martes, 25 de agosto de 2009

CALAMITOSA CLARISSA- CAPITULO 3 - LYNSAY SANDS

CAPITULO 3


- Qué escándalo fue ese? - Adrian repitió mas vehementemente.
- Seguramente recuerdes el caso, Adrian. Fue en la temporada después de la batalla de Malplaquet… - Reginald bajó el tono de voz al decir eso, y su mirada se detuvo por un instante en la cicatriz del rostro de su primo, desviándose en seguida al sentir una cierto, incomodidad . - Vos dejaste Londres y retornaste al campo en ese año.
Adrian tuvo una expresión jocosa ante esa frase educada. Él había retornado al campo apenas llegando a la ciudad. El motivo, naturalmente, había sido la la herida que había dejado la cicatriz en su rostro. Una larga cicatriz irregular que descendía en zigzag desde la sien del ojo izquierdo hasta el mentón. Era su recuerdo de la Guerra de Sucesión Española y el punto final de su promisoria carrera militar.
No había sido la única cosa que había llegado a un fin, Adrian consideró, suspirando. También había sido el final de la ancestral y noble familia Montfort, aunque no se hubiese dado cuenta de eso al principio.
Había sido ingenuidad el no darse cuenta que la deformación de su rostro causaría un gran alboroto. No era que esperase pasar desapercibido. No era tan ingenuo . Pero no podría haberse imaginado que algunas mujeres llegarían a desmayarse ante su presencia, y otras se estremecerían de pavor.
Adrian apenas había participado de un baile a su vuelta. Había sido más que suficiente para resolver empacar sus cosas y regresar a su propiedad en el campo, que era a residencia oficial do conde de Mowbray. Su padre todavía vivía en esa época y nada había comentado sobre su repentina decisión de permanecer en la propiedad y ocuparse de la administración.
Después de la muerte de su padre, mientras que el dolor de la pérdida había comenzado a suavizarse un poco, su madre, lady Mowbray, había empezado a hacer una campaña respecto a los deberes de Adrian en relación al apellido de su familia, insistiendo en que él debería casarse y proveer un heredero. Por eso, había tenido varias discusiones con su madre, siempre alegando que nadie iba a aceptarlo con la cara marcada de ese modo, pero ella permanecía sorda a sus palabras.
Pero en definitiva había logrado que él dejase de esconderse en el campo y que aprendiese a aceptar su cicatriz. Con su intransigencia, ella conseguira, después de un año repitiendo las mismas palabras, arrastrarlo de vuelta a la corte.
Adrian, sin embargo, se sentía un monstruo en medio de tanta gente linda y sofisticada. Por lo menos eso era lo que pensaba, hasta que se había sentado al lado de Clarissa.

- Por fin te encuentro, hijo. Qué estás haciendo escondido aquí en este rincón como un niño travieso?
Adrian halló graciosas las palabras da madre, realmente sintiéndose el niño travieso que ella acababa de mencionar. A pesar de eso, le tomó la mano y la llevó a sus labios de manera cortés.
- No estoy escondido en un rincón, madre. Estoy aquí bien expuesto, exhibiendo mi cicatriz para quien la quiera ver.
- Nadie la nota - Lady Mowbray dijo en un tono de censura. Vos te incomodas más de lo que deberías con ella. Con el paso del tiempo, se hizo cada vez más discreta.
- Puede ser - concordó Adrian, lacónicamente. - Por lo menos nadie más se desmayó al verme o salió tomando gritos del salón. - Notando la creciente irritación de su madre, él sonrió , como disculpándose, y cambió de tema . - Reginald iba a contarme sobre el escándalo involucrando a lady Clarissa.
Su madre levantó las cejas .
- Te vi bailando con ella, querido. Cinco piezas seguidas. Me arriesgo a decir que muchas lenguas estarán comentando que deberías ser más prudente.
- Buscaré recordar eso - Adrian respondió de manera ríspida, volviendo su rostro hacia su primo con un aire inquisidor. - Y entonces?

