sábado, 1 de agosto de 2009

LA GEMELA GUERRERA - DONNA FLETCHER - CAPITULO 2

CAPITULO 2


Al entrar en el salón, vieron que todo el clan ya se encontraba, allí reunido, aguardando los arreglos finales que asegurarían la paz para los MacElder, al unir fuerzas con los Hellewyk.
Todos las miradas demostraban curiosidad, pero las bocas se abrieron con aire de espanto y sus cabezas se sacudieron de un modo desesperado, cuando vieron a las gemelas entrar en total estado de desaliño . Los susurros se transformaron en comentarios afligidos, e imágenes espantosas surgieron en las mentes de los presentes que estaban, ansiosos por el desenlace del encuentro de Tarr Hellewyk y Fiona MacElder.
Las dos gemelas permanecieron por un momento observando el salón donde temas importantes eran discutidos entre los más ancianos y el jefe del clan, disputas que eran acertadas, celebraciones . Ese salón tenía capacidad para albergar a casi todos los miembros del clan.

Mesas y bancos estaban esparcidos por el salón, y una enorme chimenea de piedra ocupaba casi por completo una de las paredes. En ese momento, todos los lugares estaban ocupados, y algunas mesas estaban siendo usadas como bancos. La mayoría de los hombres vestía ropas con los colores de los MacElder, rojo, amarillo y verde, mientras que los demás lucían el verde y negro del
clan de los Hellewyk.
El primo de Fiona y Aliss, Leith, se encontraba en el extremo opuesta del salón, sujetando una jarra de estaño . Era alto, de hombros anchos y vientre abultado, con largos cabellos castaños y nariz corva. Contaba con apenas veinticinco años, pero con la muerte de Tavish, su padre, él era ahora el líder del clan.
Parecía estar de buen humor, riendo mucho y continuamente levantaba la jarra para hacer un brindis. Pero se detuvo a medio camino de ese gesto al ver a las dos hermanas, al mismo tiempo que un bulto se movía lentamente a sus espaldas , apartándose hacia un lado, hasta surgir a plena luz.
Era un hombre grande, con más de un metro ochenta de altura, y por primera vez en la vida Fíona se sintió agradecida por su metro setenta y cuatro. Sin duda alguna, ese era Tarr de Hellewyk, y por lo menos ella no parecería un enano al lado de él.
La expresión de Tarr denotaba orgullo y confianza en sí mismo . Era musculoso y tenía hombros anchos, pero no parecía haber ni un gramo de grasa en todo su cuerpo. Tenía el rostro redondo, facciones marcadas y cabellos castaños oscuros que llegaban hasta debajo de sus hombros.
Su plaid escocés verde e negro estaba cruzado sobre el hombro izquierdo y el pecho. Usaba camisa de lino amarillo clara y botas de cuero marrón. El puñal característico de los escoceses colgaba de su cintura, y la espada de dos filos asomaba a su espalda, la empuñadura de plata era visible. Sus facciones eran más atractivas que bonitas, y el brillo en sus ojos oscuros indicaba que podría ser peligroso contrariarlo.
Fíona presintió el miedo de su hermana y le sujetó la mano en un gesto tranquilizador. Pero o movimiento fue hecho de modo deliberado e lento, como si fuese ella misma la amedrentada.
Aliss le apretó los dedos en agradecimiento y, respirando profundamente , dio un paso al frente.
Fiona la imitó, y ambas caminaron hasta pararse delante de Leith y Tarr.
El primo pasaba sus ojos muy abiertos de una a la otra, como si no lograse creer lo que veía. De repente se puso muy rojo, y sus fosas nasales se dilataron, anunciando una explosión de rabia.
- Qué manera de presentarse es esta? - vociferó él. - Esto es un insulto!
Aliss levantó el mentón y trató de responder de manera agresiva, como Fiona haría.
- Exigiste nuestra presencia inmediata y ahora nos reprendes?
Quién te entiende, primo? El rostro de Leith adquirió una coloración púrpura.
- Sabías muy bien que serías presentada a tu prometido Fionna
- Contra nuestra voluntad- retrucó esa vez la verdadera Fionna.
La cabeza de Leith se movió abruptamente en dirección a la otra gemela , quien presumía era Aliss.
- Qué broma infantil es esta? -Miró a una ya otra, y posó la jarra con tanta fuerza sobre una mesa que la cerveza se derramó .
- Fionna, da un paso al frente!
Las gemelas soltaron sus manos, cruzaron sus brazos sobre sus pechos y avanzaron al mismo tiempo. Leith sacudió la cabeza con furia, y en seguida agarró a Aliss por el codo.
-No me vas a ser quedar como un imbécil , Fiona. Vas a casarte con Tarr Hellewyk hoy mismo !
- No ! Por favor! No me fuerces a casarme! - imploró Aliss con lágrimas en los ojos.
Leith la soltó inmediatamente, sonriendo con satisfacción , pero pronto volvió a ponerse serio, cuando Fiona se unió a los ruegos de su hermana, implorando piedad y sollozando, mientras retorcía sus manos con desesperación .
- Basta de llorar como gallinas!
La voz estridente hizo con todos se llevasen un susto, y un silencio denso se estableció en el salón.
Tarr se adelantó, mirando severamente a las gemelas y después a Leith.
- Me dijiste que todo ya estaba acordado.
- Bien, Fiona es de hecho una joven fuerte, como te conté. - murmuró el jefe de los MacElder - pero también es muy terca.

- Y qué me dices de la obediencia a su líder y de la responsabilidad ante su clan? - cuestionó Tarr, volviendo a analizar a las dos jóvenes con una mirada sombría y atemorizante. - Yo me casaré con Fiona. Que mi prometida se presente ante mí, dando un paso adelante!
Las dos se miraron, inmóviles, como estatuas de piedra.
Tarr dejó sus brazos colgar a lo largo de su cuerpo y, entonces, él dio un paso adelante , apostándose a pocos centímetros de distancia de Fiona. Permaneció en silencio, así como ella, quien, estando tan cerca, podía ver una cicatriz estrecha sobre una ceja y otra, mayor, en la mejilla derecha. Con excepción de esas dos marcas, el rostro de él era perfecto. Las cejas eran negras y espesas, bien delineadas.
Los ojos, que al principio ella había pensado serían negros, eran castaño oscuros, y brillaban con los reflejos dorados del fuego encendido en la chimenea.
Sin duda, pensó Fiona, era un hombre guapo y muy atractivo.
-Ahora que conocí a Fiona, podemos casarnos?
Fiona se rió alto, intentando ocultar su nerviosismo. Naturalmente, Tarr no tenía cómo saber cual de las dos era Fiona.
Quería intimidarlas y se había resuelto a arriesgar, pero el hecho de haber acertado por casualidad la asombraba.
- No puedo responder, ya que no considero conocerlo. Lleva tiempo para conocer a una persona. Además , primo , tienes tanta certeza de que soy Fiona?
- Puedo ver que esta jovencita posee mucha fuerza y coraje.
Aliss dio un paso adelante , mirándolo a los ojos.
- Y yo puedo ver que usted es muy autoritario y arrogante.
Exclamaciones de sorpresa sonaron en el salón, interrumpidas por la risa de Tarr.
- Tienes la lengua afilada, muchacha.
- Esa debe ser Fiona - dijo Leith, aproximándose a Aliss mirando a las primas, completamente confundido.
-Estás seguro ? - preguntó la verdadera Fiona. Mientras los dos hombres miraban a Aliss, Fiona se puso muy cerca de su
hermana. - Por qué crees que ella es Fiona, y no yo?
Leith abrió la boca pero no dijo nada. Tarr no demostró ninguna reacción , pero continuó estudiando los semblantes . -Exijo que Fiona se presente! - berreó Leith.
LAS GEMELAS intercambiaron una mirada maliciosa, y en seguida se rieron. Fiona notó que Tarr torcía a boca en una especie de sonrisa, pero pronto se recompuso. De cierta manera, el hecho que demostrase que hallaba la situación divertida lo hacía menos intimidante.
- Bien, me quedan todavía algunos días antes de volver a casa.- dijo el líder de los Hellewyk. - Puedo ser paciente.
- El tiempo no hará diferencia alguna , caballero, porque ni yo ni mi hermana queremos casarnos - declaró Fiona.
- Lo que ustedes quieren o no , no viene al caso.
Firmé un contrato matrimonial con tu primo y debe ser honrado.
-Veremos - murmuró Fiona en tono de desafío.
Tarr se aproximó más todavía, hasta que sus rostros casi se tocaron .
-Está decidido. Habrá un casamiento aquí antes de mi partida.
- Pero ... quién será la novia?
- Fiona - El líder de los Hellewyk dio un paso atrás e, sin mirar a
Leith, ordenó : - Traigan comida y bebida! Es momento de celebrar!


