jueves, 16 de septiembre de 2010

CUESTE LO QUE CUESTE - DONNA MACQUIGG - CAPITULO 2

CAPITULO 2


William gimió e intentó moverse, pero sintió sus brazos y sus piernas pesados. Un dolor torturaba su cabeza cada vez que intentaba levantarse.
— Mierda! — protestó. Se acostó sobre la paja que cubría el piso un poco más, pensando en su hermano. — Robbie. Robbie, me oyes ?
— Ya era tiempo de que despertase. — Oyó a lo lejos una voz femenina.
William intentó ver de donde venía la misteriosa voz, pero su visión estaba turbia y confusa. Fue cuando notó que una mujer, menuda y esbelta, estaba delante suyo. Estupefacto, miraba los delicados zapatos dorados, que sobresalían debajo de la falda un vestido y a medida que la mirada subía, intentaba acordarse dónde estaba y cómo había ido a parar a esa cama con colchón de paja. Pero el rostro angelical acabó por desviar sus pensamientos.
Sobre una cascada de cabellos dorados, había una pequeña tiara dorada. El vestido moldeaba las delicadas curvas femeninas, trayendo una sonrisa a los labios de William.
— Estoy muerto — dijo , cerrando los ojos una vez más . Elise sacudió la cabeza con disgusto, miró reojo a Henri, quien estaba parado junto a la puerta de la celda.
— Te aseguro que sería mucho mejor si estuvieses muerto . — Ella pateó con la punta del zapato las costillas del prisionero. — Despierta o vas a tener que enfrentar un destino mucho peor que el que tengo para ofrecerte.
— Para ser un ángel, sos demasiado brusca . — Sacando el dolor de cabeza, ninguna otra parte del cuerpo le dolía. Tal vez no estuviese muerto, pero casi muerto , y ella era un ángel del mal, lo que indicaba que él todavía no estaba en el Cielo. Con menos dificultad, abrió los ojos nuevamente. Pero moverse pareció una tarea muy complicada. Vencido por el dolor, él se acostó , cerrando los ojos. Pero el sosiego duró poco, pues en seguida el delicado pie de la dama lo pateó una vez más . — Basta , maldita! Déjame morir en paz.
— Levántate , cerdo . Tenemos asuntos urgentes que discutir. — ella se inclinó sobre William y gritó en el oído del escocés. — Sos sordo? Levantate pedazo de mierda !
— No escucho muy bien . La cabeza me estalla , y tu griterío no me está ayudando en nada. Habla pronto y vete a la mierda, y déjame morir en paz.
Elise suspiró irritada, y miró a Henri, quien levantó las cejas.
— No se está muriendo. Pero te aseguro que puedo lograr eso si no abres ya los ojos y prestas atención a lo que tengo que decirte.
— No puedo. La luz me ofusca y aumenta el dolor de cabeza — William respondió con fuerte acento escocés. — Y cómo puedes tener tanta certeza?
— Certeza de qué, hombre?
Cómo puedes tener certeza que no me estoy muriendo? Vete , todavía no sé si no tengo un pie en el otro mundo, déjame dormir un poco más.
— Prefiero que estés despierto para que puedas oírme . — Al ver que William no abría los ojos, Elise levantó el pie para darle otra patada, pero esa vez él fue más rápido y la sujetó por el tobillo, haciéndola perder el equilibrio y caer sentada sobre una pila de paja sucia. Tosiendo por el polvo que levantó , cuando logró abrir los ojos, una Elise atónita vio que el prisionero ya estaba de pie , mirando hacia abajo. Pero la pose no duró mucho, pues, el efecto de la poción todavía no había pasado completamente . A continuación el gigante escocés titubeó y cayó de rodillas en el piso . El terrible grito de dolor que soltó causó escalofríos en Elise.
Una pequeña dosis de la poción solía ser suficiente para derribar a un hombre por días. Pero este no parecía ser el caso de William, el Bárbaro.
— En nombre Cristo, qué mierda le pusiste a ese vino? — El bárbaro gritó, estrechando los ojos.
Elise se levantó, quitando la paja de su vestido.
— El dolor de cabeza se te pasará después que bebas el antídoto que está en ese cáliz
William abrió los ojos, pero todavía estaba aturdido y no lograba ver con nitidez.
— No veo ningún cáliz. De qué estás hablando, muchacha?
Irritada, Elise fue hacia Henri y tomó el cáliz.
— Este de aquí. — ella levantó el cáliz con el precioso antídoto.
