego y librarse de su prometido indeseado!

Diego no puede permitir que una mujer tan independiente y osada, aunque bonita y encantadora, le robe el corazón porque él está esperando el amor puro y verdadero . Entonces será necesaria la intervención de varios personajes celestiales para que Diego acepte a una muchacha irlandesa que no es ninguna santa.


Paula Reed teje una maravillosa historia de aventuras, humor y amor con una protagonista inolvidable


Si te entusiasmó la trama de esta novela puedes seguir el progreso de la traducción día a día.
Allí a partir del 29 DE SEPTIEMBRE de 2010 en el blog se irán publicando diariamente los capítulos de esta apasionante novela.
Visita NUESTRO BLOG http://romanceteca.blogspot.com/

CUESTE LO QUE CUESTE - EPILOGO - DONNA- MACQUIGG

EPILOGO

— Estoy bien. — Era la cuarta vez que William daba la misma respuesta a su esposa. — Ya pasaron cuatro semanas. No ? — ?l arrojó la manta a un lado y se habría levantado si Elise no se lo hubiese impedido con un beso profundo, despertando los instintos más salvajes del escocés.
El tragó en seco, conteniendo el intenso deseo de tener a su esposa debajo de su cuerpo .
— La nieve finalmente cedió y el barro se está secando. Baynard podrá volver a su casa. Se marcha esta tarde — William protestó.
Elise se acomodó en los brazos de su marido. Nunca se cansaría de estar allí, al lado de su bravo guerrero escocés.
— Robert no está muy contento con la proximidad de la partida de Mary. Creo que él se ha enamorado de esa muchacha — Ella dijo, acariciando el pecho musculoso, y luego , sin poder se contener, bajó la mano un poco más y se rió cuando William gimió haciendo una mueca.
— El muchacho está enamorado. — William besó el cuello de su esposa , y después subió hasta la boca para capturar sus labios. — Y nada menos que de una inglesa — él se burló . — Me encantaría ser mosca para ver la cara de Donald cuando descubra este romance .
Elise se rió con su marido.
— Ellos podrían vivir con nosotros si Donald deshereda a Robert.
— De ningún modo — William protestó, buscando besar a Elise detrás de la oreja. — Robert es su hijo mayor y está destinado a ser el líder del clan algún día, con o sin la bendición de su padre.
— Y vos ? — Elise preguntó . — La verdad es vos sos el el hijo mayor . Tu madre es una mujer muy rica y con título de nobleza. Vos sería un perfecto líder para el clan .
— Robert es un muy buen muchacho. Y necesita ese título para conseguir la mano de la mujer que ama. Y mi consejo para Robert es que luche por su amor cueste lo que cueste . Yo , por mi parte, no necesito títulos de nobleza u oro, ni ningún bien material.
Elise miró profundamente a los ojos de su marido.
— Y por qué no necesitas de nada de eso, William MacDarrin?
Porque ya tengo mi amor y porque te tengo a vos, muchacha.


FIN

CUESTE LO QUE CUESTE - CAPITULO 18 - DONNA MACQUIGG

CAPITULO 18




Elise había abandonado de su cuarto apresuradamente , dejando a su hija al cuidado de Annie. Determinada a alcanzar William a tiempo de ayudarlo, Corría sin mirar atrás mientras una verdadera multitud compuesta por granjeros y escoceses, armados con herramientas de trabajo y espadas, iba aumentando medida que ella pasaba.
Baynard bajó de su caballo para contener a su esposa, mientras Angus avanzó empuñando su espada. Catherine gritó, pero William estaba atento, y eludió el ataque. El impacto repentino, causó una oleada de dolor en su hombro, pero no se dejó abatir y levantó a espada cuando Angus volvió desde otra dirección.
En ese momento, Elise soltó un grito. L sonido inesperado sirvió para distraer a Angus, dándole a William la oportunidad de acertar un golpe en la cara del traidor. Angus cayó de espaldas, se levantó , luego corrió en dirección a Titus y los dos escaparon montando el mismo caballo con una docena de guerreros escoceses persiguiéndolos . William cerró los ojos y se deslizó del caballo para caer al suelo. Catherine se arrodilló al lado de su hijo y apoyó la cabeza del guerrero sobre sus muslos .
Baynard miraba pasmado la escena. Una mujer pálida guiaba un verdadero ejército de hombres, mujeres y niños, armados con palos y herramientas agrícolas, al lado de soldados escoceses.
— Basta! — Baynard gritó. — No dañen a mi esposa, me rindo.
Elise se arrodilló al lado de su marido, empujando a Catherine.
— Suéltelo! — dijo , preparada para pelear .
— Es mi hijo! — Catherine reivindicó sus derechos de madre.
— No puede ser. Usted es la esposa de Baynard.
— Si . Y la madre de William. No tema, mi lady . No permitiré que nada malo le suceda.
— Es verdad, Elise — Robert intervino, bajando de su caballo. — Lady Baynard es la verdadera madre de William.
Atónita con la noticia, Elise solamente miraba muda mientras Robert ayudaba a una bella muchacha a desmontar su caballo. Catherine bajó la mirada a su hijo desmayado.
— Por qué no se despierta?
— Su marido casi lo mató — Elise encaraba a Baynard.
— No — Baynard negó. — Admito que deseé la muerte de William, pero , gracias a Dios , no fueron mis manos las que lo hirieron . — Baynard extendió la mano hacia esposa. — No fui yo , mi querida. Juro que no.
Robert gentilmente ayudó a Elise a levantarse.
— Mi Dios , ya has dado a luz! — él exclamó.
Elise se ruborizó , mientras Robert y Rupert levantaban el cuerpo inconsciente de William y lo cargaban dentro de la empalizada cuando la nieve comenzaba a caer con fuerza.
— Pobre mujer, por favor use mi caballo — Catherine ofreció, colocando las riendas en las manos de Elise. Baynard se aproximó para ayudar a Elise a montar.
— Baynard! — Robert lo llamó por encima de su hombro, con Mary a su lado. — Hace mucho frío para que usted y su familia vuelvan a su casa . Entren a calentarse con la chimenea, estoy seguro que mi hermana está de acuerdo . — Robert le sonrió a Elise. — Además quiero que conozcan a mi sobrino... o sobrina?
Sobrina — Elise susurró cansadamente .

lunes, 27 de septiembre de 2010

CUESTE LO QUE CUESTE - CAPITULO 17 - DONNA MACQUIGG

CAPITULO 17

Una bella niña.
Elise no podía creer en lo que veía. Durante toda la gestación había pensado que estaba esperando un niño. William colocó el bebé en los brazos de la madre.
— Hiciste un trabajo perfecto . Mirala, es tan linda como vos, muchacha.
— Pero no tengo un nombre, porque estaba segura que sería un varón . Pensé en Matilda. Era el nombre de mi madre.
— Matilda — William repitió. — Matilda MacDarrin. Elise contuvo las lágrimas de culpa que habían aparecido en sus ojos y se recordó que se había prometido a si misma que no contaría más mentiras.
— William, debemos conversar sobre muchas cosas, pero en primer lugar... Esta criatura...
El cubrió los labios de su esposa con la punta de los dedos, en sus ojos no había ni odio ni decepción . Solamente amor. Amor incondicional que la hizo llorar.
— Lo sé — él susurró, secando as lágrimas de su esposa . — Siempre lo supe . Ella puede no ser mi hija de sangre, pero será mi hija del corazón. — Besó la carita del bebé.
— Oh, William — Elise murmuró. — Estoy tan avergonzada.
— Por qué? Ella nunca tendrá que saberlo . Desde este momento yo soy el padre de esta criatura. Le daré mi apellido y mi vida, si fuese necesario, para protegerla, pero por encima de todo, la amaré para siempre así como te amo a vos.
Elise levantó los ojos de su hija a su marido.
— Hay algo más que debo decirte . — Pero ella no puede terminar, pues Rupert irrumpió en el cuarto.
— Disculpe, mi lady , pero Baynard se aproxima con un ejército.
Rupert ayudó a William a vestirse, a pesar de no concordar con las intenciones del líder.
— Todavía no estás en condiciones de salir de la cama. — Rupert lanzó una mirada de implorante a Elise. — Dígale, mi lady, que no cometa esta locura.
— No quiero oír la opinión de nadie — William respondió por su esposa, al terminar de prender el cinto de cuero en torno al kilt. El dolor que sentía era intenso , y casi se cayó si no era por el apoyo de Rupert.
— Esto no va a salir bien — Rupert protestó. — Es una locura, es un suicidio.
— Dame esa maldita muleta! — William gritó. — Sal para que pueda despedirme de mi esposa.
Rupert iba a discutir, pero una sola mirada de William lo hizo cambiar de idea. El salió protestando , dejando a la pareja a solas .


