martes, 3 de junio de 2008

CONVICTA - CAPITULO 8



La luz intensa de aquella tarde de otoño se extinguía lentamente en el puerto , y mas allá el viento encrespaba la superficie fría del Pacífico. Sara observaba a David, que había pescado un pequeño pez y lo levantaba para que ella pudiese admirarlo .
Ted, el barquero, miró a su patrona.
- Creo que es mejor regresemos, mi lady . El viento cambió ; está Soplando del otro lado del cabo, ahora. - Comenzó a remar rápidamente en dirección a la playa de los Maclay. Por entre los árboles , se veía el tejado de Glenbarr.
David, que iba sentado en la popa, señaló repentinamente.
- Mira , madre , hay una persona en la playa. Un caballero.
Sara, con la mano sujetando el cinto de Duncan para impedirle que se levantara, se dio vuelta para mirar. Avistó una forma alto, que levantó el brazo y saludó. Sara también levantó la mano , retribuyendo tímidamente el saludo.
- Creo que es el capitán Barwell, David.

RICHARD aguardaba al borde del agua y le sonrió alegremente a Sara.
- Vine hacer una visita - dijo él. - Me dijeron que habían ido a pescar, por eso bajé hasta la playa. - Miró a los dos niños, sonriendo. - Es un gran placer conocerlos, David y Duncan. Conozco a su madre hace muchos años.
Sara tocó el hombro de David.
- Lleva a Duncan y ve con Ted. Pídele que prepare el pescado para el pequeño almuerzo de mañana.
Sara y Richard los vieron partir. La pequeña bahía estaba silenciosa. El Sol casi había desaparecido ; las sombras se prolongaban sobre las aguas.
Richard se volvió hacia ella.
- Tal vez haya sido un error venir a visitarte.
Sara no lo miró , sino a la bahía.
- Si, fue un error. Tienes mucho que aprender sobre la vida aquí. La ciudad es una aldea... Los temas para chismes son escasos y muy buscados.
- Eres vos Sara quien habla ? Tanta prudencia!
- Desafiar las convenciones es sólo para aquellos que pueden darse ese lujo - respondió Ella abruptamente. - Yo no puedo.
El la tomó del brazo, llevándola junto a una roca.
- Pero con certeza puedes sentarte aquí por unos minutos?
El sonrió , y Sara cedió . Se sentó en la roca a su lado, intentando poner orden al cabello desgreñado por el viento.
Richard colocó la mano sobre las manos de ella.
- Tenía que verte - dijo él. - La cena de anoche fue insoportable. estabas tan cerca y , sin embargo , no podía hablar contigo. - sus ojos se había posado en el cabello de ella. - Te acuerdas cómo Sebastian acostumbraba a soltarte el cabello para molestarte ? Se agitaba con el viento y después vos fingías estar enojada. Ahora, pareces nuevamente una muchacha, la Sara Dane que yo recuerdo.
Ella tapó el rostro con las manos.
- Richard, te lo imploro. No tengo fuerzas para echarte .
- Creo que tenemos todo el derecho de conversar después de todos estos años.
Ella se enderezó , tensa.
- No puedes alegar que pensaste mucho en mí desde que me fui de la residencia parroquial.
- No digas eso! Te escribí cuando supe del juicio. Meses mas tarde, recibí una carta de Newgate, de una mujer llamada Charlotte Barker, diciendo que habías partido en un barco para Botany Bay. Qué podía hacer? Te había perdido. – El tono de su voz se endureció. - Pero te interpusiste como un fantasma entre mí y todo aquello que podría haberme dado alegría y satisfacción en la vida. Fui a combatir a Holanda con la idea que, si muriese, me libraría con placer del tormento de la auto recriminación . Me Casé con Alison creyendo que iba a olvidarte, pero me equivoqué. Ninguna otra mujer me interesó después de vos.
El se aproximó mas de ella.
- Procuré saber noticias tuyas donde fuera posible. Finalmente , tuve la gran suerte de conocer al ex gobernador Phillip. Me Contó que te habías casado con un oficial de la Compañía de las Indias Orientales y que él mismo te había concedido el perdón. Fui yo quien sugirió Nueva Gales del Sur y le hice creer a Lady Linton que la idea había sido de ella.
Sara se inclinó involuntariamente hacia adelante y apoyó el rostro en el hombro de él.
- Oh, Richard, qué podrías esperar ganar viniendo acá?
- Quería vivir en un sitio donde pudiese verte de vez en cuando. Tenía esperanzas de poder hacer algo de mi vida si estuvieses cerca de mí y vieses mis esfuerzos . Acepté el dinero de tu marido porque me da la oportunidad de hacer algo mas que vivir tristemente del salario de un capitán y porque quiero sentirme ligado a vos. - él puso la mano en su cabello, apartándolo suavemente de la frente. - Posees el hechizo del diablo, Sara!
- Dijiste que me habías perdido y eso continua siendo verdad. Seguramente ya viste lo que Andrew y yo construimos aquí uno al lado del otro. Nuestras vidas se han unido de tal manera que nada puede separarnos.
- Pero yo fui el primer hombre que amaste. Y te necesito!
- No. - Ella tenía miedo. - Yo amo a Andrew y él me necesita .
- No es como amante que te quiero. Yo te quiero para mí, quiero a la Sara que él nunca vio ni conoció.
- Andrew no se deja engañar. No puedo permitir que llegues aquí y que destruyas todo lo que construí!
El la agarró mientras decía desesperadamente:
- Eres capaz de negar que también me amas? Dilo ya ! Si al menos tuviese certeza de eso, te dejaría en paz.
Ella colocó los brazos en torno al cuello de él.
- Dios me perdone - susurró ella. – Pero todavía te amo.
El se levantó , haciéndola poner de pie . La última vez que la había besado había sido en el aula de la residencia parroquial. En aquel momento , la besó en la bahía desierta con la pasión y el deseo de todos aquellos años de abstinencia.

