domingo, 31 de octubre de 2010

DIVINO TESORO - CAPITULO 6 - BETINA KRAHN

CAPITULO 6


La mansión Renville estaba silenciosa a la mañana siguiente, y Sterling acababa de tomar su desayuno. Se sentía extraño. Tal vez fuese el aire o el agua de ese lugar espantoso . Necesitaba marcharse pronto o acabaría como su padre, un noble inglés que había perdido el sentido de realidad y había preferido enterrarse en vida en un villa sin recursos a volver a su amada Londres.
— Cuando reciba lo que me deben, me vuelvo a Inglaterra. Espero que eso suceda, como mucho, en un mes — murmuró para si mismo.
Lo que había sucedido en la biblioteca el día anterior no se borraba de su cabeza. Había sido la segunda vez que se había involucrado con Treasure Barrett. Y también era la segunda vez que ella lo había rechazado como si fuese uno granjero inmundo . Y pensar que el joven Barrett encima había preguntado si debía esperar afuera! Dios, qué clase de hombre era ese, que dejaba que un extraño tocase íntimamente a hermana y encima preguntaba si debería esperar afuera? Por otro lado qué clase de muchacha vagaba durante al noche, invadiendo casas ajenas con la bendición y la aprobación de todo un pueblo? Y ella leía latín ! El lunático de su padre le había enseñado latín!
Sacudiendo la cabeza Renville intentó apartar los pensamientos relacionados con la escena sensual que habían compartido. Como mucho en un mes estaría de vuelta disfrutando la vida respetable de Londres y de su refinada novia, Larenda Winderleigh-Avalon. Qué le importaba si Treasure Barrett sabía latín tan bien como cualquier alumno de la Universidad Oxford? Después de todo , los papagayos también aprendían a hablar, y eso no les confería una inteligencia superior, o no ?
— Con permiso , barón — el viejo Bailey lo sacó de sus devaneos, para anunciar una visita. — El Padre Vivant pidió verlo y lo conduje a la sala de visitas
Renville frunció el ceño.
— Qué desea?
— Imagino que hacerle una visita, mi lord.
Movido por la fuerza del hábito, Renville tomó el saco, pero pronto cambió de idea. Hacía demasiado calor para usar saco y no había necesidad de tanta formalidad en un lugar como Culpepper. Entonces, se levantó y caminó hacia a la sala de visitas.
El sacerdote vestía su mejor sotana y estaba de pie esperándolo. Esa visita no había sido idea suya. Treasure había insistido y él había acabado cediendo, pero todavía recelaba que eso no fuese a salir bien.
— Buen día , padre — lo saludó el joven barón, entrando en el enorme aposento. — A qué debo su visita?
— Le pido disculpas por no haber avisado antes, barón, pero quiero presentarle mis condolencias por la muerte del barón Darcy. También quiero asegurarle que él fue enterrado como un cristiano.
— Le agradezco, padre, pero no soy católico, y los rituales no me interesan... mi padre era católico?
— No, él no era católico, pero fue velado durante dos días porque era muy amado por toda a comunidad. Jugábamos al ajedrez con cierta frecuencia e intercambiábamos ideas sobre asuntos que no podíamos conversar con la gente sencilla de la villa. Siento mucho la falta de él.
— Tal vez podamos jugar ajedrez una noche de estas — Renville habló sin pensar y pronto se arrepintió, pero no había como volverse atrás.
— Si ? Eso sería perfecto. Pero no quiero que pierda su tiempo conmigo. Sé que está muy ocupado. Entonces le contaré cual es el segundo propósito de mi visita.
— Cuál es ese propósito?
— Vine a invitarlo a participar de la misa del domingo.
— Misa? — Renville se sintió incómodo. — Le dije, padre, no soy católico.
— Oh, mitad de mi rebaño tampoco lo es, barón. — El sacerdote se sentó en el borde de la silla. — Pero todos los habitantes de la villa van a misa: los católicos se arrodillan en el frente, y los protestantes se quedan de pie, atrás. Su presencia sería un buen ejemplo. La gente de aquí necesita buenos ejemplos.
— Voy a aceptar su invitación, padre Vivant. — Renville suspiró, sin esconder su enfado.
— No sabe lo feliz que me haría . — El padre se levantó . — No voy a molestarlo más. Ahora debo visitar a la señora Tusson. Treasure cortó un carbúnculo de la pierna de la pobre mujer esta mañana y ella necesita medicamentos. Si no llego a tiempo, Treasure usará las plumas de lechuza otra vez — el padre agregó, sonriendo.
— Cómo ? La hija dos Barrett cortó a alguien?
— No, señor. Ella hizo una pequeña cirugía. Además de filósofa, Treasure también sabe sobre hierbas y tratamientos usados por los indios.
— Qué quiere decir con eso?
— Treasure es una chica muy especial . Es llamada cuando alguien se enferma y tiene el don de la curación . Conoce de hierbas y aprendió a tratar heridas con una vieja india.
— Y por eso la gente cree que ella puede vagar durante la noche e invadir casas ajenas sin permiso ? — Renville preguntó airado.
— Yo diría, barón, que por eso Treasure Barrett es bienvenida donde y cuando quiera que aparezca . Las enfermedades y los problemas no eligen el momento para presentarse . Y muy frecuentemente ella es llamada en horarios muy extraños.
— Y presumo que la filósofa local conocía mi padre muy bien.
— Oh, si . La muerte del barón Darcy fue una grande pérdida para Treasure. Él solía enseñarle muchas cosas. Era un hombre culto, como usted debe saber.
— Cosas como latín y griego, imagino... Y ella dormía en la mansión?
— Si, muchas veces la vi tomando el desayuno aquí.
La expresión que el padre vio en la cara angulosa del joven barón mostró que él había hecho una interpretación errónea de sus palabras.
— Oh, no, barón, no es lo que está pensando. Puedo asegurarle. Treasure era como una hija para su padre. Venía a usar sus libros y a aprender. Yo también le enseño muchas cosas. Ella aprende rápido. El barón siempre se sintió admirado con la genialidad de esa chica.
— Una pena que él no le haya enseñado a hablar y a actuar civilizadamente.
— Treasure es muy ... Especial. — El padre se rascó la cabeza. — A pesar que es muy jovencita , sabe muchas cosas y es respetada por eso. Es una pena que su relación con ella haya comenzado tan mal.
— Sería difícil no comenzar mal con ella . Buck Barrett es un irresponsable por dejar que su hija, una niña todavía, ande suelta sin nadie que la acompañe.
— Cómo ya le dije , Treasure no es una chica común y corriente , ella es una filo... Bien, Treasure sabe cuidar de si misma. Nadie la lastimaría, ella está bajo la protección de ...
— La protección de quién ?
— Bien, de la Iglesia y ... De todos los habitantes de Culpepper, que la consideran una persona especial.
El brillo burlón que vio en los ojos de Sterling Renville asustó al viejo sacerdote y lo hizo darse cuenta que debería avisar Treasure para que tuviese cuidado con el barón.
Preocupado, padre Vivant se despidió y tomó el camino a la iglesia pensando que padre e hijo podían ser muy parecidos físicamente, pero nada tenían en común espiritualmente. Qué Dios los protegiese del a ira de Sterling Renville.


La mañana de domingo nació clara y calurosa , lo que prenunciaba lluvia para el final de la tarde. Sterling Renville se despertó poco después el sol apareció en el horizonte verde de Culpepper y tomó un ampuloso desayuno .
Después subió al cuarto para escoger la ropa que usaría para ir a misa. Sacó varios trajes del armario y finalmente se decidió por uno , muy elegante, tal vez hasta demasiado elegante considerando las circunstancias. El chaleco era de seda brocada, y la camisa tenia cuello de encaje, lo que combinaría perfectamente con el saco de terciopelo negro. Terminó de vestirse y se miró en el espejo. Qué lástima que no había traído las pelucas!, murmuró mientras se ponía los guantes y pedía para que le trajesen el carruaje, que, sorprendentemente, estaba en perfectas condiciones, aunque fuese viejo.
Se acomodó en el asiento, sentándose erecto e imponente e imaginando si Treasure Barrett también iría a misa.
En esa memorable mañana de domingo, nadie en Culpepper dejó de ver la llegada triunfal del barón Sterling Renville a la pequeña iglesia.
Renville descendió del carruaje y , al entrar en el iglesia, se quedó admirado. La construcción parecía mas chico dese afuera. El altar sencillo poseía manteles de lino, y los objetos parecían ser de plata.
El padre fue recibirlo y le indicó una silla un poco detrás de los bancos de madera. Por lo menos el sacerdote parecía saber que no planeaba participar de los ritos locales. Se sentó altivamente , con una expresión de enfado, y se puso a observar a las personas, vestidas con sencillez y que, poco a poco iban llenando la iglesia.
De repente su atención fue desviada hacia Buck Barrett , quien entraba a la iglesia con su extensa familia. Y allí estaba Treasure Barrett al lado de su padre, vestida con un vestido simple y su acostumbrado delantal blanco. Aún así, parecía más hermosa que nunca, y él sintió unas ganas casi incontrolables de tocarla.
Irritado consigo mismo por sentirse tan atraído por alguien que supuestamente debería repudiar, Renville se levantó para retirarse, pero había mucha gente a su alrededor y el padre Vivant ya estaba iniciando la celebración. No podía irse. Estaba atrapado en medio de la pequeña multitud y , para empeorar las cosas, cuando miró la silla para volver a sentarse, vio que ésta había sido ocupada por una anciana, quien le sonrió agradecidamente, obviamente interpretando equivocadamente la razón por la que se había levantado. No porque no fuese un caballero, sino porque, en verdad , no la había visto.

Intentando controlar su irritación, Renville giró la cabeza y se encontró con Treasure Barrett mirándolo atentamente. Durante un largo momento, mantuvo esa mirada, pero pronto la atención de ella fue atraída por los versículos en latín y Renville aprovechó para estudiar el perfil de rasgos delicados. Por alguna extraña razón, el corazón empezó a latirle más rápidamente , y , por miedo a que las otras personas pudiesen oírlo, se dio vuelta hacia el padre Vivant, buscando entender las oraciones que estaban siendo proferidas.
Los rituales no eran muy diferentes de los practicados en la iglesia anglicana, que él frecuentaba desde pequeño. Las escrituras eran leídas en latín y después en inglés, en una clara concesión a los protestantes.
Aún así, Renville se sintió observado y analizado todo el tiempo . La situación era casi insoportable.
Pero había alguien que estaba gozando con todo aquello: Treasure
. Había sido idea de ella hacer que la gente de Culpepper fuese a misa casi vestida con harapos , sólo que no le había contado esa parte del plan al padre. Quería que Renville viese que nadie allí tenía dinero para pagarle. Por eso, ahora sonreía, al verlo vestido como un pavo real en medio de un grupo de personas usando harapos.
Por suerte para Treasure, Sterling Renville no se acordó de que ya había visto algunas personas, inclusive a los Barrett, vestidos de manera más decente. Y aunque a consciencia le pesase, él estaba determinado a recibir cada centavo de lo que le debían y partir del as colonias sin ni siquiera
mirar atrás.


