CAPITULO 10
AL oír una voz ansiosa repetir y repetir su nombre, Clarissa finalmente despertó. Le llevó algunos segundos darse cuenta que era la voz de Adrian. Parpadeando, sintió dificultad para abrir los ojos por el dolor. No era el dolor de un chichón en la cabeza, sino el dolor de martillazos en su frente que latía en agonía. Clarissa volvió a cerrar los ojos.
- Gracias a Dios - Adrian susurró en su oído, y ella sintió un beso en su frente.
- Adrian? -. Se esforzó a abrir los ojos. El rostro de él casi estaba en foco y se mostraba preocupado, contemplándola.
- Cómo te sientes ? Cuando te vi dentro de la fuente, me asusté tanto. Pensé que estabas muerta.
- Dentro de la fuente? - Clarissa preguntó confundida y levantó la mano para tocar el rostro de él, con agua goteando en su piel. - Es por eso que estoy mojada?
- Te caíste en la fuente - comenzó Adrian lentamente, como si así fuese más fácil para ella entender. Él procuró levantarla un poco. - Cómo te sientes ? Tienes visión doble?
- Creo que no, solamente la simple y deficiente como siempre. - Clarissa se sentó , consciente de la oscuridad que los rodeaba. Podía ver lo suficiente como para saber que estaban al lado de la fuente. Adrian también estaba mojado. Él debía haber saltado a la fuente para sacarla del agua.
A pesar de su escasa visión, reconocía perfectamente los contornos de la fuente. Ella siempre iba allá. Había sido su lugar favorito cuando era niña. Era enorme de diámetro y base, pero bastante poco profunda. Pero Contenía suficiente agua como para alguien se ahogase.
- Cómo puede haber ido a parar a la fuente? Qué estaba haciendo?
- Flotando - Adrian explicó. - Pensé que te habías ahogado.
-Entonces ... me caí? - ella se acordó de haberse apresurado para ir al encuentro de él. Se acordó de haberse golpeado con una rama y haber tropezado. Al tropezar, seguramente había sido lanzada hacia adelante y había caído en la fuente.
- Tuve un shock al verte en la fuente. Cómo fuiste a parar allá adentro ?
- Venía a encontrarte, como vos me pediste en la nota, y me golpeé la cabeza con un rama. Recuerdo haber tropezado antes de que todo se pusiese oscuro. Debo haberme caído en la fuente.
- En la nota? - Adrian preguntó sorprendido, sin prestar atención a más nada.
- Claro, tu recado. Yo…
- Mi lady!
Ambos se dieron vuelta para mirar a la figura oscura que salía de la senda y se caminaba en dirección de ellos.
- Quiera perdonar mi intromisión, pero su madrastra está buscandola. Debemos ir, mi lady. Todavía debe cambiarse la ropa y… - Joan interrumpió lo que iba a decir cuando se dio cuenta que Clarissa estaba mojada. - Qué sucedió con su vestido?
- Todo está bien , Joan. Creo que me mojé un poquito. - dijo Clarissa, siendo ayudada por Adrian a levantarse.
- Oh! Sabía que debía haberla acompañado. - Joan sacudió la cabeza , y luego pareció exasperada al decir: - La próxima vez seré más insistente! Ahora vamos.
- Debo irme. Es una pena que no hayamos tenido la oportunidad de conversar, mi lord - Clarissa se disculpó ante la insistencia de su criada. - Todo porque vine lo más rápidamente que pude al recibir tu nota.
- Nota? - Adrian repitió, pero las dos ya habían desaparecido en la oscuridad por la senda que llevaba a la casa. Él no había enviado ninguna nota , pero tal vez Reginald hubiese hallado difícil hablar a solas con ella y le hubiese enviado el recado por escrito.
