martes, 30 de junio de 2009

EL ACUERDO - VERONICA SATTLER - CAPITULO 34

CAPÍTULO 34


Ashleigh arrojó sobre el brazo la capa de terciopelo azul. Después , con una expresión soñadora, se aproximó al gran espejo . Se quedó allí, pensando en Brett.
Acababa de dejarlo en la sala de juego, conversando con los niños mayores, que tenían muchas preguntas para hacerle a ese duque inglés que había aparecido en escena dos días antes. Un duque que era, para asombro de ellos, el capitán de su propio barco!
En ese momento, le alegraba la idea de ir encontrarlo en el vestíbulo y juntos ir a pasear a la luz de la luna, como él había sugerido. Más que eso. Sentía una especie de deslumbramiento antela idea de estar bajo sus cuidados atentos y estar en una situación de intimidad . Durante el paseo del día anterior , él se había mostrado amable como nunca. No parecía el mismo hombre que había confrontado con ella, con tanta dureza , violencia y agresividad .
A no ser por esas bruscas palabras iniciales sobre un divorcio que no se había consumado, todo había estado bien. Un casi compromiso, con besos a la sombra de los árboles del parque. Era como si la pesadilla que había seguido al casamiento nunca hubiese sucedido.
Pero, desgraciadamente, había sucedido. Y era eso que la preocupaba. Todavía estaban separados por incidentes dramáticos que, más tarde o más temprano , tendrían que analizar. Era eso lo que él tenía en mente, cuando la había invitado a dar un paseo a la luz de la luna ?
Quizás él esperaba que ella abordase el tema primero. Pero, cómo hacerlo, sin arriesgarse a perturbar la recién conquistada tranquilidad? - Ah, ahí estás!
Ashleigh se volvió y se encontró con él en la puerta del corredor.
- Disculpa - ella murmuró. - No me di cuenta que había demorado tanto...
Brett entró y se detuvo delante del espejo.
- Me permites?
Retirándole del brazo la capa forrada de armiño, él la puso sobre los hombros, tocándolos levemente . Después , dijo en voz baja :
- Estás tan linda!
Feliz por el elogio, ella respondió:
- Vos también !
- No es lo mismo.
- Por qué no?
El sonrió y la tomó por la mano.
- Ven, querida. Hay una bella noche esperándonos.


Afuera, el aire cálido les acarició el rostro. Se pusieron a caminar lentamente por las sendas del jardín, respirando el aire perfumado por las flores y por la tierra húmeda. Los ramas de los árboles oscilaban con la leve brisa que venía de; mar, dejando entrever el cielo profundamente estrellado.
Brett la miró y sintió que ella estaba a la expectativa, aguardando que le dijese algo .
- Los niños te adoran. Está escrito en su rostro de ellos cuando te miran.
- Y a vos también - dijo Ashleigh con entusiasmo. - hace solamente dos días que te conocen y ya se muestran encantados.
- Tengo la impresión que ellos me ven como a un tío rico y exótico que aparece de vez en cuando con regalos de sus viajes en el exterior. - Brett sonrió . - Pero la adoración por vos y María es muy obvia. Nunca vi tanta manifestación de amor!
- María es la única responsable de eso. Ella es una mujer extraordinaria!
- Notable - concordó Brett. - Y me quedo pensando por qué una persona como ella, que podía llevar una vida despreocupada, prefirió dedicarse a una misión tan ardua. Qué le habrá sucedido en la vida que la llevó a escoger ese camino? La respuesta de Ashleigh fue cautelosa:
- Crees que debe haber un motivo para que alguien se dedique a una obra de caridad?
- No , pero en el caso de María, estoy segura que lo hay. Ella carga una cruz.
El se detuvo pensativamente.
- Cuando intento interrogarla respecto a eso, ella cambia de tema. De la más encantadora de las maneras, pero lo hace!
Ashleigh deseó de repente tener la misma habilidad de la condesa de eludir los temas delicados . La conversación estaba tomando un rumbo peligroso.
- Tal vez no haya ningún misterio.
- Pues yo tengo la clara impresión que ella no es lo que aparenta ser.
- No?
Brett la miró .
- Vos deberías saber algo . María me dijo que es una vieja amiga de tu familia.
Ashleigh giró el rostro para que él no viese su rubor.
- Mis recuerdos son escasos. Yo era muy pequeña en esa época.
- Tal vez tu hermano pueda satisfacer mi curiosidad sobre la Condesa.
Caminaron por un momento en silencio . Entonces , Brett volvió a hablar:
- Es extraño, pero tengo a sensación...
- Qué sensación?
- De haberla visto antes. De conocerla de algún otro lugar. - él sacudió la cabeza . - Pero eso es imposible.
Determinada a acabar con esa conversación a cualquier costo, Ashleigh simuló perder el equilibrio.
- Oh, Brett...
El la amparó con un brazo firme y se detuvo , permitiendo que ella recobrase el aliento.
- Lentamente , pequeña. Estás cargando un peso muy valioso.
Aunque de forma casual, ese aviso le recordó que traía en su vientre el heredero de él. Las palabras de Elizabeth volvieron claras y ácidas a su mente, causándole un dolor tan grande que le cortó la respiración.
- Brett... - susurró. - por qué te casaste conmigo?
El la miró y vio angustia en sus ojos. Qué decirle?
Su pregunta lo tomaba de sorpresa.
- Sabes el motivo mejor que yo, Ashleigh - Brett comenzó a decir cuidadosamente.
- Esa fue la única razón ? - preguntó ella desconsoladamente.
Brett vaciló.
- No. Hay otra cosa. Algo más profundo que...
- Qué?
El la sujetó gentilmente por los hombros.
- Para mí, no hay otra mujer como vos. Sólo llegué a darme cuenta cuánto te quería en los meses en que estuvimos separados. Ashleigh, me sentí tremendamente solo.
Acariciándole la cara con ternura, él continuó :
- Hay tantas cosas que están mal... Y no sabría por donde comenzar a corregirlas.
Ashleigh encontró fuerzas para decir:
- Sería mucho más simples si fuésemos sinceros el uno con el otro.
- Entonces dime: por qué te escapaste de mí esa mañana?
Inesperadamente los ojos de ella se llenaron de lágrimas.
- Ella... Ella me dijo que no me ilusionase. Que una vez que te diese el tan deseado heredero sería dejada de lado como las otras.
Brett frunció el ceño.
- Quién te dijo eso, Ashleigh?
- Elizabeth. Ella llegó en bote después que vos te fuiste.
- Qué mujer diabólica! Fui un idiota al juzgar que ella iba a aceptar lo inevitable!
- Yo tenía una buena razón para creerle a ella - se defendió Ashleigh. - Yo vi como te comportaste con Pamela Marlowe!
- Una idiotez !
Ella dejó que todo su resentimiento saliese a la luz.
- No puedes negarme que, durante los tres días que permanecí en Londres, vos salías de noche para estar con otras mujeres!
Los labios de Brett se apretaron por un momento. Después , él suspiró.
- Ellas no significaron nada para mí. Eran un mero pasatiempo...
En ese momento, una confusión de gritos y llantos rompió el silencio de la noche. Ambos se volvieron y vieron a Giovanni llegar corriendo.
- Signor duque.... duquesa... vengan rápido ! I Un incendio en la casa! Los niños...
Ashleigh pudo ver gruesas columnas de humo desprenderse de algunas de las ventanas del piso superior y gritó :
- Oh, mi Dios!
-
Corrieron tan rápidamente como pudieron.
- Brett! - gritó Patrick, al verlos. -El ala de los niños está en llamas!
Diciendo eso , él corrió hacia el interior de la casa, de donde emergió momentos después , trayendo a Megan, quien cargaba en sus brazos a dos pequeños.
Brett corrió hacia ellos.
- Hay alguien más allá arriba?
Megan sacudió la cabeza , como una sonámbula.
- No sé...
Mientras Ashleigh atravesaba el jardín e iba al encuentro de los niños reunidos en el patio, la criada se precipitó hacia Brett sollozando:
- La Condesa... la Condesa!
- María está allá dentro?
- Si, si!
Brett se arrancó el saco y se dio vuelta hacia Patrick.
- Voy a buscarla!
- Enrico acaba de contar los niños - le dijo su amigo, mientras lo veía sumergir el saco en el agua de la fuente . - Además de María, faltan las gemelas. Parece que la Condesa volvió para buscarlas, después de sacar al primer grupo de niños afuera.


De lejos, Ashleigh lo vio entrar en la casa mientras lenguas de fuego empezaban a irrumpir en las ventanas más bajas.
"Mi Dios!", pensó. "El piso inferior ..."
Los criados ya habían notado que el incendio se extendía y comenzaron a correr hacia ese nuevo foco de llamas con los baldes llenos, al mismo tiempo que los muchachos de la caballeriza llegaban de los establos trayendo una carro conteniendo enormes barriles con agua.
Mientras veía, horrorizada, el fuego devorar la nueva ala y amenazar las otras dependencias de la casa, a visión de otro incendio se formó delante de sus ojos. Por un instante, Ashleigh se vio siendo niña nuevamente. Mary Westmont la envolvía en una manta y la llevaba a un lugar seguro...
María estaba allá dentro! María, que le había salvado la vida. Y las gemelas, dónde estaban ellas? Dónde estaba Finn? De repente, Ashleigh no pudo contenerse más . Tenía que actuar! Avanzando rápidamente por entre los barriles y los baldes, se dirigió hacia la puerta de entrada. al aproximarse, oyó un ladrido. Poco después , Finn emergía entre la cortina de humo trayendo a Allegra, una de las gemelas sobre su lomo.
- Oh, Finn! Gracias a Dios! - Ashleigh gritó, tomando la criatura en sus brazos.
- Mi querida - dijo Megan detrás de ella. - Deja que yo haga eso. Allegra es demasiado pesada para vos. Procura descansar un poco.
"Descansar? Cómo puedo descansar, cuando María y Brett todavía están en ese infierno?", pensó Ashleigh. Entonces , sin vacilar, sacó un pañuelo de su bolsillo, lo sumergió en el balde de agua y lo amarró sobre su rostro a modo de máscara . Después se metió subrepticiamente en el vestíbulo, donde el fuego ya subía por las paredes.


En el piso superior , Brett iba abriendo una puerta tras otra sin encontrar el menor vestigio de María o de las gemelas. Desesperado, Sintiéndose sofocar por el humo que se hacía mas denso a su alrededor, se puso a gritar: - María, María! Dónde estás? Faltaba solamente un cuarto. Derribó la puerta con un puntapié y volvió a gritar:
- María!
Un débil llanto de una criatura llegó a sus oídos. Respiró nuevamente el aire viciado y avanzó . A través del humo, una escena se definió delante de sus ojos: había una criatura agachada debajo de la ventana. Al lado de ella, en el piso , yacía el cuerpo inmóvil de María.
Cubriéndose la boca y la nariz con el saco, Brett corrió en dirección a ellas. Se agachó y colocó a la niña sobre la espalda , pasándole los bracitos alrededor de su cuello.
-Agárrate bien!
Sorprendentemente, la niña comprendió y dejó de llorar. Entonces , reuniendo todas sus fuerzas, levantó el cuerpo inerte de María en sus brazos, Pasó por la puerta y después se dirigió a las escaleras del fondo, tan rápidamente como le permitía la doble carga.

En el jardín, Patrick se preparaba para ir al encuentro de él, cuando Megan gritó despavorida.
- Patrick... parece que alguien vio a Ashleigh entrar en la casa!
- Oh! no...
Súbitamente, uno de los muchachos de la caballeriza gritó y señaló la puerta de entrada. Un hombre, iluminado por el luz de las llamas, acababa de emerger del interior de la casa.
- Brett! - dijo Patrick. - con María y Alissa!
- Qué Dios te bendiga ! - sollozó Megan.
Los dos se precipitaron hacia él al mismo tiempo. Patrick descargó ao de María, que estaba comenzando a volver en sí, mientras Megan agarraba a Alissa y la apretaba contra su pecho.
Brett suspiró profundamente, antes de preguntar:
- Cómo está María?
- Debe haber respirado mucho humo, pero creo que va a estar bien - dijo Patrick, . - Debemos buscar a Ashleigh . Ella fue detrás de vos!
Todo la sangre huyó del rostro de Brett. En un instante se dio vuelta y se puso a correr.
- Brett, espera! - gritó Patrick detrás de él. - Déjame ir tu lugar!
- Quédate ahí atendiendo a María!
- Brett...
- Yo voy a encontrarla, no te preocupes!
Apenas Brett había acabado de decir esas palabras, un débil ladrido llegó desde el interior de la casa.
- Finn! - gritó él, mientras entraba en el vestíbulo lleno de humo. - Dónde estás?
Otro ladrido llegó a sus oídos. Venía de la escalera! Protegiéndose con el saco , Brett comenzó a subir los escalones. Al alcanzar la curva de la escalera, vio la forma peluda del perro parada en el descanso.
- Finn! Dónde?...
Entonces él la vio . Ella estaba desmayada, pero completamente protegida por el cuerpo de su fiel compañero.
- Ashleigh! Oh, Ashleigh!
Levantándola cuidadosamente, la acurrucó contra su pecho y voló escaleras abajo con Finn en sus talones.
- Megan! - gritó Patrick, al verlo. - La encontró !
Brett pasó por al lado ellos y fue a colocar a su esposa sobre el pasto. Se inclinó sobre ella y escrutó su rostro.
- Ashleigh... - murmuró con suavidad . - Ashleigh...
Patrick se arrodilló al lado de él y tomó el pulso de su hermana.
- Su pulso es irregular. Está en estado de shock. Voy a buscar algo para cubrirla.
Mientras él se apartaba, Ashleigh abrió los ojos y preguntó débilmente:
- Brett... dónde está... María?
- Ella está bien, amor. Pero todavía es muy pronto para hablar.
- Yo... yo quería ayudarla.
- Pequeña atrevida... podrías haber muerto!
Ella murmuró, con voz casi inaudible :
- Tenía que hacer eso. .. ella. .. Ella es tu madre - Ashleigh reveló antes que sus ojos se cerrasen pesadamente.

lunes, 29 de junio de 2009

EL ACUERDO - VERONICA SATTLER- CAPITULO 33

CAPITULO 33

El aire húmedo, causado por un sol todavía débil, esparcía olores y sonidos. Ashleigh se apoyó en la baranda de la terraza y buscó en la distancia los tejados rojos de la aldea , los jardines en escalones que iban descendiendo entre casas blancas. Más abajo, entre los pinos, adivinó la presencia del mar azul.
Parecía que su vida estaba definitivamente ligada a ese lugar, que, con cada día, se revestía para ella de una magnificencia nueva, llena de frescura.
- Ashleigh.
El llamado de María la sacó de esa contemplación. Al darse vuelta, cegada momentáneamente por el brillo ofuscante del sol, tuvo la impresión de ver una figura masculina parada en la entrada en arco, al lado de la Condesa. Cerró los ojos y volvió a abrirlos. No, no estaba alucinando ! Brett estaba allí, delante de ella, la misma expresión intensa y ardiente en sus ojos azules!
Los recuerdos la invadieron, avasallándola. Se volvió a ver en el cuarto de la villa del lago, donde había conocido momentos infinitamente felices e íntimos, y donde ciertamente nunca más volvería a estar. Sintió su corazón apretarse y sus rodillas doblarse.
Tampoco Brett parecía incapaz de dar un paso. Ella estaba esperando un hijo! Una sonrisa de perplejidad apareció en el rostro de él, mientras María le decía, con una voz que parecía venir de muy lejos:
- Tu heredero va a nacer en la primavera, Brett. Fines de abril o principios de mayo.
El asintió vagamente con la cabeza, sin dejar de mirar a su esposa. Un hijo! Ella iba a tener al hijo de ambos! Observó su cuerpo todavía menudo, a pesar del embarazo, y su rostro encantador.
- Cómo estás, Ashleigh? - le preguntó con suavidad .
- Yo ... yo estoy bien.
Brett dio algunos pasos hacia adelante y le extendió la mano.
- No tenía idea que estabas embarazada.
- Cómo podías saber lo que yo misma ignoraba? - dijo Ashleigh, un poco más bruscamente de lo que pretendía. - Me enteré después que dejé Londres!
Amargado con la mención de la fuga, Brett dijo ásperamente:
- No podías haberme mandado a avisar?
Ella continuó mirándolo en silencio , sus párpados , temblando. Después respondió, perturbada y débilmente :
- Para qué, su Gracia? Para forzarte a no pedir el divorcio que tanto deseabas?
- Qué estás diciendo? Yo nunca quise divorciarme!
Ashleigh lo miró boquiabierta.
- Por qué , entonces, llamaste a lady Margaret a Londres? No fue para planear todo con ella ?
El bajó su brazo, en un gesto de desaliento.
- Por el amor de Dios! Lady Margaret! No la conoces? No sabes cómo es ella? Pero le creíste y me condenaste, sin siquiera oír una palabra en mi defensa!
Brett se arrepintió de haber hablado tan impulsivamente al ver la confusión y la tristeza que sus palabras le causaron. María tenía razón. Tenía que tratarla como si fuese una muñeca de cristal, conquistarla con atenciones, con gentilezas.
- Te pido que me perdones. No quería perturbarte.
Suspirando, se puso a contemplar los jardines, ahora salpicados de verde , las primeros señales da primavera.
- No quieres bajar conmigo hasta el jardín El clima está fantástico.
Ashleigh reconoció el esfuerzo que Brett hacía por contemporizar la situación. Y aceptó.
- Si, Brett. Me gustaría pasear con vos. - ella le mostró los canteros, donde brotaban, tímidos , los primeros narcisos. - Creo que la primavera llegará más temprano este año. Brett sonrió y le tomó la mano.
- Está en condiciones de caminar? No prefieres sentarte en un banco y respirar aire puro?
Ella se rió, ya mas relajada.
- Caminar me hace bien. Estoy embarazada, no enferma!
Brett lanzó una mirada a sus formas redondeadas y frunció el ceño , con aire de duda.
- Si estás segura...
- Claro que estoy segura, su Gracia!
El la miró intensamente, de un modo que la hizo ruborizar.
- Por qué insistes en llamarme de su Gracia?
- Estoy segura... Brett.
- Así está mejor!
Mientras caminaban por el jardín bañado de sol, Brett le preguntó cuándo había llegado a Italia y qué pensaba de su anfitriona. Ella respondió con palabras llenas de admiración, convenciéndolo de que su primera impresión sobre María concordaba con a de ella. Después , quise saber cómo pasaba sus días en la villa, y Ashleigh se puso a hablar de los niños con un entusiasmo que lo sorprendió.
- Los niños de María significan tanto para vos?
Ashleigh se detuvo y lo miró con calma.
- Ellos le dieron un propósito a mi vida. Antes de llegar acá, yo era una persona pasiva, que sólo sabía actuar reaccionando a los acontecimientos.
Ella comenzó a recordar, sin angustia, como si solamente mencionase anécdotas familiares:
- Primero ocurrió esa tragedia que terminó con la vida de mis padres y me llevaron a Hampton House, donde permanecí doce años bajo la protección de Dorcas y después de Megan. Después ocurrió ese extraña giro del destino que me condujo a Ravensford Hall.
- Y, entonces?... - desafió a Brett.
- Y, entonces... - Ashleigh suspiró profundamente. - Oh, sé que la mayoría de las mujeres consideraría un privilegio tener un título de nobleza...
El la interrumpió ásperamente:
- Estás queriendo decir que el casamiento y la vida en mi círculo social no te agradaban?
- Oh, no! Después de todo , yo nací en ese medio y, cuando era niña, me sentía feliz estando en él. Estoy queriendo decir que yo no fui quien verdaderamente hizo esas elecciones. Me dejé llevar, me dejé tener un nuevo empleo, me dejé casar...
Brett asintió con la cabeza pensativamente.
- Creo que te comprendo. La mayoría das veces, seguimos caminos que no escogemos. Mira mi caso: yo amaba mucho a mi abuelo, pero estoy perfectamente consciente de que mi vida fue casi completamente moldeada por él. No es una comprobación muy agradable, créeme.
Ashleigh sonrió aliviada.
- Entonces , me comprendes?
- Creo que si. Vos podrías quedarte en esta linda casa, viviendo con esta gente amiga sin hacer otra cosa mas que esperar los acontecimientos. en vez de eso, preferiste dedicarte a una obra humanitaria.
Ella se ruborizó .
- Yo no diría eso. Estas criaturas que vienen a mí, buscando ayuda, me retribuyen con amor y cariño. Además, hay otras personas que hacen por ellos mucho más que yo . La Condesa, por ejemplo. Y el padre Umberto.
- No es tan así. Por lo que vi y oí decir, debes sentirte muy orgullosa de tu trabajo.
Ashleigh lo miró a los ojos y leyó sinceridad en ellos. Sintió alegría en su corazón y esbozó una gran sonrisa.
Brett tuvo ganas de abrazarla. Pero se acordó del consejo de María y se obligó a tener paciencia. Tomándole el brazo, la llevó a un ala cubierta.
Apenas habían dado dos pasos, Ashleigh señaló un árbol.
- Ves, Brett! Es el barrilete de Antonio! Crees que podemos recuperarlo?
El arqueó las cejas.
- Podemos ?!
- Si, vos y yo! El árbol no es muy alta y...
- Vos no estás en condiciones de treparte a los árboles! - Brett acarició levemente su rostro. - Vas a quedarte aquí, mientras yo intento rescatar el barrilete , está bien?
El se quitó el saco y se subió las mangas de la camisa.
- Espero que Antonio sepa apreciar mi esfuerzo.
- Oh, si!


El árbol era un gran almendro de cerca de siete metros de altura. El barrilete multicolor estaba entre las ramos más altas. Mientras Brett trepaba con agilidad, Ashleigh pensó en el niño que él había sido, un niño que se había convertido en adulto demasiado pronto. Y se dio cuenta , entonces, que ambos poseían una herencia semejante: ambos habían sobrevivido, siguiendo caminos que otros habían marcado y determinado.
- Aquí tienes, mi lady. - él hizo una ceremoniosa reverencia, mientras le entregaba el frágil objeto.
- Gracias, caballero . Gracias por tu presteza. Y te aviso que yo soy experta en trepar a los árboles!
El le levantó el mentón y sonrió .
- No seas presumida! Yo fui marinero, no te olvides .
Ashleigh acarició su vientre.
- Espera algunos meses más y verás. Voy a demostrarte que sé todo tipo de juegos llamados masculinos!
- No dudo de las habilidades de una dama que consiguió montar a Irish Night a pelo!
Se rieron. Mientras tanto , Brett pensaba, no sin esperanza, en las palabras que ella había dicho. Era la primera alusión que hacía a un futuro al lado de él. Además , había vivacidad en sus gestos y, sobretodo, en el tono de su voz, mucha emoción.

