jueves, 9 de julio de 2009

EL BARBARO - LOIS FREIMAN - CAPITULO 4

CAPITULO 4


Esa vez Fleurette retrocedió , sobresaltada no sólo con el tono con que ese hombre le hablaba sino también con la manera un tanto furtiva con que él la abordaba.
- Qué dijo ? - ella indagó en un soplo de voz.
- Su marido. - La sonrisa de Kendrick era casi intimidante. - Seguramente se acuerda de él, no?
- Con permiso - ella conseguir decir, a pesar de sus rodillas débiles y el pecho oprimido. - Tengo un dolor de cabeza terrible.
Fleur se dio vuelta con la intención de marcharse, pero no tuvo tiempo para tanto: yendo a colocarse delante de ella, el desconocido le bloqueó el camino.
- Yo sé la verdad - él susurró.
- Y yo no sé de qué está hablando.
- Entonces o no es tan astuta como dicen o su memoria es demasiado débil . O todavía... - Kendrick volvió a sonreír, ahora con evidente ironía. - Será que él significaba tan poco para usted?
- Quién es usted? - ella intentaba ignorar cuanto sus manos temblaban. - Qué quiere de mí?
- Oh, tal vez no haya sido suficientemente claro al presentarme. - Kendrick se curvó en una reverencia tan exagerada . - Soy primo de su marido. Y en cuanto a lo que quiero... Venganza sería algo bastante dulce, pero Dios dice que "la venganza le pertenece".
Aunque sintiese las piernas flojas y el corazón martillando en su pecho, Fleurette sujetó sus faldas con una de sus manos y levantó el mentón .
- Gracias por la cita bíblica que, tengo certeza, en una otra ocasión, tal vez me llegue a ser útil. Pero ahora, como ya le dije, debo irme.
Antes que ella pudiese apartarse, Kendrick la sujetó por el brazo, diciendo entre dientes:
- "Los malos perecerán".
De un instante al otro, Fleur vio sus temores dar lugar a un violento asomo de rabia. Qué un rayo partiese a ese hombre y a sus amenazas veladas! No podía permitir que un extraño la amedrentase con media docena de tonterías. Arrancando de un tirón el brazo que Kendrick apretaba, ella recordó otra pasaje bíblico:
- "Y los puros de corazón heredarán la Tierra".
- Tal vez - retrucó él, volviendo a aproximarse. - Sólo que usted no es pura de corazón , no le parece, madame? En verdad, no es mas que una meretriz que...
- Qué significa eso? - bramó una voz ríspida. Ya lista para buscar ayuda, Fleurette se dio vuelta hacia el extraño que acababa de unirse a ellos. Pero cuando lo vio dejar las sombras, casi llegó a encogerse al encontrarse con un hombre de proporciones inmensas y un semblante un tanto austero.
Kendrick, sin embargo, no parecía intimidado. Sacando una pistola de un bolsillo interno , él indagó con un tono airado:
- Quién diablo es usted?
Fleur jadeó. El gigante no se movió.
-Le hice una pregunta - él afirmó con una voz un poco más suave, pero sin sacar los ojos del hombre que se decía primo de Thomas. - Y exijo una respuesta.
- Sucede que tengo un asunto que tratar con la dama - retrucó Kendrick, el arma en su mano brillando con la claridad plateada de la luna. - Y ese asunto no le incumbe.
El extraño se aproximó. Fleurette contuvo la respiración.
- Las damas no pierden su tiempo con gusanos. - él pronunciaba las erres con cierta aspereza, como con un acento dos habitantes de las Highlands de Escocia. - Y no me gustan los mentirosos.
- Me está llamando mentiroso? - Kendrick lo interpeló.
- No estoy llamándolo gusano.
- Miserable! - gruñó Kendrick, apuntando la pistola al hombre que lo desafiaba.
En el instante siguiente el arma ya había desaparecido de la mano de él para ir a aterrizar junto a los pies de Fleurette. En un impulso, ella se agachó y la tomó entre sus dedos temblorosos. Yendo a colocarse a un metro de distancia de Kendrick, el desconocido afirmó en un tono impasible:
- Le completo la idea: Gusano y mentiroso.
A pesar de la oscuridad, Fleur lograba ver con claridad el pavor que se asomaba en los ojos del primo de Thomas.
- Sugiero que vaya a meterse en sus propios asuntos, escocés - Kendrick lo amenazó, sin embargo su voz parecía fallar. - Antes que te arrepientas de las consecuencias de tus actos.