Apoyándose en la pared con mucha dificultad, William se fue levantando lentamente. A continuación dio un paso adelante , ávido por agarrar el cáliz, pero Elise retrocedió unos pasos.
— Sólo después que lleguemos a un acuerdo.
— Cuál sería ese acuerdo?
— Vos mataste a mi marido y a la mayoría de nuestros hombres.
— Si, y planeo acabar con los que quedaron si tengo otra oportunidad. — William presionó las sienes, luego se agachó hasta sentarse sobre la cama de paja.
Henri le tocó el brazo y susurró
— Mi ángel . Por favor, reconsidera.
— No. La poción lo mantendrá lo suficientemente débil como para que no pueda atacarme . Estoy segura. Ahora apresurate y ve a ver si los otros prisioneros todavía están dormidos y trancados. — cuando Henri vaciló , Elise le dio un leve empujón al hombro del viejo para que él se marchase. — Ve , pues, por lo visto, él acabará recuperándose sin tener que tomar el antídoto.
— Pero...
— Ve! No quiero que nadie mas muera. — Elise esperó hasta que el criado fiel dejase la celda para retomar su misión. — Aquí tienes , toma . — ella extendió el antídoto hacia él. — No me sirves de nada muerto.
El líder escocés tomó el cáliz, pero para sorpresa de Elise él no bebió de inmediato, como ella había imaginado.
— Cómo puedo saber que esto no es veneno?
— Porque, como te dije, muerto no me servirías de nada . — Ella señaló para el cáliz. — Ahora bebe . Eso va a curar el dolor.
William tomó algunos tragos, luego arrugó la nariz.
— Tiene un gusto horrible.
— No protestes. Tiene gusto a vida.
El escocés bebió todo el contenido amargo, a continuación puso el cáliz en el piso y pasó los dedos por los cabellos largos y despeinados. Había pasado la noche inconsciente, acostado sobre una pila de paja y todavía usaba la ropa de batalla. En un momento de mucha imaginación , Elise intentó vislumbrar como se vería con un baño y ropas limpias. Pero pronto se dio cuenta de lo absurdo de la situación y alejó esos pensamientos.
— Te estás sintiendo mejor?
— Si . Estoy mejorando.
— Perfecto . Mas, no te sientas tan valiente, pues puedo envenenarte nuevamente sin que te des cuenta .
— Y en cuanto a mis hombres? — El prisionero la encaró, con una cara inexpresiva. Una táctica de guerra, Elise concluyó. Un guerrero no puede darse el lujo de revelar sus emociones al enemigo.
— Ellos todavía están bajo el efecto de la droga... Por el momento . Intenta herirme y Henri matará hasta el último de tus hombres, comenzando por el soldado más joven, llamado Robert. — No le pasó desapercibido que la mención del nombre del muchacho causó un leve temblor en el mentón de William.
— Entonces los rumores son verdaderos. Sos una bruja. — él apoyó la cabeza contra la pared , los ojos fijos en ella. — Eso no sería problema, pues yo soy el diablo en persona. Mucho gusto en conocerte , lady Elise, lady de D'Auvergne.
El tono frío de su voz la puso insegura. El había pasado del dolo y la rabia al cinismo y la indiferencia. Y parecía capaz de cambiar su acento de acuerdo con su humor. Y aquellos ojos. Parecían perforarle el cuerpo y el alma.
— Ahorrate el sarcasmo. Has invadido mi hogar. Mataste a mi marido, y ahora debes pagar por lo que hiciste .
— Venganza? No esperaba eso de una muchacha tan bella. Estoy seguro que fuiste hecha para cosas mucho más placenteras.
Elise se estremeció . Una vez más la mirada del escocés la hizo sentirse pequeña e insignificante. No podía olvidarse que él era el prisionero, que estaba bajo su control — no lo contrario. Por un momento, llegó a dudar de a eficacia de su plan , pero el destino no le había dado otra salida.
— Me mudé a D'Auvergne hace tres años cuando mi padre acordó mi casamiento con lord Ranulf. La unión de nuestras familias volvió a mi marido un hombre muy rico, y a cambio mi padre se quedó tranquilo en Francia libre de los ataques de los ingleses.
— Y vos cómo quedaste con todo eso ? Todavía sos muy joven, una adolescente . Tu padre sabía que Ranulf era un adorador de las tinieblas? -
La pregunta la tomó por sorpresa.
— Por supuesto que no.
— Entonces amabas a Ranulf?
Con certeza él estaba acostumbrado a tomar a todas las mujeres que se le antojase . Después de todo , no era así como todos los hombres actuaban ?
