CAPITULO 9
- Nunca creí que una cosa tan horrible pudiese suceder, Henry. Todavía no hace cinco días que su Gracia fue enterrado, y el joven Brett ya se fue a Londres!
Hettie Busby estaba sentada en la sala de Ravensford Hall y hablaba con su marido. La pareja había servido el viejo duque durante más de treinta años. Hettie había comenzado como ayudante de cocina y ahora ocupaba el puesto de ama de llaves , y Henry había pasado de ayudante de caballeriza a jefe de establos.
Durante eses años, ambos habían desempeñado admirablemente bien sus funciones: su lealtad hacia el duque y a su familia era incuestionable. Pero , en ese instante, había un indiscutible brillo de rebeldía en los ojos de Hettie.
Su marido lo notó y procuró calmarla.
- No veo nada de extraordinario en la partida del joven duque. él había sufrido mucho con la muerte de su abuelo y, naturalmente, precisaba compartir su dolor con sus amigos. Hasta ahora, vos nunca lo viste conducirse mal.
La mujer lanzó su cabeza hacia atrás . No había dudas de que, a esa altura, ya había tomado una resolución.
- Oh, no? Y esa muchachita de allá arriba? él no tenía derecho a mantenerla presa! Del mismo modo que no tenía derecho de hacer... lo que hizo!
Henry la miró , comprendiendo, finalmente, lo que ella quería decir.
- Tienes razón , pero...
-Debe haberla lastimado. La pobre chica era virgen! Me Parte el corazón oír sus sollozos desesperados.
- Mi querida... - Henry colocó la mano en su brazo.- Tal vez sea mejor hablar con lady Margaret.
- Qué ganaría? Ella sólo piensa en arreglar una novia para su Gracia! Esta mañana, ella le dijo a Jameson que invitó a lady Elizabeth a pasar algunas semanas en Ravensford Hall. Claro, eso fue antes de la partida precipitada de su Gracia. Supongo que ahora ella tendrá que esperar la vuelta de él.
- Las cosas van empeorar aquí, con la llegada de lady Elizabeth. Ella tiene un carácter espantoso!
Hettie asintió .
- Francamente, Henry! Nunca pude comprender esa obsesión de lady Margaret con los Hastings. Lady Elizabeth es muy bonita, no queda duda, que también es muy inteligente. Pero es una ... ! Lord Hastings está siempre borracho y su pobre madre...
- Lady Jane Hastings me da pena. Parece que ella no siempre fue así. Hubo una época, según dicen, en que tenía su cabeza bien equilibrada.
- Hay algo ahí. - Hettie sacudió la cabeza - Mavis Towler, la partera de la aldea, me contó que la familia prefirió llamar a una persona de afuera para los partos de lady Caroline y de lord David . Mavis creyó que había algo muy extraño en eso.
- No sé... Mavis podría sentirse celosa. - Henry manifestó un cierto escrúpulo y continuó :- Recuerdas cómo se enojó ella , cuando lady Mary quiso llamar al médico la noche en que su Gracia nació ?
- Si, recuerdo .
Henry lanzó una mirada preocupado a su alrededor y después se enderezó .
- Bien. Es hora de volver al establo. El joven duque espera que cuidemos bien de sus caballos.
Hettie se levantó , suspirando.
- Voy a subir e ver si esa chica quiere algo . Ella apenas tocó el desayuno .
Menos de cinco minutos después , ella bajaba corriendo la senda al establo, en busca de su marido.
- Dios nos ayude, Henry. Ella se fue! Se escapó por la ventana!
Henry se volvió y miró el rostro horrorizado de su esposa.
- Quién, Hettie?
- Quién va a ser, hombre? La señorita!
Brett acarició el cuello sudado de su garañón , antes de pasar las riendas al muchacho de la caballeriza .
- Dale una ración doble de avena, Tim. Lo Forcé demasiado, esta vez.
Tim atrapó las riendas del soberbio caballo negro con el mismo aire de reverencia que exhibía siempre que tenía la oportunidad de cuidar de los pura sangres de los Westmont.
- Voy a tratarlo como un príncipe, su Señoría. Raven es mi caballo preferido.
Brett lo miró , vacilante, pero resistió el deseo de informarle de la muerte de su abuelo. Higgins ya había entrado en la cocina y, a esa altura, toda la servidumbre ya debía saber que el viejo duque de Ravensford había muerto . Pronto Tim tendría conocimiento del hecho.
Respiró profundamente , mientras se dirigía hacia la elegante casa de King Street.
