PRÓLOGO
Kent, Inglaterra, 1795
John Westmont, el octavo duque de Ravensford, se inclinó sobre la gran mesa tallada
. Las sombras de la biblioteca recaían sobre su rostro anguloso, acentuando sus ojeras y ocultando el vivo sufrimiento que había en sus ojos.
- Tus padres están muertos, hijo. Y también tu hermano - dijo él, dirigiendose al pequeño caballero delante suyo . - Hay algo que quieras decir a ese respecto?
Brett Westmont levantó sus ojos azules turquesa y sustentó la mirada penetrante de su abuelo, sin dar muestras del dolor que le oprimía el corazón desde que había tenido conocimiento de la horrible tragedia.
- Mi padre murió , abuelo. Y también mi MEDIO hermano .
El viejo duque se puso de pie y lo miró azorado.
- Estás siendo impertinente, hijo. Esperaba algunas palabras que expresasen un sentimiento de dolor y compasión, no una disgresión sobre la genealogía de nuestra familia!
El niño respiró profundamente dos o tres veces, como si le fuese difícil responder.
- No quise ser impertinente. Pero es que mi verdadera madre...
El duque lo miró fijamente, como si él fuese una cortina de vidrio que dejase transparentar el pasado,
- Cómo te atreves a hablar de alguien que dejó de existir hace más de siete años, en el mismo instante en que abandonó esta casa? Te olvidas que ella le fue infiel a tu padre, antes de abandonarlo?
Brett levantó heroicamente la cabeza, y su súbita coraje se hacía más elocuente por el rubor que el sufrimiento le causaba.
- No. No me olvidé.
El no se había olvidado , a pesar que nunca más había vuelto a ver a su madre, cuyo nombre, Mary, vizcondesa de Westmont, había sido borrado y prohibido en Ravensford Hall. Se hablaba de ella en voz baja y a escondidas, en los primeros tiempos. Pero jamás había logrado conciliar aquellas palabras susurradas con los recuerdos borrosos pero persistentes de una muchacha alta, de piel clara e iluminada y ojos brillantes.
- Un acontecimiento trágico, absurdo - volvió a decir el duque, llamándolo a la realidad . - Y , de nuevo , por causa de una mujer! Fue tu madrastra, lady Caroline, quien llevó tu padre para a este trágico final.
- Deja que los muertos descansen en paz, John!
Brett levantó os ojos, sorprendido, al ver la majestuosa figura de lady Margaret, hermana melliza del duque, aparecer desde el otro extremo del salón y aproximarse a ellos con pasos lentos. No estaba a solas con su abuelo, como había imaginado .
John Westmont se volvió hacia ella y la miró con frialdad.
- Si quieres que participar de esta entrevista, aunque no entiendo cuál es tu interés en esto, procura no interrumpirme . En cuanto a los muertos, déjame decirte, por tu bien y por el del niño, que mi hijo y su segunda mujer eran una pareja de borrachos.
Lady Margaret se escandalizó.
- Pero eso es monstruoso!
- Es la verdad - dijo el duque serenamente. - El niño la sabrá, más tarde o más temprano ... y creo que debería saberlo ya. Los dos estaban embriagados cuando dejaron la partida de caza y se subieron al carruaje que los llevó a la muerte. El viejo Henry me contó que vio a Edward arrancar las riendas de las manos del cochero y lanzar el carro por el camino a una velocidad espantosa.
- Pero el eje defectuoso... --- quiso objetar Margaret.
- Si Edward hubiese estado sobrio y el carruaje confiado en manos más competentes, ellos tal vez se habrían salvados de este final . Y quizás ese inocente no se habría servido como chivo expiatorio!
El duque hizo una pausa momentánea y después continuó , hablando más para si mismo que para su hermanos:
- Ambos eran irresponsables y estaban perdidos en la vida. Vivían viajando de un lado a otro, como en una orgía perpetua. Destruían cosas y personas y después se refugiaban en la lujuria del dinero o en la indiferencia y dejaban que los otros resolviesen los líos en los que se metían...
Los ojos vivaces se fijaron en el rostro severo de lady Margaret.
- Y nadie puede negar que Edward se lanzó a esa vida licenciosa después que se casó con Caroline Hastings. Un casamiento, mi querida hermana, que vos urdiste!
- John! No puedo permitir...
- Soy yo quien decide lo que está permitido en esta casa! - dijo John Westmont con un súbito acaloramiento, su sangre subiéndole a las mejillas.
Ya más calmado, él miró a su nieto.
- Siempre son las mujeres, Brett. Primero fue mi madre, insistiendo en educar a mi hermana melliza de manera inconveniente. - él sonrió fríamente. - No fue así, Margaret? No es verdad que, valiéndote del hecho de haber venido al mundo en primer lugar, vos quisiste cuestionar mi derecho al ducado?
Esa vez, lady Margaret no se contuvo.
- No quiero oír nada más , John! - gritó ella alterada por el odio. - Haz lo que quieras con el niño. Yo me lavo las manos!
Cuando ella se dirigió altivamente hacia la puerta , el duque la siguió con os ojos y suspiró, desconsolado.
- No te lo dije, Brett? Las mujeres sólo nos causan problemas. No lo olvides nunca: si quieres vivir en paz, huye de ellas!
- Recordaré eso, abuelo.
- Tu abuela, la duquesa, no escapó a la regla. Ella interfirió de tal manera en la educación de tu padre que lo convirtió en un débil. Lo Mimó demasiado, a pesar de mis protestas, y cuáles fueron los resultados? Edward se casó con esa... esa extranjera, una mujer cuyo comportamiento...
John Westmont asumió un aire distante al recordar la escena que tanto lo amagaba.
- "Fue un matrimonio de amor, papá", él me dijo, cuando, después de semanas de búsqueda, los dos fueron encontrados en Gretna Green. - El duque señaló la puerta por donde su hermana había salido.
- Pero ella no dejó que las cosas quedasen ahí. Oh, no! "Lady Caroline Hastings será una esposa perfecta para nuestro Edward."
Pronunció esas palabras con cólera, pero pronto su tono se suavizó , impregnándose de una mezcla de ternura, remordimiento y desesperación. Una desesperación tan profunda que pareció robarle toda su energía.
- Una esposa tan perfecta que lo llevó a la tumba prematuramente! - murmuró él, dejándose caer en la silla.
Recomponiéndose, observó el retrato con marco de plata sobre el escritorio, antes de dirigirse de nuevo a Brett.
-- Lo que no puedo perdonarle a Edward es se haya llevado consigo a un inocente de dos años!
"En un carruaje inseguro, que estaba destinada a mí!", pensó el niño, un escalofrío premonitorio recorriéndole la espina dorsal, y no por primera vez, al recordar de que el "vehículo de la muerte" debía llevarlo a Eton, donde él iniciaría su vida escolar.
EL duque pareció adivinar sus pensamientos.
- No te culpes imaginando que tu familia murió en lugar tuyo , hijo. Ya viví demasiado tiempo para saber que nadie escapa de su destino. Comprendiste?
Brett reflexionó un momento. Después respondió, con su sonrisa suave y encantadora :
- Si, abuelo.
- Entonces , óyeme. Este desgraciado acontecimiento va a cambiar radicalmente todos los proyectos que hice para vos.
John Westmont miró a su nieto. Era una niño increíblemente bello, y, en su presencia, todos los otros sentimientos se disipaban, para dar lugar a una ternura profunda.
- Decidí no mandarte a Eton.
- Por qué, abuelo ?
- No puedo negar que escuelas públicas, como Eton o Harrow, proveen una excelente educación a sus alumnos. Pero, después del desastre que Edward hizo de tu vida , resolví darle otro rumbo a tu vida.
Brett asintió de manera tan clara que obligó a su abuelo a agregar:
- Tendrás una ventaja: te vas a librar de la intromisión de tu
tía abuela . Es mejor que sea así, pues ella no te aprecia.
Brett no se dejó, de ningún modo , perturbar. Continuó prestando atención a su abuelo, como su la conversación fuese algo irrelevante o, al menos, impersonal.
-- Como te iba diciendo, cambié mis planes - retomó la charla Él - un día, vos heredarás el ducado, y mi principal objetivo es hacerte un hombre formidable, que nadie, sobretodo ninguna mujer, se atreverá a cambiar.
El duque empujó la silla de respaldo alto hacia atrás y se puso a caminar de un lado al otro, visiblemente impaciente.
- La educación que vas a recibir te dará todas las ventajas para triunfar en este mundo en que vivimos. Por ventajas no entiendo solamente fortuna y un apellido, sino la capacidad de prever las celadas, trampas y debilidades que puedan surgir en tu camino. Creo firmemente que, para alcanzar ese objetivo, un hombre debe ser criado en una vida austera , con régimen de arduos ejercicios físicos, sin, con eso, descuidar los estudios académicos, para estimular tu vida intelectual. Y si además logra asimilar las casi olvidadas reglas de caballerismo y de las buenas costumbres, entonces podemos decir que ese hombre estará capacitado para realizar hechos notables. Eso es lo que espero de vos, tomando en cuenta tu inteligencia y tu sangre noble!
El duque abrió las cortinas y se volvió .
- Está decidido, Brett. Daré inicio a tu educación enviándote al mar por los próximos dos años. Sin haber pasado por las pruebas a las que el mar somete un hombre, no podrás templar tu carácter!
Después de una pausa, el abuelo continuó :
- Cumplirás servicios en un barco de unos amigos míos y responderás a las órdenes del capitán Joshua Stockton, un amo justo y competente. En esa posición, no tendrás privilegios ni un tratamiento especial. En verdad , además del capitán Stockton, nadie conocerá tu verdadera identidad . A bordo, vos simplemente serás conocido como Brett Westmont, y tendrás que trabajar mucho para ganar su sustento. Está claro?
- Si, abuelo - dijo Brett, sin vacilar.
- La única excepción a la rutina normal de un marinero será el hecho de que un preceptor te acompañará en todos los momentos libres y le enseñará un programa intensificado de estudios, como el que habría recibido en Eton. Para evitar la curiosidad y la especulación de los oficiales, el capitán Stockton va a contratar a otro marinero, que pasará por el hijo de algún noble o de un rico comerciante, deseoso de proporcionarle a su heredero una experiencia en el mar junto con estudios académicos. Vos estarás incluido en ese programa
solamente porque serás su compañero de viaje.
Brett asintió en concordancia, y el duque prosiguió:
- Después de ese período en el mar, tu educación proseguirá en Ravensford Hall. Aquí, continuarás recibiendo instrucción académica, y también adquirirás nociones básicas sobre administración de tierras, comercio y leyes. Al mismo tiempo, volverás a practicar equitación, tiro al blanco y esgrima. Habiendo aprendido todo eso, puedo asegurarte que sabrás comportarte como un perfecto caballero. Podrás afrontar los más serios peligros y serás el mejor !
El duque se calló y, por primera vez, desde que había empezado su largo discurso, Brett lo vio aflojarse. su rostro se suavizó , iluminado por el esbozo de una sonrisa.
- Temo que abordé este tema con cierta rudeza. No era esa mi intención. - hizo una pausa y se dejó embargar por una inmensa oleada de piedad y emoción. - Yo te amo, Brett,
Y quiero que sepas que, suceda lo que suceda, siempre cuidaré de vos. Te pido que comprendas esto y acepte mis decisiones con coraje y buena voluntad .
Brett se quedó cabizbajo por un instante. Su amado padre había muerto , llorar no lo traería de vuelta. Su madre, a la que le gustaría tener a su lado, estaba igualmente perdida y no ganaría nada con preguntar dónde se encontraba ella. Si lo hiciese, se arriesgaba a perder también a la última persona en la Tierra que estaba interesado en él. Levantó la cabeza y respondió con firmeza:
- Si , abuelo. Lo comprendo y lo acepto.
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