— Rupert tiene razón . Es una locura esperar que Baynard sea razonable.
William rengueó hasta la cama, apoyado la muleta. Por la mirada sombría que tenía, Elise supo que un plan estaba siendo elaborado en secreto. El se inclinó para ver el bebé, y permaneció mirándola durante un largo tiempo . A continuación se levantó con determinación .
— No estoy haciendo eso para cumplir con mi parte de nuestro contrato, Elise. Estoy haciendo esto para proteger mi hogar y mi familia. — Antes de partir, le dio un beso prolongado a su esposa.
— William, espera . — ella acomodó el bebé en la cama, se levantó y fue al encuentro de su marido. — Debería haberte dicho esto hace mucho tiempo, pero no sabía como hacerlo . — Necesitaba decir todo, y tenía que ser en ese momento . — El día que partiste para enfrentar a Baynard, las otras esposas se despidieron de sus maridos con un beso . Pero yo , como he hecho muchas veces, te lo negué . — Ella respiró profundamente .
— No es necesario ...
— No. Necesito terminar o nunca sabrás lo que realmente siento por vos. Debería haberte dado un beso delante de todos. Debería haberte susurrado al oído que estás en mi corazón y que sin vos no soy nadie . — Después de un largo suspiro, ella prosiguió : — Dijiste que mi hija es tuya. Bueno, yo quiero ser tuya, también. — Sólo entonces se acercó al escocés, y lo miró directamente a los ojos. — En cuerpo y alma.
William la tomó en sus brazos y enterró la cara en los cabellos sedosos, casi levantando a Elise del piso. Apretó a su esposa con fuerza contra su pecho, como si nunca más fuese soltarla. Permanecieron abrazados durante un buen tiempo, pues no era necesario decir una palabra mas .
William sólo pudo montar el caballo con la ayuda de Rupert y Garrick. El joven garañón lanzaba coces impacientemente mientras William sujetaba as riendas.
— Deberíamos ir con vos — Garrick dijo.
— No quiero que ningún hombre salga de la empalizada — ordenó William. — Si Baynard atacar, cierren los portones y no salgan .
— William — Rupert murmuró. — Mira cómo estás . Baynard va a ver lo que nosotros estamos viendo.
William miró irritado a su amigo de confianza .
— Dilo , qué estás viendo?
Rupert sabía por el tono del líder que no había logrado convencerlo de cambiar de idea.
Veo un hombre dispuesto a morir por una mujer.

Los primeros copos de nieve del invierno caían sobre los hombros de William mientras esperaba que el inmenso portón de la empalizada se abriese . Baynard montado sobre un caballo negro, tenía a Angus y a Titus a su derecha y su hijo a la izquierda.
— MacDarrin? — Baynard lo reconoció, intrigado. — Suponía que estabas muerto y bien enterrado.
William ignoró la provocación.
— Como puede ver, estoy vivo. Baynard parecía inquieto sobre la silla de montar.
— Deberías estar muerto, pero eso no importa. Morirás hoy. Voy a preguntarte esto solamente una vez. Qué hiciste con mi hija y mi esposa?
William frunció la frente .
— No sé de qué está hablando.
— Esa no es la respuesta correcta — Baynard gritó. William empuñó la espada.
— Tal vez no. Pero ahora es mi turno de preguntarle dónde está mi hermano.
— Robert MacDiarmid está aquí — Una voz femenina gritó, y tres caballos dejaron las sombras da bosque. Uno de los caballeros se bajó la capucha y largos cabellos oscuros se esparcieron sobre sus hombros.
— Catherine — Baynard jadeó . — Gracias a Dios , estás bien.
Catherine detuvo el caballo entre su marido y el enemigo, esperando que Mary y Robert se acercasen .
— Hice lo que era necesario antes que que destruyeses a vos mismo, Reginald.
— No sabes lo que estás diciendo — dijo el lord exasperadamente . — Entrega al prisionero, ahora mismo .
— No. Permanecí callada mientras vos conspirabas contra D'Auvergne. Pensabas solamente en la estructura de piedra y no en los seres que viven allí . Pero luego mataste a alguien que yo amaba y tomaste prisionero a su hermano. — Ella lanzó una mirada de asco a Angus y Titus. — Cuando te escuché hablando con estos traidores, planeando matar al hijo de MacDiarmid y a un bebé inocente, supe que no podría permitir que esto continuase. — La dama miró a su hijo. — Matthew, es tu deseo casarte con lady Elise?
— No, mi madre. Solamente haré eso para cumplir la voluntad de mi padre.
— Entonces reúne el ejército de tu padre y vuelve a casa. — Al ver que su hijo vacilaba, ella levantó el mentón y habló con altivez. — Ahora, Matthew, o saca tu espada y mata a este hombre inocente. — El muchacho giró el caballo en dirección a los soldados ingleses.
— Espera ! — Baynard gritó. — Nadie se marcha a menos que yo de la orden . Catherine sos una imbécil , no sabes lo que estás diciendo.
— Matthew, haz lo que te dije — Catherine no se dejó abatir y encaró a su marido con un aire de desafío mientras los soldados retrocedían para internarse en el bosque.
— Ahora nos has puesto a la merced de nuestro enemigo, Catherine — Baynard gritó, mirando a William.
— Y quién es este sujeto? — Catherine preguntó, siguiendo la mirada de su marido. — Robert es el lord de D'Auvergne ahora y está aquí para negociar la paz, Baynard.
— No, mujer. Robert no tiene ninguna autoridad en D'Auvergne, pues este hombre es William MacDarrin. Como puedes ver no murió.
Mary intentó contener a su madre, pero Catherine la eludió y desmontó , sin quitar sus ojos de William.
Libera a Robert, Mary. — La dama dijo mientras caminaba lentamente en dirección al hijo que no veía hacia años. — William? — ella preguntó. — Sos vos, hijo?

William se paralizó, intentando se recordar la imagen de esa cara de un pasado remoto que combinase con esa voz, pero no lo logró . La mujer se detuvo a unos pasos con lágrimas en los ojos mientras el caballo de William se movía inquietamente .
Agarre a su mujer — William le gritó a Baynard. — No quiero la sangre de ella sobre mi consciencia.

domingo, 26 de septiembre de 2010

CUESTE LO QUE CUESTE - CAPITULO 16- DONNA MACQUIGG

CAPITULO 16



Catherine puso la llave en la cerradura.
— Vine a hacer una curación en tus muñecas y traje comida y agua. Pero primero debes prometerme que no intentará huir.
— Mamá — Mary susurró — Míralo . Es un cerdo inmundo, además de ser escocés. Cómo puedes confiar en él ?
Robert miró a la joven parada al lado de lady Baynard. La muchacha usaba una capa con capucha, pero por lo poco de la cara que estaba a la vista , ella parecía ser tan bella como su madre.
— Promételo... — Catherine miró el agua sucia del balde. — De lo contrario te dejaré entregado a manos del destino.
Robert vaciló , sintiéndose ridículo por haber sido atrapado mirando a la muchacha, distrayéndose al punto de olvidarse de responder.
— Si . Le doy mi palabra de honor , mi lady .
— Los escoceses no tienen honor. — La joven comentó al bajarse la capucha, dejando a Robert casi sin aliento. Los cabellos eran tan negros que parecían azulados bajo la débil iluminación. Pestañas largas realzaban los ojos más verdes que jamás hubiese visto . Robert quedó tan deslumbrado por la belleza, que sólo comprendió el insulto cuando ella lanzó otro.
— Los escoceses son bárbaros salvajes .
— Si, lo somos. Y vos sos una muchacha muy bonita... hasta que abres la boca. — Encaró la mirada furioso de la bella mujercita , y luego sonrió. La muchacha iba a hablar, pero su madre la contuvo .
— No quiero una guerra en mi hogar — Catherine dijo, abriendo la celda.
Robert no se movió del catre, consciente de que si lo hiciese, las dos podrían asustarse y marcharse .
— No tendrá la llave de esto ? — él preguntó, mostrando los grilletes.
— Sos muy atrevido y desubicado . — Mary no se contuvo . — Debo advertirte que tengo un puñal escondido aquí debajo de la capa, y si intentas engañarnos , no vacilaré en usarlo.
— Intentaré no olvidarme de eso . — Robert miró a lady Baynard, quien parecía contener la risa al sentarse al lado del muchacho, mientras Mary cambiaba el agua del balde.
Catherine tocó las muñecas de Robert, quien se encogió de dolor , mirando sorprendido las delicadas manos de la dama.
— De dónde sacó ese anillo ? — él preguntó.
— No es asunto tuyo — la muchacha respondió por su madre.
— Mary, por favor. — Catherine miró el anillo de zafiro y luego a Robert. — Este es el blasón de mi familia. Los leones son de parte de mi padre y el zafiro era la piedra favorita de mi madre. Este que estoy usando es una copia fiel del anillo de mi madre, quien perdí hace muchos años. — Catherine sujetó la muñeca del muchacho y antes de poner las vendas, hizo una limpieza. — Mi marido planea pedir un rescate a cambio de tu libertad a tu padre y a lady Elise.
— Buena suerte para él.
— Por tu reacción, sospecho que ellos no pagarán .
— Mi padre vendrá con su ejército y acabará con todo este lugar . En cuanto a lady Elise, no creo que le gusten mucho los escoceses. Dudo que entregue una sola moneda para salvar mi vida. — Robert lanzaba una sonrisa arrogante a la muchacha cada vez que notaba que estaba siendo observado. Ella era bella, y si él no fuese prisionero, le encantaría provocarla un poco más.
— Estoy confundida, muchacho. Me gustaría que me aclarases algo . Conoces a alguien llamado William MacDarrin? — Catherine preguntó, finalmente consiguiendo atraer la atención del muchacho que no sacaba los ojos de su hija.
— Por qué quiere saber?
— Escuché una conversación de mi marido con un escocés grandote y pelirrojo...
— Angus Campbell, bastardo traidor — Robert se adelantó.
— De acuerdo con lo que escuché , el tal MacDarrin aparentemente forzó a lady Elise a casarse con él. Pero ahora está muerto.
— Mamá apurate ... — Mary habló .
La mirada triste del muchacho no pasó desapercibida a los ojos de Catherine.
— MacDarrin tenía algún parentesco con vos ?
— William era mi hermano.
— Entonces por qué papá iba a matar al heredero del clan ? — Mary preguntó, mirando primero a Robert y después a su madre.
Robert encaró a la joven.
— él no mató o heredero.
— Siento muy haber sido la portadora de una noticia tan triste — Catherine dijo con suavidad. — Podría hacerte solamente una pregunta mas ? — Después de la ausencia de señal de resistencia del prisionero, ella prosiguió : — Por qué tu hermano no usa el apellido de tu padre ?
— Mi padre nunca quiso a un bastardo medio inglés como heredero del clan.
Lady Baynard se puso pálida. Sin una palabra mas , ella se levantó, trancó la celda y salió corriendo de la mazmorra, arrastrando consigo a su hija.
— Mamá , por qué tanta prisa? — Mary preguntó indignada cuando ya estaban a camino al salón principal, pues preferiría haberse quedado un poco más en la celda, jugando a provocar al prisionero. El no era solamente era el hombre más guapo que jamás hubiese visto , sino que era un verdadero salvaje que usaba kilt y tartán. De corazón deseaba que lady D'Auvergne demorase mucho en resolver pagar el rescate.
Catherine escondió la cara en la capucha de su capa y se apresuró, mirando de reojo a su hija.
— Me puse triste con la pérdida del muchacho. Solamente eso. Mary tiró a su madre por el brazo y le acarició la cara .
— Y esas lágrimas? Vos nunca lloras. También son lagrimas por el hermano del prisionero?
Catherine intentó desprenderse, pero Mary la detuvo .
— Papá me contó que el hombre por quien estás llorando forzó a lady D'Auvergne a casarse con él. Creo que deberías sentirte contenta porque ella se libró del suplicio de un matrimonio forzado.
— Mary, no entiendes...
Entonces explícame , mamá. Te juro que guardaré el secreto.