En una de las salas arriba del almacén , Sara se murmuraba a sí misma mientras escribía en un block de notas:
- Algodón ... azul oscuro... ocho piezas. Floreado ... cinco piezas. Lino fino ... - La puerta se abrió , y ella se levantó de un salto, sonriendo con satisfacción . - Jeremy! Qué te trajo de Kintyre?
Jeremy no sonrió .
- Andrew quiere mi opinión sobre la venta de mercaderías en Parramatta. - Ella se dio cuenta repentinamente que los ojos de él estaban enojados. - Paré en dos sitios antes de venir para acá. En el establo de Joe Maguire y después en lo de Pat Costello para comer queso y tomar una cerveza. Y en los dos lugares Oí la misma historia.
- Qué historia? Por amor de Dios, dime !
- Oh, me fue contada en un tono casual, pero no tuve dudas sobre su significado. ‘ Ya sabías que habían llegado dos grandes amigos de la Señora Maclay en el Speedy? Y no es perfecto para ella estar nuevamente con sus amigos, principalmente siendo ellos personas distintas a ella?’ - La pronunciación de Jeremy era una buena imitación de la de Costello.
- Aunque la Señora Barwell apenas cenó una vez en Glenbarr, el capitán ... bien , él ha sido visto muchas veces allá . Déjame hacer la cuenta . Cuatro veces la semana pasada y ya van dos esta semana? - Jeremy Se detuvo abruptamente, y su voz perdió el tono de Costello. - Para ser franco, me enojé con sólo oír eso .
Sara empalideció de rabia, sus ojos parecían dos piedras verdes. Jeremy estaba suficientemente cerca como para darle una bofetada. Su mano quedó marcada en la cara de él.
- Mentiras! - dijo ella. - Es una Conversación de viejas chismosas y vos le prestaste oído , Jeremy Hogan! Richard BanveIl va a mi casa porque quiere consejos. Si los chismosos quieren darle otro significado a sus visitas, qué puedo hacer?
- Hacer? - contestó él. – Decirle a Richard que se vaya al infierno. Y si no lo haces , lo haré yo. él está en tu casa ahora. - Ella parecía tan perpleja como si también la hubiesen abofeteado , y la voz de Jeremy se suavizó , pero sus ojos estaban enojados. – Óyeme bien. Andrew no puede continuar sordo y ciego por mucho tiempo mas.
Ella juntó sus manos para que no temblasen.
- Jeremy - dijo ella -, vendrás a casa conmigo? Si Barwell estuviera allí esperando , le diré exactamente lo que me aconsejaste decirle .

