sábado, 2 de octubre de 2010

NO SOY SANTA - CAPITULO 3 - PAULA REED




CAPITULO 3


Diego , después de desembarcar , fue en primer lugar, a su casa. Después, a pedido de su padre, fue a la iglesia a buscar a uno de los hermanos para cenar con la familia.
La catedral quedaba cerca de la casa de los Montoya y en el camino Diego se distrajo oyendo el sonido del mar , viniendo del oeste, y admiró la sucesión de casas con su peculiar arquitectura . Cádiz era una ciudad antigua y , en algunos aspectos, más africana que española. Edificios con cúpulas recordaban el pasado cuando los moros habían dominado la región. La catedral había sido construida en el lugar donde hacia, siglos atrás, había habido una mezquita. A lo largo de las calles estrechas se alineaban construcciones con fachadas revestidas de mosaicos que brillaban como oro con el sol poniente .
Diego entró na catedral por los fondos. Aspiró el aroma dulce de incienso y se arrodilló a los pies de la Virgen María que tenía la mirada bondosa dirigida a él. Alrededor de su manto había muchas velas encendidas. En otro nicho estaba Cristo con una expresión de humilde confianza. U confianza. Un sacerdote se aproximó .
— Diego, que placer volver a verte .
— El placer es mío, padre. — Los dos se abrazaron fraternalmente. Diego sonrió al agregar: — No logro me acostumbrarme , Pablo. Para mí siempre serás hermano menor .
Pablo también sonrió.
— Nadie de la familia parece haberse adaptado al cambio. Pero es natural. Crecemos y elegimos nuestros caminos, pero nuestros padres continúan considerándonos niños.
— Es por eso que mi empresa tendrá base en Habana. Si continuase aquí en Cádiz, mamá nunca me dará un instante de sosiego. Ella se encontrará un modo de meter en mi oficina a cada mujer soltera de esta ciudad. En cuanto a papá, apenas llegué, me llamó a un costado e insistió para que lleve a Rico en mi barco. Yo ya tengo demasiadas preocupaciones como para verme forzado a lidiar con un muchachito como nuestro alocado hermano . Oí decir que aquí sólo causa problemas.
— Pues agradece a Dios por no haberlo oído en confesión. Si nuestro padre supiese... El obispo cree que un sacerdote no debe ejercer el sacerdocio en la ciudad en que se crió . Y, hablando de confesión, hace cuánto tiempo no te confiesas?
— Me Confesé en Cartagena y desde entonces he estado en el barco. Para no tener que matar piratas, en general prefiero huir de ellos.
Diego no reveló que había tenido tentaciones. Cómo podría decirle a
su hermano quien lo había tentado? Esa confesión tendría que ser hecha a otro sacerdote.
Pablo sonrió.
— Me alegra saber que no hubo muertes, eso es bueno. Tienes una vida maravillosa, hermano.
— No es tan maravillosa como te imaginas. Hasta mi tripulación comienza a sospechar que lo que pasa conmigo no es solamente una cuestión de suerte.
La cara de Pablo se puso seria.
— Ellos creen que hay fuerzas del mal...?' Diego asintió con un movimiento de cabeza y los dos hermanos se sentaron en uno de los bancos
— Cuéntame todo — pidió Pablo.
Hubo un largo silencio antes que Diego preguntase :
— Cómo supiste que ibas a ser sacerdote ?
— Pablo frunció la frente. — Simplemente siempre lo supe. Había dentro mío una certeza de que esa era mi vocación.
— Pero cómo tenías esa certeza? Quiero decir, escuchaste alguna voz? Tuviste visiones?
— No fue tan dramático . Yo me sentía bien en la iglesia... Mejor que en casa.
Viendo a su hermano suspirar, Pablo se sintió curioso.
— Esperas recibir alguna señal? Alguna voz o visión que pueda orientarte en la vida?
Diego frotó sus ojos. Su expresión era de cansancio.
— He tenido visiones y he oído voces. Eso ya sucedió muchas veces.
— Muchas veces?
— Por favor, quiero que me respondas como hermano y como sacerdote. Si una santa se le aparece a un humilde marinero, eso sería un milagro o una herejía?
Pablo se inquietó . Miró a su alrededor para ver si había alguien cerca y bajó la voz.
— Crees que tienes visiones de una santa?!
— Veo que dudas de mí — respondió Diego, notando la reacción de Pablo. — La verdad es que a santa me dio sabios consejos y sus profecías se han ido cumpliendo .
— Profecías? Qué profecías? Quién es la santa?
— Santa María Magdalena. Mi protectora.
— Magdalena? Estás seguro que no era otra María? La Santa Madre de Jesús se ha aparecido ocasionalmente a sus devotos más merecedores de esa gracia.
Diego se quedó en silencio por un instante. No tenía dudas de que era Magdalena quien aparecía en sus visiones y no la Virgen María. Pero Pablo, con certeza, estaba pensando que, en esas visiones, el demonio tomaba forma de una mujer.
— El nombre de mi barco es Magdalena, ya sabes eso.
— Lo sé , pero lo que me cuentas es muy extraño.
— Crees que estoy cometiendo una herejía? Pablo se encogió de hombros ; Estaba confundido.
— No. Por lo menos no, conscientemente. Pero cómo puedes saber si la mujer de esas apariciones es una santa? Qué dice ella ?
— Ella se me apareció por primera vez cuando estaba enfermo, con fiebre alta.
Ante de esa revelación, Pablo se relajó un poco.
— Entiendo.
— No. Creo que no entiendes. El capitán murió de esa fiebre , otros tuvieron el mismo destino. Luego Magdalena se me apareció , me dijo el nombre de quienes iban a morir, y que yo sobreviviría.
— Fue una coincidencia.
— Bien, desde ese día ella continuó apareciendo . Es ella quien me avisa sobre barcos piratas y quien me aconseja cuando debo enfrentarlos o huir.
— Ella te pide algo a cambio ? Exige una prueba de tu fe ? — preguntó .
— No! Nada de eso! — Diego sacudió la cabeza con vehemencia.
— Ella te prometió algo? Algo más allá de tu victoria sobre los piratas?
Pablo notó que la cara de su hermano se había enrojecido y agregó :
— Qué te prometió ?
— Una mujer.
Fue el turno de de Pablo sacudir la cabeza.
— No! — Diego protestó rápidamente . — Ella no se refería a una de esas mujeres... Una esposa. Eso es algo bueno , no ? Es mejor que la muchacha protestante sobre quien ya te hablé , no te parece?
— Si, Faith, la protestante que te usó para salvar a su novio . Después vos arriesgaste tu vida para salvar una amiga de ella, quien también era protestante. Es ese tipo de mujer la que esa santa pone en tu vida? No me gusto nada esto, Diego.
— No fue Magdalena quien me hizo conocer esas personas. Y solamente arriesgué mi dinero, no mi vida para salvar a Grace, la amiga de Faith — rectificó Diego. — Y si fuese santa María Magdalena quien se me aparece ? En ese caso, tengo que creer en ella. Debo aceptar la esposa que ella me prometió como parte del plan de Dios para mi vida.
— No sé si es o no una santa la que se te aparece. Ten cuidado. Si ella te conduce por el mal camino, haz una confesión inmediatamente y entrégate de cuerpo y alma a la Iglesia.
— Haré eso. Lo prometo. Pero no te parece posible que tu humilde hermano sea merecedor de un milagro ?
Pablo sonrió, pero en sus ojos había preocupación.
— Espero que ella te de una buena esposa española...
Es lo que deseo — dijo Diego con énfasis. — Si llego encontrar a otra mujer inglesa en dificultades, ella tendrá que buscar la ayuda de otro hombre , no la de Diego Montoya Fernández de Madrid y Delgado Cortés.


Para Mary Kate esas seis semanas fueron más decepcionantes que los cuatro años en la casa de su abuelo. Después de la tentativa de conquistar la simpatía do capitán del Fortune, había vuelto su atención a los marineros. Un de ellos, joven , poco mayor que ella, la seguía con una expresión de admiración , siempre que ella subía a la cubierta ´para respirar aire puro. Con el pretexto estar cerca de él, ella había demostrado interés por las actividades en el barco y él se había ofrecido a enseñarle diferentes tipos de nudos marineros . Durante varios días Mary Kate había recibido lecciones del muchacho. Tenía el cuidado de aparecer vestida con esmero, con los cabellos muy bien peinados y no se olvidaba de ponerse la loción de rosas.