Elise acarició los cabellos de su marido, corriendo una mecha que caía sobre la frente. La fiebre había cedido, pero él todavía estaba muy débil . Cansada, ella se acomodó al lado, en la cama, apoyando la cabeza sobre el pecho del escocés, con mucho cuidado de no apretar el hombro herido. Bostezando, no se dio cuenta de que William había abierto os ojos. El levantó la mano lentamente y acarició los cabellos de su amada.
Elise levantó la cabeza y lo miró.
— Debo estar muriendo — él dijo con un leve sonrisa.
— No lo estás — Elise respondió en un tono burlón .
— Entonces por qué estoy viendo un ángel?
Lágrimas brotaron en los ojos de ella, y él forzó una sonrisa débil .
_ Creo que estoy muriendo. Estás segura que no eres un ángel?
Elise negó con la cabeza vehementemente, incluso sabiendo que se trataba de una broma . El hecho que él estuviese bromeando estando tan delicado le partía el corazón.
— No soy un ángel.
William la miró con ojos somnolientos.
— Para mí lo sos . Puesto que me salvaste la vida en aquella mazmorra.
Las palabras la tocaron profundamente, aumentando todavía más la culpa y el remordimiento que no la dejaban en paz.
— Te habrías recuperado con o sin mi ayuda, mi lord .
El estrechó los ojos.
— Pero y el veneno, la poción que diste ?
— No era veneno. Solamente era un somnífero que provoca un dolor de cabeza terrible.
William cerró los ojos, pero después de unos minutos de descanso sus miradas se encontraron nuevamente.
— Ahora cuéntame — él continuó , su voz era un susurro débil. — Recuerdo haber recibido un flechazo, pero no me acuerdo de cómo me rompí la pierna.
— Rupert dijo que ellos te encontraron debajo de tu caballo.
— Oh, no, perdí otro caballo mas — él protestó.
Elise podría haberse reído, pero las gotas de sudor que brotaban en la frente del guerrero indicaban que él estaba sintiendo dolor, y que intentaba esconderlo.
— Eso explica por qué he soñado que tenía algo muy pesado encima mío que me impedía agarrar mi espada y luchar.
— William, descansa . Trata de no pensar en nada ahora. Necesitas recuperar tus fuerzas.
Si, pero tengo tanto que hacer. — Y sus ojos fueron se cerrando lentamente.


Robert levantó los ojos de su catre cuando la puerta de la mazmorra se abrió . Entonces , observó la figura encapuchada parándose delante de la celda y bajando la capucha para exponer su cara.
— No esperaba verte — él dijo , reconociendo a hija de lady Baynard. — No aguantabas estar lejos de mí ?
— No seas atrevido y engreído . Vine porque mi madre me pidió que te diese un recado.
Robert se levantó y fue hacia la reja , entrelazando los dedos largos entre los barrotes de hierro, y Mary lo miró directamente a los ojos durante algunos segundos. Ella era inocente como un cervatillo . Sus dedos rozaron levemente los de la joven antes que ella tuviese un sobresalto.
— Sos un atrevido!
— Atrevido? Oh, qué grave acusación — Robert se burló . — No, muchacha. Soy un escocés salvaje que no merece confianza , recuerdas ? — él sonrió al ver las mejillas de Mary ruborizándose.
— Se quieres continuar vivo, tendrás que cooperar. — ella sacó del bolsillo un puñal y una llave y se los pasó a Robbie entre los barrotes. — Esconde esto . No los uses hasta que recibas una señal de mi madre.
Robert escondió los objetos dentro de la camisa, luego se aferró a los barrotes con frustración.
— Cuándo recibiré la señal?
En dos días más o menos . — Un ruido en el pasillo atrajo la atención de la pareja . — Debo irme. — Mary subió la capucha de la capa , cubriendo su cara .

Mucho tiempo después de que ella se hubiese marchado , Robert se acostó de vuelta en el catre incómodo y se envolvió en el tartán. Esa vez cuando cerró los ojos, imágenes de cabellos sedosos y ojos verdes como el mar invadieron sus pensamientos.


Hacia el octavo día, William ya se sentía lo suficientemente fuerte como para sentirse inquieto en la cama. Insistía en que la pierna ya había soldado y que podía arriesgarse a dar los primeros pasos. Elise, sentada al lado de la chimenea, llenó una copa y tomó un trago de sidra, observando pacientemente a Rupert enseñarle William a usar a muleta que él mismo había confeccionado.
— No estás suficientemente fuerte como para salir de la cama — Elise comentó, sin poder contenerse más.
— No va a poder mantenerlo atado a esa cama por mucho tiempo mas , mi lady — Rupert le advirtió. — William es un escocés de las Highlands hasta la médula de los huesos.
—No me importa de donde demonios sea que viene ... Rupert se atragantó, mirando horrorizado al líder del clan .
— Vas a permitir que ella te insulte de esa manera? William sonrió.
— Dejanos a solas que yo la reprenderé como corresponde .
Elise lanzó una mirada sombría por encima de la copa , y esperó que Rupert saliese y cerrase a puerta para entonces volver a llenar la copa y pasársela a su esposo.
— Bebe esto.
— No quiero dormir. Quiero probar la muleta. — Intentó apartar la colcha que cubría su cuerpo semi desnudo, pero Elise se lo impidió, temiendo que tomase frío . — Puedo entender que estés preocupada, pero ...
Preocupada? William, casi te moriste . Perdiste mucha sangre. Todavía es demasiado pronto para intentar levantarte, incluso con esa muleta que Rupert te hizo.
— Necesito rescatar a Robert antes que ellos lo maten . — El acento escocés de William era muy acentuado , un fuerte indicio de que estaba nervoso.
—William, no seas loco. Escucha lo que te estoy diciendo. Robert está seguro. Baynard no va a matarlo, pues sabe que la mitad de Escocia vendrá a buscar venganza. MacDiarmid es un barón poderoso. Y a pesar que Baynard es ambicioso , jamas se arriesgaría tanto.
Angus no perderá la oportunidad de matar Robbie antes que él pueda contarle a nuestro padre sobre la traición. — William respiró profundamente . — Ahora comportate como una buena esposa y ven a ayudarme.

Angus y Baynard discutían los últimos detalles del plan que juzgaban infalible y espectacular.
— Me olvidé de un único detalle, mi lord .
— Y cual sería?
— Lady Elise lleva en su vientre un hijo de William. Si el heredero es varón , a pesar de que no conozco mucho de leyes inglesas, sé que el niño tendrá derecho a la posesión de la tierra.
El buen humor de Baynard desapareció.
— Es verdad — dijo frotándose el mentón . — Ese es un problema en el que no había pensado. Pero no importa, eso es algo fácil de resolver.
— Cómo?
La criatura puede morir antes de tomar posesión de la herencia.