- Y yo sugiero que vos, llorón despreciable, entiendas bien que lidiar con canallas de tu calaña es un juego de niños para mí . Y que tampoco temo las consecuencias de lo que quiera que sea que hablas.
Después de dar dos pasos hacia atrás , Kendrick miró a Fleurette.
- No piense que estará libre de mí, señora. Los malos pagarán por sus actos. - Y con eso él se escabulló en medio de la oscuridad.
Tragando en seco, ella se dio vuelta hacia el hombre que la había salvado.
- Cómo alguien que sabe tanto de teología puede ser tan rudo? - ella indagó casi para sí misma , luego se aproximó un poco más con la intención de examinar las facciones del escocés. - Bien, creo que le debo...
- Dónde está su lord ? - el extraño preguntó, aproximándose.
Medio sin darse cuenta, Fleur retrocedió un paso antes de decir:
- Yo ... yo... Discúlpenme, pero creo que no entendí.
- Su lord. Por qué él te permitió que te aventurases a venir aquí sin escolta?
- Me permitió? - más que rápidamente, ella se enderezó . - Mira, yo te estoy muy agradecida por que hayas intercedido en mi favor, pero quiero que te quede bien claro que no tengo un amo , lord o quien se que me diga lo que puedo o no puedo . Del mismo modo que no preciso de nadie que me cuestione prepotentemente. Además, yo...
- Qué quería él?
- Yo ... Cómo?
- El gusano despreciable que escupe palabras de la Biblia como si fuesen veneno. El quería dinero? O era tu pureza de lo que él quería apoderarse?
Con la claridad difusa de la luz de la luna, todo lo que Fleurette lograba notar era que el escocés usaba ropas rústicas y que tenía los cabellos mucho más largos de lo que la moda prescribía. Confundida, ella expresó la pregunta que venía haciéndose
hace rato :
- Quién sos ?
- O es que las damas de este lugar no poseen pureza que defender?
Respirando profundamente , Fleur lo encaró para interpelarlo:
- Qué quieres?
- Tal vez lo mismo que tu amigo gusano quería. - Aproximándose un poco más, él mantuvo la mirada con laque Fleurette le exigía explicaciones.
Con la intención de mostrar que no se dejaría amedrentar, ella no solamente empinó el mentón , sino también apretó los dedos alrededor de la pistola mientras decía airadamente :
- Tal vez debería retornar a la caverna de donde saliste, pues prefiero morir que entregarme por "agradecimiento" por haberme ayudado a librarme de ese miserable.
- Cálmate. - Los ojos castaños de él brillaban como los de un lobo hambriento a la luz de la luna. - No es tu dinero lo que quiero.
- Pues entonces sigue tu camino. - Fleur levantó la pistola hacia él. - Mientras todavía puedes caminar.
El escocés se quedó mirándola intrigado. Entonces , al mismo tiempo que sus labios se curvaron en un esbozo de sonrisa , avanzó un paso adelante. Conteniendo la respiración, Fleurette retrocedió la misma distancia.
- Todo aquí es muy extraño. - él reflexionó en voz baja. - Un lugar donde os hombres tiemblan y las mujeres gruñen.
- Pues anda sabiendo que soy capaz de hacer mucho más que simplemente gruñir. - Fleur apoyó la pistola en el pecho de él. - Y estás absolutamente equivocado si crees que vas a algún lugar con tu comportamiento prepotente.
- La verdad es que no sé a donde tengo que ir.
El absurdo comentario la llevó a colocar la pistola debajo del mentón de él. Pero, aparentemente, a los escoceses de tamaño descomunal con ideas anticuadas no les importaba que alguien los amenazase con mandarlos a la tumba.
- Es mejor que me dejes en paz si no quieres unirte a tus ancestros allá en las Highlands - Fleurette se esforzaba por sonar convincente.
Sujetando la mano de ella, el escocés la obligó a apuntar el caño del arma al cielo.
- Las amenazas de muerte no me conmueven, pero si no eres capaz de hacerlo vos misma, sugiero que encuentre un protector que pueda defenderte en caso de necesidad. Porque si yo quisiese hacerte daño - él le apretó un poco más el puño, e Fleur tuvo certeza que esos dedos lograrían triturar sus huesos -, no sería nada difícil.
Aunque llegó a entreabrir los labios, ella no tuvo tiempo de decidir si era para gritar por socorro , para implorar clemencia o simplemente pedirle a los cielos que la ayudasen. Pues en el instante siguiente su brazo estaba libre, la pistola temblaba entre sus dedos y el intruso que la hacía acordar aun caballero medieval había desaparecido en medio de las sombras de la misma manera sorprendente y repentina con que de ellas había emergido.


En el largo trayecto de vuelta, y posiblemente también debido a la oscuridad de la noche, Fleurette se vio dominada por temores y presentimientos que apenas sabía explicar de donde habían surgido. Entonces, cuando su fiel cochero Horace la dejó junto al camino de piedras , ella corrió para entrar en la casa. Parecía que todo lo que la rodeaba, hasta la misma propiedad, representaba algún tipo de peligro.
Henri, el spaniel color de miel, vino a encontrarla en el umbral de la puerta y allí se puso a saltar junto a los pies de su ama. Mientras Fleurette le acariciaba las largas orejas, el señor Smith, con ojos somnolientos, apareció para saludarla y preguntarle si quería algo. Pero como todo lo que deseaba era la seguridad y el calor de sus aposentos, Fleur agradeció al criado y fue directamente a la escalera, con Henri en sus talones.

Con la mirada tan entorpecida por el sueño como el señor Smith, Tessa no demoró en ir a ayudar su ama a deshacer el elegante peinado que le había llevado tanto tiempo elaborar. Y antes de colgar el vestido de brocado color salmón en un gabinete, la criada preguntó :
- Le gustó la fiesta, mi lady?
- Me duele un poco la cabeza - mintió Fleur - y creo que, desgraciadamente , eso estropeó buena parte de la noche.
- Qué lástima! - exclamó la muchacha mientras colgaba las enaguas en el interior del guardarropa. - Oh, casi me olvidaba... Sucedió una cosa tan rara hoy. Imagínese que...
- Discúlpame - dijo Fleurette, frotando sus párpados -, pero ese asunto no puede esperar hasta mañana?
- Claro que si, mi lady. Soy yo quien debe pedir disculpas. Quiere que le vaya a buscar un remedio?
- No, gracias. Sólo preciso una buena noche de sueño.
Cuando la criada se fue, sin embargo, Fleur tuvo la impresión que el cuarto había quedado demasiado silencioso. Lo que era una gran tontería, después de todo ella disfrutaba el silencio y, en verdad, le gustaba mucho la soledad.
Después de la muerte de Thomas, había dejado la principal suite de la casa al principio del corredor para acomodarse en aposentos menores, poco importándole lo que los otros pensasen de una decisión tan poco común. Adoraba tener su propio espacio, donde pinturas de bucólica tranquilidad adornaban las paredes, un tapiz antigua ocupaba un lugar de honor al lado de la ventana, y una bonita estatuilla de marfil representando a Pegaso, el caballo alado de la mitología griega, descansaba sobre la cómoda junto a la puerta.
Pero a pesar del tiempo y de los recursos gastados en las piezas de arte, era la vieja colcha sobre la cama lo que más le gustaba. Recuerdo de su adolescencia, la antigua colcha la envolví noche tras noche en dulces recuerdos y aún ahora, cuando tenía los nervios a flor de piel , parecía tener el poder de calmarla por medio del mero contacto con su cuerpo todavía tembloroso.
Y fue pensando en esa fuerza mágica que Fleurette subió la colcha hasta el mentón antes de desearle buenas noches a Henri.

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