Capítulo 1
Londres, 1720
- Mowbray! Que buenos vientos te trajeron a la ciudad?
Lord Adrian Montfort, el conde de Mowbray, desvió a atención de las parejas que bailaban y miró al hombre que se había aproximado a él. Alto, rubio, y tremendamente elegante : Reginald Greville.
Adrian y Greville, su primo, habían sido muy amigos en el pasado . Pero el tiempo y la distancia, habían debilitado esa relación, con una pequeña ayuda de la guerra con España. Ignorando al pregunta de Reginald, él retribuyó el saludo con una leve sonrisa y volvió a mirar a la elegante coreografía de los hombres y mujeres en la pista de baile.
- Está aprovechando la temporada, Greville? - preguntó.
- Mucho. Carne y sangre nuevo. Nuevas caras.
- Nuevas víctimas - Mowbray agregó secamente .
- También. - Reginald se rió. Él era conocido por su éxito en seducir jóvenes inocentes. Hasta ahora no había sido expulsado de la ciudad debido a su título y su fortuna.
Sacudiendo la cabeza, Adrian esbozó una sonrisa pálida.
- No te cansas nunca de estar cazando. Lamento decir que todas me parecen lo mismo. Puedo jurar que todas estas son decepcionantemente iguales a las jóvenes que estaban debutando la última vez en que estuve aquí, que - a su vez - eran iguales a las del año anterior.
Su primo halló gracioso el comentario y sacudió a cabeza.
- Hace diez años que no te tomas el trabajo de venir a la ciudad, Adrian. Las jóvenes de entonces están casadas y criando hijos , o en camino a convertirse en solteronas.
- Diferentes caras, mismas damas - Adrian dijo, encogiéndose de hombros .
- Tanto cinismo - lo censuró Reginald - Suenas como un viejo.
- Solamente un poco más viejo - Adrian lo corrigió. - Más viejo y más sabio.
- No tan viejo! - Reginald insistió, riendo y volviendo a mirar a las personas que se movían delante de ellos. - Además, hay algunas verdaderas bellezas este año. Esa rubia, por ejemplo, o la morena que está con Chalmsly.
- Hum. - Adrian las observó . - Corrígeme si estoy equivocado, pero creo que esa morena, por más encantadora que sea, solamente tiene aire en la cabeza. Así como lady Penélope a la que vos sedujiste la última vez que estuve aquí.
Reginald abrió enormemente sus ojos sorprendido con el comentario.
- Y la rubia - Adrian continuó, examinando a la joven en cuestión - Es hija de padres comerciantes, muy adinerada, y enbusca de un candidato que tenga título de nobleza para casarse. Más o menos como Lily Ainsley, otra de tus conquistas.
- Acertaste - Reginald admitió, pareciendo un poco incrédulo. Alternando con su mirada de una mujer a la otra, él se rió: - Ahora me estropeaste todo. Yo estaba considerando prestarle atención a una de ellas, o a ambas, pero, después de lo que dijiste, ellas perdieron el encanto. - Frunciendo el ceño , Reginald esbozó una reacción : - Ah, pero conozco a alguien a quien no podrás analizar con tanta facilidad.
Tomando a Adrian por el brazo, él obligó a su primo a circular hasta el otro lado del salón, y luego se detuvo.
- Allá está ella! - Reginald dijo, satisfecho. - Esa joven con el vestido amarillo. Lady Clarissa Crambray. Te desafío a que nombres a alguien de tu última temporada con quien compararla.
Adrian examinó la joven en cuestión . De apariencia muy delicada, y adorable como un pimpollo rosa recién abierto. Tenía cabellos castaño oscuros, carita redonda, ojos grandes y expresivos y labios carnosos, y parecía tan deprimida al observar a su alrededor como jamás había visto a cualquier otra joven. Su curiosidad fue despertada.
- De la última temporada? - preguntó.
- Claro - confirmó Reginald divertido.
- Por qué no está bailando? Una belleza como ella debería estar con todas los bailes comprometidos.
- Nadie se atreve a sacarla, y, si vos quieres conservar íntegros tus pies, es mejor que tampoco lo hagas.
Adrian levantó las cejas interrogativamente .
- Ella es ciega como un murciélago y un peligro para los pies... piernas.. cabezas .., cuerpos en general - le avisó Reginald, sacudiendo la cabeza en confirmación ante la mirada incrédula de Adrian. - De verdad, ella no puede dar un paso sin pisarte el pie y tropezar. Después de tropezar , se engancha con alguna prenda tuya y a continuación terminas derrumbado en el piso . Tropezar es el modo de caminar de ella. - Reginald hizo una pausa, evaluando la expresión de Adrian. - Sé que no me crees . Yo tampoco lo creía. - Reginald se volvió para mirar al joven y continuó: - Yo fui advertido, pero no quise escuchar y la invité a cenar - Reginald dijo, observando a Adrian. - Usaba pantalones oscuros esa noche… desgraciadamente . Ella confundió mi regazo con la mesa y colocó una taza de té sobre mi... entrepierna. O, mejor dicho , lo intentó. La taza se volcó... - Reginald demostró su disgusto con el mero recuerdo. - Pobre de mí, me quemó hasta las pelotas.
Adrian miró a su primo y lanzó una carcajada .
- Claro. Ríete. Pero si nunca puedo concebir un hijo, legítimo o no, será por culpa exclusiva de lady Clarissa.
Sacudiendo la cabeza, Adrian se rió todavía más, y eso le hizo muy bien. Hacia años que no hallaba la mínima gracia en nada. Pero la imagen de esa linda florcita , confundiendo el regazo de su primo con una mesa y volcando una taza de té era valiosa.
- Y qué hiciste ? - Adrian finalmente preguntó.
Reginald meneó la cabeza y levantó las manos en un gesto de desaliento.
- Qué podría hacer? Actué como si nada hubiese sucedido, me quedé adonde estaba e intenté no llorar de dolor. - Miró nuevamente a la joven con un suspiro. - Y , la verdad sea dicha, creo que ella ni siquiera se dio cuenta de lo que había hecho. Dicen que ella ve bien con anteojos, pero que es demasiado vanidosa como para usarlos.
Todavía sonriendo, Adrian siguió la mirada que su primo le dirigió a la joven, observando con atención su aire tristón.
- No, ella no es vanidosa - Adrian ponderó, viendo a una mujer mayor al lado de Clarissa murmurarle algo , y luego levantarse para salir.
- Bien… - Reginald iba a decir algo , pero se detuvo cuando Adrian mostró intención de dirigirse a la joven. Sacudiendo la cabeza, él balbuceó : - Fuiste advertido.
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