- Ah, si ! - Reginald dirigió una sonrisa a su tía e intentó explicarle a su primo: - Bien, al final del verano de 1710, Clarissa, entonces con apenas doce años, estaba visitando a una amiga aquí en Londres…
- No era una amiga, era la tía de ella, lady Smithson - corrigió lady Mowbray, delicadamente. - Y ella tenía catorce años y no doce.
- Si? - se sorprendió Reginald. - Bien, de todas formas, poco después de su llegada, un criado apareció con un mensaje, supuestamente de la criada de su madre…
- Del médico de su madre - interfirió lady Mowbray.
Adrian se rió del apuro de su primo al verse nuevamente corregido, no notando la expresión sorpresa de su madre al verlo reir. Volviéndose con una infrecuente sonrisa hacia ella, él propuso:
- Como pareces estar más al tanto de los hechos, tal vez puedas explicarme mejor qué fue ese escándalo .
- Claro, mi querido. Aparentemente Clarissa fue visitar a tía sola porque su madre estaba enferma en esa ocasión. Te cuento que ella falleció pocos meses después a consecuencia de esa enfermedad, y lord Crambray se casó con la actual lady Crambray, una mujer de lo más desagradable en todos los sentidos. De cualquier modo .. - prosiguió lady Mowbray -, poco después que Clarissa llegó a la casa de su tía, apareció el criado con un mensaje dirigido a la tía, supuestamente del médico de lady Crambray. Informaba que la madre de Clarissa había tenido un empeoramiento y que la expectativa era que solamente tenía uno o dos días más de vida. La carta contenía recomendaciones para que la tía no alarmase a la niña, revelando toda la gravedad del caso; y que solamente debería decirle a Clarissa que se volviese inmediatamente con el mismo carruaje que la había traído. Por más estúpido que pueda parecer, fue lo que la tía hizo.
- Estúpido por qué ?- Adrian quiso saber.
- El carruaje no tenía identificación, faltaba la el escudo de la familia - explicó Reginald, ansioso por dar su contribución a la historia.
Adrian puso una expresión de sorpresa:
- Y la tía no lo notó?
- Ah, lo notó , si. E incluso le preguntó al criado por ese hecho - aseguró lady Mowbray. - El criado alegó que la rueda del carruaje de la familia se había roto al pasar por un pozo en el camino a Londres, lo que lo había obligado a dejarlo para reparación en una posada al costado del camino y alquilar otro vehículo para terminar el viaje. Esperaba poder recuperarlo en el viaje de vuelta, si estuviese reparada.
- Un justificativo bastante plausible - comentó Adrian.
- Bastante plausible , si - lady Mowbray concordó pensativamente. - Aún así , la tía por lo menos debería haber mandado a una criada con la joven, o hacer algo para garantizar su bienestar y seguridad. Pero no lo hizo. Lady Smithson simplemente empacó a la muchacha y sus pertenencias y la despachó con el supuesto criado en el carruaje.
- Y ese no debía ser un criado - Adrian concluyó .
- Ah, lo era , sólo que no al servicio de la madre de Clarissa. El hombre no la llevó a su casa, sino que la llevó a Coventry. Allá ella fue conducida a una sala reservada donde estaban el capitán Jeremy Fielding y su hermana.
- Fielding? - Adrian se asombró al oír el nombre, como si
una señal de alarma sonase en su memoria.