— Yo era muy joven. Amaba a mi padre y habría hecho cualquier cosa para agradarlo.
— Lo sé. Y eso incluía casarte con un hombre como Ranulf? Elise arqueó las cejas.
— Por qué te interesa eso ?
— Porque un matrimonio sin amor es como una prisión, con la diferencia de que no se tiene la ilusión de un día poder escaparse.
La pura verdad, ella pensó, encarando al hombre delante suyo.
— Yo tenía esperanza no amor, pero cuando mi esperanza no se concretó , acabé adaptándome para sobrevivir.
— Y dices que tu padre te amaba? Elise soltó un suspiro irritado.
— Si, mucho, y yo a él.
— Y dices que él no sabía nada sobre Ranulf?
— Me estás llamando mentirosa ? William se rascó la cara sombreado, por la barba que empezaba a aparecer.
— Ranulf era un déspota que disfrutaba matando tanto como adoraba las fuerzas de las tinieblas. Eran pocos los hombres que no sabían eso.
Elise humedeció sus labios que de repente parecieron secos.
— La reputación de mi marido y sus creencias, aceptables o no, mantuvieron a D'Auvergne libre de enemigos.
— Te parece que funcionó ? — él soltó una sonrisa lleno de picardía y cruzó los brazos sobre su pecho ancho.
Cómo ese hombre se atrevía a divertirse en el calabozo donde estaba cautivo?
— D'Auvergne fue parte de mi dote y era improductiva cuando Ranulf me trajo acá. El la hizo que esta tierras fuesen las más ricas de toda Northumbria. Pero eso despertó la codicia de los vecinos . Mi marido entonces buscó los consejos de una vieja hechicera que vivía en el bosque. Todos decían que ella era capaz de ver el futuro. Cuando mi marido se perdió en esas creencias paganas, cómo habría podido detenerlo?
— Una niña casada con un hombre loco, supongo.
— No me trates con condescendencia, MacDarrin. Te lo aviso, no subestimes mis habilidades. Eso te puede costar tu vida y la de sus hombres. — Elise suspiró impacientemente . — D'Auvergne es muy codiciada por nuestros nada amistosos vecinos.
— Lo sé, y fue exactamente por eso que vine aquí , muchacha. Para ver si a tu marido le gustaría compartir un poco de su riqueza.
Elise ignoró el tono burlón.
— La noticia de la muerte de Ranulf va a esparcirse como una plaga. Es sólo una cuestión de tiempo para otros lords envíen a sus guerreros para desafiar lo que quedó de mi ejército. Como sabes muy bien, nuestra guardia sufrió una gran baja. No soy idiota. Sé que sola no podré proteger D'Auvergne de un nuevo ataque. El verano está cerca. Tendremos que ocuparnos de las plantaciones. Y por todos esos motivos es que necesito tu ayuda.
— Mi ayuda? Mis hombres y yo no entendemos casi nada de cultivos y cosas de ese tipo. Podrías ser más específica?
— Sin Ranulf, temo por mi vida y por la seguridad de mi hogar.
— Y en cuanto al buen rey Edward, él no va a cuidar a una leal súbdita que paga todos sus impuestos ?
Una vez más , el tono burlón la irritó, pero , acostumbrada a esconder sus emociones, Elise mantuvo la calma y prosiguió :
— El rey está muy ocupado con la guerra contra Francia, y no puedo darme el lujo de contratar mercenarios para protegerme . Para completar el cuadro no tengo a donde ir, y no voy a perder lo que es mío por derecho.
— De acuerdo con tus preciosas leyes inglesas, las mujeres no tienen derecho a la herencia.
— Yo tengo una salida para eso. — Elise lo miró . — Un testamento de mi marido que nombra a su esposa como heredera.
— Dudo que Ranulf haya dejado tal testamento.
— Correcto. Y es por eso que tenemos que casarnos .
— Tenemos que ... qué?
— Sos sordo? Te dije que debemos casarnos.
— Fue lo que creí haber oído. — William permaneció en silencio, solamente mirando a la misteriosa mujer que acababa de hacerle una absurda propuesta de matrimonio. — Por qué ibas querer casarte con un hombre como yo ?
— Como dijiste , una mujer no tiene derecho a la herencia. Incluso si D'Auvergne no estuviese tomada, acabaría perdiéndola ante la Corona o ante cualquier otro lord que no sea de mi elección.
— Y si me niego ?
Elise vaciló. No esperaba una negativa . Después de todo, la mitad de la riqueza de D'Auvergne era suficiente para un hombre vivir muy bien por el resto de su vida.
