domingo, 3 de octubre de 2010

NO SOY SANTA - CAPITULO 4 - PAULA REED

CAPITULO 4



Hacía unos días que el Magdalena había entrado en la Corriente del Golfo y el cambio, tanto en el clima como en la naturaleza del mar, era siempre bien recibido . El agua, antes de un color verde, impenetrable, se había hecho azul y cristalina y reflejaba un cielo límpido con un sol radiante. En su posición, en el timón, Diego estaba feliz, recibiendo en la cara el viento agradable que mantenía las velas infladas. Sintiendo un ligero sopor, cerró los ojos queriendo convencerse de que estaba teniendo esa reacción por el calor y la claridad del sol. Pero, en el fondo, sabía que no podía engañarse.
— Diego.
El intentó abrir los ojos y no pudo .
— Diego!
La santa usaba una vestimenta recatada , muy bonita, pero nada seductora . Como siempre, habló en español, con una voz musical y con un leve acento extranjero.
— Si, mi señora.
Manda la mitad de tus hombres a la cubierta inferior. Todas cañones deben estar preparados.
— Tal vez sea mejor cambiar nuestra ruta para evitar una confrontación con los piratas. Es mejor por los hombres . Si ganamos nuevamente, ellos van a sospechar todavía mas.
— Si ustedes ganan ? Alguna vez te engañé ? Estás dudando de mí, Diego?
— No, Magdalena.
— Entonces manda a tus hombres abajo . Van a precisar el factor sorpresa.
Diego se frotó los ojos antes de abrirlos y se volvió hacia sus hombres con una expresión molesta.
— Quiero que la mitad de la tripulación vaya a la cubierta inferior. Preparen las armas de fuego y los cañones.
— Por qué , capitán? No hay barco ningún a la vista — protestó un marinero.
— Capitán! Barco! — gritó el hombre desde lo alto del cesto en el mástil . — Allá! Acaba de asomar en el horizonte!
—Cómo...? — preguntó un joven marinero, mirando a Diego horrorizado.
— Tal vez sea mejor nos apartemos y dejemos que ese barco pase — sugirió Enrique, su inmediato.
Diego se sentía tironeado. Concordaba con Enrique, pero no podía dejar de atender el pedido de Magdalena, la santa que había hecho posible todas sus victorias. Con voz firme, que no admitía contradicción, sentenció :
— Vamos a luchar.
— Pero no sabemos qué tipo de barco es ese. Tal vez tenga un poder de fuego superior al nuestro y nos derrotará.
Será una lucha de igual a igual. Pero vamos dejar que el enemigo suponga que tiene más hombres que nosotros. Quédense en la cubierta
inferior hasta que seamos abordados y esperen que les de una señal.
Como siempre, Enrique obedeció sin cuestionar, pero el corazón de Diego quedó oprimido al verlo santiguarse antes de ordenar que los hombres bajasen a la cubierta inferior.


— Es un barco español, capitán! — informó uno de los tripulantes del barco pirata, apareciendo en la puerta de la cabina . — Por lo que pudimos ver con el catalejo, los tripulantes son pocos. Una presa fácil.
El capitán mostró los pocos dentes en una sonrisa maliciosa.
— Ojalá que la carga sea valiosa. Lo que conseguimos con el ataque al último barco no fue nada malo . Y vamos a ganar mucho más cuando entreguemos a la muchacha. — Él hizo un movimiento con la cabeza indicando a Mary Kate quien estaba amarrada al lado de la cama inmunda y deshecha.
Oyendo eso, ella rezó para que hubiese en el barco español suficientes hombres como para salvarla dos piratas. Decidida a no demostrar que estaba desesperada, habló con desdén :
— Y ustedes se consideran los mejores? Parece que les falta pelotas para atacar un barco de ese tamaño ! Rueguen a Dios que los libre de perseguir un barco con una tripulación mas numerosa.
— Tomamos tu barco con muchas facilidad.
— Eso fue porque ellos eran ingleses — dijo Mary Kate con desprecio.
— Nosotros también somos ingleses — el capitán habló con orgullo.
— Hum! No se atreven a atacar un barco español si no tiene la mitad de la tripulación?
El pirata la miró con rabia.
— Callate ! Y , para tu propio bien , reza para que su prometido pague el rescate. Si él no se pone con el oro , te arranco la lengua, hija de Satanás.
A pesar de mostrarse valiente, Mary Kate tenía mucho miedo de presenciar otro masacre. Aunque no simpatizase con el capitán y los tripulantes del Fortune, consideraba que ellos no merecían ese triste destino de hundirse con el barco. Al embarcarla en el Fortune, sir Calder jamás había imaginado que podría suceder semejante tragedia. Aún así , Mary Kate lo odiaba todavía más. Por culpa de su abuelo había presenciado escenas sangrientas, había visto decenas de hombres inocentes morir sin poder hacer nada por ellos y ahora era prisionera de piratas.
— Un día, ustedes, piratas, serán ahorcados. Y les juro que haré el viaje de Irlanda hasta el lugar de la ejecución sólo para sentir placer de ver el espectáculo .
— Eso si el infeliz que va a ser su marido no te ha matado antes — el capitán habló en un tono amenazador y salió de la cabina .
A solas, Mary Kate volvió a la tarea que había comenzado mientras el capitán estaba durmiendo. Ella lo había convencido de no amarrarla muy apretado porque, si las muñecas resultaban lastimadas, su prometido se negaría a pagar el valor total del rescate. De ese modo , de a poco , ella estaba logrando estirar las tiras de tela que le sujetaban las muñecas. ahora, con la noticia de que un barco español se aproximaba, sentía la motivación de liberarse cuanto antes.
Se estuviese libre, podría ayudar a los españoles a vencer a los piratas y con eso ellos quedarían en deuda con ella. Un pasaje pa Irlanda sería perfecta compensación por esa deuda.


