martes, 26 de octubre de 2010

DIVINO TESORO - CAPITULO 2 - BETINAKRHAN

CAPITULO 2



Sterling Drake Renville era alto, fuerte, de hombros anchos, movimientos felinos, ojos grises esculpidos en un rostro impresionantemente masculino y bello, pero no parecía ni un poco amigable cuando exigió que los empleados le mostrasen toda la propiedad y llevasen a su abogado a la biblioteca para analizar los libros de contabilidad.
La cena de esa noche fue servida al más fino estilo Renville: porcelana francesa y cristales, cubiertos de plata, pero aún así, él no se sentía
cómodo. Después de comer , Sterling pidió coñac, y como la noche ya había caído , él y su abogado, Wyatt Colbourne, se quedaron sentados en el elegante escritorio de la biblioteca, impecablemente vestidos, bebiendo y conversando sobre el legado dejado por el fallecido barón.
— Excelente coñac — Colbourne comentó, mirando el modo en que Sterling Renville tomaba la segunda y la tercera copa sin saborear la fina bebida.
— Si, pero, volviendo a lo que interesa, cómo puede ser, Colbourne? — Renville preguntó. — Quiero decir, como puedo estar sin un centavo con todo esto? — señaló en dirección al amplio aposento. — Estás seguro que soy pobre?
— No exactamente pobre — Colbourne pasó la mano por la frente y se frotó los ojos , mostrando cansancio. — Lo que dije fue que no hay dinero en efectivo , lo que no significa que seas pobre. Pero, calmate, hombre de Dios. No podré ayudarte si te pones tan loco.
Sterling Renville se movió en la silla
— Si no estoy sin ni un centavo , qué es lo que tengo? — miró a su amigo de largo tiempo , como si esperase compasión.
— Bien, necesitaré más un tiempo para analizar los libros. Tu padre no tenía mucho cuidado con su contabilidad — él apuntó a la pila de documentos.
— Viejo imbécil ! — Renville rezongó. — Era demasiado tacaño o demasiado ignorante como para tener su propio contador.
— Por lo que pude ver, toda la renta del barón venía de préstamos y arrendamientos, y él recibía tierras y cosechas como garantía de esos préstamos — explicó Colbourne, antes de hacer una pausa, como si estuviese buscando las palabras correctas.
Renville se agitó .
— Y ?
— Y ... Parece que tu padre gastaba más de lo que ganaba.
Lo sabía. La puta madre! — Renville gruñó entre dientes , tomando una copa y sorbiendo todo el coñac restante de un solo trago.
— O ... — Colbourne continuó —, era un coleccionista de notas pagarés que nunca llegaban a ser liquidadas. De los cinco préstamos que el barón le hizo a los habitantes de la villa, sólo encontré un pago.
Renville gruñó exasperado, antes de levantarse y , silenciosamente, comenzar a examinar los papeles. Tomó uno , después otro, y se puso a leerlos a la luz del candelabro. Eran "pagarés" que prometían pagos como: semillas, una docena de gallinas, un arado y cosas de ese tipo. Mientras leía, sus fosas nasales se dilataban.
— Fue esta mierda lo que heredé?! — Arrugó varios papeles, en una mezcla de rabia e indignación. — Mi padre estipuló en el testamento que yo viniese en persona de Inglaterra para reclamar... Esto?!
— Si — Colbourne asintió. — Heredaste muchos acres de tierra y esta excelente propriedad, mi amigo. La casa no es exactamente la choza que esperabas, no?
— Puede no serlo — Renville protestó —, pero el barón tenía una gran fortuna y acabó con ella en este lugar miserable ! No fue suficiente con haber privado a mi madre de una vida decente e intentar enterrarla viva en esta espantosa villa . No le bastó con haber sido toda la vida el un ridículo idealista? A pesar de todo el dolor que nos infligió, mi padre ni siquiera tuvo la decencia de morir con algo dinero en el bolsillo.
Por el amor de Dios, Renville, muestra algo de respeto por el muerto! Además, las colonias no son tan malas como te imaginas. —
Colbourne intentó calmarlo.
— Tal vez no para vos. — Sterling Renville lanzó una mirada fulminante a su amigo. — Vos vivís en una ciudad como Filadelfia.