Catherine vaciló del otro lado de la puerta. Había oído bien ? Baynard estaba tan obsesionado con D'Auvergne como para estar dispuesto a matar a una criantura inocente?
Ella llevó las manos a su vientre. Por supuesto que se atrevería a hacerlo . Después de todo , su propio padre había querido matar a su nieto cuando se enteró que el bebé era hijo de un escocés. Abrumada, se apoyó contra la puerta. Un dolor profundo laceró su corazón a medida que se acordaba de su hijo que ahora estaba muerto, y que había muerto a manos de su marido.
— Mamá ? — Mary susurró — Estás bien ? Catherine tuvo un sobresalto, luego respiró aliviada al ver quien era.
— Todo está bien. Pero debemos poner nuestro plan en acción cuanto antes. Hiciste lo que te pedí?
— Si .
Perfecto , huiremos esta noche después que tu padre se duerma . Verifica si Alfred ya consiguió los caballos y dale unas monedas para que mantenga la boca cerrada. — Catherine puso unas monedas en la mano de su hija.

Nubes oscuras cubrían el cielo. Un viento frío azotaba las ventanas cerradas, despertando a William. Bajo párpados pesados, miró el otro lado de la cama y se sorprendió al notar que Elise no estaba acostada.
Ella estaba sentada junto a la chimenea.
— Parece que se acerca una tormenta — él dijo para atraer la atención de la mujer.
— Si . — La voz de Elise salió débil y temblorosa. Alarmado, William arrojó las mantas a un lado y alcanzó la muleta y lentamente caminó hacia su esposa. Ella estaba encogida, con las manos sobre su bajo vientre. Gotas de sudor brotaban de la frente y mojaban los cabellos en torno a la cara. Cuando miró a o marido, había miedo en sus ojos.
William tocó la cara de la amada.
— Es el bebé?
Ella asintió, y desvió la mirada hacia fuego que ardía en la chimenea.
— Cuándo comenzaron los dolores?
— Me desperté durante la madrugada, pero no quise preocuparte , por eso vine acá.
William sonrió y sacudió a cabeza.
— Ven . Ahora es tu turno de meterte en la cama. — Y la ayudó como pudo a levantarse e ir hacia el lecho. En ese momento Elise sintió otra contracción y gritó en agonía.
Respira , muchacha. — con mucha paciencia, William la ayudó a cruzar el corto espacio entre la cama y la chimenea. Después de taparla con las mantas y agacharse para darle un beso, William fue hacia la puerta y gritó pidiendo socorro.

CUESTE LO QUE CUESTE - CAPITULO 15 - DONNA MACQUIGG

CAPITULO 15



Elise abrió los ojos lentamente, estaba acostada en su cama. Cuando trató sentarse Henri corrió a su lado.
— Qué puedo hacer para ayudarte ? — Las lágrimas en los ojos del criado casi la derribaron nuevamente.
— Encuentra a Rupert — ella susurró
— estás segura que estás bien ? Si. Ahora corre y trae a Rupert .
Elise se sentó en una silla delante de la chimenea, mirando las llamas sin ver nada . Al oír el sonido de pasos corrió a abrir la puerta. Rupert estaba delante suyo , con los ojos rojos e hinchados.
— Necesito tu ayuda — ella dijo con una autoridad fría, temiendo oír un "no" como respuesta.
— Todo lo que precise, mi lady .
— Toma el caballo más viejo y ve con algunos hombres a Rover. — cuando el guerrero iba a decir algo, ella le tocó el hombro, deteniéndolo. — Te lo imploro. Tengo que saber si William realmente está muerto. Si él está vivo, cuento con tu ayuda para traerlo de vuelta a casa. Lleva un carro y en caso sea demasiado tarde quiero que traigan el cuerpo para ser enterrado aquí. — Elise miró los ojos nublados de Rupert, hasta no poder contener más su propia tristeza. Se dio vuelta hacia el fuego y bajó la cabeza. — Buena suerte!
* * *
Una densa neblina bajó sobre el valle cuando la oscuridad de la noche se esparcía . Lentamente, William abrió los ojos. Un dolor intenso traspasó el hombro y el brazo derecho como una lanza afilada. Pero fue la sed lo que lo despertó. Ansiaba por encima de todo un buen trago de agua fresca. Acostado sobre el lado derecho del cuerpo, intentó apoyarse sobre el codo, pero el dolor lo dejó sin aliento e hizo parecer que las estrellas brillaban todavía más en el cielo. Frustrado, levantó la pierna sana e intentó levantar el caballo que estaba encima de su cuerpo. Empujó con todas las fuerzas que tenía, gritando al sentir otra oleada de dolor recorriendo su cuerpo. Respiró profundamente , deseando que la agonía tuviese un fin. Estaba oscuro y el clima se enfriaba . Miró a su alrededor en busca del tartán, pero para su desesperación , no pudo hallarlo . Apretó los dientes y movió el brazo izquierdo, sintiendo un rastro de sangre manando del pecho. Sacó la daga del cinto y después de descansar por un segundo, cortó las correas de la montura, hasta que poder taparse con un pedazo de la manta del caballo.
Temblando de dolor y muerto de frío, solamente intentaba pensar en Elise. Tenía que sobrevivir.
Su último pensamiento consciente antes de desmayarse fue si su esposa estaría lamentando su viudez.


Elise despertó asustada. Ecos de un trueno retumbaban en el cielo y el viento azotaba con furia las ventanas. Sólo entonces ella oyó lo que había interrumpido su sueño. Alguien golpeaba la puerta.
— Quién es ?
— Soy yo , mi querida . Puedo entrar?
— Henri?
Elise se levantó de la cama, enrollada en el tartán de William y corrió para sacar la tranca de la puerta.
— Qué pasa ? Lo encontraron ? William está vivo?
Gotas de lluvia corrían por la mejillas de Henri.
— Si, Sir William está vivo, pero está gravemente herido. Los hombres están subiendo con él. Debemos preparar la cama. — Henri entró, acomodó las sábanas y extendió una colcha vieja sobre la cama. A continuación cuatro hombres entraron, cargando William. El estaba empapado con una mezcla de agua de lluvia y sangre. La punta de una flecha rota se proyectaba desde u hombro. La pierna derecha estaba rota, pero ya había sido inmovilizada con dos ramas de árbol.
— Mi Dios ! — Elise murmuró.
Rupert pasó la manga mojada de la camisa por su frente.
— Hicimos lo posible para contener la hemorragia , pero él estaba ardiendo de fiebre cuando lo encontramos y no abrió los ojos más de una o dos veces en tres días.
Elise llevó la mano a su boca y miraba perpleja a su marido. El estaba inmóvil, la piel , grisácea.
— Traigan paños limpios y agua caliente. Tengo una poción para el dolor, y ...
Henri vio el pánico surgiendo en los ojos de su protegida.
— Sir William precisa que te mantengas fuerte, no enloquecida de preocupación. Calmate y piensa en el bebé. Manda a llamar a Molly. Ella sabrá qué hacer. Por el momento , quedate al lado de tu marido, y vamos a esperar que él despierte.
Elise asintió, y luego respiró profundamente . Cuando los hombres se apartaron, ella se sentó en el borde de la cama, acariciando los cabellos mojados de William.

— Cómo está él ? — Henri se aproximó a Molly, quien estaba cerca de la chimenea, doblando unas vendas limpias. A continuación miró a William , quien descansaba. Elise dormía encogida en una silla al lado de la cama.
— Gracias a Dios , Will todavía está vivo, a pesar de haber perdido mucha sangre. — Con os ojos llenos de lagrimas Molly miró a Henri. — Pero él es fuerte y un luchador.
— Si, mi querida. Con certeza él es muy fuerte — Henri respondió. — Va a sobrevivir...
— Si, va a sobrevivir, Henri — Elise reforzó las palabras de su amigo. A continuación se levantó cuando Molly y el criado se dieron vuelta . Ella acomodó la manta de su marido y le acarició la cara . — No tengo derecho a pedirle mucho a Dios , pero le pedí que salve a William para que yo pueda ser una esposa mejor.
—No , mi pequeño ángel , ya sos una buena esposa. Dios está viendo eso.
Elise levantó el mentón , el remordimiento brillaba en sus ojos cuando miró a Molly y después a Henri.
— No. He sido egoísta , pensando solamente en mí. — Intentó tragar el nudo que tenía en la garganta. — Fui muy orgullosa y ni siquiera tuve la gentileza de darle un beso de despedida a mi marido cuando partió para defender mis tierras. No tuve el coraje de confesar ni siquiera a la mujer que lo crió como una madre cuanto lo amaba.
— ?l entendió tus motivos — Molly dijo entre lágrimas.
Elise sacudió la cabeza y miró a su marido.
— Cómo puede haber entendido cuando ni yo sabía lo que sentía? — Lágrimas manaron de sus ojos. — Ya no me importa el título de nobleza, ni las tierras. Todo lo que quiero es ser la esposa de este escocés, si él me aceptar después de las cosas terribles que le hice.
— Por supuesto él te aceptará — Henri murmuró.
— Lo crees ? No tengo tanta certeza, Henri. William se movió , y Elise corrió para sentarse al lado de la cama. Cuando él abrió los ojos, parecía querer decir algo.
— Guarda tus fuerzas, mi amor.
— Dónde estoy ? — preguntó él confundido.
— Está en su casa, en D'Auvergne. — Elise forzó una sonrisa.
— Elise... Te fallé ... L fallé a Robbie. Lo siento mucho. Ella posó los dedos sobre los labios de William.
No digas nada más . Fui yo quien falló.
Temblando , él sujetó la mano de su esposa .
— No pude protegerte ... Baynard... No salgas de la empalizada. — William apretaba los dedos de Elise. Y , de repente, con una fuerza sorprendente, él la empujó más cerca . —Angus... Titus... — Pero sus fuerzas se desvanecían , y él cerró los ojos. Elise tragó en seco mientras posaba la mano sobre el pecho de su marido. A continuación , se levantó lentamente y fue hacia chimenea.
— Los hombres están trayendo los muertos. Le pedí al padre Marcus que bendiga un terreno que servirá como un nuevo cementerio. — ella levantó la mirada hacia Henri y Molly.
— Nuestros guerreros escoceses serán enterrados aquí en D'Auvergne, en suelo consagrado, cerca de sus familias.
Se volvió hacia la chimenea, sin poder decir nada más mientras pensaba en las viudas y en los niños huérfanos. Robert vino a su mente, e hizo una pequeña plegaria para que él no fuese encontrado entre los muertos.



