viernes, 19 de junio de 2009

EL ACUERDO - CAPITULO 19

CAPITULO 19

- Estoy bien, Christopher - dijo Ashleigh, pero todavía había lágrimas en sus ojos. - No es la primera vez que tengo que soportar el comportamiento arbitrario de ciertas personas y...
- Arbitrario? - la interrumpió el conde. - Innegablemente rudo y grosero! Todos los que estaban en el jardín presenciaron eso!
Ella suspiró.
- No estoy en posición para hacer nada al respecto, Christopher. Te agradezco tu solicitud , pero debo volver a mi trabajo.
Estaban en una pequeña pasaje , entre la cocina y el salón, y ella esperaba, pacientemente, que el conde fuese a reunirse con los otros invitados.
- Muy bien , princesa. Voy a dejarte en paz.
- Espero que me comprendas: tengo que ocuparme de los preparativos para la cena. Forma parte de mis obligaciones, como sabes.
Christopher sonrió , más encantado que nunca con la sinceridad de Ashleigh, y aceptó sus palabras.
- Hasta más tarde, mi querida - murmuró, besándole la mano.
Cuando él se apartó, Ashleigh fue directamente al cuarto reservado del mayordomo, donde sabía que no encontraría a nadie a esa hora. Necesitaba calmarse. De lo contrario, le sería imposible actuar con un mínimo de naturalidad delante de los criados.
Pero, al abrir la puerta, notó un movimiento furtivo entre las sombras. Parada en el umbral , preguntó :
- Quién está ahí?
Hubo un susurro de sedas y después una voz dulce y temblorosa murmuró :
- Oh... parece que esta vez fui atrapada in fraganti.
Ashleigh avanzó y vio a una mujer menuda de formas redondeadas, con un vestido gris de otra época, sentada con una melancólica placidez delante de la chimenea apagada.
- Disculpe si la asusté. No fue esa mi intención.
La desconocida mostró un platito lleno de crema.
- Adoro esto. Pero ellos no me dejan comerlo en paz.
Ella miró furtivamente hacia la puerta y después se volvió hacia Ashleigh.
- Vos no le dirás nada a nadie, verdad, querida?
Ashleigh casi sonrió .
- Naturalmente que no - dijo , extendiéndole la mano, como para sellar un acuerdo. - Soy Ashleigh Sinclair, la pupila de su Gracia.
- Sinclair... Ah, si, David me habló respecto a vos! - Súbitamente , los ojos redondos que la miraban con serenidad comenzaron a parpadear nerviosamente. - Oh, mi querida! Debes irte de esta casa... inmediatamente!

La vieja señora volvió a lanzar una mirada asustada a su alrededor y agregó :
- Voy a decirte una cosa... sólo yo sé lo que "ella" es capaz de hacer!
- Discúlpeme, no comprendí. Ella. .. Quién?
- Elizabeth no te soporta. Pero es "ella" que...
- Elizabeth? Ahora comprendo. - Ashleigh sonrió .- Todavía no sé quién es usted.
- Mi nombre... Oh, si ! Soy lady Hastings. Pero puedes llamarme Jane. Como todo el mundo.
- Lady Hastings? Entonces usted debe ser la abuela de lady Elizabeth!
La sombra de una sonrisa se esbozó en los labios pálidos de la vieja dama.
- Eso es lo que ellos me dicen.

Ashleigh se quedó todavía más intrigada. Iba a pedirle que se explicase cuando la puerta se abrió , dando paso a una figura alta y majestuosa, toda vestida de negro.
- Tal como pensaba: nuevamente robando crema. Qué vergüenza, Jane!
Lady Margaret volvió sus ojos vigilantes y atentos hacia Ashleigh.
- Que está haciendo aquí, señorita?
- Bien, yo...
- Su criada de cuarto la está buscando. Sugiero que vaya a verla.
A continuación , sin la menor emoción, ella tomó por el brazo a mujer jadeante , temblorosa y encogida en la silla y dijo:
- Es hora de descansar, Vamos!
Lady Jane la miró, balbuceando un poco al decir:
- Ah! Me había olvidado. Si, claro... seguro... vamos.
"Qué extraño poder tiene esta mujer sobre la familia Hastings!", pensó Ashleigh, cuando las dos salieron. Se sentía un tanto amedrentada.

