Capítulo 4
Clarissa observó el movimiento turbio del salón de baile y suspiró. Apenas había transcurrido una semana del baile de los Morrisey, donde había conocido al conde de Mowbray. Le parecían meses. La vida había vuelto a la rutina de semi oscuridad y aburrimiento con Prudhomme. .
Aparentemente, a pesar del "pequeño incidente", él continuaba cortejándola.
En ese instante, Clarissa agradecía el hecho que él, como el anfitrión del baile, estuviese demasiado ocupado como para dedicarle cualquier atención, pero estaba bastante aburrida. Aburrida hasta las lágrimas en verdad , estaba un poco obsesionada con la noche en que había conocido Mowbray. Y, a pesar de la prohibición de su madrastra, ansiaba volver a encontrarlo.
Entonces observaba los bultos de las personas que pasaban, prestando atención a sus voces y sus risas.
Como si fuese atraída por su pensamiento, esa voz grave y suave, repentinamente susurró en su oído:
- Estas veladas son un plomazo, no ?
Volviéndose sobresaltada, Clarissa vio el bulto oscuro a su lado y parpadeó incrédula.
- Lord Mowbray! - ella exclamó radiante, en el mismo instante temiendo haberse mostrado demasiado ansiosa. Preguntó entonces: - Plomazo, por qué ? Tengo cara de aburrida?
Clarissa pudo darse percibir la risa en la voz de él al comentar:
- No pude evitar verte bostezar cuando me sentaba.
- Si… tal vez esté un poco aburrida. - Clarissa se ruborizó por haber sido atrapada bostezando. - Estoy en Londres hace casi cinco semanas y la noche en que te conocí fue la única cosa interesante que me sucedió .
- No te pareció interesante incendiar a Prudhomme? - Adrian la provocó, haciéndola enrojecer más todavía .
- No me refería a ese tipo de cosa....solamente que me divertí en tu compañía.
- Me estás adulando - comentó Adrian, con voz ronca.
- De ninguna forma - Clarissa aseguró, con sinceridad. - Es la verdad. Me hizo muy bien bailar con vos, sin pisotones o tropiezos.
- Entonces vamos a bailar nuevamente - él sugirió , tomándole la mano para hacerla levantar.
- Oh, no! - Clarissa exclamó, retirando la mano. Después , se disculpó con una sonrisa . - Lo siento mucho, pero mi madrastra debe estar cerca y si nos ve juntos va a… Bien, a ella no le va a gustar. Espero que no te sientas ofendido con mis palabras.
- No, de ninguna forma - dijo Adrian, secamente .
Clarissa se mordió el labio , sintiéndose desgraciada. Sabía que él tenía razón para se sentir insultado, pero no sabía de que otra forma podría habérselo dicho.
Adrian debió haber entendido como se sentía, pues tomó su mano y la apretó con delicadeza.
- No te preocupes. Soy fuerte. Además, no es la primera vez que escucho ese tipo de comentario en esta temporada.
Las palabras de él fueron dichas de manera medio casual y, hasta donde su escasa visión lograba ver, él parecía estar mirando a su alrededor ahora. Tal vez estuviese buscando una excusa para dejarla, ella pensó, cuando se volvió de manera inesperada y la apresuró a levantarse.
- Creo que no veo a tu madrastra y a ninguna de las amigas de ella por aquí en este momento. Si nos apuramos, creo que podemos escapar a la terraza sin ser notados.
- A la terraza? - Clarissa repitió confundida, acompañandolo tomada de la mano. Las puertas de la terraza quedaban justo al lado del lugar donde estaba sentada. - No me parece prudente.
- Quiero bailar con vos.
- Bailar? - Clarissa se sorprendió , al darse cuenta que él cerraba las puertas del salón después de pasar, cortando todo el barullo de los invitados, el sonido de la música y de la conversación. - Pero, y si mi madrastra vuelve y no me encuentra ? Ella seguramente vendrá a buscarme aquí.
- Es verdad - Adrian murmuró. - Es mejor que salgamos de aquí entonces. Vea. Vamos al jardín donde ella no podrá encontrar nos. Así podremos bailar tranquilos.
Adrian, al mismo tiempo que hablaba, conducía a Clarissa a los tropiezos para poder acompañar el paso de él. Nerviosa, ella intentó explicarle :
- No, mi lord , creo que no entendiste lo que dije. Si ella nota mi falta, voy a estar en apuros cuando vuelva.
- Eso es fácil de resolver, basta con decir que necesidades urgentes te obligaron a buscar un toilette.
- Mi lord ! - Clarissa se asombró , no creyendo que él se atreviese mencionar una cosa tan personal de forma tan directa. Eso no se hacía.
- Disculpa, sólo estaba intentando… - Interrumpiendo lo que iba a decir, Adrian exclamó : - Diablos, alguien se está aproximando!
Clarissa olvidó en el mismo instante la falta de buenos modales de él ;y su corazón se aceleró con ansiedad.
- Será Lydia?
- No sé, No puedo ver, pero escucho pasos. Ven.
Empujándola a uno de los lados de la senda del jardín en donde había un pequeño bosque, los dos se metieron entre los arbustos. Instintivamente, se quedaron en silencio, manteniéndose a la espera.
Un minuto después , pudieron ver dos figuras caminando en dirección en la que ellos estaban. Pura mala suerte, en vez de seguir avanzando, las dos personas se pararon exactamente en frente al lugar donde estaban escondidos y se abrazaron.
- Oh, Henry! - la mujer susurró.
- Hazel querida - se oyó una voz trémula.
Clarissa frunció el ceño, reconociendo de inmediato la voz de Prudhomme.
- Dime que no es verdad... que no tienes intención de casarte con esa bobita calamitosa? - rogó la voz femenina. - Qué será de nosotros? Qué pasará con nuestra gran pasión?
- Yo te amo , Hazel - aseguró Prudhomme. - Y mi amor será tuyo hasta que me muera, pero debo tener un heredero. Mi madre insiste en ese punto.
Clarissa se rió internamente. Era Prudhomme, estaba segura, y la única Hazel que conocía era lady Achard!
- Si, pero…
- Calma, mi amor. - Prudhomme procuró calmarla. - Déjame abrazarte y fingir que mis sueños de todas las noches se están realizando. Que vos y yo no necesitamos estar ocultándonos.
Hubo entonces un susurro de seda y un breve silencio. Clarissa sabía que se estaban abrazando, pero poco después oyó el sonido de besos ... intensos. Curiosa, buscó ponerse en puntas de pie para intentar ver algo entre los arbustos, pero todo lo que lograba / ver eran imágenes nebulosas del colorido traje de lady Achard y el bulto más oscuro de su acompañante.
Estaban tan pegados que sus rostros parecían un grande borrón bajo una única peluca blanca.
Por Dios...cómo se besaban! Clarissa se quedó consternada, pensando en lord Achard. No tenía duda de que era Hazel Achard. Ella formaba parte del círculo de amigas de su madrastra. Con frecuencia sus actitudes en relación a Clarissa eran bastante críticas y frías. Ahora entendía la razón. Estaba celosa del cortejo que Prudhomme le hacía.
- Oh, Henry, vamos a hacer el amor - sugirió Hazel, jadeando.
- Pero acabamos de hacerlo, mi querida - Prudhomme protestó. - Soy hombre. No puedo tener una nueva ... un nuevo desempeño tan rápidamente. Necesito recuperarme de la ... devastación que causas en mí.
Hubo un largo suspiro de decepción , y entonces: - Si estuviésemos casados…
- Si estuviésemos casados, podría tenerte en mis brazos, como te tengo ahora, todas las noches - Prudhomme proclamó bajito y después maldijo : - Carajo con tu marido por tener tan buena salud!
- Si, que se vaya al carajo - Hazel concordó. - Querría que él…
- Shhh! - Prudhomme la interrumpió.
- Qué pasa ? - ella preguntó, sonando ansiosa.
- Creo que oigo a alguien aproximándose .
La pareja se separó inmediatamente; poco después surgió otra mujer y se detuvo aparentemente sorprendida al verlos.
- OH, lord Prudhomme. Lady Achard.
Reconociendo la voz de Alice Havard, otra amiga de su madrastra, Clarissa se encogió todavía más entre los arbustos.
- Lady Havard! - la pareja exclamó al unísono, como si no estuviesen en un fervoroso idilio unos segundos antes.
- Tomando un poco de aire fresco, Alice? - Hazel preguntó medio desconfiada.
- Si , si. Está bastante caluroso allá adentro - lady Havard confirmó, agregando con una cierta ironía: - De hecho , fue lo que acababa de comentar con lord Achard un minuto atrás.
- Arthur está aquí ? - No pasó desapercibido el tono de alarma en la voz de Hazel. - Pero él dijo que no estaba con disposición para venir hoy.