Le había pedido a su primo que buscase a Clarissa cuando llegase y que le pidiese una cita junto a la fuente. Adrian se estremeció y pasó las manos por el rostro como que para borrar el recuerdo de verla desmayada. Aquello era la última cosa que podría haberse imaginado al escalar el portón del fondo. Todo ese plan era fruto de la desesperación . Hacia una semana que no veía a Clarissa y que la había besado. Esa noche había sido perfecta . Todo lo que había planeado había funcionado magníficamente. El picnic había sido
un éxito. Ella se había mostrado feliz. El beso había sido un premio inesperado. Él no había especulado con tomar cualquier iniciativa , pero ella estaba en sus brazos, con los ojos brillando, y los labios, tan suaves , eran una invitación que no podía ser rehusada.
Pero después de besarla, Adrian se había dado cuenta que había cometido un error. Clarissa era tierna e inocente y se había derretido con el contacto como manteca sobre pan caliente, incitandolo a querer mucho más que simplemente besarla. Por eso había tenido que controlarse y separarse de forma abrupta. Al dejar la casa de los Devereaux, estaba completamente excitado y ansioso por verla de nuevo.
Adrian había hecho muchos planes desde entonces para, en otras fiestas, poder separarla de su madrastra y pasar nuevos momentos a solas. Seguramente necesitaría contar con la ayuda de su madre, de sus primos y hasta de sus amigos. Pero nada había adelantado con tantos planes. Clarissa y Lydia no habían aparecido en ningún baile desde entonces.
Como último recurso, él había acabado contratando a alguien para saber la razón por la cual ellas no estaban compareciendo a ningún evento y para descubrir situaciones en las que pudiese verla. Uno de los criados fue sobornado, pero la información que llegó fue que, aparentemente, no estaba sucediendo nada en especial, nadie estaba enfermo en la casa y las dos no habían salido de la residencia en toda la semana . Lady Crambray sencillamente había declinado todos las invitaciones a bailes y no había recibido a ningún visitante. Incluso el mismo Reginald no había logrado visitarlas para proponer un nuevo paseo en carruaje para que pudiese encontrarla.
Adrian ya temía que lady Crambray hubiese - de alguna manera- descubierto el picnic que habían hecho, pero tuvo certeza de eso cuando Prudhomme hizo un comentario sarcástico al encontrarse en uno de los bailes al que había asistido con la esperanza de ver a Clarissa.
Cuando se enteró del baile que lady Crambray había decidido realizar, Adrian armó un nuevo plan. Sabía que nadie de la familia de él sería invitado, pero uno de los amigos de su primo asistiría y su primo podría acompañarlo, con la única finalidad de establecer una cita con Clarissa . Él escalaría el portón del fondo, iría a la fuente y se quedaría aguardando a Clarissa.
Adrian había salido más temprano que su primo, con la intención de llegar antes que Clarissa a la fuente, por eso había quedado estupefacto al encontrarla flotando, con el vestido y los cabellos brillando bajo la luz de la luna. Había sido una suerte que la fuente fuese poco profunda.
- Adrian?
El escuchó atentamente el susurro de su nombre y observó que o primo se aproximaba.
- Entonces lograste entrar. - Parando al lado de Adrian, Reginald examinó el lugar y sacudió la cabeza en aprobación. - Qué lugar mas agradable.
- Para qué ?
- Para tu encuentro con Clarissa. A propósito, todavía no la encontré para decirle que estarías aquí. Aparentemente, la criada la llevó a cambiarse de ropa, o algo así, y todavía no bajaron. Sólo vine a decirte que no te preocupes . Ella pronto estará en la fiesta y le pediré que me muestre el jardín y la traeré hasta aquí.
Adrian miró a su primo lleno de sorpresa.
- Quieres decir entonces que vos todavía no le diste el recado a ella?
- No, como te dije, desde que llegué ella ha estado en el cuarto.
- Cómo entonces ella recibió mi recado? - Adrian se extrañó. - Pensé que vos habías tenido problema en conversar a solas con ella y que le habías pasado una nota.
- No. - Reginald frunció la frente . - Me estás diciendo que Clarissa ya estuvo aquí, que ya la viste?
- Si - Adrian afirmó pensativamente. - Y no te imaginas el susto que me llevé. Cuando llegué , ella estaba flotando, inconsciente, en la fuente. Parece que se chocó con una rama, tropezó y, no se sabe cómo, acabó cayendo dentro de la fuente.
