domingo, 31 de octubre de 2010

DIVINO TESORO - CAPITULO 6 - BETINA KRAHN

CAPITULO 6


La mansión Renville estaba silenciosa a la mañana siguiente, y Sterling acababa de tomar su desayuno. Se sentía extraño. Tal vez fuese el aire o el agua de ese lugar espantoso . Necesitaba marcharse pronto o acabaría como su padre, un noble inglés que había perdido el sentido de realidad y había preferido enterrarse en vida en un villa sin recursos a volver a su amada Londres.
— Cuando reciba lo que me deben, me vuelvo a Inglaterra. Espero que eso suceda, como mucho, en un mes — murmuró para si mismo.
Lo que había sucedido en la biblioteca el día anterior no se borraba de su cabeza. Había sido la segunda vez que se había involucrado con Treasure Barrett. Y también era la segunda vez que ella lo había rechazado como si fuese uno granjero inmundo . Y pensar que el joven Barrett encima había preguntado si debía esperar afuera! Dios, qué clase de hombre era ese, que dejaba que un extraño tocase íntimamente a hermana y encima preguntaba si debería esperar afuera? Por otro lado qué clase de muchacha vagaba durante al noche, invadiendo casas ajenas con la bendición y la aprobación de todo un pueblo? Y ella leía latín ! El lunático de su padre le había enseñado latín!
Sacudiendo la cabeza Renville intentó apartar los pensamientos relacionados con la escena sensual que habían compartido. Como mucho en un mes estaría de vuelta disfrutando la vida respetable de Londres y de su refinada novia, Larenda Winderleigh-Avalon. Qué le importaba si Treasure Barrett sabía latín tan bien como cualquier alumno de la Universidad Oxford? Después de todo , los papagayos también aprendían a hablar, y eso no les confería una inteligencia superior, o no ?
— Con permiso , barón — el viejo Bailey lo sacó de sus devaneos, para anunciar una visita. — El Padre Vivant pidió verlo y lo conduje a la sala de visitas
Renville frunció el ceño.
— Qué desea?
— Imagino que hacerle una visita, mi lord.
Movido por la fuerza del hábito, Renville tomó el saco, pero pronto cambió de idea. Hacía demasiado calor para usar saco y no había necesidad de tanta formalidad en un lugar como Culpepper. Entonces, se levantó y caminó hacia a la sala de visitas.
El sacerdote vestía su mejor sotana y estaba de pie esperándolo. Esa visita no había sido idea suya. Treasure había insistido y él había acabado cediendo, pero todavía recelaba que eso no fuese a salir bien.
— Buen día , padre — lo saludó el joven barón, entrando en el enorme aposento. — A qué debo su visita?
— Le pido disculpas por no haber avisado antes, barón, pero quiero presentarle mis condolencias por la muerte del barón Darcy. También quiero asegurarle que él fue enterrado como un cristiano.
— Le agradezco, padre, pero no soy católico, y los rituales no me interesan... mi padre era católico?
— No, él no era católico, pero fue velado durante dos días porque era muy amado por toda a comunidad. Jugábamos al ajedrez con cierta frecuencia e intercambiábamos ideas sobre asuntos que no podíamos conversar con la gente sencilla de la villa. Siento mucho la falta de él.
— Tal vez podamos jugar ajedrez una noche de estas — Renville habló sin pensar y pronto se arrepintió, pero no había como volverse atrás.
— Si ? Eso sería perfecto. Pero no quiero que pierda su tiempo conmigo. Sé que está muy ocupado. Entonces le contaré cual es el segundo propósito de mi visita.
— Cuál es ese propósito?
— Vine a invitarlo a participar de la misa del domingo.
— Misa? — Renville se sintió incómodo. — Le dije, padre, no soy católico.
— Oh, mitad de mi rebaño tampoco lo es, barón. — El sacerdote se sentó en el borde de la silla. — Pero todos los habitantes de la villa van a misa: los católicos se arrodillan en el frente, y los protestantes se quedan de pie, atrás. Su presencia sería un buen ejemplo. La gente de aquí necesita buenos ejemplos.
— Voy a aceptar su invitación, padre Vivant. — Renville suspiró, sin esconder su enfado.
— No sabe lo feliz que me haría . — El padre se levantó . — No voy a molestarlo más. Ahora debo visitar a la señora Tusson. Treasure cortó un carbúnculo de la pierna de la pobre mujer esta mañana y ella necesita medicamentos. Si no llego a tiempo, Treasure usará las plumas de lechuza otra vez — el padre agregó, sonriendo.
— Cómo ? La hija dos Barrett cortó a alguien?
— No, señor. Ella hizo una pequeña cirugía. Además de filósofa, Treasure también sabe sobre hierbas y tratamientos usados por los indios.
— Qué quiere decir con eso?
— Treasure es una chica muy especial . Es llamada cuando alguien se enferma y tiene el don de la curación . Conoce de hierbas y aprendió a tratar heridas con una vieja india.
— Y por eso la gente cree que ella puede vagar durante la noche e invadir casas ajenas sin permiso ? — Renville preguntó airado.
— Yo diría, barón, que por eso Treasure Barrett es bienvenida donde y cuando quiera que aparezca . Las enfermedades y los problemas no eligen el momento para presentarse . Y muy frecuentemente ella es llamada en horarios muy extraños.
— Y presumo que la filósofa local conocía mi padre muy bien.
— Oh, si . La muerte del barón Darcy fue una grande pérdida para Treasure. Él solía enseñarle muchas cosas. Era un hombre culto, como usted debe saber.
— Cosas como latín y griego, imagino... Y ella dormía en la mansión?
— Si, muchas veces la vi tomando el desayuno aquí.
La expresión que el padre vio en la cara angulosa del joven barón mostró que él había hecho una interpretación errónea de sus palabras.
— Oh, no, barón, no es lo que está pensando. Puedo asegurarle. Treasure era como una hija para su padre. Venía a usar sus libros y a aprender. Yo también le enseño muchas cosas. Ella aprende rápido. El barón siempre se sintió admirado con la genialidad de esa chica.
— Una pena que él no le haya enseñado a hablar y a actuar civilizadamente.
— Treasure es muy ... Especial. — El padre se rascó la cabeza. — A pesar que es muy jovencita , sabe muchas cosas y es respetada por eso. Es una pena que su relación con ella haya comenzado tan mal.
— Sería difícil no comenzar mal con ella . Buck Barrett es un irresponsable por dejar que su hija, una niña todavía, ande suelta sin nadie que la acompañe.
— Cómo ya le dije , Treasure no es una chica común y corriente , ella es una filo... Bien, Treasure sabe cuidar de si misma. Nadie la lastimaría, ella está bajo la protección de ...
— La protección de quién ?
— Bien, de la Iglesia y ... De todos los habitantes de Culpepper, que la consideran una persona especial.
El brillo burlón que vio en los ojos de Sterling Renville asustó al viejo sacerdote y lo hizo darse cuenta que debería avisar Treasure para que tuviese cuidado con el barón.
Preocupado, padre Vivant se despidió y tomó el camino a la iglesia pensando que padre e hijo podían ser muy parecidos físicamente, pero nada tenían en común espiritualmente. Qué Dios los protegiese del a ira de Sterling Renville.


La mañana de domingo nació clara y calurosa , lo que prenunciaba lluvia para el final de la tarde. Sterling Renville se despertó poco después el sol apareció en el horizonte verde de Culpepper y tomó un ampuloso desayuno .
Después subió al cuarto para escoger la ropa que usaría para ir a misa. Sacó varios trajes del armario y finalmente se decidió por uno , muy elegante, tal vez hasta demasiado elegante considerando las circunstancias. El chaleco era de seda brocada, y la camisa tenia cuello de encaje, lo que combinaría perfectamente con el saco de terciopelo negro. Terminó de vestirse y se miró en el espejo. Qué lástima que no había traído las pelucas!, murmuró mientras se ponía los guantes y pedía para que le trajesen el carruaje, que, sorprendentemente, estaba en perfectas condiciones, aunque fuese viejo.
Se acomodó en el asiento, sentándose erecto e imponente e imaginando si Treasure Barrett también iría a misa.
En esa memorable mañana de domingo, nadie en Culpepper dejó de ver la llegada triunfal del barón Sterling Renville a la pequeña iglesia.
Renville descendió del carruaje y , al entrar en el iglesia, se quedó admirado. La construcción parecía mas chico dese afuera. El altar sencillo poseía manteles de lino, y los objetos parecían ser de plata.
El padre fue recibirlo y le indicó una silla un poco detrás de los bancos de madera. Por lo menos el sacerdote parecía saber que no planeaba participar de los ritos locales. Se sentó altivamente , con una expresión de enfado, y se puso a observar a las personas, vestidas con sencillez y que, poco a poco iban llenando la iglesia.
De repente su atención fue desviada hacia Buck Barrett , quien entraba a la iglesia con su extensa familia. Y allí estaba Treasure Barrett al lado de su padre, vestida con un vestido simple y su acostumbrado delantal blanco. Aún así, parecía más hermosa que nunca, y él sintió unas ganas casi incontrolables de tocarla.
Irritado consigo mismo por sentirse tan atraído por alguien que supuestamente debería repudiar, Renville se levantó para retirarse, pero había mucha gente a su alrededor y el padre Vivant ya estaba iniciando la celebración. No podía irse. Estaba atrapado en medio de la pequeña multitud y , para empeorar las cosas, cuando miró la silla para volver a sentarse, vio que ésta había sido ocupada por una anciana, quien le sonrió agradecidamente, obviamente interpretando equivocadamente la razón por la que se había levantado. No porque no fuese un caballero, sino porque, en verdad , no la había visto.

Intentando controlar su irritación, Renville giró la cabeza y se encontró con Treasure Barrett mirándolo atentamente. Durante un largo momento, mantuvo esa mirada, pero pronto la atención de ella fue atraída por los versículos en latín y Renville aprovechó para estudiar el perfil de rasgos delicados. Por alguna extraña razón, el corazón empezó a latirle más rápidamente , y , por miedo a que las otras personas pudiesen oírlo, se dio vuelta hacia el padre Vivant, buscando entender las oraciones que estaban siendo proferidas.
Los rituales no eran muy diferentes de los practicados en la iglesia anglicana, que él frecuentaba desde pequeño. Las escrituras eran leídas en latín y después en inglés, en una clara concesión a los protestantes.
Aún así, Renville se sintió observado y analizado todo el tiempo . La situación era casi insoportable.
Pero había alguien que estaba gozando con todo aquello: Treasure
. Había sido idea de ella hacer que la gente de Culpepper fuese a misa casi vestida con harapos , sólo que no le había contado esa parte del plan al padre. Quería que Renville viese que nadie allí tenía dinero para pagarle. Por eso, ahora sonreía, al verlo vestido como un pavo real en medio de un grupo de personas usando harapos.
Por suerte para Treasure, Sterling Renville no se acordó de que ya había visto algunas personas, inclusive a los Barrett, vestidos de manera más decente. Y aunque a consciencia le pesase, él estaba determinado a recibir cada centavo de lo que le debían y partir del as colonias sin ni siquiera
mirar atrás.


A la mañana siguiente, un Sterling Renville determinado fue a la casa de Clara Hubbard. Había llegado el día de hacer las cobranzas y, a pesar de ser un servicio que no condecía con su posición, no tenía una persona de confianza para hacerlo. Se arremangó y dio gracias al cielo porque
ninguno de sus amigos en Devon o en Londres podía verlo de esa manera.
Entonces, desmontó y ordenó que sus dos ayudantes, Alf y Hanley, esperasen en el carro.
Golpeó la puerta de la casita, que era casi una choza, y esperó que la vieja Clara Hubbard atendiese.
— Oh, barón — ella balbuceó, secando los ojos lacrimosos con el delantal. — Dios del cielo, esto es terrible.
— Por favor, señora, contrólese — Renville dijo, intentando escapar de las manos da mujer que lo tiraba por la manga de la camisa.
— Mi pierna, señor, apenas puedo caminar. Pero tengo algo para mostrarle.
Ella lo acompañó y , siempre sujetándolo de la camisa , le mostró una gallina subida a la rama de un árbol .
— Mire también allá — dijo Clara, y señaló a otras gallinas subidas a los árboles. — Es terrible,señor. — ella se secó los ojos nuevamente. — Casi no puedo creer que esto esté sucediendo.
— Señora, vine a...
— Oh, ellas han estado así desde que les dije que usted vendría a buscarlas.
— Le dijo a las gallinas que venía a buscarlas? — Renville estaba estupefacto.
— Bien, intenté prepararlas para que no se asustasen cuando usted llegase. Pero no pude hacerlas bajar.
Renville cerró los puños mientras miraba a su alrededor. Quién se pensaban que era ? Un idiota que creía cualquier tontería que le contaban?
— Vine a buscar las gallinas, señora, y voy a llevarlas de cualquier manera.
— Pero no puedo treparme con ... mi pierna...
Renville soltó el brazo que Clara todavía sujetaba y llamó a Alf y Hanley para ayudarlo a recoger su pago.
— Bien, qué están esperando? Tomen las gallinas — ordenó malhumorado.
— Y como haremos eso? — Alf preguntó.
— Simplemente tomándolas — Treasure murmuró, surgiendo en la puerta de la casita de los Hubbard y lanzando una mirada desafiante al barón.
Todos sabían que intentar atrapar gallinas era una tarea humillante, y seguramente el barón Renville aprendería esa lección. Era una buena oportunidad para enseñarle que en la vida no todo era simple y fácil.
De ese modo, en la media hora que siguió, Alf y Hanley intentaron atrapar las gallinas, pero ellas volaban hacia ramas cada vez más altas.
— Quiero esas gallinas intactas, no las quirro mutiladas o muertas — Renville gritó, en un ataque furia.
Treasure observaba a todo deleitada.

