CAPITULO 7
- Mierda, primo! Dónde se habían metido?
Clarissa se sobresaltó al oír el comentario irritado de Greville, superponiéndose a la voz suave de Adrian, quien dejó abruptamente de leer, al ver llegar a la figura verde y amarilla.
- Estaban aquí! Dios Santo, hace quince minutos que estoy dando vueltas buscándolos. Estamos atrasados. Quedé en llevar a Clarissa de vuelta después de una hora.
- No puedo creer que ya haya pasado una hora - dijo ella, decepcionada. - Estaba disfrutando tanto la lectura de Adrian.
- El permiso fue sólo de una hora? - Adrian preguntó con una sonrisa amarga, cerrando el libro. - Por qué tan poco tiempo?
- Cuánto crees que Lydia me permitiría? Supuestamente, sólo íbamos a dar un paseo en carruaje - preguntó enojado Reginald, mientras Adrian tomaba la mano de Clarissa para ayudarla a levantarse.
- Si , tienes razón - él concordó, suspirando.
- Qué libro es ese? - Reginald preguntó, cambiando de tema.
- - Es de Pope?
- Si. Clarissa no puede leer sin los anteojos, por eso resolví leer para ella - respondió Adrian medio avergonzado.
Greville no podía creer que ese gesto naciese de su primo Adrian, pero no hizo ningún comentario para no avergonzarlos. En vez de eso, dándole la espalda , los apresuró :
- Vamos, el carruaje nos está esperando y no veo la hora de llegar a casa y sacarme esta ropa ridícula.
Adrian colocó la mano de Clarissa sobre su brazo y siguieron a su primo.
- Gracias, Adrian. Tienes una linda voz y la elección del libro no podría haber sido más perfecta. Me encantó tu lectura.
- Gracias , pero mi intención era leer un poco y después conversar. Creí que estaríamos juntos por más tiempo.
Adrian dejó de hablar para ayudarla a eludir un obstáculo, que le pareció a Clarissa que era un tronco de un viejo árbol , después prosiguió:
- A qué fiesta vas a ir esta noche ?
- A la de los Devereaux.
- Voy a hacer lo posible para verte allá.
- En verdad - Clarissa ponderó -, es mejor que desistas de esa idea. Lydia ya dijo que si vos te apareces en otra fiesta donde estemos, no me dejará estar sola ni por un minuto. Creo que ella sospecha que estuvimos juntos en los jardines de Prudhomme. Lo lamento mucho.
- No debes lamentarlo, ni disculparte. Voy a encontrar un modo de estar en la fiesta.
Antes que Clarissa pudiese decir cualquier otra palabra, ellos ya habían llegado junto al carruaje y Adrian gentilmente la ayudó a subir.
- Hasta la noche.
- Lady Crambray. Qué placer recibirla!
Clarissa despertó del sopor de aburrimiento en que se encontraba y vio una forma nublada. Sería muy malicioso adivinar quien, a excepción de lady Havard y de lady Achard, podía dirigirse a su madrastra de manera tan amable . Pues, en general, ellas eran las únicas personas que hablaban con Lydia, entonces le resultó muy extraño oír a la anfitriona alegar placer de verla.
La propia Lydia parecía sorprendida, observó Clarissa ante la dificultad de su madrastra para retribuir el saludo.
- Lady Devereaux y lady Mowbray. Buenas noches. Muchas gracias por la invitación . Estamos muy contentas de estar aquí, muy contentas , verdad, Clarissa?
Clarissa murmuró un asentimiento, pero su atención estaba centrada en un bulto azul, que sólo podría ser lady Mowbray, la madre de Adrian.
- Entonces vos sos la encantadora Clarissa - la saludó lady Mowbray, con una amplia sonrisa. - Me hablaron mucho de vos, mi querida, tanto mi hijo, como mi sobrino Reginald.
- Reginald Greville es su sobrino? - preguntó Lydia interesada, sin hacer ningún comentario sobre Adrian.
Aunque no quisiese a Clarissa involucrada con Mowbray, su madrastra no era tan tonta como para ignorarlo socialmente. Los Montfort eran muy influyentes en la sociedad, principalmente Isabel Montfort, lady Mowbray. De esa manera, en vez de exigir que Adrian se mantuviese lejos de Clarissa, su objetivo pasó a ser el de intentar evitar cualquier lugar donde él pudiese estar presente.
- Si, él es mi sobrino - lady Mowbray confirmó, sin dejar de notar la falta de comentario sobre Adrian. Por lo menos , fue lo que Clarissa imaginó ante su respuesta sucinta.