Patrick terminó de leer a carta y se dejó embargar por una gran oleada de emoción: allí estaba la respuesta que hacia tanto tiempo lo perseguía. Habían pasado doce años. El papel estaba amarillento, la tinta desvanecida. Pero las palabras todavía existían !
Levantó los ojos y miró el antiguo empleado de su padre.
- Jemmy, por qué Martha no me entregó esto la última vez que estuve aquí?
El viejo lanzó una mirada de soslayo a la pequeña y anciana mujer, en su vestido remendado pero inmaculadamente limpio.
- La dama que me confió esta carta me recomendó que solamente se la entregase al señor.
Patrick suspiró imperceptiblemente. Eso explicaba todo. Había una reserva inviolable en ese hombre que no sabía leer. En mayo, cuando había venido a Kent, él estaba afuera, visitando una hermana enferma. Y había sido Martha quien le había hablado respecto a la tragedia que se había abatido sobre su familia. Si no hubiese vuelto allí por segunda vez, tal vez jamás hubiese tomado conocimiento de la carta de la condesa!
Empujó la silla hacia atrás , sacó un fajo de billetes de su bolsillo y lo colocó sobre la mesa.
- Quedo profundamente agradecido, Jemmy.
- No es necesario! Mi lord fue muy generoso con mi Martha la última vez que estuvo aquí.
- Acepte esto , por favor - insistió Patrick. - Es poco, considerando la ayuda que le prestó a mi familia, años atrás. Y la información que esta carta contiene vale más que oro,mi amigo.
Jemmy Stockes se dejó convencer.
- En ese caso, aprovecharé para comprar botas de cuero para mis muchachos y un vestido para Martha.
Por primera vez, desde su llegada al chalet , Martha se volvió hacia Patrick, una sonrisa iluminando su rostro delgado y arrugado.
- Voy a quedarme algunos días en Ravensford Hall - dijo él.
- Después , partiré a Londres. Ustedes tienen mi dirección . Si hubiese necesidad de escribirme...
- El vicario hará eso por nosotros - dijo Jemmy.
- Perfecto ! Adiós, mis amigos. Y muchas gracias.
Diciendo eso , Patrick dejó a la vieja pareja. Montó su caballo, tomó el camino de Ravensford Hall y sólo entonces permitió que las lágrimas corriesen libremente por su rostro. Ashleigh estaba viva, como siempre había creído, y esa carta era un tributo a su dedicación.


La sacó del bolsillo y la leyó nuevamente:

"Querido Patrick,
No tengo idea de cuando esta carta va a llegar a tus manos. Supe, con gran pesar, que, durante un viaje a Oriente, tu barco se hundió con casi toda la tripulación a bordo. Pero el simple hecho de que esté volviendo a Inglaterra para entregar personalmente este mensaje a los cuidados de Jemmy Stockes, que sé es absolutamente fiel a tu familia, mi esperanza es que no estés entre los desaparecidos en el mar.
Esta es la última vez que vuelvo al país donde fui criada. Eso se volvió extremamente peligroso, y no me estoy refiriendo a la guerra en Europa. El peligro de que hablo es de otra naturaleza. Se relaciona con un ser diabólico que me amenaza, me persigue desde las sombras donde se oculta.
Creo, de la manera más firme posible, que el incendio que destruyó la casa de tus padres fue una atentado deliberado. Y el hecho que haya comenzado en mi cuarto, me lleva a creer que planeaban matarme y no a esos seres inocentes cuya muerte aun lloro
Escapé con vida, junto con tu hermana , simplemente porque, en esa noche fatídica, yo me encontraba con la pequeña Ashleigh, que había tenido una de sus pesadillas. El cuarto de ella quedaba a una relativa distancia de los demás, y eso nos dio tiempo para huir por la escalera de los fondos antes que las llamas nos alcanzasen.
Los muchachos de la caballeriza y el jefe de establo, que dormían en un pabellón aparte, fueron unánimes en afirmarme que las primeras llamas empezaron en el cuarto de huéspedes. Después de oír su minucioso relato, comprendí que estaba a la merced de cosas que escapan a mi control y que no podía seguir arriesgándome.
En la confusión que siguió al atentado , le conté mis temores a Maud y le rogué que se llevase a la pequeña a la casa donde la hermana de ella trabajaba. Le di algunos de mis anillos, para que ella tuviese para los primeros gastos, y, después de acomodarlas en una pequeña posada, monté un caballo y tomé el camino al puerto de Dover. Desde Italia, me comuniqué con el abogado de tu familia, pero él todavía no había tenido noticia de ellas dos.
Te recomiendo fervorosamente, que, al volver a Inglaterra, las busques. En cuanto a mí, ya sabes donde encontrarme. En mi casa, vos y tu hermana encontrarán un segundo hogar. Es lo mínimo que Gregorio y yo podemos hacer para retribuir las gentilezas que recibimos de tu familia durante estos años.
Créeme, mi querido, Patrick, afectuosamente, tu amiga.

María Condesa de Montefiori''.

Al terminar de leer la carta , los ojos de Patrick se pusieron nuevamente húmedos. María... Mary, ex vizcondesa Westmont!
Conocía su historia. Había nacido rica, en el esplendor de una familia noble. Después de la muerte de su padre, un príncipe italiano, había venido con la madre a Inglaterra y allí había fijado residencia. Años después , había conocido a lord Edward Westmont, un hombre elegante y seductor, y se había casado con él, a pesar de la oposición del viejo duque. En los primeros tiempos, habían sido inmensamente felices. Pero, después del nacimiento de Brett, la sombra de la sospecha se había interpuesto entre ellos, envenenándoles la existencia.
Deliberadamente, alguien había sembrado falsas evidencias, haciendo creer que Mary tenía un amante. El duque, el primero en tener conocimiento del hecho, había trabajado a la sombra de los acontecimientos, concentrando todos sus esfuerzos en alejar a la vizcondesa de Ravensford Hall. Sin perder tiempo, la había puesto a bordo de un barco y la había enviado de vuelta a la familia del padre, en Italia. El niño había quedado en Inglaterra, ya que, sordo a todos sus ruegos, el viejo duque no había permitido que él acompañase a su madre.
El resto, Patrick lo había sabido por boca del propio Brett, en la época en que eran marineros. Con el caso totalmente olvidado, Edward Westmont se había dejado casar, sin tener idea de lo que lo aguardaba en ese nuevo matrimonio. Dos años más tarde, a consecuencia de una serie de desatinos, había encontrado la muerte, junto a su segunda esposa y un bebé de brazos en un accidente en un carruaje.
Mientras evocaba esos años, Patrick volvió a ver la figura de la condesa tal como ella se había presentado cierta noche a sus padres . Había llegado disfrazada de marinero italiano, diciéndose dispuesta a ayudarlos en el libre comercio al que se dedicaban. Para eso , había convencido a su apasionado marido de poner a su disposición uno de los barcos de la flota de él.
Pero lo que más había asombrado a sus padres , sabiéndola inmensamente rica, había sido el motivo por el cual la condesa hacía todo eso. Según ella, era el único modo de entrar clandestinamente a Inglaterra y volver a ver , aunque fuese a la distancia, a su amado hijo.
Después de oír su historia , los Sinclair se habían ofrecido a hospedarla siempre que viniese a Inglaterra. Patrick naturalmente había jurado mantener el secreto, especialmente en lo que se relacionaba con Brett Westmont. Mary temía represalias, si la noticia de su presencia llegase a los oídos del viejo duque. Además, no ignorando el concepto que su hijo tenía de ella y de las mujeres en general, se contentaba con saber y ver que él estuviese bien.
Patrick sacudió la cabeza mientras pensaba en Mary. Brett jamás había comprendido su deserción. Ese golpe lo había herido profundamente. Pero, quién había sido responsable de ese complot ? Quién sería la persona que había alimentado semejantes sentimientos de odio hacia la vizcondesa?
Patrick sólo podía agradecido con Mary . Gracias a ella, sabiendo que Ashleigh estaba viva, podría llevar adelante su búsqueda. Y, ahora, la emprendería con renovado fervor!
Esa noche, pernoctaría en el Ravensford Hall. Al día siguiente, partiría hacia Londres y , con la ayuda de Dios, iba a encontrar a su hermanita !

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