Adrian hizo un movimiento para examinar la fuente y después la senda que llevaba hasta ella.
Reginald tuvo una reacción de enojo y dijo :
- Lady Crambray es una idiota. La chica va a acabar muerta en uno de estos accidentes, y todo por causa de ese ridículo prejuicio de no permitir que ella use anteojos.
- Comienzo a preguntarme si realmente son accidentes - respondió Adrian, preocupado.
- Qué pasa por tu cabeza, primo?
- Bien, yo no le mandé ninguna nota a ella. Y si vos tampoco lo hiciste, quién se la envió ?
- Cuando dijiste que ella había estado aquí, pensé que habías cambiado de idea y, por más arriesgado que fuese, habías enviado una nota.
- No, por qué la enviaría si ya habíamos combinado todo. Además, cómo ella no puede leer sin anteojos, jamás le enviaría un recado por escrito.
- La criada podría leerlo.
- Podría, pero sucede que no lo mandé.
- Quién la mandó entonces?
- Eso me gustaría saber. - Adrian dio algunos pasos y fue a examinar las ramas de los árboles . Ninguna parecía tan baja como para que Clarissa se golpease la cabeza. Sólo si ella hubiese salido de la senda, pero ella se habría dado cuenta porque el borde inferior de su vestido se habría enganchado con las plantas que poblaban el camino.
Adrian retrocedió y volvió a examinar a fuente, acordándose de la herida en la frente de ella. Cómo habría sido posible que ella tropezase donde terminaba la senda y que hubiese ido a parar dentro de la fuente? Aunque hubiese quedado atontada y se hubiese mantenido en pie.
- Qué estás buscando?- Reginald preguntó, aproximándose a su primo.
- Clarissa dijo que se golpeó la cabeza con un rama y cree que por eso debe haber perdido el equilibrio y debe haber ido a parar dentro de la fuente.
Reginald miró a su alrededor y después sacudió a cabeza.
- Imposible. No hay ninguna rama más baja que ella por aquí.
- No, no la hay. Pero ella acabó con la cabeza herida y flotando en la fuente. Si yo no hubiese llegado, ella podría haber muerto. Es más, fue lo que imaginé cuando la vi.
Reginald se quedó por un momento en silencio, con la mirada vagando de la fuente a los árboles y de los árboles a la fuente.
- Crees que alguien la haya incentivado a venir hasta aquí con una intención perversa?
Adrian no dijo nada . Todo aquello le parecía ridículo.
Aparentemente tomando el silencio de su primo como una confirmación , Reginald insistió:
- Quién más, fuera de mí, sabe sobre lo de ustedes?
- No lo sé por cierto. Mi madre y Mary saben, pero, por supuesto, que ellas nada tienen que ver con esto. Tal vez Prudhomme también sepa.
- Prudhomme? - Reginald se sorprendió .
Adrian asintió con la cabeza.
- Creo que él estaba en el jardín la noche en que mi madre halló un modo para que estuviésemos a solas y cuando hicimos el picnic. No es que yo lo haya visto, y hasta puedo estar equivocado, pero el otro día él hizo un comentario sarcástico sobre besar a Clarissa a la luz de la luna.
- Hum. - Reginald mostró una expresión de duda. - Y la criada?
- La criada de Clarissa? - Adrian hizo una pausa para pensar. - Creo que Joan sabe algo . Fue ella quien vino a buscar Clarissa porque Lydia la estaba requiriendo . No demostró ninguna sorpresa al verme.
Ambos permanecieron callados por algunos instantes. Entonces Reginald quebró el silencio.
- Cómo puedes tener certeza que no fue un accidente como todos los otros?
- Porque yo no le envié la nota.
- Si, tal vez la nota haya sido una trampa, pero el resto puede haber sido un simple accidente.