- Si . El capitán Fielding explicó que, en verdad , su madre estaba bien, en camino de recuperación, y que Clarissa había sido llaamada por su padre. Le contaron una vaga historia de que las se habían complicado súbitamente, y que aunque la intención de él era encontrarla allí, había debido partir antes que ella llegase. Creo que le dijeron que lord Crambray estaba siendo perseguido por las autoridades y que deseaba que Clarissa fuese al encuentro de él. Y que él había contratado al tal de Fielding y a su hermana para llevarla a un lugar seguro. - La expresión de lady Mowbray denotaba desprecio mientras que proseguía: - Naturalmente, Clarissa era solamente una niña y fue fácilmente engañada; me atrevo a decir que, con su uniforme, ese capitán Fielding tenía una figura elegante e imponente. La muchacha lo siguió sin protestar. Viajaron durante dos días, supuestamente desencontrándose con el padre de ella aquí y allá, hasta que llegaron a Carlisle donde el capitán dejó a su hermana y a Clarissa solas en una posada y partió con la excusa de que estaba yendo al encuentro de lord Crambray. Al retornar, Fielding le contó que la familia de ella estaba al borde de la ruina y que la única manera de evitar la pobreza sería que ella se casase con él, lo que su padre deseaba que hiciesen inmediatamente.
- Cómo un casamiento salvaría a la familia de la ruina? - preguntó Adrian, frunciendo la frente.
- No lo sé . - Lady Mowbray se volvió interrogativamente hacia Reginald: - Tienes conocimiento de lo que él planeaba?
- Creo que tiene que ver con la herencia que Clarissa recibiría por parte de su abuelo materno solamente cuando se casase. Una vez casada, ella tendría derecho a la herencia, y las supuestas deudas de su padre podrían ser pagadas, salvando a la familia.
- Hum. - Todos permanecieron callados por un momento, y después Adrian preguntó : - Sospecho que ese Fielding se ofreció como un mártir dispuesto a ayudarla en ese momento de necesidad.
Lady Mowbray asintió con la cabeza, comentando con una leve sonrisa irónica:
- Qué bondad por parte de él, no?
- Muy generoso ! - replicó Adrian.
- Entonces ellos partieron a Gretna Green - se entrometió Reginald, en un tono animado. - Se casaron sin publicar proclamas y sin la presencia de un sacerdote, se casaron teniendo por testigos a una prostituta, un ladrón y un herrero, y en seguida viajaron a Calais en luna de miel.

- Los testigos fueron el dueño de una taberna, un alfarero y un herrero - corrigió lady Mowbray en tono seco. - Y ellos nunca llegaron a Calais, fueron detenidos en el muelle. Mi Dios... - agregó con un toque de malicia -, es interesante como los chismes se entremezclan con los hechos verdaderos, no?
Adrian hallaba gracioso como una mirada de lady Mowbray lograba desconcertar a su primo. Procurando aliviar rápidamente la tensión, preguntó :
- Quién os detuvo?
- El padre de ella, naturalmente. Quiero decir, no fue exactamente el padre. Después que Clarissa partió, la tía recuperó el suficiente sentido común como para preocuparse por la falta de identificación del carruaje y envió un mensaje a lord Crambray, pidiendo noticias de su esposa y comentando su temor de que algo estuviese mal. Crambray contrató varios hombres para buscar a la niña en Gretna Green y, posteriormente, para investigar sobre el barco en que habían sido hechas las reservas para Calais. Parece que Fielding le había dicho a ella que el padre los encontraría allá, pero los enviados del padre acabaron por detenerlos, explicaron que todo había sido una trampa y la llevaron a la humillada niña de vuelta a su casa. Según lo que cuentan ella quedó absolutamente perturbada.
-Y qué sucedió con Fielding? - preguntó Adrian, pensando en la injusticia que Clarissa había sufrido. Obviamente nada de aquello era culpa de ella.
- Bien, al principio él también volvió - explicó lady Mowbray. - Estaba convencido de que el padre de Clarissa no podría hacer nada contra él. Estaban casados, después de todo . Pero el padre de Clarissa es un hombre astuto. Logró que Fielding fuese condenado bajo la acusación de raptar a una menor y consiguió la anulación del casamiento. También inmediatamente llevó a su hija al campo para alejarla del escándalo. No que eso haya ayudado mucho - ella agregó, dando un suspiro.
- Por qué dices eso ? - Adrian preguntó curioso.
- Vamos , porque el hecho de no estuviese aquí en Londres no logró evitar la maledicencia - lady Mowbray explicó apesadumbrada. - El caso era demasiado picante para ser ahogado. Rindió bastante. Hasta se especuló con que el matrimonio hubiese sido consumado ante el descaro demostrado por Fielding al volver. Y el hecho que su padre se la hubiese llevado de la ciudad hizo que las personas se preguntasen si no era para esconder un posible fruto de ese casamiento relámpago.
- Y existió ese fruto? -Adrian no contuvo la pregunta.
- Nadie = sabe - Reginald respondió . - Esta es la primera venida de ella a Londres después de lo sucedido y de eso ya hace diez años.
Adrian miró inquisidoramente a su madre quien parecía estar mejor informada sobre el caso hasta esa fecha. Pero para su decepción , ella simplemente se encogió de hombros e dijo con evidente reticencia:
- Es posible. Después del casamiento, ellos pasaron una noche en una posada, aunque las reservas habían sido hechas en cuartos separados. El barco zarparía al día siguiente del casamiento.
- Y Fielding? - Adrian preguntó.
- El huyó antes que fuese conocida la sentencia del juicio. Lady Witherspoon me contó que él volvió a Inglaterra algunos años después y acabó siendo capturado. En el juicio fue considerado culpable y sentenciado a cinco años de prisión en Newgate. Desde entonces no se supo más de él.
Se hizo un silencio entre ellos. Adrian estaba perdido en sus pensamientos, digiriendo la posibilidad que el breve casamiento de Clarissa pudiese haber sido consumado. Con ese pensamiento en la cabeza, él recorrió con la mirada el salón, inconscientemente buscando a la joven y su madrastra.
- Ellas se fueron poco después de esa escena ridícula en la pista de baile - dijo lady Mowbray, leyendo sus pensamientos.
Adrian miró a su madre asombrado, vio el brillo de los ojos de ella y notó su esperanza de que él estuviese interesado en la muchacha . Y, si. Él estaba interesado.



