lunes, 11 de octubre de 2010

NO SOY SANTA - CAPITULO 13 - PAULA REED

CAPITULO 13





Diego ya había visto esa imagen : un camisón blanco y delgado, los cabellos negros cayendo sueltos sobre los hombros. Era eso. Ahora entendía por qué María Magdalena se le había aparecido como si fuese Mary Kate. La intención de la santa había sido clara. En primer lugar había querido que él quedase impresionado con la belleza de ella. En segundo lugar había querido que la reconociese como la mujer a la que estaba destinado cuando a viese. Y en tercer lugar, que sintiese atracción y deseo por ella.
Diego pasó las manos por los cabellos de Mary Kate y ella lo abrazó . Sus cuerpos se moldeaban perfectamente. Ellos habían sido hechos uno para el otro, estaban destinados a unirse desde el principio de los tiempos, Diego pensó.
Mary Kate sacó la camisa de él fuera de los pantalones y pasó las manos por sus caderas, alrededor de las costillas, por la espalda y el tórax. Diego , por su parte , desató el lazo del camisón que ella usaba, y
le acarició los pechos, sintiéndolos llenos y firmes y los pezones entumecidos. Ella dio unos pasos atrás, trayendo Diego consigo hasta que ambos cayeron sentados en la cama.
Mary Kate se acostó y Diego se colocó sobre ella , sus ojos brillando con pasión. Inclinó la cabeza y trazó en el cuerpo de ella una senda de besos ardientes. Podía sentir el pulso en su garganta y el suave perfume a rosas entre los pechos. Con los dientes capturó alternadamente cada uno de los pezones erectos deleitándose al oír los gemidos de placer. Después se apoderó de los labios de ella, besándola de modo posesivo, hasta que ambos quedaron jadeantes.
— Casate conmigo, María Catalina — él pidió en un susurro.
— No pienses en el honor en un momento así , Diego Montoya. Acariciame ! — ella levantó las caderas para que él retirase con mayor facilidad el camisón.
Diego se detuvo y esperó un instante, manteniendo los ojos fijos en ella, como si estuviese hipnotizado.
— Mierda! Qué estás esperando? — Mary Kate levantó a camisón y apoyó sus muslos contra los pantalones que él todavía usaba.
Diego la besó nuevamente y pasó una de las manos por los muslos calientes de Mary Kate y la empujó contra su pelvis.
— Di que aceptas casarte conmigo. Ella contuvo la respiración.
— Hombre de Dios, en este momento no puedo pensar. Haz lo que tienes que hacer , después conversaremos! — ella intentó hacer con que él bajase la cabeza nuevamente para que continuase besándola y viendo que él vacilaba, tomó la iniciativa.
Diego permitió que ella lo agarrase, presionando las caderas contra las de él y que besase intensamente .
Momentos después ella se separó de él para soltar la hebilla de la cintura de los pantalones de terciopelo.
— Puedo ser virgen , pero hasta donde sé no puedes hacer lo que quiero que hagas usando esas ropas — dijo ella.
Diego se apoyó en el codo y con la otra mano tomó la de ella.
— Espera . Todavía no. Di que aceptas casarte conmigo. Ella se rió.
— Estamos haciendo los papeles opuestos ? Yo debía seducirte y luego resistirme hasta que entregues el anillo de compromiso y que me llevases al altar.
— En nuestro caso no hay necesidad de esos preámbulos. Admite que sabías quien era yo en el instante en que me me viste . Vos ya me conocías antes de conocernos.
Mary Kate miró a Diego, confundida. La voz de él había sonado muy extraña y había un fuego en su mirada que nada tenía que ver con la lujuria o la pasión.
— Diego...
El salió de encima de ella.
— Por Dios, no me hables con esa voz!
— Qué quieres decir ? — preguntó ella con los ojos muy abiertos.
— Lamento haberte asustado .
Con la rapidez de un relámpago los ojos celeste lanzaron chispas.
— No me asustaste! Pero no voy a permitir que pongas los pies fuera de esta cabina sin antes decirme qué diablos está pasando!
— Quiero casarme con vos. Te necesito , María Catalina, y vos también precisas de mí.
— Estás diciendo que me amas?
Diego inspiró profundamente y se sentó en la cama.
— No, pero creo que, con el tiempo, me enamoraré de vos.
— Admiro tu sentido del honor. Es muy loable. Pero a veces el honor no es tan importante.
— El honor siempre es importante — él replicó indignado.
— Escucha . Es evidente que gustamos uno del otro. Pero pertenecemos a mundos diferentes y queremos cosas diferentes. Te gusto tanto como para olvidarte de tu propia vida y venir a vivir a mi país?
— Qué ? — Diego gritó.
— Bien, si quieres casarte conmigo, tendrás que vivir en Irlanda — señaló Mary Kate. — En cuanto a mí, aunque te deseo , no te amo. Y no me casaré con vos si tengo que vivir lejos de mi país y de mi familia. A propósito , sos virgen ?
— Que ??!!! Por supuesto que no!
— Entonces tampoco nunca te casaste .
— Hacer el amor con una viuda necesitada es pecado, pero como le estás haciendo un favor puede ser perdonado. Pero desflorar a una virgen es algo ... es...
— Poco honorable ?
— Si. Es una deshonra, una infamia y no tiene perdón.
— Sos un tipo muy raro — comentó Mary Kate, riéndose. — No me preocupa el honor. Sólo quiero ser rechazada por el hombre que mi abuelo eligió para ser mi marido, así me libero del casamiento. Ya sabes eso. Ese hombre es inglés y yo detesto a los ingleses tanto cuanto vos. Si haces el amor conmigo, no estarás arruinando mi vida, me estarás asegurando mi felicidad en el futuro. Vamos ... que no se diga ... no es tarea tan desagradable.
El corazón de Diego se oprimió . Estaba equivocado. Completamente equivocado.
Al verlo apesadumbrado, Mary Kate agregó rápidamente :
— No creas que estoy recurriendo al primer hombre disponible. Yo soy una persona muy creativa y soy muy capaz de encontrar un medio de librarme de ese matrimonio con el inglés. Pero siento cariño por vos .Admiro tu coraje y tu bondad . Vi que tratas a Galeno , como si fueses un padre para él. Sos un capitán justo y competente. Un hombre honrado. Si pudiese tenerte tanto a vos como a mi patria y a mi familia, aceptaría tu pedido y nos casaríamos mañana mismo, Diego.
— Bellas palabras, Mary Kate, pero no son las que necesito oír. — él se levantó de la cama y fue hacia a puerta. — Voy a mandar a uno de los muchachos a traerte el desayuno.
Cuando Diego salió de la cabina , fue como si algo vital se hubiese ido con él. El cuarto quedó más frío y más oscuro. Mary Kate se sintió temblar y se metió debajo de las mantas. Madre de Dios, le había mentido para Diego. No a propósito! Había mentido porque se venía mintiendo todo el tiempo a si misma. Sólo con mencionar las cualidades de él todo había quedado claro en su mente.
Lo amaba. Diego Montoya tenía todas las cualidades que ella había mencionado y muchas mas. Ningún hombre la había tratado con tanta paciencia y cariño. Él se preocupaba por sus sentimientos. Él la hallaba irritante y también graciosa. Cuando la tocaba , no solamente la excitaba, sino que también la hacía sentirse formando parte de algo, le infundía un sentimiento de pertenencia que la hacía pensar en su hogar, su familia, lo que ella no había sentido desde que había dejado Irlanda.
Pero existía un impedimento. Lo amaba lo suficiente como para desistir de la única cosa que le había dado fuerzas para soportar cuatro años de humillación ? Cuatro años en que había presentada como un caballo premiado a los ingleses arrogantes, interesados en la fortuna de sir Calder? Cuatro años siendo tratada por su abuelo como un equipaje inútil y oyendo de él críticas y palabras denigrantes? Durante ese tiempo ella se había aferrado a los recuerdos de los bellos y verdes campos de su país. Se decía a si misma que del otro lado del mar de Irlanda había personas que la amaban y que la necesitaban . De noche, acostada en esa cama extraña oía dentro de su mente el eco de los habitantes de la villa saludándola con el grito: "Dia dult!"
Podría ella abandonar a su padre y a su hermana, justamente cuando estaba a punto de volver a reunirse con ellos? No. Tenía que ir a su casa.
Y ahora, con la certeza de su amor por Diego no aceptaría acostarse con él. Tal vez ella tuviese una voluntad de acero, pero incluso el acero podía ser doblado y derretido si el calor fuese muy fuerte . Por todos los santos, lo que sentía por él suficientemente fuerte como para derretir hierro, y ella temía perder su determinación estando en los brazos de él.
Se levantó y fue rápidamente tomar el libro de registro. Debía pedirle a Diego que le consiguiese más tinta.

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