martes, 23 de junio de 2009

EL ACUERDO - VERONICA SATTLER - CAPITULO 25

CAPITULO 25


Cuando Ashleigh despertó, la luz do sol atravesaba las cortinas livianas e inundaba el cuarto. Volvió a cerrar los ojos y, por un momento, se quedó saboreando ese delicioso calor que le calentaba la piel.
Los recuerdos comenzaron a aflorar, y un temblor le recorrió el cuerpo al recordar todos los detalles de su noche de bodas. Esos besos, esas caricias... Cómo había podido ? Cómo se había animado? Cómo había permitido... Oh!! Había sido maravilloso ...
Brett la sacó de sus perturbadoras reflexiones.
- Buen día, perezosa!
Ella abrió los ojos y vio Brett displicentemente apoyado contra la chimenea. El ya se había vestido y le sonreía maliciosamente. Ella intentó sonreír, pero no lo logró.
- Buen día - Ashleigh balbuceó avergonzada.
El se rió y tomó una bandeja de plata que estaba sobre una mesita.
- El té, su Gracia - le dijo ceremoniosamente. - Madame lo toma solo, verdad ?
- Vos lo preparaste? - ella preguntó, admirada, sentándose en la cama.
- Crees que no sé hacer algo tan simple como un té?
En mis años de marinero aprendí a hacer de todo. - él llenó una taza y la pasó a las manos de ella.
Al inclinarse para tomarla, la sábana se deslizó, revelando sus pechos desnudos.
- Oh! - ella murmuró avergonzada, cubriéndose nuevamente.
Brett le sujetó la mano.
- No hagas eso, querida. Tus pechos son bonitos, y me gusta admirarlos.
Con los ojos bajos, ella comenzó a beber la bebida humeante.
El la contemplaba lleno de felicidad . Ella le había dado la más gratificante noche de sexo que jamas hubiese tenido. La satisfacción había sido completa y recíproca y, por primera vez, había podido combinar placer y emoción.
Riéndose, Brett decidió provocarla un poco.
- Mírame , querida - le dijo , dulcemente.
Ella obedeció, pero , cuando él se sentó a su lado, volvió a cerrar los ojos y a subir la sábana hasta el mentón .
- No... no! - Antes que ella se diese cuenta de lo que estaba sucediendo, Brett la tomó en sus brazos y la sentó en su regazo. - Así está mejor!
- Pero , Brett...
El pudor de ella persistía, divirtiéndolo.
- Brett... qué? - él preguntó, levantando su mentón y forzándola a mirarlo.
- Yo... yo todavía no tomé un baño!
Ele se rió con ganas.
- Ashleigh eres un encanto, querida!
- No veo nada de gracioso en esto !
El se curvó y le cuchicheó al oído:

- Cuál es el motivo de tanto pudor? No recuerdas que besé y chupé tus lindos pechos?
- Brett!
- No recuerdas que gritabas de placer?
- Por favor, Brett... - fue la débil protesta de Ashleigh antes de olvidar su timidez y volver a rendirse a la sensualidad .

