lunes, 31 de agosto de 2009

CALAMITOSA CLARISSA - CAPITULO 11 - LYNSAY SANDS

CAPITULO 11


Clarissa soñaba con Adrian. Ellos estaban en un pequeño bote, que se deslizaba por un lago plácido, y Adrian recitaba poemas para ella. Al contrario del poema leído por Prudhomme, este era lindo, hablaba de pasiones infinitas y amor eterno. Dejando de recitar de repente, él la miró y extrañamente comenzó a llamarla:
- Clarissa!!! ? Ay! Mierda! Clarissa!!!
El llamado parecía tan verdadero que ella se despertó sobresaltada. Parpadeando , frunció la frente al darse cuenta que continuaba oyendo la voz de Adrian, a pesar de ya no estar soñando.
- Clarissa? Haz algo . Diablos!! No veo nada en esta oscuridad…
- Adrian? - murmuró ella .
- Clarissa? - La voz de él era solamente un susurro, viniendo de algún punto cercano al pie de la cama.
Ya despierta, aunque todavía confundida, Clarissa sacudió la cabeza. Sólo podría ser un sueño. Cómo era posible que Adrian estuviese en su cuarto a aquella hora de la noche?
- Carajo!.
Clarissa rápidamente se sentó en la cama.
- Adrian?
- Si, soy yo, pero no veo nada. Continua hablando para que pueda seguir tu voz. Ay! Quién mierda pone tantos muebles en tu cuarto?
La cama se sacudió cuando Adrian se chocó contra ella, y Clarissa, forzando su vista en la oscuridad, susurró incrédula:
- Qué estás haciendo aquí ?
- Necesito hablar con vos, pero como no logramos encontrarnos de una manera convencional, yo… Qué diablos es esto ?
- Mi pie - dijo ella moviendo los dedos. En seguida, extendió los brazos para intentar alcanzarlo. Si no era fácil sólo ver borrones, la oscuridad total mucho peor. Finalmente pareció tocar el pecho de él. Entonces Adrian tocó la mano de ella y Clarissa pudo empujarlo en dirección a la cabecera de la cama.
- Está tan oscuro aquí. donde está a vela?
Clarissa no pudo contener la risa, cubriéndose la boca con la mano.
- Pero es muy tarde!
- Ya lo sé, es que…
- Si encendemos la vela podrá llamar la atención de algún criado. Siéntate aquí y dime qué es tan importante que te ha hecho invadir mi cuarto.
Clarissa se acomodó , dejando espacio a su lado para que él pudiese sentarse.
Adrian dio un suspiro y, al sentarse , la cama crujió con su peso. Aclarando su garganta, él comentó :
- Sé que no es nada apropiado estar aquí.
- Casi nada de l o que hacemos parece serlo - Clarissa comentó, en un tono divertido.
- Parece que no - Adrian concordó, sonriendo, pero su voz se puso nuevamente seria.
- Quería saber más sobre el recado que dijiste que te mandé.
- Si, claro. Pero qué hay de importante en él?
- No fui yo quien envió esa nota.
- No?- Clarissa quedó lívida. - Pero estaba firmado A.M.
- Pero no fui yo quien lo mandó - Adrian repitió con firmeza. - Y, quiero que tengas en mente para el futuro que nunca firmo A.M.
Clarissa pensó por un momento. No sabía qué pensar, ni qué decir.
- Quién lo habrá enviado entonces? Y por qué ?
- Es eso lo que me preocupa, Clarissa. - el tono de voz era de aprensión. - Todavía estoy pensando si el accidente de hoy fue exactamente un accidente. Además, todos tus otros accidentes también me intrigan. Cuéntame cómo fue la caída de la escalera.
Clarissa levantó las cejas .
- Creo que ya te dije que siempre debo tener una criada para acompañarme, pero aquella mañana yo estaba muy impaciente. A veces me irrita tener que depender de alguien que me acompañe, entonces resolví bajar sola. No tuve problema para dejar el cuarto y caminar por el corredor. Pero cuando llegué a la escalera, tropecé con algo y rodé escaleras abajo.
- Con qué tropezaste?
- No sé decirlo . Me torcí el tobillo y perdí el equilibrio. Joan y Foulkes me hicieron un vendaje . No se me ocurrió en ese momento pedirles que verificasen con qué había tropezado.
- Y nadie mencionó si había algo en la escalera?
Clarissa negó sacudiendo la cabeza .

- Y cómo fue que casi fuiste atropellada por un carruaje?
- Ah - Clarissa soltó un suspiro con el recuerdo - Yo estaba aburrida y oí a la cocinera decir que iba al mercado. Resolví ir con ella para comprar frutas. Ella me tomó por el brazo y nos paramos en un puesto de verduras en el extremo del mercado. Ella me soltó por un minuto solamente, no más que eso. En el mismo instante, alguien se chocó conmigo. Como fue inesperado, se me dobló el pie y me caí hacia adelante de rodillas. Notando una gran conmoción, levanté la cabeza y vi un borrón enorme viniendo en mi dirección. Era un carruaje, pero el conductor logró detenerse a unos pasos de mí, aparentemente con los caballos empinando. Creo que tuve mucha suerte.
- Quién se chocó con vos? - Adrian quiso saber.
- No lo sé. La cocinera vino corriendo a preguntarme si estaba ien, se puso a gritarle al carrero porque él me estaba gritando a mí y, en seguida, me trajo a casa para que Joan me ayudase a cambiarme de ropa.
Adrian permaneció callado por un momento, después preguntó :
- Clarissa, vos realmente viste la nota que supuestamente te mandé?
Clarissa podía sentir la respiración de él en su oído y se estremeció. Tragando en seco, respondió :
- Claro que la vi. El chico insistió en entregarmelo a mí. Joan hasta tuvo que sacarme de la fiesta para recibirlo.
- Vos leíste la nota?
- No; lo intenté , pero no conseguí... . Joan me la leyó.
Adrian pensó un instante y preguntó :
- Guardaste mi supuesta nota?
- Supuesta? Sigues repitiendo eso, Adrian, pero yo vi la nota.
- Si, la viste, pero no la leíste .
- Por Dios, qué estás imaginando?
- No sé - Adrian confesó, suspirando. - Foulkes y Joan estaban cerca y fueron los primeros en aproximarse a vos cuando te caíste y la cocinera estaba con vos en el mercado. Pero nadie se ocupó de verificar por qué te tropezaste o quién te empujó .
- Alguien se chocó conmigo. No fui empujada - contestó Clarissa. - Y ambas veces las personas estaban demasiado ocupadas conmigo como para preocuparse por esas cosas. Yo tampoco me preocupé. Y, cielos, sé que la servidumbre me odia por todos los accidentes que he causado, pero de ahí a pensar que todo el personal que trabaja para mi padre me quiere ver muerta?
- No, claro que no - Adrian concluyó más que rápidamente . - puedes encender la vela y buscar la nota?
Clarissa vaciló y no contuvo la risa:
- Cómo si la luz pudiese ayudarme a ver!
Sacudiendo la cabeza, ella salió de la cama y, con los brazos extendidos, se dirigió con cuidado hasta la cómoda. Aún así, se golpeó el pie con una de las patas del mueble. Dando un paso atrás, maldijo y bajó las manos para localizar la tapa del mueble. Tenía un vago recuerdo de que Joan había colocado la nota allí cuando entraron al cuarto.

- Debe estar por aquí - Clarissa recorrió con las manos la superficie . Tomó entonces un pequeño pedazo de papel y se dio vuelta para volver a la cama cuando, repentinamente, la luz iluminó el cuarto.
Clarissa se congeló a medio camino a la cama, parpadeando por el efecto de la luz repentina.
Adrian había encontrado la vela al lado de la cama y la había encendido. Clarissa le entregó la nota y aguardó a que él la leyese.
- Y entonces? - ella preguntó, después de algún tiempo.
- Está escrito lo que vos dijiste, pero la letra no es mía.
- Quién la mandó entonces? - ella preguntó con aprensión. - Las únicas personas que saben respecto a ... nosotros ... son tu primo , mi criada y… Prudhomme.
- Prudhomme lo sabe? Estás segura?
- Si. Él y Lydia estaban paseando por el jardín de su casa la noche del picnic, y ellos vieron cuando nos besamos en la puerta de entrada al salón - Clarissa explicó y agregó : - Entonces, Lydia también sabe.
- Sospechaba que él lo sabía - Adrian murmuró, después levantó la cabeza y Clarissa sintió la mirada de él.
De repente, tuvo plena consciencia de estar allí usando solamente un camisón . Podía percibir ahora la mirada de Adrian recorriendo su cuerpo y tuvo un estremecimiento. Instintivamente, cruzó los brazos sobre su pecho.
Se hizo un largo silencio entre ellos. Entonces Adrian anunció con voz enronquecida:
- Clarissa, estoy loco por besarte.
Ella contuvo la respiración, sintiendo de inmediato la excitación invadir su cuerpo, y desapareciendo al segundo siguiente cuando él vaciló :
- No, es mejor no besarte.
- No me vas a besar? - Clarissa preguntó con decepción .
- Sería inapropiado.
- Pero me gustaría que me besases - Clarissa admitió con franqueza.
- Oh, por favor, no digas eso - Adrian casi gimió . - Estoy intentando ser un caballero.
- Y los caballeros no besan a las damas? - ella preguntó con una pequeña sonrisa, recordándole después : - Vos me besaste en el baile de los Devereaux.
- Cierto, pero la situación era muy diferente.
- Diferente, por qué ?
- Vos no estabas semi desnuda y en tu cuarto.
- Puedo vestirme si es necesario .
Una leve risa escapó de los labios de Adrian y él se curvó para besarla. Clarissa no dijo una palabra, su corazón dejó de latir por un momento, y se entregó por completo al beso. Ahora podía constatar que el calor y la excitación que la había invadido la noche del baile de los Devereaux nada tenían que ver con el vino.
El cuerpo de Clarissa parecía saber exactamente qué hacer y se moldeó perfectamente al de Adrian. Sus manos envolvieron el cuello de él para quedar todavía más juntos y entonces él introdujo la lengua en su boca, como había hecho en el primero beso. Esta vez ella no quedó sorprendida, ni sintió su cuerpo ponerse rígido. Por el contrario, sintió sus rodillas aflojarse y se habría deslizado al suelo si no tuviese los brazos de Adrian envolviéndola firmemente.
Clarissa suspiró y se dejó besar, gimiendo por el placer de las caricias eróticas de Adrian. En un momento dado, ella soltó una pequeña exclamación de sorpresa. Él se apartó y se sentó en el borde de la cama.
- Está mal - Adrian susurró- No deberíamos estar haciendo esto.
- Cierto, no deberíamos - Clarissa concordó, aferrándose a los hombros de Adrian, al mismo tiempo que arrojaba su cabeza hacia atrás, permitiendo que él le besase el cuello.
- No me estoy comportando con el debido respeto hacia vos - él susurró al oído de Clarissa, que sintió un estremecimiento de la cabeza a los pies. Podía ser una falta de respeto , pero se sentía tan bien ..
- Pídeme que me detenga - Adrian murmuró, bajando los labios por el cuello lánguido.
Clarissa abrió la boca y soltó un gemido cuando él metió la mano por la abertura del camisón y le acarició un pecho.
- Tal vez … -
Adrian le acarició la piel suave y ella arqueó su cuerpo, invadida por sensaciones extrañas. Sus músculos latían con excitación y una sensación de calor nacía en su bajo vientre.
- Tal vez , ... qué ?- Adrian preguntó jadeante.
-Tal vez debas besarme de nuevo - dijo Clarissa jadeando, aunque supiese que no era eso lo que debía decir.
Adrian dejó escapar de sus labios un pequeño murmullo y cubrió los labios de ella con los suyos.
Clarissa acarició sus cabellos, retribuyendo los besos con el mismo ardor y, por primera vez , sintió viva cada una de las partes de su cuerpo como nunca le había sucedido antes.
En virtud de su inexperiencia, todo lo que preocupaba Clarissa era no estar correspondiendo de la manera correcta, pero esa preocupación desapareció cuando Adrian soltó un sonido gutural y sus besos se hicieron más ardientes y exigentes. Esa reacción sólo podía ser porque estaba respondiendo adecuadamente . Entonces él la recostó en la cama.
- Sólo un poquito - murmuró Adrian, interrumpiendo el beso.
- Está bien - Clarissa aceptó, sólo deseando que el placer que estaba sintiendo no acabase nunca.
- Sólo voy a tocarte un poquito y te prometo que después me detengo - dijo Adrian, y la idea le agradó.
Clarissa quería que esos momentos durasen una eternidad. Nunca se había sentido tan deseada y tan viva.
Cuando Adrian comenzó a besarle el pecho, Clarissa notó que él estaba totalmente descubierto. Adrian había abierto varios botones de su camisón , sin que ella se hubiese dado cuenta. El calor de su boca estimulando su pezón tuvo el efecto de una llama encendiendo todo su cuerpo.
- Oh - ella gimió , pasando sus manos de los cabellos a los hombros de él. Intentó entonces sacar el chaleco de Adrian, empujándolo por los hombros. El chaleco bajó un poquito y acabó trabando el movimiento de los brazos de Adrian, quien acabó haciendo una pausa para sacárselo él mismo.
Clarissa dejó que sus manos se deslizasen por la tela fina de la camisa de Adrian. Sin poder contenerse, levantó la tela, deseando tocar su piel . Adrian dejó de lamer su pezón y un "no" casi suplicante se escapó de los labios de ella. Él volvió a besarla y Clarissa sacó la camisa fuera de los pantalones, acariciando su espalda.
Adrian gimió y sus besos se hicieron más profundos y su lengua más exigente; cuando se colocó encima del cuerpo de Clarissa, ella pudo sentir su miembro al entreabrir un poco las piernas. Se estremeció de placer, clavando las uñas en la espalda de Adrian.
- Por Dios, Clarissa - él pidió , apartando sus labios de los de ella para besarla en la cara. - Debemos parar.
- Oh, Adrian - Clarissa gimió de placer, endureciendo su cuerpo cuando la mano de él acarició sus piernas y Adrian deslizó sus labios por su cuello.
- Pídeme que me detenga - Adrian imploró, haciendo una pausa para sacarse la camisa, curvándose después para besar y chupar el pecho de Clarissa.
Clarissa jadeante, enterró sus uñas en la espalda de él y levantó cadera para darle acceso a sus partes íntimas.
La mano de Adrian se deslizó por las piernas con la intención de tomar el borde inferior de su camisón . Clarissa se estremeció anticipando lo que estaba por venir y pegó su cuerpo al de él.
- Oh, Adrian… - Clarissa jadeó, sintiendo su cuerpo derretirse cuando él tocó su pubis, ahora al descubierto.
- Sólo esto, prometo que no vamos hacer amor - él susurró, besándola en el borde de la boca. - Quiero tocarte, sentir tu sabor.
- Si… - dijo Clarissa inmediatamente, lista para aceptar cualquier cosa con tal que él no se detuviese.
Clarissa acariciaba el cuerpo de Adrian, colgando la cabeza a un lado cuando la boca de él comenzó a descender por su cuerpo, deteniéndose por un momento en uno de sus senos, después en el estomago y … súbitamente la trayectoria descendente fue interrumpida; ella tensó su cuerpo cuando él se arrodilló entre sus piernas, para que su boca comenzase a lamer su sexo . Su primera reacción fue de shock y vergüenza. Clarissa agarró la cabeza de Adrian, intentando levantarla.
- No quiero… no deberías… Adrian? - ella murmuró indecisa, desistiendo de protestar ante el placer con que su cuerpo respondió a esa caricia íntima.
Clarissa soltó la cabeza de Adrian y se aferró a las sábanas, sintiendo que todo a su alrededor giraba. Tuvo entonces una vaga consciencia de que sus caderas actuaban en ese momento por cuenta propia, moviéndose hacia arriba en su ansia por recibir más besos y más caricias.
- Oh… - Clarissa vislumbró las sombras de la vela proyectadas en el techo, pero toda su concentración estaba volcada a las sensaciones que estaba descubriendo.
- Oh… - Entendía ahora por qué nacían tantos bebés.
- Oh… - Adrian le parecía el hombre más experto de Inglaterra, tal vez del mundo.
- Oh… - Y de repente el diseño del universo pasó a tener sentido.
- Oh… - Si, definitivamente Dios existía.
- Oh… - Qué sería ese olor a humo que estaba sintiendo?

domingo, 30 de agosto de 2009

CALAMITOSA CLARISSA - CAPITULO 10 - LYNSAY SANDS

CAPITULO 10


AL oír una voz ansiosa repetir y repetir su nombre, Clarissa finalmente despertó. Le llevó algunos segundos darse cuenta que era la voz de Adrian. Parpadeando, sintió dificultad para abrir los ojos por el dolor. No era el dolor de un chichón en la cabeza, sino el dolor de martillazos en su frente que latía en agonía. Clarissa volvió a cerrar los ojos.
- Gracias a Dios - Adrian susurró en su oído, y ella sintió un beso en su frente.
- Adrian? -. Se esforzó a abrir los ojos. El rostro de él casi estaba en foco y se mostraba preocupado, contemplándola.
- Cómo te sientes ? Cuando te vi dentro de la fuente, me asusté tanto. Pensé que estabas muerta.
- Dentro de la fuente? - Clarissa preguntó confundida y levantó la mano para tocar el rostro de él, con agua goteando en su piel. - Es por eso que estoy mojada?
- Te caíste en la fuente - comenzó Adrian lentamente, como si así fuese más fácil para ella entender. Él procuró levantarla un poco. - Cómo te sientes ? Tienes visión doble?
- Creo que no, solamente la simple y deficiente como siempre. - Clarissa se sentó , consciente de la oscuridad que los rodeaba. Podía ver lo suficiente como para saber que estaban al lado de la fuente. Adrian también estaba mojado. Él debía haber saltado a la fuente para sacarla del agua.
A pesar de su escasa visión, reconocía perfectamente los contornos de la fuente. Ella siempre iba allá. Había sido su lugar favorito cuando era niña. Era enorme de diámetro y base, pero bastante poco profunda. Pero Contenía suficiente agua como para alguien se ahogase.
- Cómo puede haber ido a parar a la fuente? Qué estaba haciendo?
- Flotando - Adrian explicó. - Pensé que te habías ahogado.
-Entonces ... me caí? - ella se acordó de haberse apresurado para ir al encuentro de él. Se acordó de haberse golpeado con una rama y haber tropezado. Al tropezar, seguramente había sido lanzada hacia adelante y había caído en la fuente.
- Tuve un shock al verte en la fuente. Cómo fuiste a parar allá adentro ?
- Venía a encontrarte, como vos me pediste en la nota, y me golpeé la cabeza con un rama. Recuerdo haber tropezado antes de que todo se pusiese oscuro. Debo haberme caído en la fuente.
- En la nota? - Adrian preguntó sorprendido, sin prestar atención a más nada.
- Claro, tu recado. Yo…
- Mi lady!
Ambos se dieron vuelta para mirar a la figura oscura que salía de la senda y se caminaba en dirección de ellos.
- Quiera perdonar mi intromisión, pero su madrastra está buscandola. Debemos ir, mi lady. Todavía debe cambiarse la ropa y… - Joan interrumpió lo que iba a decir cuando se dio cuenta que Clarissa estaba mojada. - Qué sucedió con su vestido?
- Todo está bien , Joan. Creo que me mojé un poquito. - dijo Clarissa, siendo ayudada por Adrian a levantarse.
- Oh! Sabía que debía haberla acompañado. - Joan sacudió la cabeza , y luego pareció exasperada al decir: - La próxima vez seré más insistente! Ahora vamos.
- Debo irme. Es una pena que no hayamos tenido la oportunidad de conversar, mi lord - Clarissa se disculpó ante la insistencia de su criada. - Todo porque vine lo más rápidamente que pude al recibir tu nota.
- Nota? - Adrian repitió, pero las dos ya habían desaparecido en la oscuridad por la senda que llevaba a la casa. Él no había enviado ninguna nota , pero tal vez Reginald hubiese hallado difícil hablar a solas con ella y le hubiese enviado el recado por escrito.
Le había pedido a su primo que buscase a Clarissa cuando llegase y que le pidiese una cita junto a la fuente. Adrian se estremeció y pasó las manos por el rostro como que para borrar el recuerdo de verla desmayada. Aquello era la última cosa que podría haberse imaginado al escalar el portón del fondo. Todo ese plan era fruto de la desesperación . Hacia una semana que no veía a Clarissa y que la había besado. Esa noche había sido perfecta . Todo lo que había planeado había funcionado magníficamente. El picnic había sido
un éxito. Ella se había mostrado feliz. El beso había sido un premio inesperado. Él no había especulado con tomar cualquier iniciativa , pero ella estaba en sus brazos, con los ojos brillando, y los labios, tan suaves , eran una invitación que no podía ser rehusada.
Pero después de besarla, Adrian se había dado cuenta que había cometido un error. Clarissa era tierna e inocente y se había derretido con el contacto como manteca sobre pan caliente, incitandolo a querer mucho más que simplemente besarla. Por eso había tenido que controlarse y separarse de forma abrupta. Al dejar la casa de los Devereaux, estaba completamente excitado y ansioso por verla de nuevo.
Adrian había hecho muchos planes desde entonces para, en otras fiestas, poder separarla de su madrastra y pasar nuevos momentos a solas. Seguramente necesitaría contar con la ayuda de su madre, de sus primos y hasta de sus amigos. Pero nada había adelantado con tantos planes. Clarissa y Lydia no habían aparecido en ningún baile desde entonces.
Como último recurso, él había acabado contratando a alguien para saber la razón por la cual ellas no estaban compareciendo a ningún evento y para descubrir situaciones en las que pudiese verla. Uno de los criados fue sobornado, pero la información que llegó fue que, aparentemente, no estaba sucediendo nada en especial, nadie estaba enfermo en la casa y las dos no habían salido de la residencia en toda la semana . Lady Crambray sencillamente había declinado todos las invitaciones a bailes y no había recibido a ningún visitante. Incluso el mismo Reginald no había logrado visitarlas para proponer un nuevo paseo en carruaje para que pudiese encontrarla.
Adrian ya temía que lady Crambray hubiese - de alguna manera- descubierto el picnic que habían hecho, pero tuvo certeza de eso cuando Prudhomme hizo un comentario sarcástico al encontrarse en uno de los bailes al que había asistido con la esperanza de ver a Clarissa.
Cuando se enteró del baile que lady Crambray había decidido realizar, Adrian armó un nuevo plan. Sabía que nadie de la familia de él sería invitado, pero uno de los amigos de su primo asistiría y su primo podría acompañarlo, con la única finalidad de establecer una cita con Clarissa . Él escalaría el portón del fondo, iría a la fuente y se quedaría aguardando a Clarissa.
Adrian había salido más temprano que su primo, con la intención de llegar antes que Clarissa a la fuente, por eso había quedado estupefacto al encontrarla flotando, con el vestido y los cabellos brillando bajo la luz de la luna. Había sido una suerte que la fuente fuese poco profunda.
- Adrian?
El escuchó atentamente el susurro de su nombre y observó que o primo se aproximaba.
- Entonces lograste entrar. - Parando al lado de Adrian, Reginald examinó el lugar y sacudió la cabeza en aprobación. - Qué lugar mas agradable.
- Para qué ?
- Para tu encuentro con Clarissa. A propósito, todavía no la encontré para decirle que estarías aquí. Aparentemente, la criada la llevó a cambiarse de ropa, o algo así, y todavía no bajaron. Sólo vine a decirte que no te preocupes . Ella pronto estará en la fiesta y le pediré que me muestre el jardín y la traeré hasta aquí.
Adrian miró a su primo lleno de sorpresa.
- Quieres decir entonces que vos todavía no le diste el recado a ella?
- No, como te dije, desde que llegué ella ha estado en el cuarto.
- Cómo entonces ella recibió mi recado? - Adrian se extrañó. - Pensé que vos habías tenido problema en conversar a solas con ella y que le habías pasado una nota.
- No. - Reginald frunció la frente . - Me estás diciendo que Clarissa ya estuvo aquí, que ya la viste?
- Si - Adrian afirmó pensativamente. - Y no te imaginas el susto que me llevé. Cuando llegué , ella estaba flotando, inconsciente, en la fuente. Parece que se chocó con una rama, tropezó y, no se sabe cómo, acabó cayendo dentro de la fuente.
Adrian hizo un movimiento para examinar la fuente y después la senda que llevaba hasta ella.
Reginald tuvo una reacción de enojo y dijo :
- Lady Crambray es una idiota. La chica va a acabar muerta en uno de estos accidentes, y todo por causa de ese ridículo prejuicio de no permitir que ella use anteojos.
- Comienzo a preguntarme si realmente son accidentes - respondió Adrian, preocupado.
- Qué pasa por tu cabeza, primo?
- Bien, yo no le mandé ninguna nota a ella. Y si vos tampoco lo hiciste, quién se la envió ?
- Cuando dijiste que ella había estado aquí, pensé que habías cambiado de idea y, por más arriesgado que fuese, habías enviado una nota.
- No, por qué la enviaría si ya habíamos combinado todo. Además, cómo ella no puede leer sin anteojos, jamás le enviaría un recado por escrito.
- La criada podría leerlo.
- Podría, pero sucede que no lo mandé.
- Quién la mandó entonces?
- Eso me gustaría saber. - Adrian dio algunos pasos y fue a examinar las ramas de los árboles . Ninguna parecía tan baja como para que Clarissa se golpease la cabeza. Sólo si ella hubiese salido de la senda, pero ella se habría dado cuenta porque el borde inferior de su vestido se habría enganchado con las plantas que poblaban el camino.
Adrian retrocedió y volvió a examinar a fuente, acordándose de la herida en la frente de ella. Cómo habría sido posible que ella tropezase donde terminaba la senda y que hubiese ido a parar dentro de la fuente? Aunque hubiese quedado atontada y se hubiese mantenido en pie.
- Qué estás buscando?- Reginald preguntó, aproximándose a su primo.
- Clarissa dijo que se golpeó la cabeza con un rama y cree que por eso debe haber perdido el equilibrio y debe haber ido a parar dentro de la fuente.
Reginald miró a su alrededor y después sacudió a cabeza.
- Imposible. No hay ninguna rama más baja que ella por aquí.
- No, no la hay. Pero ella acabó con la cabeza herida y flotando en la fuente. Si yo no hubiese llegado, ella podría haber muerto. Es más, fue lo que imaginé cuando la vi.
Reginald se quedó por un momento en silencio, con la mirada vagando de la fuente a los árboles y de los árboles a la fuente.
- Crees que alguien la haya incentivado a venir hasta aquí con una intención perversa?
Adrian no dijo nada . Todo aquello le parecía ridículo.
Aparentemente tomando el silencio de su primo como una confirmación , Reginald insistió:
- Quién más, fuera de mí, sabe sobre lo de ustedes?
- No lo sé por cierto. Mi madre y Mary saben, pero, por supuesto, que ellas nada tienen que ver con esto. Tal vez Prudhomme también sepa.
- Prudhomme? - Reginald se sorprendió .
Adrian asintió con la cabeza.
- Creo que él estaba en el jardín la noche en que mi madre halló un modo para que estuviésemos a solas y cuando hicimos el picnic. No es que yo lo haya visto, y hasta puedo estar equivocado, pero el otro día él hizo un comentario sarcástico sobre besar a Clarissa a la luz de la luna.

