CAPITULO 31
Fue el invierno más riguroso de que se tuvo noticia en Inglaterra. Comenzó en diciembre y se prolongó hasta el final de enero, con las nieves cayendo en ráfagas y acumulándose en pilas a lo largo de las calles. Por primera vez, el río Támesis se convirtió en una superficie de duro hielo.
Pero ni eso fue suficiente para mantener a los londinenses presos dentro de sus casas. Sobre el río congelado pronto aparecieron tiendas iluminadas por candeleros donde se vendía de todo: castañas asadas, cidra caliente, pastelitos rellenos, libros y chucherías.
Brett, quien había ido allí buscando libros, cerró con un golpe seco el que estaba examinando y se abrió camino por entre la multitud de vendedores ambulantes. Después , con las manos enterradas en los bolsillos del grueso saco forrado de pieles, que le llegaba hasta los talones, siguió por las calles desiertas. Dobló una esquina y se aventuró hasta una tienda. Detrás de los vidrios sucios, una vela iluminaba jarras de porcelana, tazas con florcitas, copas pintadas a mano. Se detuvo allí y se sentó en la punta de un banco de madera, bajo la nevisca.
Había caminado toda la tarde , pensando en escapar de las imágenes perturbadoras que su mente removía. Esa cara... siempre la misma cara. Preciosa, única! Todavía estaba delante de sus ojos, al alcance de su mano, pero en realidad tan perdida y lejana...
Dónde estaría ella ahora? Refugiada en la casa de Patrick, viviendo una existencia calma, sin sorpresas, con la que había soñado desde el tiempo en que había sido una criada de burdel? O todavía en el Continente europeo, esperando el final del conflicto entre Inglaterra y América, antes de arriesgarse a atravesar el Atlántico?
Inconscientemente, sus dedos acariciaban la carta que guardaba en el bolsillo. La había recibido hacia dos días de Simon Allerton, un agente secreto que trabajaba para el Ministerio de Relaciones Exteriores. La carta anunciaba que había un barco en las costas de Livorno. la embarcación portaba bandera alemana, pero, extrañamente, traía el nombre Ashleigh Anne pintado en el casco.
Sería el barco de Patrick? En ese caso, qué estaría él haciendo en Italia, donde los simpatizantes de Napoleón eran todavía numerosos? No se daba cuenta que esa región se transformaría en un barril de pólvora, en caso que los rumores que corrían respecto a Napoleón exilado en la isla de Elba fuesen verdaderos?
Pero, cómo Patrick podía saber eso? Pocos en el ministerio estaban al tanto de esos rumores, que todavía eran mantenidos en secreto , ya que podrían resultar ser falsos. Después de todo , de qué modo Napoleón conseguiría formar y armar un ejército desde esa isla remota?
No obstante, el Almirantazgo estaba interesado en descubrir si había alguna veracidad en esos rumores. Cuando terminase el duro invierno, algunos barcos de reconocimiento dejarían el puerto de Londres para hacer una investigación de carácter no oficial. Entonces , habría dos opciones : formar parte de la comitiva oficial que iría rumbo sur, o viajar como un ciudadano común y corriente . Esa segunda alternativa le daría más libertad para tratar sus asuntos particulares y asegurarse si ese Ashleigh Anne era realmente el barco de Patrick,
Deseaba ver a Ashleigh? Esa era la cuestión que lo perturbaba desde que había recibido la carta de Allerton. Mierda. Por qué no desistía? No era un tonto al perseguir una ilusión, el reflejo de un recuerdo ?
Si la encontrase de nuevo , qué haría? Al principio, se había quedado despierto de noche, alimentando una vaga esperanza. En los últimos tiempos, sin embargo, otras imágenes se modelaban en su mente, tomando la forma de una mujer que se entregaba apasionadamente a sus brazos.
En algún lugar debía haber una respuesta para el enigma que Ashleigh representaba. Tenía que descubrir por qué la odiaba y la deseaba al mismo tiempo. Por qué, ángel o demonio, era la mujer que quería a su lado. Para eso, solamente le quedaba un camino: enfrentar la situación honestamente, sin flaquezas y sin subterfugios.
Súbitamente, el viento se puso a soplar en ráfagas coléricas. Se levantó y continuó caminando. Se encontró nuevamente en el muelle. Del otro lado del puente, su cochero lo esperaba sacudiendo los pies para ahuyentar el frío.
Apretó el paso y subió al carruaje tirado por cuatro caballos negros, que se pronto se puso en marcha por la alameda, entre las árboles desnudos.
Envuelta en una capa de terciopelo azul forrada de armiño, Ashleigh bajó los escalones de la baranda del ala sur y se acomodó en la poltrona que Giovanni había colocado allí especialmente para ella.
Sintió un escalofrío, ante el frío que llegaba del mar, y enterró las manos en el regalo que hacía conjunto con la capa, ambos regalos de Patrick y Megan. Los había recibido en Navidad, acompañados de una esquela: "Terciopelo azul para combinar con tus ojos, armiño para combinar con su alma. Te amamos!"
Hacia más de un mes que no los veía: todavía estaban en Capri, pasando la luna de miel en una de las villas de la Condesa. La nostalgia que sentí por ellos afortunadamente era suavizada por el descubrimiento de una nueva especie de felicidad al lado de María y los niños.
La actividad que había asumido la impelía hacia adelante , ahorrándole muchas horas de aflicción.
El recuerdo de Brett todavía le dolía, pero la angustia había disminuido . Ella había cambiado; se había hecho mucho más fuerte, más segura de sí misma.
El sonido alegre de una trompeta la sacó bruscamente de sus divagaciones. debía ser Antonio. El niño poseía un talento musical: tocaba varios instrumentos de oído, lo que contrariaba a su profesor de música, el maestro Vivian, que venía de Pisa una vez por semana para darle lecciones Ashleigh se dio vuelta y vio un grupo de niños apareciendo en el otro extremo de la terraza. Todas vestían brillantes capas rojas y boinas del misma color, confeccionados, sin duda, por Francesca y Alessandra, las dos niñas mayores, y todos traían en sus manos un instrumento improvisado.
Ashleigh se puso a batir palmas, alentándolos. Estaba muy orgullosa de esos pequeños espectáculos que los niños acostumbraban a presentar y que comenzaron después que habían asistido a una representación teatral al estilo de la Commedia deli'Arte, en Pisa.
Aquella noche, después de la cena, había notado que Antonio y Aldo se mostraban particularmente entusiasmados. Entonces les había propuesto que armasen un espectáculo en el que cada uno de los niños exhibiese sus talentos , para ser representado ante los moradores de la villa.
Excitado con la idea, Aldo, un organizador nato, había montado, con su ayuda, una deliciosa exhibición de canciones y danzas típicas para celebrar el día de Todos los Santos. El espectáculo había sido presentado en la amplia sala de visitas, ante un público deleitado . En diciembre habían hecho tres más: una para celebrar el casamiento de Patrick y Megan, otro para Navidad y la tercera en homenaje a la Condesa.
Ashleigh se recostó en la poltrona, pensando en qué habrían preparado para esa tarde. Casi no pudo creer en sus ojos cuando vio aparecer una pequeña carreta tirada por Finn. En ella había un pequeño cerdito portando en su cabeza un amplio sombrero rojo cubierto de flores de papel y en el lomo una capa roja de papel, ssimilar a las de los niños . En su boca había una rosa, obviamente cortada de las plantas que María cultivaba en los jardines del fondo.
Mientras las niños comenzaban a entonar una canción que hablaba sobre "una linda dama de las rosas", el lechón entreabrió la boca, y Ashleigh casi pudo jurar que el animal "sonreía"! No se contuvo y rompió en una alegre risa, lágrimas le caían por las cara. Era una escena impagable : la sonrisa maliciosa de los niños mientras cantaban versos alabando la belleza de la "dama de la rosa" , y el lechón con la flor entre los dientes...
Su risa se unió a la de María, quien apareció en la terraza acompañada de Giovanni. La canción terminó, pero las risas continuaron . Tres o cuatro criados llegaron corriendo desde el interior de la casa para descubrir la causa de tanta alegría. Al ver el cuadro, teniendo a los animales como figurantes principales, aplaudieron entusiasmados.
Finalmente, agotada de reírse, Ashleigh se levantó y abrazó a los niños, uno por uno.
- Grazie, grazie. Estuvieron maravillosos! Hacia tiempo que no me reía tanto!
Después , se volvió hacia María.
- Debes contarme cómo los niños lograron que el cerdo sujetase la rosa entre los dientes y la dejase caer en el momento correcto!
- Oh, fue fácil! El cerdo es un actor nato, segundo Giovanni - explicó María, riéndose. - Difícil, fue conseguir que tu perro tirase de la carreta.
- Pobre Finn! Soportando todo pacientemente sólo para agradarme.
- Creo que a él no le importa, querida. Vos le salvaste la vida y él nunca se olvidará de eso.
La condesa le acarició las mejillas rosadas.
- Tienes un don para atraer a las criaturas más frágiles. Animales indefensos, niños...
Ashleigh sonrió y le tomó el brazo, preparándose para seguirla.
- No hago nada extraordinario .
- Por el contrario, estás haciendo mucho por estos niños. Los Cautivaste completamente. - María la envolvió en un gran abrazo. - Vas a ser una madre maravillosa!
- Todo lo que sé y aprendí, te lo debo a vos .
La Condesa se rió encantada.
- Vamos, hace mucho frío aquí. Debemos pensar en tu bienestar y en el de tu niña!
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