La tripulación del Magdalena estaba organizada en pequeños grupos. Todos se mostraban nerviosos y hablaban en susurros. La bandera blanca flotaba en lo alto del mástil y ellos esperaban que el barco pirata los abordase. Ningún de ellos dudaba que serían vencedores, pero nadie estaba ansioso por festejar una victoria que sería lograda gracias al poder de Satanás. Cómo podía el capitán saber que el barco pirata se aproximaba, si el hombre en lo alto del mástil todavía no lo había avistado?
Sabiendo cuales eran las sospechas y la gran preocupación de los tripulantes, Diego buscó mantenerse serio. No era fácil esconder su entusiasmo por saber anticipadamente que tendría otra victoria. Él también sabía que estaba siendo observado por los piratas y no podía mostrarse excesivamente confiando .
Cuando los ganchos de abordaje del barco enemigo se engancharon al costado del Magdalena, Diego oyó a sus hombres moviéndose rápidamente en la cubierta inferior. Pero eso sólo duró un instante, pues, súbitamente, el ruido cesó. Él había dado órdenes para todos permaneciesen en silencio absoluto hasta recibir la señal de subir a la cubierta superior y así sorprender a los piratas. Estos en poco tiempo saltaron al Magdalena con armas de fuego, facas, puñales y espadas. Parecían contentos de constatar que los españoles se rendían sin lucha alguna. Por eso, sujetaban sus armas descuidadamente , seguros de que no tendrían que usarlas.
— Já! — Diego gritó.
La escotilla se abrió y los marineros saltaron a la cubierta. El ruido ensordecedor de tiros y el sonido metálico de las espadas e otras armas blancas llenaron el aire. Diego se dio vuelta y viendo al capitán del barco pirata en un rincón , fue por él. Asustado, el filibustero corrió hacia la baranda, se agarró a una cuerda y volvió a su propio barco. Determinado, Diego lo siguió .
Otros hombres también saltaron a la cubierta del Rebellion. El capitán pirata barbudo era un cobarde y , en vez de luchar con Diego, retrocedía , sus ojos oscuros siempre fijos en los de su oponente. Para Diego era una satisfacción y también motivo de orgullo ver el miedo impreso en la cara de ese miserable. La escena era muy familiar. Los hombres de Diego luchaban con valentía.
En medio de la lucha, Diego se distrajo al ver una bella visión que creyó era su Santa. Magdalena había venido ayudarlo a combatir al enemigo! Usaba ropas elegantes y a la moda, tenía cabellos oscuros, ojos celestes , labios llenos y facciones delicadas.
Ella se agachó , tomó la espada de un pirata caído y la blandió en el aire con un brillo feroz en sus ojos. Diego notó la sangre en las muñecas de la bella mujer, pero ella, como una mártir que había sido torturada, parecía indiferente al dolor que las heridas seguramente le causaban.
Esa distracción podría haberle costado la vida de Diego. El capitán pirata aprovechó la oportunidad y avanzó sobre él, la espada levantada, lista para asestar el golpe fatal . Para Diego fue como si la escena se desarrollase lentamente. Vio a Magdalena saltar hacia adelante con la espada y clavarla en el cuello del pirata. Su fuerza no fue suficiente para degollarlo, pero cortó una arteria y el miserable se derrumbó en la cubierta.
— Qué te pasa ? — Magdalena reprendió a Diego. — No deberías haberte distraído como un idiota. Este hijo de puta casi te atravesó su corazón con la espada!
La mente de Diego estaba tan confundida que no vio a otro pirata acercándose para atacarlo. Reaccionando a tiempo, lo alcanzó con la hoja afilada , casi sin verlo.
Estaba enloqueciendo ? Magdalena había hablado en inglés? Por qué ella estaba hablando en inglés? Y había maldecido como un marinero?
— Cuidado! Mira! A la derecha?
Diego se dio vuelta y enfrentó a un hombre que estaba detrás de él. No podía pensar en esa mujer en un momento tan crítico. Quería mirar por sobre su hombro para asegurarse que ella estaba bien , pero tenía que estar atento a los otros hombres que lo rodeaban. Además , ella era una santa. Qué mal podría sucederle ? Pero por qué ella hablaba en inglés y maldecía ? Y qué eran las heridas eran en las muñecas? Los santos tendrían permiso para usar ese lenguaje tan burdo?
El estaba a punto de liquidar al último adversario cuando este arrojó el arma lejos, se arrodilló y suplicó : — Clemencia!
La espada de Diego ya estaba sobre la cabeza del enemigo. Sería muy fácil bajarla y el hombre tendría una muerte instantánea. Diego oyó otros pedidos de clemencia. Miró a su alrededor y al ver otros piratas arrodillados constató que la batalla había sido ganada.
Se secó el sudor de la cara y fue en busca de Magdalena, aunque supiese que ella seguramente había desaparecido. Pero no, ella continuaba allí . Tenía la falda manchada de sangre y estaba jadeante. Uno de los marineros se aproximó de ella e intentó tocarle el hombro. Ella se dio vuelta irritada, con los ojos llameantes .
Aquello no era una visión. Era una mujer de verdad, no una santa.
La mujer que Magdalena le había prometido!
Diego tenía tanta certeza de eso como de la victoria de ellos sobre los piratas.
Enrique! — él gritó a su inmediato, pero mantuvo los ojos fijos en la mujer. — Vos y los otros hombres lleven al Magdalena a los piratas que todavía estén vivos. El médico se va a ocupar de sus heridas. Saquen la carga de este barco, después lo incendian .
— Si, capitán — asintió Enrique dirigiendo a Diego una mirada cauteloso.
Diego fue hacia la mujer que lo miraba y habló con ella en español.
— Perdoname. Pensé que eras una visión, pero me equivoqué . Nuestra santa nos protegió, verdad? Ella hizo que nosotros dos, finalmente , nos conociésemos.
La mujer permaneció en silencio. No había entendido lo que él decía .
— Veo que estás perturbada con todo esto. Yo también lo estoy . Pero no hay nada que temer. Te Prometo que ningún mal te sucederá.
El inspiró profundamente . Feliz porque la santa de carne y hueso iba a hablar con él.
— Supongo que no hablas inglés — dijo ella.
La sonrisa de Diego desapareció. preguntó en el idioma de ella, decepcionado:
— Sos inglesa?
— Mirá , es cierto que me salvaste de un destino peor que la muerte, pero eso no te da derecho a ofenderme — ella respondió .
La esperanza renació en el corazón de Diego.
— Entonces no sos inglesa?
— Irlandesa.
— Inglesa o irlandesa... Es lo mismo — respondió él, su esperanza muriendo de nuevo.
La mujer iba a responder, pero recorrió con los ojos la cubierta llena de hombres muertos y heridos y pidió:
— Por favor, no quiero estar aquí.
Avergonzado por su falta de sensibilidad, Diego se puso delante de la mujer para impedir que continuase viendo esa escena de horror.
— Ven conmigo. Voy a ayudarte a pasar a mi barco. ? Los ojos de él se posaron en las muñecas heridas. — Ellos te amarraron ?
— Si.
— Voy a llevarla con el médico para que vea esas heridas.
— No es necesario . Debes ocuparte de tus hombres. Diego la admiró por pensar en primer lugar en los hombres heridos.
— Está bien , pero después de ocuparme de ellos, voy a llevarte con el médico.
Mary Kate asintió con un movimiento de cabeza y permitió que el capitán español la llevase a su barco. Ella podría agarrarse a la cuerda y hacer el cruce sola, pero se sintió mucho más protegida cuando él, sujetándose a la cuerda, la enlazó con el otro brazo. Mary Kate se agarró al hombre delgado, pero fuerte y se vio hamacándose en el aire. Él olía a sudor, tenía las ropas mojadas y el cuerpo todavía caliente por la lucha. La agitación febril que se había apoderado de ella cuando había clavado la espada en el cuello del capitán pirata todavía circulaba por la sangre ella. Había matado a un hombre.
Cuando sus pies tocaron la cubierta del barco español, se sintió reticente a separarse del capitán. Era muy agradable sentir el corazón de él latiendo contra su cara. Finalmente , ella miró a su alrededor . La escena allí era todavía más impresionante que la del Rebellion. La tripulación estaba ocupada lanzando al mar los cuerpos de los piratas. Un hombre más viejo, bien vestido, hacía curaciones en los heridos. Mary Kate dedujo que ese era el médico.
— No mires para no quedar impresionada — pidió Diego, estrechando la mujer en sus brazos.
Ella apoyó la cabeza en el pecho de él. Ese hombre era tan fuerte que ella, súbitamente, deseó que la besase intensamente. Recobrándose de ese rapto de locura , Mary Kate casi se rió de esa idea ridícula . Se acordó de los antiguos cuentos celtas que hablaban sobre la sed de sangre y la lujuria que las batallas despertaban en los guerreros. Qué le estaba sucediendo ? Hacia poco había derramado la sangre de un hombre y ahora deseaba ser besada? Mary Kate humedeció sus labios secos. Levantó la cabeza y sus ojos se fijaron en los do capitán, oscuros y profundos, en los cuales ella percibió un brillo intenso, como si en ellos todavía hubiese el mismo ardor, la misma pasión usada en el combate. El pensamiento la perturbó pero por sobre todo tuvo un efecto embriagante.
Ellos bajaron una escalera y entraron en un cuarto amplio, claro y aireado. La luz entraba por una gran ventana e iluminaba una cama arreglada y una mesa llena de cartas geográficas.
— Esta es mi cabina — dijo el capitán . Cordialmente parecía querer disipar todas las señales de violencia que ella había visto en la cara de él en la cubierta del barco pirata . — Cuando pueda , mandaré a preparar la cabina de mi inmediato para vos . Mientras tanto, descansa aquí.
Mary Kate no sabría decir si sentía miedo, inseguridad o deseo. Sólo estaba segura de una cosa: quería estar cerca de ese hombre. por lo menos por un momento más .
— Creo que... Dejé algunas cosas en el otro barco. Si fuese posible retirarlas de allá antes que le prendan fuego , estaré agradecida.
— Intentaremos encontrarlas.
— Muchas gracias , capitán...
— Montoya. Soy el capitán Diego Montoya Fernández de Madrid y Delgado Cortés, a su disposición .
— Soy Mary Katherine 0'Reilly — respondió Mary Kate haciendo una graciosa reverencia. — Debo decirle, capitán Montoya, que está equivocado, no es lo mismo .
Diego la miró confundido.
— Qué no es lo mismo ?
— Una inglesa y una irlandesa. Los Ingleses y los irlandeses son muy diferentes.
— Disculpa . No quise ofenderte .
Diego sonrió, y Mary Kate sintió el corazón latir fuerte dentro de su pecho. Era una bella sonrisa ; uno de los ángulos de la boca quedaba un poquito más alto que el otro y los dientes blancos y brillantes contrastaban con la piel bronceada.
— Estás disculpado.
— Voy a mandar que te traigan agua. Lavate para borrar las marcas de esta experiencia tan dolorosa .
— Gracias una vez más . — ella también sonrió y constató , satisfecha, que el capitán la miraba con admiración .
— Los irlandeses son católicos, no?
— En Ulster, donde vivo, el catolicismo no es la religión oficial.
— Oh. — él se encogió de hombros , pareciendo decepcionado.
— Preciso confesarme .Cree que en el lugar a donde está yendo será fácil encontrar un sacerdote que hable inglés para oír mi confesión? Probablemente tendré que hacer penitencia durante un año por haber acabado con la vida de ese pirata mugriento .
El capitán Montoya sonrió una vez más y Mary Kate pensó en el placer que había experimentado al sentir ese cuerpo musculoso pegado al suyo.
— Fue legítima defensa y el hombre debía ser protestante. Unos ave marías y unos pocos padre nuestros te absolverán . Pecados como ese ya cometí varias veces. Me confesé y obtuve la absolución.
— Bien, te he retenido por mucho tiempo. Sé que tienes tus obligaciones.
Si, es cierto . — él suspiró. — Volveré tan pronto como pueda.

Cuando el capitán Montoya salió, cerrando la puerta, Mary Kate se sentó en la cama, los pensamientos zumbando en su cabeza como un enjambre de abejas. Tenía que recobrar el sentido común. El capitán era, innegablemente, un hombre guapo , pero ella ya se había enamorado muchachos guapos, había sido besada por algunos de ellos y no había quedado perturbada. No era ahora - cuando su mayor interés era llegar a Irlanda - que iba a dejar que las emociones obnubilasen su razón. Tenía que usar el cerebro. Reconocía que el capitán español ejercía una poderosa atracción sobre ella. Y , por lo que había podido percibir, él también había quedado muy impresionado con ella.
Siendo así, sería fácil tenerlo comiendo de su mano . Porque, siendo mujer, ella lograría controlar sus deseos físicos mientras que, para un hombre, eso sería casi imposible Si , la oportunidad esperada estaba al alcance de su mano y no podía perderla. En poco estaría a camino a su casa.

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