- Hum. - Reginald mostró una expresión de duda. - Y la criada?
- La criada de Clarissa? - Adrian hizo una pausa para pensar. - Creo que Joan sabe algo . Fue ella quien vino a buscar Clarissa porque Lydia la estaba requiriendo . No demostró ninguna sorpresa al verme.
Ambos permanecieron callados por algunos instantes. Entonces Reginald quebró el silencio.
- Cómo puedes tener certeza que no fue un accidente como todos los otros?
- Porque yo no le envié la nota.
- Si, tal vez la nota haya sido una trampa, pero el resto puede haber sido un simple accidente.
- Reginald, si no vemos ninguna rama con la que ella pueda haberse chocado… - Adrian argumentó, agregando: - No puedo dejar de pensar en los otros accidentes . Y si fueron accidentes. Ella se cayó de la escalera, tropezó delante de un carruaje…
- Vamos, Adrian, ahora estás exagerando. Clarissa ve muy poco , no hay nada de sorprendente en que se haya caído de la escalera o tropezado delante de un carruaje.
- Tal vez - Adrian admitió reticentemente. - Debo hablar con ella.
- Creo que ahora ya no da para hacerla venir hasta aquí. Y también se hizo tarde. Si la madrastra mandó a la criada a buscarla, debe estar controlando cada movimiento de Clarissa. Es mejor que desistas por hoy y trazar un nuevo plan para mañana.
Adrian soltó un gruñido que podría ser de aceptación , pero su mirada se detuvo en la ventana del piso superior de la casa. Él vio cuando uno de los cuartos quedó iluminado por la luz de velas y ahora podía ver las siluetas de dos mujeres. La más alta ayudaba a la más baja a desvestirse prenda por prenda. Sólo podrían ser Clarissa y su criada.
- Escuchaste lo que te dije, Adrian?
Reticentemente, él desvió la mirada de la ventana y miró a su primo.
- Qué ?
- Te dije que voy a volver a la fiesta, presento una excusa y me marcho.

- Está bien - Adrian concordó, volviendo a mirar la ventana. Apenas había prestado atención a lo que su primo había dicho , su mente estaba toda concentrada en la escena que se desarrollaba en ese cuarto.
Continuó observando hasta que el cuarto se oscureció nuevamente. Entonces decidió lo que iba a hacer. Tenía que hallar un modo de llegar al cuarto de Clarissa y aguardar la vuelta de ella. Quería interrogarla mejor sobre lo que había sucedido esa noche y sobre los otros accidentes que había tenido . Entonces, se enteraría si había o no motivo para preocuparse .
Satisfecho con su plan, se aproximó a la casa para examinar el árbol que lo llevaría al cuarto de Clarissa. No tendría problema en llegar allá.

- La fiesta acabó más temprano de lo esperado.
Clarissa mostró una leve sonrisa con el comentario de Joan y sacudió los hombros.
- Si, creo que Lydia no debe estar nada contenta. Me escapé antes que las últimas visitas se despidiesen para evitar la rabia de ella.
Todas las grandes fiestas duraban hasta casi la madrugada. Tomando eso en consideración, el baile de Lydia había sido un fracaso. Su madrastra estaba lívida. Ella ya estaba nerviosa cuando todo estaba saliendo bien. Sería imposible estar cerca de ella al día siguiente, reflexionó Clarissa mientras Joan le desabotonaba el vestido.
- Cómo está su cabeza? - Joan preguntó, ayudándola a librarse de la ropa.
Clarissa hizo una mueca de dolor. Por suerte, la rama le había golpeado la cabeza de costado y en lo alto, hiriendola debajo de sus cabellos, pero no era necesario ver la herida para saber que estaba allí. La cabeza le había dolido la mayor parte de la noche. Pero todo lo que dijo, fue:
- Estaré mejor mañana, espero.
- Listo! - dijo la criada, cuando Clarissa terminó de colocarse el camisón . -Le traje un chocolate caliente para ayudarla a dormirse.
- Gracias por todo, Joan. De corazón.
- De nada, mi lady - dijo Joan bajito , encaminándose hacia la puerta. - Duerma bien.
Clarissa se acomodó en la cama. Joan había dejado la vela en la mesita de noche para que ella simplemente la soplase cuando quisiera apagarla. Fue lo que Clarissa hizo, teniendo cuidado de no aproximarse mucho a la llama. La cabeza todavía le dolía mucho y se sentía tan exhausta que ni el delicioso olor a chocolate la animó a tomarlo.
Cuando se acostó, todos sus pensamientos se volvieron hacia Adrian, lamentándose porque hubiesen tenido tan poco tiempo juntos y que ni siquiera hubiesen podido conversar. La vida ganaba colorido cuando él estaba cerca, ella pensó y sonrió , dejandose envolver por el sueño.

sábado, 29 de agosto de 2009

CALAMITOSA CLARISSA - CAPITULO 9 - LYNSAY SANDS

CAPITULO 9


Clarissa soltó un suspiro profundo, sintiendo la tensión del cuerpo aliviarse, al entrar al cuarto tuvo un sobresalto cuando un bulto se aproximó para ayudarla a entrar.
- Disculpe, mi lady - dijo Joan. - No tuve intención de asustarla. Me quedé esperando que volviese para ayudarla a cambiarse de ropa.
- Todo está bien , no te preocupes - Clarissa replicó , cerrando la puerta del cuarto.
Joan comenzó a ayudarla a desvestirse , pero había algo tenso en ella. Pasados algunos minutos, Clarissa no se contuvo y preguntó:
- Qué te pasa? Parece que quieres decirme algo, pues dilo de una vez.
- Disculpe, mi lady - Joan murmuró, expresando finalmente lo que la incomodada: - Su vestido está arrugado, hay una marca roja en su rostro. Parece que le dieron un bofetón. Sus labios están un poco hinchados y oí lo que lady Crambray le dijo sobre lord Mowbray. Está claro que pasó algo entre usted y él, mi lady. dicen que el corazón de él tiene una cicatriz tan fea como la de su rostro …
La voz de Joan quedó trabada en la garganta, y Clarissa le dirigió una mirada de censura.
- Solamente estoy preocupada, mi lady. Usted es muy delicada , bondadosa y hasta un poco ingenua. No querría que él se aprovechase de eso.
Clarissa le dio la espalda, consumida de rabia. Adrian sólo había demostrado bondad y consideración para con ella. Había sido un oyente atento y se había intentado darle todo lo que ella deseaba y extrañaba. Y no había intentado ni una sola vez aprovecharse de ella. Clarissa consideró por un momento decirle a Joan que eso no era asunto de ella, pero Adrian merecía que ella lo defendiese. Además, deseaba tener por lo menos una persona a su lado, aunque fuese una criada.
Sentándose en la silla de la cómoda para que Joan le soltase y le cepillase los cabellos, Clarissa carraspeó y le contó a la criada como habían sido sus encuentros con Adrian, sin omitir ningún detalle.
- El parece un hombre maravilloso - dijo Joan, finalmente. - no tiene nada que ver con las historias que las personas cuentan sobre él.
- El es maravilloso - confirmó Clarissa, secando las lágrimas que insistían en mojar sus ojos. Era ridículo, pero se sentía extremamente agradecida de que su criada tuviese una buena impresión de Adrian.
- Bien - Joan terminó de cepillar los cabellos de Clarissa -, creo que debe continuar viéndolo. Si él le propone un nuevo encuentro, no deje de ir.
- Te parece? - preguntó Clarissa ansiosa.
- Seguro - confirmó la criada, con firmeza, agregando: - Mi lady, no la había visto tan feliz en todo ese tiempo en que trabajo aquí. Sus ojos se iluminan cuando habla de él y su sonrisa se hace todavía más dulce. Es obvio que está enamorada de este hombre.
Clarissa parpadeó sorprendida ante esas palabras y permaneció en silencio. Joan abrió las mantas de la cama, la ayudó a acostarse y le deseó buenas noches, saliendo del cuarto. Las palabras de la criada quedaron flotando en su mente.
Sería verdad, se preguntó . Estaría enamorada de él ?
Clarissa no estaba segura. Todo lo que sabía era que le gustaba Adrian, que vivía aburrida cuando él no estaba cerca y ganaba vida cuando él aparecía. Adrian la hacía reír y le gustaba conversar con él y ahora que la había besado… Era sólo en eso en lo que pensaba, en aquellos besos y en cuando tendría la oportunidad de besarlo nuevamente. Debía estar enamorada. Y era la sensación más hermosa del mundo. No veía la hora de verlo de nuevo.



