domingo, 17 de mayo de 2009

LA CAPRICHOSA - LYNSAY SANDS - CAPITULO 7

Capítulo 7



- Mira, ellas están viniendo para acá! - Balan casi se atragantó con el pedazo pan que comía cuando Osgoode le avisó. Trató de tomar pronto un trago de aguamiel para conseguir acabar de tragar . Por Dios! No quería parecer un pobretón muerto de hambre.
Si Emilie no estuviese con su mirada fija en ellos, Balan podría tener la esperanza de que ellas dos seguirían caminando hacia otro lado. Pero ella parecía muy determinada.
- Siéntate derecho, sácate las migas de la boca, levanta la cabeza, sonríe, no encorves la espalda, sécate la boca - le ordenó Osgoode. -Y por el amor de Dios pásate una mano por la cabeza para bajar esos cabellos. Oh, mi Dios, qué vamos hacer?
- Por qué me preguntas? Pensé que de nosotros dos vos eras el grande conocedor y catador de mujeres. Y ahora cálmate. Si están viniendo para acá es porque quieren hablar conmigo, no con vos.
- Lo sé . Justamente por eso es que estoy tan nervioso. Vos no sos un gran hablador , quiero decir no hablas mucho con las mujeres... ni con los hombres, para ser franco.
- Soy introvertido, pero intenso.
- Pues te aclaro no va a ser manteniéndote callado y siendo intenso internamente que vas a conseguir una esposa. Te lo imploro, Balan, conversa con ella, sé agradable, hazle algunos elogios, pero básicamente, háblale ... - Osgoode se calló al ver las dos mujeres acercándose y se concentró en el plato de comida, fingiendo no haberlas notado.
Balan no sabía como actuar. Tenía que hacer igual que su primo y simular no haberlas visto , o sonreírles y saludarlas? Conocía y tenía aprecio por la esposa de Reginald. Por suerte, era ella que haría las debidas presentaciones.
De repente, se acordó de la última vez en que había visitado el castillo Reynard. En esa época, Reginald había sido llamado para comparecer en la corte e Emilie se había mostrado feliz con la oportunidad de volver a ver a su amiga. Le había sorprendido enterarse que ellas dos eran amigas, sobretodo por conocer la fama de caprichosa que la protegida del rey cargaba hacia tantos años. En esa ocasión Emilie le había asegurado que a muchacha no era nada de eso y le había sugerido que la juzgase después de conocerla.
Ahora Balan sabía todo. De hecho Murie era muy diferente de lo que decían los rumores . Ella sólo actuaba de manera inconveniente y escandalosa para protegerse de la frialdad y la crueldad de la corte. Y le sorprendía que hubiese conseguido sobrevivir tan bien con esa farsa. La amistad de Emilie seguramente había contribuido, dándole fuerzas para resistir. Balan admiraba la generosidad y la comprensión de la esposa de Reginald. Hasta sentía una puntada de envidia por la suerte de su amigo por tener una mujer así.
- Buen día , mi lord - dijo lady Emilie.
Balan miró a las dos y sabiendo que Osgoode continuaba fingiendo no estar allí, se apresuró a levantarse y hacer una reverencia.
- Murie, quiero le presentarte a Balan, el lord Gaynor y a su primo Osgoode - continuó Emilie, educadamente. - Caballeros, esta es lady Murie Somerdale.
Balan volvió a curvarse, codeando a Osgoode para que se pusiese de pie. Su primo obedeció, levantándose con un movimiento brusco.
- Damas! Un placer encontrarlas. Es siempre una satisfacción volver a verla lady Emilie, y más aún, acompañada por una belleza en flor como esta.
Balan abrió los ojos, mirando azorado a Osgoode. Nunca lo había escuchado decir tamaña desatino, actuaba como un verdadero bufón ante esas damas.
- Buen día , Osgoode - Emilie lo saludó. - Murie estaba ansiosa para dar un paseo por el jardín y voy a acompañarla. Desafortunadamente no consigo encontrar Reginald para que nos acompañe.
- Parece que él está viniendo - dijo Balan.
- Ah, claro... - Emilie respondió sin mayor entusiasmo.
- Disculpa, mi querida. - Reginald besó la mejilla de su esposa. - Lord Abernathy quería hablar sobre un asunto importante y acabé perdiendo la noción de la hora.
- No tiene importancia, mi querido.
- Tu esposa nos estaba diciendo que planeaba dar un paseo por el parque con lady Murie y quería que las acompañases. - Balan comentó.
