miércoles, 3 de septiembre de 2008

EL HIGHLANDER SILENCIOSO - CAPITULO 14

CAPITULO 14


Rob había llegado a pensar que la fiesta jamas iba acabar. El adoraba bailar , pero tener que observar a Mairi dando vueltas por el salón con todos los hombres presentes le había ofuscado ese placer.
Para su tristeza, había reconocido sus celos ante ese hecho. El, que nunca había sentido celos de alguien , hasta donde podía recordar. Definitivamente, eso era humillante.
Una cosa buena que había resultado del baile . Su esposa Se había sentido impresionado con la desenvoltura de él en el baile , Rob tuvo que reconocerlo , un tanto vanidosamente . Mairi casi se había atragantado cuando lo había visto bailando con su madre.
Seria difícil que ella supiese que él sentía la música directamente en el alma. Era una de las pocas cosas que conseguía oír, por lo menos de manera suficientemente clara como para afirmar que oía, y él adoraba eso.
Sus padres habían contratado permanentemente un conjunto de músicos hacia años. Su madre los había contratado cuando él era un muchacho, cuando Rob le había contado que conseguía escuchar los instrumentos musicales.
Aunque el baile le hubiese dado a Mairi la oportunidad de admirarlo en algo que él hacía muy bien , Rob deseaba que pudiesen haberse retirado antes de esa cansadora celebración. Mairi necesitaba más descanso que fiestas o bailes. Si su madre no hubiese insistido en cuan era importante la aceptación de Mairi por parte de sus súbditos, él nunca habría aceptado todo aquello .La mayor parte de la gente que vivía bajo la protección de Trouville estaba emparentada con la gente de Baincroft. Nobles y plebeyos, todos eran considerados una gran familia. Aunque esa fuese su primera visita allí, en meses, el intercambio entre los dos feudos sería constante.
Muchas de las personas presentes debían estar sintiéndose bastante confusas con la súbita aparición de Jehannie y , poco después , con la llegada de Rob con otra mujer como esposa. Especialmente los padres de Jehannie. El padre de ella era el capellán del castillo , y su madre, la curandera. Casados por mas de veinticinco años, habían servido a lady Anne durante todo ese tiempo. Ella había despreciado la opinión de la iglesia católica en relación a los clérigos casados y les había provisto un techo, primero en Baincroft y, después , allí, cuando se había casado con Trouville.
Desde que él y Mairi habían llegado, la ausencia del padre Michael y de lady Meg había sido notoria. La aparente deserción de Jehannie al compromiso con Rob le había causado a los padres de ella una gran vergüenza , así como a Thomas. Este nuevo matrimonio debía parecerle a ellos como si Rob estuviese castigando Jehannie por algo que no era su culpa. Y como ahora se sabía que ella no había sido la responsable del rompimiento del compromiso , Rob había sentido que debía hacer todo lo posible para evitar cualquier resentimientos entre su gente , por haberla reemplazado con otra esposa .
La fiesta le había dado la oportunidad de asegurarle a todos que estaba satisfecho con su nueva esposa y todavía quería bien a Jehannie. Los esfuerzos de la noche habían sido cansadores pero exitosos , o por lo menos eso era lo que él esperaba.
Rob condujo a Mairi escaleras arriba , siguiendo hacia el cuarto de Alys, donde entró, junto con ella.
- Estás cansada? - preguntó .
- Si - ella respondió , mirando a su alrededor como si buscase algo, o , probablemente, a alguien .
Su hermana iba a pasar la noche en un cuarto mas chico, en el piso superior, lo cual era lo correcto dadas las circunstancias . Como Rob era un visitante y era un lord, tenía derecho al segundo mejor cuarto del castillo . Además de eso, él había ocupado ese mismo cuarto durante años y lo consideraba como suyo siempre que venía al castillo.

Los criados habían quitado la tina y habían ordenado el cuarto , después de la loca corrida de ambos para prepararse para la fiesta. En la chimenea crepitaba un fuego , proveyendo un calor agradable al ambiente , y las velas aromáticas daban un matiz dorado a la luz, haciendo el cuarto muy acogedor.
Era un invitación para amantes, si ese fuese caso , pensó Rob, dejando escapar un suspiro de resignación.
Alys había modificado el cuarto, dándole un toque femenino, con las almohadas de bordadas. Por primera vez, Rob se sintió feliz con el cambio que probablemente haría que Mairi estuviese más confortable.
También le agradaba el hecho de que la cama enorme continuase allí, hecha para acomodar su peso y du estatura. Por lo menos , no necesitaría dormir pegado al cuerpo de Mairi, excitado como estaba.
Mairi interrumpió sus pensamientos cuando le tocó el brazo, haciéndole la pregunta que él esperaba.
- Dónde está su hermana?
El lograba entenderla mejor, se dio cuenta . Tal vez el cansancio la hiciese hablar más lentamente, o , quien sabe, quizás Mairi hubiese pasado la noche conversando más pausadamente con su padre, para hacerse comprender.
Como deseaba poder escuchar su voz… sería aguda o baja? El acento de las Highlands sería exótico y agradable, o irritante?
Oh, ella esperaba una respuesta.
- Ella va a dormir allá - Rob apuntó al techo, indicando el piso superior. - Nosotros, aquí - él continuó , inclinando la cabeza en dirección a la cama acogedora, en la cual probablemente él pasaría a noche, atormentado y sin poder conciliar el sueño, porque todavía no podía tomar a Mairi .
Los labios de ella se abrieron, sin hablar , y luego sus ojos se abrieron mas grandes . Con miedo? Rob lo dudaba. De sorpresa, más probablemente. Ella no esperaba compartir un cuarto con él, y mucho menos una cama.
En verdad , Rob prefería que haber hecho otro tipo de arreglo, pues no planeaba ejercer sus derechos conyugales hasta que Mairi supiese toda la verdad sobre él. Y sólo entonces, con la condición que ella lo desease . Sin embargo sería poco inteligente escoger dormir solo. Esa decisión produciría muchas preguntas, dudas y chismes , después de todo él y Mairi habían estado casados hacia menos de una semana. Debían actuar como recién casados.
Como si hubiesen pasado juntos todas las noches, y fuese lo mas natural del mundo , Rob se sacó la botas y comenzó a desvestirse tranquilamente. Se quitó la túnica y soltó la hebilla de su cinto.
Rápidamente, Mairi desapareció detrás del biombo donde estaba la fuente para lavarse. él sonrió, al darse cuenta cuan previsible era su esposa.
Cuando ella salió del escondrijo, él ya se había metido, desnudo, entre en la cama , aun sabiendo que aquello era una tentación. Se inclinó, apoyándose en uno de los codos, observándola.
Ella todavía usaba su camisa, una prenda íntima y recatada que escondía sus encantos casi tan completamente como su vestido. Rob admiraba el pudor en una mujer. Aunque lamentaba no poder libertarla de ese recato esa noche. Vestida o no, la imagen de Mairi lo excitaba. Pero después de haber sufrido la angustia del deseo y del celibato por todos aquellos días y noches, había aprendido a soportar con estoicismo los efectos de la lujuria contenida.
Rob sonrió y abrió las mantas, en una invitación . Mairi lo aceptaría si él resolviese poseerla en ese momento ?.
Silenciosamente esperó, manteniendo la sonrisa de desafío.
Ella cruzó el cuarto con algo de vacilación, mordiéndose el labio y observándolo con cautela. Lentamente se acostó .
Rob permaneció inmóvil, hasta que ella se acomodó, manteniendo, como pudo, un espacio entre ambos, y subió las mantas hasta el cuello. Luego se inclinó sobre ella, dejando en claro que pretendía besarla.
Sólo una vez, se prometió a sí mismo. no había pensado en otra cosa desde ese beso rápido , durante el baile . Sólo un simple roce de labios para desearle buenas noches era lo que pretendía, ni siquiera iba a tocarla con las manos.
Rob posó su boca en la de ella, deslizándose en la suavidad rosada de sus labios, sintiendo que Mairi contenía el aliento. Incapaz de resistirse, él continuó con una caricia, delineando con su lengua la abertura húmeda. Ah, Mairi era dulce como la miel.
Saborearla un poquito no haría ningún mal, Rob resolvió , al darse cuenta que ella no se apartaba. Rob inclinó la cabeza hacia un costado y pegó su boca a la de ella. Encajan perfectamente , él pensó. Y su imaginación lo llevó mucho más lejos.
El sintió que la palma de la mano de ella se deslizaba, vacilante, desde su pecho hasta su cuello, los dedos entrenadores en su carne. El hambre del deseo lo dominó, recorriendo su cuerpo e instalándose en su entrepierna con un dolor placentero . Un dolor que él conocía bien y que buscaba placer para aliviar su agonía. Pero no podía. No todavía .
- Mairi… - él murmuró, contra los labios de ella, y sintió la vibración de su nombre murmurado por esa boca temblorosa.
Sólo un beso más, se prometió . Sólo una cucharada más de esa deliciosa miel y , luego , cesaría con esa locura. Pero cuando la tocó, ella ;o envolvió con su calor. Bueno otro beso, para que ella pueda saciarse. Cómo podría negarle eso a ella? Por qué tendría evitar probar una vez mas esa miel ?
La deliciosa mezcla del sabor, del contacto y del olor de Mairi le provocó un arrebato de deseo, venido desde lo profundo de su pecho. Los cabellos de ella estaban sueltos cayendo en cascada por las almohadas. La luz de las velas incidía sobre ellos, haciendo que sus mechas parecieran hilos de oro puro. Como perlas nacaradas, su piel brillaba. Rob la besó, jadeando como si bebiese el néctar de los dioses.
Detente ahora, su mente imploró a sus sentidos obscurecidos por la pasión. Pero ella lo enlazó una vez más y otra más , exigiendo, hasta que él perdió la cuenta de los besos, se olvidó de controlar por donde vagaban sus manos , ahora parecía decido a comerse el frasco de miel entero y ya no le importó que ella tuviese una elección…
De repente, el honor fue más fuerte que el instinto, y Rob recordó su juramento, que hizo eco en su cerebro como un tambor sonando en un salón vacío.

Con reticencia , apartó sus labios de los de ella. Respiró profundamente mirando a Mairi con ojos oscurecidos por el deseo. Ella parecía suplicar pidiendo más, pero Rob sabía que tenía que resistir la tentación. Obligó a su mano que se había posado en sus caderas suaves a subir hasta el brazo y luego hasta los dedos con que ella lo sujetaba por el cuello. Enlazando su mano con la de ella, la llevó hasta sus labios y depositó un beso en los dedos.
- No podemos continuar - él murmuró, dulcemente, intentando suavizar la dureza de su rechazo, más para sí mismo que para ella. - No aquí.
Mairi miró de reojo el cuarto como si se hubiese olvidado donde estaba y murmuró algo. Rob notó que los labios de ella habían se movido, temblorosos, y apretados con mucha fuerza.
Qué ? Qué había dicho ella ? Debía estar preguntando por qué no podían continuar. Era ciertamente lo que él preguntaría, si fuese Mairi.
- Mañana - le prometió precipitadamente. - Cuando estemos en casa. - entonces, le contaría todo a ella.
Habría tiempo suficiente para que ella pudiese ver todo que él podía hacer ? Podría mostrarle la riqueza y las condiciones de Baincroft, tanto del castillo como del feudo y la gente que Creía en él. Podría convencer a Mairi de que él era un buen lord? Un hombre digno de ser su marido? Ella vería con sus propios ojos y, después , aceptaría quedarse con él.
"Por favor, mi Dios", Rob imploró, mentalmente, " haz que ella elija quedarse y que el matrimonio sea un hecho consumado, que no pueda ser anulado."
- Mañana a la noche - Rob afirmó, suplicando con la mirada que ella entendiese, sin más explicaciones. - Si ?
Mairi se retrajo , observándolo. Su mirada le recorrió el cuerpo, ahora descubierto hasta la cintura. El bulto voluminosos, debajo de la manta, dejaba claro que él la deseaba.
Cuando las miradas se encontraron nuevamente, ella sonrió.
- No aquí - él repitió , con la esperanza de que ella juzgase que él no quería poseerla en el cuarto de su hermana.
Ella soltó el aliento que había estado conteniendo, relajando los hombros. Rob notó que, en su locura, había desatado los lazos de la camisa de Mairi que, ahora, caía abierta, revelando parte de sus pechos. El había acariciado esos senos suaves, y la textura de esa piel permanecía en sus dedos, despertando una sensación erótica en su mente.