- Su chal, mi lady.
Clarissa quedó confundida cuando Joan apareció a su lado, extendiéndole un chal.
- Mi chal?
- Si, usted no dijo que estaba sintiendo frío y me pidió que fuera a buscarlo? - Joan confirmó, agachándose en una reverencia para darle un tirón a la falda de Clarissa. - Creo que no conseguimos limpiar todo el ponche derramado en su vestido la noche del baile de Brudman. Tal vez sea mejor cambiarlo.
- Cambiarlo? - preguntó Clarissa agachándose para examinar la falda. No era que iba a poder ver algo, pero estaba segura que ese no era el vestido en el que había derramado el ponche. Ese era el verde.
- Apúrate , Clarissa - dijo Lydia irritada. - Llévala arriba cambiarse, Joan. Ella no puede usar un vestido manchado en mi primer baile como anfitriona. Espero que nadie lo haya notado.
- Nadie lo notó, mi lady - dijo Joan, tomando a Clarissa que por el brazo.
- Pero… - ella comenzó a decir cuando dejaban el salón de baile y era acallada por Joan. La criada no la dejó hablar hasta que llegaron al hall.
- Joan, qué historia es esta? Este no es el vestido en que derramé el ponche.
- Lo sé, mi lady, pero lady Crambray tiene pésima memoria y yo necesitaba sacarla de allá.
- Por qué ?
- Porque hay un muchacho en la puerta con una nota para usted y se rehusa a entregarla a otra persona.
- Dios, qué será?
- No sé, mi lady, pero fue una suerte que yo estuviese pasando por la puerta cuando iba a subir al cuarto, de lo contrario Foulkes la habría abierto y su madrastra se enteraría del contenido.
Clarissa levantó las cejas . Foulkes era mismo muy correcto y, sin dudas, se lo contaría a Lydia. Si por suerte fuese un recado de Adrian, nunca se enteraría del contenido porque su madrastra tomaría el papel y lo quemaría en el acto.
- Será que es de Adrian? - Clarissa le preguntó a Joan, esperanzada. No lo veía hacia una semana, desde la noche del baile de los Devereaux, y lo extrañaba .
- No sé, mi lady, pero si fuese, debe avisarle de no enviar recados de ese modo. Dígale que las próximas veces el muchacho me busque a mí. Si el recado fuese para mí, no habrá sospecha alguna. Puedo alegar que él es mi hermano menor.
Clarissa corrió a abrir la puerta. En la entrada, un muchacho estaba esperándola.
- Esta es lady Clarissa - dijo Joan. - puedes entregarle la nota ahora.
El chico examinó a Clarissa. Tenía ojos enormes y el rostro muy sucio. Él sacó la nota de dentro de su camisa y la entregó.
- Me dijeron que iba a ganarme una moneda por el trabajo.
- Ah! - Clarissa se volvió hacia Joan. - Mi bolsita con monedas está en mi cuarto.
- Toma. - Joan sacó una pequeña bolsita colgada de su falda y le dio una moneda al chico. - Puedes irte ahora.
En este instante, Foulkes apareció y se encaminó en dirección a ellas. Sacando la nota de la mano de Clarissa, la criada la mantuvo consigo, hablando alto mientras subían la escalera:
- Venga, mi lady, es mejor cambiarse la ropa pronto .
Clarissa esperó hasta estar en el cuarto para abrir la nota. Como no podría leer la letra, le pidió a Joan que lo hiciese.
- Sólo está escrito " encuentrame en la fuente y firmado A.M.
- A.M.? Es de Adrian - Clarissa dijo exultante. - Bien… no me voy a cambiar?
A Clarissa le extrañó que la criada comenzase a empujarla hacia la puerta.
- Después - Joan dijo en un tono firme. - Si se cambia la ropa ahora y Adrian arruga su vestido como la última vez, voy a tener que cambiarla de nuevo.
- Tienes razón - Clarissa concordó, ruborizándose al recordar como su vestido había quedado de arrugado. Tal vez él la besase nuevamente, ella se imaginó, sintiendo un calambre en el estomago con la mera idea de que sucediese.
Joan la llevó al piso inferior por la escalera de servicio. Verificó si el corredor estaba libre y la hizo salir por la puerta de la sala de cenar, el lugar más adecuado para evitar visitantes y a la servidumbre. Parándose en la puerta, se volvió hacia ella:
- Cree que puede ir sola?
- Creo que si. - Una de las ventajas de la residencia en la ciudad es que conocía bien todos sus rincones. Estaba segura que podría llegar hasta la fuente sin ayuda.
- Bien, entonces me quedo aguardando aquí para llevarla de vuelta por la escalera de servicio. Así ustedes podrán tener un poco de privacidad. Pero tenga cuidado.
- No te preocupes.
- Tal vez debería acompañarla. Podría…
- Nada de eso. Conozco el camino y llegaré en segundos.
- No, vaya lentamente, por favor. No quiero que se apure y acabe lastimándose - Joan le recomendó.
Clarissa se orientó rápidamente, prestando atención al camino que llevaba al claro donde quedaba la fuente. Como se sintió confiada, apresuró el paso, eufórica ante la perspectiva de ver a Adrian. Bueno, "ver" es una forma de decir.
No viendo una rama delante suyo , Clarissa chocó contra ella. El impacto y el dolor le causaron la sensación de haberse reventado el cráneo. Sin conseguir mantener el equilibrio, tropezó varias veces y supo que se iba a caer.

CALAMITOSA CLARISSA - LYNSAY SANDS - CAPITULO 8

CAPITULO 8



Clarissa quedó inmovilizada con el contacto de los labios de él, que se deslizaron suavemente, pero firmemente sobre los de ella, en una caricia gentil e intensa. Clarissa entreabrió ligeramente los labios en un suspiro, posibilitando que él introdujese la lengua en su boca.
Alarmada, Clarissa se congeló por un momento ante semejante intrusión, sintiéndose muy tensa. Pero el movimiento de la lengua de Adrian dentro de su boca, era tan delicado y tan dulce que su cuerpo se relajó y sus labios se entreabrieron un poco más en total entrega.
A pesar de haberse casado, Clarissa nunca había sido besada. Ella creía que besar era algo poco higiénico, eso porque nunca lo había experimentado. Ahora sentía ahora el placer y la excitación recorriendo su cuerpo. Aferrada a los brazos de él para mantener el equilibrio, al principio ella solamente se dejó besar, pero después respondió con igual ardor.
Adrian soltó un gemido y sus manos se deslizaron por el cuerpo de Clarissa, presionándola contra su propio cuerpo mientras sus labios continuaban exigiendo besos cada vez más profundos.
Clarissa pasó sus brazos alrededor del cuello de él, casi estrangulándolo en la tentativa de tenerlo todavía más cerca. Ella sintió una de las manos de Adrian descender por su espalda , apretándola todavía más hasta que ella rozó en una parte dura del cuerpo de él, sin que, en ese momento, se diese cuenta qué era. Entonces, de repente, él la soltó y se apartó .
Clarissa lo miró a ciegas , consciente de que estaba jadeando. Le llevó un segundo percibir que la respiración de Adrian también estaba acelerada.
Con la voz ronca, Adrian finalmente le dijo :
- Es mejor que entres ahora.
Abrió la puerta y delicadamente pasó la mano por la cintura de ella para que Clarissa entrase, teniendo cuidado en mantener una cierta distancia entre ambos; de lo contrario, no podría resistir la tentación de abrazarla otra vez. Le prometió entonces:
- Pronto te veré nuevamente.
Clarissa oyó la puerta ser cerrada y soltó un largo suspiro. Cerró los ojos por un segundo y sus labios se abrieron en un dulce sonrisa.
Pronto te veré nuevamente. Que cuatro palabritas más lindas, ella pensó, y sintió otras manos envolverla.
- Te divertiste?
- Claro que si. Mira la sonrisa de ella.
Clarissa tuvo un sobresalto, al oír la voz de lady Mowbray y la respuesta de Mary. Ella no había notado que las dos mujeres estaban cerca de la puerta cuando había entrado. Sólo temía que hubiesen sido testigos del beso que Adrian le había dado, pero ninguna de las dos hizo ningún comentario o la reprendió por haber aceptado ese beso. Había risa en sus voces mientras ellas le acomodaban el peinado y alisaban las arrugas de su vestido. Lady Mowbray entonces la acompañó hasta el salón de baile.
Ya estaban cerca del salón cuando la madre de Adrian se volvió para mirarla de frente.
- Clarissa, mi querida. - ella vaciló, respiró profundamente y tomó la mano de Clarissa. - Nunca vi a mi hijo tan feliz como ha estado en este corto período desde que te conoció. Quiero agradecerte por eso. No importa lo que vaya a suceder, muchas gracias .
- El es un hombre muy especial - Clarissa murmuró bajito
, ruborizándose .
- Es una pena que no todos lo vean así - dijo lady Mowbray, con una expresión de tristeza. - Algunas personas no soportan la imagen de la cicatriz de su rostro.
- Como mi madrastra - Clarissa sugirió .
- Ella apenas es una de muchas - lady Mowbray afirmó, dando un pequeño suspiro. - Vamos a entrar. Tu madrastra debe estar con ataque de nervios a esta altura.
Tomándola por el brazo, lady Mowbray la condujo por el salón de baile.
- Ahí están ! - exclamó Lydia, ya de pie. - Pasaron dos horas conversando.
Clarissa no dejó de notar el tono de rabia subyacente a las palabras de su madrastra.
- Es culpa mía - lady Mowbray dijo, sonriendo. - Las niñas se llevaron tan bien que no me rompía el corazón interrumpirlas.
- Muy bien , me alegra eso - respondió Lydia, pero Clarissa se dio cuenta que eso no la había tranquilizado. Algo estaba mal.
- Ahora deseo que en breve ustedes vengan a tomar un té conmigo - invitó lady Mowbray, en un tono alegre, no conociendo a Lydia lo suficiente para percibir lo que se pasaba en su interior. - Voy a invitar a Mary también para que las niñas puedan continuar la conversación.
- Será perfecto - respondió Lydia, forzando una sonrisa . - Hasta entonces. - Se despidió lady Mowbray, con un asentimiento de cabeza, dando un leve apretón a la mano de Clarissa.


