sábado, 6 de noviembre de 2010

DIVINO TESORO - CAPITULO 12 - BETINA KRAHN

CAPITULO 12


El casamiento fue establecido para la noche siguiente, en la gran sala de visitas de la mansión en vez de en la pequeña iglesia del padre Vivant. Después de todo , no era propiamente un casamiento esperado, y las costumbres exigían que se realizase lo más rápidamente posible. Había sido dado un día y más de lo habitual sólo en concesión a la señora Treacle, quien necesitaba cierto tiempo para preparar una comida especial para los novios. Y, por supuesto, debido a la resistencia de la novia.
Encerrar a Treasure en el cuarto del barón fue de poca ayuda. Ni las órdenes de Buck, los pedidos de Annis o los argumentos del padre Vivant lograban convencerla. Y nadie tenía mucha esperanza cuando Pen entró en el cuarto, teniendo cuidado de pedir que cerrasen la puerta por el lado de afuera. Cautelosamente , se aproximó a su hermana y se sentó en la banqueta de brocado a los pies da cama.
— Bien — él comenzó a hablar —, te he visto cabalgar sin montura, pelear con los muchachos, treparte a árboles, y romperte un brazo en una caída. Pero nunca te vi asustada como ahora, Treasure Barrett.
— Asustada?! — Treasure abrió enormemente los ojos , molesta con el comentario de su hermano.
Pero, en el fondo sabía que él tenía razón. No era que tuviese miedo de Sterling Renville. Después de todo , el barón sólo era un hombre. Pero la había hecho sentir cosas raras, haciéndola consciente de ciertas partes de su cuerpo a las cuales nunca había prestado atención. En cada encuentro descubría cosas que ni siquiera sabía que existían hasta ese momento. Y algunas de esos descubrimientos eran terribles. Antes que Renville llegase a Culpepper, nunca había temblado de rabia, jamás había sentido vergüenza ni había querido venganza, y mucho menos había pasado noches en vela sintiendo una fiebre que la consumía. Si , él la perturbaba. Y , si aceptase casarse, qué mas iba a descubrir sobre si misma?
— Si, estás asustada, Treasure Barrett. — Pen miraba atentamente a su hermana.
— No estoy asustada! — ella exclamó asqueada.
— Asustada de Sterling Renville. Él es extravagante, usa ropas extravagantes y está acostumbrado a estar con mujeres extravagantes.
— No seas ridículo. Yo lo he enfrentado , o no lo he enfrentado ?
— Si, lo has enfrentado , pero él también te enfrentó vos. — Pen se rió ey Treasure se ruborizó.
De repente, el muchacho se levantó y trató de salir del cuarto.
Treasure lo agarró por el brazo.
— Ya te lo dije, no tengo miedo de él.
— Entonces por qué estás tan agitada? Una noche es todo lo que ustedes tienen que pasar juntos para que el matrimonio sea legal. Él se marchará a Inglaterra y las cosas volverán a la normalidad. Además , vos vendrás a vivir aquí, a esta casa maravillosa que siempre amaste .
— No ... No entiendes — Treasure balbuceó, perturbada.
— Pero vos si entiendes. Puede no gustarte él, pero lo deseas. Como cualquier mujer normal.
— Eso no es verdad ! — ella protestó cuando la puerta se cerró detrás de su hermano, pero sabía que estaba mintiéndose a si misma.