Rob pensó que daría todo lo que poseía su pudiese posar los labios en ese lugar precioso, que sus ojos devoraban. Pero, se obligó a desviar la mirada y la miró a la cara en un pedido mudo de disculpas.
Mañana… - Mairi repitió , vacilante, las palabras ahora dichas de forma clara para él, tan clara como el hecho de que ella no apreciaba esa espera.

Mairi lo deseaba. Si ella continuase queriéndolo, después que él le confesase todo , Rob iba a mover cielos y tierra para no decepcionarla, de ninguna manera, en nada. Definitivamente.
Ella bajó los ojos y cerró su camisa lentamente. Se dio vuelta de espaldas , y subió las mantas hasta el cuello.
Rob descubrió que era imposible no tocarla una última vez. Posó su mano en su hombro y lo acarició sobre la manta de lana , sabiendo muy bien como sería la sensación de suavidad de esa piel de seda bajo sus dedos, si las telas desapareciese. Luego, quitó la última hebilla que había quedado en sus cabellos de ella y lo colocó sobre una mesa al lado de la cama.
Las velas todavía quemaban, y él las apagó, poniendo un fin a la tentación visual. En la oscuridad, el aroma de mujer lo estimuló todavía más. El recuerdo de la boca deliciosa y de la textura de esa piel pareció intensificarse, sin el auxilio de la luz, y él descubrió que la imagen erótica de Mairi en su mente no dependía de sus ojos.
Desprovisto de la audición y ahora también de la visión, Rob luchó contra sus otros sentidos hasta que, exhausto, se entregó al sueño.
Mañana, fue su último pensamiento, su plegaria más fervorosa, hasta que la inconsciencia lo dominó.
A la mañana siguiente, Rob despertó temprano, como siempre. Cuando el sol se levantó en el horizonte e iluminó o cuarto, lo encontró con los ojos abiertos, observando a Mairi que dormía profundamente . Ella parecía una niña, los puños doblados debajo de su mentón, los rodillas encogidos. Muy jovencita , sin la postura arrogante con que siempre se mostraba.
Qué felicidad que el viejo lord Macinness no la hubiese casado años atrás, con ese maldito primo o con algún otro hombre. Ahora, ella pertenecía a él, Por el momento , por lo menos . Para siempre, si pudiese conservarla a su lado.
Estoy casi enamorado de vos, Rob extendió la mano y apartó una mecha dorada del rostro de Mairi. No, era más que eso , sentía algo como estar embriagado, pensó, con una sonrisa .
Mairi se movió , y él se apartó, observándola desperezarse como un gato. Los ojos de ella se abrieron, y su mirada posó en Rob.
- Buen día , Mairi - dijo él, con una sonrisa .
Su respuesta se perdió detrás de la mano con que Mairi se cubrió la boca, pero él leyó el recelo y la inseguridad en sus ojos muy abiertos, y en su frente fruncida.
- No temas - él murmuró. - no es necesario . Ella se rió, sacudió la cabeza , y llevó a mano a las mantas, arrojándolas hacia abajo y levantándose. Él también se levantó, del otro lado de la cama, poniéndose su ropa .
Mairi cruzó el cuarto y se volvió , enfrentándolo. Sus labios se movieron , pero el chorro de palabras se perdió , antes que él pudiese captar una. Baincroft. Era poco para deducir lo que la preocupaba, pero , afortunadamente , ella se dio vuelta hacia las ropas.
Ah, un problema típicamente femenino. Qué usar. Rob había descubierto , muy temprano en su vida, cuanto decisiones de esa naturaleza torturaban a las mujeres. Él podía ayudarla.
- El rojo - dijo, enfatizando la elección con una sonrisa . - Me gusta el rojo.
Ella apretó los labios, tomó la prenda y la levantó, con un suspiro de duda.
- Confía en mí - le aseguró Rob, experimentando un agudo sentimiento de culpa por la afirmación, sabiendo que había estado mintiéndole a Mairi por los últimos cuatro días.
El se vistió apresuradamente y salió, para dejándole privacidad para su higiene matinal.
