CAPITULO 10
Las nubes llegaron al castillo al mismo tiempo que Fiona. Condujo la yegua hasta el establo, con la pregunta que Tarr le había hecho royéndole el cerebro.
- A veces siento que ya no me considera un enemigo... Entonces , qué soy para vos,?
Era una pregunta lógica. Siempre lo había considerado un enemigo, desde que lo había conocido. Por qué no le había respondido con seguridad? Pero no ... le había murmurado un evasivo "No sé. .."
Por lo tanto era necesario cuestionarse: qué representaba Tarr de Hellewyk en su vida? No quería casarse con él, y al mismo tiempo le gustaba su compañía. Ansiaba las discusiones que mantenían.
Fiona acomodó la yegua y volvió al castillo dispuesta a tener una conversación con Aliss. Pero Tarr, que había dejado el alazán con un muchacho del establo , la alcanzó a medio camino y comenzó a caminar a su lado, haciéndola sentir un torbellino de emociones. Cómo era posible?, se preguntó a sí misma. Acababa de dejarlo, y él ya le parecía más atractivo que antes.
Tarr la miraba sin decir nada, y sus ojos estaban muy serios.
Tarr me desea... a mí. .. Fiona...
Podía sentir eso como si fuese algo concreto, en los labios sensuales y en los pasos decididos del caballero, que parecían decirle que él iba a alcanzarla y a tenerla , día más , día menos.
Ella le había dicho que él nunca la dominaría, y sin embargo Tarr no desistía. Siempre estaba al acecho. Ese pensamiento la hizo sentir una extraña y nueva excitación. Si me desea tanto, será que también me amaba?
Como si leyese sus pensamientos, Tarr la sujetó por el brazo y, en silencio, la condujo hacia los fondos del castillo, lejos de las miradas curiosas y en dirección a las sombras de la tarde que ya teñían los muros de piedra.
Allí la envolvió en sus brazos fuertes, haciéndola sentir los latidos de su corazón. Pronto el corazón de Fiona también seguía el mismo ritmo.
Lo miró a los ojos y vio pasión reflejada en el brillo caliente y sensual. Se abrazaron íntimamente, y Tarr exigió sus labios con furor.
El encuentro de sus bocas siempre envolvía a Fiona en oleadas de deseo intenso, haciéndola desear más y más.
Se rehusó a separarse, hasta que Tarr lo hizo gentilmente.
- Piensa bien en lo que represento para vos, pues quiero que seas mi esposa antes de llevarte a mi cama.
Fiona se quedó mirando su espalda mientras el jefe de los Hellewyk se apartaba. Temía responder esa pregunta.
La trompeta sonó tarde aquella noche, cuando los habitantes de la aldea ya se preparaban para acostarse . En pocos minutos todos estaban despiertos y alborozados, los hombres corriendo a sus puestos, las mujeres apresurando a los niños hacia un lugar seguro del castillo, mientras otras se armaban para defender su hogar.
- Invasores del norte! - gritó Kirk, mientras Tarr se precipitaba del interior del castillo con la espada en su puño.
Fiona y Aliss los seguían más atrás.
- Permanezcan dentro del castillo! - ordenó el líder.
En seguida partió a dar órdenes a sus hombres. Aliss intercambió una mirada de entendimiento con su hermana.
- Haz lo que debas hacer. Estaré lista para atender a los heridos... y estaré rezando para que vos no estés entre ellos.
Sin más demora, con la espada en la mano, Fiona corrió a ayudar en la defensa de las tierras de Tarr. A primera mirada, supo que los invasores eran bárbaros y no guerreros expertos, y por eso mismo todavía más peligrosos, pues daban poco valor a sus vidas. Vivían para la guerra. Los hombres de Tarr eran bravos y capaces, pero los enemigos eran muchos. Acababa con uno y pronto dos surgían en su lugar. Era así como los bárbaros vencían sus batallas, con la cantidad de hombres, no con la capacidad para manejar armas.
Fiona mantuvo los ojos en la espalda de Tarr mientras el líder luchaba con una fuerza y agilidad fuera de lo común. Por su lado, ella también combatía con una experiencia inusitada para una mujer. Muchos decían que Fiona tenía un pacto con el diablo, ya que nadie jamás había conocido una mujer guerrera como ella.
A pesar de eso, su corazón pareció detenerse al ver sangre manar del tórax desnudo de Tarr, pero el guerrero permaneció firme en su montura, lo que significaba que la sangre pertenecía al oponente.
Fiona volvió su atención hacia la escaramuza
Alcanzó a herir a uno de los bárbaros en el brazo y se volvió para atacar a otro, cuando un tercero surgió de la nada. Antes que pudiese acomodar la espada, el arma del enemigo la alcanzó .