El sol ya estaba alto cuando William despertó, dos días después de su llegada. El se movió en la cama y gimió . Elise , quien estaba conversando con Molly, cerca de la ventana, fue corriendo.
— Estoy aquí, mi amor.
— Agua. Tengo sed .
Rápidamente, Elise llenó una copa y , tomando la cabeza de su marido, lo ayudó a beber . El estaba ardiendo de fiebre e ingirió el líquido con avidez.
— Más — él murmuró. Elise sirvió un poco mas .
— Descansa ahora y guarda tus energías.
— Cómo... Cómo vine a parar aquí?
— Rupert te trajo de vuelta a casa, hace dos días.
— Tuvieron noticias de Robbie?
— Si . Un mensajero vino esta mañana. Robert todavía es prisionero de Baynard.
William cerró los ojos nuevamente, sin saber si porque estaba demasiado débil para poder mantenerlos abiertos o porque no soportaba la idea que su hermano todavía fuese prisionero de Baynard.
— Si ... Baynard exige un rescate, no pagues, no todavía. — él murmuró, luchando para mantenerse despierto. — Titus y Angus se unieron a Baynard. Ellos no van a herir Robbie mientras no entregues el oro.
— Pero si ...
William sacudió la cabeza .
— Ellos lo matarán después que obtengan el oro... jurame que no vas a pagar... jurame.
Lo juro — Elise respondió con reticencia.

sábado, 25 de septiembre de 2010

CUESTE LO QUE CUESTE - CAPITULO 14 - DONNA MACQUIGG

CAPITULO 14




Elise abrió las ventanas de su cuarto e inhaló el aire frío de la mañana, apoyando las manos en la base de las caderas. Después de una noche mas mal dormida, moviéndose inquietamente en la cama , se sentía aliviada de ver que esa parecía ser una mañana normal como tantas otras. Los hombres estaban en sus puestos en puntos estratégicos. En el aire un olor agradable a pan horneado hizo gruñir su estomago . Cuando estaba cruzando el cuarto para bajar, el sonido de lamentos femeninos llamó su atención y la hizo correr de vuelta a la ventana. Al principio, apenas podía creer lo que estaba vendo, pero pronto los centinelas hicieron sonar los cuernos en señal de alarma avisando que soldados estaban aproximándose. No parecían ser muchos, pero el número fue creciendo, pues muchos traían a otros cargados en los lomos de los caballos , mientras otros venían en carros . Un golpe en la puerta llamó su atención. Era Henri, y ver la cara pálido de amigo fue más de lo que ella podía soportar.
— Mi ángel .
— No precisas decir nada — Elise susurró, luego sacudió la cabeza. — Sé que has venido a traerme malas noticias, prefiero no oírlas . — Ella se apoyó en el respaldo de una silla para evitar caerse , pues las piernas le temblaban . — Tenemos mucho trabajo. Debemos ocuparnos de los heridos. William pronto estará aquí y precisará un baño caliente y una buena comida...
— Mi ángel — Henri repitió, aproximándose . — Sir William fue derrotado.
Elise llevó las manos a sus oídos.
— No me digas que él murió porque no es así — Elise miraba desesperada a su viejo amigo. — Me escuchaste ? El no está muerto. — Luego se dejó amparar por los brazos de Henri. Un sentimiento frío congeló su corazón y sólo deseaba estar muerta también.

CUESTE LO QUE CUESTE - CAPITULO 13 - DONNA MACQUIGG -

CAPITULO 13





William y un pequeño grupo de guerreros se juntaron en lo alto de una colina para observar los movimientos de lord Baynard y su ejército. Aproximadamente cincuenta caballeros formaban la línea del frente, montados y bien armados, seguidos por casi el mismo número de arqueros y soldados. Eso sin contar a los mercenarios irlandeses. En el más pomposo estilo inglés , todos estaban alineados y listos para el combate.
En menos de una hora el sol iba a surgir en el horizonte, ofuscando la visión de los ingleses, por lo menos eso era lo que William esperaba. Treinta hombres suyos estaban escondidos detrás de los árboles al norte, mientras otros treinta, se escondían detrás de piedras y trincheras naturales. Cuarenta soldados montados estaban apostados del otro lado de la colina, fuera del campo de visión de Baynard, esperando una señal para bajar y tomar a los caballeros ingleses por sorpresa.
William tiró de las riendas del gran garañón hasta la parte baja de la elevación donde Thomas, Garrick y algunos hombres aguardaban.
— Como siempre, vamos a atacar en el momento adecuado. Preparen las armas y aguarden la señal.
El grupo asintió a la orden del líder.
— No son los caballeros lo que temo — Thomas respondió. — Los arqueros son los peores. Oí decir que los irlandeses suelen poner veneno en las puntas de las flechas.
— Entonces es mejor estar con los ojos muy abiertos y la cabeza baja — William afirmó, sin transmitir el nerviosismo que le corría por dentro.
— Exacto, y el escudo levantado — Garrick agregó . William se volvió hacia Thomas.
— Baynard enviará a los caballeros adelante . Esperen que ellos avanzasen, y luego hinquen las esporas en los caballos y retrocedan , pero acuérdense de insultarlos para que se enfurezcan lo suficiente para mirar hacia atrás. Una vez dentro del bosque, Jamie y sus hombres usarán las lanzas para derribar al mayor número de hombres que puedan . En ese momento vos y su grupo aparecen para espantar a los caballos, pues los caballeros ingleses no pueden luchar sin ellos.
William estudió el horizonte por un momento, luego volvió la mirada a Garrick y prosiguió con el repaso de la estrategia.
— Los arqueros de Baynard no atacarán hasta que los caballeros hayan sido derrotados. Es por eso que debemos mantener el escudo preparado y atacar Cuando el sol brille , ofuscándolos. Dejen que ellos saboreen un poco de la valentía de los escoceses.
— Elegiste el lugar perfecto , William — James comentó. — Con el peso de las armas que cargan , la subida de la colina va a acabar con ellos.
— Estoy contando con eso. Ahora escuchen con atención: Sean va a liderar a nuestros hombres a caballo hasta la mitad del campo de batalla, por eso tengan cuidado de no ser pisoteados. El irá al encuentro de los caballeros que hayan quedado antes que ellos puedan reagruparse. Durante el combate, avanzaré por detrás de los árboles para llegar al campamento de Baynard. Si ese bastardo es un hombre de palabra, Robbie debe estar en una de las tiendas. Después de encontrarlo, y de asegurarme que está bien, les daré una señal y retrocederemos a la seguridad de D'Auvergne.
Los capitanes no se habían unido a sus hombres cuando las trompetas de Baynard sonaron.
Otro sonar de las trompetas, y William supo que otra tanda de soldados de Baynard había sido despachada. Saltó sobre el lomo de su caballo, avanzando por detrás de los árboles hasta encontrar el campamento de Baynard. Desmontó , y con la espada en mano se aproximó a una de las tiendas y con cautela entró.
— Hijo de puta traicionero! — William gritó al encontrarse con Titus.
— Guardias! — el otro gritó, acobardado.
William vaciló por una fracción de segundos, para decidir si avanzaba sobre Titus o si corría a su caballo. La segunda opción le pareció a mejor cuando vio un grupo de hombres armados entrando en la tienda. William subió al caballo, disparando hacia el campo de batalla para dar la señal de retroceder.
— Retroceder! — él gritó, pero nadie parecía oírlo . Un irlandés lo atacó, pero William clavó la espada en el pecho de un soldado. A continuación vio a Baynard a la distancia, detrás de un grupo armado. Si pudiese tomarlo, luego tal vez los soldados ingleses retrocederían. Pero el mar de hombres que lo separaba de Baynard parecía inmenso, dificultando el avance.
— William. Aquí. — Era la voz de Garrick que lo llamaba. William derribó otro hombre que lo había atacado mientras intentaba aproximarse a su compañero.
— Garrick, esto es una trampa. Debemos retroceder.
— Atrás tuyo ! — Garrick gritó.
Pero William no había oído el aviso del capitán cuando Angus de repente apareció en su camino. El gigante pelirrojo levantó la espada, y entonces cortó el cuello del caballo de William. A continuación , ambos, caballo y caballero cayeron al suelo.