Los dos asistieron a misa, la primera a la que iban como marido y mujer. El Padre Michael los bendijo con una plegaria especial, aunque lo hizo con una tal actitud de tanta tristeza y pesar que más se parecía una extremaunción. Después de todo , el sacerdote era el padre de Jehannie y amaba demasiado a su hija. Lady Meg, la madre de Jehannie, también había asistido a la misa, pero ni ella ni padre Michael los saludaron después del oficio religioso.
Rob deseó que el cambio en el curso de los acontecimientos no significase para él la pérdida de la amistad de esa pareja. Los dos habían sido seres adorables en la vida de Rob desde su nacimiento, una especie de padres adoptivos, lo que sería verdad, si él se hubiese casado con Jehannie.
Si por lo menos esa muchacha de genio volátil no hubiese insistido en acompañar a su abuelo a la corte inglesa, cuando él había venido a visitarlos, Rob ahora estaría casado con ella.
El destino había sido generoso al evitar eso , Rob pensó, con un ligero sentimiento de culpa. Si estuviese casado, como había planeado , jamas habría a encontrado Mairi.
Su madre había educado a Jehannie, desde niña, para ser una baronesa, creyendo que Rob necesitaría la asistencia de una esposa experta, para ayudarlo a lidiar con los problemas que podría encontrar, como lord de Baincroft.
También había educado al hermano de Jehannie, Thomas, a quien Trouville había consagrado caballero, Thomas había sido entrenado para actuar como escudero y portavoz de su hijo. Era un alivio para Rob saber que no perdería la relación con su amigo, ya que el casamiento con Mairi había sido idea de Thomas, y él había arreglado todo.
Ellos me odiaran ahora?, Rob le preguntó ,por señales, a su madre, cuando Mairi no estaba mirando. Señaló al padre Michael y a lady Meg.
No!, ella respondió , también con gestos vivaces. Dales les tiempo. Están tristes.
Rob asintió con la cabeza y tomó el brazo de Mairi, conduciéndola de la capilla al salón.
Ella parecía serena y estaba bonita aunque su vestido estaba arrugado. Mairi era una mujer que no necesitaba joyas para dar brillo a su propia apariencia radiante. Pero igualmente Rob adoraría regalarle piedras preciosas.
De repente, él se dio cuenta que no le había dado ningún regalo de bodas. Tenía un broche de esmeraldas, en Baincroft, que serviría maravillosamente como presente , se lo daría la mañana en que hubiesen consumado el matrimonio.
Si eso sucede, se recordó a sí mismo.
EL orgullo llenaba su pecho cada vez que miraba a su esposa. Sus sentimientos ya habían ido más allá de la lujuria y el deseo de protegerla, y se extendía a algo mucho mas especial de lo que él había sentido por Jehannie.
Rob estaba tan increíblemente feliz por tener Mairi en vez de a Jehannie que resolvió , definitivamente, que no sentiría más culpa por eso pues la anulación del compromiso no había sido obra suya.
Después del desayuno con la familia, Rob permitió que su madre lo convenciese de quedarse un rato más . Baincroft quedaba a apenas dos horas a caballo, y él quería dar tiempo a Jehannie para volver a la corte , antes de llegar a su casa.
Cualquier día de esos, él podría encontrarse con ella y pacificar todo el asunto , pero dudaba de que ella pudiese aceptar verlo con una bella esposa a su lado.
Además Mairi podría ponerse muy incómoda al saber que había sido su segunda elección, aún sin tener que tratar con su antigua prometida y su carácter difícil
Por más de una hora, ellos permanecieron en el solar Rob se quedó observando a su madre y a Alys conversando animadamente con Mairi. Benditas fuesen ellas dos hacían con que ella se sintiese bienvenida. Hasta entonces, Mairi había parecido un poco incómoda . Ahora, no.
Alys nunca había querido a Jehannie . Aunque su hermana jamas hubiese sido descuidada, tal vez hubiese desarrollado cierta envidia debido a la atención que Jehannie siempre había recibido de su madre, como futura esposa de Rob.
Con Mairi, Alys se estaba comportando maravillosamente, y él rezó para que la relación continuase así.
Mientras las mujeres conversaban, Rob se sentó delante del fuego, con su padre. Este pronto lo llenó de consejos. La conversación , mitad en palabras, mitad con gestos disimulados, sería graciosa si Rob no estuviese preocupado de que Mairi pudiese descubrir su secreto.