SARA fue encontrar a Richard , quien estaba de pie frente a la chimenea de la sala. La lluvia golpeaba el tejado , y del otro lado de las ventanas, bajo un cielo cargado, los eucaliptos se agitaban. De una cierta e inexplicable manera, todo contribuía a la postura indiferente y relajada de Richard . él le sacó la capa de los hombros con dedos delicados. Después, le tomó las manos.
- Pareces una jovencita. Te acuerdas
- Cállate . No es momento para recuerdos . - Sara retiró firmemente sus manos.
- Sara - él frunció el ceño -, son tan pocas las veces que estamos juntos que cuando eso suceder podríamos fingir...
- Fingir? Ambos sabemos que este fingimiento tiene que acabarse. Ya se acabó, Richard. Sólo que esta vez ellos terminaron todo antes que hubiera comenzado.
- Ellos ?
- Los ojos atentos y las lenguas agudas. Es tan fácil exagerar el número de veces que has venido aquí! El chisme no tardará en llegar a los oídos de Andrew y de Alison.
El cerró los ojos .
- Quién te metió eso en la cabeza?
- Fue Jeremy Hogan, ya que quieres saber –le informó ella.
- Y quien mierda es ese Jeremy Hogan que tiene el privilegio de decirte tales cosas? - El la miró tristemente. - No puedes negarme que todavía me amas!
Sara miró fijamente el rostro atractivo y obstinado de Richard. Repentinamente ella se enojó con él como nunca había estado antes.
- No, no lo niego - dijo ella. – Pero vos no vas a destruir lo que Andrew y yo construimos juntos. Quiero que salgas inmediatamente de esta casa y que no vuelvas a visitarme solo.
La furia y el desánimo se debatían en el rostro de Richard, pero él dijo en voz baja :
- Yo nunca podría ser como Andrew. Pero Creo que preciso mas de vos que él. Es mas, vos también precisas de mí. Sea como fuere, hiciste tu elección , mi querida, y espero que estés satisfecha con ella.
Se dirigió a una de las grandes ventanas, la abrió y se quedó mirando afuera a la lluvia. Finalmente, se volvió hacia ella.
- Nos vamos a volver a encontrar , Andrew lo aseguró con su generosa oferta. Y espero que sufras aunque sea una pequeña porción de lo que es mi tormento. - Le hizo una pequeña reverencia y salió . Después, atravesó la galería con pasos largos y saltó la cerca.
Pasados algunos minutos, al oír el ruido de ruido de un caballo que se alejaba , Jeremy Hogan se levantó de la mesa donde Annie Stokes le había servido una comida y salió a la galería. Se inclinó la cerca para ver el uniforme rojo vivo alejándose . El pura sangre era negro y brillaba con la lluvia.
- Puedes cabalgar como si vos y el caballo hubiesen nacido juntos - murmuró Jeremy en voz alta. – Pero no lloraría, capitán Barwell, si me vienen a decir que te has caído y te has partido tu maldito cuello.

