miércoles, 20 de octubre de 2010

NO SOY SANTA - CAPITULO 23 - PAULA REED

CAPITULO 23

Cuando el grupo, finalmente, se fue a la cama, casi estaba amaneciendo. Mary Kate se despertó después del mediodía. Por algunos minutos observó el cuarto donde había dormido. La cama con dosel, la mesa de luz, la cómoda, el guardarropa y el tocador de madera tallado, las paredes eran revestidas de seda y en una de ellas había un gran espejo de cristal. Para ella ese cuarto parecía la habitación de un palacio. Además, al llegar, había quedado impresionada con la belleza y la opulencia del solar Winston, cuyo interior era una elegante mezcla de estilos inglés e español.
Oyendo pájaros cantando, Mary Kate saltó de la cama y corrió
a la ventana. La abrió y contuvo la respiración. La vista era maravillosa. La casa tenía en la parte de adelante un jardín formal con arbustos y árboles, muchos de ellas floridas, canteros con flores tropicales de un colorido vivo. Un césped muy verde se extendía hasta el camino que llevaba a la bahía donde el agua era turquesa como sólo se veía en el Caribe.
Llena de entusiasmo y energía, se alejó de la ventana para vestirse. Quería conocer mejor ese paraíso. Como no había traído equipaje, Faith le había prestado algo de ropa.
Al bajar la escalera, observó mejor los ambientes de la casa. Nunca había visto tanto lujo y buen gusto. Era verdad que ella y su familia vivían en un solar, pero no se comparaba con Winston en tamaño, confort y belleza. La mansión de sir Calder, en Bristol, también era enorme y lujosa, pero la decoración y el estilo eran demasiado ingleses para su gusto. Estaba encantada con los pequeños toques y detalles que hacían el solar Winston tan maravilloso. Dedujo que buena parte de aquello debía ser herencia de la familia de Miguel: telas al óleo, bellísimos crucifijos tallados, piezas de porcelana pintadas a mano. Eso la hizo pensar en Galeno, el padre Tomás y , principalmente, en Diego. Honestamente, en los momentos en que se había sentido más feliz en su vida, había estado cercada de los paisajes, los sonidos, los olores y sabores del Caribe español.
El almuerzo fue servido en la sala de cenar. Mary Kate se sentó a una mesa enorme, con lugar para treinta personas, a la cual también se sentaron la pareja anfitriona , Geoffrey, Faith y Diego. Él parecía mucho mejor. Los platos servidos fueron una nueva experiencia para Mary Kate. Estaban sazonados con especias extranjeras lo que los hacían diferentes de todo lo que ella había probado. Había también tanchaje y ackee, fruta nacional de Jamaica.
Mary Kate no sabía qué pensar respecto a Geoff y Faith. Le gustaban ambos, pero creía que eran muy diferentes uno del otro. Faith era formal y reservada, Geoff más abierto , bromista e irreverente. Los opuestos se atraen, pensó.
Elizabeth y Miguel eran cálidos, amables y extremamente hospitalarios. Insistieron para que Diego y Mary Kate se quedasen más tiempo en la granja.
— Mary Kate debe ir conmigo y Faith a Tortuga. Debo volver a Port Royal para solucionar algunos asuntos, y no puedo dejarlo para después. Mary Kate no puede ser vista en la ciudad , Darnley y Hartford, con toda certeza, la están buscando — Geoffrey explicó. — Voy a llevarla a Tortuga donde ella embarcará en un barco con destino a Irlanda.
— Y yo ya me he demorado demasiado — dijo Diego. — La bodega del Magdalena está llena . No se imaginan cuan ansioso estoy por entregar esa carga en Cádiz. Será el última viaje que hago para Don Luis .
— Que bueno , Diego! — Elizabeth exclamó. — El Magdalena será tuyo?
— Cuando tengas tu propio negocio, podrás visitarnos con mas frecuencia — dijo su tío. No tendrás más la excusa que tienes que cumplir órdenes de patrones tiranos.
De repente, Mary Kate perdió el apetito . La garganta se le cerró . Iba a volver a su casa, debería sentirse feliz, sin embargo, sentía ganas de llorar.
— Cuándo partiremos, capitán? — le preguntó a Geoffrey.
— Al amanecer. Descanse bastante. Esta noche será la última en la que vas a dormir en una cama que no se balancea. Tardarás algunos meses poder llegar a tu tierra.
— Y vos, Diego? — ella se extrañó de hacer la pregunta sin que la voz le temblase.
— Mañana también.
Ella miró Elizabeth y Miguel.
— Me gustaría pasear por la granja. Quiero guardar el recuerdo de la belleza del Caribe.
— Hay algo mágico en este lugar, no ? — comentó Elizabeth.
— Voy a conseguirte un guía — Miguel se ofreció .
? Yo la acompañaré — Diego replicó . — Siempre es un placer pasear por los jardines y por la plantación. Terminado el almuerzo, Mary Kate y Diego pidieron permiso para dejar la sala. En el patio de los fondos vieron una negra desplumando una gallina.
? Es esclava? — Mary Kate quiso saber.
? Si
? Pensé que ustedes estaban en contra de la esclavitud.
? Yo solo , pero esta propiedad es de mis tíos. Y aquí los esclavos tienen regalas. Vos, mejor que nadie, debes entender que muchas veces los lazos de familia son más fuertes que nuestras preferencias.
— Diego, no vamos hablar sobre eso ahora . — Mary Kate miró un cantero cargada de flores rojas. —-Las islas del Caribe son fascinantes. Su tía tiene razón. Hay magia en este lugar.
— Deberías viajar por el Mediterráneo algún día. Ese también es un lugar mágico.
— Debe ser maravilloso viajar por todo el mundo. El mar está tan lleno de misterio. Entiendo tu amor por el mar. El puede llevarte a tantos lugares fantásticos. Incluso cuando estamos en medio del océano, sin avistar ningún señal de tierra, sólo esa inmensidad de agua, hay algo allí que me fascina.
Ellos caminaron hasta el bosque que había en los limites de la propiedad.
— Cuidado, María Catalina, si el mar se adueña de tu alma, nunca más podrías volver a tu hogar — Diego le advirtió .
Mary Kate suspiró.
— Demasiado tarde .
Llegaron a una bifurcación del camino y Mary Kate se detuvo.
— A dónde llevan cada estos caminos?
— Siguiendo por la derecha, llegas a la bahía .El camino de la izquierda llev al río.
— Quiero al río.
Caminaron entre árboles y arbustos. No pasó mucho tiempo para que Mary Kate oyese el sonido del agua corriendo. Diego la llevó a un lugar donde el río hacía una curva y formaba un remanso. Él se sentó en una piedra al borde del río y se sacó las botas.
— Vas a nadar? — Mary Kate preguntó .
— Sólo voy a entrar en el agua. Ven. Quítate los zapatos. Mary Kate aprobó a idea.
Cuando entró en el agua, la sintió fría, pero no helada. La temperatura ideal para refrescarse. Pero la falda que tenía que mantener recogida le impedía los movimientos.
— Cierra los ojos, Diego. Voy a sacarme la ropa.
Ella volvió a la orilla , se sacó el vestido que Faith le había prestado , la enagua armada y sólo se quedó con una enagua fina. Corrió al agua
sin importarle mojar el borde inferior de la enagua.
Al verla casi desvestida, Diego sintió su sangre calentarse y una rigidez en en la ingle . Se quitó el saco, lo arrojó al suelo y se unió a Mary Kate.
— Hay un río en tu granja, en Irlanda? — le preguntó para no pensar en lo que no debía.
— Un río pequeño, muy diferente a este. El agua es helada.
— Cuéntame sobre tu casa, tu pueblo .
Ellos habían vuelto a la orilla del río y estaban sentados, con los pies metidos en el agua. Mary Kate describió su casa, habló sobre las tierras, los arrendatarios, la aldea, sus amigos y sus lugares favoritos. Eso la hizo pensar en Bridget, en su carácter fuerte y en las deudas que su padre debía haber acumulado en esos cuatro años.
? Amas a tu familia y a tu tierra, no? — Diego habló suavemente.
? Demasiado .
? Y ellos te necesitan mucho .
? Cierto . Puedo decirte algo, Diego?
— Si precisas decirlo , dilo.
— Yo creía que mi familia era la cosa más importante del mundo y no quería ni pensar en estar lejos de mi casa, de mi padre y de mi hermana. Pero ahora no estoy tan segura de eso. Sabes, a veces uno quiere hacer una cosa, pero debe hacer otra muy diferente.
— Te entiendo — Diego murmuró.
Estaba seguro que él quería y , por primera vez en la vida, tenía toda la intención de satisfacer su deseo, sin importarle las consecuencias. Pasó la mano por los cabellos de Mary Kate y aspiró su perfume. A continuación se inclinó y la besó , ignorando las protestas de las costillas y el dolor en el labio. Ella abrió la boca y tocó la lengua de él con la suya. Lenguas y labios intercambiaron caricias, provocaciones, sabores, y besos. Después Diego trazó una senda de besos en el cuello, la nuca, los hombros y en el valle entre los pechos de Mary Kate. Cada vez más excitado, bajó los breteles de la enagua , le acarició los pechos y le pellizcó los pezones rosados.
— Tengo ganas de llevarte a la playa, pero creo que, en mi estado, quedaré sin fuerzas y eso acabará con nuestra aventura — dijo Diego con una sonrisa maliciosa.
Mary Kate se rió.
Nuestra aventura no puede acabar de ningún modo .
Se fueron del río tomados de las manos y se acostaron en el suelo, bajo un árbol frondoso. Mary Kate desató los cordones de la camisa de Diego y metió la mano bajo la tela, sintiendo el calor de la piel morena, encima de la faja que le envolvía las costillas.
Querría sentir toda tu piel sobre la mía.
En respuesta, Diego frotó el mentón y la nariz en el cuello blanco , provocándole un delicioso estremecimiento; sus pezones se pusieron duros y sus partes íntimas, húmedas.
— Voy a darte todo lo que pueda ofrecerte — respondió él, quitándose la camisa.
— No sientes dolor?
— Hay dolores y dolores — él respondió inclinándose sobre ella para rozar los labios en sus pechos firmes . — No me duele mucho. Quiero darte una cosa, María Catalina. Quiero ser el primer hombre en ofrecerte eso. Quiero ser el hombre comparado con el cual todos los demás serán insignificantes en tu vida.
— Ninguno de los que he conocido se compara a vos — declaró Mary Kate y tiró la cabeza de él para poder besarlo.
Era tan grande su deseo que levantó las caderas, Subió la enagua y la sacó , quedando desnuda. Se sintió deliciosamente pecadora, se desperezó en el suelo, arqueó la espalda bajo la mirada fascinada y ávida de Diego.
El le acarició todo el cuerpo . Sus manos se movieron por los hombros suaves, los pechos, las caderas, a lo largo de los muslos y se detuvieron sobre el vello púbico . Mary Kate también exploró el cuerpo de Diego. Pasó las manos por su espalda, evitando tocar la faja, y bajó masajeándole el estomago. Como él estaba vestido de la cintura para abajo , sintió la musculatura de sus muslos a través de la tela. Al apretar el miembro erecto aprisionado dentro de los pantalones ajustados, se sintió muy excitada y oyó a Diego inspirar con ruido delicioso . Impulsada por un incontrolable deseo, intentó desatar los pantalones, pero Diego le sujetó las manos. Quería continuar excitándola .
Succionó y mordisqueó uno de los pezones, después el otro, le besó los pechos hasta dejarla jadeante . Luego continuó acariciando otras partes de su cuerpo virgen . Circundó el ombligo con pequeños y rápidos golpeteos de la lengua, haciendo que Mary Kate se retorciese de placer. Sus partes íntimas latían, estaban calientes y húmedas. Sentía una urgencia para que él la tocase allí.
Diego levantó la cabeza para observarla atentamente al introducir uno de los largos dedos en el pasaje estrecho , teniendo cuidado de no romper la delicada barrera de su virginidad . Rítmicamente entraba y sacaba el dedo mientras Mary Kate murmuraba el nombre de él.
Era cierto , hay dolores y dolores. La tortura que ahora él sentía no era consecuencia de los golpes. Mary Kate estaba caliente, húmeda y gloriosamente estrecha. Si ella le perteneciese ante la ley podía imaginar cuan sería maravilloso poseerla completamente. Diego empezó a rozar el pulgar contra el clítoris tenso , aumentando, al mismo tiempo, el ritmo de los movimientos del dedo índice. Mary Kate arqueó la espalda y gritó al sentir una oleada de placer que la llevó a las estrellas. Otras oleadas de puro gozo parecían consumirla, haciéndola flotar , ajena a todo, en un mar de satisfacción.
Lentamente, fue bajando a la Tierra y cuando comenzaba a recuperar un poco del sentido , Diego bajó la cabeza entre sus muslos, sintió el sabor de sus fluidos y , nuevamente, fue arrebatada un torbellino,de voluptuosidad .
Diego probó la miel que fluía de ella, mientras la oía susurrar el nombre de él repetidas veces con voz enronquecida . Ella le pertenecía. Ellos podían separarse, él podía tener otra esposa y ella otro marido, podían nunca más volver a verse, pero ella le pertenecía.
La observó volviendo a la normalidad , la cara enrojecida recuperando el color natural. Sonrió cuando ella abrió los ojos en los cuales había languidez y saciedad.
— Soy suya.
— Si. Sos mía. — él se sentó , estiró el brazo, tomó la enagua y la vistió.
Mary Kate se sentó también.
— Diego, quise decir que te pertenezco y que quiero ser tu mujer. Vos no vas...
— Poseerte ? Hacerte mía? Ya hice eso.
No! Hay muy más. Soy virgen , pero no soy ignorante. Lo que
hicimos solamente fue una primer parte .
— Sé que no sos ignorante. El sexo es una cosa básica, María Catalina. Es la unión del macho con la hembra. Los animales hacen eso. Un hombre puede conseguir eso de una mujer usando la fuerza. Lo que sucedió entre nosotros hoy es lo que sucede cuando una mujer se entrega a un hombre voluntariamente. Vos te casarás algún día y su marido tendrá todos los motivos para creer que le perteneces sólo a él, pero la primera vez que te entregaste a un hombre, querida debes saberlo ,ese hombre fui yo .
El se puso de pie y tomó su saco.
— Te espero después de la curva del río. Vístete y me encuentrame allá.
Mary Kate lo siguió con la mirada perdida. Una parte de ella deseaba gritarle, patalear e insistir para que Diego acabase lo que había comenzado. Pero otra parte lo amaba todavía más. Él había tomado de ella solamente lo que ella deseaba darle : su propio cuerpo. Pero le había dejado con su honor. De Diego Montoya Fernández de Madrid y Delgado Cortés sólo podía esperar una actitud como esa.

- Ellos van a separarse, pero el hilo que los une es más fuerte ? una voz susurró desde lo alto del ramaje, sobre la cabeza de Mary Kate.
- Ellos lo encontrarán — fue la respuesta.

Mary Kate no oyó nada. Se vistió y corrió al encuentro de Diego.

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