- Se lo contaré hoy, padre! - Rob exclamó, finalmente, esperando poner un punto final al asunto.
De reojo , vio que las mujeres volvían sus cabezas, en su dirección .
Mierda ! La impaciencia lo había dominado, y él se había olvidado de mantener la voz baja. Ahora, todas lo contemplaban, Mairi en especial.
- Hora de partir - él declaró, levantándose para evitar cualquier pregunta . Extendió su mano a ella . - Ven , Mairi.
No hubo objeciones, él se dio cuenta . Obviamente, todos estaban ansioso de que él se llevase a Mairi a Baincroft y contase toda la verdad.
Sería posible que sus padres mantuviesen alguna esperanza de que Mairi rompiese el contrato matrimonial cuando él le dijese sobre su sordera ? Sinceramente, él esperaba que no. Y, aún así, ellos debían estar pensando que, si eso sucediese, con certeza eso le abriría el camino a Jehannie.
Lo que ellos no podían saber era que Rob ya no quería tenerla como esposa, no después de haber conocido a Mairi,
Lucharía con todas las fuerzas, haría cualquier cosa para que ella quisiese quedarse y para que correspondiese a su amor .
Alys propuso a ayudar Mairi a preparar el equipaje, mientras Rob y su padre salían para mandar a ensillar los caballos.
Cuando las mujeres dejaron el aposento, o conde resolvió contarle a Rob las noticia es sobre el prisionero que Andy había traído hasta allí.
- El hombre que atacó a tu esposa está muerto - dijo
- Vos lo mataste ? - preguntó Rob, incapaz de creer que Trouville le sacaría la vida a alguien .
El conde arqueó una de las cejas.
- Le Dejé un puñal cerca, en un olvido muy conveniente. Él temía ser torturado.
- Yo quería respuestas - murmuró Rob decepcionado. - Información.
El conde se encogió de hombros , como si eso no importase.
Le arranqué todo lo que pude.. .
- Y entonces?
- Ranald Maclnness lidera un banda de facinerosos , una escoria de hombres expulsados de otros clanes que sirven a cualquier lord por dinero. Él quiere a tu mujer. Viva o muerta.
- Muerta? Por qué ? - preguntó Rob, sin entender por qué Ranald podría querer ver a Mairi muerta. El hombre que la había atacado debía estar loco o no había comprendido las instrucciones de Ranald.
- La gente de Craigmuir no se someterá a su autoridad como lord mientras Mairi esté viva - le explicó Trouville. - A menos que él la mantenga como rehén, haciendo de ella su esposa.
- él vendrá por ella - murmuró Rob. No necesitaba saber nada más . La vida de Mairi sería despreciada o transformada en un infierno, si Ranald alcanzase sus objetivos.
Aunque quisiese vengar la muerte del padre de Mairi y estuviese ansioso por apartarla de cualquier futura amenaza, Rob tenía esperanza de poder resolver las cosas entre Mairi y él, primero. Allí había otra razón para no demorarse más.
- Dentro de dos o tres días- Rob concluyó. Él vendrá.
Rob sintió la mano firme de su padre posar en su hombro y se volvió .
- Voy mandar un espía. Él nunca llegará a Baincroft.
- No. Déjalo venir! - exclamó Rob, con rabia.
- No te gustará matarlo - dijo Trouville, los ojos negros llenos de tristeza. - No es una cosa fácil.
Rob se dio cuenta entonces que no le había contado nada sobre el ataque a Craigmuir, donde había matado hombres hasta perder la cuenta.
El conde había entrenado a Rob desde a infancia y se había sentido orgulloso cuando el muchacho había sido consagrado caballero y había vencido en los torneos a través del continente europea. Aun así , consideraba que su hijo era incapaz de ejercer violencia cruda y que tenía un corazón demasiado tierno como para afrontar una amenaza verdadera.
- Ya tuve mi bautismo de sangre, padre - Rob admitió , con tristeza. - Realmente no me gusto , pero ese hombre debe morir bajo mi espada.
- Que así sea entonces - dijo Trouville, adoptando su acostumbrada formalidad. - Sólo me resta desearte éxito y suerte en el viaje.