No tenía el menor deseo de aceptar expresiones de condolencias. Había pasado los últimos cinco días participando de todos los servicios fúnebres que las convenciones exigían. Ahora quería estar solo y dar rienda libre al dolor que había estado ocultando.
No obstante, al entrar en la casa, se detuvo un instante a los pies de la escalera y recibió con simpatía las palabras de consuelo de sus criados, deseosos de compartir su pesar. Después siguió directamente a su cuarto y se sentó junto a la chimenea.
El único ser que había amado había partido... Cerró los ojos y procuró formarse una idea exacta de la que significancia de la pérdida de su abuelo, cosa con la cual había estado luchando desde que se había enterado de su muerte. Pero corazón todavía no se había acostumbrado a ese vacío.
Sin embargo, la muerte era algo que ya había conocido antes. Lentamente, volvió los ojos hacia el pasado, cuando todavía era un niño de diez años y le habían hablado sobre el accidente que había matado a su padre. Se acordó del dolor lacerante que había sentido entonces y, casi simultáneamente, de la imperiosa necesidad de reprimirlo.
Era necesario, de algún modo, que también esta vez dejase de lado el sufrimiento y continuase siendo un pilar de fortaleza para quienes dependían de él. Se había Habituado desde la niñez a no sucumbir a ninguna flaqueza emocional. Y lo había hecho , movido por la necesidad, o por la desesperación, de luchar contra evidencias sombrías, prefiriendo ignorarlas.
Habían habido amenazas solapadas en las sombras, amenazas que no desistieron de perseguir a su presa, en la época de la muerte de su padre. Había sido algo que había presentido con todos los instintos de un niño acostumbrada a observar mucho y a hablar poco .Y con esos instintos , durante algún tiempo, había percibido un miedo que se había negado a sentir.
Pero, por qué esa súbita necesidad de examinar esas terribles sospechas? Qué bien podría hacerle eso ? Lo ayudaría a despertar lo que dormía dentro de él ! No era mejor ignorar su atormentada imaginación y borrar para siempre esos recuerdos?
Sin querer, una antigua escena volvió a su mente. Escondido en las sombras del corredor que conducía al cuarto de su padre, él había observado dos criados retirar de la pared un retrato de mujer de cabellos castaños y aire dulce... El retrato de ella! Todavía guardaba en sus ojos la gracia de su pose.
Sacudió la cabeza impacientemente. Esos recuerdos eran una lamentable concesión a su nerviosismo. Pero comprender ese hecho no lo ayudó a recobrar la calma. Se levantó para alcanzar la botella de coñac, cuando golpearon la puerta.
- Si?
- Siento mucho interrumpir su reposo, su Gracia, pero es necesario que me reciba!
Era la voz del viejo Henry! Qué diablos estaba él haciendo allí ?
- Entre, hombre!
La puerta se abrió , revelando la alta figura de su jefe de establos, que parecía a punto de desfallecer.
- Qué sucedió ?
Henry pronto se reanimó, como si tomase coraje.
- Perdóneme, su Gracia... Pero... pero la jovencita... se escapó!
- Qué jovencita?
- L señorita Ashleigh, su Gracia.
- Cuándo fue eso ?
- Cerca de una hora después de su partida. La señora Busby y yo creímos que usted querría saberlo.
- Si, claro - dijo Brett, sin estar realmente seguro.
El se había olvidado de la joven en la sucesión de acontecimientos que habían involucrado la muerte de su abuelo. Y, ahora, pensaba por qué no la había dejado partir , como ella quería. Habría sido tan simple... Después de todo , no había más motivo para continuar usándola!
Por qué, entonces, había dado órdenes para que la mantuviesen en Ravensford Hall? Y por qué su fuga lo perturbaba? Ella nada significaba en su vida. Pero, mientras pensaba en eso, fue invadido por un súbito y inexplicable deseo de encontrarla y llevarla de vuelta para Ravensford Hall. Necesitaba un poco de distracción. Y esos profundos ojos azules y ese cuerpo. ..
- Puedes darme más detalles sobre la fuga de la señorita Sinclair?
- Perfectamente, su Gracia. Ella se escapó en la yegua negra que usted trajo de Irlanda el año pasado.
- Irish Night?
- Si, su Gracia. Parece que ella conoce bien los caballos.
- Pero esa potra no estaba lista para ser ensillada! - dijo Brett, con perplejidad creciente.
Henry asintió de manera tan clara que ;o obligó a preguntar:
- Estás queriendo decirme que, además de escoger un caballo todavía no domado, ella lo montó a pelo?
- Exactamente, su Gracia. Fue lo que ella hizo.
Súbitamente , los pensamientos de Brett tomaron otro rumbo. Hasta ese momento, él se había preocupado solamente de recobrar "ese juguetito" encantador, para que lo entretuviese un poco. Ahora, se inquietaba por la seguridad de esa chica. La Imaginó caída en medio de un charco de sangre, o en una zanja, con el cuello roto a consecuencia de la caída de un animal casi salvaje.
- Henry, quiero que me hagas un favor más.
- Por supuesto, su Gracia.
- Manda a Higgins inmediatamente.
Mientras esperaba la llegada del muchacho de la caballeriza , Brett se puso a pensar . Sin duda, Ashleigh intentaría volver al lugar de donde había venido, un burdel londinense de primera clase. Eso restringiría su búsqueda. Pero igualmente necesitaba más elementos.
Menos de media hora después , ya sabía lo que quería. Adams le enviaría a través de Higgins una nota con la dirección de la casa en cuestión: Hampton House.
Ashleigh sujetó las riendas con solamente una de sus manos y deslizó hacia el suelo , conduciendo a la pequeña yegua a uno de los lados de la calle. Después , se preparó para vencer a pie los cien metros que la separaban de Hampton House. La caminata enfriaría a la potra y le daría tiempo para ordenar sus pensamientos. Había sido un día muy complicado, pero gratificante. Había logrado escapar de Ravensford sin ser notada, una verdadera proeza, considerando las condiciones adversas que había encontrado en el camino.
Desde que había escapado del cuarto, gracias a las sábanas que le habían servido de cuerda, sólo había encontrado obstáculos: los jardineros que trabajaban cerca de la casa , los criados y los palafreneros que trabajaban delante del establo donde se encontraba la linda yegua que había tomado prestada.
La potra, sin embargo , había sido un golpe de suerte. Jamás habría esperado encontrar un animal que, obviamente, estaba siendo entrenado para participar en carreras.
- Nos hicimos buenas amigas, verdad, querida? - Ashleigh murmuró, acariciando el hocico aterciopelado.
Sonrió al acordarse de las dos caídas que había sufrido al principio de la fuga, y que, afortunadamente , habían sucedido en suelo blando . Pero habían sido por su propia culpa. "Tienes que conocer a tu caballo , antes de exigir cualquier cosa de él", decía Patrick con frecuencia.
Nada de lo que le había pasado le había impedido continuar con la cabalgata, y ahora estaba allí, de vuelta en el único lugar que podía considerar su hogar. Pero, en qué condiciones? Sin empleo, deshonrada, vejada! Qué le diría a Dorcas y a Megan? Alguien había cometido un terrible error que le había costara la virginidad. Había caído en manos de un desalmado que había abusado de ella.
Le faltaba coraje para enfrentar la realidad y el dolor de ese hecho. Vacilante, preocupada, tuvo ganas de escaparse de allí. De repente, una imagen se formó claramente en su mente. Megan! Ella sabría como poner fin a esa horrible situación.
Mas aliviada, Ashleigh persuadió a la pequeña yegua a avivar el paso. Estaba cerca de diez metros de su destino cuando vio un bello carruaje estacionarse delante de la casa de Madame. Colocó la mano sobre el hocico del animal, impidiéndole de relinchar, y esperó hasta que los dos caballeros elegantemente vestidos que habían saltado del vehículo entrasen al interior de la mansión.
Sin vacilar, tomó por la estrecha senda lateral que llevaba a los establos de Hampton House, con la esperanza de llegar sin ser vista. Era miércoles y, a juzgar por el número de cuartos iluminados, la noche prometía ser muy animada.
Los establos estaban inmersos en sombras, y parecía no haber nadie allí. Ashleigh sintió un escalofrío recorrerle la espalda, mientras conducía a la yegua por el patio de piso de piedra. Y casi gritó de terror, cuando, inesperadamente, algo peludo le saltó al cuello.
- Finn! Sos vos, Finn! - ella murmuró, con un gemido de alivio. - Te extrañé tanto ...
De repente, la copa llena hasta el borde que sostenía hacia casi una semana se desbordó como una catarata. Dejándose caer en el primer escalón, ella enterró su rostro en el lomo peludo del gran perro irlandés, dando rienda suelta a una desesperación que la sofocaba.
No supo cuanto tiempo permaneció allí, llorando, pero tenía la impresión de que todas sus emociones habían dejado su cuerpo cuando dos brazos la envolvieron por los hombros. Levantó los ojos y vio un rostro familiar a unos centímetros de distancia.
- Megan...
- Dios del cielo, Ashleigh! Oh, mi querida, no digas nada! Estás en casa y todo va a estar bien !
No hay comentarios:
Publicar un comentario