Con mucha astucia , aprovechaba todas las oportunidades que se presentaban para pedirle que la ayudase. Llegó a sugerir que él podría visitarla en caso que algún día fuese a Londonderry. Recibió como respuesta la promesa de que, llegando al Caribe, él haría lo posible para ayudarla. No era lo ideal, pues estando en el Caribe, le llevaría meses para poder volver a su casa. Pero eso era mejor que nada.
Entonces, justamente cuando Mary Kate comenzaba a sentirse con renovadas esperanzas, el capitán y su inmediato amarraron al pobre imbécil al mástil y lo azotaron hasta hacerlo confesar que planeaba ayudarla a escapar de Port Royal. Después de eso, le dieron diez azotes más para que aprendiese a no ser tan estúpido . El capitán, un animal insensible, la había puesto delante del muchacho para observar la escena. Con lágrimas en los ojos Mary Kate le había suplicado que suspendiese el castigo, pero no había sido oída. Ante semejante brutalidad, ella casi se había desmayado .
Después de eso, por supuesto, ningún miembro de la tripulación se había atrevido a acercarse a ella, o a dirigirle una mirada o una palabra.
En ese momento, Mary Kate estaba en la cubierta mirando desolada el agua verde y helada y el cielo gris. Un barco en el horizonte parecía apenas una pequeña mancha, pero , cuando el marinero que estaba en lo alto del mástil lo focalizó con el catalejo, pegó un grito de alarma y toda la tripulación se agitó . Todos empezaron a cargar armas y cañones con pólvora. Mary Kate quedó olvidada. El capitán dio órdenes para huir del otro barco, pero este era veloz y se aproximaba cada vez más. La bandera roja flotando en el mástil más alto indicaba que se trataba de un barco pirata.
Mary Kate agarró la manga del saco do capitán y él la miró , sorprendido.
— Qué pasa , señorita 0'Reilly? — él gritó.
— Es mas que obvio que no podemos escapar de un barco tan veloz — Mary Kate habló con temor.
— Gracias por es observación tan inteligente. Gracias a Dios que la tenemos a bordo para aconsejarnos sobre estrategia militar en un momento de crisis — dijo el capitán en un tono sarcástico. — Váyase a su cabina, tranque la puerta y luego corra los baúles para asegurar la puerta.
— Yo quiero saber si tenemos armas suficientes para vencer al enemigo — insistió Mary Kate, ignorando el sarcasmo y las órdenes del capitán.
— Tenemos? Realmente, señorita 0'Reilly, si resultamos derrotados, voy a lamentar su suerte. Para qué se queda aquí en cubierta ? Pensándolo bien, sería una buena idea. Podría tener uno de sus ataques de histeria y quizá eso hará huir al enemigo .
— Le aseguro que no quedaré sentada en mi cabina esperando que ellos aparezcan para tomarme prisionera. Qué arma puedo usar?
El capitán sacudió la cabeza.
— Usted cree que estoy tan loco o desesperado como para poner un arma en sus manos? — él hizo una pausa, demostrando que algo lo preocupaba. — Escúcheme bien , señorita 0'Reilly, aunque usted no me guste mucho , no soy tan malo como usted se imagina. No puedo darle un arma, pero le aconsejo revelarle al capitán del barco pirata que está yendo al encuentro de su futuro marido. Dígale también que su abuelo y su prometido lo recompensarán generosamente cuando lleguen a destino. Eso es: llegar a Port Royal... En buenas condiciones.
— En buenas condiciones? — preguntó Mary Kate sintiendo miedo. — Cómo si yo fuese una prenda prestada que ellos tienen que devolver sin ninguna mancha ?
— Ay, Por el amor de Dios ! — murmuró el capitán, exasperado. — Si vencemos, voy a hacer que ellos se la lleven como castigo merecido por haberse atrevido a atacarnos . Rápido , salga de mi camino y baje pa su cabina! Es una orden!
El la empujó a un lado y pasó para inspeccionar las armas, al mismo tiempo que gritaba a la tripulación palabras de aliento, consejos e instrucciones. Mary Kate abrazó el mástil principal del barco como si allí pudiese encontrar consuelo y protección. pensó en su padre ya arruinado por la bebida, después de la muerte de su esposa. Qué cantidad de whisky un hombre era capaz de beber, movido por la desesperación ? Y Bridget, cómo estaría? Súbitamente Mary Kate se sintió angustiada. Su padre y su hermana no podían cuidarse mutuamente . Los dos la necesitaban .
