jueves, 18 de noviembre de 2010

DIVINO TESORO - CAPITULO 24 - BETINA KRAHN

CAPITULO 24



— Oh, Sterling, olvidamos a Larenda! — Treasure exclamó a la mañana siguiente al bajar para el desayuno .
Fueron rápidamente al piso inferior y encontraron a Larenda sentada en la sala de visitas, dividida entre el bordado y la preocupación por saber qué habría sucedido entre Treasure y Sterling.
Los dos intentaron explicar lo que había pasado, y pronto Larenda superó el oprobio de haber sido olvidada y volvió a su habitual buen humor.
Treasure no quería perder a Sterling de vista, pero a la tarde él había insistido en llamar a lord Harry Eagleton y ella tuvo de conformarse. Se retiró a la biblioteca para huir de la mirada inquisidora de Larenda, y fue allá que Sterling la encontró somnolienta e inclinada sobre un libro de música, que citaba los compositores mas famosos.
— Todavía somos ricos? — ella preguntó, sonriendo.
El la besó en los labios y en la nariz y se sentó en el sofá a su lado.
— Por el momento . Lord Harry fue al banco muy temprano y depositó el dinero en mi cuenta, Treasure... — él parecía estar luchando por decir algo.
— El dinero es tuyo, Sterling. Nunca tuve dinero y no sabría qué hacer con el. Vos conoces las deudas del duque y sabes como hacer inversiones. Algún día podrías explicarme eso?
— Si, lo haré — él a acercó y le besó los labios con pasión.
— Oh! — ella exclamó, ruborizándose y señalando el libro. — Estoy leyendo sobre los grandes compositores. Dicen que se forman bellas imágenes en nuestra mente cuando escuchamos buena música. Lo habías pensado ? Centenas de diferentes instrumentos siendo ejecutados al mismo tiempo? — Sus ojos brillaban. — Has tenido la oportunidad de escuchar eso ?
Sterling la miró, anticipando la expresión del rostro de Treasure cuando ella escuchase a Handel.
— Si, ya lo he hecho . Y vos también lo oirás.


A la noche siguiente Sterling llevó Treasure y a Larenda a los jardines de Vauxhall a un concierto de George Frederich Handel. Cuando estaban por salir de la casa, llegó Wyatt Colbourne y lo invitaron a unirse a ellos.
Más tarde, en la cama, él la amó con pasión, la melodía todavía resonaba en sus oídos.
Había muchas cosa para mostrarle a Treasure, y en las semanas siguientes él se convirtió en su mentor en el temas de arte cultura, historia y otros refinamientos de la civilización. Fue una experiencia única volver a aprender el mundo a través de la curiosidad y del punto de vista de ella. La llevó a museos, conciertos, galerías de arte y parques. Al final del invierno muchas veces ellos sólo eran vistos en galerías y exposiciones. Ellos iban tomados de las manos, con las cabezas cercanas y , ocasionalmente, Treasure tiraba de la manga del saco de Sterling horrorizada con algún comentario que él hacía. Parecían dos amantes, y no marido y mujer, y muchas veces las personas susurraban al observarlos.
Sterling pensaba cómo había podido dudar que Treasure era una intelectual . Ella observaba todo con sabiduría y curiosidad. Sabía muchas cosas, pues había leído mucho , pero, a veces , se sentía confundida por la discrepancia entre la realidad y lo que encontraba en los libros. Sterling la observaba y se reía, ayudándola a coordinar sus ideas y sintiendo que en el proceso su mundo se iba transformado.
Cierta noche ella le sacó la bata que él vestía y estudió sus hombros perfectos como los del David, de Miguel ?ngel. Esa noche había sido particularmente encantadora . Habían asistido a un concierto en el Convent Garden y habían invitado a Wyatt para acompañarlos. Larenda había sentido una indisposición en el momento de salir y no había podido ir, lo que fue una pena, pues era evidente que Wyatt estaba interesado en ella. El viejo amigo de Sterling aparecía cada vez con más frecuencia y usaba las más variadas excusas para quedarse a solas con Larenda, quien no se mostraba del todo indiferente. Era sólo una cuestión de tiempo para que los dos ganasen coraje para confesarse sus verdaderos sentimientos .
Pensando en eso, Treasure suspiró y se acordó que la única cosa que faltaba para ser completamente feliz era volver a su hogar y volver a ver a su familia. Quizás algún día podría convencer a Sterling de que a vida en las colonias no era tan mala como imaginaba.
— Hum — ella murmuró, acurrucándose contra él. — Nunca podré agradecerte lo suficiente por estar enseñándome tantas cosas, especialmente historia. No había dado cuenta que la mayoría de los filósofos que escribieron los libros de la biblioteca del barón están muertos.
— Historia siempre fue una de las mis materias favoritas. Es extraño que él no tuviese libros de historia en la biblioteca.
— Estoy comenzando a sentirme culpable por ocupar tanto de tu tiempo — ella murmuró.
— No tengo nada para hacer que sea más importante que eso, Treasure.