- Qué pena. Vine a buscarte justamente para avisar que Robert acaba de llamarme porque el rey quiere verme ahora mismo. Lo siento mucho.
- Está bien, querido - dijo Emilie sonriente, sin demostrar ninguna contrariedad. - Estoy segura que a lord Gaynor y Osgoode no les importará hacernos compañía.
- Por supuesto que no! - contestó Osgoode de inmediato. - Será una honra acompañar tan distintas damas.
La voz de Osgoode sonó más grave que de costumbre, exagerando también en la reverencia. Balan continuaba sin entender por qué su primo estaba exagerando tanto las cortesías.
- Ves, Reginald? Los caballeros cuidarán de nosotras. Todos está bien.
- Muy bien - respondió Reginald, levantando una de sus cejas, sospechando algo raro en el aire.
Al notar el intercambio de miradas de la pareja, Balan se encogió de hombros. Obviamente Emilie estaba ayudando a su amiga a pasar más tiempo con él, pero no le explicaría eso a Reginald. Si lo hiciese tendría que entrar en detalles de lo ocurrido la noche anterior.
- Sé que es así. Espero que se diviertan.
Reginald se curvó , besando a su mujer en el rostro, aprovechando para cuchichear en su oído algo que la hizo fruncir la frente . En seguida, Reginald salió del salón .
- Entonces vamos, caballeros? - Emilie sugirió , adelantándose para tomar el brazo de Osgoode.
Murie le sonrió tímidamente a Balan quien acabó ofreciéndole el brazo. Y fue de esa forma que salieron del castillo y se dirigieron al extenso jardín real que rodeaba la imponente edificación.





Emilie y Osgoode caminaban un poco mas adelante. De milagro no tropezaron, pues en vez de mirar por donde caminaban , concentraban su atención en la pareja que venía un poco mas atrás. Osgoode le lanzaba miradas significativas a su primo, incentivándolo a entablar una conversación. Al mismo tiempo, Emilie le hacía gestos incentivadores a Murie, quien- por suerte- no le prestaba atención.
Por mucho que Balan intentase hablar sobre cualquier tema , al mirar a la dama a su lado su voz desaparecía. La única cosa que captaba su atención era aquella boca bien formada, que la noche anterior había tomado en un beso ardiente.
Osgoode tenía razón , era incapaz de mantener una conversación decente y agradable.
A esa altura, Emilie también concluía que si ella no interviniese, la aproximación entre esos dos sería un fracaso. Entonces , se detuvo y se soltó del brazo de Osgoode, para que la otro pareja los alcanzase.
Caminando lado a lado de la pareja , Osgoode codeaba a su primo disimuladamente, en una tentativa de hacerlo reaccionar y para que dijera algo .
Minutos de silencio que parecieron durar una eternidad pasaron antes que Emilie resolviese romper el hielo:
-Menos mal que finalmente tenemos un día soleado para variar, verdad ?
- Por suerte no hace tanto calor - respondió Osgoode. - Me gusta el tiempo así. Detesto cuando llegan esos días fríos de invierno . A Balan tampoco le gustan.
- Qué coincidencia, el invierno no es la estación favorita de Murie. - fue el turno de Emilie hablar por su amiga. - Ella Prefiere esta época del año o el otoño, cuando las hojas forman un bello contraste de colores.
Y, una vez más , el tema se acabó. Aunque, Emilie se acordó de otro tema que seguramente lo haría hablar, librando a todos de la incomodidad que reinaba.
- Balan, esta mañana le contaba a Murie sobre su hermana Juliana. Ella tiene diez años, no?
- Si.
- Espero que ella esté bien. ..
- Lo está. - Balan continuaba monosilábico. Previendo que la conversación se iba a trabar nuevamente, Osgoode se apresuró a responder:
- Juliana está bien, a pesar de extrañar mucho a su padre, pero Balan hace lo posible por compensar esa ausencia.
Balan se quedó boquiabierto al oír tamaña mentira. Su padre había culpado a Juliana por la muerte de su esposa y jamás la había perdonado. No era que él hubiera sido cruel con su hija, pero jamás le había prestado atención, dejandola eternamente a cargo de los criados.
Juliana no podría extrañar a un padre que apenas había conocido . Por eso, Balan no necesitaba hacer nada para compensar su ausencia. De cualquier forma, la declaración pareció sensibilizar a Murie.
- Eres muy bondadoso al prestarle particular atención a tu hermana, mi lord - ella dijo bajito. - Estoy segura que ella te agradece por eso. A mí me habría hecho muy feliz haber tenido un hermano mayo que cuidase de mí, cuando mis padres murieron.
