domingo, 14 de junio de 2009

EL ACUERDO - CAPITULO 11

CAPITULO 11


En las primeras horas de la tarde del día siguiente, Ashleigh se encontraba sentada entre Brett Westmont y Megan en el carruaje que los conducía a lo largo de Hyde Park, un vehículo amplio y confortable, que traía en la puerta el bello emblema dorado y carmesí de los Ravensford.
Instalada en su lujoso interior, sentía su temor crecer. Qué demonios estaba haciendo allí, en el carruaje de un duque? Ella que, una semana atrás, servía de criada en una casa de mala fama? En ese momento, con el sol de primavera filtrándose por las ventanillas, esa diferencia se hacía todavía más evidente, obligándola a reconocer que su vida modesta y chata iba a tomar un rumbo que decidiría para siempre su suerte.
Medrosamente, se atrevió a lanzar una mirada al hombre responsable de esa transformación. El parecía completamente indiferente a las dos mujeres que lo acompañaban. Impecable como siempre en su traje de paseo, presentaba un perfil que parecía esculpido en piedra. La amplia testa, la nariz recta, la boca arrogante, el mentón fuerte, todo parecía hecho del más duro granito!
Ashleigh suspiró levemente. Realmente no había necesidad de mirarlo. Cómo podría olvidar, un sólo detalle, las facciones del hombre que durante veinticuatro horas la había hecho experimentar todo lo que podía reunirse en catalogo vejaciones y humillaciones?
Casi a disgusto se vio lanzando una nueva mirada en dirección de él. Brett continuaba inmóvil , más frío y distante que nunca. No había ni una sombra de una sonrisa en esa boca sensual, lo que podría transformar completamente su fisionomía, concediéndole un encanto especial. Ahora era un hombre muy diferente al rudo captor que la había deshonrado.
Incluso diferente hasta al taimado y eficiente hombre de negocios que había sido la noche anterior.
Eso le recordó de la serie de preguntas que él había hecho , mientras las conducía a su casa londinense. Quién había sido su padre? Tenía algún pariente vivo? En qué condado estaba localizada la casa de su familia?
Pero había sido Megan quien había contestado cada una de ellas. O mejor dicho , la que había eludido cada una de ellas . Haciendo una imperceptible seña a Ashleigh para que se quedase callada, la irlandesa había dicho evasivamente: " Hace tanto tiempo, su Gracia... La pobrecita era tan pequeña en la época de la tragedia... No querría hacerla sufrir nuevamente, recordando hechos del pasado !" Y finalmente: "Esta pobre huérfana es la viva imagen de todas las virtudes. Cualquiera puede ver eso!", las palabras obviamente dichas con segundas intenciones y que habían puesto al duque de mal humor.
Eso la había forzado a lanzarle una mirada de reprobación. Una cosa era obligar al duque a pagar por el mal que había hecho . Otra, muy diferente, era provocar su ira, que, ella presentía, estaba siendo reprimida bajo ese exterior frío y distante.
Mas tarde, a solas en el aposento que el duque les había destinado, no había resistido el impulso de pedirle explicaciones.
- No temes haber llegado demasiado lejos, Megan? Y por
qué me impediste responder a las preguntas de su Gracia?
Megan había sonreído y le había tomado las manos.
- Confía en mi juicio, querida. Conozco bien a los hombres y sé lo que estoy haciendo. No fui demasiado lejos, aunque, admito, él parece ser un poco más complicado que los otros. A veces, pienso qué es lo que lo irrita tanto...
Ella la había mirado por largo tiempo pensativamente .
- No es bueno revelarse completamente. Créeme , querida. Una mujer se hace más interesante ante los ojos de su hombre si alimentar un poco de misterio y de altivez.
- Pero , Megan... su Gracia no es mi hombre! El apenas es mi patrón .
- Calma, mi querida. Fue un modo de decir .
La conversación había terminado allí, pero Ashleigh todavía recordaba el brillo de astucia en los ojos verdes de la irlandesa.
Ashleigh se debatía con esa cuestión, cuando una voz masculina anunció :
- Aquí estamos.
Ella volvió a la realidad e indagó :
- Dónde, su Gracia?
- En el establecimiento de madame Gautier, la mejor modista de Londres.
Brett miró el vestido de algodón gris de Ashleigh y después la extravagante capa de seda verde esmeralda que envolvía las formas exuberantes de Megan, y hizo una mueca.
Proveer ropas adecuadas a las nuevas funciones de ambas había sido el principal motivo que lo había llevado a Almack's la noche anterior, cosa que todavía no había hecho después de la muerte de su abuelo.
Cuando lady Jersey, la patrona solícita y la guardiana celosa de los intereses de Almack's, el club social más famoso de Londres, se había aproximado a él con expresión de asombro y lo había interrogado sobre la conveniencia de aparecer allí a una hora tan tardía, Brett había presentado unas excusas vagas. Pero pronto había tomado el comando de la conversación y había logrado saber cual era la modista que vestía a la flor y nata de la nobleza londinense.
Brett sonrió levemente mientras ayudaba a Ashleigh y a Megan a bajar del carruaje. Pero, en el momento en que se volvió, su sonrisa en sus congeló en sus labios. Paradas delante de la puerta de madame Gautier, se hallaban lady Jersey y lady Castlereagh.
Vio el movimiento de sorpresa que las dos damas no pudieron contener y se adelantó para saludarlas con una nueva sonrisa en los labios.
- Mis señoras... - Brett murmuró, mientras se inclinaba sobre sus manos bien cuidadas.
- Ravensford! Qué extraordinario encontrarte aquí! - Lady Jersey dejó la frase flotando en el aire, con una ironía en suspenso, y después deslizó su mirada penetrante hacia las dos mujeres que acompañaban al duque.
Brett salió del brete rápidamente. - Permítanme que les presente... mi nueva pupila, la señorita Sinclair, y su compañera, la señorita O'Brien.
Después de eso, él pensó frenéticamente en la siguiente movida, Lady Jersey era viva e inteligente. Un error de su parte podría ser irreparable. Después leve vacilación, dijo en tono casual:
- La señorita Sinclair es hija de un militar, viejo amigo de nuestra familia. Antes de fallecer, mi abuelo supo que, en virtud de la muerte de sus padres, esta niña había sido enviada a un orfanato. E inició los primeros trámites para traerla a nuestra casa, convencido de que el lugar más apropiado para ella era, naturalmente, el campo.
- Sinclair... - murmuró lady Castlereagh pensativamente . - como se deletrea tu apellido, querida?
- S-i-n-c-l-a-i-r, my lady - murmuró Ashleigh, vagamente incómoda.
- Sabes que en América lo pronunciarían Saint Clare? Hay un joven lord que fue recientemente admitido en Almack's y que adopta esa abominable costumbre! Si fuese por mí, no habría permitido el acceso a nuestro club de ese nuevo rico!
Ella miró a Ashleigh.
- En tu caso, afortunadamente , no hubo alteración del apellido. Sinclair... En otros tiempos conocí a una familia Sinclair. Dime, querida, tus padres...
Brett la interrumpió bruscamente: - Todavía no expresé mis agradecimientos por la bondadosa carta que me enviaste en ocasión del fallecimiento de mi abuelo. Permítame que lo haga ahora, lady Castlereagh.
Lady Jersey aprobó benévolamente, mientras se aproximaba a Ashleigh.
- Eres muy bonita, querida. Y madame Gautier es la persona más indicada para realzar tu belleza.
Un gracioso rubor coloreó el rostro de Ashleigh.
- Gracias, my lady,
La gran dama se volvió hacia Brett.
- No se puede negar que la vida es una sucesión de buenos y malos momentos. Mira a tu nueva pupila. Quedó huérfana a una tierna edad, y ahora vos la rescatas de un futuro opaco. Eso es lo que yo llamo un golpe de suerte!
En ese instante, un grande carro, empujado por un par de soberbios caballos, se estacionó detrás del carruaje de Brett.
- Mi carruaje! - exclamó lady Jersey. - Tuve mucho placer en conocerte, señorita Ashleigh. Espero recibirte un día de estos para un té.
El silencio que siguió a la partida de las dos mujeres fue roto por un suspiro de alivio lanzado por Megan.
- Estoy segura que yo era la próxima en tener que pasar por el examen severo de esas dos damas!
- Ambas son socias de Almack's y , como tal, su influencia en la alta sociedad es ilimitada. Sin su aprobación, y de la de más de una media docena de damas de su rango , nadie puede tener acceso a los círculos londinenses más refinados - dijo Brett, guiándolas hacia la entrada del establecimiento de madame Gautier.



