CAPITULO 17
Brett Westmont y Bruce Darnley se habían levantado del sofá y caminaban, lado a lado, de un extremo al otro del salón , donde los invitados ya reunidos tomaban jerez.
- Quiero que me ahorquen el año que viene, si llego a abrir la boca para decir que estoy por cumplir años! - dijo el duque, parándose junto a la chimenea.
Bruce le palmeó el hombro.
- Es lamentable, pero parece que te sorprendimos, mi amigo.
Brett lo miró con simpatía.
- Absolutamente, Bruce! No esperaba que viniesen todos juntos.
- Deberías saber que era inevitable - dijo una morena de ojos almendrados. - Pamela no iba a permitir que tu cumpleaños pasase sin un festejo adecuado! Y nosotros, que somos tus amigos, tampoco. Después de todo , estar de luto no significa privarse de todas las satisfacciones de la vida!
Brett asintió vagamente con la cabeza, mientras se volvía hacia la elegante y graciosa mujer vestida de verde, que conversaba y reía, pareciendo muy contenta. Entonces , había sido idea de Pamela! Qué presunción la de ella imaginar que esa relación iba a durar toda la ! Necesitaba hacer con que ella comprendiese de una vez por todas que la relación entre ellos estaba acabada. Después de todo , nunca había sido un hombre que se dejase entrampar por escrúpulos!
En ese instante, varias cabezas se volvieron hacia la puerta . Brett acompañó sus miradas y vio a Ashleigh, quien entraba en la sala. Contuvo la respiración por un momento. Ella era un modelo de perfección en su traje color agua marina con cintas del misma color sujetando sus cabellos lustrosos. Al verlo, se detuvo Después , lentamente, su rostro se abrió en un sonrisa amable.
- Cielos! - exclamó Bruce , los ojos fijos en esa seductora figura de mujer que él veía por primera vez. - Quién es ella ?
Brett no respondió. ya había dejado el grupo y caminaba hacia la bella desconocida con una sonrisa en los labios. Fue la morena quien respondió :
- No lo sabes? Es la pupila de su Gracia. Toda Londres habla de eso .
- Pupila? - Bruce sonrió cínicamente. - Vanessa, no querrás decir...
- Oh, no! No es lo que estás pensando! - dijo ella rápidamente, con temor a despertar la cólera del duque.
- Cómo envidio la suerte de Brett!
- Su Gracia solamente se rodea de mujeres bellas - concordó Vanessa. - Y debes convenir que esa joven es una joya, una perla de su colección!
Ella buscó a Pamela con los ojos. Al verla completamente absorbida en el examen de la pupila del duque, sonrió pérfidamente.
- Esto promete ser muy divertido !
- Seguramente - dijo Bruce, distraído, observando la figura alta y elegante de Brett Westmont a caminar con indolencia por entre sus invitados.
Ashleigh lo esperaba ansiosamente. El se estaba mostrando tan bondadoso desde que había vuelto de Londres que no sabía qué pensar. En verdad , el hombre que ahora la saludaba con cortesía parecía totalmente diferente a ese que había conocido algunos meses antes.
- Te veía entrar - decía él, sonriendo - y te encontré todavía más bonita que esta mañana.
- Debe ser el vestido, señor.
Brett la contempló demoradamente.
- No solamente eso. Pareces florecer con cada minuto que pasa.
Ashleigh se sintió ruborizar y cambió de tema :
- Me atrasé demasiado? Quise apresurar a Megan, pero ella insistió en hacerme un peinado apropiado para la ocasión .
- No te preocupes, querida. A juzgar por las miradas que está recibiendo, tu entrada ha sido un triunfo!
- Ah! Ahí estás , querido - dijo desde atrás de ellos una voz femenina en un tono muy dulce. - No imaginaba que vinieses directamente del campo a acá!
Brett y Ashleigh se volvieron . Elizabeth Hastings, relajada, fresca, en un vestido de seda rosa con encaje, caminaba hacia ellos con una sonrisa confiada.
- Tu prometida esperaba que fuésemos juntos a recibir a los invitados, querido sobrino - agregó lady Margaret.
- En Verdad? - replicó Brett con una sonrisa burlona . - Pensé que lady Elizabeth estaba demasiado ocupada para notar la llegada de cualquier persona!