Metal contra metal, un puño poderoso dio de lleno en el mentón del bárbaro, haciéndolo derrumbarse en el suelo . Antes que Fiona tuviese tiempo de abatir a otro enemigo, la espada de Tarr se levantó, cayendo sobre o invasor.
Fiona estaba por agradecer cuando otro hombre surgió por detrás de Tarr. Fiona abrió enormemente los ojos para alertarlo y ese fue el instante decisivo, pues el enemigo cayó a tierra.
Fiona sentía sus músculos tensos, y su pecho jadeaba cubierto de sangre del enemigo, y en ese momento Tarr le sujetó la muñeca .
- Ve a refugiarte a algún lugar seguro.
- Estoy a salvo cerca de vos.
Diciendo eso regresó a la lucha.
La noche oscura estaba iluminada por antorchas que iban apareciendo en los techos de las casas de la aldea , y el clamor de las armas de metal entrechocándose llenaba el aire. Fiona estremeció al ver a su hermana al lado de otras mujeres que se inmiscuían en la lucha, para sacar a los heridos del campo de batalla y llevarlos al castillo.
La victoria estaba próxima, con los últimos bárbaros, huyendo al darse cuenta que la derrota era inminente, cuando de repente un guerrero alto y fuerte usando una piel de lobo, emergió de la oscuridad y avanzó, montando una yegua blanca como la nieve. Una flecha certera que lanzó de improviso alcanzó a Tarr. Nadie logró detener al hombre lobo, quien, soltando un grito agudo y feroz, fue tragado por la oscuridad .
Fiona buscó con ojos frenéticos a su hermana, mientras se aproximaba a Tarr, quien había sido rodeado por sus hombres. Fiona apartó algunos guerreros, para ir a arrodillarse al lado del líder. La flecha le había traspasado el brazo, por encima del codo. Para arrancarla sería necesario mucha fuerza, y provocaría gran sufrimiento. Los hombres ya discutían sobre quien iba a intentar retirar a flecha, mientras Tarr, con voz débil daba órdenes para asegurar las fronteras de la aldea.
Súbitamente Fiona exclamó : - Silencio!
Entonces, con serenidad y método, fue instruyendo a los hombres. Todos trataron de obedecer al ver a su líder asintiendo con la cabeza. Aliss se arrodilló al lado de Tarr. - La flecha no puede ser removida todavía - murmuró Fiona con calma. Aliss concordó después una rápida revisación.
-Debemos evaluar la herida antes de hacer cualquier
cosa.
Tarr fue traslado a la habitación donde Aliss trataba a Raynor.
Tarr hizo una mueca cuando Aliss tocó la herida con delicadeza.
Raynor estaba ansioso por saber qué había sucedido.
- Fueron los bárbaros del norte? Fueron ellos los que atacaron hoy?
Tarr asintió con esfuerzo.
- Qué sabes respecto a ellos?
- Se pelean entre sí y no poseen honor.
- Entonces hay discordia entre ellos?
- Mucha, y varios desean ampliar sus dominios.
- Esta flecha será retirada pronto - interrumpió Aliss.
- - Dame un momento - le pidió Tarr, mirando a Raynor.
- Hay uno de ellos, uno muy fuerte y poderoso...
- Uno que usa mascara y piel de lobo? - preguntó Raynor.
- Si, ese mismo - confirmó Tarr. - Con una solo flechazo inmovilizó mi brazo.
- Es el Lobo, el líder del clan. Lo llaman así no solamente por la vestimenta que usa, sino también porque siempre ataca por sorpresa y deja pocos enemigos vivos por el camino, Gobierna sus tierras y a su pueblo con mano de hierro, y nadie se atreve a oponerse.
- Puedo comprender el motivo de eso, cuando me acertó con la flecha, los ojos detrás de la máscara de lobo brillaron
como los de un animal a punto de devorarme. Tuve la suerte que me haya alcanzado en el brazo.
Raynor se rió. -Tienes razón . Lobo no te acertó con más precisión para hacerte una advertencia y para dejar que tuvieses una muestra de su habilidad y poder. Volverá a atacar nuevamente y la próxima vez no será tan misericordioso.
- Basta de conversación - decretó Aliss con una vehemencia que hizo que todos se callasen y la mirasen.
- Debemos quitar la flecha ahora mismo. - Se volvió hacia Kirk. - Necesito de tu fuerza. Y de la tuya también - agregó hablándole a Raynor.
- No necesitamos ayuda de nuestro enemigo - declaró Kirk.