- Tal vez ustedes no lo sepan, pero Murie quedó huérfana cuando apenas tenía diez años - explicó Emilie. - fue en esa ocasión que la trajeron acá, para vivir en la corte .
Balan sacudió la cabeza , sin decir nada, sujetando el brazo de su primo, antes que él lograse clavarle el codo en las costillas de nuevo . Osgoode estaba cada vez más nervioso.
- Imagino lo que debes haber pasado, Murie - él dijo , procurando darle una continuidad a la conversación. - Imagino que la corte no es un ambiente de los mas agradables.
- De hecho, no fue fácil. - Emilie respondió - Las otras niñas la envidiaban porque el rey se enamoró de Murie y ellas fueron muy crueles con ella.
- Cuando era un niño Balan también sufrió por un motivo semejante. Fuimos a formarnos como caballeros con lord Strathcliffe, quien simpatizó con Balan y lo trataba con deferencia. Eso provocó la rabia de los otros muchachos que vivían provocándolo y buscando peleas.
Eso si era verdad, pensó Balan, pero ni valía la pena de ser mencionado. Había sucedido hacia tanto tiempo y no le había causado ningún trauma. Por el contrario, sólo le había dado más fuerza para combatir como guerrero. Pero Murie sonrió impresionada y le apretó el brazo levemente . Osgoode sonrió discretamente, feliz de haber alcanzado su objetivo.
- Imagino que ya saben que el rey decidió que ya es tiempo de que Murie se case. Ella tendrá la oportunidad de hacer la elección del marido - Emilie dijo de repente, sorprendiendo a Murie. Ignorando la reacción de su amiga, ella continuó : - Es una decisión muy seria y difícil de ser tomada.
- Realmente. - Osgoode respondió . - Lord Gaynor también planea casar y está teniendo dificultad en decidirse.
Balan casi soltó un gruñido. La conversación estaba volviéndose demasiado personal e incómoda. Si continuase de ese modo, era muy posible que Emilie y Osgoode arreglasen el matrimonio sin la participación de los novios.
Murie también parecía muy incómoda, sin saber hacia donde mirar.
Por suerte o por azar, Malculinus y su hermana Lauda,
aparecieron caminando por el jardín. A juzgar por el aire agitado del muchacho y el rostro colorado de su hermana, Balan podía apostar que ellos habían corrido para alcanzarlos, aunque fingiesen que el encuentro era mera coincidencia.
- Oh, lady Murie y lady Emilie, ustedes por aquí? - Lauda las saludó, sonriente. - Qué gran placer volver a verlas.
- Es verdad - concordó Malculinus, todavía respirando con dificultad.
Ese hombre estaba absolutamente fuera de estado físico, pensó Balan con desagrado. Algunos ejercicios con lanza y espada no le vendrían nada mal .
Pero eso nunca iba a acontecer. Todos sabían que el padre de Malculinus hacia años pagaba "un dinero" para que su hijo fuese eximido de servir en el ejército.
Todo bien, pensó Balan. Si ese hombre entrase en alguna batalla con aquel estado físico sería el primero en ser abatido. O quizás desertaría, aun antes que la batalla comenzase.
- Estábamos preguntándonos si soñaste con alguien después de todo - él continuó , encarando a Murie con una sonrisa irónica.
Balan se estremeció. Los hermanos iban a revelar públicamente lo que había sucedido la noche anterior ? Tal vez ellos ni siquiera supiesen ni la mitad de lo ocurrido. Su alivio fue inmediato cuando Murie respondió :
- No, mi lord . La superstición no funcionó. No soñé con nadie .
Malculinus y Lauda abrieron sus boca con asombro. Osgoode parecía incrédulo. Sólo Emilie mantenía su postura inalterada y se sentía dueña de la situación .
- Eso no es mas que una superstición tonta - ella dijo .
- Pero ... yo... - Malculinus tropezaba con las palabras, incrédulamente.
- Estás segura que no soñó con ningún hombre a? - Lauda preguntó, frunciendo la frente . Balan se dio cuenta que si fuese posible, ella habría estrangulado a Murie hasta arrancarle la verdad.
- Absolutamente segura. Pero, por qué lo preguntas, Lauda? Acaso vos soñaste?
Antes de responder, la muchacha se enderezó , buscando parecer relajada.
- Si, soñé .
- No me digas! - intervino Emilie. - Y quién era él, Lauda?