- No tan ocupada como para olvidar que su Gracia está ansioso por presentarla a sus amigos y hacer público su compromiso con ella - replicó la vieja dama, imperturbable.
- Como quieras, me da lo mismo.
Después , mientras le daba el brazo a su prometida , Brett se dio vuelta hacia Ashleigh y murmuró :
- No temas quedar abandonada, mi querida. La mayoría de los hombres aquí presentes tendrá gran placer en hacerte compañía.
Ella miró rápidamente a lady Elizabeth, quien fingía no oír. Pero no tuvo tiempo para hacer ninguna consideración, porque, súbitamente, se vio rodeada por un grupo de solícitos caballeros.
- Permíteme que me presente - dijo uno de ellos. - Soy William Rhodes. Y la señorita?
- Dónde has estado viviendo mi querido marqués? Adentro de un calcetín? - dijo otro, de maliciosos ojos azules. - Esta joven es la sensación del momento! La señorita Sinclair, verdad ?
- Ashleigh Sinclair! Fue lo que lady Jersey me dijo - intervino un tercero. - Un nombre encantador, pero no tanto como su dueña. Soy lord Selkirk, mademoiselle.
En una especie de sopor, Ashleigh se vio sonriendo y murmurando palabras amables a cada uno de esos caballeros elegantes. El más guapo de ellos se inclinó súbitamente y le dijo en secreto al oído:
- Si estás cansada de esta charada, dímelo, que encontraré un modo de sacarte de aquí .
Ashleigh levantó los ojos y encontró los de él , negros y profundos, que la miraban con envolvente dulzura. Vacilantemente, ella asintió con la cabeza.
- Lady Margaret mandó avisar que el almuerzo será servido en la terraza, señores! - anunció él en voz alta, mientras le ofrecía el brazo.
Después , inclinándose nuevamente hacia ella, murmuró con voz tan gentil que la mantuvo hipnotizada:
- Será un orgullo tenerte a mi lado.
- Gracias, caballero...
- Christopher Edwards.
- El conde de Ranleagh?
El se rió.
- Parece que mi fama me precedió. Nada grave, espero!
Ashleigh se sintió más cómoda .
- Oh, no! Es que su Gracia reconoció los bayos que tiraban de su carruaje.
La sonrisa de Christopher se amplió.
- Brett tenía que reconocerlos! Se los gané a él el año pasado, en un juego de azar.
- Ah, comprendo...
Estaban caminando por la galería, siguiendo al dueño da casa en dirección a la amplia terraza que se extendía a lo largo de un jardín impecablemente cuidado. Varias mesas habían sido puestas allí, cada cual con una mantel de lino , platos de porcelana, utensilios de plata y centros de flores. Entre ellas, se movían los criados de librea, equilibrando bandejas con bocadillos y bebidas finas.
Súbitamente, Ashleigh pensó en quien estaría cubriendo su funciones ,miró hacia la puerta entreabierta que conducía al ala de servicio y vio a Jameson hablando con una pelirroja alta.
Era Megan! Que sería de mí sin ella ? ", pensó Ashleigh por centésima vez ese día.
- Señorita Sinclair... su Señoría - murmuró respetuosamente el criado que se aproximaba a ellos. - Su Gracia, me gustaría verlos acomodados en la mesa de las hortensias. Tengan la
bondad de seguirme.
Ashleigh vio a Christopher mirar a la mesa donde otro criado se aprestaba a acomodar al marques de Wright y a una linda mujer de cabellos color miel y luego lo oyó suspirar.
- A juzgar por la expresión de Pamela, no tendremos un almuerzo agradable - comentó él, mientras seguían al criado.
- Ella debe estar furiosa. El compromiso de Brett la tomó de sorpresa.
Ashleigh miró a la joven mujer y después a él.
- Pamela? - dijo , con una expresión interrogativa.
- Lady Pamela Marlowe, la amante de Brett.
Ashleigh necesitó recurrir a todo su control para no expresar su repudio. Ese hombre, que minutos antes había juzgado tan favorablemente, había tenido el coraje de traer a su amante a su hogar en el mismo día en que anunciaba su compromiso con otra mujer. Canalla degenerado!, lo clasificó ella, aunque los términos no le parecieron lo suficientemente fuertes para describir el carácter amoral de Brett Westmont!
Mientras el criado le corría la silla, ella lanzó una rápida mirada a la mesa de él y lo vio ocupado en cortejar a su prometida. Cuánta caradurez, cuánta doble moral!
Sus indignadas reflexiones fueron bruscamente interrumpidas: Christopher acababa de presentarla a lady Pamela.
- Ah, si ! Eres la misteriosa pupila de quien oímos hablar en Londres. - La joven sonrió , pero su sonrisa no llegó hasta sus ojos, que continuaron fríos y escrutadores. - En verdad me sorprendiste. Por la descripción de lady Jersey, pensé que acababas de salir de un internado de huérfanos.
- Lady Jersey no se equivocó - comentó el marqués . - ella todavía es una niña. Sólo que demasiado bella como para ser ignorada.
El se volvió hacia Ashleigh y le sonrió .
- Estoy encantado por tenerte a mi lado, querida.
- Es muy generoso ,su Señoría - dijo ella, con los ojos bajos.
Christopher Edwards notó su modestia y quedó subyugado. Nunca había visto a una joven tan bella que fuese al mismo tiempo pura y fresca como una flor. Sentía que había un misterio en su vida. No sólo por las circunstancias en que se había convertido en pupila de Ravensford sino también por la leve tristeza que de sus ojos azules o que su sonrisa dejaban a veces entrever.
Su interés en ella aumentó. Siempre ávido de ganar, Christopher Edwards tomaba de la vida todo cuanto ella podía ofrecerle. Poderoso, quería todos los bienes que su fortuna le permitía obtener. Había acumulado cuadros de maestros, objetos valiosos y, a semejanza de Brett y Byron, había tenido como amantes a algunas de las más bellas mujeres de la alta sociedad. Su encanto y su apetito de conquistas era insaciable.
A primera mirada, reconoció en Ashleigh una rara y preciosa obra de arte.
Ella se dio cuenta que el conde le manifestaba una atención especial y se sintió halagada. Pero, sabiendo que la nobleza tenía un modo "muy especial" de comportarse, se mantuvo reservada.
Sin embargo , poco después , al ver la tierna solicitud que Brett continuaba dedicándole a su prometida , cambió de idea. Por qué no? El conde era encantador y tenía una conversación cautivante. Dejó de lado su reserva y recibió con agrado los elogios que él le hacía, sin pensar en considerarlos demasiado íntimos. Nunca había oído galanteos, y esos le causaban m mucho placer.
Brett oía distraído las palabras de Elizabeth, dejando que sus ojos inquietos vagasen por las mesas de sus invitados. Súbitamente, concentró su interés en la escena que se desarrollaba en la mesa de las hortensias. Christopher Edwards se inclinaba sobre Ashleigh, quien lo miraba, sonriendo, como si estuviese compartiendo un secreto!
Sintió semejante oleada de cólera que no se reconoció. Qué mierda le estaba sucediendo? Ya había visto a Ranleagh coquetear con mujeres de su medio, y eso nunca lo había enervado. Quince días antes, cuando él cortejara Pamela, hasta le había gustado eso! Entonces, por qué ...?
Cuáles eran exactamente los sentimientos que sentía por Ashleigh? Los analizó cuidadosamente y llegó a la conclusión de que era una vaga y superficial ternura. Le causaba una cierta alegría rendirle a su virtud , así como a sus encantos, una homenaje puro.
No negaba que ella lo atraía físicamente. Pero, al convertirla en su pupila, la había puesto fuera de su alcance para siempre. Entonces , por qué ese malestar inexplicable, esa mezcla de ira infantil y vulnerabilidad ? Celos? La mera idea de ese sentimiento le pareció horrible, absurda. Jamás había sentido esa emoción!
La analizó y juzgó encontrar en ella algo que ya conocía: desprecio! Ashleigh, ese modelo de candidez, era una mujer y, como tal, voluble en sus afectos y capaz de todo tipo de fingimiento. Pues bien: ella no iba a engañarlo.
Una vez seguro de su conclusión, Brett sonrió , satisfecho consigo mismo. Ahora podía relajarse y encontrar placer en la compañía de sus invitados , después de todo era la fiesta de su cumpleaños!
Pero, mientras observaba a Ashleigh lanzarle dulces sonrisas a Ranleagh, pensó si no estaba festejando anticipadamente.
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