A la mañana siguiente, un Sterling Renville determinado fue a la casa de Clara Hubbard. Había llegado el día de hacer las cobranzas y, a pesar de ser un servicio que no condecía con su posición, no tenía una persona de confianza para hacerlo. Se arremangó y dio gracias al cielo porque
ninguno de sus amigos en Devon o en Londres podía verlo de esa manera.
Entonces, desmontó y ordenó que sus dos ayudantes, Alf y Hanley, esperasen en el carro.
Golpeó la puerta de la casita, que era casi una choza, y esperó que la vieja Clara Hubbard atendiese.
— Oh, barón — ella balbuceó, secando los ojos lacrimosos con el delantal. — Dios del cielo, esto es terrible.
— Por favor, señora, contrólese — Renville dijo, intentando escapar de las manos da mujer que lo tiraba por la manga de la camisa.
— Mi pierna, señor, apenas puedo caminar. Pero tengo algo para mostrarle.
Ella lo acompañó y , siempre sujetándolo de la camisa , le mostró una gallina subida a la rama de un árbol .
— Mire también allá — dijo Clara, y señaló a otras gallinas subidas a los árboles. — Es terrible,señor. — ella se secó los ojos nuevamente. — Casi no puedo creer que esto esté sucediendo.
— Señora, vine a...
— Oh, ellas han estado así desde que les dije que usted vendría a buscarlas.
— Le dijo a las gallinas que venía a buscarlas? — Renville estaba estupefacto.
— Bien, intenté prepararlas para que no se asustasen cuando usted llegase. Pero no pude hacerlas bajar.
Renville cerró los puños mientras miraba a su alrededor. Quién se pensaban que era ? Un idiota que creía cualquier tontería que le contaban?
— Vine a buscar las gallinas, señora, y voy a llevarlas de cualquier manera.
— Pero no puedo treparme con ... mi pierna...
Renville soltó el brazo que Clara todavía sujetaba y llamó a Alf y Hanley para ayudarlo a recoger su pago.
— Bien, qué están esperando? Tomen las gallinas — ordenó malhumorado.
— Y como haremos eso? — Alf preguntó.
— Simplemente tomándolas — Treasure murmuró, surgiendo en la puerta de la casita de los Hubbard y lanzando una mirada desafiante al barón.
Todos sabían que intentar atrapar gallinas era una tarea humillante, y seguramente el barón Renville aprendería esa lección. Era una buena oportunidad para enseñarle que en la vida no todo era simple y fácil.
De ese modo, en la media hora que siguió, Alf y Hanley intentaron atrapar las gallinas, pero ellas volaban hacia ramas cada vez más altas.
— Quiero esas gallinas intactas, no las quirro mutiladas o muertas — Renville gritó, en un ataque furia.
Treasure observaba a todo deleitada.

Alf y Hanley habían sido escogidos para acompañarlo por sus músculos impresionantes y no por su rapidez y resistencia. Entonces, los dos no tardaron en cansarse.
Mientras tanto, Clara continuaba sentada en su silla , llorando y gimiendo.
Renville gritaba órdenes a los dos muchachos, que miraban uno al otro sin saber qué hacer.
Una cosa era segura: las gallinas estaban ganando la batalla.
De repente, Renville no pudo soportar mas esa situación y fue a espantar a una de las gallinas en dirección a Alf, quien logró agarrarla, pero ella voló dejándole como premio consuelo una pluma.
Una hora después, sólo habían podido tomar dos gallinas. Clara continuaba en su silla gimiendo y protestando porque su huerta estaba arruinada y que moriría de hambre antes que el invierno llegase.
En ese momento, Treasure decidió intervenir.
— Estás bien , Clara? — le preguntó, corriendo hacia la anciana y tomándole la mano entre las suyas.
— él se está llevando mis gallinas, Treasure.
— Qué estás haciendo aquí? — Renville preguntó, airado, apoyando las manos en sus caderas.
— Querida , el barón tiene... Derechos — ella le dijo a Clara, ignorándolo deliberadamente. — Te expliqué eso , no ? — Con un suspiro, se dio vuelta hacia él y preguntó: — Vas a sacarla de las tierras también?
— No es asunto tuyo, muchacha. Pero, andá sabiendo que estoy más preocupado por deudores mas grandes.
— Entonces, puedo quedarme? Dios sea loado! — Clara representaba su papel de la teatralización , tomando y besando las manos de Renville, quien intentaba desesperadamente desprenderse de ella.
Con una expresión resentida en la mirada, él volvió a su caballo, mientras sus dos ayudantes retornaban al carro.
Cuando habían desaparecido en el camino polvoriento , las dos mujeres se abrazaron y Clara lanzó una sonora carcajada que había estado conteniendo hasta entonces.


Esa misma tarde, Renville fue a la granja de Henri Riccard.
— Vamos a evaluar primero — dijo él, abriendo el libro de contabilidad. — Creo que tiene cerdos, caballos y ... Crías de jabalí.
— Por aquí, señor — Riccard condujo al barón al chiquero. — Son estos los cerdos.
— Sólo veo cuatro pequeños cerdos, Riccard.
— Es verdad — admitió el granjero, resignado. — Fue un año terrible. Mucha enfermedad .
— Ahórreme de sus lamentos — Renville lo interrumpió, y le hizo un gesto a Alf y a Hanley para tomasen los cerdos.
Los únicos que se atrevían a observarlo eran Riccard y el hijo mayor. Los otros desviaban las miradas, lo que le despertó cierta desconfianza. El sentido común le advertía que debían estar escondiendo algo.
— Dónde están los otros cerdos, Riccard? — preguntó, yendo directo al punto.
— Estos son todos los cerdos que tengo, señor.
— Si ? — él cuestionó , poco antes de girar hacia sus dos ayudantes. — Revisen el lugar. Revisen todo, los chiqueros, los graneros y las barracas.
Los dos ayudantes miraron a su alrededor y , de repente, Hanley pegó un grito.
Renville corrió hacia la quinta . Allá, debajo la casa que había sido construida sobre estacas, una enorme cerda dormía tranquilamente.
— Me dijo que no tenía más cerdos! — Renville miró al granjero con una mirada victoriosa.
— Oh, Madame Pompadour es la matriarca de todos los cerdos, señor.
— Madame... Pompadour? Le pone a los cerdos nombres de amantes del rey ?
— Amante? Ella no era la reina? Treasure me contó que ella era la favorita del rey Luis... El Rey Sol.
Ella era la favorita del rey , pero no era su reina, aunque vivió en el palacio y fue madre de sus hijos... — Renville dejó de hablar, dándose cuenta que estaba entrando en una conversación ridícula. — Ustedes
no pueden ser tan tarados y creer todo lo que esa chica les dice. Pero, volviendo a lo que interesa, me llevaré a la cerda también, Riccard. Ahora vamos a ver el mijo.
Como Treasure había previsto, Renville no dijo nada más a respecto a los cerdos, que estaban escondidos en el bosque, donde solían permanecer durante la primavera y el verano. Pero ese joven barón no sabía nada sobre los avatares de la naturaleza.
— El mijo, señor — dijo Henri.
— Esto es un absurdo, Henri. Quiero mijo , no forraje.
Pero esto es todo el mijo que tengo, señor — Henri argumentó, abriendo los brazos. — Puede buscar todo lo que quiera.
Renville miró fijamente a Riccard, quien no pestañeó. Finalmente, el barón desistió de la confrontación.
— Obtendré todo el mijo que me debe, Riccard. Esperaré la cosecha.
— Pero , señor, no habrá cosecha. Tendremos que dejar sus tierras, pues no tenemos como pagarle el arrendamiento.
— Ustedes quedarán para hacer la cosecha y pagar la deuda.
Renville se dio vuelta y se encontró con Alf intentando hacer que los cerdos se pusiesen de pie y con Hanley luchando por sacar a Madame Pompadour de su escondrijo.
Súbitamente, vio a Treasure Barrett parada en la puerta de la casa, diciéndole a Mari Riccard, quien estaba embarazada, que debería hacer reposo. Entonces, ella se dio vuelta y lo miró con los brazos cruzados sobre el pecho , los ojos brillando en una clara señal de desafío.
— Cobrando tus deudas, Renville?
— Si, eso hago .
Extrañamente, fue asaltado por esa sensación que siempre lo acometía cuando se encontraba con Treasure Barrett Era una inusitada mezcla de rabia y atracción.
— Sabes , eso me recuerda a una historia que me gusta mucho — ella habló, traspasándolo con sus increíbles ojos violetas — Había un zorro que perseguía a un conejo gordo hacia mucho tiempo. El zorro era rápido , pero el conejo era más veloz . Una noche el zorro encontró al conejo lejos de su madriguera, dentro de un tronco hueco. Entró en el tronco y , finalmente, atrapó al conejo y se lo devoró . Pero, cuando intentó salir del tronco, no pudo , por estaba demasiado gordo . Entonces, yo le pregunto, barón, valió la pena que ese zorro haya cazado al conejo?
Renville estaba indignado. Cómo esa muchacha se atrevía a contarle una fábula como si fuese Esopo en persona ?
— Barón! — Henri apareció con sus hijos detrás. — Estuve pensando, no podré hacer la cosecha sin los caballos!
— Puede pedirle caballos a sus vecinos . Sus caballos ahora son míos.
— Ellos han estado conmigo hace mucho tiempo. Están acostumbrados a trabajar este campo. Tal vez pueda alquilármelos .
— Alquilarlos? Cómo me va a pagar? Usted no tiene dinero!
— Marie... El dinero — Henri ordenó.
Marie no se movió, pero ante un gesto enérgico de su marido ella corrió al interior de la casa, volviendo con una bolsa de cuero que sujetaba como si fuese un valioso tesoro
Los cabellos rubios de Renville brillaban con el sol. Impacientemente , abrió las manos para recibir las dos monedas de cobre que Henri depositó allí.
— Es suficiente? — Henri preguntó orgullosamente .
Renville tuvo ganas de reírse, pero había un costado de su carácter que no permitió que lo hiciese. Cómo mierda podría reírse en la cara de un hombre que sólo tenía dos monedas de cobre y una familia enorme para sustentar? Entonces, murmuró algo y montó su fogoso alazán.
Alf acababa de subir los cerdos al carro y , pronto, los dos muchachos seguían al barón por el camino polvoriento que serpenteaba la colina hasta llegar a la mansión.
Renville maldijo ese día y se dijo que las cosas tenían que cambiar cuando cobrase a los demás deudores. No podía sentirse conmovido al ver la miseria de esa gente, después de todo no era problema suyo que le hubiesen pedido prestado a su padre, sabiendo que no estarían en condiciones de pagar .


A la mañana siguiente, se dirigió, siempre acompañado del carro y de los dos empleados, a la casa de Collin y Naomi Dewlap para confiscar sus quesos de excelente reputación. Entonces, mientras los empleados colocaban los quesos en el carro, Collin llevó al barón a ver sus vacas lecheras y lo invitó a tomar una limonada fresca.
Fue agradable, y Renville estaba calzándose los guantes para marcharse cuando vio a Treasure sentada en la cerca que protegía el jardín de Naomi Dewlap. Ella le lanzó una mirada desafiante , la cual Renville retribuyó. Espoleó el caballo y ya estaba a una cierta distancia cuando se dio cuenta que tenía los dientes apretados y su cuerpo estaba rígido. Nuevamente se había perturbado con la presencia de Treasure Barrett, quien aparecía en todos los lugares donde él hacía sus cobranzas.


Más tarde, ese mismo día, Renville fue a la pobre casa de madera de los Gilcrest. La suerte que lo había acompañado en parte de la mañana no se había repetido allí. Tenía que tomar una vaca y la cosecha de heno. Fue llevado a un barrancón , pues los Gilcrest no estaban en condiciones de construir un granero. Encontró a Bart y Tilly Gilcrest intentando hacer que la vaca se levantase . El animal estaba casi todo cubierto por barro seco , y de vez en cuando intentaba ponerse de pie , pero se caía antes de poder hacerlo.

Ella comió algo que le cayó mal, tal vez una planta del pantano. La mitad de ellas son venenosas.
Renville abrió enormemente los ojos y dio un paso atrás. A continuación fue a mirar otra vaca. Era más vieja y no era de una raza tan valiosa como la primera, pero por lo menos estaba de pie.
— No se quiere levantar? — Treasure preguntó, acercándose.
— Gracias a Dios que viniste , Treasure. Debe haber comido alguna planta venenosa. Puedes hacer algo?
— Veré qué puedo hacer. Pero, de cualquier manera, háganse a la idea que van a perderla — miró a Renville disgustada y se arrodilló cerca de la vaca. Examinó la cabeza y la boca del animal con mucha facilidad.
Renville se sintió otra vez fascinado por esa extraña chica que al mismo tiempo lo seducía y lo encolerizaba. Qué le estaba pasando? Observó atentamente el cuerpo joven, moldeado por un vestido sencillo y roto, y sintió su sangre correr más rápido en sus venas
— Necesitaré darle una mirada al lugar donde estuvo el animal , para ver qué clase de planta comió . Lo mas seguro es que esté envenenada.
Treasure miró a Renville, parado al sol, los cabellos rubios brillando, los labios entreabiertos y los ojos grises estudiándola con grande interés .
Por un momento pensó que Sterling Renville parecía un dios griego con ese porte elegante y su cara masculina , exactamente como en los libros que describían al bello Apolo.
Pero se vio obligada a abandonar sus devaneos y volver a la realidad, pues lo oyó decir:
— Gilcrest, me llevaré la otra vaca como pago.
— Pero , barón...
no aceptaré objeciones, Gilcrest. No puedo quedarme esperando que ese animal se recupere. No con esta chica a cargo de esa tarea — Miró a Treasure con desdén , antes de acompañar a Bart Gilcrest para ver el heno. No era de buena calidad, pero así mismo Renville le ordenó a sus dos ayudantes que lo llevasen al carro.


