martes, 16 de junio de 2009

EL ACUERDO - VERONICA SATTLER - CAPITULO 15

CAPITULO 15


Brett aflojó las riendas, permitiendo que Raven tomase la senda tortuosa que circundaba el lago, al oeste dos vastos campos de Ravensford Hall. No era el camino más corto hacia su casa. Pero allí había una sombra de árboles agradable para quien , como él, había soportado por tanto tiempo la atmósfera sofocante de los salones y de las estrechas calles de Londres.
Mientras contemplaba el paisaje familiar, se preguntó qué había habido de importante para retenerlo en Londres en pleno verano, cuando la mayoría de sus habitantes salía de la ciudad para ir al campo y a las playas de Bath y Brighton.
Alguna amenaza externa? No. Planes para una nueva campaña? Imposible, la guerra en Europa había terminado! El motivo había sido absurdo y frívolo: ofrecer una grande recepción a los héroes de la batalla contra Bonaparte!
Naturalmente el pueblo ansiaba recibir y ovacionar a sus héroes. Los ingleses que habían permanecido en su país durante el conflicto querían no sólo conmemorar la victoria, sino, principalmente, asegurarse que la guerra había terminado y que la paz había vuelto a imperar en Europa.
Hubiera habido bailes, discursos, fuegos artificiales, desfiles y banquetes. Había sido necesario participar de todas esas festividades. El príncipe regente y sus ministros lo habían convencido, haciéndole ver que su fortuna y principalmente los vínculos que lo ligaban a ciertas personalidades del mundo financiero, cuyo concurso podía ser útil al gobierno, lo obligaban a eso.
Pero la situación era delicada y exigía gran prudencia. Brett frunció el ceño, mientras contemplaba un posible retorno de Napoleón al escenario político. El equilibrio europeo dependía esencialmente de la estabilidad del futuro ministerio francés y de la habilidad de Talleyrand en aglutinar fuerzas de apoyo a los Bourbon...
UN inesperado relincho de Raven lo sacó de sus pensamientos pesimistas. Levantó los ojos y miró la plácida superficie del lago. No vio nada allí. A no ser por el lento transitar de los cisnes sobre las aguas, todo permanecía calmo bajo la radiante luz de la tarde de verano.
Súbitamente, un otro relincho, que parecía venir de mas allá del pequeño grupo de árboles que bordeaba el camino, cortó el aire. Sabía que allá había una espacioso claro. Sintiéndose curioso, giró bruscamente las riendas de Raven y poco después se hallaban en campo más abierto.
Después de casi una hora de ejercicios en el claro, Ashleigh comenzaba a perder la esperanza de hacer Irish Night saltase nuevamente el obstáculo. Su enojo tenía un motivo. El viejo Henry, jefe de establos, se había negado a permitir que ella la montase, alegando que la yegua todavía no estaba amansada, y le había destinado un plácido animal castrado que respondía al nombre de Major.
Inconforme, Ashleigh le había pedido permiso para dedicar algunas horas de su tiempo libre a la yegua, con el fin de ejercitarla y corregir sus malos hábitos. El viejo había consentido, pero había sido inflexible en un punto: el adiestramiento debía ser hecho sin que ella montase el animal.

Ashleigh había comenzado a entrenarla, siempre siguiendo el mismo esquema: un poco de juegos, una carrera o una simple vuelta por el claro, y luego casi una hora de ejercicios. Cada tres días, entrenamiento con obstáculos, poniendo en práctica las técnicas que Patrick le había enseñado .
La pequeña yegua tenía una enorme facilidad para aprender y pronto había comenzado a progresar. Pero, esa tarde, inexplicablemente , se había mostrado caprichosa, rehusándose a saltar la barrera colocada en medio del claro.
- Basta, Finn! - gritó Ashleigh, sin esconder su impaciencia. - Vuelve para su lugar. Vamos a hacer una pausa.
El gran perro irlandés entró en una plantación de margaritas y
Se echó tranquilamente. Para él, aquello era una aventura excitante, que repetía alegremente tantas veces como fuesen necesarias.
Transcurridos algunos minutos, Ashleigh le dio una pequeña palmada al anca da yegua, estimulándola:
- Vamos , Irish!
Comprendiendo lo que esperaban de él , el animal levantó las orejas y se puso a acompañarla en la carrera. Cuando sus músculos se distendieron , preparándolo para el salto, Finn emergió de en medio de las flores, ladrando. La yegua se detuvo , asustada.
Ashleigh gimió y la llevó de nuevo al punto de partida, preparándose para repetir el proceso. Le dio a Irish Night la señal de avanzar y se puso a correr de nuevo con ella. Lo que ocurrió a continuación fue tan rápido que ella no tuvo certeza de estar viendo bien. Siguiendo al lado de la yegua, con una coordinación perfecta, Finn y el animal se lanzaron hacia adelante simultáneamente. Hubo una confusión de relinchos y ladridos, y a luego la pequeña yegua transpuso la barrera con un salto perfecto.
Todo había sucedido en cuestión de segundos. Ashleigh sólo tuvo consciencia de la gran hazaña al ver la yegua del otro lado de la barrera. Entonces , se dejó caer en el suelo y estalló en risas. Excitado, Finn saltó sobre ella y comenzó a lamerle la cara.
- Oh! quién habría imaginado eso ? Un perro de caza irlandés transformado en un entrenador de caballos!
Brett había observado toda la cena de lejos, oculto bajo las ramas de los árboles. Y no pudo dejar de sonreír al oír la risa deleitada de Ashleigh. Ella estaba linda, bañada por la luz dorada que salpicaba el pasto. Los ojos risueños, las mejillas coloradas y los cabellos que le caían desordenadamente sobre la espalda la hacían parecer, más que nunca, una pequeña hada de los bosques.
Súbitamente, quedó doblemente agradecido al príncipe por haberle concedido permiso para volver a su casa. Libre de las irritantes restricciones impuestas por la sociedad, de las preocupaciones respecto a Napoleón y del tedio, se sintió renacer. Kent siempre ejercía esa fascinación sobre él. Tal vez porque lo hacía entrever la promesa de una vida calma, llena de felicidad, una vida que ya estaba en su sangre.
En ese instante, Finn levantó la cabeza y se puso a gruñir , los ojos fijos en el grupo de árboles, bajo cuya sombra él se encontraba. Cuando con un ladrido brusco el animal arremetió hacia adelante , Brett se dio cuenta que iba a ser descubierto en cualquier momento y consideró mejor abandonar su posición de espectador.
- Hola, Finn - dijo , emergiendo de su escondrijo. - Así que prefieres entrenar pura sangres a cazar?
Ashleigh se sentó en el pasto y se quedó mirándolo, boquiabierta. Esa aparición era tanto más sorprendente porque nadie en Ravensford Hall esperaba la vuelta del duque!
El había partido hacia algunas semanas y, desde entonces, ella se había entregado al trabajo en cuerpo y alma. En poco tiempo, había ganado experiencia y pronto había podido desempeñar sus funciones sin mayores trastornos. Las horas libres, las pasaba en el campo, entrenando a Irish Night, o en la cocina, con Hettie Busby, quien parecía gustar mucho de ella. No había tenido tiempo para pensar en su Gracia!
Ahora, mientras lo veía avanzar montado su garañón negro, fue asaltada por un torbellino de pensamientos contradictorios. Allí estaba el hombre que era responsable de la experiencia más angustiante que había tenido en su vida. Pero, no podía dejar de reconocer, responsable también de su actual bienestar . Ese hombre rudo y arrogante, tenía el futuro de ella en sus manos y, al aparecer tan intempestivamente en escena, también tenía el poder de hacer que su corazón latiese más rápido. Tenía miedo de Brett Westmont, no había duda respecto a eso!
Era una pena que Megan no estuviese allí para ayudarla. Una cosa era enfrentarlo bajo las alas protectoras de su amiga, y otra, enfrentarlo en medio de un campo abierto, a una buena distancia de la mansión! Para ocultar su perturbación, dijo la primera cosa que le vino a la cabeza:
- No sabía que su Gracia conocía la historia de Irlanda!
Brett miró con interés a la joven que lo enfrentaba con educación, pero un tanto avergonzada, y se rió.
- No tan bien como la historia de Inglaterra. Pero tengo un amigo, descendiente de irlandeses, que nunca deja de regalarme una o dos leyendas de la tierra de sus padres, cuando nos encontramos. Finn de Cornac es una de sus preferidas.
- Me gustaría conocer a tu amigo. La historia de Finn es también mi preferida.
- Tal vez tengas esa oportunidad en breve. El prometió visitarme cuando viniese a Kent.
Brett desmontó y caminó hacia Ashleigh, quien lo miraba con indisimulable admiración.
- Cómo estás , pequeña? - dijo , extendiendo la mano para ayudarla a levantarse.