Al día siguiente, Wyatt apareció y ellos lo invitaron a cenar. Era obvio que él quería hablar con Sterling a solas y que Larenda se sentía agitada con la presencia de él. Por eso , después de la cena, Treasure se retiró a una salita con Larenda, dejando a los dos amigos .
— No te gusta mucho de Wyatt, verdad? — Treasure preguntó, observando las miradas de Larenda en dirección a la puerta que separaba la sala de la biblioteca.
— El señor Colbourne es amigo tuyo y de Sterling. ?l es ... bienvenido aquí — Larenda no levantó la vista del bordado que tenía en sus manos.
— Fue ese pequeño contratiempo en la sala de visitas aquella tarde? Todavía no lo olvidaste ?
— ?l es... tiene ... una mirada extraña — Larenda miró a Treasure, con el ceño fruncido.
— Wyatt? — Treasure sonrió. — Claro que no. ?l es más caballero que Sterling.
— No me gusto el ... modo en que él me mira. Me Causa escalofríos. No sé como Sterling puede conversar con él durante tanto tiempo. — Larenda se sonrojó y apretó los labios, como siempre hacía cuando daba su última palabra sobre algún tema.
Treasure sacudió la cabeza, disimulando una sonrisa.
— Sterling lo está ayudando con ... asuntos de las colonias, me parece.
Honestamente, Treasure no sabía cómo Sterling podía ayudarlo. ?l había pasado los últimos días a su lado y actuaba como si ella fuese la única cosa que le importaba en el mundo. Qué había sucedido con todas las personas que se acercaban él para pedirle consejos? Lord Serrelton y los otros...
— Larenda, Sterling ha recibido visitas últimamente?
— La gente de costumbre. Como él no ha estado en la casa, han dejado sus tarjetas y prometieron volver.
Treasure pidió permiso y fue a la biblioteca. El escritorio estaba en orden y había una bandeja de plata con numerosas tarjetas de visita y notas. Lanzó una mirada curiosa a los papeles y se puso a pensar si esa conducta correspondería a escuchar una puerta cerrada o mirar a través del agujero de la cerradura.
— ...nada es más importante de que eso... — Sterling le había dicho al amarla.
Era lisonjero, pero no habría un dejo de cinismo en esa declaración? Por primera vez, en varias semanas, Treasure pensó en el futuro.


Considerando el modesto tamaño de la casa de lord Serrelton en la ciudad, el número de invitados para esa noche era exagerado. Era un grupo selecto, una élite, más conocido en círculos bancarios que en reuniones sociales. Sterling miró a su esposa antes de responder a la invitación por escrito.
— Lo prometí... No me acercaré a las mesas de juego... Ellos tienen mesas de juego, no ?
— Treasure... — Sterling frunció el ceño.
— Oh, sólo miraré. Crees que lord Harry estará presente? — Treasure preguntó, sonriendo.
— Prometerlo — Sterling la miró muy serio. — Podrás bailar con cualquier hombre que esté conversando con vos, pero sin mencionar cosas en latín . Y no podrás acercarte a las mesas de juego.
Ella suspiró, se acercó y le hizo una caricia en la cara.
— Lo prometo.
Larenda miró a Sterling y a Treasure tomados de las manos en el interior del carruaje que los conducía a la casa de lord Serrelton, suspiró y desvió la mirada. En el último mes había presenciado la intimidad de la pareja, sus miradas apasionadas y sus contactos furtivos, y eso a hacía sentirse extraña. Un calambre en el estomago, una presión en el pecho e, inevitablemente, se acordaba de lo que Treasure le había dicho sobre que Sterling era un hombre muy cariñoso.
Suspiró nuevamente sin mover mucho la cabeza para no despeinar la elegante peluca que usaba. Sentía orgullo del comportamiento de Treasure, del cual era particularmente responsable. Pero cada vez más, a pesar de ser muy bien tratada y siempre incluida en los programas de la pareja, se sentía sobrando. Y ese sentimiento a veces la irritaba, y ni los trabajos manuales parecían aliviar su tensión. Ni la lectura ni el reposo durante las tardes eran suficientes para hacerla olvidar que sola estaba en el mundo. Larenda se sentía diferente, extraña. Qué le estaría pasando?
La presencia de ellos nos salones londinenses ya no era tan comentada. La gente se estaba habituando a ellos. Pero esa noche, un par de ojos los focalizaron con redoblada atención.
Larenda se dio vuelta inquieta y vio a Wyatt Colbourne acercarse para saludar a Sterling y a Treasure y para dirigirse a ella con galanteos. Nerviosa, desvió la mirada y se encontró con Vance Montreaux.
— Vance... — ella empalideció.
— Dulce lady Larenda... Sterling — él los saludó con exagerada reverencia, ignorando a Treasure, lo que fue notado por Sterling, quien abrió enormemente los ojos . — Y, por supuesto, tu esposa de las colonias — Vance agregó a tiempo. Sujetó a Larenda por el brazo y continuó: — Me enteré que no estabas en Rothmere y me vine a encontrarte aquí en Londres, mi querida. Permíteme este baile y la oportunidad de escuchar tus... aventuras. Por favor, discúlpennos.
Ruborizada, Larenda se apartó con Vance Montreaux.
— Qué maleducado . Ni siquiera esperó a ser presentado a Wyatt — Treasure comentó.
— A Vance no le gusta la gente de las colonias y no disimula eso — Sterling murmuró entre dientes .
— Un sentimiento del cual acabarán se arrepintiéndose . Nosotros, das colonias, debemos quedar unidos — Wyatt declaró, en lo que fue apoyado por una sacudida de cabeza de Sterling, lo que dejó a Treasure muy orgullosa y con los ojos brillando de alegría.
Larenda agradeció a Dios el baile fuese un minué , pues sus pasos complicados no dejaban tiempo para que Vance pudiese conversar. Las palmas de las manos de él eran demasiado húmedas , y sus ojos oscuros no se desviaban de ella. Su mirada era penetrante, lo que la hizo querer abandonarlo en el medio de la danza.
