domingo, 7 de junio de 2009

EL ACUERDO - CAPITULO 2

CAPITULO 2

Sin sospechar los pensamientos de Monique , Ashleigh la alcanzó en la escalera y bajó con ella hasta la cocina. Dorcas se encontraba delante del horno abierto, de donde exhalaba un fuerte aroma a pan fresco. Miró con afecto a esa mujer corpulenta, simple y franca y resolvió no hacer ninguna alusión del incidente ocurrido hacia minutos. Prefería morirse a causarle un sufrimiento.
Su temor consistía en verse obligada a discutir esas cuestiones con Madame. Y , si Monique fuese censurada a consecuencia de eso, haría todo lo que estuviese a su alcance para hacerle a vida insoportable. No, era mejor dejar las cosas como estaban.
La cuestión, prácticamente, terminaría allí, si Dorcas no se volviese del horno , haciendo equilibrio con una gran asadera llena de bollitos.
- Oh, Monique! Qué haces aquí tan temprano? Uno mas de tus dolores de cabeza? - preguntó ella cariñosamente. - Ashleigh, mi niña, estaba justamente pensando...
Al mirar la carita encantadora de su protegida, ella se interrumpió súbitamente, sus ojos redondos expresando indignación.
- Golpeaste otra vez a esta niña?
La primera reacción de Monique fue de sorpresa.
- Cómo ..
- La marca de tu mano todavía está ahí, en el rostro de esta criatura! Después de una serie de insultos , Dorcas corrió hacia Ashleigh y le pasó el brazo alrededor de los hombros.
- Mi querida... Ven tomar una taza de té. Y come un pedazo de bollo, mientras yo te preparo una compresa para tu pobre carita!
Ashleigh estaba tironeada entre dos sentimientos opuestos: dejarse consolar por la buena mujer y evitar una nueva explosión de cólera por parte de Monique, quien la miraba con indisimulable odio.
- Te equivocas, Dorcas. Monique no tiene nada que ver con esto - Ashleigh dijo todavía vacilante. - Sabes como soy de torpe. Me Resbalé en el escalón de la chimenea y me golpeé la cara.
El gran rostro de Dorcas reveló un brillo de su perspicacia. No había creído ni una sólo palabra de la historia que Ashleigh le había contado, pero se daba cuenta su intención. Qué hacer?
Amaba a la niña que, por la más extraña de las casualidades, había entrado en su vida hacia doce años. Era una noche de invierno cuando su hermana Maud la había traído , la niña más desamparada y más adorable del mundo, convencida de que allí era el lugar más seguro que podría encontrar. Pronto le había inspirado una inmensa piedad y había jurado hacer por ella todo lo que estuviese a su alcance.
Hija de gente de fortuna, Ashleigh había sido criada con todos lujos y comodidades acordes a su origen. Pero la suerte se había acabado, súbitamente, la noche en que un incendio había consumido su casa, los cuerpos de sus padres y todo lo que ellos poseían. Era como si el destino hubiese determinado que cualquier rastro de los Sinclair fuese borrado de la faz de la Tierra!
Las palabras incoherentes de Maud, posteriormente víctima mortal por la inhalación del humo mortífero de ese incendio, habían agregado más un poco mas de misterio a los hechos de por si muy oscuros. Ella le había rogado a Dorcas para que no hiciese ninguna
investigación y que el tema no fuese discutido o comentado. "Es mejor que guardes el secreto de la niña." Ante eso, qué podía hacer Dorcas, una simple cocinera de uno de los más notorios burdeles de la ciudad?
Pero después de la muerte de Maud, ella había pedido a Roger, su amigo marinero, que investigase el hecho. Roger había localizado al abogado de la familia y había sido informada de que los padres de Ashleigh vivían del comercio libre. Además , eran personas desorganizados en cuestiones de dinero y habían contraído muchas deudas, algunas de las cuales eran para alimentar hábitos dispendiosos,. Ashleigh y su hermano mayor habían vivido como dos pequeños príncipes de sangre real.
Ese hermano mayor, Maud le había explicado antes de morir, había sido enviado al mar en un barco de propiedad da familia, con la misión de recuperar la fortuna dilapidada comerciando en las islas Occidentales. Pero el muchacho se había perdido en el mar, cuando el barco había naufragado, y nadie había vuelto a oír de él.
Después del incendio, las propiedades de los Sinclair fueron vendidas en una subasta pública para pagar a los acreedores. Y nadie, ni el propio abogado, cuyo tiempo estaba ocupado por asuntos particulares, se había preocupado por el destino de la niña que había sobrevivido a la catástrofe.
Roger se había ofrecido a profundizar las investigaciones, mas, entonces, problemas más urgentes habían ocupado la atención de Dorcas. Y había sido así que la pequeña Ashleigh, sin tener a donde ir, había comenzado a trabajar en la cocina de esa casa de reputación escabrosa, cuando era claro para todos que la niña era una dama, desde la cabeza hasta la punta de sus pies .
Dorcas la había tomado bajo su protección . Vigilar, enseñar, criar a esa pequeña había sido la motivación de su vida. Le cabía absolutamente a ella cuidar a esa niña, y eso no había sido difícil, pues Ashleigh, a pesar de su timidez, era naturalmente afectuosa y poseía la dulce serenidad de un ángel.
Ahora, mientras observaba su lindo perfil, una arruga de preocupación se marcó en su frente. Era esa belleza lo que provocaba la envidia y el odio de Monique. Se acordó inmediatamente la charla que había tenido con Drake, cuando el hombre le había revelado el interés de Madame por su protegida. Algo debía ser hecho, y pronto, o la niña se encontraría instalada "allá arriba, en cualquier momento!
La respuesta a su pedido fue instantánea y vino bajo la forma de una linda mujer de cabellos rojizos, quien entró en la cocina con un ruido de roce de sedas.
- Todavía es muy temprano para el té, no les parece ? - preguntó ella, con un inconfundible acento irlandés.

- Megan! - exclamó Ashleigh alegremente. - Qué haces levantada a esta hora ?
Un brillo divertido animó los ojos de la pelirroja.
- Harías mejor en preguntarme si ya dormí !
Ashleigh se ruborizó . Después tantos años en esa casa, todavía no tenía pleno conocimiento del tipo de "entretenimiento" que se ofrecían allí. Eso se debía no sólo al muro de protección que Dorcas y su leal grupo de ayudantes habían creado a su alrededor, sino a la propia discreción de Ashleigh . Pero no ignoraba a qué se destinaba la casa, ya que las frases susurradas de la cocinera o de Tillie, la camarera, no dejaban lugar a duda respecto a eso.
Para Ashleigh, esas vagas nociones bastaban. No era que le faltase curiosidad sobre la vida y el mundo. Curiosidad , ella poseía en abundancia. Pero la prudente Dorcas había canalizado ese insaciable apetito hacia conocimientos más saludables : tres veces por semana, un profesor, contratado por su protectora, venía desde el otro lado de la ciudad y alimentaba la curiosidad intelectual de Ashleigh.
Desde los siete años, ella había mostrado una gran aplicación y aprovechaba las lecciones de monsieur Laforte, un francés emigrado del Régimen de Terror. Nada le causaba mayor satisfacción que acompañar, durante horas y horas, las clases dadas tanto en inglés como en francés y cumplir con los deberes, entregándose a las tareas y ejercicios por el simple placer de ejercitar sus dotes naturales.
Laforte, que había sido preceptor en la Casa de los Bourbon, era un maestro altamente calificado. Peor eso poco le importaba a Ashleigh. Lo que le encantaba era el entusiasmo de ese hombre por su trabajo. Pero en los últimos tiempos, ella había comenzado a sospechar si esa dedicación no resultaba también del sentido del humor del francés, quien había sido contratado para hablar de Platón y Shakespeare en una casa como esa!
- Soñando de nuevo de ojos abiertos, pequeña? - preguntó Megan, sacándola de su divagaciones.
- Qué?... Oh, si supongo que si - dijo Ashleigh, ruborizándose . - Disculpa, Megan.
- No pienses demasiado, mi niña. Y mucho menos sobre ciertas persona de esta casa que avergüenzan al género femenino !
Megan miró a Monique , quien todavía estaba en la cocina.
- No crees, querida?
Monique sintió prontamente hirvió de odio interiormente . Se volvió hacia su principal competencia dentro del burdel y evaluó la belleza céltica con ojos conocedores: el oval perfecto de su rostro, los pómulos altos, las facciones finamente esculpidas, los ojos verdes que parecían dos esmeraldas, la nariz fina y recta, la ancha boca sensual que, al sonreír, revelaba dientes perfectos , los cabellos...
Monique apretó fuertemente los maxilares, mientras observaba codiciosamente esa masa lujuriosa de cabellos rojizos, apenas controlando el impulso de agarrarla de las mechas y arrancárselas de raíz!
- Por el contrario, Megan! Yo diría que ya es tiempo que nuestra pequeña amiga aprenda algo sobre nuestra... profesión - Monique dijo , mirando a Ashleigh. - No sería mejor prepararla para el futuro que Madame ha planeado para ella ?
Sus ojos evaluaron las formas perfectas de la jovencita. Y había crueldad en su voz cuando agregó :
- Nuestra Ashleigh ya es una mujer hecha y derecha. Ya está preparada para comenzar a ganarse su sustento!
Diciendo eso, Monique se volvió lentamente y salió de la cocina.


