viernes, 26 de junio de 2009

EL ACUERDO - VERONICA SATTLER - CAPITULO 29

CAPITULO 29



El gran carruaje contorneó el patio de piedra de la casa King Street y se estacionó detrás , con la capota bajada, para que sus ocupantes pudiesen aprovechar la temperatura amena de esa tarde de verano.
- Debe ser el carruaje de lady Bunbury - dijo Patrick en voz baja.
- El cochero es un tipo de aspecto truculento? - preguntó Megan desde el piso del carruaje, donde se encontraba, para que nadie la viese vestida con ropas de marinero.
- No te preocupes por eso, amor. Thorton se ocupará de él, si es necesario.
Patrick señaló al hombre. Era Abner Thorton que hacía las veces de cochero.
- Ahora recuerda: comienza a actuar solamente cinco minutos después de que yo haya entrado en la casa.

- Por quién me tomas, Patrick St. Clare? Una débil mental ? - fue el susurro indignado de la impetuosa irlandesa. - Repasamos los planes durante horas! Sé muy bien lo que debo hacer: darte tiempo para que distraigas a esa vieja de mierda, antes de treparme por la mimosa del patio, debajo de la ventana de nuestra pequeña Ashleigh.
Patrick sonrió .
- No te enojes, amor. Sé que no eres una niña ni una débil mental. No ese pantalón puede esconder que eres una mujer hecha y derecha. Y adorable, sin duda!
Megan lanzó una mirada rápida al otro banco, donde Suzanne Gautier, fina y majestuosa en uno de sus vestidos de paseo, estaba sentaba compuestamente, y se ruborizó .
- Necesitaba vestir algo que me diese libertad de movimientos y me permitiese trepar un árbol y arrojar la cuerda para... Patrick! Dónde está la cuerda?
- SHhh, Megan O'Brien! - susurró él, preocupado. - quieres que te escuchen ?
- Voilàl - dijo Suzanne serenamente, sacando el rollo de cuerda debajo de la baúl conteniendo ropas para Ashleigh, ya que Higgins se había visto obligado a explicar, avergonzado, qué tipo de medidas el duque había tomado para evitar que su esposa escapase.
Patrick aprobó con la cabeza y, después de susurrar algunas instrucciones a las dos mujeres más, abrió la puerta del carruaje y anunció :
- El juego ha comenzado. Que Dios nos ayude!

En la sala de visitas, lady Margaret le pasaba una taza más de té a lady Bunbury.
- Gracias, querida. No quieres servir más un de esas masas deliciosas?
Margaret sofocó un suspiro de exasperación. Pero, recordando que dependía de la lengua afilada de esa mujer para poner en circulación ciertos chismes, forzó una sonrisa.
- Claro, mi querida!
- Humm... - murmuró la corpulenta dama con la boca llena. - Deliciosas... absolutamente deliciosas. Mis felicitaciones al chef dela cuisine.
Lady Margaret pensó, satisfecha: "Este es el momento!"
- Oh! mi querida - dijo entonces, con aire compungido. - Fue una suerte que el duque haya conseguido de nuevo los servicios de él. El hombre estaba muy amargado!
- Cómo es eso? - preguntó lady Bunbury, ya interesada.
- La esposa del duque lo había despedido. Sin motivo alguno, solamente para demostrar el poder que su nueva posición le concedía. Imagínate, un empleado que estaba en la familia hacia tantos años...
Margaret sacudió a cabeza con pesar.
- Pobre Brett! Actuó noblemente, honrando el compromiso que mi hermano asumió en nombre de él. Pero el matrimonio del duque ha sido un ...
- Oí algo respecto a ella - murmuró lady Bunbury . - Huérfana, según me dijeron, criada en una institución. Convengamos que no es el lugar más adecuado para educar a una futura duquesa! Es extraño que el duque la haya tomado por esposa, sabiendo eso!
- Mi opinión respecto a ella era la peor posible, créeme ! Pero mi sobrino no quise faltar a la promesa que hizo a su abuelo en su lecho de muerte.

- Lo lamento tanto , lady Margaret. Y ahora?
- Ahora tenemos de recomponer las cosas. A mí sólo me interesa que Brett vuelva a tener el sosiego de antes y que el apellido de la familia no quede salpicado. Por eso, después que ciertos hechos llegaron a mis oídos, intenté convencerlo de darle una solución definitiva al caso!