Alf y Hanley habían sido escogidos para acompañarlo por sus músculos impresionantes y no por su rapidez y resistencia. Entonces, los dos no tardaron en cansarse.
Mientras tanto, Clara continuaba sentada en su silla , llorando y gimiendo.
Renville gritaba órdenes a los dos muchachos, que miraban uno al otro sin saber qué hacer.
Una cosa era segura: las gallinas estaban ganando la batalla.
De repente, Renville no pudo soportar mas esa situación y fue a espantar a una de las gallinas en dirección a Alf, quien logró agarrarla, pero ella voló dejándole como premio consuelo una pluma.
Una hora después, sólo habían podido tomar dos gallinas. Clara continuaba en su silla gimiendo y protestando porque su huerta estaba arruinada y que moriría de hambre antes que el invierno llegase.
En ese momento, Treasure decidió intervenir.
— Estás bien , Clara? — le preguntó, corriendo hacia la anciana y tomándole la mano entre las suyas.
— él se está llevando mis gallinas, Treasure.
— Qué estás haciendo aquí? — Renville preguntó, airado, apoyando las manos en sus caderas.
— Querida , el barón tiene... Derechos — ella le dijo a Clara, ignorándolo deliberadamente. — Te expliqué eso , no ? — Con un suspiro, se dio vuelta hacia él y preguntó: — Vas a sacarla de las tierras también?
— No es asunto tuyo, muchacha. Pero, andá sabiendo que estoy más preocupado por deudores mas grandes.
— Entonces, puedo quedarme? Dios sea loado! — Clara representaba su papel de la teatralización , tomando y besando las manos de Renville, quien intentaba desesperadamente desprenderse de ella.
Con una expresión resentida en la mirada, él volvió a su caballo, mientras sus dos ayudantes retornaban al carro.
Cuando habían desaparecido en el camino polvoriento , las dos mujeres se abrazaron y Clara lanzó una sonora carcajada que había estado conteniendo hasta entonces.


Esa misma tarde, Renville fue a la granja de Henri Riccard.
— Vamos a evaluar primero — dijo él, abriendo el libro de contabilidad. — Creo que tiene cerdos, caballos y ... Crías de jabalí.
— Por aquí, señor — Riccard condujo al barón al chiquero. — Son estos los cerdos.
— Sólo veo cuatro pequeños cerdos, Riccard.
— Es verdad — admitió el granjero, resignado. — Fue un año terrible. Mucha enfermedad .
— Ahórreme de sus lamentos — Renville lo interrumpió, y le hizo un gesto a Alf y a Hanley para tomasen los cerdos.
Los únicos que se atrevían a observarlo eran Riccard y el hijo mayor. Los otros desviaban las miradas, lo que le despertó cierta desconfianza. El sentido común le advertía que debían estar escondiendo algo.
— Dónde están los otros cerdos, Riccard? — preguntó, yendo directo al punto.
— Estos son todos los cerdos que tengo, señor.
— Si ? — él cuestionó , poco antes de girar hacia sus dos ayudantes. — Revisen el lugar. Revisen todo, los chiqueros, los graneros y las barracas.
Los dos ayudantes miraron a su alrededor y , de repente, Hanley pegó un grito.
Renville corrió hacia la quinta . Allá, debajo la casa que había sido construida sobre estacas, una enorme cerda dormía tranquilamente.
— Me dijo que no tenía más cerdos! — Renville miró al granjero con una mirada victoriosa.
— Oh, Madame Pompadour es la matriarca de todos los cerdos, señor.
— Madame... Pompadour? Le pone a los cerdos nombres de amantes del rey ?
— Amante? Ella no era la reina? Treasure me contó que ella era la favorita del rey Luis... El Rey Sol.
Ella era la favorita del rey , pero no era su reina, aunque vivió en el palacio y fue madre de sus hijos... — Renville dejó de hablar, dándose cuenta que estaba entrando en una conversación ridícula. — Ustedes
no pueden ser tan tarados y creer todo lo que esa chica les dice. Pero, volviendo a lo que interesa, me llevaré a la cerda también, Riccard. Ahora vamos a ver el mijo.
Como Treasure había previsto, Renville no dijo nada más a respecto a los cerdos, que estaban escondidos en el bosque, donde solían permanecer durante la primavera y el verano. Pero ese joven barón no sabía nada sobre los avatares de la naturaleza.
— El mijo, señor — dijo Henri.
— Esto es un absurdo, Henri. Quiero mijo , no forraje.
Pero esto es todo el mijo que tengo, señor — Henri argumentó, abriendo los brazos. — Puede buscar todo lo que quiera.
Renville miró fijamente a Riccard, quien no pestañeó. Finalmente, el barón desistió de la confrontación.
— Obtendré todo el mijo que me debe, Riccard. Esperaré la cosecha.
— Pero , señor, no habrá cosecha. Tendremos que dejar sus tierras, pues no tenemos como pagarle el arrendamiento.
— Ustedes quedarán para hacer la cosecha y pagar la deuda.
Renville se dio vuelta y se encontró con Alf intentando hacer que los cerdos se pusiesen de pie y con Hanley luchando por sacar a Madame Pompadour de su escondrijo.
Súbitamente, vio a Treasure Barrett parada en la puerta de la casa, diciéndole a Mari Riccard, quien estaba embarazada, que debería hacer reposo. Entonces, ella se dio vuelta y lo miró con los brazos cruzados sobre el pecho , los ojos brillando en una clara señal de desafío.
— Cobrando tus deudas, Renville?
— Si, eso hago .
Extrañamente, fue asaltado por esa sensación que siempre lo acometía cuando se encontraba con Treasure Barrett Era una inusitada mezcla de rabia y atracción.
— Sabes , eso me recuerda a una historia que me gusta mucho — ella habló, traspasándolo con sus increíbles ojos violetas — Había un zorro que perseguía a un conejo gordo hacia mucho tiempo. El zorro era rápido , pero el conejo era más veloz . Una noche el zorro encontró al conejo lejos de su madriguera, dentro de un tronco hueco. Entró en el tronco y , finalmente, atrapó al conejo y se lo devoró . Pero, cuando intentó salir del tronco, no pudo , por estaba demasiado gordo . Entonces, yo le pregunto, barón, valió la pena que ese zorro haya cazado al conejo?
Renville estaba indignado. Cómo esa muchacha se atrevía a contarle una fábula como si fuese Esopo en persona ?
— Barón! — Henri apareció con sus hijos detrás. — Estuve pensando, no podré hacer la cosecha sin los caballos!
— Puede pedirle caballos a sus vecinos . Sus caballos ahora son míos.
— Ellos han estado conmigo hace mucho tiempo. Están acostumbrados a trabajar este campo. Tal vez pueda alquilármelos .
— Alquilarlos? Cómo me va a pagar? Usted no tiene dinero!
— Marie... El dinero — Henri ordenó.
Marie no se movió, pero ante un gesto enérgico de su marido ella corrió al interior de la casa, volviendo con una bolsa de cuero que sujetaba como si fuese un valioso tesoro
Los cabellos rubios de Renville brillaban con el sol. Impacientemente , abrió las manos para recibir las dos monedas de cobre que Henri depositó allí.
— Es suficiente? — Henri preguntó orgullosamente .
Renville tuvo ganas de reírse, pero había un costado de su carácter que no permitió que lo hiciese. Cómo mierda podría reírse en la cara de un hombre que sólo tenía dos monedas de cobre y una familia enorme para sustentar? Entonces, murmuró algo y montó su fogoso alazán.
Alf acababa de subir los cerdos al carro y , pronto, los dos muchachos seguían al barón por el camino polvoriento que serpenteaba la colina hasta llegar a la mansión.
Renville maldijo ese día y se dijo que las cosas tenían que cambiar cuando cobrase a los demás deudores. No podía sentirse conmovido al ver la miseria de esa gente, después de todo no era problema suyo que le hubiesen pedido prestado a su padre, sabiendo que no estarían en condiciones de pagar .


A la mañana siguiente, se dirigió, siempre acompañado del carro y de los dos empleados, a la casa de Collin y Naomi Dewlap para confiscar sus quesos de excelente reputación. Entonces, mientras los empleados colocaban los quesos en el carro, Collin llevó al barón a ver sus vacas lecheras y lo invitó a tomar una limonada fresca.
Fue agradable, y Renville estaba calzándose los guantes para marcharse cuando vio a Treasure sentada en la cerca que protegía el jardín de Naomi Dewlap. Ella le lanzó una mirada desafiante , la cual Renville retribuyó. Espoleó el caballo y ya estaba a una cierta distancia cuando se dio cuenta que tenía los dientes apretados y su cuerpo estaba rígido. Nuevamente se había perturbado con la presencia de Treasure Barrett, quien aparecía en todos los lugares donde él hacía sus cobranzas.


Más tarde, ese mismo día, Renville fue a la pobre casa de madera de los Gilcrest. La suerte que lo había acompañado en parte de la mañana no se había repetido allí. Tenía que tomar una vaca y la cosecha de heno. Fue llevado a un barrancón , pues los Gilcrest no estaban en condiciones de construir un granero. Encontró a Bart y Tilly Gilcrest intentando hacer que la vaca se levantase . El animal estaba casi todo cubierto por barro seco , y de vez en cuando intentaba ponerse de pie , pero se caía antes de poder hacerlo.

Ella comió algo que le cayó mal, tal vez una planta del pantano. La mitad de ellas son venenosas.
Renville abrió enormemente los ojos y dio un paso atrás. A continuación fue a mirar otra vaca. Era más vieja y no era de una raza tan valiosa como la primera, pero por lo menos estaba de pie.
— No se quiere levantar? — Treasure preguntó, acercándose.
— Gracias a Dios que viniste , Treasure. Debe haber comido alguna planta venenosa. Puedes hacer algo?
— Veré qué puedo hacer. Pero, de cualquier manera, háganse a la idea que van a perderla — miró a Renville disgustada y se arrodilló cerca de la vaca. Examinó la cabeza y la boca del animal con mucha facilidad.
Renville se sintió otra vez fascinado por esa extraña chica que al mismo tiempo lo seducía y lo encolerizaba. Qué le estaba pasando? Observó atentamente el cuerpo joven, moldeado por un vestido sencillo y roto, y sintió su sangre correr más rápido en sus venas
— Necesitaré darle una mirada al lugar donde estuvo el animal , para ver qué clase de planta comió . Lo mas seguro es que esté envenenada.
Treasure miró a Renville, parado al sol, los cabellos rubios brillando, los labios entreabiertos y los ojos grises estudiándola con grande interés .
Por un momento pensó que Sterling Renville parecía un dios griego con ese porte elegante y su cara masculina , exactamente como en los libros que describían al bello Apolo.
Pero se vio obligada a abandonar sus devaneos y volver a la realidad, pues lo oyó decir:
— Gilcrest, me llevaré la otra vaca como pago.
— Pero , barón...
no aceptaré objeciones, Gilcrest. No puedo quedarme esperando que ese animal se recupere. No con esta chica a cargo de esa tarea — Miró a Treasure con desdén , antes de acompañar a Bart Gilcrest para ver el heno. No era de buena calidad, pero así mismo Renville le ordenó a sus dos ayudantes que lo llevasen al carro.


Dos días pasaron y el joven barón continuó cobrando a sus deudores y recibiendo lo que la gente podía darle en forma pago por los antiguos préstamos. Treasure Barrett siempre aparecía en esas ocasiones y nunca perdía la oportunidad de decir algún proverbio en latín .
Renville había hecho arreglos para vender lo que había logrado reunir a un negociante en Baltimore. Al final del día, estaba sentado en la biblioteca bebiendo coñac cuando la señora Treacle apareció, diciendo que él tenía que ir a la despensa.
Cuando lo hizo, notó inmediatamente cual era o problema. El queso emanaba un olor asqueroso .
— Uh! — él tomó un pañuelo y se cubrió la nariz. — Vamos a salir de aquí .
El ama de llaves obedeció y, cerrando la puerta, se apoyó en ella respirando profundamente .
— Todos los quesos están así ? — Renville preguntó.
— Algunos todavía no, pero seguramente se pondrán así . Sólo espero que no le peguen ese olor a nuestros quesos y a la carne ahumada.
— Qué pasó con esos quesos?
— Es difícil decirlo, señor. Puede ser que la cuajada no estuviese buena, o que hayan recibido demasiado calor . A veces eso sucede, aunque es algo raro con los quesos de los Dewlap. Hay sólo un modo de tener certeza.
— Y cuál es?
— Llamar a Treasure para que lo descubra.
— Treasure Barrett? Qué que ver ella con esto? — Renville se enderezó .
— Ella es una filósofa que sabe de ...
— Es una charlatana de feria ... O una bruja, no puede ser otra cosa.
— No, señor. Es una filósofa versada en muchos temas. Todos la llaman cuando hay algún problema, y Treasure siempre encuentra una solución. Ella sabe más de que todas las personas de la villa juntas. Fue su padre quien decía eso, señor. El barón Darcy la consideraba una persona especial. No hay nada que Treasure Barrett no sepa o entienda.
La señora Treacle habló con tanta convicción que Renville consideró que era inútil contestar.
— Y ella entiende sobre quesos, pues Collin y Naomi siempre la llaman para examinar los quesos que fabrican . Entonces, si usted quiere saber qué sucedió es mejor llamarla.
— Ah, si ella sabe de quesos, de vacas envenenadas, de carbúnculos, de fábulas de Esopo, sabe latín ... lo único de lo que no sabe mucho es sobre la familia real francesa — él ironizó. Luego se calló, dándose cuenta que estaba siendo ridículo.
— Ella sabe todo lo que hay en los libros de su padre y un poco de medicina indígena, también aprendió lo que el padre Vivant le pudo enseñar. Treasure entiende de sembrado y de cosecha, de nacimiento y muerte. Fue ella que celebró los últimos ritos para encomendar el alma de su padre, cuando padre Vivant estaba fuera de la villa, en una reunión con el obispo.
— Ella ... qué ?
— Ella le dio a su padre a...
— Oí lo que dijo — él se enderezó . — Entonces esa chica también se mete en cuestiones religiosas?
— Ella no se mete, señor! Treasure fue criada y especialmente preparada para hacer eso y atiende a católicos y protestantes en ausencia del sacerdote. Con a aprobación de él, por supuesto. Además , ella amaba al barón Darcy como si fuese su propio padre, y lloró mucho cuando él murió.
Se hizo un pesado silencio, y el ama de llaves se cubrió la boca con la mano asustada por su propio coraje para contestarle así a su patrón.
Renville enderezó el cuerpo y decidió no tocar más el tema. Sería inútil.
Limpie este lugar inmediatamente — él ordenó, señalando la puerta de la despensa. — Y , mientras yo esté aquí, no quiero oír ni más una palabra sobre esa muchacha insolente. Fui claro?

DIVINO TESORO - CAPITULO 6 - BETINA KRAHN

CAPITULO 6


La mansión Renville estaba silenciosa a la mañana siguiente, y Sterling acababa de tomar su desayuno. Se sentía extraño. Tal vez fuese el aire o el agua de ese lugar espantoso . Necesitaba marcharse pronto o acabaría como su padre, un noble inglés que había perdido el sentido de realidad y había preferido enterrarse en vida en un villa sin recursos a volver a su amada Londres.
— Cuando reciba lo que me deben, me vuelvo a Inglaterra. Espero que eso suceda, como mucho, en un mes — murmuró para si mismo.
Lo que había sucedido en la biblioteca el día anterior no se borraba de su cabeza. Había sido la segunda vez que se había involucrado con Treasure Barrett. Y también era la segunda vez que ella lo había rechazado como si fuese uno granjero inmundo . Y pensar que el joven Barrett encima había preguntado si debía esperar afuera! Dios, qué clase de hombre era ese, que dejaba que un extraño tocase íntimamente a hermana y encima preguntaba si debería esperar afuera? Por otro lado qué clase de muchacha vagaba durante al noche, invadiendo casas ajenas con la bendición y la aprobación de todo un pueblo? Y ella leía latín ! El lunático de su padre le había enseñado latín!
Sacudiendo la cabeza Renville intentó apartar los pensamientos relacionados con la escena sensual que habían compartido. Como mucho en un mes estaría de vuelta disfrutando la vida respetable de Londres y de su refinada novia, Larenda Winderleigh-Avalon. Qué le importaba si Treasure Barrett sabía latín tan bien como cualquier alumno de la Universidad Oxford? Después de todo , los papagayos también aprendían a hablar, y eso no les confería una inteligencia superior, o no ?
— Con permiso , barón — el viejo Bailey lo sacó de sus devaneos, para anunciar una visita. — El Padre Vivant pidió verlo y lo conduje a la sala de visitas
Renville frunció el ceño.
— Qué desea?
— Imagino que hacerle una visita, mi lord.
Movido por la fuerza del hábito, Renville tomó el saco, pero pronto cambió de idea. Hacía demasiado calor para usar saco y no había necesidad de tanta formalidad en un lugar como Culpepper. Entonces, se levantó y caminó hacia a la sala de visitas.
El sacerdote vestía su mejor sotana y estaba de pie esperándolo. Esa visita no había sido idea suya. Treasure había insistido y él había acabado cediendo, pero todavía recelaba que eso no fuese a salir bien.
— Buen día , padre — lo saludó el joven barón, entrando en el enorme aposento. — A qué debo su visita?
— Le pido disculpas por no haber avisado antes, barón, pero quiero presentarle mis condolencias por la muerte del barón Darcy. También quiero asegurarle que él fue enterrado como un cristiano.
— Le agradezco, padre, pero no soy católico, y los rituales no me interesan... mi padre era católico?
— No, él no era católico, pero fue velado durante dos días porque era muy amado por toda a comunidad. Jugábamos al ajedrez con cierta frecuencia e intercambiábamos ideas sobre asuntos que no podíamos conversar con la gente sencilla de la villa. Siento mucho la falta de él.
— Tal vez podamos jugar ajedrez una noche de estas — Renville habló sin pensar y pronto se arrepintió, pero no había como volverse atrás.
— Si ? Eso sería perfecto. Pero no quiero que pierda su tiempo conmigo. Sé que está muy ocupado. Entonces le contaré cual es el segundo propósito de mi visita.
— Cuál es ese propósito?
— Vine a invitarlo a participar de la misa del domingo.
— Misa? — Renville se sintió incómodo. — Le dije, padre, no soy católico.
— Oh, mitad de mi rebaño tampoco lo es, barón. — El sacerdote se sentó en el borde de la silla. — Pero todos los habitantes de la villa van a misa: los católicos se arrodillan en el frente, y los protestantes se quedan de pie, atrás. Su presencia sería un buen ejemplo. La gente de aquí necesita buenos ejemplos.
— Voy a aceptar su invitación, padre Vivant. — Renville suspiró, sin esconder su enfado.
— No sabe lo feliz que me haría . — El padre se levantó . — No voy a molestarlo más. Ahora debo visitar a la señora Tusson. Treasure cortó un carbúnculo de la pierna de la pobre mujer esta mañana y ella necesita medicamentos. Si no llego a tiempo, Treasure usará las plumas de lechuza otra vez — el padre agregó, sonriendo.
— Cómo ? La hija dos Barrett cortó a alguien?
— No, señor. Ella hizo una pequeña cirugía. Además de filósofa, Treasure también sabe sobre hierbas y tratamientos usados por los indios.
— Qué quiere decir con eso?
— Treasure es una chica muy especial . Es llamada cuando alguien se enferma y tiene el don de la curación . Conoce de hierbas y aprendió a tratar heridas con una vieja india.
— Y por eso la gente cree que ella puede vagar durante la noche e invadir casas ajenas sin permiso ? — Renville preguntó airado.
— Yo diría, barón, que por eso Treasure Barrett es bienvenida donde y cuando quiera que aparezca . Las enfermedades y los problemas no eligen el momento para presentarse . Y muy frecuentemente ella es llamada en horarios muy extraños.
— Y presumo que la filósofa local conocía mi padre muy bien.
— Oh, si . La muerte del barón Darcy fue una grande pérdida para Treasure. Él solía enseñarle muchas cosas. Era un hombre culto, como usted debe saber.
— Cosas como latín y griego, imagino... Y ella dormía en la mansión?
— Si, muchas veces la vi tomando el desayuno aquí.
La expresión que el padre vio en la cara angulosa del joven barón mostró que él había hecho una interpretación errónea de sus palabras.
— Oh, no, barón, no es lo que está pensando. Puedo asegurarle. Treasure era como una hija para su padre. Venía a usar sus libros y a aprender. Yo también le enseño muchas cosas. Ella aprende rápido. El barón siempre se sintió admirado con la genialidad de esa chica.
— Una pena que él no le haya enseñado a hablar y a actuar civilizadamente.
— Treasure es muy ... Especial. — El padre se rascó la cabeza. — A pesar que es muy jovencita , sabe muchas cosas y es respetada por eso. Es una pena que su relación con ella haya comenzado tan mal.
— Sería difícil no comenzar mal con ella . Buck Barrett es un irresponsable por dejar que su hija, una niña todavía, ande suelta sin nadie que la acompañe.
— Cómo ya le dije , Treasure no es una chica común y corriente , ella es una filo... Bien, Treasure sabe cuidar de si misma. Nadie la lastimaría, ella está bajo la protección de ...
— La protección de quién ?
— Bien, de la Iglesia y ... De todos los habitantes de Culpepper, que la consideran una persona especial.
El brillo burlón que vio en los ojos de Sterling Renville asustó al viejo sacerdote y lo hizo darse cuenta que debería avisar Treasure para que tuviese cuidado con el barón.
Preocupado, padre Vivant se despidió y tomó el camino a la iglesia pensando que padre e hijo podían ser muy parecidos físicamente, pero nada tenían en común espiritualmente. Qué Dios los protegiese del a ira de Sterling Renville.


La mañana de domingo nació clara y calurosa , lo que prenunciaba lluvia para el final de la tarde. Sterling Renville se despertó poco después el sol apareció en el horizonte verde de Culpepper y tomó un ampuloso desayuno .
Después subió al cuarto para escoger la ropa que usaría para ir a misa. Sacó varios trajes del armario y finalmente se decidió por uno , muy elegante, tal vez hasta demasiado elegante considerando las circunstancias. El chaleco era de seda brocada, y la camisa tenia cuello de encaje, lo que combinaría perfectamente con el saco de terciopelo negro. Terminó de vestirse y se miró en el espejo. Qué lástima que no había traído las pelucas!, murmuró mientras se ponía los guantes y pedía para que le trajesen el carruaje, que, sorprendentemente, estaba en perfectas condiciones, aunque fuese viejo.
Se acomodó en el asiento, sentándose erecto e imponente e imaginando si Treasure Barrett también iría a misa.
En esa memorable mañana de domingo, nadie en Culpepper dejó de ver la llegada triunfal del barón Sterling Renville a la pequeña iglesia.
Renville descendió del carruaje y , al entrar en el iglesia, se quedó admirado. La construcción parecía mas chico dese afuera. El altar sencillo poseía manteles de lino, y los objetos parecían ser de plata.
El padre fue recibirlo y le indicó una silla un poco detrás de los bancos de madera. Por lo menos el sacerdote parecía saber que no planeaba participar de los ritos locales. Se sentó altivamente , con una expresión de enfado, y se puso a observar a las personas, vestidas con sencillez y que, poco a poco iban llenando la iglesia.
De repente su atención fue desviada hacia Buck Barrett , quien entraba a la iglesia con su extensa familia. Y allí estaba Treasure Barrett al lado de su padre, vestida con un vestido simple y su acostumbrado delantal blanco. Aún así, parecía más hermosa que nunca, y él sintió unas ganas casi incontrolables de tocarla.
Irritado consigo mismo por sentirse tan atraído por alguien que supuestamente debería repudiar, Renville se levantó para retirarse, pero había mucha gente a su alrededor y el padre Vivant ya estaba iniciando la celebración. No podía irse. Estaba atrapado en medio de la pequeña multitud y , para empeorar las cosas, cuando miró la silla para volver a sentarse, vio que ésta había sido ocupada por una anciana, quien le sonrió agradecidamente, obviamente interpretando equivocadamente la razón por la que se había levantado. No porque no fuese un caballero, sino porque, en verdad , no la había visto.

Intentando controlar su irritación, Renville giró la cabeza y se encontró con Treasure Barrett mirándolo atentamente. Durante un largo momento, mantuvo esa mirada, pero pronto la atención de ella fue atraída por los versículos en latín y Renville aprovechó para estudiar el perfil de rasgos delicados. Por alguna extraña razón, el corazón empezó a latirle más rápidamente , y , por miedo a que las otras personas pudiesen oírlo, se dio vuelta hacia el padre Vivant, buscando entender las oraciones que estaban siendo proferidas.
Los rituales no eran muy diferentes de los practicados en la iglesia anglicana, que él frecuentaba desde pequeño. Las escrituras eran leídas en latín y después en inglés, en una clara concesión a los protestantes.
Aún así, Renville se sintió observado y analizado todo el tiempo . La situación era casi insoportable.
Pero había alguien que estaba gozando con todo aquello: Treasure
. Había sido idea de ella hacer que la gente de Culpepper fuese a misa casi vestida con harapos , sólo que no le había contado esa parte del plan al padre. Quería que Renville viese que nadie allí tenía dinero para pagarle. Por eso, ahora sonreía, al verlo vestido como un pavo real en medio de un grupo de personas usando harapos.
Por suerte para Treasure, Sterling Renville no se acordó de que ya había visto algunas personas, inclusive a los Barrett, vestidos de manera más decente. Y aunque a consciencia le pesase, él estaba determinado a recibir cada centavo de lo que le debían y partir del as colonias sin ni siquiera
mirar atrás.


A la mañana siguiente, un Sterling Renville determinado fue a la casa de Clara Hubbard. Había llegado el día de hacer las cobranzas y, a pesar de ser un servicio que no condecía con su posición, no tenía una persona de confianza para hacerlo. Se arremangó y dio gracias al cielo porque
ninguno de sus amigos en Devon o en Londres podía verlo de esa manera.
Entonces, desmontó y ordenó que sus dos ayudantes, Alf y Hanley, esperasen en el carro.
Golpeó la puerta de la casita, que era casi una choza, y esperó que la vieja Clara Hubbard atendiese.
— Oh, barón — ella balbuceó, secando los ojos lacrimosos con el delantal. — Dios del cielo, esto es terrible.
— Por favor, señora, contrólese — Renville dijo, intentando escapar de las manos da mujer que lo tiraba por la manga de la camisa.
— Mi pierna, señor, apenas puedo caminar. Pero tengo algo para mostrarle.
Ella lo acompañó y , siempre sujetándolo de la camisa , le mostró una gallina subida a la rama de un árbol .
— Mire también allá — dijo Clara, y señaló a otras gallinas subidas a los árboles. — Es terrible,señor. — ella se secó los ojos nuevamente. — Casi no puedo creer que esto esté sucediendo.
— Señora, vine a...
— Oh, ellas han estado así desde que les dije que usted vendría a buscarlas.
— Le dijo a las gallinas que venía a buscarlas? — Renville estaba estupefacto.
— Bien, intenté prepararlas para que no se asustasen cuando usted llegase. Pero no pude hacerlas bajar.
Renville cerró los puños mientras miraba a su alrededor. Quién se pensaban que era ? Un idiota que creía cualquier tontería que le contaban?
— Vine a buscar las gallinas, señora, y voy a llevarlas de cualquier manera.
— Pero no puedo treparme con ... mi pierna...
Renville soltó el brazo que Clara todavía sujetaba y llamó a Alf y Hanley para ayudarlo a recoger su pago.
— Bien, qué están esperando? Tomen las gallinas — ordenó malhumorado.
— Y como haremos eso? — Alf preguntó.
— Simplemente tomándolas — Treasure murmuró, surgiendo en la puerta de la casita de los Hubbard y lanzando una mirada desafiante al barón.
Todos sabían que intentar atrapar gallinas era una tarea humillante, y seguramente el barón Renville aprendería esa lección. Era una buena oportunidad para enseñarle que en la vida no todo era simple y fácil.
De ese modo, en la media hora que siguió, Alf y Hanley intentaron atrapar las gallinas, pero ellas volaban hacia ramas cada vez más altas.
— Quiero esas gallinas intactas, no las quirro mutiladas o muertas — Renville gritó, en un ataque furia.
Treasure observaba a todo deleitada.