- Hum, creo que él cambió de idea - murmuró lady Havard satisfecha. - A propósito, él me preguntó si sabía dónde estabas vos, y le dije que creía que vos te habías dirigido a la mesa de cenar.
- Oh! - Hubo una cierta vacilación y después el bulto de Hazel se volvió hacia Prudhomme. - Muchas gracias , mi lord . Fue una gran gentileza disponer de tu tiempo para mostrarme el jardín. Debo entrar ahora. - ella vaciló por un momento, después preguntó con mucha astucia: - Me acompañas, lady Havard?
- No, queridita, creo que me gustaría ver la nueva fuente de lord Prudhomme. Si no te molesta mostrármela, Henry?
- Si, claro, vamos - respondió Prudhomme inmediatamente. - Será un placer.
- Entonces yo voy yendo - dijo Hazel, obviamente reticente, y su bulto se alejó.
Clarissa esperaba que Prudhomme y lady Havard se fuesen pronto de allí y entonces ella y Adrian podrían salir del escondrijo y volver a la fiesta. Casi suspiró de alivio. Pero estaba muy equivocada.
Cuando Hazel se fue, lady Havard se volvió hacia Prudhomme y, con su voz cargada de celos , preguntó :
- Qué quería esa?
- Hazel dijo que necesitaba un poco de aire fresco y me pidió que le mostrase las novedades del jardín, a lo que no me podía rehusar - le explicó Prudhomme en tono inocente, haciendo Clarissa hiciese una mueca de indignación.
Dios mío, el hombre es un mentiroso compulsivo, un sátiro serial, un adicto al sexo.
- Ah! - exclamó lady Havard pareciendo aliviada, agregando después : - Cuando los vi saliendo, pensé…
- Calma, mi amor. - Prudhomme la tomó en sus brazos. - Sabes que no hay más nadie que vos para mí. Te amo, Alice, y te amaré hasta mi muerte.
- Es verdad, Henry? - ella suspiró al ser besada a lo largo del cuello. - Es que estoy tan celosa últimamente.
- No hay razón alguna para que sientas celos , mi querida.
Clarissa estrechó más los ojos y se estiró un poco al darse cuenta que Prudhomme había dado un paso atrás.
Santo Dios! El hombre acababa de desnudar los pechos de lady Havard allí mismo en el jardín, Clarissa concluyó azorada al percibir el movimiento de las manchas y el ruido de los besos.
Lady Havard jadeó, después tomó en sus manos la cabeza con peluca de Prudhomme, llevándola contra su pecho.
- Y respecto a esa muchacha?
- Clarissa? - La voz de Prudhomme sonó llena de desprecio al pronunciar el nombre. - Es apenas una criatura. Qué puede saber ella de una pasión como la nuestra?
- Entonces es amor lo que sientes por mí? - ella insistió.
- Claro! - él la tranquilizó.
Sus bultos se juntaron nuevamente, y pudo oírse la afirmación de él:
- De noche sueño con vos, que vos y yo no necesitamos más encuentros furtivos, y despierto pronunciando tu nombre en mis labios.
Qué manera de soñar la de este hombre, pensó Clarissa, y cómo encontrará tiempo para engañar a dos damas y hacerme la corte a mí?
- Oh, Henry - lady Havard no se contuvo -, Ya pensaste como sería si pudiésemos abrazarnos así todas las noches?
- Ni me hables de eso - concordó Prudhomme, en un tono apasionado. -A la mierda con tu marido por tener tan buena salud.
Clarissa precisó controlarse para no soltar una exclamación al oír el diálogo remanido.
- Ahora déjame aprovechar estos pocos momentos en que te tengo. - Prudhomme, se arrodilló súbitamente, desapareciendo bajo la falda de lady Havard.
Sin poder ver completamente en detalles, pero dándose cuenta por la posición de los bultos de lo que había sucedido, Clarissa comenzó preguntar, casi sin pensar:
- Qué diablos le está haciendo él…
Mowbray le tapó la boca con la mano e inmediatamente la empujó con delicadeza, conduciéndola entre los arbustos, para que cruzasen el pequeño bosque.
Agarrándose al brazo de él para no perder el equilibrio, Clarissa se volvió para mirar una vez más los bultos de Prudhomme y lady Havard. Cómo desearía tener los anteojos en ese momento ! Aunque no tuviese idea de lo que él estaba haciendo debajo de la falda de ella, los gemidos que la mujer emitía eran muy sugestivos.
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