Al caer de la tarde del día siguiente, el padre Vivant celebró el casamiento en ka enorme sala de visitas de la mansión Renville, delante de la presencia de los Barrett, Lem Hodgson y los empleados de la mansión. Treasure se había negado a vestir cualquier prenda diferente a lo que solía usar o dejar que le arreglasen el cabello. Había insistido en decir que nunca sería una chica común y corriente y que no permitiría que nadie la obligase a ser lo que no era.
Usando su mejor ropa, Buck Barrett subió al cuarto para ofrecer el brazo a su hija, exactamente como padre Vivant le había aconsejado hacer.
— Debo conducirte al altar, Treasure — Buck afirmó, mirándola con cierto remordimiento. En el fondo, rezaba para haber hecho lo correcto.
— Deberías despacharme de acá — ella murmuró, rehusando el brazo de su padre y bajando con él la larga escalera de la mansión. — Es eso lo que los padres hacen cuando sus hijas avergüenzan a su familia.
— Yo jamás podría despacharte , hija. Vos sos mi divino tesoro, recuerdas?
A pesar de la tristeza que la dominaba, Treasure le sonrió a su padre y lo besó levemente en la mejilla , antes de entrar en la sala en la que todos los esperaban
El semblante anguloso de Sterling Renville estaba más taciturno de que nunca, y en todo momento se tocaba la enorme herida que tenía en el mentón y en una de las mejillas.
Formaban la pareja más extraña que el padre Vivant jamas hubiese bendecido.
Entraron en la sala por separado y tuvieron que ser empujados en dirección al sacerdote. Ambos miraban hacia adelante , evitando todo contacto .
Molesto, después unos minutos el padre leyó la plegaria en latín, cerró el misal y cruzó los brazos, negándose a continuar con la ceremonia si la pareja no se miraba . Renville no obedeció hasta que oyó a
Lem Hodgson carraspear sugestivamente.
Treasure sintió los ojos de él y ese conocido calambre en la barriga se intensificó.
Fue obligada a girar hacia Sterling. Intentó desviar la vista, pero algo en ella no permitió que lo hiciese. Apenas oyó las palabras del sacerdote, quien había retomado la ceremonia.
Renville parecía haber chocado de frente con un muro . La cara aristocrática tenía marcas violáceas y rojas, y uno de los ojos grises estaba rodeado por una enorme mancha oscura.
El Padre Vivant hizo que los dos se diesen la mano , y los ojos violetas de Treasure, finalmente, encontraron los del barón. Lo que ella vio allí no fue rabia ni malicia. De repente, Treasure sintió sus piernas flaquear.
Renville notó su palidez y se sintió todavía más perturbado. Ella parecía delicada, femenina y muy desgraciada, y , por alguna extraña razón, tuvo ganas de tomarla en sus brazos y protegerla del resto del mundo. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para prestar atención a lo que el padre decía. Mil pensamientos cruzaron su mente. Por un lado creía que todo eso no era mas que una gran trampa tramada por la propia Treasure, por otro lado se sentía asombrosamente atraído por ella. Sería que ese maldito pueblo estaba afectando su sanidad mental como había hecho con su padre?
— Amén ... ahora el novio puede besar a la novia — dijo el viejo sacerdote, finalizando la breve ceremonia.
Un pesado silencio se descendió sobre los presentes, que parecían temerosos respecto a lo que estaba a punto de suceder.
Renville miró a Treasure, deteniéndose en los labios levemente entreabiertos, y tuvo ganas de devorarla allí mismo. En vez de eso, se puso rígido, rezando para que ese deseo demencial lo abandonase. Después de lo que le pareció una eternidad, dijo con desdén:
— Creo que sólo fue un lapsus mental lo que me metió en esta situación absurda.
Treasure intentó reaccionar, pero fue impedida por Pen.
A continuación Buck abrazó a su hija, seguido por Lem, y cuando el padre Vivant se aproximó, Treasure ya se había controlado.
Renville se dio vuelta y siguió a una agitada señora Treacle a la sala de comer. Flores y manteles de lino adornaban la larga mesa; cristales, porcelana y cubiertos de plata completaban la decoración, que arrancó exclamaciones de admiración entre los pocos invitados.
Bajo el visible desdén de Renville, el ama de llaves indicó el lugar a cada uno de los presentes, quienes miraban todo con indisimulable curiosidad.
Como la ceremonia , la cena también transcurrió de un modo bizarro . Los Barrett llenaban las copas de vino sin parar, hablaban con la boca llena y contaban anécdotas sobre la extraña infancia de Treasure, quien permanecía rígida. Podía ver desprecio y asco en la expresión de Renville.
Finalmente, el barón no soportó más la situación, se levantó y arrojó la servilleta sobre la mesa.
— Este día fue particularmente cansador para mí. Me voy a retirar y a dejarlos disfrutar su ... fiesta.
Dio dos pasos, hasta oír la voz de Buck.
— Ve ... hijo, pero te estás olvidando a tu esposa.
Renville se dio vuelta y miró a Treasure con una mirada amenazadora.
— Oh, si, es verdad. Ven ... esposa.
Treasure cruzó los brazos y continuó sentada. El silencio se hizo opresivo.
— Ah, tendrás que tener mano firme con ella, barón — Buck sugirió. — Treasure ha vivido con mucha libertad y deberá aprender a respetar a su marido.
Aturdido, Renville la miró durante unos segundos, entonces, maldiciendo entre dientes, giró sobre sus talones y dejó la sala.
El Padre Vivant recriminó a Buck, que fue hacia su hija y la hizo levantarse, para luego arrojarla sobre su hombro .
— Uff.. No, papá .. No!... No puedes me...
Pero Buck la ignoró completamente y pronto llegaron a la escalera que llevaba al piso superior. Los demás invitados miraban estupefactos lo que sería el comienzo de la luna de miel de la filósofa de Culpepper.

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