- Entonces cuida vos solo de tu jefe - protestó Raynor.
- No necesito ayuda - dijo Tarr.
- Te parece? - preguntó Fiona.
- Haré lo que considere mejor.
- Harás lo que te ordenamos - lo cortó Aliss con tono autoritario, - O correrás el riesgo de quedar con un brazo defectuoso. Y es tu brazo de la espada. Ahora bebe esto.
Acercó un frasco a la cara líder.
- Oye lo que ella dice - le aconsejó Kirk. - Ella ya curó a muchos de nosotros.
Con reticencia, Tarr tragó el brebaje. La flecha sería retirada y al herida cerrada con un hierro caliente. Luego existiría el peligro de fiebre. Tarr sabía muy bien todo eso porque ya había visto muchos hombres heridos por flechas.
- Hagan lo que sea necesario - Tarr murmuró finalmente, agarrándose fuerte a la silla para dominar el dolor que vendría.
Kirk y Raynor se apostaron cada uno a un costado y sujetaron sus hombros, Fiona se preparó para agarrar el hierro caliente, mientras Aliss amarraba un trapo alrededor de le eje de la flecha. Con una habilidad que sorprendió a todos, Aliss fue retirando la flecha de a poco. Tarr hizo un esfuerzo por permanecer quieto, sujetándose con manos a la silla y apretando los dientes. El dolor era insoportable, y el sudor bañaba su rostro. Pero el caballero se rehusaba a sucumbir, luchando para no desmayarse de dolor. Necesitaba permanecer consciente y aguantar el sufrimiento, pues su ejemplo era vital para los hombres del clan. Su mirada se dirigió a la gemela que ahora sujetaba el hierro caliente . Se Concentró en los ojos verdes, llenos de dolor y miedo. Le Sonreía , intentando aparentar confianza, y Tarr supo que esa era Fiona. Necesitaría
esforzarse para poder recordar más tarde esa mirada, pues así tendría una clave para diferenciar a las gemelas.
No apartó los ojos de ella hasta que la flecha fue retirada de su brazo. A continuación el hierro caliente tenía que ser colocado sobre su brazo en dos lugares. Tarr gruñó , ahogando el grito, mientras sentía el olor a su propia carne quemada , y tuvo una nauseas.
El suplicio había llegado a su fin, Y Tarr apoyó a cabeza en el respaldo de la silla , sus ojos quedaron fijos en la cara de la gemela .
- Llévenlo a la cama. Precisa reposar.
Había sido ella quien había dado la orden, aunque la visión de Tarr comenzaba a nublarse y ya no podía verla claramente . Con la ayuda de otros hombres, fue conducido hasta la cama. Sus ojos se cerraron, a pesar de esforzarse para mantenerlos abiertos, mientras manos delicadas atendían su brazo.
No quería dormir y parecer un hombre débil . Había mucho por hacer, órdenes que dar, mantener una severa vigilancia del castillo, del clan...
- El brebaje te hará dormir hasta mañana. - Tenemos mucho que hacer - le dijo Fiona a Kirk, sin preocuparse mucho por ocultar su identidad. -Lleven a Tarr a su propio cuarto y en cinco minutos encuéntrame en el gran salón.
- Yo también puedo ayudar - se ofreció Raynor. Fiona sacudió la cabeza , negando-. Eres un prisionero y Tarr decidirá sobre su destino.
Kirk sonrió y, con un asentimiento , salió, cerrando la puerta.
-Dime que Tarr se pondrá bien - le pidió Fiona a Aliss
- La flecha no causó grande daño. Sólo debemos preocuparnos sihay fiebre.
-Vas a cuidar de él? - preguntó Fiona.
- Cada día te gusta más Tarr - comentó Aliss con bondad.
- Si , tienes razón , pero no sé por qué. Tarr no ha demostrado
sentimientos hacia mí, aunque, cuando nos besamos... siento que me desea. Pero eso no quiere decir nada, solamente que unes hombre sano y vigoroso, y que yo soy una mujer.
- Quizás sea un buen punto de inicio para una
relación.
- Amor verdadero de un lado y deseo físico del otro?
Fiona se rió y replicó .
- Qué tal deseo transformándose en amor? - sugirió Aliss.
- Vamos a ver - murmuró Fiona encaminándose hacia la puerta. - Ya te dije que no sé explicar lo que siento por Tarr. sólo sé que cuando vi la flecha traspasar su brazo sentí el mismo dolor en mi corazón. Por un instante no logré imaginar la vida sin él. - Fiona Suspiró. - Fue una sensación que me dejó confundida. Si eso es amor, entonces hay mucho más dolor y sufrimiento en el amor que alegría y paz.
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