Alf y Hanley habían sido escogidos para acompañarlo por sus músculos impresionantes y no por su rapidez y resistencia. Entonces, los dos no tardaron en cansarse.
Mientras tanto, Clara continuaba sentada en su silla , llorando y gimiendo.
Renville gritaba órdenes a los dos muchachos, que miraban uno al otro sin saber qué hacer.
Una cosa era segura: las gallinas estaban ganando la batalla.
De repente, Renville no pudo soportar mas esa situación y fue a espantar a una de las gallinas en dirección a Alf, quien logró agarrarla, pero ella voló dejándole como premio consuelo una pluma.
Una hora después, sólo habían podido tomar dos gallinas. Clara continuaba en su silla gimiendo y protestando porque su huerta estaba arruinada y que moriría de hambre antes que el invierno llegase.
En ese momento, Treasure decidió intervenir.
— Estás bien , Clara? — le preguntó, corriendo hacia la anciana y tomándole la mano entre las suyas.
— él se está llevando mis gallinas, Treasure.
— Qué estás haciendo aquí? — Renville preguntó, airado, apoyando las manos en sus caderas.
— Querida , el barón tiene... Derechos — ella le dijo a Clara, ignorándolo deliberadamente. — Te expliqué eso , no ? — Con un suspiro, se dio vuelta hacia él y preguntó: — Vas a sacarla de las tierras también?
— No es asunto tuyo, muchacha. Pero, andá sabiendo que estoy más preocupado por deudores mas grandes.
— Entonces, puedo quedarme? Dios sea loado! — Clara representaba su papel de la teatralización , tomando y besando las manos de Renville, quien intentaba desesperadamente desprenderse de ella.
Con una expresión resentida en la mirada, él volvió a su caballo, mientras sus dos ayudantes retornaban al carro.
Cuando habían desaparecido en el camino polvoriento , las dos mujeres se abrazaron y Clara lanzó una sonora carcajada que había estado conteniendo hasta entonces.


Esa misma tarde, Renville fue a la granja de Henri Riccard.
— Vamos a evaluar primero — dijo él, abriendo el libro de contabilidad. — Creo que tiene cerdos, caballos y ... Crías de jabalí.
— Por aquí, señor — Riccard condujo al barón al chiquero. — Son estos los cerdos.
— Sólo veo cuatro pequeños cerdos, Riccard.
— Es verdad — admitió el granjero, resignado. — Fue un año terrible. Mucha enfermedad .
— Ahórreme de sus lamentos — Renville lo interrumpió, y le hizo un gesto a Alf y a Hanley para tomasen los cerdos.
Los únicos que se atrevían a observarlo eran Riccard y el hijo mayor. Los otros desviaban las miradas, lo que le despertó cierta desconfianza. El sentido común le advertía que debían estar escondiendo algo.
— Dónde están los otros cerdos, Riccard? — preguntó, yendo directo al punto.
— Estos son todos los cerdos que tengo, señor.
— Si ? — él cuestionó , poco antes de girar hacia sus dos ayudantes. — Revisen el lugar. Revisen todo, los chiqueros, los graneros y las barracas.
Los dos ayudantes miraron a su alrededor y , de repente, Hanley pegó un grito.
Renville corrió hacia la quinta . Allá, debajo la casa que había sido construida sobre estacas, una enorme cerda dormía tranquilamente.
— Me dijo que no tenía más cerdos! — Renville miró al granjero con una mirada victoriosa.
— Oh, Madame Pompadour es la matriarca de todos los cerdos, señor.
— Madame... Pompadour? Le pone a los cerdos nombres de amantes del rey ?
— Amante? Ella no era la reina? Treasure me contó que ella era la favorita del rey Luis... El Rey Sol.
Ella era la favorita del rey , pero no era su reina, aunque vivió en el palacio y fue madre de sus hijos... — Renville dejó de hablar, dándose cuenta que estaba entrando en una conversación ridícula. — Ustedes
no pueden ser tan tarados y creer todo lo que esa chica les dice. Pero, volviendo a lo que interesa, me llevaré a la cerda también, Riccard. Ahora vamos a ver el mijo.
Como Treasure había previsto, Renville no dijo nada más a respecto a los cerdos, que estaban escondidos en el bosque, donde solían permanecer durante la primavera y el verano. Pero ese joven barón no sabía nada sobre los avatares de la naturaleza.
— El mijo, señor — dijo Henri.
— Esto es un absurdo, Henri. Quiero mijo , no forraje.
Pero esto es todo el mijo que tengo, señor — Henri argumentó, abriendo los brazos. — Puede buscar todo lo que quiera.
Renville miró fijamente a Riccard, quien no pestañeó. Finalmente, el barón desistió de la confrontación.
— Obtendré todo el mijo que me debe, Riccard. Esperaré la cosecha.
— Pero , señor, no habrá cosecha. Tendremos que dejar sus tierras, pues no tenemos como pagarle el arrendamiento.
— Ustedes quedarán para hacer la cosecha y pagar la deuda.
Renville se dio vuelta y se encontró con Alf intentando hacer que los cerdos se pusiesen de pie y con Hanley luchando por sacar a Madame Pompadour de su escondrijo.
Súbitamente, vio a Treasure Barrett parada en la puerta de la casa, diciéndole a Mari Riccard, quien estaba embarazada, que debería hacer reposo. Entonces, ella se dio vuelta y lo miró con los brazos cruzados sobre el pecho , los ojos brillando en una clara señal de desafío.
— Cobrando tus deudas, Renville?
— Si, eso hago .
Extrañamente, fue asaltado por esa sensación que siempre lo acometía cuando se encontraba con Treasure Barrett Era una inusitada mezcla de rabia y atracción.
— Sabes , eso me recuerda a una historia que me gusta mucho — ella habló, traspasándolo con sus increíbles ojos violetas — Había un zorro que perseguía a un conejo gordo hacia mucho tiempo. El zorro era rápido , pero el conejo era más veloz . Una noche el zorro encontró al conejo lejos de su madriguera, dentro de un tronco hueco. Entró en el tronco y , finalmente, atrapó al conejo y se lo devoró . Pero, cuando intentó salir del tronco, no pudo , por estaba demasiado gordo . Entonces, yo le pregunto, barón, valió la pena que ese zorro haya cazado al conejo?
Renville estaba indignado. Cómo esa muchacha se atrevía a contarle una fábula como si fuese Esopo en persona ?
— Barón! — Henri apareció con sus hijos detrás. — Estuve pensando, no podré hacer la cosecha sin los caballos!
— Puede pedirle caballos a sus vecinos . Sus caballos ahora son míos.
— Ellos han estado conmigo hace mucho tiempo. Están acostumbrados a trabajar este campo. Tal vez pueda alquilármelos .
— Alquilarlos? Cómo me va a pagar? Usted no tiene dinero!
— Marie... El dinero — Henri ordenó.
Marie no se movió, pero ante un gesto enérgico de su marido ella corrió al interior de la casa, volviendo con una bolsa de cuero que sujetaba como si fuese un valioso tesoro
Los cabellos rubios de Renville brillaban con el sol. Impacientemente , abrió las manos para recibir las dos monedas de cobre que Henri depositó allí.
— Es suficiente? — Henri preguntó orgullosamente .
Renville tuvo ganas de reírse, pero había un costado de su carácter que no permitió que lo hiciese. Cómo mierda podría reírse en la cara de un hombre que sólo tenía dos monedas de cobre y una familia enorme para sustentar? Entonces, murmuró algo y montó su fogoso alazán.
Alf acababa de subir los cerdos al carro y , pronto, los dos muchachos seguían al barón por el camino polvoriento que serpenteaba la colina hasta llegar a la mansión.
Renville maldijo ese día y se dijo que las cosas tenían que cambiar cuando cobrase a los demás deudores. No podía sentirse conmovido al ver la miseria de esa gente, después de todo no era problema suyo que le hubiesen pedido prestado a su padre, sabiendo que no estarían en condiciones de pagar .


A la mañana siguiente, se dirigió, siempre acompañado del carro y de los dos empleados, a la casa de Collin y Naomi Dewlap para confiscar sus quesos de excelente reputación. Entonces, mientras los empleados colocaban los quesos en el carro, Collin llevó al barón a ver sus vacas lecheras y lo invitó a tomar una limonada fresca.
Fue agradable, y Renville estaba calzándose los guantes para marcharse cuando vio a Treasure sentada en la cerca que protegía el jardín de Naomi Dewlap. Ella le lanzó una mirada desafiante , la cual Renville retribuyó. Espoleó el caballo y ya estaba a una cierta distancia cuando se dio cuenta que tenía los dientes apretados y su cuerpo estaba rígido. Nuevamente se había perturbado con la presencia de Treasure Barrett, quien aparecía en todos los lugares donde él hacía sus cobranzas.


Más tarde, ese mismo día, Renville fue a la pobre casa de madera de los Gilcrest. La suerte que lo había acompañado en parte de la mañana no se había repetido allí. Tenía que tomar una vaca y la cosecha de heno. Fue llevado a un barrancón , pues los Gilcrest no estaban en condiciones de construir un granero. Encontró a Bart y Tilly Gilcrest intentando hacer que la vaca se levantase . El animal estaba casi todo cubierto por barro seco , y de vez en cuando intentaba ponerse de pie , pero se caía antes de poder hacerlo.

Ella comió algo que le cayó mal, tal vez una planta del pantano. La mitad de ellas son venenosas.
Renville abrió enormemente los ojos y dio un paso atrás. A continuación fue a mirar otra vaca. Era más vieja y no era de una raza tan valiosa como la primera, pero por lo menos estaba de pie.
— No se quiere levantar? — Treasure preguntó, acercándose.
— Gracias a Dios que viniste , Treasure. Debe haber comido alguna planta venenosa. Puedes hacer algo?
— Veré qué puedo hacer. Pero, de cualquier manera, háganse a la idea que van a perderla — miró a Renville disgustada y se arrodilló cerca de la vaca. Examinó la cabeza y la boca del animal con mucha facilidad.
Renville se sintió otra vez fascinado por esa extraña chica que al mismo tiempo lo seducía y lo encolerizaba. Qué le estaba pasando? Observó atentamente el cuerpo joven, moldeado por un vestido sencillo y roto, y sintió su sangre correr más rápido en sus venas
— Necesitaré darle una mirada al lugar donde estuvo el animal , para ver qué clase de planta comió . Lo mas seguro es que esté envenenada.
Treasure miró a Renville, parado al sol, los cabellos rubios brillando, los labios entreabiertos y los ojos grises estudiándola con grande interés .
Por un momento pensó que Sterling Renville parecía un dios griego con ese porte elegante y su cara masculina , exactamente como en los libros que describían al bello Apolo.
Pero se vio obligada a abandonar sus devaneos y volver a la realidad, pues lo oyó decir:
— Gilcrest, me llevaré la otra vaca como pago.
— Pero , barón...
no aceptaré objeciones, Gilcrest. No puedo quedarme esperando que ese animal se recupere. No con esta chica a cargo de esa tarea — Miró a Treasure con desdén , antes de acompañar a Bart Gilcrest para ver el heno. No era de buena calidad, pero así mismo Renville le ordenó a sus dos ayudantes que lo llevasen al carro.


Dos días pasaron y el joven barón continuó cobrando a sus deudores y recibiendo lo que la gente podía darle en forma pago por los antiguos préstamos. Treasure Barrett siempre aparecía en esas ocasiones y nunca perdía la oportunidad de decir algún proverbio en latín .
Renville había hecho arreglos para vender lo que había logrado reunir a un negociante en Baltimore. Al final del día, estaba sentado en la biblioteca bebiendo coñac cuando la señora Treacle apareció, diciendo que él tenía que ir a la despensa.
Cuando lo hizo, notó inmediatamente cual era o problema. El queso emanaba un olor asqueroso .
— Uh! — él tomó un pañuelo y se cubrió la nariz. — Vamos a salir de aquí .
El ama de llaves obedeció y, cerrando la puerta, se apoyó en ella respirando profundamente .
— Todos los quesos están así ? — Renville preguntó.
— Algunos todavía no, pero seguramente se pondrán así . Sólo espero que no le peguen ese olor a nuestros quesos y a la carne ahumada.
— Qué pasó con esos quesos?
— Es difícil decirlo, señor. Puede ser que la cuajada no estuviese buena, o que hayan recibido demasiado calor . A veces eso sucede, aunque es algo raro con los quesos de los Dewlap. Hay sólo un modo de tener certeza.
— Y cuál es?
— Llamar a Treasure para que lo descubra.
— Treasure Barrett? Qué que ver ella con esto? — Renville se enderezó .
— Ella es una filósofa que sabe de ...
— Es una charlatana de feria ... O una bruja, no puede ser otra cosa.
— No, señor. Es una filósofa versada en muchos temas. Todos la llaman cuando hay algún problema, y Treasure siempre encuentra una solución. Ella sabe más de que todas las personas de la villa juntas. Fue su padre quien decía eso, señor. El barón Darcy la consideraba una persona especial. No hay nada que Treasure Barrett no sepa o entienda.
La señora Treacle habló con tanta convicción que Renville consideró que era inútil contestar.
— Y ella entiende sobre quesos, pues Collin y Naomi siempre la llaman para examinar los quesos que fabrican . Entonces, si usted quiere saber qué sucedió es mejor llamarla.
— Ah, si ella sabe de quesos, de vacas envenenadas, de carbúnculos, de fábulas de Esopo, sabe latín ... lo único de lo que no sabe mucho es sobre la familia real francesa — él ironizó. Luego se calló, dándose cuenta que estaba siendo ridículo.
— Ella sabe todo lo que hay en los libros de su padre y un poco de medicina indígena, también aprendió lo que el padre Vivant le pudo enseñar. Treasure entiende de sembrado y de cosecha, de nacimiento y muerte. Fue ella que celebró los últimos ritos para encomendar el alma de su padre, cuando padre Vivant estaba fuera de la villa, en una reunión con el obispo.
— Ella ... qué ?
— Ella le dio a su padre a...
— Oí lo que dijo — él se enderezó . — Entonces esa chica también se mete en cuestiones religiosas?
— Ella no se mete, señor! Treasure fue criada y especialmente preparada para hacer eso y atiende a católicos y protestantes en ausencia del sacerdote. Con a aprobación de él, por supuesto. Además , ella amaba al barón Darcy como si fuese su propio padre, y lloró mucho cuando él murió.
Se hizo un pesado silencio, y el ama de llaves se cubrió la boca con la mano asustada por su propio coraje para contestarle así a su patrón.
Renville enderezó el cuerpo y decidió no tocar más el tema. Sería inútil.
Limpie este lugar inmediatamente — él ordenó, señalando la puerta de la despensa. — Y , mientras yo esté aquí, no quiero oír ni más una palabra sobre esa muchacha insolente. Fui claro?

viernes, 29 de octubre de 2010

DIVINO TESORO - CAPITULO 5 - BETINA KRHAN

CAPÍTULO 5

Más tarde, los Barrett se reunieron en la pequeña cocina, pero , al contrario de lo que solía suceder, estaban en el más profundo silencio. Ni el aroma delicioso de las tortas de Annis ni sus galletas lograban mejorar el humor de la familia.
Nuestra casa no fue la única que él visitó — Treasure contó, soltando un largo suspiro. — Fui llamada por los Riccard, los Dewlap y los Cole. Y también por Clara Hubbard. A todos fueron se le reclamaron los préstamos hechos por el barón en los últimos años.
— Por el amor de Dios! — Buck murmuró, preocupado. — Cómo el hijo puede ser tan diferente al padre ? El viejo barón nunca haría eso.
—Treasure, qué vamos hacer? — preguntó Annis, apenas conteniendo las lágrimas.
— No sé. Tengo las manos atadas. Es verdad que lo puse furioso, pero él es arrogante y codicioso por naturaleza.
— Renville es de la ciudad, no es como nosotros — Buck ponderó. — Imaginate ... Cobrar una deuda antes de la cosecha. Es un loco!
— No lo es ! — Treasure murmuró. — Él es malvado, orgulloso y ... vengativo. Una combinación fatal, segundo Esopo y el libro de los Proverbios. Encontraré una solución para que el barón Renville no tome nada de valor de la gente de Culpepper. Juro que lo encontraré!
Al terminar de hablar, se levantó en silencio y salió de la casa, en busca de un lugar tranquilo para meditar. En esos momentos, la paz y la quietud del granero eran su refugio.
— Él la puso furiosa. No querría estar en el lugar del barón — Pen comentó, sonriendo. — Ahora si que Sterling Renville va a saber quien es Treasure Barrett y de lo que mi hermanita filósofa es capaz.


Esa misma noche, Treasure comenzó a pensar en una manera eficaz de enfrentar al joven barón Renville.
Tendría que investigar en los libros de derecho se había algo que pudiese hacer para proteger los habitantes de Culpepper de la codicia de Sterling Renville. Pero su única fuente de información era la biblioteca del viejo barón, lo que no le dejaba otra salida que arriesgarse.
Entonces, determinada a encontrar lo que necesitaba para defender a aquellos que amaba, Treasure envió un recado a la señora Treacle, pidiendo que le informase cuando el barón salía a hacer sus incursiones en la ciudad. La respuesta no tardó en llegar y , cuando la recibió, Treasure corrió a la biblioteca de la mansión, teniendo cuidado de no ser vista. Como siempre hacía, se sentó sobre la alfombra persa, rodeada de libros y se sumergió en ese mundo mágico en que las letras y las palabras unidas tenían el poder de transformarse en información valiosa y , algunas veces, en fantásticas viajes mentales.
Después de mucho tiempo, cuando el sol ya bajaba en el horizonte, separó dos grandes volúmenes para llevar consigo, colocó los otros de vuelta en sus estantes y salió de la mansión.
Pero, esa vez los libros no la ayudaron mucho, pues le dijeron exactamente lo que no quería descubrir. Después de todo , un contrato era un contrato, y el barón tenía razón. Si las deudas no fuesen pagadas, en su condición de único acreedor de los habitantes de Culpepper el barón podría confiscarles los bienes y hasta hacerlos encarcelar.
Sin un amparo legal, necesitaba encontrar otra salida. Entonces, Treasure tomó algunos libros y decidió hacer una visita al padre Vivant.


Cuatro días pasaron y todo parecía estar desenvolviéndose bien hasta que Treasure recibió un recado de la señora Treacle diciendo que el barón planeaba salir durante toda la tarde. Aprovechando esa oportunidad, ella decidió devolver los libros que había tomado prestados.
El viento soplaba fuerte cuando entró al biblioteca, en un claro aviso que una tormenta se aproximaba. De repente, oyó voces en el pasillo. Una era de la señora Treacle y la otra era masculina, profunda e irritante.
El barón Renville estaba de vuelta!
Inmediatamente, Treasure corrió a la puerta doble, pero la lluvia ya caía torrencialmente y le impedía aventurarse en el terreno barroso. Un momento de indecisión y estaría perdida. Entonces, movida por un impulso, se escondió detrás de las pesadas cortinas y contuvo la respiración.
Pronto la puerta fue abierta y Sterling Renville entró, quitándose el
saco mojado. Irritado, comenzó a desabotonarse la camisa.
El viejo Bailey venía detrás de él.
— Hice la mitad de lo que había planeado hacer y me agarró esta mierda de lluvia — Renville rezongó, irritado. — Odio este lugar, con su clima imprevisible. — Le entregó la camisa al viejo mayordomo quedando con el torso desnudo. — Tráigame una camisa seca, una toalla y un coñac decente, no ese de los Barrett.
El viejo Bailey abrió la boca para decir algo, pero desistió y , silenciosamente, salió de la sala. La puerta se cerró y Renville se pasó la mano por el pecho desnudo, deteniéndose en el medio del cuarto y mirando a su alrededor, con expresión furiosa.
— Padre , estoy aquí en tu maldita casa y para qué carajo me sirve ?! — gimió él, soltando un profundo suspiro de frustración y lanzándose en el sofá de terciopelo.
Treasure observó las piernas largas, el pecho ancho cubierto por vellos dorados y abdomen plano. Inexplicablemente, sintió un frío en el estomago. Qué le estaba pasando ? Ya había visto un hombre desnudo varias veces en su trabajo. Por qué el barón Renville la perturbaba tanto?
Antes que tuviese tiempo de descubrir la respuesta a su duda , el viejo Bailey volvió, trayendo lo que el barón había pedido.
Renville se secó y se puso la camisa pero sin tomarse el trabajo de abotonarla.
— Supongo que le gustaba de servir a mi padre, Bailey — murmuró el barón, mirando de reojo al mayordomo, mientras sorbía el coñac.
— Si, señor. El barón Darcy era un hombre muy bueno — Bailey concordó.
— Y no le gusta servirme.
— Está equivocado, señor.
— Discreción es el mejor atributo para un buen mayordomo, verdad ?
— Si, señor.
— Excelente coñac. Es alemán?
No, señor, es de aquí , de la colonia.
— Cómo era él , Bailey? Quiero decir, tu antiguo patrón, mi padre.
— Era un buen hombre , señor. Un corazón generoso, adoraba la buena comida y los buenos caballos. Y socorría a todos.
— Todos menos a su propia familia — Renville agregó en un tono que revelaba amargura.
— No sé nada respecto a eso , señor. Sólo conozco el bien que su padre hacía a la gente de Culpepper. Este lugar no existiría sin el barón Darcy Renville.
— No soy como mi padre, Bailey, yo detesto las colonias. Pero puede quedarse tranquilo, porque me marcharé cuando reciba mi herencia. Lo que él nunca me dio en vida, va a ser dado después de muerto. Parece una arrogancia de mi parte, pero no es peor de lo que el viejo barón me hizo a mí y a mi madre, dejándonos a la merced de nuestra propia suerte , negándonos el derecho de tener una familia.
Bailey no respondió. Había momentos en que el silencio era más valioso que una enorme pepita de oro, y esa era una de esas ocasiones. Entonces, se limitó a menear levemente la cabeza, retirándose del elegante aposento.
Renville se levantó , tomó dos grandes tragos del coñac Barrett y miró a su alrededor .
— Mierda! Por qué el gran barón tuvo de morir antes que...
Treasure oyó la puerta de la biblioteca siendo golpeada y llegó a la conclusión que seguramente Sterling Renville había salido . Soltó un largo suspiro. Sus rodillas estaban temblorosas, y el corazón le latía descompasadamente . Por lo que había entendido, el joven barón planeaba cobrar las deudas de los habitantes de Culpepper y después que hubiese transformado todos los bienes en monedas de oro se marcharía . Era ni mas ni menos que un mercenario.
— Te maldigo , Sterling Renville, por robar la paz de todos los que viven en Culpepper! — ella dijo entre dientes , al mismo tiempo en que salía de detrás de las cortinas y se preparaba para dejar la biblioteca.
Entonces, para su asombro, se descubrió frente a frente con el guapo barón, contra el cual acababa de maldecir. Entonces había sido el mayordomo quien había salido .
— Vos?!!! — Renville exclamó, encarándola con perplejidad. — Qué haces aquí?
— No es lo que estás pensando! — Treasure arguyó. — No vine a la mansión para robar nada!
— Por qué viniste , entonces? A devolver libros nuevamente? Te crees que soy imbécil?!! — él se rió, y los ojos cenizas brillaron. — Ni siquiera debes saber leer.
— Claro que sé leer, y para tu información ya he leído todos los libros de esta biblioteca.
— Mentirosa! — él la acusó, tomándola por el brazo y llevándola cerca de los estantes. — Veremos si estás diciendo la verdad.
Con desdén , Renville tomó un libro de lo alto del estante y lo abrió
delante de ella. Después de todo , aunque supiese leer algunas palabras, una simples aldeana no podría leer en latín.
— Lee ... Si es que puedes — la desafió con un brillo irónico en la mirada.
— Ducunt volentum fata, nolentum trahunt — Treasure leyó en voz alta, y comentó : — Es de Seneca.
— Y qué quiere decir?
—"El destino conduce al condescendiente, pero golpea al ambicioso". Satisfecho?
No, no estaba satisfecho, muy por el contrario. Molesto, Renville giró la página, le mostró otra frase y ella tradujo sin vacilar.
— Dónde una muchacha como vos aprendió latín?
— Con tu padre. El buen barón Darcy me enseñó muchas cosas.
— Te enseñó esto también? — Y antes que Treasure pudiese responder, él la empujo contra su pecho ancho, besándola con urgencia.
Los labios rosados eran suaves y calientes, y Renville sintió la resistencia de Treasure disminuir mientras su lengua recorría la boca sin ceremonia.
Con movimientos rápidos y felinos, la llevó al sofá de terciopelo y se acostó sobre ella, acariciando cada centímetro de su cuerpo delicado e deliciosamente femenino.
Pen Barrett detuvo el caballo junto al terreno hacia el cual se abrían las puertas dobles de la biblioteca de la mansión Renville.
Su hermana ya no debía estar allí , pero, de cualquier forma, necesitaba verificar. Después de todo , su madre no le perdonaría si Treasure tomase toda esa lluvia. Entonces, el muchacho desmontó y estaba a punto de buscar a la señora Treacle y preguntarle si había visto a Treasure cuando miró las ventanas vidriadas y se detuvo estupefacto.


Pen Barrett vio a su hermana Treasure estaba acostada en el diván, bajo el cuerpo musculoso del barón Renville.
Pen se sintió horrorizado ante esa escena inusitada. Treasure y el barón? Por qué ella haría algo así ? Su hermana besando a alguien era algo completamente inesperado, pero besando a Sterling Renville era un absurdo!
Treasure Barrett no hacía cosas así !
A no ser que... Por supuesto, a no ser que todo fuese parte de un plan para salvar a la gente de Culpepper de la codicia de Sterling Renville, llegó a la conclusión el joven Barrett, todavía más confundido de antes. Entonces, con el ceño fruncido, Pen abrió la puerta y entró en la biblioteca. Carraspeó y observó una breve pausa en la escena que se desarrollaba en el diván. Segundos después, las caricias volvían a comenzar, y Pen carraspeó nuevamente, esta vez más alto.
Pareciendo contrariado, el barón Renville levantó la cabeza, en lo que fue acompañado por Treasure.
— Treasure, qué está sucediendo?
Aquella voz le sonaba vagamente familiar, pero Treasure no lograba ubicar de quien era, de tan embriagada estaba por los besos de Renville.
— Treasure! — Pen repitió, y ella abrió enormemente los ojos , estaba horrorizada. — Veo que estás ocupada, pero vine a buscarte para ir a casa de los Cole. Eh ... Necesitas ayuda? O debo esperar afuera?
— Qué está... — Renville miraba a Pen, aturdido. — Quién sos? — Pero, antes que hubiese oído la respuesta, fue arrojado al piso por una Treasure desesperada.
— Vos... vos... — balbuceó ella, ya de pie al lado del sofá, mirando a Renville como si él fuese un animal peligroso.
Entonces, sin una palabra más , ella salió corriendo de la mansión, seguida de cerca por un Pen despavorido.
Treasure no dijo una palabra a su hermano en el camino a la propiedad de los Cole, pero estaba aliviada por el hecho que Pen los hubiese interrumpido, a pesar de la vergüenza de haber sido atrapada en esa situación comprometedora. Sterling Renville era su adversario, su enemigo, como podía haber permitido que la besase?! Era demasiado perturbador . Hasta ahora se había considerado diferente a las otras muchachas, pero, por lo visto, estaba muy equivocada, había bastado un beso del arrogante barón para hacerla ansiar por el contacto de los labios carnosos y sus caricias sensuales.

DIVINO TERSORO - CAPITULO 4 - BETINA KRAHN

CAPITULO 4



Tres días después, una fuerte lluvia cayó sobre Culpepper, y la gente respiró aliviada. Había mucho que hacer durante el verano, y los granjeros volvieron a la rutina, esperanzados de que tendrían una buena cosecha. Las naranjas estaban listas para ser cosechadas , y las cerezas grandes y carnosas. Las peras comenzaban a caer, y los manzaneros cargados aseguraban la producción del coñac de los Barrett. Eso era
mu bueno para la villa, y todos estaban entusiasmados, sin saber lo que la llegada del nuevo barón significaría para a comunidad.
Después del episodio en la plaza, Treasure se olvidó de la mansión Renville y se dedicó a sus quehaceres diarios. Sólo de noche, cuando paraba para descansar, se acordaba del arrogante hijo del barón. Estaba privada de las dos cosas que más amaba en el mundo: las largas conversaciones que solía tener con el viejo barón y las visitas que hacía a su maravillosa biblioteca. Los libros eran una manera de descubrir y aprender lo que sucedía en el resto del mundo, y ahora tenía impedido mantener ese tenue contacto con las mentes pensantes de los grandes autores.
Una semana después de lo sucedido con Sterling Renville, Treasure
fue a la casa de los Hubbard, pues quería visitar a Clara y verificar su progreso.
— Oh, Treasure! — La viuda Hubbard se arrojó en sus brazos en el instante en que la vio cruzar el umbral de la puerta. — Gracias a Dios, llegaste!
— Clara, qué pasó? Parece que has visto un fantasma! — ella comentó, ayudando a la mujer a sentarse en la mecedora y después tomándole las manos heladas entre las suyas.
— Seremos echados. Paguen o se marchan , fue lo que él dijo ... Por Dios, Treasure, no tenemos dinero! Sólo estamos vendiendo huevos.
— Espera , espera . — Treasure apretó las manos de Clara entre las suyas, al mismo tiempo en que intentaba descifrar lo que ella decía. — Quién dijo o pagan o se marchan ?
— El nuevo barón — Clara quitó sus manos y se sonó la nariz con el delantal. — Él vino esta mañana con papeles... Deudas. Treasure, le di mis cosas como garantía al viejo barón aquel año en que mi huerta se quemó en invierno.
— Me acuerdo .
— Bien, ahora el hijo del barón dice que tengo una semana para pagar o se llevará mis gallinas como forma de pago... y que tengo que irme de aquí!
Clara se puso a llorar y , entre un sollozo y otro, hablaba sobre la vida que había construido en Culpepper, de como ella y su fallecido marido habían llegado a ese lugar cuando todo era un gran matorral , de como habían limpiado y preparado las tierras, y de como habían criado una familia juntos.
Esa era la historia de la mayoría de los habitantes de la pequeña Culpepper.
— Cálmate , Clara. — Treasure abrazó a la vieja . — Pensaré en algo para ayudarte . — Aunque se esforzaba por parecer convincente, tenía dudas sobre si podría cumplir lo prometido. Qué diablos planeaba el nuevo barón al exigir dinero de una pobre viuda ? Además de ser arrogante y lascivo , también codicioso y desalmado?
Después de intercambiar algunas palabras mas con Clara y asegurarse que ella iba a estar mejor, Treasure salió de la casita, preparándose para concluir con sus quehaceres de esa tarde.
Ya en la plaza, Albert Riccard apareció, despavorido.
— Treasure, tienes que venir conmigo! Papá te necesita . Ahora!
Temiendo que hubiese sucedido algún accidente, Treasure montó en el caballo junto con Albert. Le preguntó varias veces qué había sucedido, pero el muchacho se limitó a balbucear unas palabras inconexas. No era un caso de enfermedad ni de accidente, le aseguró él. Era algo peor.
Por eso mismo, Treasure llegó a la casa de los Riccard muy aprensiva. Encontró a la familia reunida en la sala. Todos parecían ansiosos, y las mujeres tenían los ojos rojos. En el momento en que la vieron , se pusieron a hablar todos al mismo tiempo, mezclando el inglés y el francés.
Delicadamente, ella les pidió que se calmasen, se sentó y se preparó para oír lo que Henri Riccard tenía que decir.
— El nuevo barón Renville vino aquí esta mañana. Traía unos papeles y dice que le debemos dinero. Mucho dinero. El joven barón nos dio una semana o e llevará nuestros cerdos y caballos y nos echará de la propiedad. Yo te pregunto puede hacer eso?
Treasure estaba perpleja. Era la misma historia de Clara Hubbard.
— Firmaste algún papel, Henri?
— Si, y él me mostró mi firma.
— Y qué le debes?
— Una camada de lechones que el barón nos dio, y semillas de mijo y heno.
— Y cuántos son los lechones del barón ?
— Todos los que tenemos . — Henri miró horrorizado a su esposa, Marie. — Y él también quiere mis caballos.
— No puedo creerlo —Treasure murmuró, incrédula.
— Se ve mal, no ? — preguntó Henri.
— No es nada bueno — ella admitió. — Ese hombre no debe tener alma.
— El barón dijo que tomará todo lo que tenemos, Treasure.
Ella miró a la familia reunida y no pudo dejar de decir unas palabras de consuelo .
— Pensaré en algo, Henri. Hallaré una manera para que te quedes en tus tierras y para que puedas cumplir las exigencias del nuevo barón.
— Está bien. Confiamos en vos, Treasure. — La cara de Henri se iluminó con esperanza.
— Voy a revisar mis libros. Tal vez encuentre una salida para lo que está sucediendo — ella prometió, antes de decir unas palabras más y dejar la casa de los Riccard.
Apenas había dado unos pasos fue llamada nuevamente, esa vez por Collin y Naomi Dewlap.
Sentada en la sala de los Dewlap, oyó una historia que ya conocía. El barón había estado allá también había exigido los finos quesos que la familia producía y la madera que explotaban .
Treasure prometió pensar en una salida, pero estaba muy aprensiva respecto a la actitud cruel del hijo de Darcy Renville como para razonar con claridad.
Todo indicaba que Sterling Renville había visitado a casi todas las familias de Culpepper, cobrando antiguas deudas. Cómo solucionar ese problema ? Seguramente, debería haber un modo de ayudar a la gente de la villa, y ella iba a encontrarlo aunque tuviese que pasar las próximas noches en vela.
Cuando Treasure se aproximó a la casa, oyó el sonido de voces y se dio cuenta que su padre conversaba con tres caballeros delante de la puerta principal. Pronto notó que la expresión de su padre era tensa. Sus hermanos, Pen, Con y Ben estaban al lado de él, y sus miradas parecían ansiosas.
Instintivamente, apresuró el paso.
Buck Barrett era un hombre conocido en toda a región por su fuerza, por su risa fácil y también por su fertilidad, tanto en sus cosechas como en su inmensa prole. Tenía ocho hijos y dos hijas, y era muy reputado por el aguardiente de manzana y por el coñac de anís que producía.
— ...y estos son algunos de mis hijos — Buck estaba diciendo cuando Treasure se aproximó. Confesión, a quien llamamos de Con; Penitencia, al que llamamos Pen; Bendición ... Ben.
Cada uno de los jóvenes sacudió la cabeza, y luego Barrett presentó a esposa, Annis, quien había quedado parada en el umbral de la puerta con su hija menor , Salvación, en brazos.
— Y tengo tres hijos en el ejército da Virginia.
— Eso es muy ... interesante — se oyó una voz desdeñosa, que Treasure pronto reconoció.
Por el amor de Dios , su padre le explicaba al nuevo barón Renville que
los nombres de sus hijos habían sido sacados de la Biblia!
Como si presintiese que alguien se aproximaba, Sterling Renville se dio vuelta y la miró con superioridad, mientras decía:
— Y esta es Treasure, cuyo nombre seguramente no fue sacado de la biblia.
— Claro que si , señor! — lo contradijo Annis Barrett, manifestándose por primera vez. — Treasure significa tesoro, y mi hija sin duda es un tesoro divino. Eso también está en las Santas Escrituras.
Divino tesoro — Renville murmuró, con desprecio.

Le siguió un largo silencio, mientras Renville estudiaba a Treasure de pies a cabeza, sin importarle la presencia de su padre y de sus tres robustos hermanos. Había dejado esa visita como la última, anticipando el placer que sentiría . Ya sabía que ella vivía allí y también que su padre era uno de los muchos deudores del viejo barón. Había llegado el momento de vengarse de esa jovencita insolente.
Al ver al barón encarar su hija con arrogancia, Buck Barrett estrechó los ojos . Se había reído al enterarse del incidente en la plaza de la villa, pero ahora ya no reía . En su sencillez, comprendía que el nuevo barón era duro e inflexible y que podría complicar la vida de todos, inclusive la de su divino tesoro.
— Le gustaría entrar, barón? — invitó Buck, pues si había algo de lo que los Barrett se enorgullecían era de su hospitalidad.
— No, gracias. Esta no es una visita social, señor Barrett. — Renville retiró los ojos de Treasure y miró a Buck nuevamente. — Vine para hablar respecto a unas deudas que se han vencido, y , que por lo tanto , deben ser pagadas. — Al terminar, extendió unos papeles en dirección al patriarca da familia numerosa.
Al oír ese comentario, Treasure se aproximó todavía más y fusiló a Sterling Renville con sus ojos violeta.
— Cómo te atreves a venir aquí, enfermo de codicia?! — vociferó ella, impidiendo que su padre tomase los papeles. — La pelea es conmigo, barón Renville. No meta a mi familia en esto.
Por un momento, todos, inclusive Treasure, pensaron que Sterling Renville iba a atacarla, pero él tragó en seco y se limitó a observarla de modo beligerante.
— Saque a su hija de aquí, Barrett — él gruñó, enfurecido. — Este no es un asunto para mujeres.
— Mujeres?! — Treasure casi gritó. — Yo soy una filósofa y una libre pensadora puedo opinar sobre todo lo que sucede en Culpepper.
Una sonora carcajada se escapó de los labios carnosos del barón.
— Muchacha... muchacha. Estás siendo muy pretensiosa.
Temiendo que la situación se pusiese todavía peor, Buck pasó el brazo alrededor de los hombros de su hija, colocándola al lado de Pen y ordenándole a él que contuviese a su hermana.
Al notar que Buck Barrett no tenía intención de tomar los documentos que le extendía, Renville arrojó los papeles a sus pies.
— Usted no puede estar hablando en serio! — los ojos de Buck brillaban con indignación. — No puede haber pago antes de la cosecha. No entiende nada de agricultura?
— Los alquileres deben ser pagados o confiscaré todos los barriles de la bebida que fabrican aquí. Incluso puedo expulsarlos de estas tierras, que por ley de herencia me pertenecen.
Treasure trató de soltarse, pero Pen no permitió que lo hiciese.
Renville le dirigió una mirada de desdén , sacudió la cabeza en un saludo irónico y espoleó su caballo.
— Un mes, Barrett, y volveré.
Diablos, los ojos de ella eran del mismo color que las violetas que florecían en los campos!, él gimió interiormente , antes de volver a espolear el caballo partir en un galope desenfrenado, en una vana tentativa de sacar a Treasure Barrett de sus pensamientos.

miércoles, 27 de octubre de 2010

DIVINO TESORO - CAPITULO 3 - BETINA KRAHN

CAPITULO 3




Treasure pasó el resto de la noche caminando inquietamente en el granero, esforzándose por entender la bizarra experiencia que había tenido aquella noche. Había sido atrapada en la casa del barón por un hombre bebido, que la había acusado de estar robando y que había intentado forzarla a... a hacer algo que ni siquiera Pierre Fayette se atrevería a hacer. La rabia que la dominaba le impedía repara en otros detalles, como quién sería ese hombre y qué hacía en la casa del barón.
Lo único en que lograba pensar era que él la había besado como nadie jamás se había atrevido a a hacer . Pero, lo más perturbador era acordarse de las sensaciones que el beso había causado en ella. Nada, excepto la terrible fiebre del sarampión , que había padecido cuando tenía siete años, le había quitado la capacidad de pensar con claridad. Era demasiado humillante ! Nunca había entendido la emoción que acompañaba a los besos y todos los actos preliminares de la llamada "broma".
Cuando, hacia cuatro años, el barón la había sentado para explicarle lo que era la misteriosa “broma” a la que los muchachos se referían con sonrisas picaras, ella había sentido terriblemente decepcionada. Esperaba algo más exótico y no entendía el por qué de eso fascinaba tanto a la gente, a los hombres en especial.
De ese modo, pronto había dejado de se interesarse en ese asunto. Consideraba que la vida de una libre pensadora era mucho más interesante.
Estaba tan aturdida que cuando los primeros rayos de sol surgieron en el horizonte que suspiró aliviada. Esa mañana calurosa, que marcaba el final del primavera, y el principio del verano , Treasure se lavó en el riacho y trenzó nuevamente sus cabellos. Se sintió más calmada y , después de tomar el abundante desayuno preparado por la madre, salió a ver a los enfermos. Su lista de visitas comenzaba por el padre Vivant, en la iglesia de la plaza. Planeaba contarle todo lo que había sucedido ... O por lo menos, casi todo.
Caminando con la cabeza gacha, casi chocó con Johnny Cole. El y Pierre Fayette estaban parados en el medio del sendero de piedras que llevaba a la iglesia, conversando con un hombre que estaba de espaldas a ella.
— Esperen ... quién es esa muchacha? — preguntó el desconocido.
El extraño era alto, usaba botas y espuelas brillantes.
Treasure levantó la cara en el mismo instante en que él la sujetó por el brazo, y se asustó reconocerlo que era el mismo hombre que la había importunado en la biblioteca de la mansión de su fallecido mentor.
— Señor, esta no es la muchacha que busca — Pierre Fayette dijo riéndose. — Treasure no es una ladrona .
— No estés tan seguro , muchacho — afirmó Sterling Renville, encarando la cara delicada y los ojos violetas .
Perpleja, Treasure lo miró por entre las pestañas espesas. No lo había imaginado. Ese hombre era la imagen viva del barón.
— Suéltame! — gruñó ella, intentando desprenderse . — Cómo te atreves a tocarme?
Al oírla, Sterling no tuvo más dudas , ella era exactamente a quien estaba buscando. Esa voz era inconfundible,melodiosa y ronca, con un timbre muy peculiar.
— Es ella — el barón Renville gruñó entre dientes , al mismo tiempo que la empujaba más cerca de su cuerpo . — Reconocería a esta ladrona en cualquier lugar del mundo.
— Ladrona?! — Treasure casi gritó. — No soy una ladrona. Suélteme o lo pagarás muy caro por lo que estás haciendo. Lo juro! — Johnny y Pierre se reían descaradamente , y ella los miró indignada: — No se queden ahí parados, cretinos. Oblíguenlo a soltarme! — ella intentó patear a Renville, pero no tuvo éxito .
— Cálmate , muchacha. Vos no vas a ningún lugar — gritó él, colocándola sobre sus hombros fuertes, delante de Johnny y Pierre, que observaban todo demasiado atónitos como para interferir.
— Noooooo! — Treasure gritó.
— Oh, si, muchacha! La vas a pagar caro por haber entrado en mi casa medio de la noche por haberme atacado. Dónde está el sherif? — le preguntó a los dos muchachos que miraban la escena boquiabiertos.
— Bájame ya mismo , cretino! — Treasure gritó, dando golpes en la espalda del nuevo barón. — Te juro que te veré arder en el fuego del infierno... Te lo juro! — Miró una vez más a su alrededor, buscando ayuda. — Will Treacle...!! — ella llamó, reconociendo al hijo del ama de llaves que se aproximaba. — Will! Ve a buscar a tu padre... Rápido!
El chico corrió, dejando una nube de polvo detrás de si, mientras Johnny decía:
— No tememos sherif, barón.
— Y qué carajo hacen con los criminales en este lugar? — Sterling Renville preguntó, enfurecido.
Los dos muchachos intercambiaron miradas cautelosas. Cómo podrían decirle al barón que la persona que resolvía ese tipo de problema estaba justamente sobre sus hombros?
— Nosotros ... oh... Los mandamos a la filósofa y al padre Vivant — Johnny respondió, finalmente.
— Entonces vayan a buscarlos... ahora mismo ! — Cómo nadie se movió, se acercó a los dos jóvenes con un aire amenazador — Les dije que fuesen a buscar al padre o a...
— No será necesario, el padre ya está viniendo — Johnny señaló al hombre bajito, de sotana negra, que atravesaba la plaza.
Renville se dio vuelta para mirar al sacerdote quien gesticulaba, hablando cosas que no se podían entender considerando la distancia que los separaba. Acomodó a Treasure en su hombro y apoyó la mano en sus nalgas.
— Mi Dios! — el padre exclamó, con la cara enrojecida y la respiración jadeante. — Qué significa eso, señor? Cuál es el problema?
—Usted es el sacerdote? — Renville miró a Vivant con escepticismo. — Bien, me dijeron que aquí no tienen sherif. Aquí tengo a una ladrona que invadió mi casa anoche y exijo justicia. — Cuando terminó de hablar, puso a Treasure en suelo , entre él y el padre.
Aturdida, ella perdió el equilibrio y se cayó. Un murmullo general fue oído, y Johnny y Pierre dieron un paso atrás.
— Ladrona ?! — El padre Vivant miró alarmado al joven elegantemente vestido y muy parecido al viejo barón Darcy.
Aunque perplejo con la semejanza, el padre notó que Treasure todavía estaba en el suelo y trató de ayudarla a levantarse, pero Renville
la agarró por la trenza y tiró de ella , sin ninguna gentileza.
— Ayyyy! — ella gritó. — Soltame !!.
El Padre Vivant la tomó por la cintura, y Renville finalmente la soltó.
— Usted está equivocado! — exclamó el padre, pasando el brazo alrededor de los hombros de Treasure para protegerla.
— No hay ningún error — Renville apoyó las manos en su cintura. — Atrapé a esta muchacha robando en mi biblioteca anoche y , cuando intentaba impedírselo , ella me atacó. Quiero que sea castigada.
— En su biblioteca ? — El padre no sabía qué pensar.
— Yo estaba en la biblioteca del barón anoche — Treasure explicó, mirando a Renville mientras se defendía. — No podía dormir por el calor y fui a devolver unos libros que el barón había me prestado, entonces, este hombre apareció y me acusó de estar robando.
— Ella estaba robando ! — Renville repitió. — Ahora yo soy el barón, soy Sterling Renville, hijo de Darcy Renville. Llegué ayer ... aparentemente a tiempo de evitar que mi casa fuese saqueada.
— Hijo del nuestro buen barón? — el padre Vivant preguntó, arqueando levemente la ceja.
— Oh, padre. No le crea una palabra de lo que dice . — Treasure se enderezó , aunque supiese que la semejanza de ese hombre arrogante con el barón era una prueba que hablaba por si sola.
— Me importa un comino si me crees o no, muchacha. Es la verdad y eso es lo que interesa. — Renville miró al padre. — Exijo justicia.
Señor, conozco a esta joven hace muchos años... así como toda la comunidad. Sabemos, como usted también sabrá, que es incapaz de robar. Si ella dice que estaba devolviendo libros en la biblioteca de su padre, entonces es lo realmente estaba haciendo . Todos saben que el barón siempre le prestaba libros.
Hubo un murmullo general de confirmación, y Renville se dio cuenta que las personas lo observaban como si fuese el culpable de todo ese revuelo que se había armado en la plaza.
— Oh, si , por supuesto. Y ella devuelve los libros prestados en medio de la noche? Me está tomando por idiota?
— Treasure Barrett suele hacer cosas extrañas en ciertas ocasiones , y su padre estaba acostumbrado a sus idas y venidas. Además , no queda duda que, como el resto de nosotros, Treasure no estaba enterada de su llegada.
Renville observó la cara enrojecida de la joven, los ojos violetas y no tuvo fuerzas para desviar la vista. En vez de eso, estudió los labios rosados y la ropa sencilla que ella usaba. Era poco más de que una criatura, pero no había dado notado eso la noche anterior. Tal vez había estado demasiado borracho .
— Veo que ustedes — miró a la gente que lo rodeaba — quieren protegerla.
— No! — padre Vivant sacudía la cabeza en discordancia. — Estamos diciéndole la verdad, señor...
— Pregúntele si le falta algo de la casa ! — Treasure exclamó furiosa, cruzando los brazos sobre el pecho.
— Vamos, padre, pregúntele !
— Bien, eh ... le falta algo?
— Yo ... — Renvillese ruborizó. No estaba acostumbrado a que su palabra fuese cuestionada. Y encima por un grupo de colonos americanos. Cómo mierda podía saber que cosas había en la casa? No veía a su padre desde que era chico. — Yo... oh... Tendré que revisar la casa — él balbuceó.
— Ni siquiera sabes si algo te está faltando y me acusas de robo?! Sos un descarado !
Veo que todo esto sólo es un gran malentendido — afirmó el padre, mirando a Treasure, quien parecía a punto de atacar al hijo del barón. — Señor Renville, tiene la palabra de la Iglesia que esta muchacha es honesta. Lo máximo de lo que ella puede ser acusada es de invadir su propiedad. Y aún así, eso es perdonable, pues Treasure tenía el permiso de su amado padre para hacerlo. Usted podrá confirmar lo que digo con a
la señora Treacle y el viejo Bailey.
— Entonces, padre, ya que está tan involucrado, sería mejor que llamasemos a otra persona que resuelva ese tipo de caso.
— Quién era la otra persona que mencionaste ? — Renville miró a Johnny, quien inmediatamente miró al sacerdote y después, todos se volvieron hacia Treasure.
— La filósofa — afirmó Pierre, con un brillo pícaro en la mirada.
— Y dónde diablos podemos encontrar a esa filósofa? — Renville quiso saber.
— Aquí mismo. Treasure Barrett es nuestra filósofa—Pierre dijo, señalando a Treasure.
Renville abrió la boca creyendo que aquello sólo podía ser una broma de muy mal gusto.
— Esto es lo último que me faltaba! Vos!!! — señaló a Treasure —, trata de permanecer lo mas lejos posible de mi casa y de mi propiedad! Si te vuelvo a agarrar nuevamente, haré justicia con mis propias manos!!. — Diciendo eso, levantó los hombros y pasó por entre la gente en dirección al camino que llevaba a la mansión.
Treasure trató de seguirlo, pero le fue impedido por el sacerdote. Llevó un poco de tiempo para que el rubor desapareciese de sus mejillas y para que notase que toda la comunidad la miraba entre fascinada y ... Desconcertada.
— Estás bien , Treasure? — preguntó o padre.
— Si, padre, estoy bien . Parece que todos tendremos que tener cuidado de aquí en adelante.
El nuevo barón no era como su venerado padre, aunque fuesen muy parecidos físicamente. Y era mejor estar preparados para los cambios que seguramente estaba por venir . Pensando en eso, Treasure acompañó al padre hasta la iglesia.
La gente se dispersó para comentar lo sucedido en pequeños grupos. Johnny Cole y Pierre Fayette fueron al almacén de ramos generales para espiar a las muchachas que hacían compras con sus madres. Sin embargo, antes de desaparecer al final de la calle, Pierre miró nuevamente a Treasure, quien se apartaba, sintiendo una puntada de decepción porque todo hubiese terminado bien.
Nunca nadie se había atrevido a enfrentar a Treasure Barrett. La gente de Culpepper era gentil y siempre había respetado los dones de la joven que había crecido allí, pero el hijo del barón era diferente, y era obvio que los dos habían iniciado una silenciosa batalla, a la que él, Pierre Fayette, planeaba asistir .
Sterling Renville volvió a la mansión temblando de rabia. Se sentía contrariado e... impotente. Esa gente pueblerina protegía y reverenciaba a esa chica atrevida casi como si fuese una diosa. Treasure*, era como ellos la habían llamado. Qué nombre extraño! Treasure quería decir tesoro. Por qué carajo la considerarían un tesoro?
No le importaba. Él se vengaría. Después de cobrarse todo lo que la gente de la villa le debía, sería el turno de ajustar cuentas con ella, la muchacha a quien consideraban un tesoro...

martes, 26 de octubre de 2010

DIVINO TESORO - CAPITULO 2 - BETINAKRHAN

CAPITULO 2



Sterling Drake Renville era alto, fuerte, de hombros anchos, movimientos felinos, ojos grises esculpidos en un rostro impresionantemente masculino y bello, pero no parecía ni un poco amigable cuando exigió que los empleados le mostrasen toda la propiedad y llevasen a su abogado a la biblioteca para analizar los libros de contabilidad.
La cena de esa noche fue servida al más fino estilo Renville: porcelana francesa y cristales, cubiertos de plata, pero aún así, él no se sentía
cómodo. Después de comer , Sterling pidió coñac, y como la noche ya había caído , él y su abogado, Wyatt Colbourne, se quedaron sentados en el elegante escritorio de la biblioteca, impecablemente vestidos, bebiendo y conversando sobre el legado dejado por el fallecido barón.
— Excelente coñac — Colbourne comentó, mirando el modo en que Sterling Renville tomaba la segunda y la tercera copa sin saborear la fina bebida.
— Si, pero, volviendo a lo que interesa, cómo puede ser, Colbourne? — Renville preguntó. — Quiero decir, como puedo estar sin un centavo con todo esto? — señaló en dirección al amplio aposento. — Estás seguro que soy pobre?
— No exactamente pobre — Colbourne pasó la mano por la frente y se frotó los ojos , mostrando cansancio. — Lo que dije fue que no hay dinero en efectivo , lo que no significa que seas pobre. Pero, calmate, hombre de Dios. No podré ayudarte si te pones tan loco.
Sterling Renville se movió en la silla
— Si no estoy sin ni un centavo , qué es lo que tengo? — miró a su amigo de largo tiempo , como si esperase compasión.
— Bien, necesitaré más un tiempo para analizar los libros. Tu padre no tenía mucho cuidado con su contabilidad — él apuntó a la pila de documentos.
— Viejo imbécil ! — Renville rezongó. — Era demasiado tacaño o demasiado ignorante como para tener su propio contador.
— Por lo que pude ver, toda la renta del barón venía de préstamos y arrendamientos, y él recibía tierras y cosechas como garantía de esos préstamos — explicó Colbourne, antes de hacer una pausa, como si estuviese buscando las palabras correctas.
Renville se agitó .
— Y ?
— Y ... Parece que tu padre gastaba más de lo que ganaba.
Lo sabía. La puta madre! — Renville gruñó entre dientes , tomando una copa y sorbiendo todo el coñac restante de un solo trago.
— O ... — Colbourne continuó —, era un coleccionista de notas pagarés que nunca llegaban a ser liquidadas. De los cinco préstamos que el barón le hizo a los habitantes de la villa, sólo encontré un pago.
Renville gruñó exasperado, antes de levantarse y , silenciosamente, comenzar a examinar los papeles. Tomó uno , después otro, y se puso a leerlos a la luz del candelabro. Eran "pagarés" que prometían pagos como: semillas, una docena de gallinas, un arado y cosas de ese tipo. Mientras leía, sus fosas nasales se dilataban.
— Fue esta mierda lo que heredé?! — Arrugó varios papeles, en una mezcla de rabia e indignación. — Mi padre estipuló en el testamento que yo viniese en persona de Inglaterra para reclamar... Esto?!
— Si — Colbourne asintió. — Heredaste muchos acres de tierra y esta excelente propriedad, mi amigo. La casa no es exactamente la choza que esperabas, no?
— Puede no serlo — Renville protestó —, pero el barón tenía una gran fortuna y acabó con ella en este lugar miserable ! No fue suficiente con haber privado a mi madre de una vida decente e intentar enterrarla viva en esta espantosa villa . No le bastó con haber sido toda la vida el un ridículo idealista? A pesar de todo el dolor que nos infligió, mi padre ni siquiera tuvo la decencia de morir con algo dinero en el bolsillo.
Por el amor de Dios, Renville, muestra algo de respeto por el muerto! Además, las colonias no son tan malas como te imaginas. —
Colbourne intentó calmarlo.
— Tal vez no para vos. — Sterling Renville lanzó una mirada fulminante a su amigo. — Vos vivís en una ciudad como Filadelfia.
— Estas colonias que tanto desprecias tienen potencial ilimitado, Renville, y ...
No me interesa. Detesto este villa , la mugre, la pobreza y la ignorancia que la rodean . Ese lugar mató mi madre, devoró mi herencia y nada podrá cambiar a esa gente y sus costumbres — vociferó, empujando la bandeja de plata mas lejos.
Colbourne se puso rojo de indignación. Ya habían discutido el asunto algunas veces cuando estudiaban en Oxford, y también en un viaje que
habían hecho por el continente europeo . Siempre que el tema salía a la luz, las discusiones eran acaloradas y terminaban invariablemente con una buena botella de bebida y una tregua amigable. Uno no lograba convencer al otro. Pero esta vez era diferente y ambos sabían eso.
— Entonces, sugiero que vuelvas a Inglaterra lo más pronto posible... Para tomar las tiendas de tu brillante futuro — Colbourne habló con frialdad, como si despreciase esa idea.
Mis planes dependen de lo que consiga aquí. No soy hombre de soportar pérdidas con facilidad — Renville miró a su amigo, volvió a mirar la pila de papeles, y un brillo de determinación surgió en sus ojos. — Creo que
el honor debe ser defendido . El buen ejemplo debe ser mantenido... incluso en la selva. Permitir que un deudor escape a sus obligaciones es contribuir a la ruina moral de un hombre.
— No es posible que estés pensando en ...
— Yo pienso lo que se me antoja — Renville lo interrumpió . — El viejo Darcy hizo los préstamos y yo voy a cobrar las deudas.
— Por Dios , Renville! — Colbourne se acercó a él . — No puedes ir ahí con la intención se sacarle leche a las piedras. Esa gente no tiene dinero.
— Entonces tomaré lo que ellos tengan — Renville empujó la pila de papeles con tanta furia que algunos cayeron al piso . — Semillas, ganado, caballos y , por supuesto, cosechas. Después transformaré todo eso en el dinero que necesito.
— No cuentes con mi ayuda! — Colbourne casi gritó, enfrentando a Renville.
— Quién precisa de tu ayuda? Vuélvete a Filadelfia y mandame la cuenta de tus honorarios.
— No tengas duda que haré eso ! — exclamó el abogado, furioso. — Partiré por la mañana.
Wyatt Colbourne se dio vuelta y salió de la biblioteca, deteniéndose en el pasillo para tomar un candelabro antes de seguir para su cuarto.
Renville lo vio desaparecer en el pasillo, pero no hizo nada por impedirlo. miró el candelabro y , después de un largo momento, tomó la copa de cristal y fue a la sala de visitas para embriagarse con el coñac Barrett.


La noche estaba húmeda, llena de sonidos, y Treasure intentaba encontrar una posición para dormir sobre el colchón de paja. Se acostó de costado por algún tiempo y después se dio vuelta. No lograba acomodarse. Gimió, irritada, y se acostó de espaldas. Miró las ventanas abiertas en la parte superior del granero y vio el cielo lleno de estrellas, que parecían sonreírle.
A veces , tenía dificultad para dormirse. Se despertaba de sueños extraños, con la cabeza zumbando, llena de pensamientos e ideas. En esas ocasiones, una gran inquietud la invadía. Lo peor era que no había nadie con quien pudiese discutir o hablar sobre los más variados temas ahora que su mentor intelectual se había para siempre.
El Padre Vivant era maravilloso para temas religiosos, e incluso para filosofía, pero nada sabía sobre ciencia y sobre los trabajos de la naturaleza. Treasure tenía consciencia de que él atribuía sus habilidades mentales a una gracia divina. Por lo tanto, algunos de los perturbadores acontecimientos de sus sueños y cosas que ocurrían con su cuerpo no eran temas que pudiese charlar con el sacerdote.
Ella se sentó en la cama improvisada y soltó un largo suspiro. Los
cabellos largos y sueltos formaban una reluciente cascada sobre los hombros delgados. Agitada, se abanicó con una de las manos. Esa noche no podría dormir. Con movimientos rápidos, fue hacia donde guardaba sus libros y papeles.
La luna brillaba majestosa en el terciopelo del cielo, iluminando el inmenso granero a través de la ventana abierta sin que hiciese falta la luz de las velas. Sobre una pequeña mesa había unos libros una caótica pila de papeles, potes de tinta y muchas plumas para escribir. Esos eran los últimos libros que su mentor le había prestado , pero ella ya los había devorado hacia tiempo. Ya no necesitaba tenerlos consigo, a no ser... Por el hecho que eran un dulce recordatorio de las enseñanzas del barón.
Emocionada, Treasure tomó los libros y los abrazó antes de caminar en dirección al bosque.
Nadie en Culpepper hallaría extraño ver a Treasure Barrett vagando durante la noche con libros en los brazos. Las otras muchachas de la comunidad no hacían eso, pues sus padres no se los permitían. Pero Treasure siempre hacía lo que le se antojaba, incluso en el medio de la noche. Buck y Annis Barrett habían desistido de vigilarla e intentar contenerla.
Desde hacia mucho tiempo , el barón y el padre habían dejado en claro a la comunidad que Treasure no respondía a los patrones de la sociedad normal. Por eso, ella frecuentemente dormía con alguna criatura enferma del vecindario y comía en casa de otros. Donde quiera que estuviese cuando la noche llegaba , era allí donde permanecería hasta el amanecer. Incluso antes de tener la protección del barón y del sacerdote, todos sabían que Treasure Barrett podía cuidar de si misma.
Y , en esa noche húmeda de mayo, ella decidió caminar hasta la mansión Renville para devolver los libros que había tomado prestado. Muchas veces, cuando era niña, se despertaba e iba allá. En esas ocasiones, era común que el bondadoso barón la encontrase durmiendo en la alfombra de la biblioteca, agarrada a un libro.
Finalmente, él había preparado un cuarto en la casa para que Treasure no durmiese en el piso . En poco tiempo , la mansión se había tornado tan d ella como la modesta casa de sus padres.
La brisa fresca da noche le acarició la cara y , cuando llegó al jardín cerca se sintió tentada de acostarse en uno de los bancos que había allí. Pero pronto sacudió la cabeza, cambiando de idea.
Descalza, tomó el camino de la biblioteca. Sabía exactamente el lugar de los libros en los estantes y , por suerte, la luz de la luna iluminaba todo. Con cuidado, colocó los libros en sus lugares y pasó los dedos por las tapas de cuero, recordando el contenido de cada uno de ellos .
Cerró los ojos y se apoyó en un estante. Qué sensación extraña!
De repente, un fuerte estampido la asustó. La puerta del la biblioteca fue golpeada y ella se llevó la mano al cuello. Vio la luz de un candelabro y suspiró aliviada, esperando ver al viejo Bailey allí. Pero, para su sorpresa, una silueta mucho mas grande surgió en el vano de la puerta.
Treasure abrió enormemente los ojos , estaba petrificada.
El desconocido que acababa de entrar en el aposento tenía cabellos claros, y sus rasgos eran familiares. Debía ser una aparición ... Dios .. era el fantasma del viejo barón, sólo que parecía, por lo menos, unos treinta años más joven.
Treasure contuvo la respiración. Si , era el barón, pero vestido como un aristócrata. Los hombros eran más anchos, y él parecía más alto. La camisa estaba húmeda, pegada en la espalda y por delante abierta hasta la altura del ombligo, mostrando un tórax musculoso y una barriga plana.
No... No... esa barriga no pertenecía a Darcy Renville, quien la tenía un tanto pronunciada por su edad, y también porque le gustaba comer, especialmente dulces. Además, los fantasmas no transpiraban de esa manera.
— Mirá lo que me hiciste viejo demente ! — gruñó ese cuyo rostro parecía una copia más joven del barón. Las palabras fueron pronunciadas con desprecio. Todavía protestando, él dio la vuelta al escritorio y se detuvo en el centro del aposento. Fue en ese instante que vio a Treasure. Parpadeó varias veces, no creyendo en sus ojos. — Quién sos vos ? Qué estás haciendo aquí? — la interpeló con una mezcla de sorpresa e indignación.
Yo ... yo ... — ella no sabía qué decir. Si realmente era un fantasma tenía muchas manifestaciones físicas de un ser de carne y hueso: voz de barítono, olor a hombre, ojos penetrantes... Tendría que tocarlo para asegurarse. — Vine a devolver los libros del barón. — dijo , levantando el mentón tembloroso cuando dio un paso adelante .
— En medio de la noche? Qué estás buscando, muchacha?
— Buscando? Ya te dije, sólo estaba devolviendo los libros del barón.
— Yo soy el barón. Vos invadiste mi casa en medio de la noche. Estás robando y , si no te hubiese atrapado , probablemente me limpiarías toda la casa .
— No vine aquí para robar!
Treasure nunca había tenido tanta dificultad para pensar. Estaría
imaginando aquello o el extraño, de hecho, había afirmado que era el barón? Sería posible?
— Si sos el barón — ella comenzó a decir, intentando demostrar una calma que estaba lejos de sentir —, entonces me conoces. Sabes que tengo libertad para venir aquí cuando quiera, durante el día o la noche. Y no es para robar.
Dios, tenía que irse de allí , pero ese extraño estaba parado junto a las puertas dobles!
— Te ordeno que me dejes ir!
— Te ordeno ?! — él no se movió y la agarró por la muñeca cuando Treasure quiso pasar. — No te conozco, atrevida del demonio , pero te aseguro que tu atrevimiento no va a quedar así nomas.
— Déjame ir, su imbécil! Cómo te atreves?
Sterling Renville no la obedeció. En vez de eso, empezó a observarla con grande atención.
Treasure lo empujó, azorada con lo que estaba sucediendo e irritada con su imposibilidad de controlar la situación. Parecía haber perdido la fuerza, y el extraño poder casi animalesco que emanaba de ese hombre hacía que tuviese sensaciones que nunca había experimentado . No era una muchacha tonta, que podía ser fácilmente intimidada por un hombre. Era una libre pensadora ! Pero , en ese momento, no lograba pensar con coherencia. Eso la asustaba más que la presencia física del desconocido.
— Ya que estás aquí, muchacha — Renville se rió con ironía —, por qué no proporcionas un poco de placer? Te prometo que si lo haces no te castigaré por haber invadido mi casa en medio de la noche. — Diciendo eso, la empujó contra su pecho ancho y la silenció con un beso.
La presión de los labios carnosos sobre los suyos la dejó estupefacta. Era intensa suave al mismo tiempo. Cómo era posible? Entonces, él la abrazó y deslizó las manos hasta la curva generosa de sus caderas.
Treasure disminuyó la presión dos puños sobre el pecho ancho, y el calor del cuerpo musculoso le provocó un torbellino de emociones desconocidas.
Con facilidad, él la empujó hacia el diván y se acostó sobre ella. Sin hacerse rogar , le sujetó la cabeza entre las manos y la besó en los labios con la fuerza y la destreza de un hombre acostumbrado a vivir grandes pasiones.
Cuando él empezó a besarle el cuello , el cuerpo y la mente de Treasure se sumergieron en un verdadero remolino de emociones. Entonces él
le separó las piernas con una rodilla, murmurando:
— Vamos, muchacha, vamos a divertirnos un poco, tendrás que hacer tu parte.
Súbitamente, Treasure fue despertada por esa palabra: divertir. Entonces era eso!
Estaba siendo forzada a hacer algo que no quería. Cómo ese hombre se atrevía a tanto?
El orgullo habló más fuerte y , reuniendo todas sus fuerzas, lo empujó
al piso , preparándose para golpearlo si fuese necesario .
Renville intentó agarrare los puños mientras Treasure tomaba un florero de porcelana de una mesa cercan. Cuando él trató de besarla nuevamente,
no vaciló en golpearlo con el florero en la cabeza.
Añicos de porcelana se desparramaron por toda la sala.
Ella se quedó quieta por un momento, apenas pudiendo creer en lo que había hecho. Logró desprenderse de él y se puso de pie. El hombre de cabellos claros t rostro masculino ahora yacía inconsciente.
— Tuviste lo que te merecías, cretino! — los ojos violetas brillaban cuando Treasure apartó el cabello de su rostro. — Esto te enseñará a no jugar conmigo.
Con un movimiento ágil, giró sobre sus talones y salió al aire caliente y húmedo de la noche, incapaz de entender qué había sucedido, pero consciente de que el hecho cambiaría su vida para siempre.