miércoles, 3 de junio de 2009

LA CAPRICHOSA - LYNSAY SANDS - CAPITULO 28

CAPITULO 28



Los gritos continuaban y el sonido de los caballos estaba llegando cada vez más cerca . Ahora tenían la impresión de que eran más de dos animales. Todos en el castillo habían salido en busca de ellos?
- Tenemos que agarrar nuestra ropa - Murie reclamó al ver que se apartaban cada vez más del claro del bosque.
Balan la hizo callar, colocando una mano sobre su boca. La lluvia estaba diminuyendo y tendrían que continuar allí hasta que los hombres se apartasen. Después de algún tiempo, Balan se arriesgó empujarla hacia atrás de unos arbustos que estaban más cerca del claro del bosque. Observaron en silencio entre el follaje y vieron a Erol y a Godart detener sus caballos muy cerca del claro del bosque. Los dos hombres conversaban.
- Dónde se habrán metido? - preguntó Erol, empinándose en la montura para mirar a su alrededor.
- Será que el asesino los encontró ? - Godart inquirió. - A esta horas lord Balan ya debería haber vuelto.
Los hombres continuaron discutiendo posibilidades, aterrorizados con la idea de que sus amos hubiesen desaparecido, pero Murie no estaba más prestando atención. Había recorrido con los ojos todo el claro del bosque y había notado que el caballo de Balan no estaba más allí.
- Trueno desapareció ! - ella le cuchicheó a su marido.
- No te preocupes. Vi a Osgoode pasar, llevándolo por las riendas - él respondió bajito.
- Pero si él vio a Trueno en el claro del bosque también debe haber visto nuestras ropas.
- Por supuesto que las vio. No te diste cuenta que están dobladas cuidadosamente al lado de aquel árbol y no tiradas como las dejamos? Seguramente hizo eso para que no se mojasen tanto y para que los otros no las viesen.
- Se llevó a Trueno , entonces por qué Osgoode no llevó la ropa?
- Para que pudiésemos vestirnos decentemente . La dobló y la dejó allí, medio escondida debajo da mi túnica, la ves? Y debe haberse llevado el caballo para evitar que él llamase la atención de los otros hombres. Se viesen a Trueno , seguramente iban a revisar todo el claro del bosque y acabarían encontrándonos. Conozco bien mi primo . Él quiere protegernos.
- Ah - Murie suspiró, aliviada.
- Ahora espera aquí - le ordenó Balan. Ella vio a su marido deslizarse entre los arbustos, corriendo agachado de un árbol a otra hasta conseguir llegar al tronco al lado del cual estaban as ropas. Escondido detrás de él, Balan esperó que los hombres mirasen hacia otro lado y, con un movimiento rápido, agarró la pila de ropa, y se escondió de nuevo . Soltó las ropas de Murie en el suelo y rápidamente fue vistiéndose . Primero el pantalón, después la túnica y las botas. Le hizo una seña a Murie, indicándole donde estaba su vestido, y llevó un dedo a los labios, haciéndole una seña para que se quedase en silencio. Después se enderezó y, como si nada hubiese sucedido, salió de entre los arbustos y fue al encuentro de los dos hombres que estaban en el claro del bosque.
- Mi lord ! - exclamó Erol con alegría. - Qué buen que está sano y salvo!
- Lo estoy , si - Balan respondió con una sonrisa impávida. - Mi esposa también . Ella ya está viniendo.
Por detrás del follaje Murie, notó que Balan tenía puesta la túnica al reves, sin atar y levantada en la parte trasera a la altura de la cintura. Él procuraba distraer a los hombres, llevándolos hacia el otro lado del claro del bosque de manera de permitir que ella lograse agarrar su vestido sin ser vista. Cuando Erol y Godart miraron en dirección opuesta, Balan disimuladamente le hizo unas señas a ella, urgiéndola a apresurarse.
- Le sucedió algo en la mano, mi lord ? - Godart indagó. - Veo que la está sacudiendo . Le duele?
- No pasa nada.
A gatas Murie se arrastró por entre los arbustos para luego hacer una corrida final y finalmente tomar su ropa. Fue justo a tiempo porque en ese instante Anselm apareció con su caballo y fue a unirse a los otros en el claro del bosque. Faltó menos de un segundo para que él la viese. Los hombres conversaban, mientras escondida detrás de los arbustos, Murie trataba de entrar en un vestido lleno de botoncitos, y lazos . Después de acomodarse con la mano los cabellos , ella asumió un aire y dio unos pasos saliendo de su escondrijo.
- Ah, mi lady! - Anselm la saludó. - Ahora mismo le estabamos diciendo a mi lord cuan preocupados estabamos cuando no volvieron al castillo antes de la tormenta. Por eso, cuando la lluvia amainó, salimos a buscarlos. Menos mal que decidió protegerse debajo de un árbol , como el lord nos acaba de explicar.
- Gracias, Anselm - ella respondió , intentando sonreír y dirigiendose a su marido una mirada de gratitud.
Ahora era Osgoode quien venía llegando, montado su caballo y trayendo a Trueno por las riendas detrás de sí.
- Gracias , primo - dijo Balan, tomando las riendas do animal.
A lo lejos se oyó el ruido de galopes y de voces gritando. Anselm se puso alerta.
- Debo ir a avisarle a los otros que está todo bien y que pueden parar de buscarlos.
- Puedes ir. - Balan concordó.
Pero antes de partir, Anselm se dirigió a Godart y a Erol con voz de comando:
- Ustedes dos, acompañen a lord y a lady Gaynor hasta el castillo - les ordenó, apartándose en su caballo .
- Es hora de volver a casa, no creen ? - dijo Osgoode, dirigiendo una mirada pícara a Balan y a Murie.
- Vamos, Murie? - Balan ofreció su mano para ayudarla a subir a Trueno .
- Pero yo querría quedar un poco más y acabar de recoger las plantas que buscaba.
- Nada de eso - replicó su marido. - Todavía estás muy débil para hacer algo tan cansador .
- Cansador? Dudo que recoger hojas sea más cansador que lo que hicimos antes. - Las palabras saltaron de su boca sin que Murie pudiera frenarlas.
Esta vez Osgoode no se contuvo. Comenzó a reírse hasta que lágrimas saltaron de sus ojos.
- Oh, Balan tu esposa es genial ... vamos Balan no te pongas colorado , no te hagas el puritano . Qué hicieron, mi querida? Ah, ya me lo imagino ... No me cuentes ... ya me lo imagino...
- Pues entonces imagínatelo en silencio - dijo Murie secamente.
- Está bien - Osgoode se contuvo , pasando una mano por su cara para secar las lagrimas. - Sólo una observación más, primo. Te prometo que es lo último . Tienes la túnica al revés, abierta y levantada en la parte de atrás. Y vos, Murie, no pongas esa cara, mi querida, tiene los lazos mal prendidos, te salteaste algunos ojales.
Rojos de vergüenza, Murie y Balan revisaron con sus vistas sus vestimentas , constataron que Osgoode no mentía e hicieron una mueca de desagrado. Más que rápidamente, trataron de acomodar sus ropas.
- No permitiré que te quedes aquí sola - continuó Balan, retomando la palabra.
Aquello comenzaba a irritar Murie. por lo visto el amor que sentían no alcanzaba para resolver todos los conflictos. Las diferencias necesitaban ser tratadas con alguna condescendencia si quisiesen entenderse.
- Muy bien. Entonces dile a Cecily que venga aquí. Así no estaré sola, y pídele que traiga una cesta. Será mejor para recoger todas las ramas y hojas que quiero llevar.
Balan no aparentó estar satisfecho con esa solución, pero sabía que alegar debilidad para impedir que Murie hiciera lo que deseaba era un contra sentido. En especial después de haber hecho el amor tan apasionadamente y después de la aventura vivida.
- De acuerdo - Balan acabó por aceptar. - Voy a mandar Cecily acá. Erol y Godart se quedarán por aquí hasta que la criada llegue.
- Perfectamente, mi lord - los dos soldados respondieron, pareciendo molestos por tener que acatar la orden del lord y al mismo tiempo tener que desobedecer la orden de mi lady.
Murie entendió la razón de su molestia. Ellos precisamente eran los mismos hombres que ella había designado para custodiar a Balan y ahora tendrían que desobedecerla.
- Eso no va a ser necesario, Balan - ella intentó arreglar la situación . - Deje sólo a uno de ellos aquí. El otro puede ir con vos.
- No, se quedan los dos.
- Pero ...
Su marido la silenció con un rápido beso y fue a tomar las riendas de Trueno . Era un hombre obcecado al extremo, difícil de doblegar, Murie pensó. De ese modo iba a acabar muriéndose en manos del asesino. Al pensar en eso , se recordó de la pregunta que quería hacerle a Osgoode.
El estaba encaminando su caballo para acompañar a Balan. Pero Murie lo impidió , aproximándose y sujetando con la mano la punta de la bota que él ya apoyaba sobre el estribo.
- Un momento, mi lord .
El primo de Balan miró hacia bajo.
- Qué pasa ? - preguntó.
- Uno de los guardias de las carretas me dijo que fuiste vos quien me vio allá en la villa. Es verdad ?
Osgoode bufó exasperado.
- Murie, no me digas que todavía piensas que soy yo quien está queriendo matar a tu marido. Vas a sugerir ahora que yo inventé eso para que Balan entrase en ese maldita casucha incendiándose ?
- No, mi lord .
- Estoy harto de este disparate !
- Yo sólo quiero saber qué fue exactamente lo que viste.
- Lo que vi a dónde?
- Entrando en la cabaña. Qué fue lo que te hizo creer que era yo ? Malculinus y Baxley acababan de partir de Gaynor. No podría haber sido un hombre, vestido de mujer, quien entró en la cabaña?
- Hombre vestido de mujer? Ah, no. Era una silueta de mujer, con curvas... - él dijo, esbozando con sus manos el contorno de los pechos femeninos . - No era un hombre, no. Era una mujer.
- Crees que podría ser Lauda? - Osgoode pensó por un instante.
- No. No era Lauda. Ella es muy alta y casi no tiene pecho.
- Quieres decir que la persona era más baja?
- Si , más menuda y con el cuerpo redondeado, como vos. además, tuve la certeza que eras vos.
- Por qué ? Cómo podías tener la certeza si la viste de tan lejos ?
- Mi vista es muy buena. - él respondió y Murie vio desconfianza en la expresión de su rostro.
Por lo visto Osgoode no estaba del todo convencido todavía de que ella no tenía nada que ver con los atentados.
- Los cabellos eran claros como los míos?
- Si , pero no fue eso lo que me dio la certeza.
- Qué fue, entonces?
- El color de las ropas. Usaba un vestido rojo con adornos negros como ese que a vos te gusta tanto. - Osgoode se secó la frente y se calló . Parecía estar volviendo a pensar la situación . Un momento después volvió a hablar:
- Ah, pensándolo bien, vos usabas otro vestido cuando salimos del incendio. Y ... yo me equivoqué. No eras vos.
- No , por supuesto.
- Me alegra saberlo . Balan está enamorado de vos y no me gustaría verlo sufrir si descubriese que estás intentando matarlo. Ahora, si me das permiso, voy a acompañar a mi primo. No quiero que ande solo por ahí.
Murie sacó la mano que sujetaba la punta de la bota de Osgoode y dio un paso atrás. Entonces él espoleó el caballo y fue detrás de Balan quien ya galopaba por el camino rumbo al castillo Gaynor.
Murie observó al hombre desaparecer pero no prestó mucha atención. Su mente estaba ocupada intentando descubrir por qué Cecily quería matar a su marido.

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