— Estas colonias que tanto desprecias tienen potencial ilimitado, Renville, y ...
No me interesa. Detesto este villa , la mugre, la pobreza y la ignorancia que la rodean . Ese lugar mató mi madre, devoró mi herencia y nada podrá cambiar a esa gente y sus costumbres — vociferó, empujando la bandeja de plata mas lejos.
Colbourne se puso rojo de indignación. Ya habían discutido el asunto algunas veces cuando estudiaban en Oxford, y también en un viaje que
habían hecho por el continente europeo . Siempre que el tema salía a la luz, las discusiones eran acaloradas y terminaban invariablemente con una buena botella de bebida y una tregua amigable. Uno no lograba convencer al otro. Pero esta vez era diferente y ambos sabían eso.
— Entonces, sugiero que vuelvas a Inglaterra lo más pronto posible... Para tomar las tiendas de tu brillante futuro — Colbourne habló con frialdad, como si despreciase esa idea.
Mis planes dependen de lo que consiga aquí. No soy hombre de soportar pérdidas con facilidad — Renville miró a su amigo, volvió a mirar la pila de papeles, y un brillo de determinación surgió en sus ojos. — Creo que
el honor debe ser defendido . El buen ejemplo debe ser mantenido... incluso en la selva. Permitir que un deudor escape a sus obligaciones es contribuir a la ruina moral de un hombre.
— No es posible que estés pensando en ...
— Yo pienso lo que se me antoja — Renville lo interrumpió . — El viejo Darcy hizo los préstamos y yo voy a cobrar las deudas.
— Por Dios , Renville! — Colbourne se acercó a él . — No puedes ir ahí con la intención se sacarle leche a las piedras. Esa gente no tiene dinero.
— Entonces tomaré lo que ellos tengan — Renville empujó la pila de papeles con tanta furia que algunos cayeron al piso . — Semillas, ganado, caballos y , por supuesto, cosechas. Después transformaré todo eso en el dinero que necesito.
— No cuentes con mi ayuda! — Colbourne casi gritó, enfrentando a Renville.
— Quién precisa de tu ayuda? Vuélvete a Filadelfia y mandame la cuenta de tus honorarios.
— No tengas duda que haré eso ! — exclamó el abogado, furioso. — Partiré por la mañana.
Wyatt Colbourne se dio vuelta y salió de la biblioteca, deteniéndose en el pasillo para tomar un candelabro antes de seguir para su cuarto.
Renville lo vio desaparecer en el pasillo, pero no hizo nada por impedirlo. miró el candelabro y , después de un largo momento, tomó la copa de cristal y fue a la sala de visitas para embriagarse con el coñac Barrett.


La noche estaba húmeda, llena de sonidos, y Treasure intentaba encontrar una posición para dormir sobre el colchón de paja. Se acostó de costado por algún tiempo y después se dio vuelta. No lograba acomodarse. Gimió, irritada, y se acostó de espaldas. Miró las ventanas abiertas en la parte superior del granero y vio el cielo lleno de estrellas, que parecían sonreírle.
A veces , tenía dificultad para dormirse. Se despertaba de sueños extraños, con la cabeza zumbando, llena de pensamientos e ideas. En esas ocasiones, una gran inquietud la invadía. Lo peor era que no había nadie con quien pudiese discutir o hablar sobre los más variados temas ahora que su mentor intelectual se había para siempre.
El Padre Vivant era maravilloso para temas religiosos, e incluso para filosofía, pero nada sabía sobre ciencia y sobre los trabajos de la naturaleza. Treasure tenía consciencia de que él atribuía sus habilidades mentales a una gracia divina. Por lo tanto, algunos de los perturbadores acontecimientos de sus sueños y cosas que ocurrían con su cuerpo no eran temas que pudiese charlar con el sacerdote.
Ella se sentó en la cama improvisada y soltó un largo suspiro. Los
cabellos largos y sueltos formaban una reluciente cascada sobre los hombros delgados. Agitada, se abanicó con una de las manos. Esa noche no podría dormir. Con movimientos rápidos, fue hacia donde guardaba sus libros y papeles.