Dos días pasaron y el joven barón continuó cobrando a sus deudores y recibiendo lo que la gente podía darle en forma pago por los antiguos préstamos. Treasure Barrett siempre aparecía en esas ocasiones y nunca perdía la oportunidad de decir algún proverbio en latín .
Renville había hecho arreglos para vender lo que había logrado reunir a un negociante en Baltimore. Al final del día, estaba sentado en la biblioteca bebiendo coñac cuando la señora Treacle apareció, diciendo que él tenía que ir a la despensa.
Cuando lo hizo, notó inmediatamente cual era o problema. El queso emanaba un olor asqueroso .
— Uh! — él tomó un pañuelo y se cubrió la nariz. — Vamos a salir de aquí .
El ama de llaves obedeció y, cerrando la puerta, se apoyó en ella respirando profundamente .
— Todos los quesos están así ? — Renville preguntó.
— Algunos todavía no, pero seguramente se pondrán así . Sólo espero que no le peguen ese olor a nuestros quesos y a la carne ahumada.
— Qué pasó con esos quesos?
— Es difícil decirlo, señor. Puede ser que la cuajada no estuviese buena, o que hayan recibido demasiado calor . A veces eso sucede, aunque es algo raro con los quesos de los Dewlap. Hay sólo un modo de tener certeza.
— Y cuál es?
— Llamar a Treasure para que lo descubra.
— Treasure Barrett? Qué que ver ella con esto? — Renville se enderezó .
— Ella es una filósofa que sabe de ...
— Es una charlatana de feria ... O una bruja, no puede ser otra cosa.
— No, señor. Es una filósofa versada en muchos temas. Todos la llaman cuando hay algún problema, y Treasure siempre encuentra una solución. Ella sabe más de que todas las personas de la villa juntas. Fue su padre quien decía eso, señor. El barón Darcy la consideraba una persona especial. No hay nada que Treasure Barrett no sepa o entienda.
La señora Treacle habló con tanta convicción que Renville consideró que era inútil contestar.
— Y ella entiende sobre quesos, pues Collin y Naomi siempre la llaman para examinar los quesos que fabrican . Entonces, si usted quiere saber qué sucedió es mejor llamarla.
— Ah, si ella sabe de quesos, de vacas envenenadas, de carbúnculos, de fábulas de Esopo, sabe latín ... lo único de lo que no sabe mucho es sobre la familia real francesa — él ironizó. Luego se calló, dándose cuenta que estaba siendo ridículo.
— Ella sabe todo lo que hay en los libros de su padre y un poco de medicina indígena, también aprendió lo que el padre Vivant le pudo enseñar. Treasure entiende de sembrado y de cosecha, de nacimiento y muerte. Fue ella que celebró los últimos ritos para encomendar el alma de su padre, cuando padre Vivant estaba fuera de la villa, en una reunión con el obispo.
— Ella ... qué ?
— Ella le dio a su padre a...
— Oí lo que dijo — él se enderezó . — Entonces esa chica también se mete en cuestiones religiosas?
— Ella no se mete, señor! Treasure fue criada y especialmente preparada para hacer eso y atiende a católicos y protestantes en ausencia del sacerdote. Con a aprobación de él, por supuesto. Además , ella amaba al barón Darcy como si fuese su propio padre, y lloró mucho cuando él murió.
Se hizo un pesado silencio, y el ama de llaves se cubrió la boca con la mano asustada por su propio coraje para contestarle así a su patrón.
Renville enderezó el cuerpo y decidió no tocar más el tema. Sería inútil.
Limpie este lugar inmediatamente — él ordenó, señalando la puerta de la despensa. — Y , mientras yo esté aquí, no quiero oír ni más una palabra sobre esa muchacha insolente. Fui claro?

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