- Reginald, si no vemos ninguna rama con la que ella pueda haberse chocado… - Adrian argumentó, agregando: - No puedo dejar de pensar en los otros accidentes . Y si fueron accidentes. Ella se cayó de la escalera, tropezó delante de un carruaje…
- Vamos, Adrian, ahora estás exagerando. Clarissa ve muy poco , no hay nada de sorprendente en que se haya caído de la escalera o tropezado delante de un carruaje.
- Tal vez - Adrian admitió reticentemente. - Debo hablar con ella.
- Creo que ahora ya no da para hacerla venir hasta aquí. Y también se hizo tarde. Si la madrastra mandó a la criada a buscarla, debe estar controlando cada movimiento de Clarissa. Es mejor que desistas por hoy y trazar un nuevo plan para mañana.
Adrian soltó un gruñido que podría ser de aceptación , pero su mirada se detuvo en la ventana del piso superior de la casa. Él vio cuando uno de los cuartos quedó iluminado por la luz de velas y ahora podía ver las siluetas de dos mujeres. La más alta ayudaba a la más baja a desvestirse prenda por prenda. Sólo podrían ser Clarissa y su criada.
- Escuchaste lo que te dije, Adrian?
Reticentemente, él desvió la mirada de la ventana y miró a su primo.
- Qué ?
- Te dije que voy a volver a la fiesta, presento una excusa y me marcho.
- Está bien - Adrian concordó, volviendo a mirar la ventana. Apenas había prestado atención a lo que su primo había dicho , su mente estaba toda concentrada en la escena que se desarrollaba en ese cuarto.
Continuó observando hasta que el cuarto se oscureció nuevamente. Entonces decidió lo que iba a hacer. Tenía que hallar un modo de llegar al cuarto de Clarissa y aguardar la vuelta de ella. Quería interrogarla mejor sobre lo que había sucedido esa noche y sobre los otros accidentes que había tenido . Entonces, se enteraría si había o no motivo para preocuparse .
Satisfecho con su plan, se aproximó a la casa para examinar el árbol que lo llevaría al cuarto de Clarissa. No tendría problema en llegar allá.
- La fiesta acabó más temprano de lo esperado.
Clarissa mostró una leve sonrisa con el comentario de Joan y sacudió los hombros.
- Si, creo que Lydia no debe estar nada contenta. Me escapé antes que las últimas visitas se despidiesen para evitar la rabia de ella.
Todas las grandes fiestas duraban hasta casi la madrugada. Tomando eso en consideración, el baile de Lydia había sido un fracaso. Su madrastra estaba lívida. Ella ya estaba nerviosa cuando todo estaba saliendo bien. Sería imposible estar cerca de ella al día siguiente, reflexionó Clarissa mientras Joan le desabotonaba el vestido.
- Cómo está su cabeza? - Joan preguntó, ayudándola a librarse de la ropa.
Clarissa hizo una mueca de dolor. Por suerte, la rama le había golpeado la cabeza de costado y en lo alto, hiriendola debajo de sus cabellos, pero no era necesario ver la herida para saber que estaba allí. La cabeza le había dolido la mayor parte de la noche. Pero todo lo que dijo, fue:
- Estaré mejor mañana, espero.
- Listo! - dijo la criada, cuando Clarissa terminó de colocarse el camisón . -Le traje un chocolate caliente para ayudarla a dormirse.
- Gracias por todo, Joan. De corazón.
- De nada, mi lady - dijo Joan bajito , encaminándose hacia la puerta. - Duerma bien.
Clarissa se acomodó en la cama. Joan había dejado la vela en la mesita de noche para que ella simplemente la soplase cuando quisiera apagarla. Fue lo que Clarissa hizo, teniendo cuidado de no aproximarse mucho a la llama. La cabeza todavía le dolía mucho y se sentía tan exhausta que ni el delicioso olor a chocolate la animó a tomarlo.
Cuando se acostó, todos sus pensamientos se volvieron hacia Adrian, lamentándose porque hubiesen tenido tan poco tiempo juntos y que ni siquiera hubiesen podido conversar. La vida ganaba colorido cuando él estaba cerca, ella pensó y sonrió , dejandose envolver por el sueño.
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