- El es un joven encantador - Lydia elogió sonriente. - El salió con Clarissa a dar un paseo por el parque hoy mas temprano.
- Lo supe - respondió lady Mowbray, en un tono de voz divertido.
Clarissa tuvo la clara impresión de que ella sabía sobre la charada que había sido montada, pero fue tomada por sorpresa por sus palabras siguientes:
- En verdad , Reginald habló tanto de Clarissa que mi sobrina, la hermana de él, quiere conocerla.
- Ay, qué gentil! Clarissa necesita hacerse amigas aquí en Londres. Será muy bueno para ella.
Clarissa se mordió el labio, sabiendo que su madrastra imaginaba que esa amistad podría significar un ascenso en el círculo social de los Mowbray. Mary Greville era considerada una de las jovencitas doradas de la sociedad. Tener amistad con ella sólo podría elevar socialmente a cualquier persona.
- Muy bien - dijo lady Mowbray. - Entonces no te va a importar que te la robe por algún tiempo mientras hablas con lady Devereaux.
- Va a llevársela? - Lydia se alarmó , temiendo que Clarissa pudiese tropezar o voltear cualquier cosa, arriesgándose a perder esa "oportunidad de oro".
- Si me lo permites… Mary se torció el tobillo hoy y está obligada a a permanecer en reposo, con el pie levantado, por eso no puede venir hasta Clarissa. Entonces voy a llevarla hasta la sala donde ella está. No te preocupes, estoy segura que las niñas van a llevarse muy bien mientras vos te quedas a ayudar a lady Devereaux.
Aparentemente, Lydia no se había dado cuenta del comentario hecho , pero enseguida preguntó inseguramente :
- Lady Devereaux necesita ayuda?
-Claro que si - lady Devereaux confirmó. -Me contaron que tienes un gusto increíble…
Clarissa no logró oír el resto. Lady Mowbray se apresuró a apartarla de allí y la condujo hasta un hall. Ella la acompañó en silencio, sin saber qué decir. No conocía a lady Mowbray, ni tenía ni la mas mínima idea de lo que estaba sucediendo. Escaparse de las garras de Lydia no era tarea fácil, especialmente después de haber sido atrapada en el jardín de Prudhomme.
- Llegamos - anunció alegremente la madre de Adrian, abriendo la puerta de un salón y haciéndola entrar. - Clarissa, te presento a Mary - dijo lady Mowbray al cerrar la puerta. - Mary, esta es lady Clarissa Crambray.
Clarissa intentó ajustar sus ojos al nuevo ambiente, fijándolos en el bulto rosa que estaba sentado cerca de la chimenea, y sonrió al ser presentada.
- Hola, Clarissa. Qué bueno conocerte.
Clarissa sonrió nuevamente, confundida al constatar que verdaderamente el propósito de lady Mowbray era presentarle a la hermana de Reginald. Procurando disimular su decepción , ella dijo :
- Siento mucho lo que sucedió con tu tobillo.
- Oh, no te preocupes, todo está bien con él - Mary respondió alegremente. - Debo fingir que está torcido solamente por esta noche. Mañana a la mañana estará milagrosamente curado.
Clarissa abrió enormemente los ojos y no logró disimular su cara de asombro, preocupándose con la impresión que estaría causando.
Por la risa espontánea de lady Mowbray, ella, sin duda, hallaba graciosa la situación , y se paró su lado para aclarar :
- El problema de Mary fue inventado un poco antes de venir al baile, cuando Adrian me pidió ayuda para apartarte de tu madrastra. Él creyó que Lydia dificultaría que ustedes se viesen.
- Y usted aceptó ayudarlo? - Clarissa preguntó incrédula.
- Por supuesto, mi querida. Si Adrian está interesado en vos, es con la mayor satisfacción que haré cualquier cosa para ayudarlo.
Clarissa vaciló por un momento y se ruborizó , antes de atreverse a preguntar:
- A pesar del escándalo en que estuve involucrada, mi lady? Creo que ya oyó hablar al respecto…
Siguió un largo silencio. Una vez más Clarissa deseó que pudiese ver lo suficiente para poder controlar su propia expresión facial.
Tomándole las dos manos entre las suyas, lady Mowbray dijo, de manera solemne:
- Ya oí hablar, si, mi querida, sobre tu breve casamiento con el capitán Fielding. Pero en mi opinión , vos no tuviste la culpa . Y, sinceramente, tampoco me importaría si fue un matrimonio verdadero . Vos sos la primer joven por quien Adrian muestra interés en estos últimos diez años. Aunque vos hubieses matado al obispo de Canterbury, yo lo ayudaría también.
