domingo, 17 de octubre de 2010

NO SOY SANTA - CAPITULO 19- PAULA REED




CAPITULO 19

La casa de Don Juan Gallegos quedaba en la parte da ciudad llamada El Centro, un barrio elegante con residencias lujosas donde vivían aristócratas y altos miembros del gobierno.
Mary Kate salió del cuarto a un balcón con baranda de hierro , donde se quedó de pie , mirando el cielo con sus colores del crepúsculo y aspirando el perfume de las flores tropicales que llenaba el aire. No podía ver el mar y extrañaba esa inmensidad azul turquesa, el suave y constante balanceo de las olas.
Llevó una silla del cuarto al balcón y se sentó en ella intentando olvidar la discusión que había tenido con Diego. Hacía mucho calor y ninguna brisa soplaba entre las casas y los árboles. Apoyó el codo en el brazo de la silla, apoyó la cara en la palma de la mano y cerró los ojos.
Mary Kate se vio en la casa de su abuelo, en Inglaterra. Era pequeña, pero sir Calder la había amueblado con lujo y comodidad . Mary Kate estaba en la sala de visitas mirando a uno de las tapices colgados en la pared , representando tres caballeros medievales despidiéndose de las mujeres que dejarían en sus hogares . Sir Calder había comprado esa valiosa pieza a un noble empobrecido. Mary Kate analizaba maravillada los detalles del bordado cuando notó algunos puntos defectuosos en la pata de uno de los caballos. Pero esos defectos sólo podían ser vistos examinando el tapiz muy de cerca .
— Tal vez yo podría rehacer esos puntos — ella dijo en voz alta, aunque estuviese sola.
Se agachó y sacó su cesta de costura, que estaba cerca de un sillón , una tijerita de plata. Con cuidado, cortó los puntos defectuosos y tomó hilo del misma color para rehacerlos. Cuando miró el tapiz, se llevó un susto. Varios puntos se habían descosido y ella comprendió que no sería capaz de hacer la reparación .
Súbitamente, Bridget apareció al lado de ella. Usaba un vestido sencillo , un contraste chocante con las elegantes ropas inglesas que usaba hermana.
— No deberías preocuparte . El tapiz como un todo es una obra de arte, incluso con algún defecto — comentó Bridget.
— Tienes razón, pero cuando vi el defecto y la cesta de costura a mi alcance, creí que debía intentar corregir el defecto — Mary Kate alegó.
De repente las dos estaban en una torre con paredes de piedra mirando varias mujeres con velos medievales que trabajaban con aguja y hilos de lana en el gran tapiz que momentos antes decoraba la sala de visitas de la casa de sir Calder.
— Cuidado con no cometer ningún error — Mary Kate le recomendó a una de las bordadoras que estaba haciendo con puntos minúsculos el dibujo de la pata de uno de los caballos.
— Ay ! — a mujer gritó.
Ella se había distraído con el comentario de Mary Kate y se había pinchado el dedo con la aguja.
? Te lastimaste , tía Edith? —preguntó una chica levantándose del banquito donde estaba sentada, cerca de la chimenea. ? Yo continuo con el trabajo hasta que el dedo pare de sangrar.
La chica no tenía práctica y su trabajo mostraba esa falta de habilidad. Mary Kate entendió por qué a tapiz presentaba defectos.
De esa torre ella y Bridget había vuelto a la casa de sir Calder. Sentadas en la mesa del té , miraron la pared delante de ellas donde estaba el tapiz. Desde esa distancia el diseño era perfecto. No se notaba ningún error .
— Mary, sólo es posible ver toda la escena representada en el tapiz, mirándolo de lejos . Examinándola de cerca, se ven los defectos y no ves la belleza del todo — Bridget explicó.
— Lo sé , pero como soy minuciosa, quise ver el trabajo de cerca y me decepcioné al notar tantos defectos.
— Ahora comprendes que para ver el todo no podemos concentrarnos en detalles insignificantes. Estás demasiado involucrada , Mary.
Lo que es extraño, Mary Kate pensó, ya era la segunda vez que Bridget la llamaba de Mary nadie la había llamado así antes. Más extraño todavía era esa sensación de que ella y su hermana se habían transformado en personas diferentes. Ella había dejado de ser Mary Katherine y estaba conversando con una mujer que no era Bridget.
— Ven , Mary. Vamos para casa.
Mary Kate abrió los ojos y notó que había anochecido. Las calles de Cartagena estaban oscuras. La cena pronto sería servida . Cómo iba a ayunar al día siguiente, no podía perderse esa comida. Mientras se vestía para sentarse a la mesa con a familia de Don Juan , pensaba en el sueño que había tenido durante esa siesta , sentada en el balcón . Estaba segura que había en él un significado muy importante para su vida. Pero, qué podría ser?

A la mañana siguiente, al sentarse do otro lado del gran escritorio del obispo Alvarez, Diego estaba nervioso, sintiéndose como un escolar culpable delante de un profesor severo. Lo que le daba algún consuelo era saber que Mary Kate estaba sentada detrás de él. Ella no le había dicho una palabra, señal de que continuaba irritada. Pero había insistido en quedarse con él durante la entrevista con el obispo.
Padre Tomás les había explicado a ambos que el obispo tenía la intención de tratar el caso de las visiones del capitán Montoya como milagro, lo que lo libraría de ser interrogado por el Santo Oficio.
Mary Kate fue la primera a hablar. Se mostró dulce, suave e inocente.
— Excelencia, el padre Tomás está seguro que esta es una ocasión muy auspiciosa. Usted seguramente no me negará la oportunidad de declarar que estaba presente cuando Dios consideró justo revelar al obispo Álvarez de Cartagena los milagros ocurridos con un valiente capitán español. Quiero contarles este acontecimiento a todos los protestantes que me encuentre en mis viajes futuros.
El Padre Tomás le tradujo a su Excelencia las palabras de Mary Kate, y le pidió que la dejase quedarse en la oficina. El obispo no vio ningún mal en eso. La joven irlandesa no hablaba español, por lo tanto no iba a entender lo que sería dicho durante el interrogatorio.
Diego comenzó a exponer lo que ya le había contado al padre Tomás, pero con más detalles. Le explicó como él había pedido la protección de María Magdalena por primera vez.
— Yo ocupaba el puesto de inmediato en el Magdalena y , con la muerte del mi comandante, me convertí en el capitán del barco. Teniendo un puesto tan elevado y asumiendo tantas responsabilidades, comencé a rezarle muy frecuentemente a santa María Magdalena para que me orientase.
Continuando la narrativa, Diego contó que se había enamorado de una inglesa protestante y que María Magdalena le había prometido una esposa si él desistía de la inglesa. Eso lo llevó a explicar su participación en el caso Geoffrey Hampton.
? Ayudó a liberar a un corsario inglés? — preguntó el obispo, frunciendo
el ceño y volviéndose hacia el padre Tomás. — Dígame , padre, qué relación puede tener ese hecho con el plan de María Magdalena de ayudar al capitán Montoya a librar los mares dos piratas herejes?
— Conocí a Geoffrey Hampton, un ateo . Pero el altruismo de Diego conmovió su corazón — padre Tomás explicó. — Hampton se arrepintió , es un hombre de bien ; creo que ha comenzado a transitar los caminos del Señor.
"Tal vez eso no haya sucedido, pero , después de todo , no sería imposible", él pensó.
— Conmovió su corazón en qué sentido ? Desistiendo de la amante protestante en favor del corsario?
— Eso fue apenas el comienzo. Como dije, Hampton cambió, se mostró arrepentido. — el Padre Tomás se encogió de hombros. — Soy un humilde sacerdote, su Excelencia. Cómo puedo cuestionar los designios de Dios?
El obispo Álvarez hizo algunas anotaciones en un pergamino; el padre Tomás y Diego intercambiaron miradas preocupadas. Su Excelencia no parecía convencido.
Diego vio en una de las paredes de la oficina un retrato que parecía ser de Pedro Claver, el jesuita que había dedicado su vida a los esclavos de Cartagena. Esperó que el obispo terminase su anotación y volvió a hablar.
— Si me permite, Excelencia, me gustaría contarle otro hecho. Volví a encontrar al capitán Hampton. Hace un año salvé la vida de la prometida del inmediato de Geoffrey Hampton. Era una mulata que había sido raptada y vendida como esclava a un caften.
— Cómo sabe esos detalles? — preguntó el obispo en tono incisivo.
— La vi cuando estaba siendo vendida en una subasta en la plaza del mercado, en Habana. En esa ocasión yo no había tenido ninguna visión, ningún sueño con María Magdalena, pero presentí que la Santa quería que salvase a esa esclava. Gasté buena parte de mis ahorros y la compré . Después el marido de ella me devolvió el dinero . Hoy ellos tienen una granja en Jamaica y cultivan la tierra sin ningún brazo esclavo. Siento dentro de mí que eso forma parte del plan de María Magdalena : inspirar a sus devotos a defender a los esclavos inocentes.
La mirada del obispo se fijó por unos segundos en el retrato de Pedro Claver.
— Debe ser así . La esclavitud es uno de los flagelos del nuevo Mundo.
Padre Tomás sonrió y Diego se mostró aliviado. Mary Kate comenzó a cansarse de todo aquello. Apenas Entendía una que otra palabra de lo que los hombres decían y no le agradaba la expresión del obispo que era casi siempre desaprobadora.
Diego volvió a hablar. No fue difícil entender que hablaban sobre piratas. Y ese capítulo fue largo. De repente, ella oyó mencionar su nombre . Vio al obispo interrumpir sus anotaciones y volverse hacia ella con cierta duda. No sabía lo que Diego había dicho respecto a ella , pero le sonrió cándidamente a su Excelencia. El obispo comenzó a hablar con ella y el padre Tomás hizo la traducción.
— él quiere que expliques cómo fuiste capturada por los piratas y cómo Diego te salvó .
Mary Kate no se hizo rogar . Le dio a su Excelencia una descripción rica en detalles de la batalla ocurrida a bordo del Fortune. Mencionó los gritos y las blasfemias de los piratas cuando mataban hombres indefensos a sangre fría. El obispo quedó horrorizado al oírla contar sobre el terrible miedo que había sentido de ser deshonrada o asesinada por esos bárbaros, principalmente estando sin confesarse, ya que hacía cuatro años que no iba a una Iglesia católica ! había sido un milagro convencer al capitán pirata, un hombre lascivo y depravado, de no tocarla, pues él recibiría mucho oro si ella llegase a su destino intacta ! Durante el viaje ella había estado amarrada al pie de la cama del comandante, muerta de miedo y temiendo que él cambiase de idea y la entregase a su tripulación cruel!
Qué la había salvado sino era la mano de Dios? Y la mano de Dios había venido en forma de un barco con el nombre da una santa que había lavado los pies del Cordero de Dios! Al ver al bravo capitán Diego Montoya, hijo de España y , por cierto, un buen católico, la pobre Mary Kate encontró dentro de si fuerzas para luchar! Entonces tomó una espada y mató a su captor.
Diego la miró incrédulamente . Ella no estaba mintiendo. Tal vez estuviese siendo un poco dramática. Nada más que eso.
— Me temo, Excelencia, no haber sido muy recatada al bordo del Magdalena. Confieso que sentía fuerte atracción por Diego Montoya, pero ese pecado ya lo confesé y estoy ayunando para cumplir mi penitencia. Honestamente me avergüenzo de mi comportamiento y debo decir que el capitán siempre se resistió a mis insinuaciones, a mis miradas, y jamás me me faltó mis respeto.
— Como ya mencioné — el padre Tomás agregó después de traducir lo que Mary Kate había dicho —, escuché la confesión de ellos dos y lo que ella está diciendo es verdad. Incluso habiendo estado lejos de la Iglesia, ella jamás descuidó sus oraciones.
? Es tan severa consigo misma y tan escrupulosa, que lleva un diario exclusivamente destinado a anotar sus pecados. Durante estos cuatro años registró antes de acostarse las faltas cometidas durante el día. Hizo eso para no olvidarse de mencionar ningún pecado cuando pudiese confesarse.
— Un diario para registrar os pecados! — el obispo Álvarez sacudió la cabeza de modo aprobador.
Diego se mantuvo inmóvil, no arriesgándose a mirar a Mary Kate. Ella estaba dando testimonio a un obispo y no todo lo que había dicho era la más pura verdad. Él siempre se había resistido a las insinuaciones de ella? él todavía sentía el gusto de sus labios y la suavidad de su cuerpo presionado contra el suyo. Bien, sólo esperaba que el testimonio de ella terminase sin condenarlos al purgatorio por algunos millares de años.
— Quiero hacerle algunas preguntas sobre la naturaleza de sus visiones — dijo obispo Álvarez, para el alivio de Diego.
El obispo comenzó preguntando sobre a fe de Diego, el cumplimiento de sus obligaciones religiosas y le pidió para rezar el Credo. Después quiso saber si él conversaba con Magdalena sobre asuntos teológicos, si ella, de algún modo, intentaba desviar creencias aprendidas en la Iglesia. Diego afirmó que Magdalena solamente lo orientaba para ser un buen capitán, le avisaba cuando había peligro y lo alentaba a ayudar a quien precisase ayuda.
— Ella dijo algo en contra de la Iglesia o del Santo Oficio de la Inquisición? — preguntó el obispo.
Diego humedeció los labios. No sabía lo que los otros habían declarado, y al mismo tiempo, no podía mentir.
— Ella dice que este asunto no debería ser llevado ante la Inquisición.
El obispo se enderezó en su poltrona.
? Ella dijo eso? Por qué ella le pidió evitar el escrutinio de la Iglesia?
? Ella no me pidió eso. Me dijo que buscase al padre Tomás.
? Tomás?
? Ahí tiene un prueba mas de que este asunto será mejor examinado por usted que por el Gran Inquisidor, su Excelencia — dijo padre Tomás serenamente.
? O que la santa que se le aparece al capitán Montoya teme a la Inquisición.
Las manos de Diego se pusieron húmedas de sudor.
— He escuchado bastante por hoy — declaró el obispo Álvarez. — Esta tarde hablaré nuevamente con los hombres que han hecho la denuncia. Capitán Montoya, le gustaría que entrevistase a algún miembro mas de su tripulación? No es una situación confortable para un comandante tener un inmediato lleno de sospechas.
— Tal vez quiera conversar con el aprendiz Galeno Rodríguez. Él me conoce muy bien.
Conversaré con ese muchacho. Volveré a hablar con usted y la señorita 0'Reilly, mañana.

Mary Kate se sentó en la sala de visitas e intentó organizar sus pensamientos. Debía encontrar un modo de ayudar a Diego y no lograba concentrarse . Estaba obsesionada con comida! Sentía el aroma delicioso que venía de la sala de cenar, la boca se le hacía agua el estomago gruñía.
Sobre la mesa había paella y flan . En Inglaterra, en casa del abuelo, moría por la carne asada y el pudding inglés . En Irlanda sus platos favoritos eran guiso de carnero y espárragos cubiertos con manteca .
Tenía que apartar esos pensamientos. Estaba ayunando para expiar sus pecados y no podía cumplir la penitencia de mala voluntad . Iba a hacer un examen de consciencia y arrepentirse honestamente de sus faltas.
Se sentó en la alfombra y cerró los ojos. Había desobedecido a su abuelo tantas veces, pero de eso no se arrepentía. Tampoco se arrepentía de haber tratado mal o haber insultado a sus pretendientes ingleses. Pensó en Diego. Diego con ese agradable perfume cítrico y esos dedos largos que hacían maravillas en su cuerpo. Debería estar arrepentida por haber permitido que él la besase por retribuir el beso . Debería arrepentirse de ese deseo impuro de sentir el calor de los labios de él sobre sus pechos desnudos. Pero por encima de todo, debería estar muy arrepentida de haberse ofrecido a él. Por haber deseado e insistido en que se acostase con ella.
— Madre de Dios! — La voz de Diego hizo que Mary Kate abriese los ojos, asustada. — Estás bien, María Catalina?
— Qué ... Qué ?
— Estás ahí en el piso , con la cara enrojecida y no pareces estar respirando bien ! Es por el ayuno ?
— No es por el ayuno, Diego. Es otro tipo de privación lo que me deja sin aire.
El entendió lo que ella quiso decir y se ruborizó .
— Sería mejor que no hubiese sucedido nada entre nosotros. Por mi causa vos también estás involucrada en esto.
— Ni tienes la culpa de nada. Yo siempre me meto en problemas solita. — El estomago de ella gruñó. — El almuerzo estaba rico?
— Horrible — él dijo con una sonrisa . — No te perdiste nada. — Quizás una partida de ajedrez te hará olvidar de tu estomago, y a mí , del obispo Álvarez.
Ella aceptó la propuesta , por un momento las ganas de comer dejó de ser su mayor preocupación. Del mismo modo que el aroma a comida estimulaba su apetito , el perfume de verbena estimulaba sus deseos carnales. Y esos, ni muchos días de ayuno aplacarían.

A la mañana siguiente, Galeno se encontró con Diego, Juan y Mary Kate en la catedral.
— Enrique y los otros están con el obispo, capitán. Le dije a su Excelencia que usted siempre protegió a sus hombres y que ha arriesgado su propia vida para salvar la nuestra. También le dije que usted es un católico fervoroso y que se arrodilla muchas veces para hacer sus oraciones , que reza el rosario y que va a la iglesia en todo puerto donde paramos.
— Gracias , Galeno. Dijiste la verdad y todo estará bien.
Galeno se dio vuelta hacia Mary Kate.
— Cómo le va, señorita 0'Reilly?
— Estoy bien. Le dijiste al obispo que el capitán es algo llovida del cielo!
— Si.
El Padre Tomás se unió a ellos y los acompañó a la oficina del obispo Álvarez, donde ya estaban , además de su Excelencia, Enrique con sus tres amigos y seis otros tripulantes del Magdalena. El cuarto, a pesar de ser espacioso, quedó chico para tanta gente. Solamente el padre Tomás y Diego se sentaron delante del obispo. Los otros quedaron de pie .
— Le he hecho esta misma pregunta a sus tripulantes, Diego. Ahora quiero saber si Don Juan y el padre Tomás han sido testigos de lo que usted llama sus visiones.
— No — respondió padre Tomás.
— No — Don Juan murmuró. Diego se volvió hacia su amigo.
— Recuerde , Don Juan , anteayer yo insistí en que debía volver a la catedral usted creía que me sentía mal ?
— Te estás refiriendo a esa especie de trance que tuviste ?
— Trance? — preguntó o obispo.
— El se puso muy pálido, tuve temor que fuese a desmayarse — completó Don Juan .
— Oyó o vio algo extraño ?
— No, Excelencia.
Enrique iba a hablar, pero el obispo levantó la mano y él se quedó en silencio.
— Y vos, Galeno?
— Vi algunas veces esos trances. Eso sucede cuando avistamos un barco. Si es un barco de piratas, el capitán nos dice si tenemos que enfrentarlos o si es mejor huir.
— Dices que él tiene esos trances cuando un barco aparece. Cuéntame como acontece eso .
— La última vez que eso sucedió el capitán se puso pálido, cerró los ojos y dijo algunas cosas.
— Qué dijo ?
— Dijo que no iba a perseguir otro barco.
— El estaba hablando con vos?
— no.
— Con su inmediato, el señor Sánchez?
— No.
? Con quién ?
Galeno se mordió el labio .
? No lo sé, Excelencia. Yo no podía verla.
— Verla?
— Yo ... yo pensé que él estaba hablando con Dios, pero después me dijeron que mi capitán habla con María Magdalena.
? Por qué pensaste que él estaba hablando con Dios?
? Porque esas cosas que el capitán sabe, las cosas que Magdalena le dice que haga , siempre nos salvan . El día en que dio órdenes de navegar rumbo al norte, nos encontramos una frota española que nos protegió. El mar es un lugar muy grande, su Excelencia. Hay fuertes tormentas o días y días sin nada de viento , o sin lluvia, y nos quedamos sin agua. Vienen las fiebres, los piratas pueden matar a los tripulantes a sangre fría. Se puede imaginar como queda un barco después de la batalla? Lo que es para un hombre tener que lavar la sangre de aquellos que conocía y que ahora están muertos? Ver a un amigo caer atravesado por una espada justo delante de sus ojos? Un hombre precisa la ayuda de Dios , su Excelencia, o por lo menos de un santo o santa. Y mi capitán nos ha librado de esos horrores.
Los marineros se mantuvieron en silencio. El chico de apenas catorce años tal vez estuviese siendo presuntuoso por considerarse un hombre. Pero era maduro para su edad. No era por la barba que se conocía a un hombre.
— Confiás en tu capitán.
— él es el mejor hombre que conozco. Algún día yo espero ser como él.
Señorita 0'Reilly?
Mary Kate estaba con la cabeza inclinada para escuchar la traducción que el padre Tomás le hacía y se dio vuelta rápidamente hacia el obispo.
— Estuvo presente durante una de las visiones del capitán Montoya?
— Si, presencié esa descripta por Galeno. La primera impresión que tuve fue que Diego iba a desmayarse, después creí que él estaba hablando conmigo. De repente él empezó a dar órdenes a la tripulación. Me di cuenta que había algo raro , pues los hombres parecían amedrentados.
Galeno se dio vuelta y miró a sus compañeros y varios de ellos tuvieron la decencia de desviar la vista.
— Pero usted no vio nada?
— No, su Excelencia.
El obispo fijó la mirada en Diego.
— No sé qué decir. No encontré nada que indique herejía. Todas los testigos, incluso los hombres que tuvieron sospechas de sus visiones extrañas, declararon que usted mantiene su fe . Se confiesa y asiste a misa siempre que está en tierra firme . Reza y exhorta a sus hombres a orar también y a confiar en Dios en momentos de crisis. Ninguno de los que entrevisté lo acusó de haber hablado contra la Iglesia.
Diego asintió con un movimiento de cabeza. Parecía que todo acabaría bien.
— Pero — el obispo prosiguió —, No hay ninguna prueba de que su santa haya hecho algún milagro. El conocimiento anticipado de que los barcos piratas se aproximan es algo extraordinario, pero no puedo afirmar que sea milagro. Reconozco que usted es un buen capitán, pero su comando está lejos de ser milagroso. Mi mayor preocupación es esa mujer que usted dice le prometió María Magdalena. Su tripulación y hasta su joven protegido notaron que ella lo perturba.
— Puedo hablar, Excelencia? — Mary Kate preguntó .
— Si.