Angus tomó una manzana de la bandeja que estaba sobre la mesa más próxima.
— Creo que fuimos unos imbéciles — él habló con la boca llena, mirando a Baynard. — Con tu ejército habríamos acabado con ellos. A esta altura ellos ya deben estar atrás de la empalizada. Los otros hombres que se quedaron para cuidar de la seguridad de la perra acabarán con tus hombres y con los irlandeses, en caso que intenten acercarse a la empalizada. — le dio otra mordida a la fruta suculenta.
— No me interesan los escoceses . Sólo D'Auvergne. Les envié una propuesta muy tentadora , garantizándoles un viaje segura de vuelta a Escocia con sus mujeres y niños. Después que el ejército escocés haya abandonado a lady Elise, ella no tendrá otra alternativa mas que casarse con mi hijo. Eso es , si quiere continuar viviendo en su amada D'Auvergne. Mientras tanto, enviaremos un mensaje a MacDiarmid, pidiendo un rescate por el muchacho. El tiene oro suficiente como para enriquecernos a todos nosotros. Estás seguro que MacDarrin está muerto?
— Si . Recibió un flechazo en el hombro. — Angus dio otra mordida a la manzana , pero cuando vio la mitad de un gusano lanzó la fruta lejos . — Maté al caballo de William y él quedó atrapado debajo del animal. Ningún hombre que haya perdido tanto sangre puede sobrevivir a eso .
Titus concordó.
— Si alguien se entera que traicionamos a nuestra gente, nuestra vida no valdrá más que esa manzana podrida .
Baynard levantó las cejas.
— Quién puede contarles eso ?
— Robbie — Titus respondió nerviosamente .
Baynard se levantó, y con las manos hacia atrás, miró por la ventana.
No creo que el muchacho sobreviva y pueda contarle al padre.
Catherine Baynard permaneció callada, escondida detrás de la cortina pesada que la separaba de su marido. Rezó para que el soldado herido hubiese muerto antes de llegar al suelo, pues morir lentamente debajo del peso de un animal era algo horrible . Respiró profundamente y dejó la protección de su escondrijo.
— Mi lord . — Se detuvo en medio de la frase, fingiendo sorpresa.
— Perdona la intromisión. No sabía que estabas con ... — Miró al pelirrojo mugriento y su compañero desgreñado, luego se volvió hacia su marido nuevamente — ...visitas.
Angus y Titus la saludaron con un asentimiento de cabeza.
— Los señores son escoceses? — Catherine preguntó, sonriendo para atenuar la pregunta. — Pensé que estábamos en guerra contra los escoceses.
— Estos hombres son nuestros aliados. Ellos nos ayudaron a derrotar a William MacDarrin. — Baynard sonrió triunfalmente . — Pronto D'Auvergne será de Matthew.
— Si ? Quién puede asegurar eso? Cómo mi lord puedes cree que estos... estos dos pueden ayudarnos con la conquista definitiva de D'Auvergne?
— Es muy simple . MacDarrin murió en combate, dejando D'Auvergne sin un lord y lady Elise viuda, sin un hombre para protegerla.
— Entiendo — Catherine dijo con reservas. — Pero qué te hace pensar que ella aceptará casarse con Matthew? Seguramente debe estar de luto por la muerte de su marido. El rey le dará por lo menos un año para que resuelva si quiere o no casarse nuevamente.
— Hay algo que no sabes — Baynard dijo. — Mi cómplice — él señaló a Angus — me aseguró que el matrimonio de lady Elise con el escocés fue forzado. Envié una carta al rey explicándole los hechos y todos los conflictos de esta región y los continuos ataques que D'Auvergne ha sufrido, será mejor para lady Elise casarse cuanto antes con Matthew. Después de casados, nuestro hijo expulsará a los últimos escoceses y sellará la posesión de la propiedad para la corona inglesa bajo a mi bandera. Ningún de nuestros vecinos se atreverá a desafiarme con el respaldo del rey, qué te parece?
Catherine arqueó las cejas.
Muy inteligente, mi lord . Al insistir en la seguridad de la lady, te aseguraste una esposa para nuestro hijo, y una gran fortuna. — ella levantó la copa para un brindis , y observó a los dos escoceses chocando sus jarros con cerveza y bebiendo con avidez. — Si me dan permiso, tengo que ocuparme de los preparativos de nuestro cena .

viernes, 24 de septiembre de 2010

CUESTE LO QUE CUESTE - CAPITULO 12 - DONNA MACQUIGG

CAPITULO 12



William no cenó esa noche . Prefirió reunirse con sus hombres en torno a una hoguera para discutir estrategias de batalla. Estaba oyendo la idea de Rupert cuando Thomas apareció apresuradamente .
— William, ellos capturaron a Robert. — El joven jadeaba, intentando recuperar el aliento.
William sujetó el brazo de su amigo.
— Qué dijiste ? Quién capturó a Robert?
Baynard. — Thomas sacó un mensaje arrugado del bolsillo. — Una niña me entregó eso.

— No puedes ir, William — Molly suplicaba caminando inquietamente ante la enorme chimenea del gran salón . — Es un suicidio dejar la protección de la empalizada. Sabes que Baynard no va a matar Robbie. El sabe que si lo hace despertará la ira de todos los escoceses. Donald no dejará de vengar la muerte de su hijo. Baynard está usando a Robbie para llegar a vos.
— No puedo dejarlo en manos de Baynard, Molly. ? Mi deber y mi responsabilidad es cuidar de la integridad de mi hermano. La mayoría de los mis hombres siente lo mismo. Si cedemos a la extorsión de Baynard para una confrontación en campo abierto, por lo menos tendremos la oportunidad de salvar todo esto que nos costó tanto construir.
— Entrega este castillo a Baynard. Vale la pena perder la vida por esta pila de piedras? . — Molly miró a Elise. — Dilo , muchacha. Dile que todos volveremos Escocia...
No! Ya oí suficiente — Elise interrumpió el argumento de Molly. — No podemos perder todo solamente por un hombre. Tenemos que encontrar otra salida. — Al notar la mirada fría de su marido Elise se estremeció por dentro.

Robert estaba sentado sobre un catre viejo recostado contra las frías paredes de piedra de la celda que ocupaba en la mazmorra del castillo de Baynard. Deslizó las cadenas que sujetaban sus manos a la cabecera de la cama, preguntándose cuántos días había estaba preso. Serían ocho, nueve días? El tiempo ya no tenía importancia. Una solitaria antorcha iluminaba ese antro sin ventanas. Desesperado, él cubrió la cara con las manos encadenadas, murmurando:
— Oh, William. Siento tanto mi estupidez.
Las cadenas tañaron cuando una vez más intentó en vano librar sus manos de los grilletes, maldiciendo en voz baja cuando el borde áspero le cortó profundamente la carne. Concentrado en su lucha vana , no notó cuando al puerta de la celda se abrió .
— Eso sólo va a herirte más.
Robert levantó la cabeza. Parada en la puerta de la cela había una mujer alta y elegante que muy bien podría pasar por la reina en persona si él no la conociese. Usando un vestido de terciopelo verde escuro, con cuello de piel armiño y cubierta de joyas, ella sólo podía ser lady Baynard.
— Aunque consigas librarte de las cadenas, la celda está siendo vigilada por dos hombres, día y noche . — La dama caminó hasta un banquito, y después de quitar la gruesa capa de polvo, se sentó con mucha gracia. — Mi marido, lord Baynard, dijo que tu nombre es Robert MacDiarmid.
Robert frunció el ceño y permaneció callado por un largo tiempo, midiendo las palabras para no dejar escapar ninguna información vital .
— Estoy sorprendido de ver que su marido le permitió venir aquí — él dijo algo por decir. — Los escoceses tenemos fama de ser un grupo de salvajes.
Para su sorpresa, lady Baynard solamente sonrió.
— No vine aquí para discutir con vos, muchacho.


— Entonces por qué vino? — Robert observó a la mujer levantándose y caminando para inspeccionarlo de más cerca.
— Conocí a un MacDiarmid. Hace mucho tiempo. Robert la miraba desconfiado.
— Hay muchos escoceses con ese apellido.
— El hombre que conocí era rico. Un barón , alto, moreno y líder de un poderoso clan .
Algo en la apariencia de la mujer lo inquietaba. Era una dama de rara belleza, a pesar de tener casi la misma edad que su madre. Tenía una estatura por encima de la media de las mujeres, con hombros anchos y cuerpo delgado.
— Mi marido dijo que vos sos hijo de Donald. Pero los cabellos de Donald eran oscuros y los tuyos son claros.
— Qué observadores son los ingleses ! La mujer sonrió una vez más .
— Tal vez mi marido se haya equivocado y ha capturado al hijo de otro MacDiarmid. — La dama suspiró.
— Veo que tus manos están heridas. — Ella miró el balde con agua que estaba en un rincón de la celda. — Mandaré a los guardas a traer agua hervida y a alguien para atender tus heridas.
— No es necesario tomarse tanto trabajo! — Robert respondió con brusquedad, pero la dama ya se marchaba sin siquiera mirar atrás.
Dubitativo , Robbie quedó repasando mentalmente la extraña conversación que acababa de tener, intentando recordar si había dejado escapar algo que pudiese ser usado en su contra o en contra de su gente .