Llena de admiración, Clarissa estrechó sus ojos en la tentativa de ver mejor a esa dama que defendía con tanto ardor a su hijo.
- Ahora ven, querida. Mary y yo nos quedaremos conversando aquí mientras vos estás con Adrian. - Abriendo las puertas francesas que daban afuera, pasó el brazo por la espalda de Clarissa, incentivándola a salir del salón.
- Pero ... y si Lydia…
- Nosotras nos ocuparemos de tu madrastra, no te preocupes. Lady Devereaux me debía un favor y hará lo posible por mantenerla ocupada mientras sea necesario. Si no lo consigue, yo misma me ocuparé de ella. Puedes irte… a menos que no desees encontrarte con Adrian?
- Claro que deseo - Clarissa respondió prontamente, al sentir un certo temor en la voz de lady Mowbray.
- Bien, entonces ve.
Clarissa atravesó un corredor ladeado por cortinas y se detuvo vacilante. No lograba ver muy bien , pero le pareció que había una senda delante suyo . Comenzó a caminar insegura cuando, desde los árboles , surgió una sombra que se proyectó en su dirección.
- Que bueno que viniste!
Clarissa se relajó cuando oyó la voz de Adrian. Sabía que él no permitiría que se sintiese insegura y sola en la oscuridad.
- Tu madre halló un modo de alejarme de Lydia.
- Parece que si - dijo él, sonriendo.
- Quedé bastante sorprendida con eso- Clarissa confesó. - Y más todavía al escucharla decir que no le molesta el escándalo del que fui víctima.
- Ah, es verdad, el escándalo… - Adrian murmuró. -
Debes contarme lo que sucedió .
- No sabes nada al respecto? Clarissa preguntó preocupada. - Como su madre dijo que había tenido conocimiento, pensé que vos también sabías.
- De hecho , sé lo que contaron, pero me gustaría de oír la historia de tu boca.
- Ah, en verdad no hay mucho que contar. - Clarissa suspiró y comentó los detalles de como había sido engañada bajo el pretexto que su familia necesitaba ayuda.
- Y ese capitán Fielding se dispuso a casarse con vos para ayudarte a salvar a tu familia - Adrian concluyó en tono cáustico.
- Pues si. Yo pensé que él estaba siendo extremamente bondadoso hasta que más tarde descubrí toda a verdad. - La expresión de Clarissa era seria. - Si no bastase con el escándalo que causó, toda la aventura fue muy cansadora.
- Te resultó cansador casarte? -- Adrian preguntó, bromeando, y Clarissa se encogió de hombros .
- Bien, no hubo de casamiento. Nos paramos delante de un herrero , y en presencia de otra pareja, dijimos: "acepto" y asunto concluido.
- Y la noche de bodas ? - Adrian llegó al punto que deseaba, sin contener la tensión en la voz .
Clarissa frunció el ceño.
- No hubo noche de bodas . El casamiento no podría haber sido anulado si la hubiese habido.
- Quieres decir que él ni siquiera intentó …?
- El fue a buscarme, si, pero habíamos viajado mucho y yo estaba bastante exhausta. - Clarissa bajó la cabeza para esconder su rostro ruborizado. Se sentía muy avergonzada con ese tipo de interrogatorio . - El no me forzó a nada. Se fue a dormir a otro cuarto y me dejó sola.
La tensión que Adrian sentía en su mano posada sobre su brazo se relajó. Clarissa lo miró interrogativamente , deseando, como siempre, poder ver la expresión de él.
- Me alegra saber eso - murmuró Adrian inmediatamente agregando: - No que fuese a culparte o desmerecerte si el casamiento se hubiese consumado. Pero me alegra saber que no se consumó.
Clarissa reflexionó un poco y suspiró.
- Toda la ciudad piensa que si, verdad ?
- Creo que es la opinión que prevalece. El hecho que tu padre te haya llevado al campo para evitar el escándalo es comprensible, pero mantenerte alejada por tanto tiempo suscitó no sólo ese rumor, sino también que había sido engendrado un hijo, que vos estabas criando en el campo.
Clarissa quedó con el mentón caído y se volvió hacia él horrorizada:
- Es eso lo que todos piensan?
- Tal vez no debiese haberte contado - Adrian ponderó, con evidente arrepentimiento.
- No. Es mejor saber lo que se pasa que quedar en la ignorancia. El único problema es que no tengo cómo acabar con esos rumores.
- No creo que deberías hacer algo al respecto . Tal vez la única salida sea aprender a convivir con la habladuría y no preocuparse con lo que las personas piensan.
- Crees que es posible? - Clarissa preguntó, con aire triste.
