lunes, 12 de octubre de 2009

LA HERENCIA - CAPITULO 11 - SANDY BLAIR

CAPITULO 11


Veinte carpas de colores estaban dispuestas en el área reservada para eventos del centro comercial de Salem. Cameron y Claire las recorrieron una por una. Nadie supo decirles donde encontrar a la gran sacerdotisa, Sandra Mariah Power.
Mujeres usando ropajes extrañas ofrecían servicios de adivinación por medio de cartas gitanas y de tarot, hojas de té, borra de café, lectura de manos y con bolas de cristal. La única que atrajo la atención de Claire fue una tienda roja, montada delante de una tienda de tela, con un cartel muy simple que solamente decía "Sensitiva".
- Qué es sensitiva? - Cameron preguntó.
- Alguien que puede ver lo que los otros no pueden percibir, a veces con anticipándose en el tiempo .
Claire estaba describiendo una fey. La época era otra, pero la capacidad de algunas personas de adivinar hechos del futuro era la misma de los tiempos en que él había vivido. Como lo había sido su madre. Con la diferencia que ella no pedía dinero para ayudar a otros. Veinte dólares? Claire tendría que pagar para ellos entrasen en la tienda y conversasen con la mujer por algunos minutos?
La sensitiva, una joven bonita, de ojos y cabellos negros hasta la cintura, les sonrió desde atrás de una mesa cubierta con un mantel blanca. Delante suyo había barajas. Del lado derecho, en un rincón , tres velas ardían bajo pequeñas cúpulas de vidrio. No era de extrañar, Cameron pensó, el aire cargado de sándalo y otras esencias que su olfato no identificó.
- Siéntense. Pónganse cómodos .
Claire permaneció de pie, pero le ofreció una sonrisa.
- No vinimos en busca de una lectura de nuestra suerte, sino buscando a una persona. Sandra Mariah Power. Podría informarnos donde encontrarla?
- Puedo saber el motivo?
- Ella no es una adivina? Por qué lo está preguntando? - Cameron cuchicheó al oído de Claire, quien se apresuró a ensanchar su sonrisa, en disculpa.
- Realmente estamos precisando toda la ayuda que podamos conseguir - Claire justificó.
- Yo no pertenezco a esta era y debo volver al lugar al cual pertenezco - Cameron le explicó.
La mujer se levantó y su figura se volvió todavía más formidable. Con el ceño fruncido, se aproximó a Claire y extendió su mano.
- Soy Julia Bowne.
- Yo soy Claire MacGregor - Claire se presentó. - Y este es sir Cameron MacLeod, de Rubha, Escocia.
- Es un placer conocerla, madame.
Aunque considerase el encuentro una pérdida de tiempo, Cameron se curvó y besó a mano de la psíquica, quien sonrió con ironia después examinarlo.

- Usted miente admirablemente, sir MacLeod. La verdad es que está en el limite de la tolerancia, lo que es comprensible dadas las circunstancias. No me importa que no esté dispuesto a tomarme en serio.
Cameron arqueó una ceja.
- A qué se refiere?
- A su incomodidad por estar aquí.
No era necesario ser sensitiva para adivinar eso.
- Debo deducir que nuestra visita fue en vano ? Sandra Mariah Power no se encuentra aquí?
- Como una gran sacerdotisa, nuestra maestra está preparando la ceremonia de celebración de la luna llena. Podrán encontrarla en Gallows Hill.
Con la respiración contenida, Claire agradeció la indicación y se despidió. Julia Bowne le recomendó paciencia a Cameron y le sonrió a Claire. Antes que se apartasen poco más de un metro de la tienda, la psíquica los detuvo con un llamado que sonó casi sobrenatural.
- MacLeod.
Cameron y Claire se dieron vuelta simultáneamente.
- Si ? - él dijo.
- Perdónala. Ella estaba aterrorizada, y con razón.
- Lo sé. Entendí que Claire no tiene la culpa...
- Me estoy refiriendo a tu madre.
El viento da Escocia sopló sobre la nuca de Cameron y él sintió sus evllos erizarse. Tuvo un escalofrío al ver la tienda cerrarse y la mujer retirarse a su interior. Su madre, Mhairie, estaba presente en su pensamiento menos de un minuto antes. en una evocación de venganza.
Cameron volvió en sí con la expresión aturdida de Claire.
- Debemos irnos. Se está haciendo tarde.
El asintió y, dos minutos más tarde, estaba nuevamente impresionado por algo que jamás esperaría encontrar en medio de una ciudad.
- Mis ojos están me están engañando o es realmente un barco lo que estoy viendo detrás de esas casas?
- Ese barco es una réplica del barco Amistad, construido en 1797. Algunos años atrás, yo doné algunos dólares en nombre de Tavish para colaborar con el proyecto. Tavish era un apasionado d las miniaturas de barcos.

Con el corazón a los saltos, Cameron tiró a Claire por la mano y se puso a correr en dirección al mar. Apenas podía creerlo . Un barco de su época! Un barco que él sabía conducir!
- Cam, ten calma! - Claire pidió, jadeante. - No es lo que estás pensando. Ese barco pertenece a la Marina americana. no cruza los mares. El está abierto para ser visitado . Es una especie de museo flotante.
- No entiendo nada de lo que estás diciendo.
- Significa que está anclado aquí o en Boston, permanentemente.
Cameron había vivido buena parte de su juventud en el mar. Dos miembros del clan eran dueños de barcos como aquel, con altos mástiles. Se sentía capacitado para controlar el timón y para enfrentar las turbulencias y los fuertes vientos de altamar. Era un alivio haber descubierto que todavía había un medio para volver a Escocia en caso la bruja no revirtiese el hechizo.

Gallows Hill, una colina rocosa con árboles escasos, lugar donde mujeres acusadas de practicar brujería fueron ahorcadas en el año de 1692, se extendía desierta y fría bajo las miradas escrutadoras de Cameron y Claire.
- Estás segura que este es el lugar? - Cameron preguntó . Allá abajo, la ciudad de Salem brillaba como una tierra de cuentos de hadas, las casas construidas tan juntas unas de las otras que apenas podían respirar.
- Si. Este es un punto histórico. El gobierno conservó. Ninguna construcción está permitida.
Un leve movimiento en las ramas secas de un árbol llamó la atención de ellos. En muda concordancia, los dos se pusieron a caminar. Una mujer, cubierta con una capa y capucha negras, se colocó delante de ellos a poco más de un metro de distancia.
- Estamos buscando a Sandra Mariah Power. Es usted? - Claire preguntó.
Con las manos entrelazadas sobre el vientre, ocultas por la capa, la mujer asintió . Cameron se curvó en una reverencia. Jamás podría suponer que la gran sacerdotisa fuese una mujer de mediana edad, rubia y muy atractiva.
- Es una honor, madame. Esta es Claire MacGregor, de Boston. Yo soy sir Cameron MacLeod, de Rubha, Escocia. Vinimos a su presencia para recurrir a su sabiduría en un asunto da mayor importancia.
- Cómo me encontraron?
- Julia Bowne nos envió.
La mujer les sonrió por primera vez . Claire no quiso dejar ninguna duda. Se esforzó en aclarar que la psíquica les había dado la localización sólo después de conocer el motivo de la consulta y que no les había dado ninguna garantía de que serían recibidos.
Tal vez por el efecto de los rayos del sol poniente, los ojos de la bruja a veces parecían verdes, a veces, azules. Cameron tragó en seco. Su futuro tal vez estuviese en manos de esa mujer.
- Vengan conmigo - ella los convocó finalmente. - Julia es nueva en nuestra comunidad, pero yo confío en sus instintos.
En silencio, Cameron y Claire siguieron a la mujer hasta un árbol donde estaba montado un pequeño altar. Ella pidió permiso para terminar de encender las velas.
- Esta noche celebraremos el adviento de la luna llena. Cuando termine, podremos conversar con más comodidad en mi casa.

- Cómo te imaginas que sea la casa donde ella vive? - Claire susurró de modo que solamente Cameron pudiese escuchar.
- Parecida a la tuya. - él encogió los hombros. - Nadie podría decir que mi madre era una bruja al mirarla.
- Vos nunca me contaste eso.
- Precisaba? - Cameron volvió a encoger los hombros. - Te dije que ella me hizo una maldición .
Claire no respondió. no sabía qué decir.
Llegaron a un chalet pintado de marrón. Cuando cerró la puerta, Sandra se sacó la capa y la capucha, los cabellos rojizos cayeron por su espalda . Cameron suspiró. La casa no se parecía a la de Mhairie .
- Siéntense, mientras preparo el té.
- No es necesario...
- Claro que si.
Claire agradeció e hizo una seña para que él se acomodase.
- No seas rudo , Cam. Tuvimos mucha suerte en encontrarla y ella aceptó recibirnos. - Cameron miró las dos sillas colocadas debajo de la ventana, pero consideró que ellas no soportarían su peso. Se acomodó entonces , en el estrecho sofá rojo, con las piernas estiradas, sin que él notase de donde había salido , un gato blanco se enroscó.
- Parece que el gato me quiere. Deberías conseguirte uno de estos, Claire. Para hacerte compañía.
Claire frunció la cara.
- No, gracias. Me arañaría los muebles y soltaría pelos por todos los rincones.
- Pero te calentaría en las noches frías.
Claire no pudo retrucar por la llegada de la dueña de la casa quien traía una bandeja con tazas de té para las visitas y una vasija con leche para el gato.
Cameron respiró profundamente . Todo su futuro dependía de su capacidad y del hecho que Claire transmitiese los pasos que resultaron en su viaje en el tiempo.
Consideró un factor positivo que ella no lo interrumpiese durante el relato, pero que se mantuviese atenta a cada una de sus palabras. Si eso fuese posible, ella se mostró todavía más concentrada en la explicación de Claire. Al término, le preguntó a Claire si había traído consigo la cajita y el pergamino.
- Si. - Claire se los entregó, súbitamente temblorosa. - Yo la abrí otras veces, siguiendo o mismo patrón, y recité la fórmula dejada por la madre de Cameron, pero nada sucedió.
La señora Power sonrió .
- Por qué esperabas que algo sucediese? Lo que antes estaba adentro, ahora está afuera.
Cameron casi protestó en voz alta. La bruja tenía razón. Y el "que ", era él mismo.
Claire mostró el esquema que revelaba el código secreto que hacía abrir la caja . Cameron acompañó el proceso con el aliento contenido.
- Entonces ? - él se levantó, incapaz de permanecer sentado un segundo más . - Puede deshacer el hechizo o no ?
Ella lo miró por un largo momento.
- Me gustaría ayudarlo, pero no será posible.
- Cómo que no? - Cameron protestó desesperado. Claire sintió su corazón acelerarse. Instintivamente, lo sujetó por el brazo.
- El hechizo ya fue deshecho. - Las palabras sonaron como piedras estallando un vidrio . - Estoy segura que su madre pretendía liberarlo del hechizo en el momento en que fuese seguro hacerlo. Pero ella murió antes que ese momento llegase y Claire lo liberó en su lugar. Por eso no puedo ayudarlo. No hay hechizo para ser deshecho.
Cameron se tambaleó. No debería haber venido. No era porque sí que las brujas podían mostrarse públicamente en esos días. Todos sabían que sus poderes eran una farsa. Todo lo que había hecho había sido perder el tiempo.
- No se desespere, señor MacLeod - la mujer intentó calmarlo. -El destino le preparó un duro golpe, pero lo puso en un buen lugar, entre buenas personas.
- Usted no tiene idea de cuantos murieron sin que yo pudiese ayudarlos. Y todo por una mentira. Mhairie no tenía derecho a hacerme esto !
- Aquí, en esta misma colina, veinte almas inocentes también fueron ahorcadas por una mentira inventada por tres niñas que tuvieron miedo de decir la verdad.
- Yo no me estoy refiriendo a veinte almas, madame, sino a millares. Esas personas morirán inútilmente si yo no vuelvo ahora mismo al lugar al cual pertenezco.
La mujer bajó la cabeza. Cuando volvió a mirar a Cameron, sus ojos estaban nublados.
- La caja donde fue conservado y transportado, por generaciones sucesivas, volvió a ser lo que era antes del hechizo: madera. La esencia, que era usted, fue liberada. Yo podría transportarlo ahora a Escocia por medio de una de las magias escritas en el libro que heredé de mi bisabuela. Pero no habrá nadie esperandolo . Aquellos que formaron parte de su vida padada, su familia, sus amigos y sus enemigos, todos murieron hace mucho tiempo. Yo comprendo su dolor, señor MacLeod, sinceramente, pero no puedo ayudarlo. No tengo el poder de cambiar la Historia. Nadie lo tiene. Sólo podemos aprender con ella.
- No! No acepto esto!
La sacerdotisa posó sus ojos en Claire con preocupación, pero fue a Cameron a quien se volvió a dirigir.
- No tiene alternativa, señor MacLeod. Le deseo la mejor suerte.
Cameron se fue absolutamente descontrolado. La sangre latía en sus oídos. Se hubiese permanecido un minuto más delante de esa mujer, podría haber roto todo lo que encontrase delante suyo .
En la calle, cerró los ojos al detectar el olor a sal que el viento traía del mar. El olor a Rubha. Necesitaba volver a casa.

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