Qué hechos son esos? - preguntó lady Bunbury con ávida curiosidad .
Bien... Me juré a mí a misma mantener el secreto en torno al asunto. Pero si vos, querida amiga, me prometes no...
- Oh, si! El secreto quedará entre nosotras dos!
- La muchacha que se ocupa del cuarto nupcial, una criada que está hace muchos años con nosotros , me confidenció ... - Lady Margaret se inclinó hacia la vieja lady y le susurró al oído algo que la hizo ruborizar.
- No! - exclamó ella con voz perpleja..- Y tu pobre sobrino no tiene idea que...?
- Ni la menor idea.
- Oh, mi querida!...
Lady Margaret escogió cuidadosamente las palabras.
- La situación es muy incómoda. Pero no podemos deshacer lo que está hecho. Sólo podemos remediarlo. Y pronto su Gracia verá que el único remedio es el divorcio. Es una cosa detestable, sé que concuerdas conmigo, pero yo ya lo aconsejé en ese sentido.
- Oh, naturalmente! Tienes todo mi apoyo, lady Margaret!
- Ah! Y hay otra cosa - acentuó lady Margaret, con los ojos fijos en su amiga.
- Algo mas ? - exclamó lady Bunbury, sin poder contenerse.
- Debemos tener certeza que la muchachita no esté... embarazada. Porque, en ese caso, el hijo no puede ser de Brett.
- Sería sencillamente horroroso!
- Abominable - concordó lady Margaret.
Los ojitos de lady Bunbury brillaron de placer. Era el escándalo del año! Suspirando, lanzó una mirada hacia el reloj de pie. Pasaban algunos minutos de las cinco... Demasiado tarde para otra visita. Pero, si actuase rápidamente , podría descansar un poco y después vestirse para ir a cenar con lady Mowly. Afortunadamente , ellos habían vuelto de Brighton y estaban recibiendo visitas!
-Siento mucho por la situación que tu familia está atravesando. Pero el tiempo pasa y todo se olvida. - ella agarró su cartera de red - Ahora debo irme. No tenía idea que fuese tan tarde.
Un suave golpe en la puerta interrumpió las efusivas despedidas.
- Entre - dijo lady Margaret en voz alta.
Las puertas de la sala se abrieron y Higgins apareció en el umbral , anunciando:
- Sir Patrick St. Clare, my lady.
Un aire de perplejidad cruzó la cara de la vieja dama, antes que ella dijese:
- Gracias, Higgins. Lady Bunbury ya está saliendo.
- Acompáñala y haz entrar a sir Patrick.
- Perfectamente, my lady.
Imperturbable, Higgins condujo a la visita hasta el vestíbulo de mármol, donde un grande vaso de lilas exhalaba un delicioso perfume. al pasar por al lado del hombre alto, correctamente trajeado, que acababa de ser anunciado, le hizo una imperceptible señal de asentimiento con la cabeza.
Minutos después , lady Margaret examinaba Patrick de arriba a abajo, con leves sospechas. Había algo en él que la intrigaba. El parecía demasiado relajado para alguien que tenía a su hermana secuestrada hacia tres días .Qué estaría tramando? Rescatar a la perra de su hermanita ahí mismo, debajo de sus narices? Pues estaba muy equivocado!
Discretamente, aparentando naturalidad, Margaret se aproximó a la ventana y miró a el patio. Allí únicamente había un carruaje abierto, donde la pelirroja irlandesa, amiga de Ashleigh, mostraba su bello perfil debajo de un gran sombrero de paja adornado con margaritas.
- No, sir Patrick. No tengo la menor idea de donde se pueda encontrar su hermana - dijo , volviéndose hacia él. - Pensé que habría partido a América con usted. Pero parece que no me dieron la información correcta al respecto.
Patrick sonrió , agradeciendo la oportunidad de prolongar la visita.
- Si tuviese la bondad de ofrecerme una taza de té , le puedo explicar todo, my lady.
Veinte minutos después , Patrick se inclinaba con galantería sobre la mano de la vieja dama.
- Adiós, my lady. Usted tiene mi dirección . Si sabe de algo , avíseme, por favor.
Lady Margaret asintió levemente y lo acompañó con la mirada hasta verlo desaparecer en las sombras del corredor. No sabía por qué , pero tenía la desagradable impresión de que había salido de una trampa...
Y fue así, inmersa en sus pensamientos, que Higgins la encontró un minuto después , al volver d vestíbulo para retirar el servicio de té . Comenzó a moverse en derredor de la mesa, recogiendo las tazas y platos usados, mientras la observaba de soslayo. Cuando la vio volverse hacia la puerta , supo que tenía que actuar rápidamente.
Equilibrando la pesada bandeja de plata en una de sus manos, Higgins se adelantó , fingiendo solicitud.
- Permítame que le abra, my lady.
Un segundo después , en el preciso instante en que ella franqueaba el umbral, la bandeja de plata, con su valioso servicio de té de Sevres, se estrellaba contra el piso , delante de ella.
- Tarado! Torpe! - la mujer gritó, furiosa, ignorando los humildes pedidos de disculpas del mayordomo . - Mire lo que ha hecho!
Mientras Higgins enfrentaba la ira de la vieja dama, deshaciéndose en disculpas, el carruaje de Patrick ya avanzaba por la avenida a toda velocidad . En su interior, Ashleigh reía feliz, acompañada por la risa de las otras dos mujeres y por los alegres ladridos de Finn.

Fue mucho mas tarde cuando Brett abrió la puerta de su casa. El propio había colocado el carruaje en el establo, sin extrañarle el hecho que Higgins no estuviese allá para ayudarlo. Lo había dispensado de esa obligación desde que había comenzado a pasar las
Noches fuera de la casa.

En la antesala, al colgar el sombrero , vio la bandeja de plata destinada ala correspondencia una hoja de papel doblada al medio. La desdobló y leyó :
"Su Gracia,
Estoy volviendo a Ravensford Hall. Cuando vayas al cuarto de su esposa, comprenderá el motivo.
Margaret".
Brett frunció el ceño . "En qué nuevo lío esa vieja bruja me metió ?", se preguntó , mientras subía la escalera, rumbo al cuarto de Ashleigh. Delante de la puerta, se detuvo vacilante, incierto sobre lo que lo aguardaba allá dentro.
Deliberadamente, había mantenido sus pensamientos apartados de su esposa, temiendo que eso lo deprimiese, como las otras veces. Y había bendecido esa reunión de último momento en White Hall, que se había prolongado hasta la medianoche.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos y del cansancio, el breve trayecto de vuelta a la casa había sido atormentado por las imágenes de la mujer que el día anterior después algunas palabras dichas impulsivamente, lo había mirado como si fuese una extraña, una enemiga!
Dándose cuenta que estaba se afligiéndose inútilmente, sacó la llave . Cuando la introdujo en la cerradura, notó que la puerta estaba solamente apoyada. Sofocando el flujo de emociones que lo asaltó, Brett la abrió lentamente, ya sabiendo lo que iba a encontrar del otro lado.
A no ser por el leve ruido de las cortinas agitadas por la brisa que entraba por la ventana abierta, el cuarto estaba silencioso. Sus ojos se volvieron automáticamente hacia la inmensa cama de dosel, iluminada ahora por la luz de la luna. Vacía!
Lentamente, como en un transe, atravesó el cuarto. Con cada paso que daba hacia adelante , veía que era inútil buscarla y traerla de vuelta. Debía dejarla hacer lo que se le antojase , ya que le había dado a entender que no quería, de ningún modo , saber nada con él.
Brett se paró en medio del cuarto, su irritación súbitamente convertida en sufrimiento, y llevó las manos a su cabeza. Tenía la impresión que estaba por enloquecer! Durante tres días, se había debatido en la inseguridad, en busca de una solución. Ahora, se veía salvado de ese problema. Ella había hecho su elección . De una cierta forma era mejor, todo se había hecho más fácil.
Pero esa fuga le dolía físicamente. Cansado, apoyó el brazo en la chimenea. sus ojos fueron atraídos por un leve brillo de metal reflejando un rayo de luna. Se inclinó para ver mejor: era la alianza matrimonial de Ashleigh !
La tomó y la apretó con fuerza en su palma helada.

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