— Treasure es nueva en sociedad y creí que mi presencia sería de mucho valor para ella aquí en Londres — Larenda justificaba no haberse quedado en Rothmere para recibirlo.
— Un sentimiento de gran generosidad de tu parte, mi querida, aparecer con ellos y enfrentar los comentarios. Pero un tanto condenable. Tu continua aparición con ellos en público afectará tu reputación. Tienes que pensar en el su futuro como lady de Rothmere. No quiero que mi futura esposa sea blanco de rumores.
— Pero ... Vance... yo — Larenda se sintió irritada, pero tragó en seco y no respondió. Vance era famoso por sus opiniones groseras.
Larenda no podía soportar su toque, sus miradas e su arrogancia. De acuerdo con su opinión, ella no debía continuar relacionándose con un hombre con el cual había noviado y que se había casado con otra.
De modo general, las personas tenían razón. Ella había quedado pegada a Sterling por... seguridad. Se había permitido continuar en la casa de su suegro y aceptar la sugerencia de casarse para evitar las inseguridades de enfrentar la vida sola. Y ahora, parecía que había dejado que las cosas fuesen demasiado lejos . El único remedio para eso sería otro casamiento... con el heredero... con Vance Montreaux.
Ellos continuaron bailando hasta que Sterling se acercó para una contradanza con ella. Larenda se seintió aliviada por la protección de Sterling y , cuando, poco después, Vance la sacó para bailar nuevamente, ella ya no se sentía intimidada.
La noche continuó con Vance monopolizando a Larenda, Sterling haciendo contactos con importantes caballeros del mundo de negocios y Wyatt yendo a todos los ambientes que Larenda ocupaba. Treasure observaba a Larenda con Vance y notaba que ella estaba completamente desatenta.
Ella ya había comentado con Treasure que no le gustaba de Vance y que no quería casarse con él. Le mencionó eso a Sterling, quien miró a la pareja con genuina preocupación.
Vance había bebido demasiado y intentaba apretar a Larenda. El alcohol había disminuido sus escrúpulos, y él justificaba la reticencia de Larenda como siendo parte de un juego de seducción, lo que aumentaba todavía más su deseo por ella.
— Qué caluroso está aquí dentro — Vance protestó. — Vamos encontrar un lugar más aireado para descansar los pies. — Y sin esperar la respuesta condujo a Larenda a otra sala donde no había nadie.
— Debes partir para Rothmere inmediatamente — Vance la enlazó por la cintura continuando con sus órdenes. — Yo te seguiré en una semana para que las proclamas del casamiento sean publicadas. Luego haremos los votos de la manera más rápida y decente posible. Ya esperé demasiado tiempo, Larenda. — él le besó os labios de modo sensual, Larenda intentó se desprender, pero no tuvo éxito.
Cuanto más intentaba alejarse, más fuerte se hacía su abrazo, y él buscaba separar sus piernas con la rodilla, a pesar de la falda y las enaguas.
— No... Vance... — Larenda continuaba intentando desprenderse de él.
Pero el joven atrevido no desistía fácilmente, por el contrario, buscaba penetrar su boca con la lengua y sus dedos veloces intentaban acariciarle los pechos.
— Quieres, sabes que quieres. Seguramente hacías este juego con Sterling también; viven en la misma casa hace mucho tiempo, y él es un famoso...
— No, Vance... por favor — Larenda balbuceaba. — Por favor, para
— Ya esperé demasiado para probar las delicias de tu cuerpo. Ahora tendré el título y a vos para calentar mi cama.
Larenda logró ver una sombra en la puerta y empujó a Vance con más energía.


Wyatt había dejado Sterling y a Treasure. La noche era un desastre total , por varios motivos. Sterling lo había presentado a algunos hombres importantes, pero era con Sterling que ellos querían conversar. Sólo había bailado una vez con lady Larenda, quien había pasado la noche escoltada por un hombre a quien Sterling consideraba un oportunista . Y , cuando vio a Montreaux conduciéndola a una sala aislada, decidió seguirlos. Los encontró abrazados, aparentemente divirtiéndose, pero cuando vio los bellos ojos azules de Larenda mirarlo como pidiendo socorro, decidió intervenir.
— Lady Larenda... — él tenía los puños cerrados — te he buscado por todos lados.
Vance giró la cabeza para observarlo.
— Cómo se atreve a interrumpirnos, caballero? — él preguntó, sin disimular su rabia.
— Cómo se atreve usted — Wyatt se aproximó, parándose al lado de Larenda — a comprometer la reputación de una dama exponiéndola al riesgo de ser descubierta? Se volvió loco? Por favor, lady Larenda, permite que te acompañe fuera de esta sala, inmediatamente!
— Quién se piensa que...
Pero antes que Vance pudiese concluir la frase, Larenda ya se había apartado con las manos en el brazo de Wyatt.
— Cómo se atreve a interferir? — Vance gritó. — Larenda! Vuelve aquí!
Wyatt la abrazó, dejándola por algún tiempo llorar con la cabeza apoyada en su pecho
— Realmente querías irte de allá, no ? — él preguntó, levantando el delicado mentón de Larenda.
Ella sacudió la cabeza afirmativamente, gruesas lágrimas caían por el rostro delicado, lágrimas que Wyatt intentaba secar con sus largos dedos.
— Yo no quería... — Larenda cerró los ojos . — él me forzó, y no pude escapar...
— Está bien — Wyatt continuaba amparándola —, ese cretino no te tocará nuevamente. Lo prometo. Hablaré con él y ...
— No, no debes hacer eso. Habría un escándalo y podrías salir herido. No quiero que seas herido por mi causa.
Entre tantas personas que podrían rescatarla, tenía que ser él... Pero su abrazo era reconfortante y envolvente, y sin duda Wyatt era un hombre atractivo y gentil. Sin darse cuenta , pasó los brazos alrededor de la cintura de él y una vez más apoyó a cabeza en el pecho anc ho.
Era ese contacto tierno y amoroso que él quería de Larenda desde el primer momento en que la había visto. Entonces, movido por un impulso, se inclinó para apoderarse de sus labios.
El beso de Wyatt era firme , y Larenda se sintió increíblemente bien.
— Eres muy linda, lady Larenda... Doce Larenda... — Wyatt le besó el cuello , llegando cerca del contorno de los pechos, que aparecían en el limite del escote.
Larenda se entregaba a esas caricias que, por primera vez, despertaban su femineidad. Sólo las prendas impedían que se uniesen completamente. Y fueron esas barreras que trajeron a Wyatt de vuelta a la realidad .
Lentamente, él se levantó, tirando a Larenda por las manos.
Su expresión era de consternación, y ella luchaba por entender por qué él la dejaba cuando todo parecía estar tan maravillosamente bien .
Avergonzado, Wyatt hizo que ella se sentase en un diván que estaba en el largo pasillo.
— Yo ... — él miró a su alrededor para evitar la mirada de Larenda. Dios, qué había hecho? La había salvado de Vance para infligirle el mismo tipo de ofensa? — Lady Larenda... Por favor, disculpame. Voy a acompañarte de vuelta al salón de baile.
Larenda lo miró confundida, los labios rojos y el pecho jadeante . Parecía incapaz de moverse.
— Por suerte , nos detuvimos a tiempo. Disculpame.
Sin esperar una respuesta, Wyatt la condujo de vuelta al salón principal . Ella no decía nada , lo que sólo aumentaba el arrepentimiento y la culpa que lo asolaban.
Cuando llegaron al salón donde se encontraban Sterling y Treasure, Wyatt se sentía el último de los hombres. Tenía que aprovecharse de una dama que acababa de ser molestada por otro hombre. Había pedido disculpas, pero ella permanecía muda y se quedó así hasta el final de esa noche.
Larenda, siempre había sido tan gentil y, parecía estar paralizada.
Treasure y Sterling intercambiaron miradas preocupadas cuando la llevaron de vuelta a la casa. Era obvio que algo había sucedido, pero qué?

— Ella dijo algo? — Sterling preguntó más tarde, con el ceño fruncido, mientras se quitaba el saco.
— Ni una palabra. Pero mañana descubriré que? sucedió. Nosotros, los filósofos, tenemos nuestros propios métodos.
— Hum — él murmuró. — Claro que los tienen — Y diciendo eso se acercó la cama donde Treasure ya se encontraba acostada. — Quieres aprender más formas de amarse?
Treasure se rió y abrió los brazos para él.
Quiero aprender todo lo que puedas enseñarme , marido.

No muy lejos de allí , acostada en su cama, Larenda miraba el techo, sin poder dormir. Se sentía en el centro de un huracán, recordando la deliciosa sensación de estar en los brazos de Wyatt Colbourne, de sus labios y sus manos sobre su cuerpo. Nunca había experimentado un sentimiento tan intenso y poderoso, ni se imaginaba que ciertas sensaciones realmente existiesen, aunque Treasure ya hubiese hecho alusiones al respecto. Ni siquiera Robert, su finado marido, había sido capaz de despertarle semejante nivel de deseo. Ahora veía a Wyatt Colbourne, el abogado de las colonias, con otros ojos.

No hay comentarios: