jueves, 7 de octubre de 2010

NO SOY SANTA - CAPITULO 8 - PAULA REED

CAPITULO 8



La euforia que Mary Kate sintió cuando avistó tierra duró poco. Diego pronto le explicó que ellos estaban pasando cerca de la costa de Florida. El Magdalena navegó entre innumerables islas y finalmente, mirando por la catalejo, Mary Kate avistó El Castillo de los tres Santos Reyes Magos del Morro o simplemente El Morro como era más conocido.
El fuerte blanco, que se extendía imponentemente , ocupaba toda la ensenada azul de Habana. La tierra que lo rodeaba era plana y poblada de playas de arenas blancas . Ese lugar era completamente diferente a Irlanda y a Inglaterra.
— Álainn, no ? — Diego preguntó, tomando el catalejo de vuelta.
— Si, es hermoso — Mary Kate concordó, sonriendo suavemente.
Diego había estado distante de ella desde su ataque de rabia, sucedido días atrás. Ella había pedido disculpas, él las había aceptado cordialmente, pero había dejado de existir la camaradería , bromas y coqueteo entre ellos.
— Dijiste hermoso. Estás aprendiendo español con Galeno? — él preguntó .
— Si.
— Como te referías a una ciudad, deberías decir hermosa. Es una hermosa ciudad. Ciudad es una palabra femenina.
— Intentaré acordarme de eso. Como se dice: "El sacerdote de aquí habla inglés?"
— Conozco a un sacerdote en Cartagena que habla inglés.
— Si, pero como mi destino será decidido en poco tiempo , quiero estar en paz y con el alma limpia. Por favor, Diego! Necesito hablar con un sacerdote en Habana. Hace cuatro años que no veo el interior de una iglesia católica. La última vez tenía diecisiete años. Tengo mucho que confesar y algunas de las faltas que cometí fueron por tu culpa.
La sonrisa recatada que Mary Kate le dirigió a Diego lo hizo inclinarse a ceder al pedido de ella. Pero reaccionó a tiempo. Enderezó los hombros y habló con firmeza:
— Estaré muy ocupado ocupándome de mis negocios, no será posible acompañarte por la ciudad.
— No precisas mostrarme la ciudad ! Sólo te pido que me consigas un padre que hable inglés para oír mi confesión. Una confesión completa debe durar una hora o un poco más.
— Más de una hora? — Diego levantó as cejas, sorprendido.
— No me confieso hace cuatro años. Se piensas que en estos pocos días ya te he contado un puñado de mentiras y que me comporté caprichosamente, nunca te podría imaginar las cosas que les hice a los ingleses!
Las palabras de Mary Kate hicieron que Diego reflexionase . Estaban llegando a tierras donde predominaba la religión Católica y eso lo hizo acordarse de lo mal que se sentía por las apariciones de la santa . Hasta ese momento no había sentido la necesidad de confesarse. No era pecado recibir la visita de una santa. Pero ahora se cuestionaba seriamente la naturaleza de esas apariciones y Magdalena no se manifestaba. Se mantenía en un silencio decepcionante y frustrante .
Diego observó a María Catalina y se preguntó si el peso que ella cargaba en su alma sería tan pesado como el de él. Por otro lado, si él podía aguantar ese peso hasta Cartagena, ella también podría.
— Sería imposible quedarme esperándote por una hora.
— No precisas hacer eso. Sólo te pido hablar con el padre y que me dejes dentro de la iglesia — dijo Mary Kate rápidamente .
Ella miró ansiosa a Diego quien se rascaba el mentón, indeciso.
— Qué clase de problema puedo llegar a causar estando dentro de una iglesia, al cuidado de un sacerdote? Cómo podría anda por la ciudad si no sé hablar el idioma ni conozco a nadie'
— Hay muchos peligros en Habana. Si te dejarse en una iglesia, tendrías que prometerme que no saldrás de allá hasta que yo no vuelva a buscarte.
Mary Kate se alegró ; por el momento todo iba bien. Ahora venía la parte más difícil.
— Bien, necesito algunas cositas. Estuve pensando si no podrías adelantarme una pequeña parte de mi dote.
Diego sacudió la cabeza.
— Ya no tienes dote.
— Cómo que no? En el barril donde encontraste la carta de mi abuelo estaba mi dote.
— Ahora ese dinero pertenece a la corona de España. — él se encogió de hombros .
Todo lo que Mary Kate había pensado hacer para seducir a Diego se evaporó y su sangre hirvió de rabia.
— La corona de España!
— Forma parte del tesoro que sacamos del barco pirata. Como el Magdalena es español, el botín pertenece a España.
— Pero ese dinero es mío ! Comprendo que te quedes con las pertenencia de la cosas cuyos dueños no pueden ser encontrados, pero vos sabes a quien pertenece ese dote. Además, tu país acabará ganando dinero con mi rescate.
— Para qué serviría pedir rescate si devolvemos la dote? Por qué no quedarnos con la dote y no exigir el rescate?
— No! Esa dote es mía ! Y el dinero del rescate es de mi prometido.
— Entonces poco te importa si España se queda con el dinero de tu prometido. Pero no admites que España toque tu dinero .
— Por supuesto que me importa un comino ! Es el dinero de él ! Y cuando la corona se queda con mi dinero me está robando.
— Nunca vi una lógica de razonamiento más confusa que la tuya. El reclamo de un rescate a tu prometido es perfectamente legal. Y el dinero de la dote pertenecía a sir Calder.
— Sos idiota o te te haces el que no entiendes?! Yo jamás concordé con el matrimonio. Nadie pidió mi mano. En cuanto al dinero de mi abuelo, bien , lo considero una indemnización por todo lo que me hizo pasar, por todo lo que me hizo sufrir.
— Y qué quieres comprar con ese dinero? Un pasaje de vuelta a Irlanda, tal vez?
"Maldito creído ", Mary Kate pensó furiosa.
— No es asunto tuyo — respondió .
Diego se rió, poniéndola más irritada. Sus labios llegaron a temblar. Pero la rabia se le pasó rápidamente y ella acabó riendo con él.
— Cómo puedes conocerme tan bien ?
— Puedo leer lo que pasa por tu cabeza como si estuviese leyendo un libro, María Catalina.
Si es así, sólo soy un libro que nadie quiere leer. La gente mira la tapa de mi libro y no les gusta lo que ven . Sabes, Diego, todos me consideran un horror, alguien impresentable . Nunca nadie se preocupó por conocer mis verdaderos sentimientos.
El truco de apelar al sentimentalismo era muy eficaz.
El corazón de Diego se enterneció .
— No. Sos un libro bellamente encuadernado. Estábamos hablando sobre tu deseo de volver a Irlanda, y yo me voy a ocupar de eso. Pero no intentes huir de mí ahora. Habana es un lugar muy peligroso.
— Por favor, Diego, dame por lo menos una parte del dinero de sir Calder, y consígueme un barco para volver a Irlanda — Mary Kate insistió .
— No puedo. El dinero no me pertenece a mí y no te pertenece a vos . Hay un protocolo que debo honrar . Ten paciencia. Mi amigo en Cartagena, Juan Gallegos, es honesto e influyente. Le expondré tu situación y él sabrá qué hacer.
Mary Kate suspiró. Diego la escuchaba , pero había cosas que él simplemente no comprendía. Cuando él desembarcase, ella convencería a un marinero de llevarla a la bodega con la excusa de buscar algo en su baúl , y una vez allá, encontraría su dote y tomaría dinero suficiente para pagar el viaje de vuelta a casa.

Diego desembarcó preocupado por innumerables cosas que tenía que hacer en la ciudad. Debía avisarle a los comerciantes que las mercaderías habían llegado, entrar en contacto con personas del gobierno, distribuir algunas tarjetas y hacer visitas a potenciales clientes , puesto que, después de un viaje de ida y vuelta a Europa, ya tendría su propio barco y su empresa.
Pero en primero lugar entró en la catedral. Se arrodilló , en uno de los altares laterales donde había un cuadro de un mártir, delante del cual ardían muchas velas , y comenzó a rezarle a su santa protectora.
Le vino a la mente que María Magdalena nunca se le había aparecido en una iglesia. Tal vez ella no pudiese aparecerse en una iglesia. O no se atrevía a entrar en un lugar sagrado! Quién sería esa mujer que antes parecía una enviada de Dios y ahora algo pagano y profano ?
— Madre de Dios, ayudame! — Diego murmuró con fe.
Inmediatamente fue invadido por agradable sensación de calma. Mantendría su integridad moral, su firmeza e la fe , pensó, y todo saldría bien . Tal vez las visiones se hubiesen detenido porque él había comenzado a sospechar que ellas no provenían de las fuerzas del bien.
Después de una breve oración y una reverente señal de la cruz, Diego se puso de pie . Sus negocios podían esperar. iba a confesar sus sueños lascivos, los deseos que sentía por María Catalina y sería absolvido. A partir de ese momento , enfrentaría sus perturbaciones y tentaciones con el alma limpia y nuevas perspectivas. Con eso en mente, fue a un confesionario.

Detrás de él, Magdalena hizo una seña con una mano desde detrás de las velas.
— Te escuché reprenderme , pero tenía prohibido aparecer para darle ña respuesta esperada.
María Santísima, quien todavía estaba sentada en el banco, cerca de donde Diego se había arrodillado , habló suavemente.
— Qué ganarías ? Él no aprendería nada con tu interferencia, Magdalena. Diego se casaría con Mary Katherine sólo porque una santa se lo dijo , sin lucha con su consciencia y aprender que a veces las reglas deben ser rotas. Los dos deben , encontrar su propio camino.
— Y por qué no fue así en el caso de la muchacha francesa?
— Te refieres a Juana de Arco . La historia de ella fue diferente. Una joven del siglo XV, con apenas dieciséis años jamas hubiese comandado un ejército a menos que recibiese una orden directa del Cielo hacerlo.
Magdalena quedó en silencio. María tenía razón. Finalmente argumentó :
— El capitán Diego es un hombre demasiado honrado. Él piensa que lo abandoné . Peor todavía: sospecha que las apariciones son obra de las fuerzas del mal.
María se levantó y fue hacia Magdalena.
— Los fieles rezan pidiendo nuestra intercesión porque creen que los comprendemos, puesto que alguna vez que fuimos humanas. Pero , si parecemos demasiado humanas , dudan de nosotros. Sospechan que somos personificaciones malignas.
Acabando de hablar, María Santísima pasó el brazo sobre el hombro de Magdalena y las dos fueron rodedas por una luz intensa que pronto desapareció.

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