? Excelencia, rezamos pidiendo la intercesión de los santos, somos pobres pecadores y los santos, como si fuesen nuestros abogados, abogan nuestros casos ante Dios. Ellos se preocupan por nosotros .
? Pretende explicarme la naturaleza de los santos?
? De ninguna forma . Sólo quiero traer a la luz una cuestión que considero importante. Creo que el padre Tomás tiene razón. María Magdalena tiene un plano para Diego, que es combatir a los piratas. Pero hay algo más . Diego es un hombre solo . — Mary Kate se volvió hacia Diego. — Alguna vez invocar a María Magdalena y le pediste que te consiga una esposa? Le dijiste alguna vez que te sentías solo ?
— No. Pero yo había me enamorado de una mujer que no estaba destinada a mí. Ella me dejó y eso me rompió el corazón. Fue entonces que Magdalena me dijo que encontraría la mujer adecuada para mí y que la reconocería cuando la viese.
— Magdalena te dijo expresamente que esa mujer era yo ?
— No. Es que... — Diego tragó con dificultad —Lo que pasas es que vos sos muy parecida a Magdalena.
Mary Kate se volvió hacia el obispo.
— Magdalena le dio una tarea muy difícil a Diego. Tal vez a intención de ella haya sido ayudarlo a resolver ese problema en su vida ...
Don Juan la interrumpió .
— Excelencia, no creo que una santa pueda haberle prometido esta mujer a Diego. Existe gran tensión entre nuestro país y el de ella!
Después de oír la traducción hecha por el padre Tomás, Mary Kate se irritó . ? Yo soy irlandesa! No soy inglesa! Diego no se contuvo y se rió.
— Medio irlandesa y medio inglesa — la corrigió Don Juan . ? Ella es nieta de un noble inglés.
— Mi abuelo sólo es un baronete.
— Y está comprometida con el hijo de otro noble inglés — agregó Don Juan .
— Es el hijo menor . Por lo tanto, no es heredero del título de su padre.
— El rey Charles de Inglaterra puede permitir que sus marineros manchen su honor cerrando los ojos a los corsarios, pero nosotros somos españoles honorable ! Debemos mandar a esta mujer de vuelta a su país... o al hombre a quien está prometida legalmente.
— Podría discutirle ese punto , pero lo que quiero dejar claro es que, a mi parecer, Magdalena no me ha prometido al capitán Montoya. — Mary Kate se dirigió a Diego. — Creo que la santa solamente estaba pensando en vos, Diego.? Ella es tu protectora y quiso ayudarte . Pero me pregunto si Magdalena no ha perdido de vista mi situación particular . Puede ser que ella se haya olvidado que soy parte de un cuadro mas grande y que estoy ligada a otro lugar y a otras personas.
— Está insinuando que una santa puede haber cometido un error? — cuestionó el obispo.
— Su Excelencia, quiero hacer una analogía. El mundo es como un tapiz. Si una santa toma distancia puede ver toda la escena representada en el , pero si lo mira muy de cerca, su mirada sólo se detiene en un detalle y pierde la visión del todo.
— Estamos hablando de una santa — el obispo insistió .
— Pero los santos fueron humanos alguna vez . Y María Magdalena más todavía.
— Qué está queriendo decir, señorita 0'Reilly? No quiere quedarse con Diego? — preguntó Don Juan .
— Con cada día que pasa , sé menos lo que quiero. Pero hay lazos afectivos que me unen a personas y a lugares de mi tierra. Tengo que volver a mi hogar.
El obispo Álvarez asintió, aliviado.
? Muy bien . Señor Gallegos, ya envió algún mensaje al prometido de ella, en Port Royal?
—- Si , su Excelencia.
Mary Kate reconoció el nombre sin precisar la traducción.
? Ese no es mi hogar!
— Ahora lo es — Don Juan afirmó.
— Don Juan ... — Diego comenzó.
— Déjalo , Diego — dijo Mary Kate. — Yo sé que podré volver a mi casa. Ya sabes como yo puedo ser muy ... persuasiva.

Terminada a entrevista con el obispo, Enrique entró en una discusión con padre Tomás e os otros tripulantes quedaron mas atrás, interesados en el tema . Diego le pidió a Don Juan que llevase a Mary Kate a la casa y esperó a sus hombres en el pasillo . Poco después, Galeno se separó del grupo y fue al encuentro de Diego.
— Todos ellos son unos cobardes — el muchachito habló con desprecio.
Diego sintió un vacío en el estomago. — Dieron un testimonio en contra mío?
— Enrique, Vicente, Gabriel y José, si .
— Gracias . Vuelve al barco y dile a los otros hombres que más tarde estaré con ellos.
Galeno partió con el entusiasmo de un joven marinero llevando un mensaje importante y teniendo una historia fantástica para contar a los otros tripulantes .
Finalmente, Padre Tomás se disculpó y dejó a los marineros quienes, reticentemente , tuvieron que encarar a su capitán. Diego esperó. Ellos vinieron a él.
Enrique lideraba el grupo y quedó cara a cara con su comandante.
— Le pedí a Galeno que diese su testimonio, incluso antes que Usted haya solicitado la presencia del muchacho — Enrique explicó. — Nunca tuve la intención de serle desleal.
— Lo sé .
— Y .. qué hacemos ahora?
Diego se volvió hacia los seis marineros que habían sido llamados como testigos:
— Vuelvan al Magdalena y, si quieren , retomen sus puestos. Si todavía tienen miedo de mí, sugiero que vayan con Don Luis y que le pidan que les consiga trabajo en otro de sus barcos. No sé se continuaré recibiendo advertencias de peligro, pero no voy que tolerar ningún de mis hombres mencione palabras como "herejía", "satanás" o santiguándose cuando yo paso .
— Capitán, usted no es un hombre santo — uno de los marineros comentó.
— Sólo soy un hombre. El Magdalena es un barco bendecido y nosotros somos bendecidos por poder navegar en él. Si hay alguna duda en cuanto a eso, tomen sus cosas y desaparezcan antes que yo vuelva , después de la cena.
Todos iban marchándose , pero Diego llamó a cuatro de ellos.
— Enrique, Vicente, Gabriel y José, ustedes se quedan . — Diego esperó que los otros se alejasen , y después habló: — No quiero ser injusto. Esta tarde, cuando estuve con Don Luis , relataré todo lo que sucedió en este viaje y también aquí en Cartagena. No sé si después de lo que le cuente a él los va a aceptar en su compañía. Considero que no hay trabajo para ustedes a bordo del Magdalena.
? Nosotros no fuimos a la Inquisición — Gabriel protestó.
? Pero no intentaron comunicarme sus sospechas, tampoco me informaron sobre sus intenciones. Yo tengo la autoridad para despedirlos en este momento , y la influencia suficiente como para impedir que consigan empleo, ya sea en uno de los barcos de Don Luis , o en los de cualquier otra compañía de navegación de Cartagena. Pero voy a hablar con Don Luis y él decidirá qué hacer. Dadas as circunstancias, creo que estoy siendo magnánimo.
Los tres hombres intercambiaron miradas molestas, pero Enrique miró a Diego.
— Me alegra que el obispo haya dicho que usted es inocente.
— Yo también.
— Podría haberme contado toda la historia sobre Santa Magdalena.
Me hubieras creído ?
Enrique quedó pensativo. — Tal vez no. Cree que Don Luis permitirá que ocupe el cargo de inmediato en otro de sus barcos?
— Le hablaré sobre tu capacidad tu experiencia.
— Pero no sobre mi lealtad. Diego suspiró.
Qué puedo decirte?