- Nadie que yo conozca... era un hombre alto, rubio, guapo. Imaginé que vos también habías soñado con alguien, Murie.
Era evidente que confesando, Lauda había imaginado incentivar a Murie a hacer lo mismo. Pero Murie se limitó a menear la cabeza.
- Lo siento mucho, pero conmigo no sucedió nada. Tal vez no haya comido suficiente carne.
- Puede ser...
- Bien, pero creo que es mejor que continuemos nuestro paseo - dijo Emilie alegremente. - El día está muy agradable.
- Buena idea. Nosotros los acompañaremos . - Lauda contestó, forzando una sonrisa .
Emilie procuró disimular su desagrado. No había nada que pudiese hacer para evitar la pesada compañía de esos dos, sin parecer una maleducada. Entonces , hizo algo repentino . Enlazó su brazo en el de Malculinus y lo empujó a un lado, dejando a Murie y a Balan mas atrás.
- Qué perfecto! - ella dijo . - Hace tanto tiempo que quería hablar con vos. Me gustaría de saber qué opinas de la situación de los franceses. Caminamos?
Lauda se quedó paralizada. Antes que pudiese decir algo, Osgoode se aproximó y la tomó por el brazo, conduciéndola por el paseo.
- Seré tu acompañante , lady Lauda. Es una suerte poder pasear con tres bellas mujeres en el mismo día.
Balan se mordió el labio para no reírse de la actitud astuta de su primo. Se dio vuelta hacia Murie y, sonriendo, sugirió :
- Entonces , vamos?



En silencio Murie asintió y dejó que Balan le tomase la mano, apoyándola sobre su brazo fuerte otra vez para continuar la caminata. Mientras hacían iba ella iba recordando los acontecimientos.
Después de oír los detalles del sueño, Emilie la había aconsejado mantener secreto sobre el asunto. Murie acató la sugerencia, recordando que no le había contado todo a la criada, Cecily y que no estaba dispuesta a cometer ese error.
No había razón alguna para esparcir asuntos que sólo tenían que ver con su vida privada, y mucho menos porque estaba al lado del hombre de su sueño. Fue por esa razón que le había mentido con tanta naturalidad a Malculinus y a Lauda.
Además, mantener secreto sería una buena forma de probar se a si la superstición de Santa Inés funcionaba o no. Como Balan no sabía nada, si el matrimonio con él se daba era porque el destino así lo quería.
Murie miró a Balan de reojo , deseando que él rompiese el silencio que los envolvía pues Emilie y Osgoode no estaban cerca para mantener la conversación.
Pensó en sacar un tema cualquiera, pero estaba tan acostumbrada a la soledad que tampoco sabía cómo hacerlo. Había pasado los últimos años evitando la proximidad con otras personas, para no amargarse. Sólo conversaba con Emilie y prefería pasar el resto del tiempo caminando sola por el castillo o paseando por el parque real. Por eso tenía tanta dificultad para expresarse con extraños, pero, si nada ningún de los tomase una actitud mas sociable, ni Santa Inés podría ayudarlos.
- Emilie me dijo que vos y Reginald son amigos - Murie consiguió finalmente articular una frase.
- Es verdad.
Ella esperó que Balan le diese continuidad a la respuesta, mas nada sucedió .
- Hace tiempo que se conocen?
- Si.
Murie frunció la frente . Balan no estaba cooperando para nada.
- Emilie también me dijo que vos luchaste en el ejército del rey .
- Es verdad.
- En Francia?
- Si .
- En las batallas de Crecy y Calais?
- Eso mismo .
Murie ya estaba muy irritada y no se contuvo.
- Escucha, mi lord , estás seguro que sabes hablar? Si sabes hablar, podrías tener la gentileza de ayudarme a mantener una conversación decente, en vez de dejarme monologando.
Balan mantuvo el silencio . Él apenas había dicho tres palabras y Murie ya estaba indignada.
- Yo ... si sé hablar . - finalmente respondió Balan. - Pero me siento más cómodo conversando con hombres que con mujeres.
La explicación calmó un poco a Murie. Era admirable oírlo admitir una falla, cuando tantos hombres, inclusive el rey, se rehusaban a aceptar cualquier defecto.
Pero su alivio y su alegría no duraron mucho.
- Me resulta muy complicado conversar con mujeres. No vale la pena. - Desafortunadamente Balan completó su razonamiento. - Las mujeres son muy pasionales y emocionales y lamentablemente no cuentan con la racionalidad que Dios nos dio a los hombres. Es muy difícil hablar con ellas sin ofenderlas.

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