— Si te niegas, nunca saldrías vivo de esta celda . Tus hombres, seguramente, acabarán jurándome lealtad a mí después que se enteren de la noticia de tu ejecución.
— Dudo que mis hombres te acepten como lady después de todo lo que hiciste .
Esta vez Elise no logró esconder sus sentimientos y apretó los dientes con tanta fuerza que parecía que iban a romperse en cualquier momento.
— Mis tierras son fértiles t están llenas de oportunidades. No fue justamente por eso que nos atacaron ?
— Pero yo no planeaba casarme con una bruja. Elise prefirió abstenerse de su respuesta.
— El matrimonio podría ser celebrado por un sacerdote y ante los ojos de Dios ? Crees en Dios , muchacha?
Ella le lanzó una mirada cortante.
— La respuesta es" si " a las dos preguntas insolentes.
— Y le darías al hombre con quien te casases los derechos de marido?
— Si, con la condición que él y sus hombres reconstruyan lo que destruyeron. Con la promesa de proteger a los campesinos y nuestras tierras de todos los invasores que por ventura pudieran surgir . Un acuerdo será escrito que ambos firmaremos. Si marido muriese de viejo en su cama o en medio de una guerra, D'Auvergne será mío.
— Sos una bruja muy graciosa. Un poco delgada para mi gusto , pero casi agradable a la vista . — El se rascó el mentón . — Podré disfrutar de mis derechos conyugales todas las noches?
— Si es necesario.
— Casi todos mis hombres están casados. Menos Titus. Y vos ya lo conociste , él era quien estaba sujetando tu correa. Le faltan algunos dentes, pero tiene algunas piedras preciosas guardadas, y se comenta que es bueno en la cama.
Elise se estremeció y se puso tan pálida que parecía estar a punto de vomitar en cualquier momento. William mantuvo la seriedad , a pesar de estar divirtiéndose por dentro.
— Parece que no te gustó el pretendiente. No te aflijas , puedo ayudarte a escoger otro. Pero te voy avisando que no va a ser fácil, ellos deben estar muy enojados con esta historia del vino envenenado. — William estaba llevándola al limite, pero él también tenía su orgullo y quería oír de los labios de esa mujer que ella prefería casarse con él. — Qué te parece Angus Campbell? ? Es el que colecciona orejas.
Esta vez William logró llegar al limite de la paciencia da lady.
— Mi propuesta de casamiento sólo es válida para vos . — Elise miró al escocés fijamente. — Es vivir o morir. Debes elegir .
— Creo que no gusta mucho la segunda opción.
— Creo que fui muy clara en cuanto a mis términos. William se apoyó contra la pared , cruzó los brazos sobre el pecho ancho y se rió.
Si, fuiste clara como el barro.

Henri se encontró con Elise en la escalera del calabozo.
— Acabas de sepultar Ranulf. Estoy seguro que tendrás tiempo para escoger un marido mejor. Tal vez deberíamos enviar una carta a tu padre...
— Llevaría meses para recibir ayuda de mi padre. Casi no nos queda agua potable. Qué haré cuando los hombres de William se despierten? Lo poco que quedó de nuestro ejército no será rival para un grupo de escoceses salvajes. — Elise subió los escalones que llevaban al área de servicio.
— Pero él mató a tu...
— Henri, por favor. Preferiría no hablar más de ese tema.
— Pero él es un verdadero bárbaro. Temo por tu seguridad más que cuando te casaste con Ranulf.
— Si, él tiene la fuerza de dos hombres, pero llegamos a un acuerdo. — Elise dio un palmadita en el hombro a su amigo con la intención de calmarlo. — Ambos sabemos que no hay otra salida.
— Pero él es escocés y ... es un bastardo sin tierras.
Si, es codicioso. Espero que tenga la ambición suficiente como para proteger lo que le pertenece mientras viva . No hay nada más que podamos hacer. El ejército de MacDarrin es todo lo que tenemos para luchar contra lord Baynard. — Elise ni siquiera intentó esconder su repugnancia. — No tengo otra salida . No puedo permitir que mi hijo pierda lo que le pertenece por derecho aún de nacer.
— Pero cómo puedes estar segura que el escocés aceptará a la criatura?
De eso no estoy segura , pero no tengo alternativa. No esperaba que Ranulf muriese, tampoco esperaba que mi hogar fuese invadido por William MacDarrin. Pero todo eso sucedió, Henri, y me vi forzada a encontrar una manera de sobrevivir. Tal vez sea una tonta por pensar así, pero si mi plan funciona , él nunca sospechará que no es el padre de este niño.

William estaba sentado sobre un montón de paja, recostado contra la pared de piedra de la celda. Dos días había pasado y él todavía esperaba. Miró la a vasija con gachas de avena . La comida era mejor de lo que a que había podido conseguir para sus hombres cuando estaban libres, pero no tenía apetito . Suspiró nostálgicamente cuando finalmente oyó el ruido de la puerta abriéndose para que entrase el viejo criado de Elise, trayendo un inmenso manojo de llaves .
— Mi nombre es Henri — dijo el hombre con un fuerte acento francés. — Lady Elise me envió para acomodarlo en el cuarto que perteneció a lord Ranulf, donde podrá tomar un baño y vestirse para la ceremonia.
William halló graciosa la manera en que el criado de Elise enfatizó la palabra baño, pero resolvió permanecer callado y dejar que el hombre cumpliese en paz con su deber. Después de todo, el pobre sujeto solamente estaba cumpliendo órdenes. Su asunto era con esa mujer, y sabía que si esperase, la oportunidad adecuada llegaría. Pero por el momento , un baño caliente parecía una buena idea.
— Puede levantarse, mi lord ?
— Si, puedo. — William posó las manos en sus caderas y se levantó como un gigante delante del pequeño hombre.
El siervo quedó boquiabierto durante un tiempo; luego rápidamente se recompuso.
— Creo que conviene recordarle que su ejército todavía está en poder da mi lady . Y , que si no coopera , sus hombres sufrirán las consecuencias.
— Si, lo entendí .
— Perfecto , entonces sígame, mi lord .
Los dos subieron la escalera y pasaron por el área de servicio. Una cocinera se encogió en un rincón de la cocina cuando vio a William. El le sonrió y hurtó un pedazo de pan fresco que estaba enfriándose sobre una inmensa mesa de madera, planeando saborear esa exquisitez mientras se bañaba. Cuando colocó la hogaza de pan debajo del brazo, el criado suspiró, sacudiendo la cabeza .
— No es necesario robar, mi lord . Pronto será alimentado. Mi lady está planeando una fiesta para después de la ceremonia.
— Claro — William dijo con la boca llena de pan . — Es mucha generosidad por parte de tu ama , pero qué van a hacer con mis hombres?
— Sus hombres — Henri lanzó una mirada severa y amenazadora a William —, si ellos se comportan , podrán cenar con nosotros. Mi lady dijo que ellos deben ser tratados como si fuesen nuestros propios soldados.
William respondió con un gesto de aprobación. Elise seguramente era una mujer de palabra. Ellos entraron en el gran salón , y William se detuvo para admirar los cambios hechas en solamente dos días. El piso estaba recubierto con alfombras bordadas. Una enorme tapiz colocada sobre la chimenea mostraba el blasón de armas de D´Auvergne: un escudo de oro y plata que tenía a ña izquierda dos espadas cruzadas y a la derecha dos hachas de guerra también cruzadas.
— Mi lady trajo esos objetos con ella cuando se mudó acá. Es la primera vez que los está exhibiendo. — Henri señaló a los coloridos tapices que decoraban las paredes.
A pesar de haber notado una cierta impaciencia en el criado, William se demoró inspeccionando toda la sala, observando detenidamente hasta pararse delante de una armadura completa, que parecía tener un hombre dentro. Pulida con esmero, era una fina armadura alemana , del tipo que él nunca había tenido dinero para comprar.
— Este tipo de cosa no debería estar expuesta en la sala como si fuese una pieza decorativa. — William la miraba pasmado. — El hogar de un hombre debe ser el lugar donde él se pueda olvidar de la guerra.
Henri aclaró su garganta.
— Y usted ya se olvidó de la guerra que combatió en este mismo castillo, mi lord ?
— No puedo hablar por Ranulf, pero sólo maté para protegerme . Si él no se hubiese negado a entregarnos lo que pedimos todavía estaría vivo. — William miró a Henri. — El hogar de un hombre no es un lugar para batallas, para dejar armas a la vista y al alcance de los niños.
— Mi lady no tiene hijos.
— Ninguno?
Henri negó con la cabeza.
— Bien, no es sorpresa que ella quiera casarse tan rápidamente . Pronto resolveré ese problema para ella. — William guiñó un ojo y Henri abrió enormemente los ojos y caminó apresuradamente .
— No debemos hacer esperar al sacerdote .

No hay comentarios: