domingo, 21 de junio de 2009

EL ACUERDO - VERONICA SATTLER - CAPITULO 22

CAPITULO 22



Sentada en su rincón habitual del canapé, Ashleigh recordaba los hechos de la víspera. Las penosas imágenes que la asediaban eran concebidas por la perplejidad y por la desesperación. Parecía un pesadilla!
Primero, hubiera ocurrido su encuentro con Patrick y el júbilo indescriptible que había experimentado. Después , esa escena espantosa, cuando su hermano había amenazado al duque. Afortunadamente , antes que la sangre llegase al río , Megan, sintiendo la necesidad de no despertar en los invitados ninguna sospecha de problemas, había conducido a los dos hombres para tener una charla privada afuera del salón .
Lo que había sucedido , naturalmente, había asombrado a todos. Los invitados y los criados parecían estupefactos, lo que había contribuido a enervar todavía más los nervios de Ashleigh. La cena, servida en la pomposa sala de banquetes, había sido uno de los peores momentos de su vida. Ninguna otra incumbencia había exigido más tacto que esa, en la que se había visto obligada a actuar con naturalidad, a conversar y a sonreír, sin hacer ninguna referencia a lo que había sucedido.
La formal comida había sido seguida por un torbellino das danzas, que ella había acompañado con la más perfecta corrección. Pero, cuando la ausencia del duque se había hecho todavía más evidente, esos educados miembros de la aristocracia inglesa se habían sentido abandonados y habían decido volver a Londres alegando los más variados y ficticios compromisos sociales.
Había sido un momento calamitoso, después del cual había ocurrido algo extremamente rudo. Estremeciéndose, Ashleigh recordó la locura de Elizabeth, quien había subido precipitadamente la escalera en busca de su prometido, y la cara pálida y preocupada de lady Margaret, cuando había partido tras ella. Ashleigh las había seguido y las había encontrado en la biblioteca, donde el duque, presionado por Patrick, acababa de firmar un contrato de matrimonio, en que se comprometía a desposar "Ashleigh St. Clare, la joven que había ultrajado"!. Esas palabras estaban escritas en el contrato.
Sintió una fuerte puntada en el pecho al recordar ese terrible momento. La exclamación ahogada de Margaret Westmont: "Es demasiada crueldad !", y después su sonrisa de satisfacción cuando su ahijada, en un acceso de cólera, había avanzado decididamente hacia su prometido y le había dado una bofetada en la cara, dejándole marcados sus dedos en la mejilla!
Después de eso, todo se había hecho confuso. Recordaba vagamente haber oído a Brett ordenarle a lady Margaret: " Saca a esta neurótica de mi vista!" A continuación , había sentido la sangre huir de su rostro y el piso moverse debajo de sus pies, sus rodillas se había doblado y ella se había desplomado, deslizándose hacia la oscuridad.
Se había desmayado y había sido llevada a su cuarto, donde la señora Busby la había hecho volver en sí con sales y compresas frías. Perpleja y débil, ella le había pedido a todos que saliesen del cuarto , invocando la necesidad de descansar.

La mañana había sobrevenido a una noche mal dormida, y con ella había llegado Patrick, preocupado por su salud. Habían conversado m mucho . Su hermano le había hecho un relato de su vida: la amnesia que había seguido al naufragio , los años prósperos en América, donde había hecho fortuna, el cambio del apellido familiar, hecho principalmente para no valerse de los privilegios que le correspondían al hijo de un baronete.
A continuación había sido el turno de Ashleigh. Ella había revelado los hechos más significativos de una vida que, durante doce años, había sido modesta y apagada, sin omitir la serie de eventos que la había llevado a asumir el puesto que ocupaba en Ravensford Hall. Había terminado implorándole a su hermano para no llevase adelante esa locura de querer casarla a la fuerza con Brett Westmont.
Patrick se había mostrado extremamente gentil pero firme: nada de lo que le dijera, lo haría cambiar de idea. Brett era su mejor amigo, pero debía reparar el mal que le había hecho a su hermana. En caso contrario, lo mataría!
La cuestión prácticamente había terminado en ese momento. Era una concesión lamentable, pero no había visto otra salida. A menos, claro, que a ella no le importase tener la muerte de un hombre en su consciencia!
Una vez a solas, ella había hecho un examen completo y preciso de las nuevas circunstancias, que había evaluado en conjunto, analizándolas, después , una por una. Eran de una extensión y de una gravedad para las cuales no estaba preparada! Cómo enfrentarlas con absoluta coherencia?

En ese instante, la puerta se abrió y una voz ricamente modulada sonó en sus oídos:
- No estás durmiendo, Ashleigh?
- No, Megan. Puedes entrar.
Su amiga caminó rápidamente hacia ella y la envolvió en un fuerte abrazo.
- Ah, niña, me parte el corazón verte tan triste!
Ante esas palabras, las lágrimas le subieron a los ojos, desbordando.
- Ayúdame, querida! Estoy en una situación muy complicada. Temo ... temo no tener fuerzas para enfrentarla.
Megan tranquilizó :
- Vos siempre hiciste las cosa mejor de lo que supones, amiga. Muéstrale ahora a todos que su Gracia no va a casarse con una mujer cualquiera, ni con una niña desamparada, sino con una verdadera dama!
- Este casamiento es una locura!
Megan suspiró, mientras la ayudaba a desvestirse.
- Es lo que tu hermano quieres para vos, querida. Y creo que sería un error no tomarlo en consideración. El tiene más experiencia que vos.
Megan fue hasta la cómoda, abrió todas los cajones, escogiendo finalmente una camisola blanca y rosa.
- Escucha lo que le digo, Ashleigh: Patrick St. Clare le dará a tu vida una dirección que nunca tuvo !
Ashleigh sonrió levemente.
- Parece que mi hermano te impresionó, cierto?
Los ojos verdes de Megan brillaron .
- El es bueno y leal. Y te ama mucho , tanto como para desafiar al poderoso duque de Ravensford en su propia casa!
Ashleigh se estremeció ante la idea de que tal vez tendría que enfrentar la furia de Brett. Mientras se deslizaba entre las sábanas de seda, preguntó, con la sangre subiéndole a las mejillas:
- Megan... vos sabes... o alguien sabe ... qué piensa Brett de esta situación?
- El no te buscó todavía?
- No.

- Solamente Sé que él y Patrick intercambiaron palabras duras ayer a la noche. Tu hermano le recordó la manera cruel en que fuiste abusada y lo acusó de tener un alma despiadada de libertino. Terminó diciéndole que la mayor desgracia que podía sucederle a una mujer era conocerlo.
Megan hizo una pausa pensativamente.
- Casi creo que la conducta de su Gracia respeto a las mujeres es el resultado no sólo de la educación que él recibió sino también del abandono de su madre.
Ashleigh levantó los ojos sorprendida .
- Qué sucedió con la madre de Brett? Ella no murió ?
La irlandesa sacudió a cabeza.
- No... Ella no murió . Hubo un problema familiar , y, por alguna razón que no comprendí bien, ella se marchó cuando Brett todavía era un niño.
- Ella abandonó a su propio hijo? - Ashleigh se sentó en la cama, una expresión de desaliento estampada en su rostro.
- Parece que si. Al menos fue eso lo que las palabras del duque dieron a entender. Pero Patrick...
Megan la miró intensamente.
- Sabes hace cuanto tiempo Patrick y Brett son amigos?
- No tengo certeza, pero debe ser una amistad reciente. No me acuerdo de haber visto a ningún Westmont en mi casa. Mi padre era un noble de pequeña envergadura, no podría interesarles.
- Patrick me dijo que ambos eran marineros en el mismo barco, cuando habló de su aventura marítima. Creo que es mejor que vos le preguntes. Podrás saber más cosas respecto a ese hombre enigmático con quien vas a casarte!
Ashleigh empalideció.
- Vi el modo en que él me miró ayer a la noche, en la biblioteca. Tus ojos expresaban odio y desprecio!
- No creo que él te odie, querida. El realmente estaba fuera de sí, pero tal vez el motivo fuese otro. Orgullo herido, miedo al ridículo...
- Oh, Megan! No comprendes? El está furioso con Patrick, quien lo obligó a someterse a una situación desagradable, y también conmigo, porque cree que yo formo parte de la estrategia!
- Comprendo, si. Pero honestamente crees que él habría preferido casarse con Elizabeth?
Visiones de los dos paseando tomados del brazos por los jardines del solar ocuparon súbitamente la mente de Ashleigh. Con la garganta apretada, ella sólo consiguió murmurar:
- No.
Megan notó su perturbación y sonrió .
- No te preocupes más con esa presumida. En el fondo, el duque debe haber quedado contento de librarse de ella!
- Pero eso no significa que él esté dispuesto a casarse conmigo! Es mas, creo que Brett nunca debería casarse. El matrimonio podría ser una tortura para él.
- El compromiso ya fue firmado, querida.
- Tengo que pensar en eso ... con mucho cuidado.
Megan se curvó sobre ella y le besó la frente levemente .
- Piensa en eso mañana, querida. Ahora, descansa. Ashleigh asintió y recostó la cabeza en la almohada. Poco después estaba durmiendo.




Transcurrida media hora, la puerta del cuarto volvió a abrirse y una alta figura masculina avanzó en medio da oscuridad. Silenciosamente, caminó hasta el borde de la de la cama y se quedó mirando al pequeño cuerpo dormida.
Brett no sabía a qué atribuir el impulso que lo había hecho ir allí, a esa hora, cuando estaba seguro de que ella estaba dormida. Solamente sabía que era difícil mantenerse lejos de esa pequeña hada , que había entrado casualmente en su vida, que había marcado su piel, que ahora dominaba sus pensamientos.
Ashleigh Sinclair... o St. Clare... por qué todavía estaba tan enojado con ella ? Y por qué esa cólera parecía indeleblemente ligada a los recuerdos de la noche en que había tomado su cuerpo?
Su lado práctico, racional, le decía que podía ser culpa por haberla desflorado. Pero no estaba convencido de eso. Si el motivo era realmente ese, por qué no agradecía la oportunidad de reparar el mal que le había hecho? Después de todo , ella era mucho más dulce y sensible que Elizabeth e infinitamente más deseable !
Súbitamente, la luz de la luna que se levantaba, redonda, por encima de los árboles, inundó el cuarto y brilló en sus cabellos negros, esparcidos en la almohada, y en su rostro pálido.
Qué bella era! No como una estatua o un bello cuadro, sino como una campiña barrida por el soplo del viento. No necesitaba recursos de cosmética . Para ser adorable le bastaba con ser ella misma.
La Contempló largamente. Y él, quien ya tenía guardadas imágenes precisas de todas sus formas y de todos sus gestos, necesitó contenerse para no acostarse a su lado, desnudarle los pechos y besarlos, besarlos...
"Qué pasa conmigo?", se preguntó de repente. "Por que me estoy parado aquí, inmóvil en la oscuridad, sintiéndome de nuevo, como un adolescente? Creía que mi corazón estaba seco...
Cuándo había comenzado a rendirse a la belleza, a la dulzura de esa mujer deliciosa? Cuándo ese calor había entrado en su pecho, poniendo en peligro todo lo que había construido en su interior, su propio yo, la vida que había creado para sí mismo?
Estaba perturbado. Todo eso podía ser una trampa... esa mujer que le devolvía las ilusiones de la juventud dentro de poco también iba a devolverle sus ridículos prejuicios! Ya se sentía entrampado y esclavizado por una mujer ...
Esa idea le causó tanto malestar que, alarmado, Brett giró sobre sus talones y salió precipitadamente del cuarto.

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