Volviendo a tomarle la mano, Brett continuó guiándola por el camino de piedras. Al llegar cerca del muro bajo, que delimitaba el jardín, la levantó en sus brazos con un solo movimiento.
- No, Brett! - protestó ella. - Estoy demasiado pesada!
- Para mí, vos todavía sos liviana como una pluma!
El recordó las veces que ella se había rendido a la pasión y sintió su deseo renacer. Pero una mirada al vientre hinchado le recordó que no era momento de pensar en eso . Había otras cosas en juego... cosas mucho más importantes y duraderas.
Sonriendo , Brett la bajó lentamente al suelo. Mientras lo hacía, sintió una presión en el abdomen de Ashleigh.
- Qué fue eso ?
Ashleigh se rió, un risa clara y musical, que hizo eco en el el jardín silencioso.
- No estés tan sorprendido. Es ella! Está pateando mucho últimamente.
Brett la miró , intrigado.
- Ella?
Ashleigh asintió, risueña, explicando:
- Espero que sea una niña.
Inmediatamente se arrepintió. No debía haber hecho esa declaración. No era justo. escogiendo cuidadosamente las palabras, ella corrigió :
- Brett... Te sentirías frustrado si fuese una niña?
Los ojos de él brillaron. Nuevamente, ella lo incluía en su futuro!
- No, se si es el vivo retrato de su madre! - Seducido por el pudor de modestia que sus palabras provocaron, él continuó :
Nunca estuviste tan linda! Es un placer mirarte!
Después , más seguro de sí mismo , paseó sus ojos por el rostro encantador, fijándolos en los labios rosados.
Como en un sueño, Ashleigh lo vio colocar las manos en sus hombros y después inclinarse sobre ella. El beso no fue más que una leve presión de labios, pero la dejó temblando de emoción.
"Brett, mi amor!", ella pensó, mientras, con un suspiro de felicidad, se abandonaba contra su pecho ancho.
Brett cerró los ojos, saboreando la dulzura de ese instante. Cómo la había extrañado ! Cuando los abrió, encontró los de ella, repletos de ternura. En un impulso, la envolvió en sus brazos y le dio un largo beso en la boca.
Un ladrido inesperado cortó el aire, obligándolos a separarse bruscamente.
- Oh, no! - gimió Brett, volviéndose. - Qué quiere él esta vez?
Ashleigh se inclinó para acariciar la cabeza de Finn.
- Creo que vino anunciar que la mesa para el té está puesta.
Brett se rió y le ofreció el brazo.
- Muy bien , su Gracia. Vamos a tomar ese té!

domingo, 28 de junio de 2009

EL ACUERDO - VERONICA SATTLER - CAPITULO 32

CAPITULO 32


La Condesa María se hallaba en su gabinete de trabajo, escribiendo cartas, cuando golpearon la puerta. - Entre.
- El está aquí, señora Condesa - el mayordomo anunció.
- El lord que envió la esquela.
María colocó la pluma y se quedó un largo tiempo mirando el papel que tenía delante de sí. Después dijo, con un ligero temblor en la voz:
- Dame cinco minutos, Enrico. Luego condúcelo a la sala de estar
.
Cuando el criado se retiró, la condesa se levantó y caminó lentamente hasta la ventana. La cosa que más deseaba y temía estaba para suceder. Pronto, vería a su hijo. Pero el encuentro no sería como siempre había idealizado. El todavía ignoraba quien era realmente ella . Su esquela solamente decía:

"Querida Condesa de Montefiori,
Tengo razones para creer que hospeda en su villa a una dama que estoy buscando hace algún tiempo. Apreciaría, pues, si consintiese en me recibirme para discutir tan delicado asunto. Estaré aguardando su respuesta..."
Le había avisado a Ashleigh para que estuviese preparada en caso que Brett apareciera. Pero eso había sido algunos meses atrás, cuando esa posibilidad parecía tan remota como una estrella. Ahora, él estaba en la casa, sin adivinar o sufrimiento que eso podía causar.
La esquela que anunciaba esa visita estaba firmada: "Su seguro servidor , Brett Westmont, duque de Ravensford", y había sido entregada esa mañana por un marinero de su propio barco, anclado en el puerto de Livorno.
Inmediatamente, había tomado medidas para resguardar la privacidad de Ashleigh, mandándola a dar un paseo con los niños. A continuación, le había pedido a Megan ya Patrick que la acompañasen en el paseo.
Le Parecía que grandes intereses merecían, ante que todo, ser discutidos e esclarecidos, y como conseguirlo, sino con una entrevista privada? Además, su amor maternal reclamaba sus derechos. Quería tener algunos valiosos minutos para observar a su hijo en función de sus propios sentimientos. Más tarde o más temprano , tendría que enfrentar la revelación: pero no ahora, no todavía.
El entró por la puerta que Enrico le abría y se quedó parado en el umbral .
"Qué parecido a Edward es!", pensó María con un shock, mientras los recuerdos inundaban su mente, vívidos y opresivos. Pero contuvo sus angustiosos pensamientos y recompuso su rostro, dándole una sonrisa cortés.
- Su Gracia... Entre, por favor.
Antes que esa bella mujer lo invitase a entrar, Brett tuvo tiempo para examinarla. Se quedó impresionado con la serenidad clásica de su rostro ovalado, un rostro emotivo, con una belleza velada y retraída.
Cuando ella se adelantó para saludarlo, Brett notó sus fatigados ojos grises, que lo hacían acordar de los cielos encantadores en los días en que el sol se mezcla con la lluvia. Ojos que conocían el sufrimiento, pero también la alegría. Extrañamente, eso lo alentaba.
Le tomó la mano extendida y la llevó a sus labios.
- Es un placer conocerla, condesa. Gracias por recibirme en su casa.
- No quieres sentarte? Acabo de pedir el té y espero que me acompañes en ese ritual que le da tanto placer a tus compatriotas. Aprendí a disfrutarlo en los años que pasé en Inglaterra.
- Noto que su inglés es perfecto, mi lady. Cuánto tiempo pasó en Inglaterra?
- Algunos años - dijo María evasivamente. - Pero, dime, en qué puedo servirte?
Brett se sentó y fijó en ella sus ojos pensativos. Podía esperar que ella no le negase el favor personal que venía a solicitarle? Y, si era verdad que estaba albergando a Ashleigh en su casa, con qué fin lo hacía? Qué lazos la unían a su esposa y a Patrick, cuyo barco estaba anclado en el puerto?
A pesar de la forma encantadora en que ella lo había recibido, consideró mejor guardar una actitud formal.
- Presumo que ha recibido mi carta.
- Si, la recibí. Pero no sé quien es la persona a la que te refieres.
La Condesa hizo una pausa, cuando el mayordomo apareció en la sala cargando una pesada bandeja de plata.
-Ah, nuestro té! - dijo ella. Después , en italiano, agregó : - Gracias, Enrico. Puedes dejarlo en la mesita.
- No la conoce? - le preguntó Brett, retomando el hilo de la conversación.
- No, su Gracia. Tengo la felicidad de estar hospedando a un grupo de amigos, del cual forman parte dos mujeres. No sabría...
- Condesa - la interrumpió Brett, ligeramente impaciente. - Esa mujer de quien hablo dejó Inglaterra el último verano.

- Puedo saber por qué ella parece significar tanto para vos?
- Ashleigh Sinclair Westmont es mi esposa.
Los ojos grises no revelaron la menor emoción, y él se apresuró a explicar:
- Naturalmente, ella puede estar viajando bajo un nombre falso.
- Lo que me hace creer que esa señora no desea ser encontrada! No le parece, su Gracia?
Un suspiro de exasperación se escapó de los labios de Brett.
- Es muy posible, mi lady.
María se quedó en silencio por un momento. Sabía que había llegado el momento crítico. Y le pidió a Dios que guiase sus pasos.
- Vamos a suponer, solamente "suponer", que esa mujer esté aquí. Qué pretende hacer con ella ?
- Esa es una pregunta que me hice una centena de veces, desde que ella desapareció ! - confesó Brett resignadamente. - Parece que no tengo otro remedio mas que contarle en que punto están las cosas...
En ese instante, un ladrido hizo eco en el corredor silencioso, y, poco después , la forma peluda de Finn se lanzó por la puerta parcialmente abierta, seguido por un par de muchachos.
- Fuera, fuera, Finn! - gritó uno de ellos. Después , ante la mirada levemente reprobadora de María, él agregó : - Perdón ,señora Condesa.
El segundo niño quiso agarrar a Finn por la correa, pero el perro se plantó delante del invitado de la Condesa ladrando y sacudiendo alegremente su rabo.
Brett miró a María, mientras acariciaba la cabeza peluda.
- Entonces, ella está aquí, Condesa!
María levantó los brazos, dominada por una leve desesperación.
- Si, está- ella admitió, haciendo una seña a los niños para que se retirasen.
Brett la miró intrigado.
- Cuál es exactamente su relación con mi esposa, condesa?
- Soy una vieja amiga de su familia. Conocí a tu esposa y a sir Patrick años atrás.
- Los conoció cuando vivía en Inglaterra?
- Exactamente, su Gracia.
- Usted, con certeza, está informada de los motivos que la han traído hasta aquí, verdad?
- No completamente. Todavía hay uno o dos puntos obscuros.
- Pero presumo que me considera el villano de la historia!
- Diría que eso depende - observó María cautelosamente.
- Depende de qué?
- De tus intenciones. sería de enorme interés para todos, que me dijeses cuales son.
Brett se levantó de un salto.
-Y si me negase categóricamente a darle explicaciones ?
- Sería una insensatez, una gran tontería! - dijo una voz femenina, clara y vigorosa, viniendo del corredor.
- Megan! - exclamó María sorprendida . - Cuándo volviste?
La irlandesa entró en la sala con las mejillas arrebatadas.
- Hace algunos minutos, mi lady. Pero no se preocupe. Ashleigh se quedó en la aldea con los niños.
Ella miró a Brett y dijo, con voz más suave, pero llena de ironía:
- Cómo le va, su Gracia? Sabía que un día u otro volveríamos a encontrarnos!
- Parece que el tiempo nada hizo para dulcificar tu lengua afilada, señorita O'Brien!
- Lady St. Clare - enmendó otra voz . - Megan y yo nos casamos en diciembre.
Brett vio a Patrick aproximarse a su esposa y pasarle el brazo por los hombros, en un gesto protector.
- Mis felicitaciones - Brett le dijo fríamente.
- Gracias - respondió Patrick en tono comedido. - Qué viniste a hacer aquí?
- Pensé que era obvio. Vine a ver a Ashleigh.
- No creo que sea obvio que un hombre quiera ver la esposa que despreció !
Brett frunció el ceño , enojado.
- Vas a permitir que la vea o no?
Megan lo miró con aire belicoso.
- Ashleigh es quien debe decidir eso. Ella es libre de hacer lo que quiera!

María vio la cara de su hijo alterarse e imaginó lo que él debía estar sintiendo en ese momento. No censuraba a Megan o a Patrick : Brett era un hombre orgulloso, que no admitía fácilmente sus errores. Pero su corazón de madre se oprimió. No era justo hacerlo desesperar! Tenía que pensar rápidamente en un medio de evitar que ese brusco intercambio de palabras continuase. E intervino pronto, en el silencio que siguió:
- Perdóneme, su Gracia - dijo en un tono cordial -, pero tengo una idea que podría satisfacer a todos. Puedes volver mañana. Para el almuerzo. Tendrás para entonces una respuesta definitiva.
- Concuerdo, pero con una condición - dijo Patrick, volviéndose hacia ella, para explicarle: - Su Gracia tendrá que responderme una pregunta.
Brett asintió con la cabeza.
- Ya pediste el divorcio?
- No. Y, si dependiese de mí, no habrá divorcio!



Sentado delante del centro de cristal cubierto de flores, Brett sonrió a la mujer que presidía la mesa con la gracia natural de una anfitriona nata. Jamás había conocido otra mujer que se igualase en encanto y delicadeza a esa noble y serena italiana!
En esa breve media hora, habían mantenido una conversación agradable, como convenía entre dos personas de bueno gusto y refinada educación. La condesa había hablado con bastante conocimiento de libros y de música. Y, cuando el tema giró en torno a los niños que ella criaba, había descubierto en ella otras cualidades, admirables e infrecuentes en mujeres de la nobleza.
- Al final del espectáculo - decía ella en ese momento con voz musical -, el cerdito dejó caer la rosa a los pies de tu esposa!
Brett se rió cuando ella terminó de hablar. - Es una historia deliciosa, condesa. María sonrió , animada con el buen humor de su hijo. Había sido su intención ponerlo cómodo , mientras almorzaban. El día anterior , había quedado preocupada con el rumbo que los acontecimientos habían tomado, poniéndolo tan evidentemente a la defensiva. Sería imposible conocerlo mejor en esas circunstancias, evaluarlo, ayudarlo a él y también a Ashleigh. Porque lo que deseaba por encima de todo era unirlos nuevamente.
Pero esa tarde él se mostraba diferente. Y en ese hombre relajado, que sabía reir, ella vislumbró nuevamente al niño feliz que él había sido un día y, sobretodo, la prueba viva de que sus esperanzas no habían sido en vano!
Brett Westmont era un hombre encantador, cálido, sensible, que irradiaba inteligencia y buen humor. No un mimado de la aristocracia, como al principio había temido. Tenía carácter y grandes cualidades. Sentía orgullo de él y ansiaba poder decirle eso.
Pero, por el momento, tenía que dejar de lado sus deseos. Comprendía, tal vez intuitivamente, que ese hombre impelido por una inquietud que no le daba tregua sólo encontraría la paz y la felicidad al lado de su esposa. Y, se pudiese ayudarlo en ese sentido, estaría libre para hablar del pasado, para revelar los secretos de su corazón.
- Le deben gustar mucho esos niños - le dijo él con una sonrisa.
- No es difícil amarlos - ella le respondió. - Ellos son adorables y dan tan poco trabajo...
Por la tercera o cuarta vez en ese día, Brett fue dominado por la sensación de que ya había conocido a esa mujer antes... que la había conocido en una época distante de su pasado. Esa sensación se hacía más acentuada cuando ella sonreía o hacía algún gesto gracioso con las manos.
Súbitamente, se acordó del motivo de su visita.
- Me gustaría saber que Ashleigh está teniendo días agradables aquí. Ella. .. se siente feliz de estar acá?
Ante eso, María se convenció de una vez por todas de que había una oportunidad para su hijo. Si él mostraba preocupación por la felicidad de su esposa, aun a costa de su propia felicidad, entonces podría llegar a amarla. Era una perspectiva alentadora.
- No quieres ver eso por vos mismo? Creo que llegó el
momento.

Se levantaron y, cuando estaban dejando la sala, María se volvió hacia él.
- Hay una cosa que debo decirte antes que la veas.
- Sólo si me prometes que vas a llamarme Brett.
La respuesta de María fue una sonrisa calurosa.
- Brett - dijo ella dulcemente -, como te estaba diciendo, hay algo para lo cual debes prepararte. Ashleigh... cambió mucho . Vos verás eso en el momento en que la encuentres.
- Ella está enferma? - preguntó él, ansioso.
- Oh, no! Pero...
- Si o no ?
- Me gustaría que me des tu palabra de caballero de que serás gentil con ella. Ashleigh pasó por malos momentos y...
- Parece que te estás dejando llevar por la impresión desfavorable que te dieron respecto a mí - dijo Brett irritado. - Ashleigh es mi esposa. y yo no estaría aquí si no pudiese comportarme como un caballero!
- No dudo de eso absolutamente! Pero me gustaría que fueses un poco más allá...
- Cómo es eso?
- Sé que tu intención es reconciliarte con tu esposa, creo que tendrás una buena oportunidad de éxito si procedes cuidadosamente... casi como si la estuvieses cortejando. Aprendí a conocer bien a Ashleigh en estos meses y puedo decirte que ella es una criatura dulce pero muy tímida, más inclinada a huir y a esconderse que a enfrentar una situación desfavorable.
- Comprendo.
- Pero ella posee una fuerza interior que pocos sospechan existe debajo de su apariencia delicada. Descubre esa fuerza y procura seguir un camino suave, y obtendrás lo que deseas.
Brett miró esos ojos incomparables, que reflejaban tanta sabiduría, y se quedó agradablemente sorprendido. Por primera vez en su vida encontraba una mujer llena de prudencia y sentido común.
- Muy bien , condesa... - él sonrió . - Puedo llamarla María?
- Naturalmente, Brett!
- Aprecio tu consejo, María, y me comprometo a seguirlo. Sólo espero que Ashleigh quiera escucharme.
- Tal vez ella te dé una sorpresa!
María colocó su mano en el brazo de él.
- Vamos al encuentro de tu esposa?

sábado, 27 de junio de 2009

EL ACUERDO - VERONICA SATTLER - CAPITULO 31

CAPITULO 31


Fue el invierno más riguroso de que se tuvo noticia en Inglaterra. Comenzó en diciembre y se prolongó hasta el final de enero, con las nieves cayendo en ráfagas y acumulándose en pilas a lo largo de las calles. Por primera vez, el río Támesis se convirtió en una superficie de duro hielo.
Pero ni eso fue suficiente para mantener a los londinenses presos dentro de sus casas. Sobre el río congelado pronto aparecieron tiendas iluminadas por candeleros donde se vendía de todo: castañas asadas, cidra caliente, pastelitos rellenos, libros y chucherías.
Brett, quien había ido allí buscando libros, cerró con un golpe seco el que estaba examinando y se abrió camino por entre la multitud de vendedores ambulantes. Después , con las manos enterradas en los bolsillos del grueso saco forrado de pieles, que le llegaba hasta los talones, siguió por las calles desiertas. Dobló una esquina y se aventuró hasta una tienda. Detrás de los vidrios sucios, una vela iluminaba jarras de porcelana, tazas con florcitas, copas pintadas a mano. Se detuvo allí y se sentó en la punta de un banco de madera, bajo la nevisca.
Había caminado toda la tarde , pensando en escapar de las imágenes perturbadoras que su mente removía. Esa cara... siempre la misma cara. Preciosa, única! Todavía estaba delante de sus ojos, al alcance de su mano, pero en realidad tan perdida y lejana...
Dónde estaría ella ahora? Refugiada en la casa de Patrick, viviendo una existencia calma, sin sorpresas, con la que había soñado desde el tiempo en que había sido una criada de burdel? O todavía en el Continente europeo, esperando el final del conflicto entre Inglaterra y América, antes de arriesgarse a atravesar el Atlántico?
Inconscientemente, sus dedos acariciaban la carta que guardaba en el bolsillo. La había recibido hacia dos días de Simon Allerton, un agente secreto que trabajaba para el Ministerio de Relaciones Exteriores. La carta anunciaba que había un barco en las costas de Livorno. la embarcación portaba bandera alemana, pero, extrañamente, traía el nombre Ashleigh Anne pintado en el casco.
Sería el barco de Patrick? En ese caso, qué estaría él haciendo en Italia, donde los simpatizantes de Napoleón eran todavía numerosos? No se daba cuenta que esa región se transformaría en un barril de pólvora, en caso que los rumores que corrían respecto a Napoleón exilado en la isla de Elba fuesen verdaderos?
Pero, cómo Patrick podía saber eso? Pocos en el ministerio estaban al tanto de esos rumores, que todavía eran mantenidos en secreto , ya que podrían resultar ser falsos. Después de todo , de qué modo Napoleón conseguiría formar y armar un ejército desde esa isla remota?
No obstante, el Almirantazgo estaba interesado en descubrir si había alguna veracidad en esos rumores. Cuando terminase el duro invierno, algunos barcos de reconocimiento dejarían el puerto de Londres para hacer una investigación de carácter no oficial. Entonces , habría dos opciones : formar parte de la comitiva oficial que iría rumbo sur, o viajar como un ciudadano común y corriente . Esa segunda alternativa le daría más libertad para tratar sus asuntos particulares y asegurarse si ese Ashleigh Anne era realmente el barco de Patrick,
Deseaba ver a Ashleigh? Esa era la cuestión que lo perturbaba desde que había recibido la carta de Allerton. Mierda. Por qué no desistía? No era un tonto al perseguir una ilusión, el reflejo de un recuerdo ?
Si la encontrase de nuevo , qué haría? Al principio, se había quedado despierto de noche, alimentando una vaga esperanza. En los últimos tiempos, sin embargo, otras imágenes se modelaban en su mente, tomando la forma de una mujer que se entregaba apasionadamente a sus brazos.

En algún lugar debía haber una respuesta para el enigma que Ashleigh representaba. Tenía que descubrir por qué la odiaba y la deseaba al mismo tiempo. Por qué, ángel o demonio, era la mujer que quería a su lado. Para eso, solamente le quedaba un camino: enfrentar la situación honestamente, sin flaquezas y sin subterfugios.
Súbitamente, el viento se puso a soplar en ráfagas coléricas. Se levantó y continuó caminando. Se encontró nuevamente en el muelle. Del otro lado del puente, su cochero lo esperaba sacudiendo los pies para ahuyentar el frío.
Apretó el paso y subió al carruaje tirado por cuatro caballos negros, que se pronto se puso en marcha por la alameda, entre las árboles desnudos.


Envuelta en una capa de terciopelo azul forrada de armiño, Ashleigh bajó los escalones de la baranda del ala sur y se acomodó en la poltrona que Giovanni había colocado allí especialmente para ella.
Sintió un escalofrío, ante el frío que llegaba del mar, y enterró las manos en el regalo que hacía conjunto con la capa, ambos regalos de Patrick y Megan. Los había recibido en Navidad, acompañados de una esquela: "Terciopelo azul para combinar con tus ojos, armiño para combinar con su alma. Te amamos!"
Hacia más de un mes que no los veía: todavía estaban en Capri, pasando la luna de miel en una de las villas de la Condesa. La nostalgia que sentí por ellos afortunadamente era suavizada por el descubrimiento de una nueva especie de felicidad al lado de María y los niños.
La actividad que había asumido la impelía hacia adelante , ahorrándole muchas horas de aflicción.

El recuerdo de Brett todavía le dolía, pero la angustia había disminuido . Ella había cambiado; se había hecho mucho más fuerte, más segura de sí misma.
El sonido alegre de una trompeta la sacó bruscamente de sus divagaciones. debía ser Antonio. El niño poseía un talento musical: tocaba varios instrumentos de oído, lo que contrariaba a su profesor de música, el maestro Vivian, que venía de Pisa una vez por semana para darle lecciones Ashleigh se dio vuelta y vio un grupo de niños apareciendo en el otro extremo de la terraza. Todas vestían brillantes capas rojas y boinas del misma color, confeccionados, sin duda, por Francesca y Alessandra, las dos niñas mayores, y todos traían en sus manos un instrumento improvisado.
Ashleigh se puso a batir palmas, alentándolos. Estaba muy orgullosa de esos pequeños espectáculos que los niños acostumbraban a presentar y que comenzaron después que habían asistido a una representación teatral al estilo de la Commedia deli'Arte, en Pisa.
Aquella noche, después de la cena, había notado que Antonio y Aldo se mostraban particularmente entusiasmados. Entonces les había propuesto que armasen un espectáculo en el que cada uno de los niños exhibiese sus talentos , para ser representado ante los moradores de la villa.
Excitado con la idea, Aldo, un organizador nato, había montado, con su ayuda, una deliciosa exhibición de canciones y danzas típicas para celebrar el día de Todos los Santos. El espectáculo había sido presentado en la amplia sala de visitas, ante un público deleitado . En diciembre habían hecho tres más: una para celebrar el casamiento de Patrick y Megan, otro para Navidad y la tercera en homenaje a la Condesa.
Ashleigh se recostó en la poltrona, pensando en qué habrían preparado para esa tarde. Casi no pudo creer en sus ojos cuando vio aparecer una pequeña carreta tirada por Finn. En ella había un pequeño cerdito portando en su cabeza un amplio sombrero rojo cubierto de flores de papel y en el lomo una capa roja de papel, ssimilar a las de los niños . En su boca había una rosa, obviamente cortada de las plantas que María cultivaba en los jardines del fondo.
Mientras las niños comenzaban a entonar una canción que hablaba sobre "una linda dama de las rosas", el lechón entreabrió la boca, y Ashleigh casi pudo jurar que el animal "sonreía"! No se contuvo y rompió en una alegre risa, lágrimas le caían por las cara. Era una escena impagable : la sonrisa maliciosa de los niños mientras cantaban versos alabando la belleza de la "dama de la rosa" , y el lechón con la flor entre los dientes...
Su risa se unió a la de María, quien apareció en la terraza acompañada de Giovanni. La canción terminó, pero las risas continuaron . Tres o cuatro criados llegaron corriendo desde el interior de la casa para descubrir la causa de tanta alegría. Al ver el cuadro, teniendo a los animales como figurantes principales, aplaudieron entusiasmados.
Finalmente, agotada de reírse, Ashleigh se levantó y abrazó a los niños, uno por uno.
- Grazie, grazie. Estuvieron maravillosos! Hacia tiempo que no me reía tanto!
Después , se volvió hacia María.
- Debes contarme cómo los niños lograron que el cerdo sujetase la rosa entre los dientes y la dejase caer en el momento correcto!
- Oh, fue fácil! El cerdo es un actor nato, segundo Giovanni - explicó María, riéndose. - Difícil, fue conseguir que tu perro tirase de la carreta.
- Pobre Finn! Soportando todo pacientemente sólo para agradarme.
- Creo que a él no le importa, querida. Vos le salvaste la vida y él nunca se olvidará de eso.
La condesa le acarició las mejillas rosadas.
- Tienes un don para atraer a las criaturas más frágiles. Animales indefensos, niños...
Ashleigh sonrió y le tomó el brazo, preparándose para seguirla.
- No hago nada extraordinario .
- Por el contrario, estás haciendo mucho por estos niños. Los Cautivaste completamente. - María la envolvió en un gran abrazo. - Vas a ser una madre maravillosa!
- Todo lo que sé y aprendí, te lo debo a vos .
La Condesa se rió encantada.
- Vamos, hace mucho frío aquí. Debemos pensar en tu bienestar y en el de tu niña!