Entre la conversación que había tenido con Clarissa, mientras estaban sentados, y las cinco piezas musicales que su madre decía haberlos visto bailar, no había transcurrido más de media hora. Pero le parecían perfectos los momentos en que habían estado juntos. Él había sonreído más en ese corto espacio de tiempo que en todos eses años desde que había sido herido. Por primera vez se había sentido entero y sin defectos.
Cualquier mujer que lo hiciese sentirse de ese manera era merecedora de su interés y, si, Adrian tenía que admitirlo, estaba definitivamente interesado en Clarissa, lo que agradaría mucho a su madre . Pero había un problema. El mismo motivo que había permitido que se relajase en presencia de ella era también la fuente do problema. Clarissa no había logrado verlo bien, pero esa era una cuestión temporaria. Su preocupación era lo que sucedería cuando se pusiese los anteojos y viese el horror de hombre con quien había hablado y bailado. Cómo reaccionaría Clarissa ? Huiría muerta de miedo como si él fuese un monstruo? Se desmayaría horrorizada ante la mera visión de él?
Con sólo pensar en cada una de esas alternativas, Adrian sufría.
- Quieres que descubra algo mas sobre esa joven? - lady Mowbray preguntó, sacando a Adrian de sus pensamientos.
El miró a su madre, incapaz de responder. Su corazón decía que si, pero su mente estaba atormentada de miedo.
Subitamente irritado con el tema, Adrian se dio vuelta sin responder y caminó en dirección a la puerta. Había tenido suficiente de la llamada alta sociedad por una noche.

- Tienes prohibido de volver a hablar con lord Mowbray.
En la oscuridad del carruaje, la mirada de Clarissa se dirigió a la silueta de su madrastra.
- Ese es el nombre del caballero con quien estaba bailando? - Clarissa preguntó, solamente entonces, dándose cuenta de que ni el nombre de él sabía. El sabría el de ella?
- Claro ! - Fue la respuesta seca de Lydia, apretando los dientes . - Lord Adrian Montfort, el conde de Mowbray. Y vos te mantendrás bien lejos de él.
Clarissa vaciló, dudando si sería prudente preguntarle a su madrastra por qué estaba tan enojada, pero no logró se contenerse y la pregunta escapó de sus labios:
- Por qué debo permanecer lejos de él? El se comportó como un perfecto caballero y, si es conde…
- El no se comportó como un perfecto caballero - Lydia la contradijo. - Estaba bailando muy pegado a vos cuando no debería ni haberse aproximado sin a debida presentación.
Clarissa mordió sus labios ante esa afirmación . Realmente no había sido muy adecuado por parte de ninguno de los dos.
- Mowbray era muy de andar de juerga en juerga cuando era joven - prosiguió Lydia. - Estropeó la vida y la reputación de muchas jovencitas. Es justo castigo que Dios haya comprometido su apariencia.
Clarissa tragó la protesta que iba a hacer. Sabía que no sería bueno abrir la boca.
- Manténte bien lejos de él. Él no tiene buenas intenciones para vos. Sólo va a jugar con tus sentimientos y va a causar todavía más daño a tu reputación. Tu padre cuenta conmigo para que vos hagas un buen casamiento. Nunca me perdonaría si permitiese que vos te involucrases con ese juerguista en un nuevo escándalo.
Clarissa suspiró con tristeza ante esa sentencia, pero permaneció callada, volviendo sus ojos a la oscuridad de ka noche cortada por el brillo efímero de las luces con el paso del carruaje. No valía la pena discutir. Tragó entonces su rabia, fingió estar distraída y rememoró los momentos que había pasado con Mowbray.
Adrian Montfort, conde de Mowbray, repitió mentalmente, considerando que no podría haber un nombre más adecuado a él. El había sido muy agradable. Tenía una impresión completamente diferente de un conde. Los pocos hombres que había conocido hasta entonces se mostraban arrogantes y fríos con ella, pero Adrian había sido dulce y paciente, comprensivo y alentador. Clarissa no lograba olvidar el sonido de su voz, el aliento con un leve aroma a humo, la firmeza dos brazos alrededor de su cintura cuando bailaban. Se había sentido tan segura… Era difícil creer que él fuese un canalla, corruptor de doncellas.
Un suspiro profundo de su madrastra interrumpió sus pensamientos. Ella procuró fijar los ojos en la figura borrosa en el asiento opuesto.
- Si al menos pudieses ver un poco - se Lydia lamentó súbitamente -, yo no necesitaría nadar preocupandome con tus posibles fantasías respecto a él.
- Por qué ?- Clarissa preguntó llena de curiosidad, refrenando el impulso de decirle que vería muy bien si tuviese sus anteojos de vuelta.
- Porque él es tan feo como sus pecados - Lydia tuvo el placer de decir. - El era uno de los hombres más atractivos de la ciudad, pero participó de una batalla de la Guerra de Sucesión Española y fue gravemente herido en la cara, le quedó con una cicatriz horrible. Él es el tema del momento ahora. Nadie creía que él se atrevería aparecer con la cara de ese modo.
- Somos la pareja perfecta, entonces - murmuró Clarissa. - dos defectuosos, señalados y comentados por todos.
- Qué dijiste ? - Lydia reaccionó enojada.
- Nada. - Clarissa giró el rostro, dando un suspiro profundo.
El carruaje recorría las calles de la ciudad que le parecían una larga mancha oscura. Nada de lo que su madrastra le dijese disminuíra el valor de Mowbray ante sus ojos. Simplemente no creía que Mowbray fuese a hacerle algún mal y sabía que él no era tan feo como su madrastra lo pintaba. Había visto la cicatriz que corría por su rostro cuando él se había aproximado más para hablar con ella. Aunque no viese completamente, no le había parecido tan horrible y el otro lado de su cara era perfecto. Él era increíblemente atractivo . Pero no le contestaría eso a su madrastra.

1 comentario:

bea dijo...

gracias por el 3 capitulo,sigo facinada con la novela ... saludo y a la espera del 4 capitulo ..chao