Ashleigh estaba pensativa. Sentía que había pasado por un importante cambio interior y no ignoraba que eso estaba directamente relacionado con el hombre acostado a su lado y con quien acababa de hacer el amor.
En las últimas veinticuatro horas, Brett había despertado en ella un mundo de sensualidad . Había sentido un sublime éxtasis , intercalados con momentos de una ternura desconocida en su vida... Era un reconocimiento perturbador, que la hacía desear salir corriendo de allí, para buscar a alguien que le explicase el significado de esa inquietud .
En el fondo comprendía lo que había sucedido. Había sucumbido completamente a los encantos de ese hombre seductor, permitiéndole el control total sobre sus emociones. Se había rendido a él de cuerpo, alma y corazón. Lo amaba!
Pero por qué eso la atormentaba? También conocía esa respuesta. Porque tenía todos los motivos del mundo para dudar que su amor fuese retribuido. Juntos habían disfrutado placeres increíbles. Pero, en ningún momento, durante esa noche inolvidable, Brett había demostrado otra emoción mas que la pasión y la lujuria. Había logrado despertar su ardor sexual muchas veces, había logrado que é le murmurase palabras cariñosas, pero nunca había hablado de amor. Brett le había entregado su cuerpo, mantenía su corazón guardado bajo siete llaves .
Las decepciones emocionales de su infancia lo habían hecho incapaz de desarrollar una relación de afecto verdadero y profundo . Entonces , qué hacer? Cómo convivir con eses nuevos sentimientos, sabiendo que no eran retribuidos? Preveía dificultades, pero de una cosa estaba segura : prefería morir a confesar sus sentimientos . Brett la despreciaría por eso, como había despreciado la actitud desesperada de Pamela Marlowe. Su amor debía continuar siendo un secreto, para siempre!
- Un centavo por tus pensamientos, querida! - lo oyó decir de repente.
Ashleigh se volvió y encontró sus penetrantes ojos azules fijos en ella. Ella pensó: "Nunca... ni por un millón de centavos" Iba a hacer un esfuerzo para darle una respuesta banal, que lo tranquilizase. Observó el pequeño medallón ovalado que pendía de la cadena de oro que él llevaba en el cuello y dijo, vacilantemente:
- Estaba pensando en ese medallón. No lo usabas ayer a la noche.
Brett se levantó y se quedó en silencio por un instante. Después , abrió el pequeño relicario y le mostró su interior, donde había una miniatura de un hombre de facciones bellas y nobles.
- Mi padre, Edward Westmont. Pero, si prestas atención, verás que esta es solamente una mitad de un medallón.

- Y la otra mitad?
- No lo sé - respondió él. - Fue una cosa muy rara. Todavía era una niño y cierta noche, cuando fui a mi cuarto, en el Hall, encontré este medallón sobre mi almohada . Pensé que mi abuelo había querido darme una sorpresa. Pero luego me di cuenta que no podía ser: él no era dado a ese tipo conducta.
- Entonces, mantuviste el secreto respecto a esto ?
- Si. Compré una cadena y desde entonces, nunca más dejé de usarlo.
Ashleigh sonrió .
- A no ser ayer a la noche.
- A no ser cuando no paso la noche solo. - él se quedó de nuevo en silencio y luego prosiguió: - Ashleigh... Anoche, durante la cena, fui rudo con vos. Me gustaría queme perdonases. Cuando me preguntaste respecto a mis padres , podría haberte contado algunos hechos sobre mi pasado...
- Oh, Brett, no vamos hablar de eso! No es el pasado lo que importa... es el futuro.
- El pasado tiene importancia. Tiene importancia para mí y para vos, que eres mi esposa. Tienes derecho a saber todo lo relacionado a mi familia. - La expresión de él cambió , haciéndose sombría. - Pero hay ciertas cosas que exigen un grande esfuerzo de mi parte . Entre ellas, revelar que mi madre me abandonó cuando todavía era un niño.
Con palabras cargadas de emoción, él reveló la misteriosa desaparición de su madre y la historia confusa que le habían contado para explicar ese hecho.
- Tenía cinco años cuando ella se marchó. Yo era muy chico para comprender lo que se pasaba. Pero recuerdo , muy claramente, del modo extraño en que solían mirarme... todos, con una especie de mirada furtiva. Yo sabía que había algo raro... pero no conseguía entender qué era. Años después , mi abuelo me contó la verdad.
Ashleigh lo miró con compasión.
- Oh, Brett! No tenía idea... debe haber sido terrible para vos.
El sacudió a cabeza.
- Terrible, no. Instructivo.
Ante el asombro de ella, Brett explicó :
- Eso me enseñó, entre otras cosas, a ocultar mis sentimientos, especialmente cuando ellos traducen sufrimiento.
- Comprendo...
-Pero vos sos diferente. No sólo porque sos mi esposa, sino porque ya puedes estar llevando un hijo mío...
El sonrió y acarició el vientre firme de ella.
- Sé paciente conmigo, Ashleigh. Dios sabe que yo no lo soy, pero, si tienes paciencia y perseverancia, tal vez yo pueda vencer esa exagerada tendencia a encerrarme, a esconder mis sentimientos.
Ashleigh se alegró con ese gesto de franqueza y una pequeña llama de esperanza surgió en ella. Brett todavía no la amaba, pero estaba dando un paso importante para aproximarse a ella. No podía desmerecer esa confianza.
- Oh, Brett... voy a intentarlo por todos los medios!
- Muy bien dicho, su Gracia! Eso es todo lo que te pido - Brett dijo y la abrazó cariñosamente. Tal vez en Ashleigh, su mujer, estuviese la llave que lo liberaría de sí mismo.
Pero una voz en su interior le advirtió : "Cuidado! No te equivoques... La vida es un juego, y una mujer, es la más imprevisible de todas las cartas!"
Una hora después , Ashleigh, vistiendo un traje de montar azul, bajaba la escalera de la villa. Encontró a Brett en el hall de entrada, listo para salir.
- Hay un pequeño problema, querida. Irish Night perdió una herradura. El viejo Henry vino avisarme.
- Puedo esperar aquí hasta que le pongan otra.
- No te importa? - Brett la examinó con agrado y después le besó la frente . - Estás encantadora, sabes?
Ashleigh sintió un calor invadir su rostro.
- Vas a volver al Hall?
El mostró un sobre con un membrete oficial.
- Acabo de recibir una carta de Whitehall intimándome a ir a Londres. Asuntos oficiales. Ahora debo hablar con Higgins respecto al equipaje.
En verdad, él tenía otra cosa en mente. Esa mañana, mientras Ashleigh dormía, había salido al balcón y había examinado lo que quedaba de la baranda. No era un perito, pero casi podía jurar que había algo muy extraño allí.
Quería hablar con los carpinteros que habían hecho el trabajo de reforma de la casa y traerlos allí mientras Ashleigh estuviese cabalgando. El incidente la había aterrorizado , y aunque ella estuviese recuperados bien, no quería asustarla innecesariamente . Planeaba llevarla a Londres y dedicarle algunas horas para compensarla por el susto por el que había pasara.
- Te veré en el Hall - le dijo . Antes de volverse hacia la puerta , agregó : - Recuerda, mano firme con esa potra. Ella tiene mañas que puede manejar todavía.
Ashleigh lo acompañó con los ojos silenciosamente, pensando en esa inesperada convocatoria del gobierno. Brett no había dicho nada respecto a si iba a llevarla o no... De repente, la idea de una cabalgata por los campos floridos ya no le pareció tan excitante.
Sintiéndose muy sola, fue a sentarse en la sala de visitas vacía y silenciosa. Eomó un libro de poesías que estaba al alcance de la mano, sobre a mesa, y lo hojeó .