EL ACUERDO - CAPITULO 30

CAPITULO 30


El mar de Liguria era una franja plateada sobre los arrecifes rosados que abrazaban Livorno. Gritos de gaviotas llenaban el aire. A lo lejos, una nube blanca se desplazaba lentamente en el cielo azul, formando un plano de fondo encantador para la pequeña aldea localizada en una colina revestida de cipreses y olivos.
Desde el carruaje abierto, parado en el camino que dominaba la bahía, Ashleigh tenía una vista magnífica de la playa. Pero no era la belleza del día o del escenario lo que atraía su atención. Durante la última media hora, mientras esperaba que Patrick y Megan volviesen de la aldea, se había quedado observando un grupo de niños que jugaban en la arena bajo las miradas vigilantes de una mujer alta, de porte aristocrático.
Los pequeños, cuyas edades parecían variar de los tres a los diez años, eran lisiados. Dos o tres usaban muletas. No obstante, se mostraban alegres y relajados, saliendo y entrando a voluntad del mar, o entregándose a otros juegos con la soltura de cualquier criatura.
La mujer que los acompañaba usaba un vestido liviano de verano y sujetaba de las manos a dos gemelas ciegas. Ella no era joven, a pesar de la agilidad con que se movía. Mechas grises escapaban de su sombrero de paja, y su voz, cuando hablaba o reía, tenía un timbre agradable.
Era curioso! Ashleigh sería capaz de jurar que la conocía, aunque nada justificase esa extraña sensación. Ni sus facciones, solamente visibles debajo las alas del inmenso sombrero , ni su voz cálida. Sin embargo, había algo en ella que...
Súbitamente, dejó de evaluar esas impresiones y volvió a pensar en su propia situación. Habían transcurrido dos meses desde el día en que había sido rescatada. Dos largos meses, durante los cuales los esfuerzos de Patrick para llevarla a América habían sido frustrados por la vigilancia de la patrulla marítima inglesa, que actuaba a lo largo de la costa.
Embora sabiendo que esa acción contra los barcos americanos era ilegal, su hermano temía una confrontación directo con los ingleses en el mar. El Ashleigh Anne navegaba entonces bajo bandera americana y, se fuese alcanzado, sería seguramente confiscado por la Marina Real Inglesa, bajo la imputación de estar haciendo contrabando o espionaje.
Entonces, por el espacio de seis semanas, se habían limitado a navegar solamente de noche. Durante el día, quedaban abrigados en una de las muchas ensenadas diseminadas a lo largo de la costa inglesa.
Pero, cerca de quince días atrás, cuando a su sufrimiento emocional había venido a sumarse un malestar matutino, dejando claro para todos que estaba embarazada, Patrick se convenció de que no podían esperar más.
- Navegaremos bajo falsa bandera. Alemana o belga - había dicho él. - Y tomaremos rumbo sur, siguiendo la línea de la costa. Es arriesgado, pero menos peligroso que el mar abierto.
Cuando Ashleigh y Megan lo interrogaron sobre el destino , él les había mostrado una carta que había recibido de Livorno, ciudad portuaria de Toscana, y había dejado deliberadamente escapar la increíble historia de la mensajera, María, condesa de Montefiori, o Mary, ex vizcondesa Westmont.
La madre de Brett! El dolor la golpeó instantáneamente, trayendo de vuelta a su memoria las circunstancias en que había dejado la mansión.
"Qué otra cosa podía hacer mas que marcharme ? El quería el divorcio..."
Contuvo las lágrimas que amenazaban con desbordar sus ojos y se volvió nuevamente hacia la playa. La desconocida estaba reuniendo a sus pequeños. Momentos después , alcanzaban el camino e iniciaban la marcha entonando una canción .
Al pasar por al lado de ella, la mujer sacudió la cabeza y le lanzó una sonrisa cálida. Algunas de los niños la imitaron, y Ashleigh sonrió también , retribuyendo el saludo. Cuando el grupo se perdió a la distancia, la opresión que la había dominado todo el día había desaparecido.
Cuando Patrick y Megan llegaron, anunciaron que habían hablado con el mayordomo de la Condesa. La señora había salido, pero había dejado dicho que estaba ansiosa para recibirlos en su villa.
Ashleigh los oyó hablar, absorta en la contemplación de ese escenario incomparable. El sol caía en el horizonte Debajo, el mar se escondía bajo una bruma tenue y se confundía con la tierra, ya sumergida en sombras.
Dio un suspiro de alivio. Qué bueno que estaba en Italia!

El carruaje subió por una cuesta y avanzó, durante algún tiempo, a lo largo del muro de un parque. Atravesó el gran portón de hierro, de donde se veía la casa coronada por un diadema de barandas, y seguida por el inmenso jardín en escalones de terraza, adornado con estatuas y fuentes.
A los pies de la escalera, un criado aguardaba a los visitantes, para conducirlos a la presencia de la Condesa. Después de atravesar el vestíbulo renacentista fueron anunciados:
- Signore e signorina St. Clare. Signorina O'Brien.
Una risa cristalina hizo eco en la espaciosa sala de visitas,
mientras una mujer alta, esbelta, magníficamente vestida, se adelantaba para recibirlos.
- Enrico, tengo que entrenar un poco más tu inglés - dijo ella, hablándole al mayordomo. - Patrick, mi querido. Qué placer!
Patrick la envolvió en un grande abrazo.
- María!
La Condesa se apartó un poco.
- Déjame mirarte. Mi Dios, cómo has cambiado !
- Vos, por el contrario, no cambiaste ni un poco. O tal vez si. Todavía está más bonita de lo que yo recordaba.
- Adulador ! - exclamó ella, deleitada, alisando con sus dedos delgados las mechas que le plateaban las sienes. - Esto es para recordarme que el tiempo pasa rápidamente para una mujer.
Patrick le tomó la mano y la besó .
- María, permite que te presente a mis dos damas.
La Condesa miró primero a Ashleigh y se quedó en silencio. Después dijo con mucha suavidad:
- Habría reconocido inmediatamente esos ojos maravillosos, si me hubiese aproximado más al carruaje.
Ashleigh entreabrió los labios sorprendida . La mujer de la playa! Jamás habría creído que esa mujer , vestida sencillamente, y esa dama sofisticada pudiesen ser la misma persona!
Le hizo una breve reverencia, murmurando:
- Fue muy bondadosa de recibirnos en su casa, condesa. Gracias.
- No tienes que agradecerme, mi querida. Espero que aceptes esta casa como tu hogar y a mí como su amiga - dijo María. - Y no te avergüences, porque no me reconociste en la playa. Han pasado tantos años...Además, me gusta vestirme sencillamente, cuando salgo con mis niños.
- Tus niños?
- De cierto modo, si . - ella miró a Megan. - Pero, ahora, quiero conocer a esta linda pelirroja. La señorita O'Brien.
Patrick concluyó las presentaciones. De común acuerdo con Ashleigh, no tocó el tema del casamiento de su hermana, concordando con ella que debían aguardar el momento adecuado para hacer esa revelación. Pero enfatizó en el hecho que Megan era su prometida .
Ante eso, la Condesa envolvió a la joven irlandesa en un abrazo caluroso.
- Qué noticia tan maravillosa! Apenas puedo esperar para oír todos los detalles. Pero no ahora. Deben estar exhaustos. Haré que Enrico los acompañe a sus cuartos. Podrán refrescarse y descansar un poco.
Se Habían vestido para la cena. En la espaciosa terraza con vista al mar, la Condesa y sus tres invitados bebían un liviano vino blanco, que había sido servido en copas de plata, finamente talladas. Ante de la franca admiración de sus invitados, ella explicó :
- Forman parte de los tesoros de los Montefiori que heredé de Gregorio, junto con otras tres villas y los viñedos.
- Eso explica por qué los aldeanos a quienes pedimos información se referían exclusivamente a la villa de la Condesa - observó Patrick. - Lo seinto mucho , María. Cómo fue que sucedió ?
María suspiró tristemente.
- La guerra. Sabes el verdadera desastre que Napoleón perpetró en Europa, especialmente aquí, en la península italiana. La familia de mi marido era muy rica porque poseía vastas propiedades. Y cuando Gregorio quiso ayudar a uno de sus parientes que estaba por perder sus tierras a manos de los franceses...
La Condesa se puso a hablar con ternura del marido que había perdido. Y concluyó :
- Tuvimos buenos momentos. Nuestro único pesar fue el no tener hijos. - ella esbozó una leve sonrisa. - Ahora, cuéntenme de ustedes. sin olvidar de ningún detalle.
Patrick inició un relato pormenorizado de su vida, comenzando por los eventos que habían seguido al incendio y continuando con sus años en América y su reciente llegada a Inglaterra. María hacía preguntas oportunas, pero la mayor parte del tiempo oía atentamente.
Al saber cómo él había encontrado a su hermana y por qué motivo ella se encontraba en Ravensford Hall, la Condesa se puso extremamente pálida.
- Brett fue capaz... de eso?
Ashleigh vio su expresión de dolor y sintió pena. Brett todavía era su hijo!
- No debes juzgarlo con mucha severidad . Brett siempre vivió bajo una gran presión. Creo que tienes derecho a saber todo.
Entonces, sin omitir ningún hecho y esperando fervorosamente que su exposición pudiese explicar el comportamiento de su marido, Ashleigh reveló toda su vida: la tristeza del pasado, el modo en que Brett y ella se habían conocido, el extraño acuerdo con Madame, su posterior permanencia en Ravensford Hall, y, finalmente, el casamiento y sus amargas consecuencias.
Cuando concluyó , revelando su embarazo, las lágrimas corrían por las mejillas de María.
- Oh, mi hija... también vos fuiste alcanzada por ese antiguo veneno. Pero todavía amas a mi querido Brett, verdad?
Ashleigh asintió con un gesto. Patrick se volvió hacia ella, incrédulo.
- Pero si lo amas, por qué lo abandonaste?
- Realmente necesitas preguntar eso , querido? - dijo María gentilmente. - Por el mismo motivo que me hizo partir sin intentar convencer al padre de Brett de mi inocencia.
- Pero es diferente!
- No, querido, no lo es. Tu hermana y yo no tuvimos fuerza y coraje para enfrentar el odio que crecía en el hombre que amábamos. Un odio irracional, alimentado por el veneno...
María cerró levemente los ojos.
- Por el veneno que un ser diabólico instiló en sus mentes!
Megan se inclinó hacia adelante .
- Qué ser diabólico es ese, my lady? Se está refiriendo al viejo duque?
- Oh, no! De él, sólo puedo censurar su intransigencia y su falta de compasión - dijo María tristemente. - Yo siempre lo consideré un hombre correcto.
- Entonces, quién?...
- Esa es una pregunta que me hice millares de veces. Quién saldría beneficiado si...
En ese momento, se oyó el sonido de varios pececitos golpeando sobre el piso de mármol . Los cuatro se dieron vuelta al mismo tiempo. Había un grupo de niños parado en el otro extremo de la terraza.
- Perdón , señora Condesa - dijo uno de los pequeños, confundido y avergonzado, adelantándose.
María le hizo una señal a los otros, que habían quedado mas atrás .
- Anna, Vittorio... todos ustedes! Pueden aproximarse.
Los invitados no van a morderlos. Pero deberán hablar en inglés.
Uno de los niños avanzó lentamente, seguido por otros cinco, formando una fila delante de la Condesa y sus huéspedes. Ashleigh los reconoció pronto. Eran los mismos que ya había visto en la playa.
- Amigos - dijo María -, permitan que les presente algunos de mis niños: Antonio, Anna, Salvatore, Gina, Vittorio y Teresita.
Ella concedió algunos minutos para el habitual intercambio de gentilezas y entonces continuó , con una calma sonrisa:
- Mis niños no podían esperar ni un minuto más para conocer a nuestros huéspedes, verdad ? Ahora que ya los conocen, pueden subir. Y díganle a los otros que todos tienen permiso para venir a desear buenas noches después de la cena. Comprendieron?
Las seis cabecitas asintieron vigorosamente. Cuando ellos se fueron, ella se volvió nuevamente hacia sus huéspedes.
- Veo que están ansiosos por conocer la historia de mis niños. No tendrán que esperar mucho . Hablaremos sobre eso durante la cena.
Graciosamente, ella tomó el brazo de Ashleigh, permitiendo que Patrick escoltase a Megan, y siguió al criado, que acababa de aparecer en la entrada en arco de la terraza.
En la mesa, María se puso a hablar de sus niños. Eran huérfanos, criados en el Convento Piccolli Fiori. Después de la muerte de Gregorio, ella había ido a visitar a las monjas, pensando en ofrecer un poco de su tiempo, además de ayuda financiera, en favor de los pequeños. Y había quedado entristecida por las condiciones de ellos, especialmente dos que habían sido directamente alcanzados por las atrocidades de la guerra.
Poco después de la visita, se había entrevistado con la madre superiora, proponiéndole convertirse en la madre de crianza de esos once niños que nadie quería. Los había traído a su casa, transformando parte del piso superior en cuartos y salas de estudio para ellos. Después , había contratado dos enfermeras, un profesor, dos ama de llaves y les había puesto a disposición su viejo criado, Giovanni, quien los mimaba como si fuesen sus nietos.
Ella misma participaba en la educación de los niños, que eran de una dulzura extraordinaria. Les enseñaba francés e inglés, les revelaba el encanto de las bellas artes en todas sus formas, los estimulaba a cabalgar los ponies que había adquirido especialmente para ellos, les contaba historias los sacaba a pasear.
Ashleigh veía su rostro iluminarse con placer, mientras hablaba de su trabajo. Y admiró a esa mujer, que había perdido tanto, que había sido cruelmente separada del hijo que amaba, que se había negado a vivir en soledad y había llenado el vacío de su alma enriqueciendo las vidas de esos pequeños. Había detenido el golpe brutal que el destino le había asestado, transformándolo en una increíble donación de amor!
Por qué, entonces, no buscar alcanzar ese mismo estado de paz interior, dedicandose también a un trabajo que se presentaba como una obra de sublime entrega?
La oportunidad apareció a la mañana siguiente, en la mesa del desayuno .
- Querida - dijo María -, en tu condición, no deberías levantarte tan temprano.
- Estoy habituada, my lady.
-Por que no me llamas María? - sugirió a Condesa con una sonrisa.
- Será un placer - dijo Ashleigh, retribuyendo su sonrisa.
Un pensamiento tomaba forma en su mente. Hizo una ligera pausa, procurando las palabras con que formularlo.
- Me gustaría hablar sobre los niños, María. Casi no pude dormir pensando en ellos. Me quedé pensando si...
- Si no podrías dedicar parte de tu tiempo a ellos, no es eso ?
- Cómo lo sabes? - se admiró Ashleigh.
- Ay! Mi querida. tenemos mucho en común. Tal vez porque las dos amamos a Brett, o tal vez por una afinidad natural.
- Eso me alienta.
Los ojos de la Condesa se posaron pensativamente en ella.
- Creo que podrás prestarnos una ayuda inmensa, Ashleigh.
- Gracias, María. Estoy más agradecida de lo que puedo expresar.
- No hay motivo para gratitud - sonrió la Condesa. - Tu compañía me dará placer. Pero tienes que prometer una cosa, querida. No te esfuerces demasiado. No quiero que comprometas tu salud, cuando más precisa de ella.
Maria le extendió la mano a través de la mesa.
- Descansa bien, aliméntate bien y ejercítate moderadamente.
- Haré todo lo que quiera! - le prometió Ashleigh, con entusiasmo. - Cuándo podemos comenzar?
- Después que yo haya vuelto de la iglesia. Debo hablar con el padre Umberto sobre el casamiento de tu hermano.
Los ojos de Ashleigh brillaron con placer al acordarse que, la noche anterior, Patrick y Megan habían decidido casarse allí, en esa pequeña y romántica aldea italiana.
- Qué puedo decir, mas que gracias?
- Tome tu té - dijo María, sonriendo. - Le pediré a Giovanni que Venga a buscarte dentro de una hora.



En los días que siguieron , Ashleigh comenzó a pasar buena parte de su tiempo con los niños, pero respetando el período de reposo diario que el médico de su suegra, después de examinarla, le había impuesto.
Esos momentos en compañía de los pequeños pronto se convirtieron en la principal motivación de su estadía en Livorno. Había picnics en la playa, paseos, juegos en el jardín, de los cuales Finn tomaba parte activa. Era un placer participar de esas diversiones infantiles, que la hacían sentirse al mismo tiempo serena y realizada.
La noche, después de la cena de los adultos, formalmente servido en la suntuosa sala de cenar de la Condesa, ella volvía a reunirse con los niños en el piso superior . Allá, ellos preparaban espectáculos divertidos, cabiéndole los papeles de espectadora entusiasta, o personaje de una obra teatral según el momento exigía.
En esas ocasiones ellos le demostraban calurosamente o cuanto la querían , y ese hecho la llenaba de felicidad . Ante eso, qué importancia podía tener lo que sucedía en el mundo?, pensaba en sus breves momentos de recogimiento.
Los días y las semanas pasaban en un dulce encantamiento. Octubre dio lugar a noviembre y después a diciembre. Patrick y Megan se casaron tres semanas antes de Navidad. Fue una ceremonia íntima, con dos niños llevando las alianza. El coro, formado por los demás, cantó el Ave María, y Ashleigh se emocionó hasta las lágrimas.
Para ella, esos meses habían sido los más felices de su vida. María de Montefiori era una mujer que poseía el don de la comprensión y un infrecuente talento para la amistad. No había día en que no pasasen algunas horas a solas .A veces, era un tranquilo desayuno , compartido delante del fuego de la chimenea, otras un paseo a la tarde por los jardines, cuando el sol era suficientemente fuerte para sosegar las brisas heladas que venían do mar.
Ocasionalmente, tomaban una copa de vino caliente en los aposentos particulares de la Condesa. Fue durante una de esas conversaciones nocturnas que, finalmente, tocaron el tema que venían evitado hasta entonces.
- Estás pensando en él , querida, verdad? - María preguntó, viéndola absorta en la contemplación das llamas.
Ashleigh asintió.
- Pareces adivinar cuando pienso en él .
María sonrió con simpatía.
- En tu caso no es necesaria mucha intuición. Tu expresión cambia radicalmente, pasando de la alegría a una profunda tristeza.
- No hay día que no piense en él . - La voz de Ashleigh vaciló. - Oh, la vida aquí ha sido maravillosa, pero ...
- Pero tu corazón suspira por él - completó María con calma. - Sé como es. Me sucede lo mismo.
- Todavía piensas en él ? - se admiró Ashleigh.
- Niño, adolescente, hombre adulto, Brett siempre estuvo y está en mi pensamiento.
Maria hizo una pausa y tocó el medallón que traía colgado en su pecho . Lo giró y reveló la miniatura de una pintura de un niño de cabellos enrulados y de profundos ojos azules.
- Mi amuleto contra la tristeza.
- La otra mitad del medallón de Brett! Fuiste vos quien lo colocó sobre la almohada de él?
La Condesa confirmó con la cabeza.
- Fue necesario mucho coraje, créeme. Giovanni, uno de los hombres que componían mi grupo en esos viajes clandestinos a Inglaterra, me ayudó a entrar por los jardines de Ravensford Hall esa noche. Vestida de marinero, escalé el muro cubierto de hiedra del cuarto de mi hijo y coloqué el medallón en un lugar donde él pudiese verlo. Yo quería que él tuviese un recuerdo de un pasado feliz.
María permaneció largo tiempo en meditativo silencio .
- Fue casi insoportable perder a Brett. Más insoportable que tener que abandonar al marido que amaba...
- Perdiste la esperanza de verlo nuevamente?
- Oh, no! Los milagros suceden ! Mira a mis niños. Eran criaturas desesperanzadas. Y sin embargo aquí están: amadas, cuidadas, felices!
Ashleigh miró su vientre redondeado, visible aun bajo ese vestido estilo imperio.
-Yo sólo deseo que esta que cargo en mi vientre pueda ser tan feliz como los tuyos!
María sonrió .
- Piensas en ella como una niña?
- Si, espero que sea una niña. - ella miró a María con aire perturbado. - Un niño precisa a un padre a su lado. Y este no tendría ninguno.
Los ojos de la Condesa se llenaron de compasión.
- Brett puede intentar descubrir donde estás, como hizo las otras veces. No sabes que él ocupa un cargo muy importante en el Ministerio de Relaciones Exteriores? De ese modo, no le faltarán medios para localizarte. Especialmente ahora, cuando hay paz en Europa.
Ante el silencio de Ashleigh, ella continuó :
- Que harías si él apareciese aquí de repente?
- No lo sé. Realmente no lo sé! Desde que dejé Londres, acepté la idea de no verlo nunca más.
- Pues te voy a revelar algo. Mi hijo siempre fue una persona muy determinada. Cuando era pequeño, sabía exactamente lo que quería y de que modo alcanzar sus objetivos. Nunca desistía! Las noticias que tuve de él posteriormente confirmaron ese rasgo de carácter .
La Condesa esbozó una sonrisa.
- Por lo tanto, mi querida, te aconsejo a pensar en la posibilidad de la llegada repentina de tu marido y en qué hacer cuando lo tengas delante de vos.

viernes, 26 de junio de 2009

EL ACUERDO - VERONICA SATTLER - CAPITULO 29

CAPITULO 29



El gran carruaje contorneó el patio de piedra de la casa King Street y se estacionó detrás , con la capota bajada, para que sus ocupantes pudiesen aprovechar la temperatura amena de esa tarde de verano.
- Debe ser el carruaje de lady Bunbury - dijo Patrick en voz baja.
- El cochero es un tipo de aspecto truculento? - preguntó Megan desde el piso del carruaje, donde se encontraba, para que nadie la viese vestida con ropas de marinero.
- No te preocupes por eso, amor. Thorton se ocupará de él, si es necesario.
Patrick señaló al hombre. Era Abner Thorton que hacía las veces de cochero.
- Ahora recuerda: comienza a actuar solamente cinco minutos después de que yo haya entrado en la casa.

- Por quién me tomas, Patrick St. Clare? Una débil mental ? - fue el susurro indignado de la impetuosa irlandesa. - Repasamos los planes durante horas! Sé muy bien lo que debo hacer: darte tiempo para que distraigas a esa vieja de mierda, antes de treparme por la mimosa del patio, debajo de la ventana de nuestra pequeña Ashleigh.
Patrick sonrió .
- No te enojes, amor. Sé que no eres una niña ni una débil mental. No ese pantalón puede esconder que eres una mujer hecha y derecha. Y adorable, sin duda!
Megan lanzó una mirada rápida al otro banco, donde Suzanne Gautier, fina y majestuosa en uno de sus vestidos de paseo, estaba sentaba compuestamente, y se ruborizó .
- Necesitaba vestir algo que me diese libertad de movimientos y me permitiese trepar un árbol y arrojar la cuerda para... Patrick! Dónde está la cuerda?
- SHhh, Megan O'Brien! - susurró él, preocupado. - quieres que te escuchen ?
- Voilàl - dijo Suzanne serenamente, sacando el rollo de cuerda debajo de la baúl conteniendo ropas para Ashleigh, ya que Higgins se había visto obligado a explicar, avergonzado, qué tipo de medidas el duque había tomado para evitar que su esposa escapase.
Patrick aprobó con la cabeza y, después de susurrar algunas instrucciones a las dos mujeres más, abrió la puerta del carruaje y anunció :
- El juego ha comenzado. Que Dios nos ayude!

En la sala de visitas, lady Margaret le pasaba una taza más de té a lady Bunbury.
- Gracias, querida. No quieres servir más un de esas masas deliciosas?
Margaret sofocó un suspiro de exasperación. Pero, recordando que dependía de la lengua afilada de esa mujer para poner en circulación ciertos chismes, forzó una sonrisa.
- Claro, mi querida!
- Humm... - murmuró la corpulenta dama con la boca llena. - Deliciosas... absolutamente deliciosas. Mis felicitaciones al chef dela cuisine.
Lady Margaret pensó, satisfecha: "Este es el momento!"
- Oh! mi querida - dijo entonces, con aire compungido. - Fue una suerte que el duque haya conseguido de nuevo los servicios de él. El hombre estaba muy amargado!
- Cómo es eso? - preguntó lady Bunbury, ya interesada.
- La esposa del duque lo había despedido. Sin motivo alguno, solamente para demostrar el poder que su nueva posición le concedía. Imagínate, un empleado que estaba en la familia hacia tantos años...
Margaret sacudió a cabeza con pesar.
- Pobre Brett! Actuó noblemente, honrando el compromiso que mi hermano asumió en nombre de él. Pero el matrimonio del duque ha sido un ...
- Oí algo respecto a ella - murmuró lady Bunbury . - Huérfana, según me dijeron, criada en una institución. Convengamos que no es el lugar más adecuado para educar a una futura duquesa! Es extraño que el duque la haya tomado por esposa, sabiendo eso!
- Mi opinión respecto a ella era la peor posible, créeme ! Pero mi sobrino no quise faltar a la promesa que hizo a su abuelo en su lecho de muerte.

- Lo lamento tanto , lady Margaret. Y ahora?
- Ahora tenemos de recomponer las cosas. A mí sólo me interesa que Brett vuelva a tener el sosiego de antes y que el apellido de la familia no quede salpicado. Por eso, después que ciertos hechos llegaron a mis oídos, intenté convencerlo de darle una solución definitiva al caso!

Qué hechos son esos? - preguntó lady Bunbury con ávida curiosidad .
Bien... Me juré a mí a misma mantener el secreto en torno al asunto. Pero si vos, querida amiga, me prometes no...
- Oh, si! El secreto quedará entre nosotras dos!
- La muchacha que se ocupa del cuarto nupcial, una criada que está hace muchos años con nosotros , me confidenció ... - Lady Margaret se inclinó hacia la vieja lady y le susurró al oído algo que la hizo ruborizar.
- No! - exclamó ella con voz perpleja..- Y tu pobre sobrino no tiene idea que...?
- Ni la menor idea.
- Oh, mi querida!...
Lady Margaret escogió cuidadosamente las palabras.
- La situación es muy incómoda. Pero no podemos deshacer lo que está hecho. Sólo podemos remediarlo. Y pronto su Gracia verá que el único remedio es el divorcio. Es una cosa detestable, sé que concuerdas conmigo, pero yo ya lo aconsejé en ese sentido.
- Oh, naturalmente! Tienes todo mi apoyo, lady Margaret!
- Ah! Y hay otra cosa - acentuó lady Margaret, con los ojos fijos en su amiga.
- Algo mas ? - exclamó lady Bunbury, sin poder contenerse.
- Debemos tener certeza que la muchachita no esté... embarazada. Porque, en ese caso, el hijo no puede ser de Brett.
- Sería sencillamente horroroso!
- Abominable - concordó lady Margaret.
Los ojitos de lady Bunbury brillaron de placer. Era el escándalo del año! Suspirando, lanzó una mirada hacia el reloj de pie. Pasaban algunos minutos de las cinco... Demasiado tarde para otra visita. Pero, si actuase rápidamente , podría descansar un poco y después vestirse para ir a cenar con lady Mowly. Afortunadamente , ellos habían vuelto de Brighton y estaban recibiendo visitas!
-Siento mucho por la situación que tu familia está atravesando. Pero el tiempo pasa y todo se olvida. - ella agarró su cartera de red - Ahora debo irme. No tenía idea que fuese tan tarde.
Un suave golpe en la puerta interrumpió las efusivas despedidas.
- Entre - dijo lady Margaret en voz alta.
Las puertas de la sala se abrieron y Higgins apareció en el umbral , anunciando:
- Sir Patrick St. Clare, my lady.
Un aire de perplejidad cruzó la cara de la vieja dama, antes que ella dijese:
- Gracias, Higgins. Lady Bunbury ya está saliendo.
- Acompáñala y haz entrar a sir Patrick.
- Perfectamente, my lady.
Imperturbable, Higgins condujo a la visita hasta el vestíbulo de mármol, donde un grande vaso de lilas exhalaba un delicioso perfume. al pasar por al lado del hombre alto, correctamente trajeado, que acababa de ser anunciado, le hizo una imperceptible señal de asentimiento con la cabeza.
Minutos después , lady Margaret examinaba Patrick de arriba a abajo, con leves sospechas. Había algo en él que la intrigaba. El parecía demasiado relajado para alguien que tenía a su hermana secuestrada hacia tres días .Qué estaría tramando? Rescatar a la perra de su hermanita ahí mismo, debajo de sus narices? Pues estaba muy equivocado!
Discretamente, aparentando naturalidad, Margaret se aproximó a la ventana y miró a el patio. Allí únicamente había un carruaje abierto, donde la pelirroja irlandesa, amiga de Ashleigh, mostraba su bello perfil debajo de un gran sombrero de paja adornado con margaritas.
- No, sir Patrick. No tengo la menor idea de donde se pueda encontrar su hermana - dijo , volviéndose hacia él. - Pensé que habría partido a América con usted. Pero parece que no me dieron la información correcta al respecto.
Patrick sonrió , agradeciendo la oportunidad de prolongar la visita.
- Si tuviese la bondad de ofrecerme una taza de té , le puedo explicar todo, my lady.
Veinte minutos después , Patrick se inclinaba con galantería sobre la mano de la vieja dama.
- Adiós, my lady. Usted tiene mi dirección . Si sabe de algo , avíseme, por favor.
Lady Margaret asintió levemente y lo acompañó con la mirada hasta verlo desaparecer en las sombras del corredor. No sabía por qué , pero tenía la desagradable impresión de que había salido de una trampa...
Y fue así, inmersa en sus pensamientos, que Higgins la encontró un minuto después , al volver d vestíbulo para retirar el servicio de té . Comenzó a moverse en derredor de la mesa, recogiendo las tazas y platos usados, mientras la observaba de soslayo. Cuando la vio volverse hacia la puerta , supo que tenía que actuar rápidamente.
Equilibrando la pesada bandeja de plata en una de sus manos, Higgins se adelantó , fingiendo solicitud.
- Permítame que le abra, my lady.
Un segundo después , en el preciso instante en que ella franqueaba el umbral, la bandeja de plata, con su valioso servicio de té de Sevres, se estrellaba contra el piso , delante de ella.
- Tarado! Torpe! - la mujer gritó, furiosa, ignorando los humildes pedidos de disculpas del mayordomo . - Mire lo que ha hecho!
Mientras Higgins enfrentaba la ira de la vieja dama, deshaciéndose en disculpas, el carruaje de Patrick ya avanzaba por la avenida a toda velocidad . En su interior, Ashleigh reía feliz, acompañada por la risa de las otras dos mujeres y por los alegres ladridos de Finn.

Fue mucho mas tarde cuando Brett abrió la puerta de su casa. El propio había colocado el carruaje en el establo, sin extrañarle el hecho que Higgins no estuviese allá para ayudarlo. Lo había dispensado de esa obligación desde que había comenzado a pasar las
Noches fuera de la casa.

En la antesala, al colgar el sombrero , vio la bandeja de plata destinada ala correspondencia una hoja de papel doblada al medio. La desdobló y leyó :
"Su Gracia,
Estoy volviendo a Ravensford Hall. Cuando vayas al cuarto de su esposa, comprenderá el motivo.
Margaret".
Brett frunció el ceño . "En qué nuevo lío esa vieja bruja me metió ?", se preguntó , mientras subía la escalera, rumbo al cuarto de Ashleigh. Delante de la puerta, se detuvo vacilante, incierto sobre lo que lo aguardaba allá dentro.
Deliberadamente, había mantenido sus pensamientos apartados de su esposa, temiendo que eso lo deprimiese, como las otras veces. Y había bendecido esa reunión de último momento en White Hall, que se había prolongado hasta la medianoche.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos y del cansancio, el breve trayecto de vuelta a la casa había sido atormentado por las imágenes de la mujer que el día anterior después algunas palabras dichas impulsivamente, lo había mirado como si fuese una extraña, una enemiga!
Dándose cuenta que estaba se afligiéndose inútilmente, sacó la llave . Cuando la introdujo en la cerradura, notó que la puerta estaba solamente apoyada. Sofocando el flujo de emociones que lo asaltó, Brett la abrió lentamente, ya sabiendo lo que iba a encontrar del otro lado.
A no ser por el leve ruido de las cortinas agitadas por la brisa que entraba por la ventana abierta, el cuarto estaba silencioso. Sus ojos se volvieron automáticamente hacia la inmensa cama de dosel, iluminada ahora por la luz de la luna. Vacía!
Lentamente, como en un transe, atravesó el cuarto. Con cada paso que daba hacia adelante , veía que era inútil buscarla y traerla de vuelta. Debía dejarla hacer lo que se le antojase , ya que le había dado a entender que no quería, de ningún modo , saber nada con él.
Brett se paró en medio del cuarto, su irritación súbitamente convertida en sufrimiento, y llevó las manos a su cabeza. Tenía la impresión que estaba por enloquecer! Durante tres días, se había debatido en la inseguridad, en busca de una solución. Ahora, se veía salvado de ese problema. Ella había hecho su elección . De una cierta forma era mejor, todo se había hecho más fácil.
Pero esa fuga le dolía físicamente. Cansado, apoyó el brazo en la chimenea. sus ojos fueron atraídos por un leve brillo de metal reflejando un rayo de luna. Se inclinó para ver mejor: era la alianza matrimonial de Ashleigh !
La tomó y la apretó con fuerza en su palma helada.

jueves, 25 de junio de 2009

EL ACUERDO - VERONICA SATTLER - CAPITULO 28

CAPITULO 28



Brett salió de su cuarto llevando un candelabro, atravesó el corredor y se detuvo junto a la puerta de Ashleigh. Los últimos tres días habían sido un infierno, y esa noche no prometía ser mejor.
Cuando, llevado por el despecho, había resuelto traerla de vuelta a su casa, no tenía otra cosa en mente mas que castigar a esa mujer, que se había atrevido a creer que podía escaparse de él . Había sido un acto de venganza, pero, ahora que la tenía en sus manos, completamente a su merced, se daba cuenta que la venganza era un arma de doble filo, capaz de herir también a quien la empuñaba. Al principio, solamente había pensado en hacerla sufrir durante algún tiempo y luego dejarla ir, como ella quería, borrarla para siempre de su memoria y de su vida! Pero su mente no le permitía hacer eso, ni su cuerpo ansioso.
Sin embargo, allí estaba lady Margaret, amenazando con consecuencias escandalosas e instigándolo a pedir el divorcio. Pero romper los lazos que eventualmente lo ligasen a una mujer que ya no le interesaba sería fácil. Casi imposible sería separarse de otra que había despertado en su corazón una emoción tan profunda!
Esa noche, había desistido de las rondas nocturnas a los clubes y a las mesas de juego, distracciones a las que se entregaba, invariablemente, después de la última sesión en Carlton House. Había comido un cena liviana en su cuarto. A continuación , se había bañado y se había cambiado de ropa. Después , había esperado que Higgins terminase de preparar el baño de Ashleigh, antes de ir hasta su puerta y quedarse allí, esperando el momento de entrar.


Ashleigh estaba sentada delante de la ventana abierta de su cuarto, sintiendo la dulce caricia de la brisa del anochecer. Afuera, el cielo presentaba las primeras estrellas, y la luna, medio velada por los ramas de las mimosas, lanzaba brillos de plata sobre el jardín dormido. Era la promesa de una noche adorable!
El ruido de la puerta que se abría la arrancó de sus devaneos y la hizo darse vuelta bruscamente. Era Brett. Informalmente vestido, con pantalones grises y la camisa blanca abierta en el pecho , él estaba tan atractivo que ella apenas disimuló su admiración.
Consciente de que ella lo examinaba, Brett se quedó un instante contemplándola. Su juventud, su belleza, sus ojos azules, su vulnerabilidad le conmovieron el corazón.
Dominado por el repentino deseo de tomarla en sus brazos, Brett dio dos pasos hacia adelante . Pero inmediatamente se dio cuenta que sería ir lejos demasiado. Antes, debían conversar. De lo contrario, nunca llegarían a entenderse...
- Parece que te adaptaste muy bien a las nuevas circunstancias - le dijo , con leve ironía.
-A mi prisión, eso quieres decir?
Brett se encogió de hombros .
- Lo que sea ... tu prisión!
- Sabes bien que estoy aquí contra mi voluntad ! Por qué no me dejas ir ?
El la miró fijamente, debatiéndose en un conflicto interior. No podría darse al lujo de conceder una sola ventaja a esa mujer tan voluble.
- No voy a permitir que salgas de aquí mientras no me digas por qué me abandonaste ! - Brett dijo con rabia, aún sabiendo que ese era un objetivo demasiado limitado para justificar su ansiedad.
Ashleigh sintió sus esperanzas renacer. Por primera vez él se mostraba dispuesto a discutir el tema con ella. Sabía que la amargura todavía estaba allí, alimentando su odio, pero no perdió el coraje. Le diría todo, le explicaría todo.
Ashleigh se levantó y lo enfrentó .
- Concuerdo, Brett. Ambos tenemos derecho a una explicación.
- Muy bien . Voy a comenzar preguntando una sola cosa que realmente me importa saber. - Los ojos de él brillaron, traduciendo odio y sufrimiento.- Por qué te escapaste de mí, Ashleigh? El matrimonio te decepcionó a tal punto que preferiste cortar brutalmente el vínculo?

Ashleigh sacudió la cabeza con fuerza, mientras lágrimas comenzaban a rodar por sus mejillas . Oh, no! Ella lo amaba!
- No, Brett. No es eso, lo juro! Sé que me equivoqué al irme sin hablar antes con vos, pero...
- Entonces la única cosa de la cual te arrepientes es de" haberte ido sin hablar antes conmigo"? Sólo eso ? Ninguna otra explicación? Los momentos que pasamos juntos no significaron nada para vos?
Ashleigh recordó las cosas que habían hecho juntos. Volvió a ver el lecho nupcial y la mujer anidada en los brazos de él, en una intimidad sensual . Sacudió la cabeza vacilantemente, y dijo muy bajo:
- Esos momentos significan todo para mí.
Brett la miró asombrado. Y la noche, que debía ser nuevamente de venganza, fue dominada por el resurgimiento de la emoción. Sin decir una palabra, la tomó en sus brazos y hundió su rostro en sus cabellos perfumados.
En el calor de ese abrazo, todas las dudas desaparecieron, junto con todos los temores. "Este hombre que amo, que deseo, es mi marido! No puedo dejarlo!"
Brett le besó la frente, las párpados todavía húmedas, las mejillas.
- Ashleigh... No puedo permitir que te vayas! Yo no soportaría...
El desató el nudo de la sábana en la que ella estaba envuelta y se quedó un instante admirando a la mujer que tanto lo atraía.
- Ashleigh, yo...
Las miradas se encontraron , y Ashleigh por primera vez tuvo certeza de ver en los ojos de Brett algo que no era sólo deseo, sino aflicción. por primera vez él había abandonado su postura cínica y abría su alma, dejaba fluir las emociones tiernas que siempre había reprimido.
- Perdóname, querido, Perdóname - Ashleigh dijo en un murmullo y entonces abrió los brazos para recibirlo.
- No es preciso decir nada más - Brett dijo antes de besarle los labios entreabiertos.
-
Ashleigh abrió los ojos y se acurrucó contra el pecho de su marido. Se sentía muy feliz. Las horas de pasión que habían compartido fueron ardientes y repletas de momentos de ternura. El amor, si ella fuese paciente, vendría con el tiempo. La espera no sería fácil, pero lucharía con todas las armas que disponía. Pero Brett tendría que serle fiel!
- Brett... - ella habló bajito.
- Si, querida?
- Vos. .. te vas a quedar conmigo?
- Toda la noche, querida. Nada en este mundo me hará salir de aquí antes del amanecer!
Ashleigh se quedó callada. No ganaba nada con decirle que no era eso lo que quería saber. Hablaría con él más tarde, ella pensó, somnolientamente. Después , con un suspiro de felicidad, volvió a dormirse.

Se despertó antes de llegar la aurora, con el sonido de un gemido. A su lado, Brett se debatía, víctima de una pesadilla.
- Por qué no quieres decirme? Por qué se fue? Por qué?
Afligida, Ashleigh lo sacudió por los hombros.
- Brett... Brett! Despierta!
- Madre. .. se fue! Yo... - Brett se sentó de repente en la cama, bañado en sudor.
Ashleigh le acarició el rostro con ternura.
- Todo está bien, querido. Tuviste un pesadilla.
Brett abrió los ojos. El sueño mil veces repetido... La cara del pasado emergiendo cuando los frenos de la represión se aflojaban ...
- Qué dije?
- Nada... nada. Estabas soñando.
- Pero qué dije ?- volvió a decir él, rudamente.
Sin comprender lo que él quería seguir escondiendo sus secretos más íntimos., ella respondió confusamente:
- Hablaste de alguien que te dejó... sin decir adiós.
El la miró largamente. Después dijo, sin el menor vestigio de simpatía en su voz:
- Qué más?
Ashleigh se retrajo , los ojos llenos de amargura y censura.
- Por qué me interrogas de ese modo? Yo no tengo la culpa que hayas gritado y ...
Brett se levantó .
- Basta! No diga nada más .
- Qué te hice ? - dijo ella, que, en su desesperación, intentó sujetarlo. - Sólo te desperté para que dejases de atormentarte con el recuerdo de tu madre!
- Vetea la mierda! - Brett estalló, desprendiéndose de ella. Se vistió rápidamente y salió sin mirar atrás .
Ashleigh se arrojó sobre la cama y enterró su rostro en la almohada, el sentimiento de humillación minando sus fuerzas. había sido brutalmente rechazada! Era un dolor y una agonía que no olvidaría fácilmente.

Lady Margaret levantó el borde de la cortina y vio, por la ventana, el carruaje de Brett salir por el patio. Lo vio ir rumbo a la avenida y después , dejó caer la cortina. El momento era perfecto para poner en práctica el plan que había urdido cuidadosamente, después de la discusión que había tenido con él.
Dominada por una sensación de euforia, se dirigió a la escalera, apretando en su mano la llave que había robado del aposento del mayordomo , y empezó a subir lentamente los escalones. Una pérfida sonrisa de satisfacción crispó sus labios al alcanzar el piso superior. La campesina todavía estaba sollozando. Era lo que quería: tenerla delante de sí derrotada, vulnerable, y fácil de manipular!
Aún sonriendo, insertó la llave en la cerradura.

Ashleigh levantó de la almohada su rostro bañado en lágrimas. Pensando que era Higgins con la bandeja del desayuno, se envolvió rápidamente en la sábana y se secó los ojos hinchados de tanto llorar. Pero al ver a figura vestida de negro transponer el umbral, no pudo contener el escalofrío que le corrió el cuerpo.
- Lady Margaret... No sabía que estaba aquí.
- Acabo de llegar - dijo la mujer, acercándose . - Vine a Londres a visitar una amiga enferma.
- Oh, comprendo.
"Todavía no, tonta ingenua, pero pronto comprenderás!", pensó lady Margaret, maliciosamente.
- Brett supo que yo estaba en la ciudad y me pidió que viniese aquí.
- Por algún motivo en especial? - preguntó Ashleigh, sabiendo que los dos no se llevaban bien.
- Mi sobrino quiere que lo ayude a resolver una cuestión muy delicada. No entramos en detalles, porque él estaba muy apurado. Tenía un compromiso con lady Pamela Marlowe.
Ashleigh sofocó una exclamación de repugnancia ante la mención de la ex amante de su marido. Cómo él había podido ... después de una noche juntos? Pero encontró las fuerzas para preguntar, con una leve hostilidad:
- Puedo saber qué cuestión es a la que se refiere?
Lady Margaret la miró fijamente. La joven parecía estar soportando la situación con con coraje.
- Estás un poco pálida, querida - Margaret dijo , pareciendo no tener prisa en proseguir con el asunto. - Quieres que le pida a mi criada que te prepare un té?
- No, gracias.
Ashleigh apenas podía contener su ansiedad. Por qué su marido había buscado a su tía con tanta urgencia? Tenía la incómoda sensación de que eso tenía alguna relación con ella y con su actual situación. Qué otro motivo traería a esa mujer, que siempre había sido su enemiga declarada, a su cuarto, sino para gozar de su humillación?
- Usted dijo que Brett le pidió ayuda - Ashleigh le recordó con prisa por esclarecer la cuestión de una vez por todas.
- Ah! Si - respondió Margaret, volviéndose para que ella no pudiese ver su satisfacción . - Brett quiere que lo ayude con el proceso de divorcio.
En el silencio que siguió, Ashleigh cerró los ojos con fuerza. Brett quería divorciarse... Naturalmente, debido a la absurda discusión que habían tenido esa mañana, cuando él había demostrado claramente que era un hombre atormentado por una inquietud que le frustraba la posibilidad de disfrutar placeres y no le permitía ser feliz con ninguna mujer !
Sintiéndose abatida e incapaz de continuar la lucha, Ashleigh murmuró :
- Puedo irme de aquí ? No le pido más que eso.
- Su Gracia no dijo nada al respecto - respondió astutamente lady Margaret, mientras se encaminaba hacia la puerta. - Pero estoy segura que pronto tendrás permiso para partir.
- Cree que va a demorar mucho ?
- Sabes como son esas cosas, querida. Los abogados tendrán que proceder con cautela para evitar que se investigue el caso.
Um caso común de infelicidad conyugal no debe ser transformado en un escándalo público. Están en juego los intereses del ducado y el buen nombre y honor de mi familia!
Ya con la mano en la perilla, ella se dio vuelta .
- Voy a darte un consejo que podrá ayudarla en ese sentido. La próxima vez que el duque te busque, insiste para que él te deje ir con tu hermano. Convéncelo de que la mejor manera de evitar los rumores y para que él no se vea afectado en su puesto político es que te deje partir a América.
Lady Margaret abrió la puerta.
- Sé que no será fácil para vos. Pero estoy segura que , finalmente, vas a darte cuenta que el divorcio es la mejor solución.