lunes, 18 de octubre de 2010

NO SOY SANTA - CAPITULO 21 - PAULA REED

Mary Kate acompañó a Darnley sin protestar. Avanzó por las calles de la ciudad en silencio, prestando atención a las construcciones y la gente que la rodeaba. Era importante observar las casas porque tenía la esperanza de encontrar la oficina de la compañía de navegación de los amigos de Diego. Él le había dicho , al contarle la historia de Geoffrey Hampton, que el antiguo corsario se había convertido en un comerciante honesto, tenía un negocio próspero en sociedad con su antiguo inmediato.
Por las miradas que le dirigían los ciudadanos de Port Royal, Mary Kate tuvo certeza que su apariencia desprolija era un punto a su favor. Aunque no usase maquillaje ni ropas escandalosas, con esos cabellos desgreñados, el vestido arrugado y manchado , bien podría ser confundida con una de las tantas prostitutas que veía en las calles.
Era muy probable que no encontrase la oficina, pero quizás vería, entre toda esa gente, la figura delgada y elegante de Diego .
Después de caminar bastante con Damley siempre a sujetando su mano, Mary Kate notó que el movimiento en la calle había disminuido y los comercios cedían lugar a las residencias.
Supo que estaban llegando a la casa de la hermana de Damley. Cuando ellos pasaron por un burdel, Mary Kate vio tres mujeres inclinadas en la ventana conversando con varios hombres que estaban en la calzada.
— Oh, Dios ! Mi abuelito! — ella gritó y señaló al otro lado de la calle.
— Dónde? — preguntó Darnley estrechando los ojos.
— Allá, el caballero de peluca blanca y traje negro. Darnley levantó la cabeza y soltó la mano de Mary Kate.
— Ese hombre de allá ! Es él. Abuelito ! Abuelito!
— Sir Calder! — Darnley gritó y atravesó la calle, obviamente suponiendo que Mary Kate iba a seguirlo.
Ella se dio vuelta y corrió hacia un grupo de hombres que estaba delante del burdel. No era momento de ponerse tímida . Tomó el brazo del hombre que estaba más cerca de la puerta y entró con él , seguidos por los otros. Cuando Darnley miró hacia atrás, Mary Kate había desaparecido.
El involuntario salvador de Mary Kate, un marinero oliendo a rum y sudor, comenzó a agarrarla, pero por el momento era esa la menor de sus preocupaciones. Le sonrió y le palmeó las manos atrevidas.
— Tendrás que pagar para tener el privilegio de tocarme. — ella estiró el cuello para ver si había una puerta que diese a algún callejón .
Una de las mujeres de la ventana apareció delante de Mary Kate.
— Qué estás haciendo aquí ? Esfumate! Ya! Esta no es tu cuadra!.
El hombre que estaba con Mary Kate protestó.
— Quiero a esta chica. Mary Kate se encogió de hombros.
? Es una pena. Pero no podemos quedarnos aquí .
? Vamos a mi cuarto — la invitó el marinero.
Mary Kate iba a rechazarlo , pero lo pensó mejor.
? Dónde queda tu cuarto?
? Cerca del muelle .
? Perfecto! — ella le dio el brazo al hombre. — Pero mi patrón está justo ahí en frente y se enojará si sabe que no conseguí un cliente ricachón. Es mejor que él no me vea con un marinero. Puedo usar tu saco?
El marinero inmediatamente se quitó el saco. La mujer que había hablado con Mary Kate se irritó .
— Me estás robando un cliente. M ary Kate miró los hombres.
— Ustedes sólo son tres y hay otros seis hombres aquí. No van a extrañar a este.
— Bórrate de acá si no querés que te destruya la cara! .Ansiosa por salir de allí , Mary Kate prometió que nunca más volvería a ese lugar. Se cubrió con el saco sudado e inmundo, y salió a la calle con el marinero. Vio Darnley de espaldas, a pocos metros de allí, hablando con un grupo de personas. Seguramente las interrogaba y ellas sacudían sus cabezas, negando lo que les había sido preguntado. Mary Kate le dio el brazo al marinero y se inclinó sobre el hombro de él para su rostro no fuese visto.
— Cuál es su nombre, amorcito? — ella preguntó cuando ambos pasaron al lado de Darnley.
— Jammie.
? Y tu cuarto queda en esta calle, Jammie?
? Más adelante, en Lime Street.
? Podemos ir ahora ?
Jammie sonrió.
— Chica fogosa !
— Si se trata de un hombre como vos, cómo no ser fogosa ?
Jammie se sintió halagado; la condujo rápidamente por algunos callejones y llegaron a una calle transitada.
Ella se alegró , pues el cuarto do marinero quedaba en una posada muy cerca del puerto . Cuando él señaló el edificio, ella tiró del brazo de él, haciéndolo detener.
— Debo pedirle algo a una amiga. Ya vuelvo.
— Qué ? Espera...
— Es una sorpresa. La estaba guardando para otra persona, pero ya que estoy con vos...
— Algo del puerto ? — Jammie se rascó a cabeza, después sonrió. — Seguro que es algo de Oriente?
Mary Kate frunció la frente. No tenía idea de lo que el marinero podría estar pensando. Le sonrió seductoramente.
— Sos muy astuto. Cómo adivinaste ? Él también sonrió.
— He visto algunos de los juguetitos sexuales que vienen de Oriente.
— Entonces? Me esperas aquí ?
— No me muevo de acá. Pero apurate .
— Vuelvo en un minuto.
Una vez más no fue difícil desaparecer en medio de la multitud y de las tiendas de los vendedores. Port Royal era un lugar donde se podía pasar desapercibida. Si un hombre la abordase, le sonreiría , le diría que lo lamentaba, pero que ya estaba comprometida con otro cliente.
Mary Kate caminó observando a la gente con mucha atención. El capitán Hampton había dicho que su esposa y la de Giles habían venido a la ciudad para hacer compras. Tal vez no fuese difícil encontrar a una mujer blanca acompañada de una mulata en una de esas tiendas.
Pero fue mucho más difícil de lo que ella había imaginado . En Port Royal era muy común que las mujeres blancas saliesen con sus criadas negras , quienes cargaban las compras de sus patronas. Mary Kate se detuvo para pensar y sintió el asqueroso olor del saco que Jammie le había prestado y sintió remordimiento. Seguramente ese pobre hombre no podía comprar otro saco. Lo quitó de su espalda y lo llevó en la mano. En caso que viese a Darnley o a Hartford, iba a cubrirse con el saco.
Mary Kate notó que las esclavas que acompañaban a sus amas usaban ropas toscas. No podía imaginar a la esposa de un hombre como Giles, mal vestida. Redobló su atención e hizo preguntas a los dueños de las tiendas.
Finalmente se convenció de que las dos debían haber ido de compras al centro de la ciudad y allá ella no podía poner los pies. Estaba huyendo de dos hombres y había robado el saco de un tercero. Desesperada, se dio vuelta hacia dos mujeres muy lindas que estaban a su lado comprando especias en una tienda. Una era rubia de cabellos platinados, y la otra morena, de piel bronceada, de cabellos negros enrulados.
— Con permiso — dijo Mary Kate abordándolas. — Podrían informarme donde quedan las tiendas de esta ciudad ?
Las dos mujeres miraron espantadas a Mary Kate. Sólo entonces ella se acordó de su apariencia desprolija y se pasó la mano por los cabellos.
- Qué está buscando? — preguntó la mujer rubia.
— Bien, no es "un que" sino un "quien ". Busco a una mujer rubia y una mulata, una africana. Pero la africana no es esclava. Es libre.
La mujer de piel bronceada arqueó las cejas.
— Aquí en Port Royal hay muchas africanas libres.
— Gracias por su atención. — Mary Kate iba a apartarse, pero se acordó de preguntar:
— Saben donde queda la oficina de una compañía de navegación llamada Hampton y Courtney?
Una vez más las cejas de la mujer morena se arquearon y ella preguntó , sorprendida:
— Qué clase de asunto tienes con esa empresa?
— Los propietarios son amigos de un amigo mío . Ustedes saben donde queda ese oficina?
— Cuál es el nombre de tu amigo? — la mujer rubia quiso saber.
Mary Kate se puso tensa .
— En este momento soy un asco, pero le aseguro que no soy lo que ustedes están pensando. Soy una muchacha decente y quien es mi amigo no debería interesarle.
— Espera. No quise ofenderte — la rubia continuó. — Presumo que estás buscando a las esposas de Giles y Geoffrey.
A pesar de la determinación de poner a esas dos atrevidas en su debido lugar, Mary Kate respiró profundamente .
— Si, busco a Faith Hampton y a Grace Courtney.
— Las has encontrado — dijo la morena. — Soy Grace Courtney y ella es Faith Hampton.
Mary Kate quedó boquiabierta.
— Pero sos blanca!
— Soy lo que soy.
Mary Kate reparó en los rasgos de Grace. Los cabellos enrulados, los labios gruesos y la nariz un poco larga denotaban una herencia que no solamente era europea.
— Lo siento mucho — se disculpó . — Sé lo que es ser discriminada, ser mirada con menosprecio. Pero mi intención no fue ofenderla.
— No? — Grace preguntó en tono seco.
— Le creo — dijo Faith. — Sos irlandesa?
— Si .
— Pero pasaste mucho tiempo con ingleses, no?
Por un momento Mary Kate pensó, horrorizada, que había adquirido un acento inglés. Madre de Dios, comenzaba a parecer una inglesa!
— Cómo puede saber eso ?
— Por tu comentario sobre ser menospreciada. Imagino que sos de Ulster.
— Soy de una aldea cerca de Londonderry. Pero viví con mi abuelo en Bristol, en Inglaterra, durante cuatro años.
— Ves, Grace? En Inglaterra los irlandeses son casi tan menospreciados En cuanto a los africanos libres aquí en Jamaica. Sé que ella no quiso ofenderte. — Faith sonrió. — Ya conoces a nuestros maridos y acabas de conocernos, pero nosotras no sabemos tu nombre.
— Perdónenme. Soy Mary Katherine 0'Reilly. Conocí a los capitanes hace una pocas horas, cuando Diego y yo acabábamos de llegar.
— Diego? — Grace preguntó.
— Diego Montoya Fernández de Madrid y Delgado Cortés? — Faith quiso saber.
Si. Es el amigo que mencioné .

— Por Dios , porque no dijiste antes quien era tu amigo?? preguntó Grace.
— Cuando ustedes me preguntaron, todavía no sabía quienes eran ustedes . Además, me miraron de una manera ...
— No puedes culparnos por eso — observó Faith
— Tiene razón. Sé que parezco un espantapájaros . Pero fue el único modo que hallé para salir de un grande problema . Hablando de eso, me parece mejor que nos vayamos de aquí. Hay un hombre o dos, tal vez tres, persiguiéndome .
— Podemos llevarte a la oficina — sugirió Grace.
— En el barco de Geoffrey, el Destiny, ella estará más segura— Faith opinó.
Las tres llegaron al muelle donde el Magdalena aguardaba la vuelta de Diego. El corazón de Mary Kate casi se detuvo cuando ella vio Darnley e varios oficiais a bordo del barco. No había ni señal de Diego. Se puso sobre los hombros el saco de marinero y comentó .
— Hay un problema.
— Con Diego? — Grace preguntó .
— No estoy segura . Él estaba con Geoffrey y Giles cuando lo vi por última vez. Tengo que esconderme.
— Por aquí — dijo Faith yendo adelante y subiendo la plancha de embarque del Destiny.
Grace y Mary Kate la siguieron . Una vez en el barco, bajaron la escalerilla de acceso ala cubierta inferior.
— Voy a conseguir ropas para ella y peinarle el cabello — dijo Faith a su amiga. — Sube a la cubierta y espera a Geoffrey y Giles. Tenemos que encontrar a Diego para saber qué está sucediendo.
— Yo puedo explicarlo — dijo Mary Kate.
— Me gustaría oír esa historia — Grace se lamentó .
— Pero alguien tiene que subir y quedarse vigilando . Perece que Diego adquirió el hábito de salvar muchachas en apuros.

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