Catherine dejó a mazmorra, mirando por encima de su hombro para asegurarse que no estaba siendo seguida. Pasó por la cocina y después de dar algunas instrucciones a las cocineras, tomó unas vendajes y un ungüento.
— Hay alguien herido, mamá ? Catherine tuvo un sobresalto.
— Mary, me asustaste — ella respondió, retomando lo que estaba haciendo. La bella muchacha se aproximó para espiar por encima del hombro da madre.
— Para quien son esas vendajes?
— Son para alguien que no conoces, mi querida.
— Catherine sonrió ante la expresión perpleja de su hija.
— Entonces los rumores de que tenemos un hombre preso en la mazamorra son verdaderos. — La cara de Mary se iluminó. — Puedo verlo?
Catherine miró a su hija.
Creo que no hay problema. — tomó una ánfora de vino. — Ven conmigo para ayudarme.

Una semana después, Elise observaba desde la ventana de su cuarto a William montando un enorme caballo gris , reunido con sus hombres en el patio del castillo. Una mezcla de orgullo y remordimiento la invadió al oír el timbre fuerte y decidido del líder, dando las últimas instrucciones a los soldados escoceses. Ella suspiró y se dio vuelta , posando la mirada sobre las sábanas todavía revueltas de la cama. Recuerdos llenaron sus ojos de lágrimas, que fueron contenidas a mucho costo.
Amargada escogió un vestido color crema y dejó sus cabellos sueltos, a pesar de no admitir que lo había hecho para agradar a William, quien solía decir que adoraba la manera en que sus mechas cobrizas brillaban al sol.
A continuación , bajó la escalera para unirse a las otras mujeres que se aglomeraban en el patio para despedirse de sus respectivos maridos. Elise caminó entre el grupo, ignorando las palabras dulces de afecto, los abrazos desesperados, los besos demorados intercambiados entre maridos y esposas.
— Ya está todo listo, mi lord ? — Elise preguntó en un tono formal.
— Si . Envié una mensaje a Baynard. Acordamos encontrarnos en Rover. — consciente de que estaban siendo observados, William se inclinó. — No vas a darme un beso de buena suerte? — rápidamente Elise levantó la mano antes que él bajase del caballo.
— Buena suerte, mi lord — ella dijo lo suficientemente fuerte para que todos pudiesen oír. Una expresión sombría cubrió la cara del guerrero escocés.
— Adiós — William respondió, tirando las riendas del caballo u en seguida partió en dirección al portón sin mirar atrás.
Elise sintió una opresión en el pecho y una intensa ganas de llorar, pero en vez de rendirse a ese sentimiento avasallante , levantó la cabeza y ignoró los lamento y las lágrimas de las otras mujeres que imploraban a los cielos para que todos retornasen sanos y salvos.

jueves, 23 de septiembre de 2010

CUESTE LO QUE CUESTE - CAPITULO 11 - DONNA MACQUIGG

CAPITULO 11





Los días que siguieron fueron lluviosos y mantuvieron a Elise encerrada en el castillo. Pero , desde la llegada de William, la agitación y el alboroto de las mujeres en la torre sur la mantenían ocupada, William por su parte se involucró en la terminación de la construcción de la empalizada, a pesar de la lluvia sin tregua. Al principio de la quinta semana la obsesión de su marido por la empalizada comenzó a preocupar Elise. Todas las noche él volvía exhausto, a pesar de que nunca se quejaba . Y para su sorpresa, él le pidió que le enseñase a leer bajo la luz de una docena de velas, el guerrero fue introducido al mundo de las letras de la mano de Elise. Cuando finalmente iban a la cama, William tomaba a su esposa en sus brazos y le contaba sobre el día, casi siempre quedándose dormido antes de terminar.
En la oscuridad de la noche , Elise se dejaba perder en sus pensamientos, imaginando como sería retribuir el amor que ese hombre le daba sin restricciones ni reglas. Pero acababa durmiéndose , pesando que tal vez un día, quizás , lograría entregar su corazón. Y cuando los primeros rayos de sol invadían los aposentos de la pareja , junto con eso venía un olor a peligro mezclado la humedad caliente del aire. Como si ejecutase un ritual, ella tanteaba el lado de la cama de William, sabiendo que sólo encontraría el frío, pues su marido salía temprano para unirse a los hombres en la lucha contra el clima .
Las semanas se transformaron en meses. Los días calientes del verano se fueron transformando en días frescos de otoño a medida que los campos de trigo eran pintados de un amarillo dorado. Los árboles frutales fueron rodeados por planchas de madera para mantener sus ramas protegidas de los vientos. Zapallos , zanahorias, batatas y nabos eran transportados a la despensa del castillo en cestos enormes para ser almacenados para el invierno. Azúcar y especias fueron comprados a mercaderes, así como otros elementos que serían indispensables para el largo y riguroso invierno. El trabajo en la empalizada proseguía, cercando la villa y los campos como si fuese una gran serpiente. Casas de barro eran construidas y cubiertas de paja , dos nuevos pozos fueron cavados, y corrales y jaulas fueron armadas para albergar a los animales.
Pero todas las veces que Elise intentaba hablar con su marido sobre cuáles eran sus planes, él la eludía, contándole solamente medias verdades, siempre escapándose antes que ella pudiese profundizar.
Después de días de espera, Elise vio su oportunidad de llegar a estar a solas con su cuñado, en la mesa durante el desayuno.
— Robert, sabes como fue el desenlace del episodio de la poción en el agua de Baynard?
— Si .— el muchacho respondió con una sonrisa amplia . — Fue un éxito. Supimos que fueron tomados por sorpresa y que los soldados pasaron días en la cama.
Elise no quería imaginar la cara de Baynard viendo a su ejército abatido por un mal desconocido.
— William esperaba ganar más tiempo, pero Baynard y sus hombres ya están recuperados, y de acuerdo con la información que recibimos, el viejo planea sitiar D'Auvergne durante la cosecha.
Asustada, Elise casi se atragantó.
— Pero Baynard también tiene una cosecha de que ocuparse . Como cuidará de sus campos si todos los hombres son convocados para la guerra?
— William cree que él traerá solamente mitad del ejército de D'Auvergne. La otra mitad se quedará trabajando en la cosecha.
— Tu hermano reveló cuáles son los planes para la guerra? —- Ante la ausencia de respuesta, ella prosiguió : — Seguramente él tiene un plan o no ?
Robert levantó una ceja.
— Pensé que él te había contado algo .
— No me contó nada — ella respondió, sintiéndose dejada de lado.
— Mi hermano es un hombre inteligente — Robert dijo orgullosamente . — Pero Baynard no es un idiota . William cree que él va a contratar mercenarios irlandeses.
— Por el amor de Dios! Cómo podremos defendernos contra un ejército dos veces mas grande que el nuestro, enfrentando mercenarios sin honor? — Robert terminaba el desayuno como si nada malo estuviese por suceder. — Mercenarios irlandeses! — ella repitió, horrorizada.
— No debes preocuparte . La empalizada mantendrá a Baynard y a los mercenarios a distancia .
— William no puede permitir que ellos se acerquen a D'Auvergne. — Elise miró a Robert como si él se hubiese vuelto loco.
— Créeme , esa es la mejor salida. Todos estaremos sanos y salvos aquí adentro. Es Baynard quien tendrá que pasar el invierno en un campamento, durante el asedio. No tendrá comida suficiente para alimentar a todo ese ejército por mucho tiempo. — Robert tomó un trago de sidra y se limpió la boca con la manga de la camisa. — William me dijo que no debía preocuparte con esos temas por el bebé.
— Cómo quiere que no me preocupe? — Elise preguntó furiosa con la frialdad con que Robert trataba una situación extremamente delicada.
Mi hermano cuidará de nosotros, mi lady . El es un excelente estratega.