Sentado cómodamente, con las botas apoyadas en el escritorio abarrotado de cosas, en su oficina desordenada , Don Luis oyó la historia de Diego. Cuando éste terminó, Don Luis sacudió la cabeza .
— Deberías haberme mandado a llamar. Me quedé muy preocupado, sin saber qué hacer cuando recibí ayer tu mensaje diciendo que precisabas tratar un asunto con Juan Gallegos y el obispo Álvarez.
— No quise alarmarlo.
— No fue eso. Pensaste que iba a despedirte .
— Si hubiese tenido que comparecer ante el Santo Oficio, sin dudas no querría tener negocios conmigo. Y no lo culparía por eso.
— Tonterías. Sos el empleado que me más ganancias produces . Si pudiese poner un poco de oro en el bolsillo del Grande Inquisidor, consideraría eso una buena inversión . Como todo salió bien, estoy doblemente feliz: porque vos quedaste libre y porque yo no tuve que desprenderme de mi oro.
Diego arqueó las cejas.
— Está diciendo que el Gran Inquisidor puede ser comprado?
Don Luis se rió.
— Vos, con toda tu integridad y tu honradez, deberías unirte a la Marina, Diego. O mejor dicho , tal vez no. Ni siquiera los más altos graduados oficiales tienen tu sentido de moral .
— Está siendo cínico.
— Y vos te pones incómodo cuando alguien reconoce tus cualidades.
— Nunca me preocupó lo que piensan de mí . Sólo quiero hacer lo que es justo y correcto.
— Si tuviese que sobornar al Gran Inquisidor para que te declare inocente , considerarías que mi gesto sería correcto y justo , no? Espero que un día aprendas a escoger entre lo que es correcto y lo que parece correcto, Diego Montoya. Cuando eso suceda, tal vez no consideres los demás son personas débiles de carácter ... o que están equivocas. A mi entender, Enrique consideró que estaba haciendo lo correcto .
— El debería haber hablado conmigo en vez de apuñalarme por la espalda.
? Tal vez . Quizás tuvo miedo que le mandases el diablo a perseguirlo. O a tu santa. — La idea hizo reír a Don Luis .
? No crees que vea a Magdalena?
? Eso no importa. Has mantenido mis barcos lejos de las manos de los piratas, y cada vez que los derrotas, recibo un porcentaje del botín. Como te dije, sos el empleado que mas ganancias produces .
— Hablando de mi empleo...
— Este será su última viaje para mí, no?
— Cuando vuelva , espero tener lo suficiente como para hacer el último pago del Magdalena.
— No sé... Un barco bendecido por una santa vale mucho más que lo que te pedí cuando acordamos el precio.
Diego se puso de pie de un salto y Don Luis se rió nuevamente.
— Siéntate , siéntate , capitán. El precio sigue siendo el mismo. El barco será tuyo y vas a robarme a mis mejores clientes.
— Yo jamás...
— Oh, no. Vos, no. Pero ellos seguramente van a buscarte y vos no los vas a rechazar.
El rostro de Diego ardió de vergüenza. Había pensado exactamente eso en Habana, dos semanas atrás. Don Luís se rió una vez más .
— Estamos hablando de negocios, Diego! Si quieres ser el dueño de una empresa, tendrás que aprender a ser más flexible, amigo.



Dos semanas pasaron y Diego sólo se había encontrado con Mary Kate en las misas en la catedral y dos veces en una cena en la casa de los Gallegos. Ella siempre tenía una dama de compañía y en esas ocasiones ambos conversaron muy poco. Él se preparaba para otro viaje y estaba muy ocupado cargando las bodegas del barco, contratando otro inmediato y veinte nuevos tripulantes. Como había quedado a disposición del obispo Álvarez, este no vacilaba en llamar al capitán cada vez que una duda surgía en su mente y deseaba esclarecerla. A pesar de que el obispo le había asegurado a Diego que el caso estaba cerrado, las llamadas ocasionales al gabinete de su Excelencia lo ponían nervioso.
El había decidido tener a Habana como base de sus negocios en vez de Cartagena. Esa tarde estaba en su cabina escribiendo una factura, pero tenía su mente en María Catalina. No entendía por qué ella había aceptado ir a Port Royal, cuando su mayor deseo era volver a Irlanda y a su familia.
Apartándose de la mesa, bajó a la bodega para verificar si la carga había sido almacenada correctamente y si aguantaría el viaje hasta España. Subió a la cubierta superior, habló con el nuevo mediato, Salvador, sobre las medidas a ser tomadas antes del viaje y retornó a su cabina. Iba a cenar por última vez con los Gallegos y María Catalina, pues partiría por la mañana.
Sonrió al ponerse el traje formal de terciopelo negro, que había usado cuando él y Mary Kate habían ido a cenar al galeón español con los capitanes. No eran solamente las mujeres que cuidaban con esmero de su apariencia cuando querían causar una buena impresión a alguien. Y él quería impresionar a María Catalina. Ella había elegido quedarse con el inglés de Port Royal, todo bien. Tal vez no le quedaba alternativa. Pero iba a hacer todo lo que estuviese a su alcance, mientras que no fuese algo deshonroso para que ella se arrepintiese de la decisión que había tomado.
Le hizo bien al ego y al corazón de Diego ver a María Catalina detrás del criado que le abrió la puerta de la casa de Don Juan . Por lo menos ella estaba tan ansiosa como él para encontrarse . Cuando Diego puso los pies en el hall, ella le dio el brazo y él sintió un suave perfume de rosas.
— Antes que digas algo, la culpa no es mía.
— Cómo?
— Don Juan está de pésimo humor, pero yo no tengo nada que ver con eso. No hablé más que cinco palabras con él.
— No sabes hablar español, por lo tanto, no puedes haberlo irritado.
Mary Kate sonrió afectadamente y habló en perfecto español:
— Sos más terco que una mula, pero hoy estás muy bonito y elegante. Mi español mejora cada día .
Diego se rió y respondió :
— Realmente, estás hablando muy bien . Siendo así, dudo si no serás la causa del mal humor de Don Juan .
— Quiero estar a solas con vos, pero para hacer otra cosa mucho mejor que conversar... Quizás tendremos un momento para nosotros.
Pero momento no sería ese. Juan y su esposa, Teresa se unieron a los dos y todos fueron a la sala de visitas, donde conversaron hasta que la cena fue servida. Mary Kate tenía razón. Don Juan realmente parecía amargado . Teresa fue muy hábil y mantuvo la conversación animada, teniendo, al mismo tiempo, cuidado de usar palabras y oraciones simples para que Mary Kate las entendiese.
— La señorita 0'Reilly tiene facilidad para lenguas. Ella me acompañó a hacer las compras,: después fuimos a la casa de unos amigos y me admiré al verla hablando español.
Mary Kate se rió.
— Oh, todavía hay mucho que aprender, pero ya tengo un vocabulario básico. Sé lo suficiente como para hacer compras en cualquier lugar de la América española!
Diego también se rió,
— Entonces vno precisas aprender más español. Qué hay más interesante para una mujer que hacer compras?
— Exacto — Don Juan concordó, su expresión cargada de irritación . — Recibí un mensaje de Port Royal. Las autoridades dieron permiso para que un barco español entre al puerto, pero sólo para llevar a la señorita 0'Reilly y recibir el rescate que su prometido aceptó pagar.
La noticia acabó con la alegría de Diego y Mary Kate.
— Cuándo tendré que partir? — ella preguntó .
— Ellos esperan que llegues en una semana. Diego forzó una sonrisa .
— En ese caso supongo que tanto Mary Kate como yo partiremos mañana.
— Si — afirmó Don Juan . — Partirán juntos.