UNA bella noche, tres semanas después, Andrew se encontraba en la sala del mayor Foveaux examinando con aire crítico las personas que habían llegado mas temprano. Se Oía allá afuera el ruido de los carruajes. "Vendrán todos", pensó él ; no había una sola mujer en la colonia que se rehusase a conocer Alison Barwell. Hasta King, el gobernador nombrado, había prometido ir a la recepción.
Andrew hizo una reverencia a la mujer de John Macarthur del otro lado del a sala, pero después desvió a su atención al grupo que se encontraba al lado de la puerta. Allí estaba Alison, fabulosamente vestida. Ladeada por Richard y Sara, con su vestido de seda rosa. Andrew observó a su mujer con orgullo. Sólo el rostro enrojecido y el movimiento ligeramente inquieto de su abanico dejaban translucir que estaba nerviosa.
Se oyó una serie de voces en el hall. Foveaux avanzó para saludar a mas invitados. Presentaba a Alison, después a Richard, y a medida que cada invitado iba pasando, Alison, con una sonrisa encantadora, presentaba Sara:
- Por supuesto ya conocen a mi amiga Señora Maclay.
Andrew circulaba por entre los invitados. Llegó hasta él la voz de una mujer que tenía fama de chismosa:
- Sólo me gustaría de saber cómo es que Sara Maclay es amiga de la Señora Barwell. es un escándalo que la hayan invitado.
Después, oyó a voz de un hombre decir delicadamente:
- Pero los Barwells dicen haberla conocido cuando eran niños.
Toda la gente se calló cuando Philip Gidley King entró imponentemente en la sala, acompañado de su mujer, Josepha Ann, de cabello oscuro. Era sabido que Josepha Ann quería mucho a Alison, y el propio King le hizo una sonrisa afectuosa. Cuando Alison extendió graciosamente la mano en dirección a Sara, el silencio aumentó en la sala, la voz límpida de Alison fue oída por todos.
- Sir, gustaría de presentarle a mi querida amiga la Señora Maclay. Nos Conocemos desde niñas.

King le hizo una reverencia.
- Es un placer conocerla, mi lady . Cualquier amiga de nuestra encantadora Señora Barwell es , obviamente...
Andrew observó el temblor en la seda rosa del vestido de Sara cuando ella se bajó en una reverencia . King ya debía estar informado de la historia de Sara y debía igualmente saber que el marido de aquella ex convicta tenía bastante poder – el poder de su fortuna y el peso que tenía en la asociación mercantil. La principal meta de King era desarmar el monopolio de la asociación, pero no le haría nada mal conseguirse algunos amigos entre los hombres que planeaba subyugar. El gobernador nombrado de Nueva Gales del Sur le sonrió a la joven y alta esposa de Andrew Maclay, y la siempre leal Josepha Ann se apresuró a seguir su ejemplo.

Durante mas de dos meses, Richard no apareció en Glenbarr sin Alison. A veces , él y Andrew se quedaban hasta tarde sentados discutiendo pormenores de la Granja Hyde, que había pasado a manos de Richard. Este mantenía una actitud distante para con Sara, y ella estaba convencida de que él nunca mas la visitaría solo, hasta que un día a la tarde en que Annie entró en el cuarto para anunciar que el capitán Barwell la esperaba en la sala. Sara lo encontró relajadamente recostado contra la chimenea.
- No vale la pena que pongas esa cara, Sara. Tengo intención de venir acá siempre que sienta que tengo que estar contigo unos minutos, de otro modo podría cometer alguna locura. Pero no te preocupes, mi querida, no serán tantas las veces y no mancharé tu reputación. Parecería extraño que te rehuses a recibirme, ya que Alison es una invitada de la casa.
Entonces , durante el invierno, Richard hacía una visita a la sala de estar de Sara, por la tarde. Le Contaba de sus planes para la Granja Hyde, habiéndose lanzado en el proyecto con la temeridad de la inexperiencia, pero ningún consejo que Sara le daba era oído.
Durante esos meses, las mujeres de la colonia comenzaron a seguir el ejemplo de Alison. Había pasado a saludar a Sara en la calle con una discreta inclinación de la cabeza, y ya no la ignoraban en la tienda. Alison iba frecuentemente a Glenbarr, pero ella y Sara nunca se hicieron amigas íntimas.
Alison tenía una fe ciega en la capacidad de Richard para cultivar la tierra con la ayuda de un capataz y cumplir sus deberes en el cuartel. Había muchos hombres en Nueva Gales del Sur que hacían lo mismo y estaban amasando pequeñas fortunas. Ella vivía en un sueño de prosperidad futura y , mientras tanto se sostenía en la dádiva del flujo constante de dinero que Andrew Maclay parecía nunca rehusarse a dar.