Cuando Brett abrió la puerta, una mujer menuda, de cerca de cuarenta años, vestida con sencillez, se adelantó en dirección a ellos.
- Bonjour, duque - dijo ella.
- En Londres las noticias vuelan - replicó Brett, de buen humor.
- Y en ningún lugar como aquí, donde las damas de alta alcurnia vienen a embellecerse - dijo la francesa. - Permítame que le exprese mi más sincero pésame por la muerte de su abuelo .
Todo Londres quedó conmovido con la noticia.
Brett bajó educadamente la cabeza.
- Madame Gautier, quiero presentarle a la señorita Sinclair, mi nueva pupila, y a la señorita O'Brien.
Los ojos da francesa expresaron admiración.
-Lo felicito, duque. Su pupila es muy bonita. Naturalmente, precisamos transformar a una casi niña en una mujer refinada. Es una suerte que la haya traído aquí.
- Perfectamente, madame. Veo que comprendió mi intención.
- Muy bien. - Los ojos de la francesa se detuvieron en Megan. Después , satisfecha, se dio vuelta y llamó :
- Suzanne!
Una linda joven de ojos verdes, muy parecida con Megan, emergió de una salita anexa.
- Mi hija, Suzanne Gautier O'Sullivan - presentó madame con orgullo. - Mi pobre marido también era irlandés, señorita O'Brien.
- Es un gran placer, madame.
Brett las miró , ligeramente impaciente.
- Madame Gautieur...
- Estoy a sus órdenes , duque . Suzanne es mi asistente y podrá ocuparse de la señorita O'Brien. Mientras tanto , yo daré toda mi atención à su pupila.
Ella hizo una pausa diplomática y después se volvió hacia Ashleigh.
- Entonces, mademoiselle, qué precisas? Vestidos de gala, de paseo... Trajes de entrecasa...
Ashleigh no sabía qué decir. En Hampton House, solamente le hacían dos vestidos por año. Ella miró a Brett, en busca de auxilio, pero él parecía absorto en el examen de algunas prendas en exhibición.
- No sé... Un vestido de baile, otro de paseo, dos o tres de entrecasa...
- La señorita Sinclair necesita un guardarropa completo, quiero que la vista de los pies a la cabeza - la interrumpió Brett bruscamente. - Ella va a hacer anfitriona de mi casa y precisar por lo menos una docena de vestidos para cada ocasión .


- El duque tiene toda a razón - El rostro delgado de madame Gautieur se abrió en un sonrisa radiante. - Voy a buscar inmediatamente los catálogos. Discúlpenme...
Cuando la puerta del otro extremo del salón se cerró suavemente detrás de ella, Ashleigh miró a Brett. Era la primera vez que quedaban a solas , desde la terrible noche en que se habían conocido, y ella no se sentía muy cómoda. No comprendía la razón del súbito cambio en los modales de ese hombre arrogante. De repente, él comenzaba a tratarla como una dama y a presentaba a todos como su pupila!
Ante su aire de desconfianza, Brett levantó sus cejas.
- Algo te molesta, Ashleigh?
- La historia que inventaste. No está de acuerdo con mi modo de ser!
- En verdad, querida? - dijo él con indisimulable ironía. - Puedes decirme por qué?
- No estoy acostumbrada a fingir, su Gracia.
- No veo nada de inmoral en eso!
Durante algunos segundos, que parecieron horas, él la encaró silenciosamente. Después su rostro se aflojó.
- Anoche, te aseguré que mis intenciones eran honestas, no es así?
- Entonces estás arrepentido! - dijo Ashleigh en un impulso.
La constatación lo enfureció de nuevo .
- No sólo arrepentido, sino sometido a una penitencia en cuerpo y alma! Por qué otra razón yo " invitaría a dos mujeres desconocidas" a formar parte de mi vida? Por placer ? Dilo!
Ashleigh sintió la sangre huir de su rostro. No había duda en cuanto al odio que destilaba esas palabras.
- Oh, no! Es que...
- Olvídate de tus resquemores de una vez por todas! Ahora eres mi pupila y punto ! Ya instruí a mi abogado para comenzar a arreglar los papeles.
Ella quiso hablar, pero Brett la agarró por el brazo con un aire tan amenazador que la intimidó.
- Ahora escúchame : asimila rápidamente la historia que inventé acerca de tu pasado y comienza a creer en ella! Estamos entendidos?
Demudada, Ashleigh asintió con un gesto.
- En cuanto al resto... quiero que sepas que lamento profundamente haber interpretado mal tus protestas. Y quédate tranquila porque estoy pagando muy caro por ese tremendo error! - él la miró intensamente de los pies a la cabeza y la soltó.
- Demasiado caro!
Ashleigh sintió su rostro arder, pero encontró las fuerzas para decir:
- Su Gracia no comprendes que hay cosas que no tienen precio?
Brett sonrió burlonamente.
- Mi querida Ashleigh... - dijo él con la paciencia que dedicaría a una criatura. - No me refiero precisamente al dinero.
- No comprendiste lo que quise decir - retrucó ella con voz clara y firme. - No todo en la vida tiene un precio. Hay cosas que no están en venta!

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