? Qué ?!! — Mary Kate y Diego preguntaron al mismo tiempo ? El gobernador da Jamaica especificó que sólo permitirá la entrada en el puerto de un barco mercante pequeño y con armamento limitado. El Magdalena es el único barco que cumple con esos requisitos.
— No entiendo nada — Mary Kate le dijo a Diego. Él explicó lo que había sido dicho en español y ella tuvo de contener su alegría. Al mismo tiempo, entendió el motivo del mal humor de Don Juan . Casi una semana en el mar con Diego, sin una dama de compañía!
Don Juan murmuró una palabra excesivamente impropia que Mary Kate no escuchaba desde que había dejado de estar con los marineros del Magdalena.
Conversé con mis colegas del gobierno y sugerí que escribiésemos pidiendo un plazo mayor. Les expliqué que no es correcto enviar a la señorita 0'Reilly en un viaje tan largo sin una dama de compañía. Pero Don Luis no aceptó la idea. Alegó que el barco tendrá que volver para traer a la chaperona a Cartagena que eso atrasará el viaje. Él está molesto porque ya ha perdido mucho tiempo y le va a cobrar al gobierno el pasaje de la señorita 0'Reilly!
Diego arqueó las cejas.
— Don Juan , no sé por qué está preocupado en conseguir una chaperona para acompañar a la señorita 0'Reilly. Ella viajó en el Magdalena desde que la rescatamos del barco pirata hasta Cartagena sin ser molestada.
— Es así ?
Diego se puso de pie , los ojos brillando de indignación .
— Qué está insinuando?
Don Juan suspiró y sacudió la cabeza.
— Diego, te estimo mucho. Tu padre y yo somos amigos desde chicos . Vos salvaste a mi hijo de morir ahogado. Es por eso que me preocupo pot vos. Sólo quiero tu bien.
— Pero cree que yo...
— Te pido disculpas. No me expresé bien. Pero no puedes negar que hay un fuerte sentimiento entre vos y la señorita 0'Reilly. Ten cuidado.
— Sé como debo comportarme.
— Perfecto. Eso es importante. Vos y la señorita 0'Reilly resistieron la tentación hasta ahora, pero me siento en el deber de recordarte que en los próximos días no será solamente tu propia honor que tendrás que resguardar. Será el de ella, el mío y el de España, puesto que le he dado a nuestro gobierno a mi palabra de que ella será entregada al prometido, intacta . No me decepciones.
— Eso jamás se me pasaría por la cabeza.
El tema está acabado! — Teresa declaró con su voz armoniosa. — la cena vas a ser servida.

Estar nuevamente a bordo del Magdalena, sintiendo el olor del mar, el sol en la cara y el viento agitándole los cabellos era para Mary Kate como si estuviese en el cielo. Cuando volviese a Irlanda, iba a extrañar el Caribe. Tanta belleza era suficiente para tentarla a casarse con un pescador, pero su familia la necesitaba para ocuparse de las cosechas y del rebaño de ovejas. Sólo Dios sabía en que estado iba a encontrar las granjas al llegar a Irlanda. Mary Kate escuchaba a los marineros conversando y sentía una opresión en el corazón porque nunca más iba a usar el idioma español que tanto se había esforzado por aprender en las últimas semanas. Y también extrañaría a Galeno. Dentro de unos años él sería un hombre, con barba y encontraría a una muchacha española y se olvidaría de su amor por la irlandesa que alguna vez había conocido. Mary Kate miró en dirección al puente de comando. Diego estaba sin saco y el viento de frente hacía que la camisa de lino se pegase a su tórax, moldeando sus músculos. Sus cabellos estaban sueltos y danzaban alrededor de la cara tostada por el sol. Iba a extrañar el olor cítrico impregnado en sus ropas y sabor del vino que permanecía en su lengua. Extrañaría los ojos oscuros abriéndose con asombro y a continuación arder de pasión siempre que ella lo provocaba.
Pero volvería a tener a su familia cuando lograse hacer que el último pretendiente llegase a odiarla al punto de querer huir de ella. Su vida en Irlanda no sería fácil. Tendría que cuidar de Bridget, de su padre, de las tierras y de los arrendatarios. Habría deudas para pagar.
Ella enderezó los hombros e ignoró el nudo en la garganta y el ardor en los ojos. Ella era Mary Katherine 0'Reilly! Volvería a su hogar y haría todas esas cosas. Bridget encontraría un buen hombre, quizás un pescador, con quien se casaría. Y su marido invitaría a su cuñada a dar un paseo en su barco para que ella oyese el murmullo del mar y sintiese el balanceo de las olas. Ella también se casaría para hallar consuelo en la cama de su marido. Pero estaba segura que, en su corazón, cada vez que viviese momentos de pasión con otro, brasas continuarían ardiendo debajo de las cenizas, por un cierto capitán español.
Bien , toda mujer debería tener una historia de amor escondida para la vejez. Una historia congelada en el tiempo en el cual ella y su amado se mantenían jóvenes para siempre. Pobres de los que nada tenían para recordar!
Mary Kate fue hacia el puente de comando y se paró al lado de Diego.
— Es lindo estar de vuelta en el mar.
— Es cierto . No puedo estar mucho tiempo lejos del mar.
— Vamos a cenar en tu cabina esta noche?
— Claro. — Diego sonrió, pero había tristeza en sus ojos.
— Creo que no hay nada que yo pueda hacer para convencerte de ir a mi cabina antes que te vayas a dormir , no?
— Está pensando en usar uno de sus numerosos ardides para librarte de tu prometido?
— Quizás . Pero no es por eso que me gustaría que fueses a mi cabina. Sólo quiero estar a solas con vos.
— Lo sé. Pero rechazo tu invitación para que el inglés reciba a su novia virgen . No porque esté pensando en mi honor o en el de mi país. Rechazo la invitación porque si te tuviese una vez, serías mía para siempre. Y que se vayan a cagar las familia y nuestros países — dijo Diego sin levantar la voz, pero había fuerza y determinación en sus palabras.
Mary Kate se mordió el labio para no decir: "Entonces llévame ya mismo a la cama, idiota!"
— Tenes la nariz roja . Tomaste mucho sol. Mary Kate la frotó y sintió la piel ardiendo.
— Voy a bajar. Entonces, nos vemos en la cena?
Si.

Mary Kate fue a la cabina que sería ocupada por Salvador cuando la dejasen en Port Royal. Parecía que años habían pasado desde que se había arrojado al piso de la cabina del Fortune y que había armado un gran escándalo. Y ahora ese barco, así como sus tripulantes, estaban en el fondo do mar, de la misma forma que también estaban el Rebellion y los piratas que habían hundido al Fortune. La antigua Mary Kate que tanto se había empeñado en engañar a tantas personas ahora ya no sabía quien era. Y Luego había conocido a un hombre que había sabido ver su interior y que había apreciado lo que había visto.
Diego nunca le había dicho directamente que la amaba. Pero, si lo que él acababa de decir en la cubierta no había sido una declaración de amor, ella no sabía qué podría ser.
Se acostó en la cama e hizo lo que no se permitía hacer hacia muchos, muchos años.
Mary Katherine 0'Reilly lloró.


Port Royal era una posesión inglesa. Había pasado a pertenecer a Inglaterra hacia apenas dos décadas, pero los rasgos de la cultura española que allí había existido en los años anteriores de a poco fueron desapareciendo. Aún así , todavía tenía cosas en común con Habana. El comercio de esclavos y la prostitución eran muy lucrativos en el lugar, y la mezcla de nacionalidades de criminales, comerciantes, piratas marineros existía en los dos puertos. En las plazas del mercado de ambas ciudades se vendían especias de Oriente aspi como telas, bebidas y adornos. Azúcar, rum e índigo esperaban en innumerables cajones para ser cargados en los barcos. El mismo sol brillante de la tarde iluminaba las calles y las construcciones. La arquitectura y la lengua nativa eran diferentes, pero por lo que Mary Kate podía observar, esas diferencias eran superficiales.
Ella había esperado poder finalmente conocer al tal señor John Hartford, y hasta se había vestido especialmente para la ocasión. Tenía puesto el mismo vestido con el cual había partido de Cartagena; y el que había usado durante todo el viaje . Hasta había dormido con ese vestido puesto. Sus cabellos no veían un cepillo hacia tres días. Quería causar la peor impresión posible a su prometido indeseado.
— Ah, no!! — ella protestó cuando no vio ningún comité de recepción —, si hubiese sabido que ese bastardo no estaría aquí , Diego, no me estarías viendo inmunda como esto . Me habría arreglado especialmente para que guardases un buen recuerdo de mí.
— Sos una álainn — dijo él con una sonrisa . — Siempre una álainn.
— Y vos sos un galán satánico , Diego Montoya. Por un acuerdo tácito, ellos conversaron sobre trivialidades.
De nada serviría pasar las últimas horas juntos y tristes.
— Diego Montoya, el mas bastardo de los españoles ! — Alguien gritó desde la cubierta de un barco.
Mary Kate levantó la vista y vio dos hombres inclinados en la baranda, uno alto, de cabellos rubios que caían por su espalda, y el otro un poco más bajo con cabellos oscuros, amarrados en la nuca.
— Conoces a esos hombres? — preguntó Mary Kate con mucho miedo.
Ese era un puerto lleno de piratas y corsarios ingleses, muchos de ellos podrían querer la muerte de Diego.
— Buenas tardes, capitán Hampton y capitán Courtney!
— Hampton y Courtney! El corsario que salvaste en Cartagena y el hombre cuya esposa compraste en el mercado de esclavos, en Habana? — Mary Kate preguntó .
— Espera ! — El hombre más bajo gritó. Mientras los dos ingleses bajaban la escalerilla , Mary Kate se dio vuelta hacia Diego.
? Ese tipo no parece muy agradecido por lo hiciste por él !
? Oh, si , puede ser que él guarde un poco de resentimiento. Fui yo quien lo capturó lo llevó a Cartagena. Y, mientras él esperaba su ejecución, hice todo lo que estaba a mi alcance para robarle su mujer . Pero, en el fondo, Hampton es una buena persona.
Hampton y Courtney se abrieron camino entre la multitud y fueron al encuentro de Diego y Mary Kate.
— Mary Katherine 0'Reilly, este es el capitán Geoffrey Hampton, un auténtico hijo de puta, y el capitán Giles Courtney, una verdadera rareza: un perfecto y respetable caballero inglés.
— Inglés? Pensé que no existía ningún inglés respetable ! — se burló Mary Kate.
Geoffrey, el hombre rubio, fijó en Mary Kate sus extraordinarios ojos dorados.
— Hace apenas cinco minutos que llegaste a Port Royal ya te conseguiste una ardiente muchacha irlandesa, Diego!
— Con cuidado , Hampton, porque soy capaz de dejar a Faith viuda. Modera tu lenguaje delante de una dama . Esta mujer es una amiga y está bajo mi protección.
Giles intervino.
— Me temo que este degenerado no haya cambiado ni un poco — él le dijo a Diego, y en seguida se dirigió a Mary Kate. — Discúlpelo, señorita 0'Reilly.
Mary Kate se encogió de hombros .
— No tiene importancia. Vestida así , no parezco precisamente una dama. Estoy usando el mismo vestido que usé desde que embarqué en Cartagena.
— Entonces sos la prometida de John Hartford? La heredera irlandesa? — Geoffrey preguntó y se rió . — No me voy a perder ese encuentro por nada en el mundo !
Giles miró irritado a su amigo.
— No le veo la gracia , Geoff. — él se dirigió a Mary Kate. — Debe saber, señorita, que Geoff y yo le debemos a Diego más que todo el oro que podemos pagar. Si está bajo la protección de nuestro amigo, considerese también bajo nuestra protección.
Había tanta sinceridad y consideración en su voz que Mary Kate se vio agradeciendo.
— Gracias , caballero .
— Y , tomando en cuenta nuestra deuda de gratitud y nuestra amistad, tanto mi esposa como la de Giles jamás nos perdonarán si dejamos de invitarlos a cenar con nosotros — dijo Geoffrey. — Grace y Faith vinieron con nosotros a la ciudad para hacer compras. Me voy a Boston con Faith y los niños dentro de una semana y Giles debe cuidar de la granja.
Mary Kate se dirigió a Giles.
— Ah, recuerdo que Diego me contó que ustedes tienen una granja y que cultivan ka tierra sin esclavos. Su esposa es mestiza...
— Si, Grace es mestiza. Su madre era mulata y su padre, inglés. En las nuestras tierras tenemos antiguos esclavos empleados$ trabajando como criados libres, todos registrados y con un salario.
No quise ser ruda . Viví la mayor parte de mi vida en el interior de Irlanda y el Caribe es tan diferente de todo lo que he visto . Además tengo el pésimo hábito de decir lo primero que aparece en mi cerebro del tamaño de un poroto.
— Me gusta ella, Montoya —- declaró Geoffrey. — Qué desperdicio prometerla en casamiento a un imprestable como Hartford.
— Oh, eso lo veremos — murmuró Mary Kate.
— Hablando del diablo... — Giles observó mirando a dos hombres que se aproximaban.
Aún sin precisar de presentaciones, Mary Kate supo quien era su prometido. Uno de los hombres usaba una peluca blanca inmaculada y ropas muy elegantes. Si ese no era el gobernador de Jamaica, debía ser un representante del gobierno inglés. El otro, de repente, la dejó con la boca seca. Era enorme, debía medir un metro noventa, era gordo, tenía doble papada y mentón saliente. Como si no bastase para horrizarla , él usaba una camisa llena de manchas y mucho más arrugada que el vestido de ella. Pantalones y botas obviamente , sucios.
Lo peor, Mary Kate pensó muy desalentada, era que ese miserable debía ser del tipo que no le daría la mas mínima importancia a la apariencia o el hedor de su esposa.
— Mierda — Diego murmuró.
Sin duda , era mierda lo que había pegado en las botas de ese inglés inmundo, Mary Kate pensó. El hombre bien vestido fue o primero a hablar.
— Usted es el capitán del barco español que acaba de llegar ? Y esta es la señorita 0'Reilly?
Por primera vez Mary Kate perdió el habla.
El hombre corpulento la miró por bajo de sus gruesos párpados.
— Me sirve. Trajiste algo con vos ?— El inglés de Hartford y su acento eran el de un hombre culto, lo que no condecía con su apariencia . Mary Kate supo que en él había otro inglés arrogante. Podría lidiar con él.

— Mi dote está en Cartagena — ella logró hablar.
— Ya sé de eso. Tienes equipaje y ropa para cambiarte aquí ?
— Si.
Hartford miró a Diego.
— Deje el equipaje en el muelle. Voy a llevar a mi prometida al carruaje.
— Ella no va a ningún lugar con usted — Diego discrepó. Geoffrey apenas contuvo una risa y Giles lo miró con una expresión severa.
— Tienes algo que hacer aquí, Hampton? — Hartford preguntó secamente.
— Montoya es un viejo amigo — Geoffrey respondió .
— Es nuestro amigo — Giles completó .