- No sé. Realmente te importa lo que piensan? Me pareció que te divertías cuando me contaste sobre las tribulaciones causadas por la falta de anteojos que creí que no te importaba este tipo de cosas.
- Normalmente no me importa - ella concordó. - Pero en este caso sólo yo sé lo que sucedió y no sucedió .Pero también sé como es mi carácter. Por eso no soporto cuando cuchichean cerca de mí para que los escuche. Preferiría que me hablasen en la cara, para que yo pudiese defenderme, pero fuera de eso, nunca realmente me incomodó lo que los otros piensan, a excepción de aquellos a quienes quiero bien.
Adrian apretó la mano que reposaba en su brazo y después hizo que Clarissa se detuviese, diciendo:
- Aquí estamos.
Clarissa se volvió y estrechó sus ojos, intentando visualizar mejor el pequeño claro a donde él la había llevado. En el suelo, había un gran cuadrado de diferentes colores , una colcha tal vez , y parecía que había diferentes elementos sobre ella.
- Un picnic? - ella arriesgó vacilantemente .
Adrian se rió y la hizo sentarse en uno de los costados de la colcha.
- Si . Me acordé que dijiste que tu madrastra no te deja comer o beber en público, en veladas como esta, y no quiero que pases ni hambre ni se. Entonces hallé un modo de remediar esa situación. Espero que te guste lo que traje.
Clarissa de por sí era muy corta de vista, y para complicar más la situación , sus ojos se llenaron de lágrimas. Pasó su mirada, casi sin ver, por todos los elementos a su alrededor.
Inmensamente conmovida con tanto cariño y consideración, Clarissa sólo podría creer que Adrian era el más dulce de los hombres.
- Es… - él mostró algo de color claro . Clarissa parpadeó , confundida. - Tu babero , mi lady - dijo, bromeando. - Para evitar cualquier incidente que pueda denunciarnos. Haz de cuenta que soy uno de tus criados y úsalo. Puedo atártelo ?
Clarissa no podía creer en ese gesto tan considerado. Entre lágrimas y risas, concluyó que Adrian era maravilloso.
- Es un babero improvisado - continuó Adrian, colocando una enorme servilleta alrededor del cuello de ella. - Pero fue lo mejor que encontré para que no haya riesgo de ensuciar tu ropa.
- Gracias - Clarissa agradeció, observando Adrian también se acomodaba sobre la colcha. - Todo está perfecto. Y estoy hambrienta.
- Vamos a comer entonces - él propuso satisfecho, disertando sobre el menú . -Tenemos pollo asado, queso, pan, jalea y frutas.
O clima entre ellos no podría ser mejor. Comieron, conversaron y se rieron mucho. Clarissa tenía la sensación de ese estar viviendo el momento más feliz de su vida. Ya habían terminado de comer hacia un tiempo; ella se reía de una historia que Adrian acababa de contar sobre los problemas con un antiguo mayordomo muy peleador , cuando s notó que él se enderezaba y levantaba la cabeza para mirar sobre sus hombros.
Ambos dejaron de reírse y un bulto rosa pálido se aproximó a ellos. Clarissa se dio cuenta que era Mary antes que la joven dijese, casi disculpándose:
- Tu madre me pidió que viniese a decirles que Clarissa debe entrar ahora.
Por un momento se hizo silencio entre ellos, quebrado entonces por Adrian.
- Voy a llevarte inmediatamente. Agradécele a mi madre,
muchas gracias a vos también, Mary, por la ayuda de esta noche.
- Me alegra que hayan aprovechado. Debes haber sido una gran distracción, primo - Mary comentó, con dulzura, dejándolos en seguida.
Clarissa se volvió hacia Adrian, con pena porque esos momentos llegaban a su fi. Ambos se quedaron callados. Él se levantó y le extendió la mano para que ella también se levantase. Al llegar cerca de la puerta donde se habían encontrado, ella lo encaró, seriamente.
- Gracias, mi lord , me encantó el picnic. No me divertía tanto desde que… bien , desde la última vez que nos vimos. Me siento muy afortunada de tener un amigo como vos.
Ella se dio cuenta que Adrian endurecía su cuerpo ante sus palabras, pero la reacción de él pronto quedó clara al manifestar su decepción :
- Un amigo, Clarissa? Es así como me ves?
Ella se sintió enrojecer y bajó la cabeza, murmurando:
- No quiso ser pretensiosa y creer que tu…
Adrian interrumpió las palabras de ella, colocó la mano en su mentón para levantarle la cara y, sin pérdida de tiempo, le cubrió la boca con la suya.
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