Ella vaciló solamente una fracción de segundo, antes de aceptar ese gesto.
- Bastante bien, Gracias, su Gracia - murmuró Ashleigh, poniéndose de pie.
- Algún día malo, algún desentendimiento con lady Margaret?
Con la mención de la vieja dama , los ojos de Ashleigh súbitamente se pusieron serios.
- No, su Gracia.
- Veo que estuviste ejercitando a mi yegua premiada. Pensé haberle recomendado al viejo Henry que velase por su seguridad. Irish Night es un animal muy arisco.
- Oh! Pero él se ocupó de cuidarla celosamente. Solamente me dio permiso para entrenarla, no para montarla. Para eso me destinó a Major. Por favor, su Gracia! No lo castigue.
- Major! Ese animal debe tener veinte años por lo menos ! El viejo Henry tomó mis recomendaciones muy en serio!
Brett notó súbitamente a preocupación de Ashleigh y la tranquilizó :
- No, pequeña. No voy a castigar a nadie.
- Gracias, su Gracia.
El le levantó el mentón , obligándola a mirarlo.
- Brett. solamente Brett.
- Yo... - Los párpados de Ashleigh temblaron ante la intensidad de esa mirada. - Brett.
El sonrió , mirando esa carita encantadora.
- No necesitas usar de artificios de belleza, como la mayoría de las damas de nuestra sociedad. Eres naturalmente bella.
Ashleigh se vio de repente a pidiéndole explicaciones :
- Pero quisiste verme realzada por ropas finas.
Sin duda, ella no era del tipo de mujer que se dejaba engañar o comprar con adulaciones, pensó Brett.
- Qué mal hay en eso ? Un hombre que posee una gema rara e infinitamente valiosa, la lleva al joyero para montarla en un anillo o en un colgante, eso es muy normal y con eso no espera aumentar el valor de la gema. La piedra siempre tendrá su valor natural. El montaje solamente hace posible que los otros puedan admirar su tesoro!
- Oh! Eres un poeta! - dijo Ashleigh, ruborizándose .
Brett se rió.
- No, no! Pero soy amigo de algunos de ellos. Vas a conocerlos en breve. - Brett hizo una pausa, como si estuviese considerando lo que acababa de decir. - Pero dudo que Byron venga al Hall, sabiendo que Shelley estará aquí. Los dos apenas se soportan.
- Dijiste Byron? - indagó Ashleigh con súbito interés. - Lord Byron?
- El mismo. Parece que ya oíste hablar de él.
Ella se ruborizó nuevamente.
- Lord Byron es un hombre muy famoso. Quién , en Inglaterra, no ha oído hablar de ese poeta romántico?
- Es cierto. Pero, por tu rubor, yo diría que vos no estás pensando en la fama que él se ganó escribiendo!
Ella se mordió el labio y se quedó callada.
- Lord Byron conquistó a celebridad con su genio literario. Después conoció a Caroline Lamb y... - Brett encogió expresivamente los hombros. - Pobre Byron!
- "Pobre Byron"?
El asintió .
- Esto puede sorprenderte, pero la relación con Caroline Lamb lo hace muy infeliz. Desde el primer instante en que se conocieron, él fue la presa, y no el cazador. Creo que de buen grado Byron se libraría de... del afecto de esa dama!
- Oh!... comprendo.
Para no aumentar la incomodidad de Ashleigh, él cambió de tema :
- No quieres proseguir con los ejercicios que estaba haciendo con Irish Night?
- Pero no sé si lo estoy haciendo bien .
- Por qué no? Creo que hiciste un uso brillante de las habilidades de tu ayudante!
Brett se inclinó para acariciar a Finn, y sus ojos se detuvieron en los extraños objetos que pendían del cinto de Ashleigh.
- Hay alguna razón para eso ?
- Oh... - ella levantó las dos latas y golpeó una contra la otra. - Es un invento casero para acostumbrar a un animal caprichoso a un ruido inesperado.
- Muchachita experta, sin duda! Y entonces, vamos a proseguir con el entrenamiento?
Las horas volaron, mientras Brett observaba todo, impresionado. siendo él mismo un caballero experto, tuvo de reconocer la eficacia de los métodos de Ashleigh. Especialmente en el caso de Irish Night, una potra joven y arisca.
- Felicitaciones! - dijo Brett finalmente, satisfecho. - Muy bien .