Y si los piratas la matasen ? Hasta soportaría ser violada. Otras mujeres habían sufrido abusos y continuaban viviendo. Pero ... y se nunca más pudiese volver a su casa, para cuidar de su familia? Nunca más volvería a ver los bellos campos de Irlanda? Dios, si moría en ese momento estaría en pecado; hacía cuatro años que no se confesaba. Había escondido su valioso libro de registros en el forro de uno de los baúles y esperaba tener la oportunidad de usarlo. Mary Kate levantó el mentón. No iba a esconderse en la cabina; quería luchar. Si fuese necesario, conversaría con el capitán del barco pirata y le contaría sobre su abuelo y el prometido que la esperaba en Jamaica.
Estando toda la tripulación preparada para el combate, no había nada que hacer, mas que esperar. Los hombres solían ser muy ruidosos y ese silencio estaba poniendo nerviosa a Mary Kate . Observaba como el barco pirata se aproximaba cada vez más.
— Por el amor de Dios, señorita 0'Reilly, baje a su cabina y cierre bien la puerta — pidió el capitán una vez más . — Si se queda aquí, recibirá un tiro.
Qué harán ellos con su barco tan grande y bonito?
—Los derrotaremos — afirmó el capitán con confianza.
— Y si ellos ganan?
— El Fortune se hundirá en el mar o será incendiado.
— Bien, prefiero quedarme aquí arriba y correr los riesgos.
El sol declinaba en el horizonte cuando y el barco pirata se acercó al Fortune lo suficiente como para comenzar el ataque. El ruido era ensordecedor y el barco se sacudía con los disparos de los cañonees. Todos observaban, afligidos, las balas que caían a poca distancia de su
blanco, lanzando al aire altos chorros de agua salada y dejando el casco del barco enemigo intacto.
— Mierda ! — maldijo el capitán. — Carguen de nuevo y disparen!
Demasiado tarde . Rebellion, el otro barco, comenzó a lanzar, alcanzando el lateral del Fortune. Parte de la baranda voló por el aire disparando grandes astillas que se enterraron en la carne de algunos hombres. La bala que había iba rumbo al casco del barco arrancó, en su trayecto, el brazo de un joven ayudante . En pocos minutos el barco comenzó a inclinarse hacia un lado. Estaba siendo tirado por los ganchos de abordaje hacia el otro barco. No pasó mucho tiempo para que la cubierta del Fortune fuese invadida .
Descolgándose de cuerdas, hombres saltaban de un barco al otro; el ruido metálico de espadas, dagas y cuchillos llenaban el aire. Varios piratas fueron muertos, sus cuerpos yacían en el suelo , ensangrentados. Escondida detrás de un barril, Mary Kate buscó un arma entre los cuerpos sin vida. Si consiguiese una espada, faca o puñal podría ayudar a combatir a los piratas.
Más filibusteros aparecieron y , como los cañones habían sido descargados, la tripulación, con gritos de guerra, avanzó contra el enemigo. El barco pirata, que todavía tenía cañones cargados, disparó contra el Fortune y más tripulantes cayeron en cubierta. Finalmente, las armas de fuego fueron abandonadas y la lucha se hizo cuerpo a cuerpo, con puños, espadas, facones y puñales. Arrodillada detrás del barril, Mary Kate observaba la lucha . Los hombres pasaban a su alrededor como si ejecutasen una danza bizarra, sacudiéndose gritando y cayendo. Era difícil reconocer quien era amigo o enemigo porque tanto los tripulantes del Fortune como los piratas usaban ropas parecidas.
De repente, uno de los filibusteros vio a Mary Kate. Era un hombre con barba cerrada, ojos oscuros y casi desdentado. Ella se alejó , pero tropezó con un cuerpo tendido detrás de ella. Viendo un puñal en la mano inanimada, se agachó para tomarlo, pero el pirata la agarró por los cabellos y la alzó haciéndola poner de pie . Ella sintió en la cara un aliento podrido y un hedor a cuerpo sucio.
— Llevala a la cabina y tranca la puerta — él ordenó, empujándola a los brazos de otro pirata inmundo. — Después que toda la carga sea pasada a nuestro barco, vamos a decidir qué hacer con ella.
— Tengo un baúl con mi dote — dijo Mary Kate sin vacilar. — Y ustedes tendrán una generosa recompensa si yo llego a mi destino en... En buenas condiciones.
Una amplia sonrisa apareció en la boca con falta de dientes.
— Ya veremos, muchacha, ya veremos.

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