sábado, 29 de agosto de 2009

CALAMITOSA CLARISSA - CAPITULO 9 - LYNSAY SANDS

CAPITULO 9


Clarissa soltó un suspiro profundo, sintiendo la tensión del cuerpo aliviarse, al entrar al cuarto tuvo un sobresalto cuando un bulto se aproximó para ayudarla a entrar.
- Disculpe, mi lady - dijo Joan. - No tuve intención de asustarla. Me quedé esperando que volviese para ayudarla a cambiarse de ropa.
- Todo está bien , no te preocupes - Clarissa replicó , cerrando la puerta del cuarto.
Joan comenzó a ayudarla a desvestirse , pero había algo tenso en ella. Pasados algunos minutos, Clarissa no se contuvo y preguntó:
- Qué te pasa? Parece que quieres decirme algo, pues dilo de una vez.
- Disculpe, mi lady - Joan murmuró, expresando finalmente lo que la incomodada: - Su vestido está arrugado, hay una marca roja en su rostro. Parece que le dieron un bofetón. Sus labios están un poco hinchados y oí lo que lady Crambray le dijo sobre lord Mowbray. Está claro que pasó algo entre usted y él, mi lady. dicen que el corazón de él tiene una cicatriz tan fea como la de su rostro …
La voz de Joan quedó trabada en la garganta, y Clarissa le dirigió una mirada de censura.
- Solamente estoy preocupada, mi lady. Usted es muy delicada , bondadosa y hasta un poco ingenua. No querría que él se aprovechase de eso.
Clarissa le dio la espalda, consumida de rabia. Adrian sólo había demostrado bondad y consideración para con ella. Había sido un oyente atento y se había intentado darle todo lo que ella deseaba y extrañaba. Y no había intentado ni una sola vez aprovecharse de ella. Clarissa consideró por un momento decirle a Joan que eso no era asunto de ella, pero Adrian merecía que ella lo defendiese. Además, deseaba tener por lo menos una persona a su lado, aunque fuese una criada.
Sentándose en la silla de la cómoda para que Joan le soltase y le cepillase los cabellos, Clarissa carraspeó y le contó a la criada como habían sido sus encuentros con Adrian, sin omitir ningún detalle.
- El parece un hombre maravilloso - dijo Joan, finalmente. - no tiene nada que ver con las historias que las personas cuentan sobre él.
- El es maravilloso - confirmó Clarissa, secando las lágrimas que insistían en mojar sus ojos. Era ridículo, pero se sentía extremamente agradecida de que su criada tuviese una buena impresión de Adrian.
- Bien - Joan terminó de cepillar los cabellos de Clarissa -, creo que debe continuar viéndolo. Si él le propone un nuevo encuentro, no deje de ir.
- Te parece? - preguntó Clarissa ansiosa.
- Seguro - confirmó la criada, con firmeza, agregando: - Mi lady, no la había visto tan feliz en todo ese tiempo en que trabajo aquí. Sus ojos se iluminan cuando habla de él y su sonrisa se hace todavía más dulce. Es obvio que está enamorada de este hombre.
Clarissa parpadeó sorprendida ante esas palabras y permaneció en silencio. Joan abrió las mantas de la cama, la ayudó a acostarse y le deseó buenas noches, saliendo del cuarto. Las palabras de la criada quedaron flotando en su mente.
Sería verdad, se preguntó . Estaría enamorada de él ?
Clarissa no estaba segura. Todo lo que sabía era que le gustaba Adrian, que vivía aburrida cuando él no estaba cerca y ganaba vida cuando él aparecía. Adrian la hacía reír y le gustaba conversar con él y ahora que la había besado… Era sólo en eso en lo que pensaba, en aquellos besos y en cuando tendría la oportunidad de besarlo nuevamente. Debía estar enamorada. Y era la sensación más hermosa del mundo. No veía la hora de verlo de nuevo.



- Su chal, mi lady.
Clarissa quedó confundida cuando Joan apareció a su lado, extendiéndole un chal.
- Mi chal?
- Si, usted no dijo que estaba sintiendo frío y me pidió que fuera a buscarlo? - Joan confirmó, agachándose en una reverencia para darle un tirón a la falda de Clarissa. - Creo que no conseguimos limpiar todo el ponche derramado en su vestido la noche del baile de Brudman. Tal vez sea mejor cambiarlo.
- Cambiarlo? - preguntó Clarissa agachándose para examinar la falda. No era que iba a poder ver algo, pero estaba segura que ese no era el vestido en el que había derramado el ponche. Ese era el verde.
- Apúrate , Clarissa - dijo Lydia irritada. - Llévala arriba cambiarse, Joan. Ella no puede usar un vestido manchado en mi primer baile como anfitriona. Espero que nadie lo haya notado.
- Nadie lo notó, mi lady - dijo Joan, tomando a Clarissa que por el brazo.
- Pero… - ella comenzó a decir cuando dejaban el salón de baile y era acallada por Joan. La criada no la dejó hablar hasta que llegaron al hall.
- Joan, qué historia es esta? Este no es el vestido en que derramé el ponche.
- Lo sé, mi lady, pero lady Crambray tiene pésima memoria y yo necesitaba sacarla de allá.
- Por qué ?
- Porque hay un muchacho en la puerta con una nota para usted y se rehusa a entregarla a otra persona.
- Dios, qué será?
- No sé, mi lady, pero fue una suerte que yo estuviese pasando por la puerta cuando iba a subir al cuarto, de lo contrario Foulkes la habría abierto y su madrastra se enteraría del contenido.
Clarissa levantó las cejas . Foulkes era mismo muy correcto y, sin dudas, se lo contaría a Lydia. Si por suerte fuese un recado de Adrian, nunca se enteraría del contenido porque su madrastra tomaría el papel y lo quemaría en el acto.
- Será que es de Adrian? - Clarissa le preguntó a Joan, esperanzada. No lo veía hacia una semana, desde la noche del baile de los Devereaux, y lo extrañaba .
- No sé, mi lady, pero si fuese, debe avisarle de no enviar recados de ese modo. Dígale que las próximas veces el muchacho me busque a mí. Si el recado fuese para mí, no habrá sospecha alguna. Puedo alegar que él es mi hermano menor.
Clarissa corrió a abrir la puerta. En la entrada, un muchacho estaba esperándola.
- Esta es lady Clarissa - dijo Joan. - puedes entregarle la nota ahora.
El chico examinó a Clarissa. Tenía ojos enormes y el rostro muy sucio. Él sacó la nota de dentro de su camisa y la entregó.
- Me dijeron que iba a ganarme una moneda por el trabajo.
- Ah! - Clarissa se volvió hacia Joan. - Mi bolsita con monedas está en mi cuarto.
- Toma. - Joan sacó una pequeña bolsita colgada de su falda y le dio una moneda al chico. - Puedes irte ahora.
En este instante, Foulkes apareció y se encaminó en dirección a ellas. Sacando la nota de la mano de Clarissa, la criada la mantuvo consigo, hablando alto mientras subían la escalera:
- Venga, mi lady, es mejor cambiarse la ropa pronto .
Clarissa esperó hasta estar en el cuarto para abrir la nota. Como no podría leer la letra, le pidió a Joan que lo hiciese.
- Sólo está escrito " encuentrame en la fuente y firmado A.M.
- A.M.? Es de Adrian - Clarissa dijo exultante. - Bien… no me voy a cambiar?
A Clarissa le extrañó que la criada comenzase a empujarla hacia la puerta.
- Después - Joan dijo en un tono firme. - Si se cambia la ropa ahora y Adrian arruga su vestido como la última vez, voy a tener que cambiarla de nuevo.
- Tienes razón - Clarissa concordó, ruborizándose al recordar como su vestido había quedado de arrugado. Tal vez él la besase nuevamente, ella se imaginó, sintiendo un calambre en el estomago con la mera idea de que sucediese.
Joan la llevó al piso inferior por la escalera de servicio. Verificó si el corredor estaba libre y la hizo salir por la puerta de la sala de cenar, el lugar más adecuado para evitar visitantes y a la servidumbre. Parándose en la puerta, se volvió hacia ella:
- Cree que puede ir sola?
- Creo que si. - Una de las ventajas de la residencia en la ciudad es que conocía bien todos sus rincones. Estaba segura que podría llegar hasta la fuente sin ayuda.
- Bien, entonces me quedo aguardando aquí para llevarla de vuelta por la escalera de servicio. Así ustedes podrán tener un poco de privacidad. Pero tenga cuidado.
- No te preocupes.
- Tal vez debería acompañarla. Podría…
- Nada de eso. Conozco el camino y llegaré en segundos.
- No, vaya lentamente, por favor. No quiero que se apure y acabe lastimándose - Joan le recomendó.
Clarissa se orientó rápidamente, prestando atención al camino que llevaba al claro donde quedaba la fuente. Como se sintió confiada, apresuró el paso, eufórica ante la perspectiva de ver a Adrian. Bueno, "ver" es una forma de decir.
No viendo una rama delante suyo , Clarissa chocó contra ella. El impacto y el dolor le causaron la sensación de haberse reventado el cráneo. Sin conseguir mantener el equilibrio, tropezó varias veces y supo que se iba a caer.

No hay comentarios: