CAPITULO 8
Clarissa quedó inmovilizada con el contacto de los labios de él, que se deslizaron suavemente, pero firmemente sobre los de ella, en una caricia gentil e intensa. Clarissa entreabrió ligeramente los labios en un suspiro, posibilitando que él introdujese la lengua en su boca.
Alarmada, Clarissa se congeló por un momento ante semejante intrusión, sintiéndose muy tensa. Pero el movimiento de la lengua de Adrian dentro de su boca, era tan delicado y tan dulce que su cuerpo se relajó y sus labios se entreabrieron un poco más en total entrega.
A pesar de haberse casado, Clarissa nunca había sido besada. Ella creía que besar era algo poco higiénico, eso porque nunca lo había experimentado. Ahora sentía ahora el placer y la excitación recorriendo su cuerpo. Aferrada a los brazos de él para mantener el equilibrio, al principio ella solamente se dejó besar, pero después respondió con igual ardor.
Adrian soltó un gemido y sus manos se deslizaron por el cuerpo de Clarissa, presionándola contra su propio cuerpo mientras sus labios continuaban exigiendo besos cada vez más profundos.
Clarissa pasó sus brazos alrededor del cuello de él, casi estrangulándolo en la tentativa de tenerlo todavía más cerca. Ella sintió una de las manos de Adrian descender por su espalda , apretándola todavía más hasta que ella rozó en una parte dura del cuerpo de él, sin que, en ese momento, se diese cuenta qué era. Entonces, de repente, él la soltó y se apartó .
Clarissa lo miró a ciegas , consciente de que estaba jadeando. Le llevó un segundo percibir que la respiración de Adrian también estaba acelerada.
Con la voz ronca, Adrian finalmente le dijo :
- Es mejor que entres ahora.
Abrió la puerta y delicadamente pasó la mano por la cintura de ella para que Clarissa entrase, teniendo cuidado en mantener una cierta distancia entre ambos; de lo contrario, no podría resistir la tentación de abrazarla otra vez. Le prometió entonces:
- Pronto te veré nuevamente.
Clarissa oyó la puerta ser cerrada y soltó un largo suspiro. Cerró los ojos por un segundo y sus labios se abrieron en un dulce sonrisa.
Pronto te veré nuevamente. Que cuatro palabritas más lindas, ella pensó, y sintió otras manos envolverla.
- Te divertiste?
- Claro que si. Mira la sonrisa de ella.
Clarissa tuvo un sobresalto, al oír la voz de lady Mowbray y la respuesta de Mary. Ella no había notado que las dos mujeres estaban cerca de la puerta cuando había entrado. Sólo temía que hubiesen sido testigos del beso que Adrian le había dado, pero ninguna de las dos hizo ningún comentario o la reprendió por haber aceptado ese beso. Había risa en sus voces mientras ellas le acomodaban el peinado y alisaban las arrugas de su vestido. Lady Mowbray entonces la acompañó hasta el salón de baile.
Ya estaban cerca del salón cuando la madre de Adrian se volvió para mirarla de frente.
- Clarissa, mi querida. - ella vaciló, respiró profundamente y tomó la mano de Clarissa. - Nunca vi a mi hijo tan feliz como ha estado en este corto período desde que te conoció. Quiero agradecerte por eso. No importa lo que vaya a suceder, muchas gracias .
- El es un hombre muy especial - Clarissa murmuró bajito
, ruborizándose .
- Es una pena que no todos lo vean así - dijo lady Mowbray, con una expresión de tristeza. - Algunas personas no soportan la imagen de la cicatriz de su rostro.
- Como mi madrastra - Clarissa sugirió .
- Ella apenas es una de muchas - lady Mowbray afirmó, dando un pequeño suspiro. - Vamos a entrar. Tu madrastra debe estar con ataque de nervios a esta altura.
Tomándola por el brazo, lady Mowbray la condujo por el salón de baile.
- Ahí están ! - exclamó Lydia, ya de pie. - Pasaron dos horas conversando.
Clarissa no dejó de notar el tono de rabia subyacente a las palabras de su madrastra.
- Es culpa mía - lady Mowbray dijo, sonriendo. - Las niñas se llevaron tan bien que no me rompía el corazón interrumpirlas.
- Muy bien , me alegra eso - respondió Lydia, pero Clarissa se dio cuenta que eso no la había tranquilizado. Algo estaba mal.
- Ahora deseo que en breve ustedes vengan a tomar un té conmigo - invitó lady Mowbray, en un tono alegre, no conociendo a Lydia lo suficiente para percibir lo que se pasaba en su interior. - Voy a invitar a Mary también para que las niñas puedan continuar la conversación.
- Será perfecto - respondió Lydia, forzando una sonrisa . - Hasta entonces. - Se despidió lady Mowbray, con un asentimiento de cabeza, dando un leve apretón a la mano de Clarissa.
Tan pronto como se quedaron a solas, Lydia tomó Clarissa por el brazo y la apresuró a salir de allí.
- A dónde estamos yendo? - ella preguntó cuando cruzaban el salón.
- A casa - respondió Lydia, secamente. Clarissa se mordió el labio, pero se quedó quieta. Al dejar la residencia de los Devereaux, habían tenido que aguardar por algún tiempo el carruaje, pero sólo cuando estaban sentadas dentro del vehículo y con la puerta cerrada Lydia disparó su ataque.
- Estabas demasiado enrojecida y agitada cuando volviste de la visita a Mary. - La voz de Lydia era fría y contenida.
Clarissa permaneció por un momento callada, sintiéndose inquieta.
- Estábamos sentadas al lado de la chimenea. Allá hacía mucho calor.
- Y tus labios todavía están hinchados de besar a lord Mowbray.
- Vos viste .... - Clarissa se congeló por dentro.
-Lo vi - Lydia confirmó furiosa. - Lord Prudhomme quería hablar conmigo y fuimos a dar una vuelta a los jardines . Los Vimos y nos quedamos observando cerca de los árboles cuando vos te dejabas apretar por Mowbray y te refregabas como un animal en…
Lydia hizo una pausa repentina como si el tema la perturbase demasiado como para continuar. Pero Clarissa apenas lo notó, perturbada por la mención de Prudhomme y la vuelta en el parque, recordando claramente lo que había presenciado de tales paseos con otras mujeres.
- Cómo permites que un hombre te toque de es manera..? - vociferó Lydia. - Tienes un buen hombre como lord Prudhomme dispuesto a olvidar tu pasado escandaloso y eliges, una vez más, arruinar todo. Esta vez con Mowbray.
- Prudhomme, es un buen hombre? - Clarissa rebatió con asombro, acordándose en el mismo instante que no había comentado nada de lo que había visto con su madrastra.
- Si, señorita, es un buen hombre - Lydia enfatizó. - Y está dispuesto a olvidar todo: el escándalo, tus calamidades y el beso que vio.
- Cuánta bondad de su parte, no? - Clarissa ironizó. - Y, en contrapartida, supongo que tendré que olvidar los amoríos de él?
- Qué ? De que estás hablando ? - Lydia quiso saber, con exagerada curiosidad en la voz . Clarissa podía asegurar que había pánico en el tono de ella. Cómo le gustaría poder ver bien para ver la expresión de su rostro!
- Estoy hablando de sus amoríos de él con lady Havard y con lady Achard - respondió Clarissa serenamente. - La noche que vos me encontraste en el jardín de la casa de él, yo había acabado de verlo toqueteando a esas dos señoras.
- Cómo? - Lydia preguntó secamente. - Qué quieres decir con eso ?
- Casi me topé con él y lady Achard en el jardín aquella noche, pero me escondí entre los arbustos y oí lo que decían. Parecía que estaban por hacer el amor. El, habiendo jurando fidelidad, maldijo la buena salud de lord Achard por impedirles de asumir su amor públicamente. Después llegó lady Havard para avisar que lord Achard estaba en el baile. Lady Achard salió inmediatamente de allí, y Prudhomme pasó a declarar su amor por lady Havard, maldiciendo de la misma manera lord Havard y, poco después , desapareció bajo la falda de ella.
Siguió un largo silencio. Aunque no pudiese ver expresión de Lydia, Clarissa estaba segura que ella había empalidecido y estaba todavía más segura que su madrastra había algún tipo de relación con Prudhomme.
- Estás mintiendo - Lydia dijo trémula.
- No estoy mintiendo - replicó Clarissa con toda calma y después agregó : - Y yo no estaba sola, no fui la única persona en presenciar todo lo que le conté.
- Quién más lo vio ?
Clarissa vaciló. Ya estaba en apuros por causa de Mowbray y había considerado mejor no mencionar el nombre de él antes. Por otro lado, si convenciese a Lydia que estaba diciendo la verdad, tal vez su madrastra dejaría de hacer que Prudhomme la cortejase.
- Mowbray - Clarissa dijo, finalmente. - puedes preguntarle a él si no me crees.
Clarissa no vio la mano de su madrastra levantarse para darle un cachetazo , pero el dolor que sintió fue profunda y, con el impacto, su cabeza fue arrojada a un lado. Enderezándose Clarissa llevó la mano a su mejilla y se volvió lentamente para encarar a su madrastra.
- Nunca mas tocarás este asunto - Lydia decretó. - Y nunca más verás a Mowbray nuevamente. Nunca más.
Clarissa se mantuvo firme y callada, pero ardía de rabia por por lo sucedido.
La puerta del carruaje fue abierta de su lado. Sin notarlo, ya habían llegado a la casa. Clarissa casi tropezó con su falda en su prisa de dajarse. El lacayo la sujetó por el brazo para impedir que se cayese. Ella murmuró un agradecimiento y se apartó rápidamente, siguiendo apresurada por la senda en dirección a la puerta del frente.
Foulkes, o alguien que ella juzgó ser Foulkes, abrió a puerta al verla aproximarse . Ella subió rápidamente las escaleras, no viendo la hora de estar en la privacidad y la seguridad de su cuarto, pero Lydia la alcanzó antes.
- Clarissa - rugió su madrastra, apretándole el brazo en el momento en que iba a abrir la puerta.
Respirando profundamente, Clarissa se dio vuelta para enfrentarla, pero desistió, no deseando suscitar más rabia en ella.
- Nunca más quiero hablar sobre esta noche - ella repitió con firmeza. - Y vos nunca más verás a lord Mowbray de nuevo. Como pudiste permitir que te tocase… - Lydia todavía estaba furiosa, con la respiración agitada, y sus ojos brillaban ferozmente. - Tu padre nunca me perdonaría si dejase que un hombre te perjudicase. Y Prudhomme tampoco ya no será bienvenido a esta casa. Tener la osadía de cortejarte mientras…
La voz de su madrastra vaciló. Clarissa estaba cada vez más convencida de que Lydia tenía algo con Prudhomme. Si no estuviesen teniendo un amorío, él seguramente debería estar intentándolo . Era evidente el enojo de Lydia.
Después de un momento de silencio, Lydia le dio la espalda y se dirigió a su cuarto, golpeando la puerta.
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