Iba leyendo distraídamente, mientras esperaba que le trajesen a Irish Night, pensando menos en la poesía que en Brett. Al oír un ruido en la puerta que se abría y creyendo que debía ser uno de los palafreneros, se dirigió al hall de entrada.
Antes de alcanzarlo, una voz familiar llegó a sus oídos:
- No hay ningún criado para recibir mi capa? Ah... señorita Sinclair! - Era Elizabeth, elegante, compuesta e impecable como siempre.
Ashleigh la miró con frialdad.
- Soy Ashleigh Westmont, lady Elizabeth. O su Gracia, si prefiere.
La otra la miró con una mirada rápida y dura.
- Muy bien , "Su Gracia"! Podemos conversar?
- Estoy por salir.
- No voy robarte mucho tiempo. Seré breve.
Ashleigh continuó mostrándose irritada.
- Cómo llegó hasta aquí? No oí ruido dos cascos de su caballo en la alameda.
- Vine en barco - dijo Elizabeth serenamente. - soy buena remadora.
- Por qué viniste, Elizabeth?
- Y encima tienes el de preguntar por qué, ladrona usurpadora? - ella levantó las manos e hizo un gesto amplio. - Todo esto debía ser mío!
Ashleigh no perdió la compostura. , - Si viniste aquí a insultarme, pierdes el tiempo.
- No, no vine aquí para eso, aunque te lo mereces! Vine a prestarte un servicio. O mejor dicho , a darte un aviso.
- Dime lo que tienes que decir y después vete!
Elizabeth la estudió de los pies a la cabeza, desdeñosamente.
- Tanta arrogancia... Piensas que has conseguido lo que ambicionabas, no? Pues yo te digo que no sabes lo que significa ser la esposa de Brett Westmont! - Los ojos fríos e irónicos se concentraron en el rostro de Ashleigh. - Prepárate para la odisea que te espera. Y vas a tener que aprender a cerrar los ojos cada vez que a él se le ocurra entregarse a un capricho amoroso.
- Estás loca, Elizabeth!
- Oh! No, estoy en mi sano juicio, querida. Y vos sabes muy bien eso! No es ningún secreto que tu marido es un hombre mujeriego , amante de los mas diversos placeres. - Elizabeth la miró , con los labios apretados. - Serías una imbécil si piensas que porque te casaste con él, las cosas van a cambiar! Te equivocas, mi querida. En este exacto momento, Brett Westmont está preparándose para ir a Londres en busca de alguna emocionante aventura sexual. Un hombre ardiente como él, que ama los placeres de la carne, no espera mucho para variar sus... intereses!
Hasta ese exacto momento Ashleigh solamente sentía rabia e incredulidad . Pero Elizabeth había tocado un punto sensible: el viaje de Brett a Londres! Ashleigh se puso lívida.
- Ah, lo siento tanto, querida! Creo que metí el dedo en la herida! - exclamó Elizabeth, triunfante.
- No creo una sola palabra de lo que dices - murmuró Ashleigh, recuperando la sangre frío. Pero su voz no era convincente. La otra la había agarrado desprevenida.
- Probrecita, no sabes como lidiar con las infidelidades de tu marido! Te aseguro que yo sabría! No me sentiría humillada. Cumpliría con mis deberes de esposa el tiempo suficiente para darle un heredero. Después , de bueno grado me haría ciega , sorda y muda, dejando que él satisfaga su lujuria en la cama de quien sele antoje!
Elizabeth hizo una pausa y después continuó , su voz fría como el acero:
- Brett se casó por un único motivo, el mismo por el cual cualquier hombre de su posición se casa: tener un heredero, tener un hijo que represente la continuidad de su apellido y de su título.
- Pareces estar satisfecha con eso. Pero no entiendo por qué - retrucó Ashleigh.
- Tal vez porque, ahora que sabes la verdad, los pensarás mejor y desistirás!
- Desistir?... Elizabeth sonrió astutamente.
- Hay varios medios de resolver una situación intolerable. Divorcio, por ejemplo. Y, cuando eso suceda, será mi turno.
Elizabeth caminó hacia la puerta y completó, sin volver a cabeza:
- Lo único que tengo que hacer esperar. Piénsalo!
Ashleigh se quedó parada, inmóvil hasta que la puerta se cerró. Después , se dejó caer en el primero escalón de la escalera.
"Que debo hacer?", ella pensó, con el corazón oprimido. Ya era terrible tener que ocultar sus sentimientos, sabiendo que no eran retribuidos... No soportaría verlo correr detrás de otras mujeres! Moriría lentamente de pena...
Se quedó allí mucho tiempo, temblando como una criatura, sofocada por sollozos. Agotada emocionalmente, lamentó esa debilidad. Solamente sería cuestión de escoger el momento adecuado.
El sonido de cascos en el patio interrumpió sus dolorosos pensamientos.

- Ashleigh... llegamos! - Era la voz de Patrick. - Vinimos a traerte a Irish Night!
Sin un momento de vacilación, corrió hacia la puerta .
-Patrick... Megan! Qué bueno verlos!
Megan desmontó y caminó hacia ella sonriendo.
- Cómo estás, querida?
Las lágrimas que había reprimido momentos antes cayeron impetuosas.
- Oh, ustedes no saben!... - ella se desahogó , lanzándose en los brazos de su amiga.

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