Tan pronto como se quedaron a solas, Lydia tomó Clarissa por el brazo y la apresuró a salir de allí.
- A dónde estamos yendo? - ella preguntó cuando cruzaban el salón.
- A casa - respondió Lydia, secamente. Clarissa se mordió el labio, pero se quedó quieta. Al dejar la residencia de los Devereaux, habían tenido que aguardar por algún tiempo el carruaje, pero sólo cuando estaban sentadas dentro del vehículo y con la puerta cerrada Lydia disparó su ataque.
- Estabas demasiado enrojecida y agitada cuando volviste de la visita a Mary. - La voz de Lydia era fría y contenida.
Clarissa permaneció por un momento callada, sintiéndose inquieta.
- Estábamos sentadas al lado de la chimenea. Allá hacía mucho calor.
- Y tus labios todavía están hinchados de besar a lord Mowbray.
- Vos viste .... - Clarissa se congeló por dentro.
-Lo vi - Lydia confirmó furiosa. - Lord Prudhomme quería hablar conmigo y fuimos a dar una vuelta a los jardines . Los Vimos y nos quedamos observando cerca de los árboles cuando vos te dejabas apretar por Mowbray y te refregabas como un animal en…
Lydia hizo una pausa repentina como si el tema la perturbase demasiado como para continuar. Pero Clarissa apenas lo notó, perturbada por la mención de Prudhomme y la vuelta en el parque, recordando claramente lo que había presenciado de tales paseos con otras mujeres.
- Cómo permites que un hombre te toque de es manera..? - vociferó Lydia. - Tienes un buen hombre como lord Prudhomme dispuesto a olvidar tu pasado escandaloso y eliges, una vez más, arruinar todo. Esta vez con Mowbray.
- Prudhomme, es un buen hombre? - Clarissa rebatió con asombro, acordándose en el mismo instante que no había comentado nada de lo que había visto con su madrastra.
- Si, señorita, es un buen hombre - Lydia enfatizó. - Y está dispuesto a olvidar todo: el escándalo, tus calamidades y el beso que vio.
- Cuánta bondad de su parte, no? - Clarissa ironizó. - Y, en contrapartida, supongo que tendré que olvidar los amoríos de él?
- Qué ? De que estás hablando ? - Lydia quiso saber, con exagerada curiosidad en la voz . Clarissa podía asegurar que había pánico en el tono de ella. Cómo le gustaría poder ver bien para ver la expresión de su rostro!
- Estoy hablando de sus amoríos de él con lady Havard y con lady Achard - respondió Clarissa serenamente. - La noche que vos me encontraste en el jardín de la casa de él, yo había acabado de verlo toqueteando a esas dos señoras.
- Cómo? - Lydia preguntó secamente. - Qué quieres decir con eso ?
- Casi me topé con él y lady Achard en el jardín aquella noche, pero me escondí entre los arbustos y oí lo que decían. Parecía que estaban por hacer el amor. El, habiendo jurando fidelidad, maldijo la buena salud de lord Achard por impedirles de asumir su amor públicamente. Después llegó lady Havard para avisar que lord Achard estaba en el baile. Lady Achard salió inmediatamente de allí, y Prudhomme pasó a declarar su amor por lady Havard, maldiciendo de la misma manera lord Havard y, poco después , desapareció bajo la falda de ella.
Siguió un largo silencio. Aunque no pudiese ver expresión de Lydia, Clarissa estaba segura que ella había empalidecido y estaba todavía más segura que su madrastra había algún tipo de relación con Prudhomme.
- Estás mintiendo - Lydia dijo trémula.
- No estoy mintiendo - replicó Clarissa con toda calma y después agregó : - Y yo no estaba sola, no fui la única persona en presenciar todo lo que le conté.
- Quién más lo vio ?
Clarissa vaciló. Ya estaba en apuros por causa de Mowbray y había considerado mejor no mencionar el nombre de él antes. Por otro lado, si convenciese a Lydia que estaba diciendo la verdad, tal vez su madrastra dejaría de hacer que Prudhomme la cortejase.
- Mowbray - Clarissa dijo, finalmente. - puedes preguntarle a él si no me crees.
Clarissa no vio la mano de su madrastra levantarse para darle un cachetazo , pero el dolor que sintió fue profunda y, con el impacto, su cabeza fue arrojada a un lado. Enderezándose Clarissa llevó la mano a su mejilla y se volvió lentamente para encarar a su madrastra.
- Nunca mas tocarás este asunto - Lydia decretó. - Y nunca más verás a Mowbray nuevamente. Nunca más.


Clarissa se mantuvo firme y callada, pero ardía de rabia por por lo sucedido.
La puerta del carruaje fue abierta de su lado. Sin notarlo, ya habían llegado a la casa. Clarissa casi tropezó con su falda en su prisa de dajarse. El lacayo la sujetó por el brazo para impedir que se cayese. Ella murmuró un agradecimiento y se apartó rápidamente, siguiendo apresurada por la senda en dirección a la puerta del frente.
Foulkes, o alguien que ella juzgó ser Foulkes, abrió a puerta al verla aproximarse . Ella subió rápidamente las escaleras, no viendo la hora de estar en la privacidad y la seguridad de su cuarto, pero Lydia la alcanzó antes.
- Clarissa - rugió su madrastra, apretándole el brazo en el momento en que iba a abrir la puerta.
Respirando profundamente, Clarissa se dio vuelta para enfrentarla, pero desistió, no deseando suscitar más rabia en ella.
- Nunca más quiero hablar sobre esta noche - ella repitió con firmeza. - Y vos nunca más verás a lord Mowbray de nuevo. Como pudiste permitir que te tocase… - Lydia todavía estaba furiosa, con la respiración agitada, y sus ojos brillaban ferozmente. - Tu padre nunca me perdonaría si dejase que un hombre te perjudicase. Y Prudhomme tampoco ya no será bienvenido a esta casa. Tener la osadía de cortejarte mientras…
La voz de su madrastra vaciló. Clarissa estaba cada vez más convencida de que Lydia tenía algo con Prudhomme. Si no estuviesen teniendo un amorío, él seguramente debería estar intentándolo . Era evidente el enojo de Lydia.
Después de un momento de silencio, Lydia le dio la espalda y se dirigió a su cuarto, golpeando la puerta.

viernes, 28 de agosto de 2009

CALAMITOSA CLARISSA - CAPITULO 7 - LYNSAY SANDS

CAPITULO 7


- Mierda, primo! Dónde se habían metido?
Clarissa se sobresaltó al oír el comentario irritado de Greville, superponiéndose a la voz suave de Adrian, quien dejó abruptamente de leer, al ver llegar a la figura verde y amarilla.
- Estaban aquí! Dios Santo, hace quince minutos que estoy dando vueltas buscándolos. Estamos atrasados. Quedé en llevar a Clarissa de vuelta después de una hora.
- No puedo creer que ya haya pasado una hora - dijo ella, decepcionada. - Estaba disfrutando tanto la lectura de Adrian.
- El permiso fue sólo de una hora? - Adrian preguntó con una sonrisa amarga, cerrando el libro. - Por qué tan poco tiempo?
- Cuánto crees que Lydia me permitiría? Supuestamente, sólo íbamos a dar un paseo en carruaje - preguntó enojado Reginald, mientras Adrian tomaba la mano de Clarissa para ayudarla a levantarse.
- Si , tienes razón - él concordó, suspirando.
- Qué libro es ese? - Reginald preguntó, cambiando de tema.
- - Es de Pope?
- Si. Clarissa no puede leer sin los anteojos, por eso resolví leer para ella - respondió Adrian medio avergonzado.
Greville no podía creer que ese gesto naciese de su primo Adrian, pero no hizo ningún comentario para no avergonzarlos. En vez de eso, dándole la espalda , los apresuró :
- Vamos, el carruaje nos está esperando y no veo la hora de llegar a casa y sacarme esta ropa ridícula.
Adrian colocó la mano de Clarissa sobre su brazo y siguieron a su primo.
- Gracias, Adrian. Tienes una linda voz y la elección del libro no podría haber sido más perfecta. Me encantó tu lectura.
- Gracias , pero mi intención era leer un poco y después conversar. Creí que estaríamos juntos por más tiempo.
Adrian dejó de hablar para ayudarla a eludir un obstáculo, que le pareció a Clarissa que era un tronco de un viejo árbol , después prosiguió:
- A qué fiesta vas a ir esta noche ?
- A la de los Devereaux.
- Voy a hacer lo posible para verte allá.
- En verdad - Clarissa ponderó -, es mejor que desistas de esa idea. Lydia ya dijo que si vos te apareces en otra fiesta donde estemos, no me dejará estar sola ni por un minuto. Creo que ella sospecha que estuvimos juntos en los jardines de Prudhomme. Lo lamento mucho.
- No debes lamentarlo, ni disculparte. Voy a encontrar un modo de estar en la fiesta.
Antes que Clarissa pudiese decir cualquier otra palabra, ellos ya habían llegado junto al carruaje y Adrian gentilmente la ayudó a subir.
- Hasta la noche.

- Lady Crambray. Qué placer recibirla!
Clarissa despertó del sopor de aburrimiento en que se encontraba y vio una forma nublada. Sería muy malicioso adivinar quien, a excepción de lady Havard y de lady Achard, podía dirigirse a su madrastra de manera tan amable . Pues, en general, ellas eran las únicas personas que hablaban con Lydia, entonces le resultó muy extraño oír a la anfitriona alegar placer de verla.
La propia Lydia parecía sorprendida, observó Clarissa ante la dificultad de su madrastra para retribuir el saludo.
- Lady Devereaux y lady Mowbray. Buenas noches. Muchas gracias por la invitación . Estamos muy contentas de estar aquí, muy contentas , verdad, Clarissa?
Clarissa murmuró un asentimiento, pero su atención estaba centrada en un bulto azul, que sólo podría ser lady Mowbray, la madre de Adrian.
- Entonces vos sos la encantadora Clarissa - la saludó lady Mowbray, con una amplia sonrisa. - Me hablaron mucho de vos, mi querida, tanto mi hijo, como mi sobrino Reginald.
- Reginald Greville es su sobrino? - preguntó Lydia interesada, sin hacer ningún comentario sobre Adrian.
Aunque no quisiese a Clarissa involucrada con Mowbray, su madrastra no era tan tonta como para ignorarlo socialmente. Los Montfort eran muy influyentes en la sociedad, principalmente Isabel Montfort, lady Mowbray. De esa manera, en vez de exigir que Adrian se mantuviese lejos de Clarissa, su objetivo pasó a ser el de intentar evitar cualquier lugar donde él pudiese estar presente.
- Si, él es mi sobrino - lady Mowbray confirmó, sin dejar de notar la falta de comentario sobre Adrian. Por lo menos , fue lo que Clarissa imaginó ante su respuesta sucinta.
- El es un joven encantador - Lydia elogió sonriente. - El salió con Clarissa a dar un paseo por el parque hoy mas temprano.
- Lo supe - respondió lady Mowbray, en un tono de voz divertido.
Clarissa tuvo la clara impresión de que ella sabía sobre la charada que había sido montada, pero fue tomada por sorpresa por sus palabras siguientes:
- En verdad , Reginald habló tanto de Clarissa que mi sobrina, la hermana de él, quiere conocerla.
- Ay, qué gentil! Clarissa necesita hacerse amigas aquí en Londres. Será muy bueno para ella.
Clarissa se mordió el labio, sabiendo que su madrastra imaginaba que esa amistad podría significar un ascenso en el círculo social de los Mowbray. Mary Greville era considerada una de las jovencitas doradas de la sociedad. Tener amistad con ella sólo podría elevar socialmente a cualquier persona.
- Muy bien - dijo lady Mowbray. - Entonces no te va a importar que te la robe por algún tiempo mientras hablas con lady Devereaux.
- Va a llevársela? - Lydia se alarmó , temiendo que Clarissa pudiese tropezar o voltear cualquier cosa, arriesgándose a perder esa "oportunidad de oro".
- Si me lo permites… Mary se torció el tobillo hoy y está obligada a a permanecer en reposo, con el pie levantado, por eso no puede venir hasta Clarissa. Entonces voy a llevarla hasta la sala donde ella está. No te preocupes, estoy segura que las niñas van a llevarse muy bien mientras vos te quedas a ayudar a lady Devereaux.
Aparentemente, Lydia no se había dado cuenta del comentario hecho , pero enseguida preguntó inseguramente :
- Lady Devereaux necesita ayuda?
-Claro que si - lady Devereaux confirmó. -Me contaron que tienes un gusto increíble…
Clarissa no logró oír el resto. Lady Mowbray se apresuró a apartarla de allí y la condujo hasta un hall. Ella la acompañó en silencio, sin saber qué decir. No conocía a lady Mowbray, ni tenía ni la mas mínima idea de lo que estaba sucediendo. Escaparse de las garras de Lydia no era tarea fácil, especialmente después de haber sido atrapada en el jardín de Prudhomme.


- Llegamos - anunció alegremente la madre de Adrian, abriendo la puerta de un salón y haciéndola entrar. - Clarissa, te presento a Mary - dijo lady Mowbray al cerrar la puerta. - Mary, esta es lady Clarissa Crambray.
Clarissa intentó ajustar sus ojos al nuevo ambiente, fijándolos en el bulto rosa que estaba sentado cerca de la chimenea, y sonrió al ser presentada.
- Hola, Clarissa. Qué bueno conocerte.
Clarissa sonrió nuevamente, confundida al constatar que verdaderamente el propósito de lady Mowbray era presentarle a la hermana de Reginald. Procurando disimular su decepción , ella dijo :

- Siento mucho lo que sucedió con tu tobillo.
- Oh, no te preocupes, todo está bien con él - Mary respondió alegremente. - Debo fingir que está torcido solamente por esta noche. Mañana a la mañana estará milagrosamente curado.
Clarissa abrió enormemente los ojos y no logró disimular su cara de asombro, preocupándose con la impresión que estaría causando.
Por la risa espontánea de lady Mowbray, ella, sin duda, hallaba graciosa la situación , y se paró su lado para aclarar :
- El problema de Mary fue inventado un poco antes de venir al baile, cuando Adrian me pidió ayuda para apartarte de tu madrastra. Él creyó que Lydia dificultaría que ustedes se viesen.
- Y usted aceptó ayudarlo? - Clarissa preguntó incrédula.
- Por supuesto, mi querida. Si Adrian está interesado en vos, es con la mayor satisfacción que haré cualquier cosa para ayudarlo.
Clarissa vaciló por un momento y se ruborizó , antes de atreverse a preguntar:
- A pesar del escándalo en que estuve involucrada, mi lady? Creo que ya oyó hablar al respecto…
Siguió un largo silencio. Una vez más Clarissa deseó que pudiese ver lo suficiente para poder controlar su propia expresión facial.
Tomándole las dos manos entre las suyas, lady Mowbray dijo, de manera solemne:
- Ya oí hablar, si, mi querida, sobre tu breve casamiento con el capitán Fielding. Pero en mi opinión , vos no tuviste la culpa . Y, sinceramente, tampoco me importaría si fue un matrimonio verdadero . Vos sos la primer joven por quien Adrian muestra interés en estos últimos diez años. Aunque vos hubieses matado al obispo de Canterbury, yo lo ayudaría también.
Llena de admiración, Clarissa estrechó sus ojos en la tentativa de ver mejor a esa dama que defendía con tanto ardor a su hijo.
- Ahora ven, querida. Mary y yo nos quedaremos conversando aquí mientras vos estás con Adrian. - Abriendo las puertas francesas que daban afuera, pasó el brazo por la espalda de Clarissa, incentivándola a salir del salón.
- Pero ... y si Lydia…
- Nosotras nos ocuparemos de tu madrastra, no te preocupes. Lady Devereaux me debía un favor y hará lo posible por mantenerla ocupada mientras sea necesario. Si no lo consigue, yo misma me ocuparé de ella. Puedes irte… a menos que no desees encontrarte con Adrian?
- Claro que deseo - Clarissa respondió prontamente, al sentir un certo temor en la voz de lady Mowbray.
- Bien, entonces ve.
Clarissa atravesó un corredor ladeado por cortinas y se detuvo vacilante. No lograba ver muy bien , pero le pareció que había una senda delante suyo . Comenzó a caminar insegura cuando, desde los árboles , surgió una sombra que se proyectó en su dirección.
- Que bueno que viniste!
Clarissa se relajó cuando oyó la voz de Adrian. Sabía que él no permitiría que se sintiese insegura y sola en la oscuridad.
- Tu madre halló un modo de alejarme de Lydia.
- Parece que si - dijo él, sonriendo.
- Quedé bastante sorprendida con eso- Clarissa confesó. - Y más todavía al escucharla decir que no le molesta el escándalo del que fui víctima.
- Ah, es verdad, el escándalo… - Adrian murmuró. -
Debes contarme lo que sucedió .
- No sabes nada al respecto? Clarissa preguntó preocupada. - Como su madre dijo que había tenido conocimiento, pensé que vos también sabías.
- De hecho , sé lo que contaron, pero me gustaría de oír la historia de tu boca.
- Ah, en verdad no hay mucho que contar. - Clarissa suspiró y comentó los detalles de como había sido engañada bajo el pretexto que su familia necesitaba ayuda.
- Y ese capitán Fielding se dispuso a casarse con vos para ayudarte a salvar a tu familia - Adrian concluyó en tono cáustico.
- Pues si. Yo pensé que él estaba siendo extremamente bondadoso hasta que más tarde descubrí toda a verdad. - La expresión de Clarissa era seria. - Si no bastase con el escándalo que causó, toda la aventura fue muy cansadora.
- Te resultó cansador casarte? -- Adrian preguntó, bromeando, y Clarissa se encogió de hombros .
- Bien, no hubo de casamiento. Nos paramos delante de un herrero , y en presencia de otra pareja, dijimos: "acepto" y asunto concluido.
- Y la noche de bodas ? - Adrian llegó al punto que deseaba, sin contener la tensión en la voz .
Clarissa frunció el ceño.
- No hubo noche de bodas . El casamiento no podría haber sido anulado si la hubiese habido.
- Quieres decir que él ni siquiera intentó …?
- El fue a buscarme, si, pero habíamos viajado mucho y yo estaba bastante exhausta. - Clarissa bajó la cabeza para esconder su rostro ruborizado. Se sentía muy avergonzada con ese tipo de interrogatorio . - El no me forzó a nada. Se fue a dormir a otro cuarto y me dejó sola.
La tensión que Adrian sentía en su mano posada sobre su brazo se relajó. Clarissa lo miró interrogativamente , deseando, como siempre, poder ver la expresión de él.
- Me alegra saber eso - murmuró Adrian inmediatamente agregando: - No que fuese a culparte o desmerecerte si el casamiento se hubiese consumado. Pero me alegra saber que no se consumó.
Clarissa reflexionó un poco y suspiró.
- Toda la ciudad piensa que si, verdad ?
- Creo que es la opinión que prevalece. El hecho que tu padre te haya llevado al campo para evitar el escándalo es comprensible, pero mantenerte alejada por tanto tiempo suscitó no sólo ese rumor, sino también que había sido engendrado un hijo, que vos estabas criando en el campo.
Clarissa quedó con el mentón caído y se volvió hacia él horrorizada:
- Es eso lo que todos piensan?
- Tal vez no debiese haberte contado - Adrian ponderó, con evidente arrepentimiento.
- No. Es mejor saber lo que se pasa que quedar en la ignorancia. El único problema es que no tengo cómo acabar con esos rumores.
- No creo que deberías hacer algo al respecto . Tal vez la única salida sea aprender a convivir con la habladuría y no preocuparse con lo que las personas piensan.
- Crees que es posible? - Clarissa preguntó, con aire triste.
- No sé. Realmente te importa lo que piensan? Me pareció que te divertías cuando me contaste sobre las tribulaciones causadas por la falta de anteojos que creí que no te importaba este tipo de cosas.
- Normalmente no me importa - ella concordó. - Pero en este caso sólo yo sé lo que sucedió y no sucedió .Pero también sé como es mi carácter. Por eso no soporto cuando cuchichean cerca de mí para que los escuche. Preferiría que me hablasen en la cara, para que yo pudiese defenderme, pero fuera de eso, nunca realmente me incomodó lo que los otros piensan, a excepción de aquellos a quienes quiero bien.
Adrian apretó la mano que reposaba en su brazo y después hizo que Clarissa se detuviese, diciendo:
- Aquí estamos.
Clarissa se volvió y estrechó sus ojos, intentando visualizar mejor el pequeño claro a donde él la había llevado. En el suelo, había un gran cuadrado de diferentes colores , una colcha tal vez , y parecía que había diferentes elementos sobre ella.
- Un picnic? - ella arriesgó vacilantemente .
Adrian se rió y la hizo sentarse en uno de los costados de la colcha.
- Si . Me acordé que dijiste que tu madrastra no te deja comer o beber en público, en veladas como esta, y no quiero que pases ni hambre ni se. Entonces hallé un modo de remediar esa situación. Espero que te guste lo que traje.
Clarissa de por sí era muy corta de vista, y para complicar más la situación , sus ojos se llenaron de lágrimas. Pasó su mirada, casi sin ver, por todos los elementos a su alrededor.
Inmensamente conmovida con tanto cariño y consideración, Clarissa sólo podría creer que Adrian era el más dulce de los hombres.
- Es… - él mostró algo de color claro . Clarissa parpadeó , confundida. - Tu babero , mi lady - dijo, bromeando. - Para evitar cualquier incidente que pueda denunciarnos. Haz de cuenta que soy uno de tus criados y úsalo. Puedo atártelo ?
Clarissa no podía creer en ese gesto tan considerado. Entre lágrimas y risas, concluyó que Adrian era maravilloso.

- Es un babero improvisado - continuó Adrian, colocando una enorme servilleta alrededor del cuello de ella. - Pero fue lo mejor que encontré para que no haya riesgo de ensuciar tu ropa.
- Gracias - Clarissa agradeció, observando Adrian también se acomodaba sobre la colcha. - Todo está perfecto. Y estoy hambrienta.
- Vamos a comer entonces - él propuso satisfecho, disertando sobre el menú . -Tenemos pollo asado, queso, pan, jalea y frutas.
O clima entre ellos no podría ser mejor. Comieron, conversaron y se rieron mucho. Clarissa tenía la sensación de ese estar viviendo el momento más feliz de su vida. Ya habían terminado de comer hacia un tiempo; ella se reía de una historia que Adrian acababa de contar sobre los problemas con un antiguo mayordomo muy peleador , cuando s notó que él se enderezaba y levantaba la cabeza para mirar sobre sus hombros.
Ambos dejaron de reírse y un bulto rosa pálido se aproximó a ellos. Clarissa se dio cuenta que era Mary antes que la joven dijese, casi disculpándose:
- Tu madre me pidió que viniese a decirles que Clarissa debe entrar ahora.
Por un momento se hizo silencio entre ellos, quebrado entonces por Adrian.
- Voy a llevarte inmediatamente. Agradécele a mi madre,
muchas gracias a vos también, Mary, por la ayuda de esta noche.
- Me alegra que hayan aprovechado. Debes haber sido una gran distracción, primo - Mary comentó, con dulzura, dejándolos en seguida.
Clarissa se volvió hacia Adrian, con pena porque esos momentos llegaban a su fi. Ambos se quedaron callados. Él se levantó y le extendió la mano para que ella también se levantase. Al llegar cerca de la puerta donde se habían encontrado, ella lo encaró, seriamente.
- Gracias, mi lord , me encantó el picnic. No me divertía tanto desde que… bien , desde la última vez que nos vimos. Me siento muy afortunada de tener un amigo como vos.
Ella se dio cuenta que Adrian endurecía su cuerpo ante sus palabras, pero la reacción de él pronto quedó clara al manifestar su decepción :
- Un amigo, Clarissa? Es así como me ves?
Ella se sintió enrojecer y bajó la cabeza, murmurando:
- No quiso ser pretensiosa y creer que tu…
Adrian interrumpió las palabras de ella, colocó la mano en su mentón para levantarle la cara y, sin pérdida de tiempo, le cubrió la boca con la suya.

jueves, 27 de agosto de 2009

CALAMITOSA CLARISSA - CAPITULO 6 - LYNSAY SANDS

CAPITULO 6


- Un tal de lord Greville está en la puerta y quiere saber si las ladies Crambray están en casa, para visitarlas.
Clarissa levantó la cabeza del respaldo del sofá en el que estaba sentada y , parpadeando varias veces, intentó ver por encima de la figura del mayordomo, quien estaba en la puerta.
- Quién dijo que es, Foulkes? - preguntó Lydia.
- Lord Greville - el mayordomo repitió, con aire aburrido.
Clarissa se mordió el labio y se controló para no parecer demasiado eufórica . Mowbray estaba cumpliendo lo que había prometido . Su primo había venido en su lugar. Con los dedos cruzados, ella comenzó, internamente, a rezar para que su madrastra no lo despachase y estropease todo.

Por la voz, Lydia parecía estar confundida:
- Pensé que ya conocías a lord Greville.
Clarissa entendió la intención. Si ella ya había tenido un primero encuentro con él, por qué diablos él la buscaría nuevamente?
- Si, lo conozco. Él es un hombre muy agradable.
- Lo sé ! - Lydia no pareció muy convencida. - Podría jurar que oí decir que él…
Cuando hizo una pausa, lady Havard que había venido a tomar el té con ellas y comentó :
- También yo oí comentarios de que él es ... que le gusta la juerga, Lydia, pero creo que son chismes de pura maldad. Envidia, muy probablemente. Él proviene de una buena familia y es bastante amigo del rey.
Clarissa entendía muy bien la razón por la cual lady Havard alentaba a Lydia a permitir las atenciones de Greville. No había duda que era por celos que sentía por Prudhomme. Pero a ella eso poco le importaba. sólo podía agradecer la interferencia de la amiga de su madrastra y, con la respiración contenida, se quedó aguardando el veredicto.
- Muy bien , Foulkes, hazlo entrar.
- Como no, mi lady - Foulkes murmuró, retirándose de la sala.
Clarissa aguardaba con impaciencia, rogando para que el truco saliese bien y pronto pudiese estar con Mowbray nuevamente. Se hizo un súbito silencio en la sala, a la espera de que Foulkes abriese la puerta y confirmase que las damas estaban.
- Muy bien! Déjeme entrar entonces! - una voz alegre reverberó.
El visitante continuó expresando, aparentemente, su satisfacción de que estuviesen en la residencia, sin que Clarissa lograse entender lo que decía.
- Ah, mi ladies! - Las palabras fueron pronunciadas calurosamente.
Clarissa enderezó la espalda, intentando oír lo que o visitante decía.
Lydia, se mostraba encantada y se levantó para recibirlo.
- Lord Greville, qué gentileza venir a visitarnos.
- Ah, no digas nada. El placer es todo mío. - Cruzando la sala, él se encaminó hacia la anfitriona y se curvó para saludarla con un besamano. Después , se volvió hacia el lado en que Clarissa estaba sentada. - Ah, lady Clarissa, siempre tan encantadora. Muy encantadora. - Tomándole la mano, la llevó también a los labios y la besó, dirigiendose entonces a lady Havard. - Qué placer verla, lady Havard! Qué hombre de suerte soy. Tres lindas mujeres en una sola sala.
- Lisonjero , mi lord - Lydia se derritió , - Te gustaría tomar un té?
- Claro, claro. Muy amable.
- Siéntate .
- Gracias .

Hubo un momento de silencio, cuando todos se acomodaron en sus poltronas, a excepción de Clarissa quien no se había movido de su lugar, y después de un intercambio general de sonrisas.
- Qué sorpresa, mi lord . A qué debemos su visita? - Lydia preguntó, sirviéndole el té.

-Deber? - preguntó él, mostrándose asombrado. - No me deben nada. Nunca cobro por mi presencia, por más placentera que sea.
El lanzó una carcajada de un modo casi femenino, haciendo que Clarissa abriese los ojos horrorizada.
Dios del Cielo! Ella era casi ciega; pero no sorda. Ese hombre tenía el mismo tono grave de voz de su primo. Sus palabras habían sido mas que adecuadas. No era el mismo lord Greville que ella había conocido, se dijo a sí misma al oír la reacción alegre de su madrastra y su amiga ante la broma de él.
Pero.. quién sería entonces, Clarissa se preguntó . Con certeza, se ese no fuese el verdadero Greville, Lydia y lady Havard, que tenían una excelente visión, reconocerían al intruso, pero ninguna de las dos se mostró alarmada. Todo en lo que Clarissa podía pensar er que se trataba del auténtico lord Greville, representando un personaje , aunque no lograba entender el por qué de estar comportándose de esa manera. Francamente, él más parecía un poco ... medio ... bastante afeminado.
Cuando eso se le ocurrió , Clarissa se acordó que le había preguntado a Mowbray si su primo no era un libertino y de haberle avisado que, si lo fuese, su madrastra jamás permitiría que saliese con él. Estaba claro que los dos habían decidido sosegar los temores de Lydia con ese personaje afeminado.
Clarissa se maravilló con las dotes actorales de Greville, quien hablaba a las mujeres en un tono confidencial:
- En realidad , estoy estrenando mi nuevo saco y un nuevo sombrero, y me sentía curioso por saber que efecto causarían en las más encantadoras damas de Londres. - Después de dar la explicación, Reginald se levantó y dio una vuelta, para exhibir mejor su traje.
Lydia y lady Havard se rieron como dos niñas ante el galanteo y la exhibición.
- Qué creen? - él preguntó, apostándose delante de Clarissa. - Un buen corte, no?
Clarissa forzó la vista , intentando captar algún detalle de la ropa, pero todo lo que veía era un borrón verde . Fue Lydia quien rompió el silencio para salvarla del papelón.
- Muy elegante, mi lord . Me gustaría tener el nombre de su sastre para dárselo a mi marido.
- Es muy notable - lady Havard concordó.
Aparentemente satisfecho con los elogios, Greville volvió a sentarse con un suspiro de satisfacción.
- Siempre intento estar a la moda. También creo haber combinado la camisa con los pantalones, qué creen?
-Está perfecto - Lydia murmuró indecisa, siendo respaldada por lady Havard con la misma entonación de voz de quien no sabe bien qué decir.
Pero Clarissa no contuvo su curiosidad :
- De qué manera, mi lord ?
Greville le explicó pacientemente, y Clarissa levantó las cejas al imaginarlo usando camisa amarilla , pantalones color caki, combinando con el saco color verde.
El obviamente notó la expresión sorpresa de ella y, apenas disimulando la voz de quien se estaba divirtiendo con la situación, trató de aclarar:
- Creí que usar todo del mismo color sería exageración, por eso opté por la camisa amarilla. No gusta gastar mi dinero y parecer un payaso.
- Naturalmente. Te queda muy bien así, mi lord - Lydia dijo como si estuviese muy al tanto de las tendencias de la moda.
Clarissa comenzó a preocuparse pues temía que después de esa conversación superficial , Lydia no permitiría que saliese con Greville, a pesar de los esfuerzos de él. Pero en ese instante, él sacó el reloj de bolsillo y enderezó su cuerpo en la poltrona.
- Oh, mi reloj dice que es hora de partir - Greville anunció, y Clarissa pensó que él estaba comenzando a exagerar su manierismo.
- Ya? Apenas acabas de llegar . - A pesar do comentario, Lydia parecía aliviada.
- Es hora. En verdad , no planeaba quedar mucho. Mi intención era preguntar si lady Clarissa podría acompañarme en un paseo por el parque. Quiero exhibir mi nuevo figurín en público, pero no me gustaría cabalgar solo, no queda bien.
- Bien… - Lydia vaciló por un momento y miró a lady Havard.
Clarissa casi podía oír los pensamientos de su madrastra. No había duda de que estaba confrontando los rumores sobre el comportamiento libertino de Greville con el caballero amanerada sentado en la sala.
- Lydia, déjalos ir - lady Havard interfirió cariñosamente. - Lord Greville sabrá cuidar muy bien de los dos.
Aparentemente la representación de Reginald había convencido a su madrastra de que no había nada que temer, pues, de otro modo, nis siquiera la interferencia de lady Havard habría surtido efecto.
- Muy bien - ella concordó, sacudiendo la cabeza. - Pero tengan cuidado con no…
Eufórica ante la perspectiva de volver a ver a Mowbray, Clarissa escuchó las indicaciones de siempre. No tocar nada, no caminar sin que lord Greville la guiase, etc, etc, etc. Clarissa ya había oído tantas veces esas recomendaciones que las sabía de memoria. Con cada una, sacudía la cabeza en asentimiento.
Lady Havard los acompañó hasta la puerta y después se apresuró a ir abrir la puerta del carruaje, estacionado en la calle en frente de la residencia de los Crambray, y Clarissa fue alzada al asiento por Greville.

- Gracias a Dios que se acabó!
Clarissa oyó el comentario aliviado de Greville al tomar las riendas de los caballos. El inesperado tono grave y mucho más masculino de su voz actuó como un catalizador, liberando su risa ante toda esa situación. Una carcajada espontánea brotó de sus labios y su rostro se enrojeció .
- Lo siento mucho, mi lord - Clarissa dijo entonces en un sólo aliento. - Debes considerarme terriblemente malagradecida, y eso lejos de mí. Pero es que estaba imaginando la consternación de mi madrastra por intentar acompañar tu conversación sobre moda y no conseguirlo. Ella odia parecer una ignorante.
- Esa es la mayor estupidez - Reginald retrucó de inmediato.
Clarissa pensaba en lo que había oído cuando él agregó :
- Trata a Adrian con cariño. Él tiene muchas cicatrices y no todas son visibles.

Clarissa iba a preguntar qué significaban esas palabras enigmáticas cuando el carruaje se detuvo . En el mismo instante, otro carruaje se emparejó con el de ellos. Era un carruaje cerrado. Clarissa observó ansiosa la puerta ser abierta y un bulto saltar de adentro.
- Veo que todo salió bien.
Clarissa reconoció de inmediato la voz de Mowbray y no se molestó en hacer pregunta que le gustaría haber formulado a Greville. Ella sonrió cuando Adrian se aproximó y con la respiración contenida fue sacada del carruaje y colocada en el suelo .
- Estás en deuda conmigo, primo - murmuró Greville desde su carruaje.
- Lo sé - Mowbray concordó, y Clarissa sintió la risa en su voz. - Nos vamos a quedar cerca, Reggy, así nos encontrarás fácilmente a la hora de llevar a Clarissa a su casa.
- De acuerdo - Greville respondió, sacudiendo las riendas para hacer que el carruaje se pusiese en marcha.
Cuando el vehículo desapareció a lo largo del parque, Adrian propuso que caminar un poco.
- Creo que es preferible a desfilar con el carruaje y quedar expuestos a las miradas de los o nobles, aunque hoy traje el carruaje cerrado - él explicó.
Clarissa vaciló por un momento y, esbozando una sonrisa tímida, aceptó :
- Hiciste bien . No estoy interesada en "estar expuesta" a la mirada de los otros nobles, como parece ser la moda; de cualquier forma, ellos me verían a mí pero yo nunca conseguiría verlos . Además, creo que no sería nada prudente ser vistos en un carruaje cerrado , pues si mi madrastra se llegase a enterar

- Pero estamos usando las máscaras a la moda - Adrian la interrumpió rápidamente. - Nadie nos reconocería.
Clarissa inconscientemente llevó su mano a la máscara que su madrastra había insistido que trajese. Estaba a la moda, en aquella temporada, cabalgar usando máscara, y lo que fuera que estuviese de moda Lydia la obligaba a usar.
- No crees que mi mala vista va a causar algún problema?
Adrian tomó la mano de ella y la colocó sobre su brazo.
- Quédate tranquila, lady Clarissa, no permitiré que ocurra una calamidad.
Clarissa se relajó en el mismo instante ante la actitud de él y se sintió feliz al caminar por una alameda, cuyos árboles y flores lamentablemente no lograba ver en detalle. Agudizando los oídos, después de algún tiempo, ella interrumpió el silencio que ya comenzaba a incomodarla.
- Es ruido de agua lo que oigo, mi lord ?
Adrian miró a su alrededor .
- No me parece - comenzó a decir e hizo una pausa. - Ya hace un buen tiempo que no vengo aquí, por eso no recuerdo bien si estos jardines tienen cascadas o fuentes. -
Pero en el mismo instante, se volvió hacia ella y dijo sonriendo: - Tienes un excelente oído, mi lady. Aunque yo no consiga oírla, acabo de acordarme que hay una fuente cerca de aquí. Vamos a intentar encontrarla!
Pocos minutos después , él vio la fuente y condujo a Clarissa hasta ella. Permanecieron allí por algún tiempo, ambos sintiéndose extrañamente incómodos.
Clarissa fingió estar contemplando el agua delante suyo, pero su mente estaba toda concentrada en el hombre a su lado. Era una agonía estar tan consciente de la presencia de él, y una agonía mayor , el silencio que se interponía entre ellos como una barrera. Ellos parecían haberse entendido tan bien en el baile en que se habían conocido y ahora que estaban solos nada tenían para decir. Era muy desconcertante. Ella buscaba, desesperadamente, en su mente algo para decir cuando Adrian soltó una pequeña carcajada.
- Qué pasa ? - ella preguntó, levantando curiosamente su rostro hacia él.
- Nada… - dijo Adrian, agregando después : - Apenas estaba pensando que soy un idiota, parado aquí casi en estado de pánico, buscando desesperadamente algún tema para conversar, pero parece que perdí toda la capacidad de hablar. - Antes de cualquier protesta, Adrian agregó : - Cuando estoy cerca de vos, lady Clarissa, me pongo nervioso como un adolescente.
- Yo también me siento así - Clarissa admitió tranquilamente. - Y me resulta extraño. No hubo ningún problema las dos veces que estuvimos juntos y no entiendo la razón de que esto suceda ahora.
- Ni yo - Adrian concordó. - Pero, afortunadamente, no soy tan idiota como parezco , por eso traje algo para nos distraernos.
Delicadamente, él volvió a colocar la mano de Clarissa sobre su brazo y comenzaron a apartarse de la fuente. Observando la expresión curiosa de su acompañante, él metió la mano en el bolsillo y sacó un objeto oscuro, colocando la mano de ella sobre el mismo.
- Un libro? - Clarissa preguntó sorprendida.
- Si, un libro. Voy a leerte.
- Leerme?
- Recuerdo que me habías dicho que, entre todas las cosas, lo que más extrañabas de no tener los anteojos era de poder leer. Entonces pensé en leerte algo. No sé si te va a gustar.
- Estoy segura que me va a encantar - Clarissa se apresuró a decir, no solamente conmovida por la atención de él, sino también agradecida de que hubiese encontrado un modo de quebrar el silencio incómodo . - Y dónde será esa lectura? - ella quiso saber.
- Allá hay un árbol que nos va a dar sombra mientras te leo.
- Qué libro elegiste? - ella preguntó curiosa, cuando Adrian eligió un banco para sentar.
- Traje El Rapto de…
- Alexander Pope.
- Eso - él confirmó, obviamente sorprendido de que ella lo conociera. - Te gusta él?
Clarissa sonrió y asintió con la cabeza.
- Bien, entonces voy a comenzar.