Fiona y Aliss trataron de apartarse, saliendo del camino de las mujeres que apresuradas que se adelantaban con bandejas y platos humeantes. Pronto todas las mesas estaban ocupadas por los miembros de los dos clanes, que celebraban el futuro evento.
Fiona tenía hambre y esta lista para atacar un plato de cordero con hierbas aromáticas, cuando recordó que su apetito era notablemente mayor que el de su hermana. Si comiese en ese instante con las ganas con que acostumbraba comer, su identidad quedaría prontamente revelada.
El problema era que ella dudaba que Aliss lograse hacer lo opuesto y comer más allá de lo que su apetito moderado le permitía. Suspirando, decidió colocar apenas una pequeña porción en el plato y esperar hasta más tarde para alimentarse correctamente.
Fiona notó la mirada de Aliss, que ya había comprendido el significado de su pausa y aguardaba su reacción . Entonces, con gestos comedidos, se sirvió una feta más de carne, forzándose a mordisquear mas pedacitos pequeños de lo que normalmente comería en dos o tres bocados.
Aliss hizo lo mismo.
Sentada a la derecha de Tarr, Fiona envidió la abundante cantidad de comida en el plato del visitante, y en silencio maldijo. Pero
tenía que reconocer que él comía con buenos modales , al contrario de otros guerreros, que parecían salvajes en la mesa. Y notó también que era mucho más aseado. Olía a pino silvestre, y sus largos cabellos brillaban, demostrando que habían sido lavados.
Obviamente, él pensaba que ese sería el día de su casamiento, reflexionó Fiona, y por lo menos había tenido la decencia de tomar un baño, en consideración a la novia.
Molesta al darse cuenta de que su pensamiento se concentraba en Tarr de Hellewyk, trató de tomar un pedazo más de cordero, con la máxima discreción posible, aunque supiese que Aliss jamás lograría comer tanto. Entonces sonrió y, en un gesto reticente, ofreció el pedazo de carne a Tarr.
- Aliss! - exclamó Leith, señalando un dedo engrasado a Fiona. - Sólo Aliss sería tan gentil. Fiona jamás compartiría su comida con alguien, pues es una glotona.
Tarr aceptó el pedazo de cordero con un gesto lento, rozando los dedos con los de ella.
- Puede ser - murmuró - pero tal vez Fiona esté fingiendo ser Aliss, y viceversa. Todo esto puede ser un juego.
Fionna admitió que Tarr era inteligente. No era de extrañar que fuese un líder victorioso, temido y respetado por amigos y enemigos. Sería un oponente poderoso en aquella batalla de voluntades, admitió para sí misma. Como si leyese sus pensamientos, Tarr inclinó la cabeza en su dirección.
-Saldré vencedor.
- Yo también - replicó Fiona.
Tarr asintió con un gesto de cabeza y volvió su atención hacia Aliss, sentada a su izquierda.
- Admiro la astucia y el coraje de ustedes dos.
- Creo que sin, pues eres un guerrero de verdad y sabes respetar a tus adversarios.
-Esta batalla terminará con tu adversario siendo tu marido.
Aliss se rió, percibiendo que Tarr arriesgaba para sacar de mentira a verdad , y pasó su mano por sus cabellos para sacar unos pastos de sus cabellos pelirrojos.
- Solamente si yo , o mi hermana, lo decidimos así.
Con un gesto rápido, Tarr retiró una hoja pegada a su blusa.
- La elección será mía.
-Veremos - retrucó Aliss, sacando la hoja de los dedos de él.
Fiona observaba en silencio la disputa que se trababa entre su hermana y Tarr, y al mismo tiempo atenta a Leith, quien confabulaba con un grupo de hombres en el extremo de la mesa. Fiona sospechaba que estaban tramando algo , y no pasó mucho tiempo para que su sospecha se confirmase.
Algunos minutos después, uno de los hombres comenzó a rodar por el piso, gimiendo de dolor y apretándose el vientre.
Con una gran presencia de espíritu, Fiona corrió a su lado y, con una delicadeza que no le era característica, dedicó toda su atención al supuesto enfermo, quien se quejaba de terribles dolores en el estomago, diciendo que iba a morir, gimiendo sin parar. Mentalmente, Fiona lo mandó al carajo y al infierno, donde realmente tendría motivo para gemir para siempre.
Le lanzó una mirada alerta a Aliss, quien continuaba sentada, dominando su tendencia a ayudar a los enfermos. Las habilidades de curación de Fiona eran limitadas, pero más que suficientes para atender al hombre "agonizante" a sus pies. Miró a su hermana y reprimió una sonrisa cómplice, esperando que Aliss confiase en ella y no resolviese intervenir.
Leith se vanagloriaba de tener una prima con la capacidad para tratar enfermos, y presumía que Aliss sabría si el hombre estaba de hecho muy mal o no . Lo que no sucedería con Fiona, y por lo tanto esa pequeña farsa revelaría la verdadera identidad de las gemelas.
El hombre que gemía en el piso desempeñaba muy bien su papel, y Fiona decidió que haría lo mismo. Con dulzura, le aseguró que lo curaría pronto. Llenó una jarra con dos medidas de cerveza, tomó algunas hojas de hierbas que adornaban una bandeja de comida, las aplastó entre los dedos y las agregó a la bebida. En seguida se arrodilló al lado del hombre le levantó ligeramente la cabeza y se inclinó , susurrando en su oído:
- Si yo fuera Aliss, este brebaje seguramente te curaría. Pero si yo fuese Fiona, podrías morir al tomarla. Entonces, dejo la elección en tus manos. Beber o no beber, esa es la cuestión .
La decisión fue rápida. con un gesto súbito, el "enfermo" lanzó lejos la jarra y se levantó rápidamente .
- Me siento mucho mejor - murmuró , tratando de escapar.
Fiona quedó satisfecha al ver el rostro de Leith adquirir una coloración rojiza de rabia, y no quedaría sorprendida si viese salir humo de su nariz y sus oídos.
Tarr, por su parte, no demostraba ninguna reacción . Parecía listo para aproximarse a Fiona, cuando la puerta se abrió con un empellón y un extraño entró , paseando su mirada por el recinto. Al ver a Tarr, corrió en su dirección.
- Raynor de Blackshaw atacó el castillo!

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