- Qué conversación extraña! - exclamó Ashleigh, mirando perpleja a Dorcas y a Megan.
- Ah... No le hagas caso, querida. Una tontería más de Monique - declaró Megan con decisión, lanzando una mirada significativo a Dorcas.
- Casi me olvidaba, niña - intervino la cocinera apresuradamente . - Quiero que vayas hasta la carnicería. El señor Tidley guardó algunos huesos y algunas sobras de carne para tu Finn.
Esun buen momento para que vayas a buscarlos. Ve de prisa, querida!
Una vez a solas , ella se inclinó hacia su amiga y habló bajito:
- Dime qué te trajo aquí tan temprano, Megan. Debo saber todo ahora!
Megan miró a su alrededor cautelosamente. Después respondió:
- Oh, Dorcas, va a suceder exactamente lo que temíamos!
El caballero que recibí esta noche, un joven dandy que es cliente frecuente de esta casa, me confesó , antes de partir, que Madame le prometió una virgen para la próxima vez que viniese a la ciudad . Una linda jovencita de ojos azules, con un lunar en la mejilla izquierda.
- Oh, no! - exclamó Dorcas, empalideciendo ante esa posibilidad .
Megan pronto la reanimó. Sabía que, si titubeasen, Ashleigh estaría perdida.

- Querida, querida, no debemos perder la cabeza! Tenemos que sacar a esa niña de aquí !
- Pero, cómo? Y a dónde podrá ir? - preguntó Dorcas, desesperada. Por un momento ,solamente se miraron . Finalmente, Megan dijo:
- Tengo una idea...



- Vamos a ver si comprendí bien - dijo la soberbia mujer, a quien todos llamaban Madame, revelando mayor interés en su rostro histriónico y astuto.
Madame, una verdadera lady de la cabeza a los pies, se vestía como una dama y exhibía sus diamantes. Tenía buen gusto y todavía era una bella mujer, a pesar de sus cincuenta y ocho años. El dorado de sus cabellos estaba un poco desvanecido, había arrugas en su cuello y otras arrugas reveladoras de su edad alrededor de su boca y de sus ojos. Pero, cuando ella sonreía, la belleza de otrora se insinuaba discretamente.
En su tiempo, decían los rumores , ella había logrado los favores de reyes y duques de ambos lados del Canal de la Mancha. Pero después de la Revolución Francesa, había decidido instalarse definitivamente en Inglaterra. Había comprado esa bella casa, situada en la mejor zona de Londres, donde entretenía sus invitados, la flor y nata de la sociedad londinense, con su conversación interesante y las mejores prostitutas de la ciudad.
En ese momento, ella levantó sus delicadas cejas doradas y volvió a decir, con la voz acariciante de una vieja dama indulgente:
- Ustedes quieren que yo le busque un empleo "honesto" a la joven Ashleigh, o de otro modo dejarán esta casa inmediatamente, llevándose a la pequeña con ustedes. - Los penetrantes ojos
grises se fijaron Dorcas. - Entendí bien ?
La cocinera apretó sus manos nerviosamente.
- Si... si ! Es así , Madame.
Madame se volvió a Megan y le preguntó fríamente:
- Tienes idea de lo que le sucede a las jóvenes que intentan dejar esta casa sin mi consentimiento?
Y sin darle tiempo para la respuesta, agregó :
- Ciertamente no ignoras lo que le sucedió a Liza Fairchild, quien huyó con ese joven conde? Sabes que la vieron , meses después , tirada en la calle , completamente borracha?
- Si, Madame - dijo Megan con voz débil.
Madame descruzó sus bellas piernas y se inclinó hacia adelante .
- Y recuerdas a esa morena de Dorsel, Marion. Sabes lo que pasó con sus grandiosos planes de abrir su propio burdel, con prostitutas que su amante iba a traer de Shangai y Hong Kong?
Megan se levantó impulsivamente. No quería que le recordasen que la pobre muchacha había sido encontrada muerta, después de ser brutalmente violada, en los muelles del puerto de Liverpool.
- No planeamos dejar su casa, Madame. Dorcas y yo siempre fuimos muy bien tratadas aquí. Consideramos Hampton House es nuestro hogar.
Ella se dio vuelta para buscar a aprobación de Dorcas, quien, benévolamente asintió.
- Pero, como Madame sabe, queremos mucho a la pequeña y no queremos que ella se convierta en ... una mujer de la noche. Por ese motivo, estamos dispuestas a hacer cualquier cosa para protegerla.
Madame captó una expresión fugaz en su bello rostro y resolvió no subestimarla.
- Amenazas con dejar Hampton House y privarme de la mejor cocinera que tuve en estos últimos veinte años y de una joven promisoria. Pero parece que eso no es todo. Verdad?
- Exactamente, Madame - confirmó la bella pelirroja con un tono amable. - Dorcas y yo nos enteramos de algunas cosas...
- Qué cosas?
- Cosas que suceden en los establos en ciertas noches oscuras, sin luna. Y otras cosas que ocurren aquí, en estos mimos aposentos, cuando un cierto ministro del rey...
- Basta ¡ - dijo Madame con una leve ironía. - Hay una palabra que describe muy bien lo que estás intentado hacer. Pero es una palabra fea, muy fea, que tal vez no te guste oír.
- Qué palabra es esa, Madame?
- Chantaje!
- Hay otras palabras más feas: contrabando , espionaje, por ejemplo.
Madame le lanzó una mirada larga y penetrante. Después sonrió graciosamente.
- Ganaste.
Lamentaba el hecho de haber confiado demasiado en esa joven, pero le admiraba la osadía y la agudeza mental . En el fondo, ya sabía que, día más, día menos, Megan O'Brien hallaría un medio para escapar de las cuatro paredes de Hampton House.
- Ashleigh puede dejar esta casa. Pero tenemos que decidir a donde mandarla.

Madame se inclinó hacia atrás y tamborileó sus dedos en la poltrona.
- Ya sé! El otro día, el barón Mumford se quejó conmigo que había tenido la desgracia de perder a la preceptora de sus hijas.
Teniendo en cuenta la instrucción que Ashleigh ha recibido ... Si, Dorcas, sé todo sobre monsieur Laforte y estoy segura que no le será difícil iniciar su carrera de tutora en esa casa. Le escribiré a a ese querido amigo y, si él está de acuerdo , le pediré que envíe una propuesta formal para nuestra joven.
Dorcas todavía no estaba plenamente convencida.
- Madame, ese barón Mumford es un caballero ? Quiero decir... él no va a aprovecharse de mi niña?
- Te aseguro que el barón es un hombre respetuoso. Nuestra Ashleigh estará segura en su casa.
Después de un momento de reflexión, Dorcas aceptó su palabra.
- En ese caso, Madame, creo que todo está arreglado. Le pido que perdone nuestras...
- Tácticas? - completó Madame, levantándose para acompañar a las dos mujeres hasta la puerta.
- Bien ... si.
- No te preocupes, mi buena Dorcas. Y trata de preparar un pato con trufas para la cena de mañana a la noche. Tendremos el honor de recibir la visita de su Alteza Real, el príncipe regente.
- Prinny vendrá aquí? - preguntó Megan sorprendida . - Pensé que él estaba en Brighton.
- Debería estar. Pero las últimas excentricidades de su esposa alemana le provocaron una depresión tan aguda que yo, en calidad de vieja amiga, me vi en la obligación de reanimarlo.
Madame se volvió nuevamente hacia Dorcas.
- La cena será servida a las nueve en punto. No te olvides .
- No me olvidaré, Madame.

Sola en su acogedora sala, Madame tiró del cordón de seda que pendía da chimenea y ordenó un té . Después volvió a instalarse en su poltrona preferida, con los pies cómodamente extendidos hacia el fuego. Imágenes del rostro perfecto de Ashleigh flotaron en su mente y la hicieron suspirar.
- Es una pena. Una gran pena. Me gustaría poder moldear a esa jovencita. Con toda certeza, ella se habría convertido en una de nuestras mujeres más requeridas.

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