miércoles, 26 de agosto de 2009

CALAMITOSA CLARISSA - CAPITULO 5 - LYNSAY SANDS

CAPITULO 5


Adrian y Clarissa finalmente lograron llegar al otro lado del jardín, y Adrian la hizo apresurarse.
- Qué diablos estaban haciendo ellos ? - ella preguntó curiosa y jadeante cuando Adrian la hizo detenerse en otro pequeño claro del bosque.
Mowbray quedó un tanto desconcertado y la miró enternecido.
- Te lo voy a explicar algún día, mi lady. No es momento todavía.
- Por qué ?- ella insistió.
- Porque todavía sos demasiado inocente como para entender ciertas cosas. Te pondrías muy incómoda. Y porque creo que debemos volver al baile - concluyó Adrian, sonando aliviado por encontrar otra excusa.
- No tuvimos la posibilidad de bailar - Clarissa protestó, pensando que, si iba a meterse en problemas, por lo menos podría bailar un poco.
- Queda pendiente para otra vez - Adrian gentilmente le prometió, sonriendo.
- Temo que no habrá una otra vez, mi lord . Lydia ha estado evitando concurrir a los lugares donde vos puedas aparecer. Sólo estamos aquí porque ella pensó que vos no aceptarías la invitación de Prudhomme.
- Entonces es por eso que no lográ encontrarte en ningún otro baile esta semana - Adrian dijo bajito , completando secamente: - Tu madrastra tenía razón, normalmente no vendría a este baile.
- Entonces por qué viniste ? - Clarissa contuvo la respiración después de hacer la pregunta.
- Porque sé que Prudhomme es tu pretendiente y me imaginé que vos vendrías.
- De verdad ? - ella preguntó con una sonrisa .
- Si, de verdad.
Clarissa sintió que Adrian sonreía también. Entonces él pasó delicadamente sus dedos sobre sus ojos, para que dejase de apretarlos y le dijo :
- A mi también me gustó mucho nuestra conversación en el baile de Morrisey t, desde entonces, estaba ansioso por volver a encontrarte.
Una amplia sonrisa iluminó el rostro de Clarissa, expresando todo el placer que sentía ante esas palabras.
- Sólo quería…
- Dime lo que quieres? - Adrian se apresuró a preguntar al verla vacilar.
Clarissa encogió los hombros , entristecida.
- Quería que Lydia no sintiese tanta antipatía por vos.
Ambos aproximaron al salón, pensativos y callados.
Adrian se detuvo e hizo que ella se diese vuelta hacia él.
- Tal vez haya una manera de lograr eso.
- Qué manera? - preguntó Clarissa, en una mezcla de curiosidad y esperanza.
Adrian la miró en silencio, meneando la cabeza en asentimiento, como si concordase con la idea que había tenido . Él apretó la mano que sujetaba el brazo de ella y dijo :
- Clarissa, si mi primo fuese a buscarte en los próximos días y
te ofreciese llevarte de paseo, intenta involucrar a tu madrastra en la conversación.
- Tu primo? - ella preguntó, indecisa.
- Reginald Greville - Adrian aclaró . - Le voy a pedir que te vaya a buscar. Su madrastra lo va a aprobar. Él saldrá con vos, y yo los encontraré en el parque.
Clarissa frunció el ceño, reconociendo el nombre.
- Creo que ya nos conocemos y es poco probable que él acepte ir a buscarme, mi lord .
- El me contó sobre el encuentro con vos.
- Te contó? - ella preguntó deprimiéndose.
- Me contó, si, pero no te preocupes, ya conversé con Reginald respecto a tu problema de visión. Él tendrá placer en ayudarnos.
- Tal vez - murmuró Clarissa en duda. Después , mordiendo el labio y mirando el rostro borroso de él, preguntó con tono ansioso: - El no será un libertino, no ?
Al sentir la vacilación de Adrian, ella se apresuró a explicar:
- Pues esa es la razón de Lydia para oponerse a vos. A pesar de que, en tu caso, estoy segura que ella está equivocada, pero si Reginald fuese un…
-Todo va a salir bien .
Clarissa sintió su corazón acelerase, deseando creer en él, al mismo tiempo no creyendo que algo tan maravilloso pudiese suceder en su vida.
Había tenido muy pocas alegrías en los diez últimos años. Primero la enfermedad de su madre y el terrible episodio con el capitán Fielding… Después que su madre muriese y mientras ella todavía llevaba luto, su padre se había casado con la horrible Lydia. Desde entonces su vida en el campo había sido un verdadero martirio, con Lydia esforzándose en recordarla su vergonzosa experiencia siempre que podía. Era frecuente que la acusase de haber precipitado la muerte de su madre con el escándalo que había traído a la familia.
Clarissa sabía del resentimiento que Lydia sentía por ella y que la culpaba del hecho que su padre evitase ir a Londres. Desgraciadamente , tenía que aceptar que Lydia tenía razón .
La madrastra la detestaba por eso, pues había perdido varias temporadas sociales en Londres y era un secreto de que no veía la hora de librarse de la hija de su marido.
Clarissa también sabía que, en lo que dependiese de Lydia, ella haría cialquier cosa para atar su vida al odioso Prudhomme . Y que ella debía saber muy bien lo traicionero que ese hombre era. Clarissa sospechaba que por algún tiempo ellos dos habían sido mucho más que amigos como las actuales circunstancias demostraban. Ella se preguntaba si eventualmente Prudhomme no le habría jurado amor eterno también a Lydia y si habría maldecido contra la buena salud de su padre. Todo ese cuadro no le sorprendería ni un poco.

- Clarissa!… Clarissa!
La voz de Lydia cortando la noche casi la hizo gritar de susto. Aunque cerca del salón, todavía estaban en la senda que circundaba el bosque y pudieron una vez más meterse entre los arbustos.
- Sh… - Adrian susurró bajito cuando ella abrió la boca para despedirse de él mientras todavía había tiempo.
- - Ve! Ella no me vio. No menciones mi nombre. Dile simplemente que saliste a tomar un poco de aire fresco.
- Está bien - Clarissa susurró.
- Y no te olvides del acuerdo con mi primo. Reginald Greville va a buscarte mañana.
Susurrando unas buenas noches a Adrian, ella volvió a aparecer en la senda y comenzó a dar algunos pasos vacilantes en dirección a la voz de su madrastra.

Adrian aguardó hasta que Lydia y Clarissa entrasen en la casa para salir del bosque. No quiso volver al salón. Siguió por el costado de la casa hasta llegar al patio delantero y solicitó su carruaje.

Ya en el vehículo, ordenó al conductor a llevarlo a una de las casas de juegos de la peor reputación en la ciudad, con la certeza de que encontraría a Reginald allá.
Como esperaba, Adrian encontró su primo jugando y le pareció gracioso el shock que él tuvo al verlo.
- Adrian! - reaccionó Reginald sorprendido, al sentir una palmada en el hombro y volverse para ver quien era. - Pensé que nunca más vendrías por aquí. Desde que volviste de la guerra, parece que renunciaste a este tipo de diversión. Unete a nosostros, siéntate aquí - él propuso, visiblemente contento de tener a su antiguo compañero de vuelta.
Adrian vaciló, después se sentó , poco cómodo como para hablar sobre la razón de estar allí delante de todos. Pero sabía que si se atreviese a sacar Reginald del juego, difícilmente obtendría la ayuda pretendida. Conformándose con pasar algunas horas en ese ambiente de aire viciado, tuvo que ignorar las miradas curiosas dirigidas a su cicatriz y se quedó repasando mentalmente los argumentos que usaría para convencer a su primo tan pronto como saliesen de allí.
- Debes estar loco! - Reginald exclamó.
A la salida de ese antro infernal, Adrian había invitado a su primo a tomar un trago y, finalmente, le ofreció llevarlo en su carruaje hasta su casa dos horas más tarde.
A Adrian le extrañó la reacción de Reginald. No era la que esperaba. Después de haberle explicado sus razones, estaba seguro que él entendería y sería más colaborador.
- Por qué loco?
- Porque es una locura creer que yo de buena voluntad me expondría a ese peligro - Reginald dijo riendo, al entrar en su casa y dirigirse a la biblioteca.
- Qué será de mis herederos, si es que puedo tenerlos, en caso que la calamitosa provoque nuevamente un accidente?
Adrian sacudió la cabeza con desaprobación mientras Reginald se arrojaba en una de las poltronas de cuero al lado de la chimenea. Adrian se encaminó hacia una mesita donde había copas y una botella de whisky.
- Estamos hablando de una muchacha frágil, no de una batalla contra el ejército francés.
- En verdad Clarissa puede hacer más estragos que todo el ejército francés junto - Reginald retrucó .
Adrian apretó los labios y permaneció callado, reflexionando sobre un argumento más convincente mientras servía una copa de whisky para cada uno. Al terminar, colocó la tapa en la botella , tomó las copas y cruzó la sala, diciendo antes de servir a su primo:
- Yo sólo quería que la buscases y la llevases de vuelta. Vos estarías muy poco tiempo con ella, Reggy.
- Lo sé, pero...
- Te lo agradecería mucho - Adrian agregó, entregándole la copa.
Después de algunos minutos de silencio, en que se quedaron mirándose, Reginald tomó un trago y dio un suspiro.
- Está bien - rezongó su primo: - Todo en nombre del amor y del romance… Pero espero que te acuerdes de esto cuando yo precise ayuda.
- Lo recordaré - Adrian aseguró aliviado y se sentó en la poltrona opuesta a la de su primo.
- enojado, mi viejo. Entonces paso a recoger a lady Clarissa mañana y la llevo a dónde?
Adrian vaciló en responder, sabiendo que esa sería la parte más delicada.
- Podemos pensar en eso en un minuto, pero antes necesito hablarte sobre un pequeño detalle.
En sobreaviso por el tono de voz de su primo, Reginald arqueó la ceja.
- Y qué es?
- Es difícil abordar el tema, pero a la madrastra de Clarissa no le gustan los… hombres libertinos. - Observando la reacción de su primo, Adrian expresó su incomodidad moviéndose en la poltrona. - Pensé que tal vez podrías usar con lady Crambray la misma táctica de abordaje que usaste con lady Strummond para convencerla de que dejase salir con su hija.
- Que es esto, Mowbray!
- Bien, funcionó con lady Strummond.
- Si, funcionó, pero…
- Podrá funcionar nuevamente - Adrian insistió. - Estoy seguro . Tienes talento para eso.
- Primo - dijo Reginald con la cara seria -, Una cosa es hacer una trampita para conquistar a alguien para uno mismo, y otra muy diferente para…
- Por favor - Adrian lo interrumpió .
Reginald abrió enormemente sus ojos, estaba incrédulo. Adrian Montfort, conde de Mowbray, nunca decía "por favor". Jamás. Sintiéndose sin salida, volvió sus ojos, con aire pensativo, hacia las brasas de la chimenea y suspiró resignado.
- Está bien.