La luna brillaba majestosa en el terciopelo del cielo, iluminando el inmenso granero a través de la ventana abierta sin que hiciese falta la luz de las velas. Sobre una pequeña mesa había unos libros una caótica pila de papeles, potes de tinta y muchas plumas para escribir. Esos eran los últimos libros que su mentor le había prestado , pero ella ya los había devorado hacia tiempo. Ya no necesitaba tenerlos consigo, a no ser... Por el hecho que eran un dulce recordatorio de las enseñanzas del barón.
Emocionada, Treasure tomó los libros y los abrazó antes de caminar en dirección al bosque.
Nadie en Culpepper hallaría extraño ver a Treasure Barrett vagando durante la noche con libros en los brazos. Las otras muchachas de la comunidad no hacían eso, pues sus padres no se los permitían. Pero Treasure siempre hacía lo que le se antojaba, incluso en el medio de la noche. Buck y Annis Barrett habían desistido de vigilarla e intentar contenerla.
Desde hacia mucho tiempo , el barón y el padre habían dejado en claro a la comunidad que Treasure no respondía a los patrones de la sociedad normal. Por eso, ella frecuentemente dormía con alguna criatura enferma del vecindario y comía en casa de otros. Donde quiera que estuviese cuando la noche llegaba , era allí donde permanecería hasta el amanecer. Incluso antes de tener la protección del barón y del sacerdote, todos sabían que Treasure Barrett podía cuidar de si misma.
Y , en esa noche húmeda de mayo, ella decidió caminar hasta la mansión Renville para devolver los libros que había tomado prestado. Muchas veces, cuando era niña, se despertaba e iba allá. En esas ocasiones, era común que el bondadoso barón la encontrase durmiendo en la alfombra de la biblioteca, agarrada a un libro.
Finalmente, él había preparado un cuarto en la casa para que Treasure no durmiese en el piso . En poco tiempo , la mansión se había tornado tan d ella como la modesta casa de sus padres.
La brisa fresca da noche le acarició la cara y , cuando llegó al jardín cerca se sintió tentada de acostarse en uno de los bancos que había allí. Pero pronto sacudió la cabeza, cambiando de idea.
Descalza, tomó el camino de la biblioteca. Sabía exactamente el lugar de los libros en los estantes y , por suerte, la luz de la luna iluminaba todo. Con cuidado, colocó los libros en sus lugares y pasó los dedos por las tapas de cuero, recordando el contenido de cada uno de ellos .
Cerró los ojos y se apoyó en un estante. Qué sensación extraña!
De repente, un fuerte estampido la asustó. La puerta del la biblioteca fue golpeada y ella se llevó la mano al cuello. Vio la luz de un candelabro y suspiró aliviada, esperando ver al viejo Bailey allí. Pero, para su sorpresa, una silueta mucho mas grande surgió en el vano de la puerta.
Treasure abrió enormemente los ojos , estaba petrificada.
El desconocido que acababa de entrar en el aposento tenía cabellos claros, y sus rasgos eran familiares. Debía ser una aparición ... Dios .. era el fantasma del viejo barón, sólo que parecía, por lo menos, unos treinta años más joven.
Treasure contuvo la respiración. Si , era el barón, pero vestido como un aristócrata. Los hombros eran más anchos, y él parecía más alto. La camisa estaba húmeda, pegada en la espalda y por delante abierta hasta la altura del ombligo, mostrando un tórax musculoso y una barriga plana.
No... No... esa barriga no pertenecía a Darcy Renville, quien la tenía un tanto pronunciada por su edad, y también porque le gustaba comer, especialmente dulces. Además, los fantasmas no transpiraban de esa manera.
— Mirá lo que me hiciste viejo demente ! — gruñó ese cuyo rostro parecía una copia más joven del barón. Las palabras fueron pronunciadas con desprecio. Todavía protestando, él dio la vuelta al escritorio y se detuvo en el centro del aposento. Fue en ese instante que vio a Treasure. Parpadeó varias veces, no creyendo en sus ojos. — Quién sos vos ? Qué estás haciendo aquí? — la interpeló con una mezcla de sorpresa e indignación.
Yo ... yo ... — ella no sabía qué decir. Si realmente era un fantasma tenía muchas manifestaciones físicas de un ser de carne y hueso: voz de barítono, olor a hombre, ojos penetrantes... Tendría que tocarlo para asegurarse. — Vine a devolver los libros del barón. — dijo , levantando el mentón tembloroso cuando dio un paso adelante .