— En ese caso, lleven a su amigo a un pub y chupen hasta caerse desmayados ,— Hartford se volvió hacia el hombre que lo acompañaba. — Darnley, páguele al capitán por el viaje. — Los ojos de Hartford, cuya color era difícil de ver debajo de los pesados párpados, se fijaron en Diego. — Respecto al dinero del rescate, aunque sea mío, le va a llegar a través del gobierno. Recibirá en su barco la cantidad estipulada. Me entiende , español?
— Hablo perfectamente el inglés . Me entiende ? Le acabo de decir que la señorita 0'Reilly no vas a a ningún lugar con usted.
— Capitán Montoya, es natural que se preocupe por la señorita 0'Reilly, puesto que ella está bajo su responsabilidad — Darnley intervino. — Ella no irá a la residencia del señor Hartford antes del casamiento.
— Ya tengo el licencia del matrimonio — informó Hartford. — Será fácil conseguir un sacerdote.
— Soy católica y exijo un casamiento con misa — Mary Kate intervino.
Irritado, Hartford murmuró una palabrota que provocó la reacción inmediata de todos.
— Hasta yo sé que no es de buena educación decir ciertas cosas delante de una mujer! — Geoffrey comentó.
— A partir de ahora ya no sos católica — declaró Hartford. — Aquí seguimos a la iglesia anglicana, a pesar de que yo no vaya mucho a la iglesia.
Mary Kate se dirigió a Darnley con una expresión de desaliento que no era fingida.
— Por favor, caballero , he pasado por situaciones terribles. No puedo casarme de este modo.
— A mí no me importa — Hartford insistió .
— Creo que ha habido un error — alegó Diego. La señorita 0'Reilly no va a quedarse aquí. Ella necesita un pasaje para a Irlanda.
Hartford repitió la misma palabrota de antes.
— He pagado una fortuna por el rescate y he perdido la dote de ella. No voy a perder el título y la herencia! Ni loco ! Su interferencia terminó aquí, español.
— Debe admitir que es demasiado esperar que esta muchacha se case aquí y ahora — Giles habló serenamente con Darnley. — Ella ha hecho un largo viaje; además, está bajo una fuerte emoción... por estar conociendo a su prometido.
— Creo que no fui suficientemente claro — respondió Diego. — María Catalina no vas a casarse con este hombre.
Darnley sonrió como se ellos todos estuviesen manteniendo una charla agradable.
— Realmente, capitán Montoya, no debe preocuparse. Mi hermana es viuda y vive cerca de la ciudad. La señorita 0'Reilly podrá quedar con ella esta noche. A partir de este momento está bajo la protección de la Corona inglesa. Le aseguro que ella será bien cuidada.
— Puede encontrar un barco para llevarla a Irlanda?
— Capitán, creo que el señor Hartford acaba de darle una excelente sugerencia . Usted y sus amigos — Darnley señaló a Geoffrey y a Giles — deben estar ansiosos para ir a un lugar donde puedan conversar y tomar un poco de rum.
— No voy a dejar a la señorita 0'Reilly en Port Royal. Ella vino acá obligada. Quiero tener certeza que ella volverá con su familia.
— Cómo? El rescate fue pagado y ella está con su prometido. Capitán, ellos necesitan conocerse. Y le aseguro, que nada malo le sucederá a ella. Por el amor de Dios ! No estamos en la edad Media. Si a señorita 0'Reilly se niega a casarse con el señor Hartford, nadie podrá obligarla a eso. Escúcheme , capitán, si desear ver a la señorita 0'Reilly, mañana, búsqueme en la oficina del gobernador y le daré autorización para visitarla.
— Un momento — dijo Diego empujando a Mary Kate a su lado y diciéndole en secreto : — Esto no me gusta nada.
— Déjame lidiar con él por — ella susurró.
— Estás segura?
— Recuerda que soy experta en evitar casamientos indeseados.
Diego miró a su alrededor . Sólo contaba con sus dos amigos allí en el puerto. Y le parecía improbable que sus protestas tuviesen mucha influencia.
— Si precisas que...
— Quédate tranquilo. Conozco muy bien a las personas como ese Darnley. Él y si hermana viuda acabarán comiendo de mi mano. Por la mañana ellos no tendrán el corazón de entregar a una joven doncella tan delicada y pura a ese... ese... cerdo.
— No sé...
— Vete , Diego. Nos veremos mañana.
Diego forzó una sonrisa . Era mejor dejar que esos dos pensasen que él estaba resignado.
— Bien, Hampton y Courtney, llévenme a algún lugar de esta ciudad que se parezca a una taberna decente. — Le dio una última mirada preocupada a Mary Kate y fue con sus amigos hacia High Street.
Darnley le sonrió satisfecho a Mary Kate.
— Tengo la clara impresión de que no hay nada en este mundo de Dios capaz de convencerte de casarte con el señor Hartford, verdad?
Mary Kate miró al gigantesco inglés.
— Nada personal, ...
— Busca un sacerdote, Darnley.
Darnley miró hacia atrás. Diego y sus amigos se habían perdido en la multitud.
— No dudes que encontraré un sacerdote con facilidad. Lo difícil será convencerlo de que esta joven está ansiosa por casarse con vos, Hartford. Conozco un sacerdote anglicano, pero a esta hora suele estar en uno de los pubs, si no está en un burdel.
Mary Kate dio un paso atrás, pero Hartford la agarró por la muñeca. Su brazo parecía una ramita en esa mano gorda.
— El casamiento tendrá que ser realizado esta noche. No gusta nada ese español.
— Vos no conoces al capitán. No sabes de lo que es capaz — Mary Kate advirtió Hartford, a pesar de presentir que ella, en realidad, no sabía con quien estaba lidiando. Le parecía que, finalmente , había encontrado alguien tan obstinado y peligroso como ella.
Darnley e Hartford la ignoraron .
— El español sólo puede permanecer unas horas en el puerto. Si él no aparece , mis soldados lo localizarán. Él está con Hampton, que es muy conocido. Puede tener certeza de que en poco tiempo el capitán Montoya estará navegando en aguas españolas. Por ahora, con él fuera del camino, el oro do rescate será enviado al Magdalena y el inmediato firmará un recibo para que no haya dudas sobre la legalidad de la transferencia.
— Me cago en las leyes ! Yo Tengo o contrato. Yo Pagué el rescate. Ella es mía.
— Ella no será la primera novia reticente que tenemos aquí en Port Royal, pero le debo favores al gobernador y quiero pedirle autorización por escrito para entregarle a la nieta de un baronete, puesto que ellos todavía no están casados.
— A Calder Larcombe poco le importará eso.
— Nunca se sabe. Estos nuevos aristócratas son imprevisibles. Tenga paciencia. por la mañana ella será suya.
Darnley se volvió hacia Mary Kate y ella pensó en pelear, armar un escándalo, intentar huir. Pero no tendría la menor oportunidad de escapar, estando cercada por todos esos hombres rudos . En vez de eso, optó por una estrategia mas teatral , se agachó e comenzó a llorar.
— Llevanos con tu hermana — Hartford ordenó.
— Mira a la pobre muchacha — respondió Darnley. Mary Kate gimió y arrodillada se dobló en dos como si estuviese dolorida . — Deja que yo me ocupa de esta chica. Ella es muy frágil nunca podría huir. Además, Elaine mandó a colocar rejas en las ventanas por los ladrones. Ella quedará encerrada en el cuarto hasta que encontremos un sacerdote. Ve a la ciudad, diviértete con una puta ! Celebra tu última noche de soltero .
Hartford se rió.
— El casamiento no va a cambiar mi vida. Pero si insistes... Llevala. Por la mañana, el sacerdote tiene que estar en tu casa.

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