Angus miró por encima de su hombro a los dos hombres que estaban a su espalda , amenazándolo con una lanza. El había venido a intentar proponer un acuerdo a Baynard, pero todo lo que había logrado había sido pasar una semana encerrado en un celda húmeda y oscura. Rascándose los cabellos y la barba, llenos de piojos que se había agarrado de la pila de paja donde había dormido , él seguía ansioso por conocer al infame lord Baynard.
En el salón principal del castillo, el escocés miró de soslayo al hombre que estaba sentado en una enorme silla forrada en terciopelo. Los cabellos eran casi tan rojizos comos los suyos, pero más cortos. Y a pesar de tener más de cincuenta años, el hombre tenía una estructura física fuerte.
— Lord Baynard, presumo? — Angus esperó a que el lord finalmente respondiese con un asentimiento. — Vine para hagamos un trato.
— Y por qué yo querría hacer un trato con un sujeto como vos? — Baynard preguntó, retorciendo el extremo del bigote.
— Porque creo que usted codicia el castillo de la bruja, y yo puedo ayudarlo a conseguirlo . — Angus se rascó la cabeza, y luego examinó sus uñas antes de retomar la conversación. — Usted no tiene posibilidad de vencer a MacDarrin sin a mi ayuda.
— Por qué piensas eso, escocés de mierda ?
— Sé cómo funciona la cabeza de ese hombre. Ya lo ha derrotado una vez. — Angus miró directamente a los ojos de Baynard. — Sé que él lo derrotará nuevamente... A menos que escuche lo que tengo para decirle.
— Y qué garantía tengo de que no fue el propio MacDarrin quien te envió para espiarme?
— Le doy mi palabra de escocés. — La expresión de Angus se arrugó cuando Baynard inclinó la cabeza hacia atrás para reírse.
— Sería lo mismo que oír al diablo garantizarme que tendré un lugar en el cielo.
— Estoy seguro que no se va a reír así cuando William le corte la cabeza con una espada. — Angus ni siquiera parpadeó cuando uno de los soldados lo tocó con la lanza.
— Y cómo quieres que crea en tu palabra de que no me vas a traicionar ?
— Mi lealtad hacia MacDarrin terminó cuando él se casó con esa perra.
— Si — Baynard pensó . — Y ahora resolviste jurarme lealtad a mí ?
— Si . Por un precio, por supuesto. — Una vez más el lord se rió, pero la risa no tenía una gota de humor.
— Bien . Y cuál sería tu precio, escocés?
— Un precio justo. Oro, caballos y la garantía de un viaje de vuelta a Escocia con toda seguridad.
— Y todo lo que tendré que hacer es escuchar tu plan ? — Baynard sacudió la cabeza e hizo una señal para que los guardias se llevasen a Angus. — Dispenso tu oferta, yo ya tengo un plan .
Inesperadamente , Angus tomó la lanza de un soldado y la aproximó a la cara de Baynard.
— Apártense, o él será un hombre muerto — Angus amenazó entre dientes. Todos retrocedieron. Confiado de que no sería atacado, Angus encaró a Baynard.
— Creo que un hombre en su posición debería oír lo que tengo para decir.
Baynard asintió, haciendo una seña a los guardias para que bajasen las armas, y sólo entonces Angus bajó la lanza.
William es un guerrero dos veces mejor de lo que soy yo . Nunca subestime al enemigo, mi lord . Pensé que después de lo que le sucedió, ya había aprendido eso. Pero no importa. Con mi plan , D'Auvergne será suya .

En los días que siguieron , Elise hizo lo que pudo para contener la lengua y no hacer ningún otro comentario sobre la maldita empalizada. Cuando finalmente quedó terminada, la imponente estructura de madera rodeó toda la villa, una buena porción de las plantaciones y los corrales. Era como si del otro lado de ese muro existiese otro mundo, totalmente diferente de la pequeña ciudad encerrada. William persuadió a su esposa de hacer un paseo para que pudiese mostrarle como funcionaba el nuevo sistema de defensa.
— Alquitrán y estiércol ardientes serán lanzados sobre el enemigo , en caso que ellos se aproximen . La empalizada alta no permitirá que vean lo sucede de este lado . Los hombres de Baynard no podrán trepar tan alto. Si comenzasen un incendio estamos preparados para contener el fuego antes que se extienda.
— William — Elise comenzó a decir —, debemos conversar seriamente sobre tus planes. — Su marido sonrió y la abrazó por la cintura.
— Me doy cuenta que estás preocupada, pero no hay motivo. Mi plan funcionará, por más loco que te parezca.
Elise colocó las manos contra el pecho de William, apartándolo.
— No creo que asustaremos a Baynard si permanecemos escondidos detrás de esta empalizada. — Ella sabía solamente por la mirada de William que la elección de palabras había ofendido a su marido.
— No estaba planeando esconderme del hombre. Desde lo alto de estos baluartes, tendremos una ventaja...
— Baynard simplemente construirá escaleras para saltar la muralla y usará flechas incendiarias para quemar todo lo que hay aquí adentro.
William arqueó las cejas oscuras.
— Ya te dije que estamos preparados para controlar un incendio. Tenemos un río corriendo a nuestros pies. Nuestros pozos no se secarán . Pusimos barriles con agua esparcidos en puntos estratégicos. Ves algún arbusto o árbol lo suficientemente cerca como para ser quemado ? No. Todo el terreno fue limpiado. — William señaló unos pequeños agujeros a lo largo de la empalizada. — Ves esto? Son hendijas para disparar flechas. Mis soldados detendrán a cualquier hombre que intente prender fuego a la empalizada.
Elise tuvo un acceso de rabia.
— Parece que no quieres escuchar la voz de la razón. — ella le dio la espalda y partió pisando firmemente.
Cuando William logró alcanzarla, ella ya se había alejado de la empalizada y estaba yendo en dirección a los campos de trigo. En vez de usar la senda, escogió el camino más corto hasta la entrada de la antigua muralla que rodeaba el patio de D'Auvergne.
— Todavía no terminé de hablar con vos ! — William la seguía furiosamente . Pero su esposa terca se negaba a mirar atrás.
— No quiero escuchar nada más . Firmamos un acuerdo y vos me diste tu palabra. Juraste proteger a D'Auvergne. Y debes hacer eso!
William retuvo a Elise por el brazo, forzándola a mirarlo.
— Fue lo que prometí, y es lo que haré.
— Entonces lucha contra Baynard como ya lo hiciste — ella le pidió , frunciendo el ceño al ver la expresión de su marido oscureciéndose.
— Sos un guerrero, un líder escocés. Derrotaste a Ranulf, y él era el lord más poderoso de toda a Northumbria. Puedes derrotar Baynard. Pero hazlo lejos de aquí.
William miró a su esposa durante un largo y tenso momento. Reconoció que Elise estaba dispuesta a sacrificarlo a él y a sus hombres con tal de retener D'Auvergne. Había sido un idiota por haber pensado lo contrario. La ira, entonces, cedió lugar a una determinación fría de cumplir lo que ella llamaba su obligación.
— Cuando me casé con vos — el tono del hombre era sereno —, prometí protegerte , en parte para salvar la vida de mis soldados, y también porque vi en vos a una joven asustada y desesperanzada, escondida bajo una falsa coraza de coraje. Pensé que podría ayudarte y para eso acabé traicionando a mis hombres, negándoles el derecho a compartir las ganancias de la conquista como siempre hemos hecho ; dejé de lado mis sueños para transformar los sus en una realidad. No contaba con que el hecho que iba a entregar mi corazón. — Sujetó a Elise por los hombros y la empujó más cerca . — Yo te amo, Elise. Pero ahora quiero algo a cambio. Quiero oír que vos también entregaste tu corazón, que me amas más que a este maldito castillo. Quiero oírte decir que serías capaz de dejar todo esto y seguirme a donde quiera que yo vaya.
Elise sintió un nudo en la garganta, pero no lograba decir las palabras que William tanto precisaba y quería oír; palabras que ella ansiaba decir, pero que no tenía el coraje de confesar, pues temía que con eso perdería su amada D'Auvergne. Cerró los ojos, con la esperanza de que cuando los abriese el dolor estampada en la cara de su marido ya habría desaparecido.
— Siento un inmenso cariño por vos, William — ella susurró, odiando la manera en que su voz vacilaba .
La confesión de Elise penetró el corazón de William como un filo fría, perforándolo profundamente. El la encaró por una fracción de segundos y todo lo que vio reflejado en los ojos de ella fue su propio dolor.
— Cariño! — él repitió con frialdad, sin saber de donde había podido sacar tanta fuerza para no traslucir en su voz lo que sentía por dentro. — Es muy generoso de tu parte , mi lady . — Luego soltó a su esposa. — Sólo puedo decirte que no tengo ninguna intención de cambiar mis planes. Confío en la seguridad que la empalizada ofrece y te aseguro que esta será nuestra mejor defensa.
Los ojos de Elise brillaban con una mezcla de dolor e ira.
— Firmaste un contrato aceptando mis términos. Ahora, que aprendiste a leer, sugiero que le des una mirada a lo que firmaste . — Las palabras habían sido muy duras. — Está muy bien especificado en una de las cláusulas que cualquier tipo de confrontación deben realizarse lejos de D'Auvergne. — La mirada fría del escocés le impidió proseguir. El la miraba con una expresión sombría e indescifrable.
— Nuestra paso por esta vida es muy corta. Por eso voy a darte un consejo, muchacha. No te escondas de vos misma , pues cuando te des cuenta de ese error será demasiado tarde ! — William partió con pasos firmes.
Una niña con lágrimas en los ojos fue corriendo en dirección a Robert.
— Mi lord — la niña suplicó entre sollozos. — Mi hermano arrojó mi muñeca del otro lado de la empalizada. — ella señaló con el dedo a un niño que jugaba entre dos baluartes de la empalizada. Y cuando Robert se arrodilló para intentar entender lo que ella decía, una verdadera catarata de lágrimas corrió por las mejillas de la niña.
Tu madre no te puede hacer otra muñeca? — Pero la niña sólo podía llorar. — Creo que eso fue un "no" — Robert susurró — Está bien. Voy a buscar tu muñeca. — Después de comunicarle al guardia lo que planeaba hacer, Robert cruzó el portón, dejando la protección de la empalizada sin saber que estaban siendo vigilados.