— En medio de la noche? Qué estás buscando, muchacha?
— Buscando? Ya te dije, sólo estaba devolviendo los libros del barón.
— Yo soy el barón. Vos invadiste mi casa en medio de la noche. Estás robando y , si no te hubiese atrapado , probablemente me limpiarías toda la casa .
— No vine aquí para robar!
Treasure nunca había tenido tanta dificultad para pensar. Estaría
imaginando aquello o el extraño, de hecho, había afirmado que era el barón? Sería posible?
— Si sos el barón — ella comenzó a decir, intentando demostrar una calma que estaba lejos de sentir —, entonces me conoces. Sabes que tengo libertad para venir aquí cuando quiera, durante el día o la noche. Y no es para robar.
Dios, tenía que irse de allí , pero ese extraño estaba parado junto a las puertas dobles!
— Te ordeno que me dejes ir!
— Te ordeno ?! — él no se movió y la agarró por la muñeca cuando Treasure quiso pasar. — No te conozco, atrevida del demonio , pero te aseguro que tu atrevimiento no va a quedar así nomas.
— Déjame ir, su imbécil! Cómo te atreves?
Sterling Renville no la obedeció. En vez de eso, empezó a observarla con grande atención.
Treasure lo empujó, azorada con lo que estaba sucediendo e irritada con su imposibilidad de controlar la situación. Parecía haber perdido la fuerza, y el extraño poder casi animalesco que emanaba de ese hombre hacía que tuviese sensaciones que nunca había experimentado . No era una muchacha tonta, que podía ser fácilmente intimidada por un hombre. Era una libre pensadora ! Pero , en ese momento, no lograba pensar con coherencia. Eso la asustaba más que la presencia física del desconocido.
— Ya que estás aquí, muchacha — Renville se rió con ironía —, por qué no proporcionas un poco de placer? Te prometo que si lo haces no te castigaré por haber invadido mi casa en medio de la noche. — Diciendo eso, la empujó contra su pecho ancho y la silenció con un beso.
La presión de los labios carnosos sobre los suyos la dejó estupefacta. Era intensa suave al mismo tiempo. Cómo era posible? Entonces, él la abrazó y deslizó las manos hasta la curva generosa de sus caderas.
Treasure disminuyó la presión dos puños sobre el pecho ancho, y el calor del cuerpo musculoso le provocó un torbellino de emociones desconocidas.
Con facilidad, él la empujó hacia el diván y se acostó sobre ella. Sin hacerse rogar , le sujetó la cabeza entre las manos y la besó en los labios con la fuerza y la destreza de un hombre acostumbrado a vivir grandes pasiones.
Cuando él empezó a besarle el cuello , el cuerpo y la mente de Treasure se sumergieron en un verdadero remolino de emociones. Entonces él
le separó las piernas con una rodilla, murmurando:
— Vamos, muchacha, vamos a divertirnos un poco, tendrás que hacer tu parte.
Súbitamente, Treasure fue despertada por esa palabra: divertir. Entonces era eso!
Estaba siendo forzada a hacer algo que no quería. Cómo ese hombre se atrevía a tanto?
El orgullo habló más fuerte y , reuniendo todas sus fuerzas, lo empujó
al piso , preparándose para golpearlo si fuese necesario .
Renville intentó agarrare los puños mientras Treasure tomaba un florero de porcelana de una mesa cercan. Cuando él trató de besarla nuevamente,
no vaciló en golpearlo con el florero en la cabeza.
Añicos de porcelana se desparramaron por toda la sala.
Ella se quedó quieta por un momento, apenas pudiendo creer en lo que había hecho. Logró desprenderse de él y se puso de pie. El hombre de cabellos claros t rostro masculino ahora yacía inconsciente.
— Tuviste lo que te merecías, cretino! — los ojos violetas brillaban cuando Treasure apartó el cabello de su rostro. — Esto te enseñará a no jugar conmigo.
Con un movimiento ágil, giró sobre sus talones y salió al aire caliente y húmedo de la noche, incapaz de entender qué había sucedido, pero consciente de que el hecho cambiaría su vida para siempre.

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