- Todo el mérito es de Irish Night. Ella es ágil e inteligente - afirmó Ashleigh, recompensando al animal con algunos terrones de azúcar.


- Vas a malcriarla con tantos mimos! - observó él, mas su sonrisa contradecía sus palabras.
- El premio funciona más que el castigo. Fue por eso que rechacé el látigo que Henry me ofreció.
- Entonces, prefieres trabajar solamente con dos o tres utensilios domésticos y algunos terrones de azúcar?
Ashleigh dio una palmadita afectuosa al anca de la yegua.
- Irish Night es demasiado noble. Sería un crimen maltratarla.
Ella hizo una pausa demorada.
- He visto un animal ser maltratado hasta transformarse en una masa sanguinolenta y... - Súbitamente, sus ojos se llenaron de lágrimas. - Fue horrible!
Brett observaba, mudo de asombro , los grandes ojos azules, la emoción refrenada. El siempre había desdeñado el llanto y otras demostraciones de debilidad, considerándolos más una evidencia de astucia femenina, un arma que las mujeres usaban para manipular a los hombres. Pero el sufrimiento que leía en la cara de esa criatura dulce y tímida era sincero y estaba lejos de compararse con las exhibiciones de histeria femenina.
Gentilmente, le secó las lágrimas.
- Comprendo perfectamente sus sentimientos. Pero hay cosas que suceden sin un motivo.
Ante la mirada interrogativa de Ashleigh, él continuó :
- Por lo que observé, tienes un modo delicado de tratar a los animales. Demuestras tener sensibilidad y mucha paciencia. Tal vez ese amargo recuerdo haya contribuido a eso.
Ella mantuvo la mirada , pensando si ese hombre gentil era el mismo que, dos meses antes, la había tomado con tanta rudeza. Un hombre cínico y arrogante, para quien las convenciones sociales de decencia no tenían ninguna importancia. Ese que estaba delante de ella, y que se había mostrado ser capaz de expresar palabras tan delicadas, no podía ser un libertino irremediable!
Confundida, Ashleigh cerró los ojos, diciéndose que no era el momento de descubrir la verdad. Pensaría en eso más tarde. Tal vez , entonces , pudiese considerar el contraste entre las palabras y las acciones de él con una cierta objetividad . .. Lo cierto era que ahora estaba aliviada, como si le hubiesen sacado una carga de los hombros.
Volvió a abrir los ojos y dijo con una sonrisa:
- Tal vez tengas razón .
Al verla sonreír tan abiertamente, Brett experimentó una emoción perturbadora. Sentiría gran placer en acostarse con ella, se no tuviese el temor de verse dominado, como un adolescente principiante, por un sentimiento desconocido.
- Se está haciendo tarde - dijo Brett bruscamente, volviéndose para alcanzar a Raven. - Es mejor volvamos antes que el viejo Henry mande alguien a buscarte.
Ashleigh tomó a Irish Night por las riendas y se preparó para seguirlo.
- Si él estuviese preocupado por mí, te pido que le avises que ya estoy en camino.
Brett examinó su rostro enrojecido por el ejercicio y frunció el ceño .
- A dónde vas?
- Al establo, su Gracia.
- A pie? - preguntó él, incrédulo.
- Le prometí al viejo Henry no montar a Irish Night mientras ella no estuviese completamente amansada.
- Sé eso, pero no voy a permitir que recorras toda esa distancia a pie. Ven!
Con un movimiento rápido, la envolvió por la cintura y la levantó del suelo, colocándola en la montura ,delante de él. Después , recogió las riendas de la potra y las amarró atrás de sí.
- Así está mejor - murmuró Brett, mientras sujetaba a Ashleigh entre sus brazos.
Cuando el caballo pasó del trote a un pequeño galope, ella suspiró reconfortada como si su vida estuviese bajo la protección de ese hombre imprevisible.
- Dónde aprendiste a cabalgar a pelo? - lo oyó preguntar súbitamente.
Ella se rió.
- Te aseguro que cuando escapé de su casa fue la primera vez que monté a pelo . - Arrepentida por la mentira, Ashleigh agregó, vacilantemente: - Fue... fue mi hermano quien me enseñó a cabalgar.
Brett aspiraba el aroma fresco de los cabellos negros y del cuerpo joven y se sintió muy bien . Súbitamente sintió alegría, y comenzó a reír.
- Su Gracia , te sientes feliz por estar de vuelta? - preguntó Ashleigh, admirada.
- Si, pequeña. Muy feliz.

No hay comentarios: