CAPITULO 6
- Un tal de lord Greville está en la puerta y quiere saber si las ladies Crambray están en casa, para visitarlas.
Clarissa levantó la cabeza del respaldo del sofá en el que estaba sentada y , parpadeando varias veces, intentó ver por encima de la figura del mayordomo, quien estaba en la puerta.
- Quién dijo que es, Foulkes? - preguntó Lydia.
- Lord Greville - el mayordomo repitió, con aire aburrido.
Clarissa se mordió el labio y se controló para no parecer demasiado eufórica . Mowbray estaba cumpliendo lo que había prometido . Su primo había venido en su lugar. Con los dedos cruzados, ella comenzó, internamente, a rezar para que su madrastra no lo despachase y estropease todo.
Por la voz, Lydia parecía estar confundida:
- Pensé que ya conocías a lord Greville.
Clarissa entendió la intención. Si ella ya había tenido un primero encuentro con él, por qué diablos él la buscaría nuevamente?
- Si, lo conozco. Él es un hombre muy agradable.
- Lo sé ! - Lydia no pareció muy convencida. - Podría jurar que oí decir que él…
Cuando hizo una pausa, lady Havard que había venido a tomar el té con ellas y comentó :
- También yo oí comentarios de que él es ... que le gusta la juerga, Lydia, pero creo que son chismes de pura maldad. Envidia, muy probablemente. Él proviene de una buena familia y es bastante amigo del rey.
Clarissa entendía muy bien la razón por la cual lady Havard alentaba a Lydia a permitir las atenciones de Greville. No había duda que era por celos que sentía por Prudhomme. Pero a ella eso poco le importaba. sólo podía agradecer la interferencia de la amiga de su madrastra y, con la respiración contenida, se quedó aguardando el veredicto.
- Muy bien , Foulkes, hazlo entrar.
- Como no, mi lady - Foulkes murmuró, retirándose de la sala.
Clarissa aguardaba con impaciencia, rogando para que el truco saliese bien y pronto pudiese estar con Mowbray nuevamente. Se hizo un súbito silencio en la sala, a la espera de que Foulkes abriese la puerta y confirmase que las damas estaban.
- Muy bien! Déjeme entrar entonces! - una voz alegre reverberó.
El visitante continuó expresando, aparentemente, su satisfacción de que estuviesen en la residencia, sin que Clarissa lograse entender lo que decía.
- Ah, mi ladies! - Las palabras fueron pronunciadas calurosamente.
Clarissa enderezó la espalda, intentando oír lo que o visitante decía.
Lydia, se mostraba encantada y se levantó para recibirlo.
- Lord Greville, qué gentileza venir a visitarnos.
- Ah, no digas nada. El placer es todo mío. - Cruzando la sala, él se encaminó hacia la anfitriona y se curvó para saludarla con un besamano. Después , se volvió hacia el lado en que Clarissa estaba sentada. - Ah, lady Clarissa, siempre tan encantadora. Muy encantadora. - Tomándole la mano, la llevó también a los labios y la besó, dirigiendose entonces a lady Havard. - Qué placer verla, lady Havard! Qué hombre de suerte soy. Tres lindas mujeres en una sola sala.
- Lisonjero , mi lord - Lydia se derritió , - Te gustaría tomar un té?
- Claro, claro. Muy amable.
- Siéntate .
- Gracias .
Hubo un momento de silencio, cuando todos se acomodaron en sus poltronas, a excepción de Clarissa quien no se había movido de su lugar, y después de un intercambio general de sonrisas.
- Qué sorpresa, mi lord . A qué debemos su visita? - Lydia preguntó, sirviéndole el té.
-Deber? - preguntó él, mostrándose asombrado. - No me deben nada. Nunca cobro por mi presencia, por más placentera que sea.
El lanzó una carcajada de un modo casi femenino, haciendo que Clarissa abriese los ojos horrorizada.
Dios del Cielo! Ella era casi ciega; pero no sorda. Ese hombre tenía el mismo tono grave de voz de su primo. Sus palabras habían sido mas que adecuadas. No era el mismo lord Greville que ella había conocido, se dijo a sí misma al oír la reacción alegre de su madrastra y su amiga ante la broma de él.
Pero.. quién sería entonces, Clarissa se preguntó . Con certeza, se ese no fuese el verdadero Greville, Lydia y lady Havard, que tenían una excelente visión, reconocerían al intruso, pero ninguna de las dos se mostró alarmada. Todo en lo que Clarissa podía pensar er que se trataba del auténtico lord Greville, representando un personaje , aunque no lograba entender el por qué de estar comportándose de esa manera. Francamente, él más parecía un poco ... medio ... bastante afeminado.
Cuando eso se le ocurrió , Clarissa se acordó que le había preguntado a Mowbray si su primo no era un libertino y de haberle avisado que, si lo fuese, su madrastra jamás permitiría que saliese con él. Estaba claro que los dos habían decidido sosegar los temores de Lydia con ese personaje afeminado.
Clarissa se maravilló con las dotes actorales de Greville, quien hablaba a las mujeres en un tono confidencial:
- En realidad , estoy estrenando mi nuevo saco y un nuevo sombrero, y me sentía curioso por saber que efecto causarían en las más encantadoras damas de Londres. - Después de dar la explicación, Reginald se levantó y dio una vuelta, para exhibir mejor su traje.
Lydia y lady Havard se rieron como dos niñas ante el galanteo y la exhibición.
- Qué creen? - él preguntó, apostándose delante de Clarissa. - Un buen corte, no?
Clarissa forzó la vista , intentando captar algún detalle de la ropa, pero todo lo que veía era un borrón verde . Fue Lydia quien rompió el silencio para salvarla del papelón.
- Muy elegante, mi lord . Me gustaría tener el nombre de su sastre para dárselo a mi marido.
- Es muy notable - lady Havard concordó.
Aparentemente satisfecho con los elogios, Greville volvió a sentarse con un suspiro de satisfacción.
- Siempre intento estar a la moda. También creo haber combinado la camisa con los pantalones, qué creen?
-Está perfecto - Lydia murmuró indecisa, siendo respaldada por lady Havard con la misma entonación de voz de quien no sabe bien qué decir.
Pero Clarissa no contuvo su curiosidad :
- De qué manera, mi lord ?
Greville le explicó pacientemente, y Clarissa levantó las cejas al imaginarlo usando camisa amarilla , pantalones color caki, combinando con el saco color verde.
El obviamente notó la expresión sorpresa de ella y, apenas disimulando la voz de quien se estaba divirtiendo con la situación, trató de aclarar:
- Creí que usar todo del mismo color sería exageración, por eso opté por la camisa amarilla. No gusta gastar mi dinero y parecer un payaso.
- Naturalmente. Te queda muy bien así, mi lord - Lydia dijo como si estuviese muy al tanto de las tendencias de la moda.
Clarissa comenzó a preocuparse pues temía que después de esa conversación superficial , Lydia no permitiría que saliese con Greville, a pesar de los esfuerzos de él. Pero en ese instante, él sacó el reloj de bolsillo y enderezó su cuerpo en la poltrona.
- Oh, mi reloj dice que es hora de partir - Greville anunció, y Clarissa pensó que él estaba comenzando a exagerar su manierismo.
- Ya? Apenas acabas de llegar . - A pesar do comentario, Lydia parecía aliviada.
- Es hora. En verdad , no planeaba quedar mucho. Mi intención era preguntar si lady Clarissa podría acompañarme en un paseo por el parque. Quiero exhibir mi nuevo figurín en público, pero no me gustaría cabalgar solo, no queda bien.
- Bien… - Lydia vaciló por un momento y miró a lady Havard.
Clarissa casi podía oír los pensamientos de su madrastra. No había duda de que estaba confrontando los rumores sobre el comportamiento libertino de Greville con el caballero amanerada sentado en la sala.
- Lydia, déjalos ir - lady Havard interfirió cariñosamente. - Lord Greville sabrá cuidar muy bien de los dos.
Aparentemente la representación de Reginald había convencido a su madrastra de que no había nada que temer, pues, de otro modo, nis siquiera la interferencia de lady Havard habría surtido efecto.
- Muy bien - ella concordó, sacudiendo la cabeza. - Pero tengan cuidado con no…
Eufórica ante la perspectiva de volver a ver a Mowbray, Clarissa escuchó las indicaciones de siempre. No tocar nada, no caminar sin que lord Greville la guiase, etc, etc, etc. Clarissa ya había oído tantas veces esas recomendaciones que las sabía de memoria. Con cada una, sacudía la cabeza en asentimiento.
Lady Havard los acompañó hasta la puerta y después se apresuró a ir abrir la puerta del carruaje, estacionado en la calle en frente de la residencia de los Crambray, y Clarissa fue alzada al asiento por Greville.
- Gracias a Dios que se acabó!
Clarissa oyó el comentario aliviado de Greville al tomar las riendas de los caballos. El inesperado tono grave y mucho más masculino de su voz actuó como un catalizador, liberando su risa ante toda esa situación. Una carcajada espontánea brotó de sus labios y su rostro se enrojeció .
- Lo siento mucho, mi lord - Clarissa dijo entonces en un sólo aliento. - Debes considerarme terriblemente malagradecida, y eso lejos de mí. Pero es que estaba imaginando la consternación de mi madrastra por intentar acompañar tu conversación sobre moda y no conseguirlo. Ella odia parecer una ignorante.
- Esa es la mayor estupidez - Reginald retrucó de inmediato.
Clarissa pensaba en lo que había oído cuando él agregó :
- Trata a Adrian con cariño. Él tiene muchas cicatrices y no todas son visibles.
Clarissa iba a preguntar qué significaban esas palabras enigmáticas cuando el carruaje se detuvo . En el mismo instante, otro carruaje se emparejó con el de ellos. Era un carruaje cerrado. Clarissa observó ansiosa la puerta ser abierta y un bulto saltar de adentro.
- Veo que todo salió bien.
Clarissa reconoció de inmediato la voz de Mowbray y no se molestó en hacer pregunta que le gustaría haber formulado a Greville. Ella sonrió cuando Adrian se aproximó y con la respiración contenida fue sacada del carruaje y colocada en el suelo .
- Estás en deuda conmigo, primo - murmuró Greville desde su carruaje.
- Lo sé - Mowbray concordó, y Clarissa sintió la risa en su voz. - Nos vamos a quedar cerca, Reggy, así nos encontrarás fácilmente a la hora de llevar a Clarissa a su casa.
- De acuerdo - Greville respondió, sacudiendo las riendas para hacer que el carruaje se pusiese en marcha.
Cuando el vehículo desapareció a lo largo del parque, Adrian propuso que caminar un poco.
- Creo que es preferible a desfilar con el carruaje y quedar expuestos a las miradas de los o nobles, aunque hoy traje el carruaje cerrado - él explicó.
Clarissa vaciló por un momento y, esbozando una sonrisa tímida, aceptó :
- Hiciste bien . No estoy interesada en "estar expuesta" a la mirada de los otros nobles, como parece ser la moda; de cualquier forma, ellos me verían a mí pero yo nunca conseguiría verlos . Además, creo que no sería nada prudente ser vistos en un carruaje cerrado , pues si mi madrastra se llegase a enterar
…
- Pero estamos usando las máscaras a la moda - Adrian la interrumpió rápidamente. - Nadie nos reconocería.
Clarissa inconscientemente llevó su mano a la máscara que su madrastra había insistido que trajese. Estaba a la moda, en aquella temporada, cabalgar usando máscara, y lo que fuera que estuviese de moda Lydia la obligaba a usar.
- No crees que mi mala vista va a causar algún problema?
Adrian tomó la mano de ella y la colocó sobre su brazo.
- Quédate tranquila, lady Clarissa, no permitiré que ocurra una calamidad.
Clarissa se relajó en el mismo instante ante la actitud de él y se sintió feliz al caminar por una alameda, cuyos árboles y flores lamentablemente no lograba ver en detalle. Agudizando los oídos, después de algún tiempo, ella interrumpió el silencio que ya comenzaba a incomodarla.
- Es ruido de agua lo que oigo, mi lord ?
Adrian miró a su alrededor .
- No me parece - comenzó a decir e hizo una pausa. - Ya hace un buen tiempo que no vengo aquí, por eso no recuerdo bien si estos jardines tienen cascadas o fuentes. -
Pero en el mismo instante, se volvió hacia ella y dijo sonriendo: - Tienes un excelente oído, mi lady. Aunque yo no consiga oírla, acabo de acordarme que hay una fuente cerca de aquí. Vamos a intentar encontrarla!
Pocos minutos después , él vio la fuente y condujo a Clarissa hasta ella. Permanecieron allí por algún tiempo, ambos sintiéndose extrañamente incómodos.
Clarissa fingió estar contemplando el agua delante suyo, pero su mente estaba toda concentrada en el hombre a su lado. Era una agonía estar tan consciente de la presencia de él, y una agonía mayor , el silencio que se interponía entre ellos como una barrera. Ellos parecían haberse entendido tan bien en el baile en que se habían conocido y ahora que estaban solos nada tenían para decir. Era muy desconcertante. Ella buscaba, desesperadamente, en su mente algo para decir cuando Adrian soltó una pequeña carcajada.
- Qué pasa ? - ella preguntó, levantando curiosamente su rostro hacia él.
- Nada… - dijo Adrian, agregando después : - Apenas estaba pensando que soy un idiota, parado aquí casi en estado de pánico, buscando desesperadamente algún tema para conversar, pero parece que perdí toda la capacidad de hablar. - Antes de cualquier protesta, Adrian agregó : - Cuando estoy cerca de vos, lady Clarissa, me pongo nervioso como un adolescente.
- Yo también me siento así - Clarissa admitió tranquilamente. - Y me resulta extraño. No hubo ningún problema las dos veces que estuvimos juntos y no entiendo la razón de que esto suceda ahora.
- Ni yo - Adrian concordó. - Pero, afortunadamente, no soy tan idiota como parezco , por eso traje algo para nos distraernos.
Delicadamente, él volvió a colocar la mano de Clarissa sobre su brazo y comenzaron a apartarse de la fuente. Observando la expresión curiosa de su acompañante, él metió la mano en el bolsillo y sacó un objeto oscuro, colocando la mano de ella sobre el mismo.
- Un libro? - Clarissa preguntó sorprendida.
- Si, un libro. Voy a leerte.
- Leerme?
- Recuerdo que me habías dicho que, entre todas las cosas, lo que más extrañabas de no tener los anteojos era de poder leer. Entonces pensé en leerte algo. No sé si te va a gustar.
- Estoy segura que me va a encantar - Clarissa se apresuró a decir, no solamente conmovida por la atención de él, sino también agradecida de que hubiese encontrado un modo de quebrar el silencio incómodo . - Y dónde será esa lectura? - ella quiso saber.
- Allá hay un árbol que nos va a dar sombra mientras te leo.
- Qué libro elegiste? - ella preguntó curiosa, cuando Adrian eligió un banco para sentar.
- Traje El Rapto de…
- Alexander Pope.
- Eso - él confirmó, obviamente sorprendido de que ella lo conociera. - Te gusta él?
Clarissa sonrió y asintió con la cabeza.
- Bien, entonces voy a comenzar.
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