viernes, 1 de octubre de 2010

NO SOY SANTA - CAPITULO 2 - PAULA REED

CAPITULO 2




Mary Kate cerró alrededor de los hombros el saco forrado con pieles. Estaba garuando afuera del carruaje. De nuevo. Era natural puesto que diciembre se aproximaba. Probablemente estaría lloviendo en Londonderry, de la misma forma que allí en Bristol. La diferencia era que, en Inglaterra, ese clima era terrible, congelaba los huesos, mientras que en Irlanda el frío era revigorizante.
Después de cuatro largos años de odisea estaría en su casa nuevamente, con su padre y su hermana. Apoyando la cabeza en el lateral del carruaje, cerró los ojos y pensó en todos los pretendientes ingleses, afectados y pretensiosos que su abuelo le había presentado . Sonrió al acordarse del modo en que había logrado librarse de cada uno de ellos.
Abriendo los ojos, observó a sir Calder. Él todavía usaba los cabellos canosos tirados hacia atrás, lo que realzaba su rostro delgado, su ojos perspicaces, y su nariz aquilina . La boca curvada hacia arriba le confería un aire de constante de desdén. Su expresión apenas cambiaba cuando su nieta no estaba cerca o cuando encontraba algo muy interesante para ocupar sus pensamientos. Todo indicaba, Mary Kate dedujo, o abuelo debía estar pensando en ella. En ese instante sir Calder se dio vuelta hacia ella.
Hoy estás muy elegante. Para ser completamente honesto debo agregar que sos una joven irlandesa muy orgullosa y sin corazón. Vas a cumplir veinte y un años y ni siquiera piensas en casarte para me dar un bisnieto inglés para que heredero de mi título. No te importa nada tu abuelo , verdad ?
— Si vos me quisieses un poco y no me vieses únicamente como una reproductora para darte un heredero, todo podría ser diferente. En cuanto a tu título, eso no me parece importante. Ese título menos no alentó a ningún de esos snobs a pedirme en casamiento.
— Mocosa atrevida y malcriada. Pero qué se puede esperar de la hija de un irlandés? Si tu madre no estuviese muerta, yo mismo la mataría.
— Qué tema de conversación tan edificante! Mamá era mucho mejor persona que vos , viejo detestable !
Sir Calder miró a su nieta con desprecio.
— Gracias a Dios, me libraré de tu abominable presencia. Estás yendo a un lugar donde su lenguaje vulgar no causará vergüenza.
— Voy a mi casa, estaré con mi familia. Por qué sería maleducada con la gente que me quiere bien ? — cuestionó Mary Kate levantando su mentón altivamente.
La ida de estar yendo a su casa mejoró su humor. Poco le importaba la opinión que su arrogante abuelo tenía de su familia y de Irlanda. Ella había vencido . Cada vez que sir Calder le presentaba un inglés pretensioso para cortejarla, Mary Kate se comportaba como una bárbara . Se negaba a bañarse o a usar perfume, se presentaba vestida con extremo mal gusto y hacía lo posible para mezclar colores chocantes . Hasta llegaba a cortar las mangas de un vestido y coserlas a otro, de modo de tener la apariencia de una mendiga . Determinada a espantar al pretendiente en cuestión , maldecía con el lenguaje de cloaca de un marinero, comía como una cerda , eructaba y se limpiaba los dedos sucios en las telas finas que su abuelo compraba para confeccionar los trajes que ella usaba. El mal humor y la rabia que Mary Kate demostraba eran reales y no le costaba hacer una escena de un ataque de locura o armar un escándalo por una nimiedad . De esa forma, había espantado , uno a uno a todos los ingleses candidatos a pedir su mano.
Cuatro años atrás sir Calder había prometido que, si fallase en la tentativa de casarla con un inglés antes que ella cumpliese veintiún años, la dejaría volver Irlanda. Entonces ella podría escoger un novio de su agrado. Era ese el motivo por el que Mary Kate se encontraba en aquel carruaje, casi llegando al puerto, cuando faltaban dos semanas para llegar a su vigésimo primer cumpleaños.
Iba a librarse de su abuelo. Ja! Que él se fuese a cagar . Ella corrió a un lado la cortina del carruaje y miró afuera. Oyó a su abuelo protestar, pero lo ignoró , eso era habitual en el viejo quejoso .
Había una gran actividad en el puerto, a pesar de la lluvia fría. Cajas y cajones estaban siendo descargados de los barcos de altos mástiles o cargados en sus bodegas . En el aire había un olor a mar, mezclado con el olor a pescado y lluvia. Los ojos de Mary Kate buscaron , atentos, el nombre de cada embarcación hasta encontrar la deseada. Fortune!
— Allá está el barco! — ella exclamó, pero el sonido fue ahogado por el ruido de los cascos de los caballos, el tronar de las ruedas del carruaje contra las piedras de la calle , con los gritos y carcajadas venidos de las calles transitadas por las cuales ellos estaban pasando lentamente.
Mary Kate cerró la cortina y se dio vuelta hacia sir Calder.
— El cochero sabe cuál es el barco?
— Pensé que vos ya no querías seguir hablando conmigo — respondió el abuelo secamente. — Afortunadamente poco tiempo me libraré de tu voz chillona. Realmente es insoportable . Y si , él sabe el nombre del barco.
Incapaz de mantenerse quieta, Mary Kate comenzó a balancear su cuerpo en el asiento sólo para irritar a su abuelo y verlo arrugar la cara . A continuación , ella le sonrió y empezó a canturrear una canción irlandesa que su padre solía cantar cuando estaba bebido. Era la predilecta de Mary Kate , versaba sobre unas prostitutas que querían conquistar la atención de nuevos clientes en el puerto , la había ayudado a ahuyentar a más de uno de los candidatos a futuro marido. Todavía estaba murmurando la canción cuando embarcó y dos marineros corpulentos, oliendo a sudor y a whisky, dejaron los baúles enormes en la cabina que ella iba a ocupar.
— No voy a necesitar las ropas finas que me compraste — ella le dijo a sir Calder quien la había acompañado a la cabina.
En verdad ella estaba muy sorprendida con la actitud de su abuelo. No esperaba que él a dejase partir llevándose un ajuar tan caro .
— Bien, el ajuar es tuyo , por lo tanto, debes llevártelo . La ropa es demasiado chica para mí , yo no podría usarla.
— Reconozco que sos un buen perdedor . Y por eso mereces mi respeto — dijo Mary Kate. — Pero te parece que preciso un ajuar lujoso para casarme con un irlandés?
La boca de sir Calder se levantó y él casi sonrió.
— También tienes una dote. Por el momento ese dinero está bien guardado.
Un mal presentimiento asaltó a Mary Kate. Ella detuvo sir Calder quien iba a salir de la cabina y le preguntó :
— Una dote? Estás siendo demasiado generoso y debo desconfiar . Cuál es la razón ?
Finalmente sir Calder sonrió.
— Tuve que gastar una alta suma para convencer a tu prometido de desposarte . Él no te conoce, pero por una vez fui honesto y le mencioné tu larga lista de defectos .
— Mi prometido?
— Obviamente que mi título le sirvió de incentivo porque si fuese por lo que vos tenes para ofrecer ... — prosiguió sir Calder como se no hubiese oído a su nieta. — Vos desprecias mi título, Mary Katherine. Sin embargo, para eñ hijo menor de un noble, acostumbrado a los privilegios de la aristocracia, pero sin esperanzas de heredar el título de su padre, la dignidad de baronete puede ser muy atractiva.
Mary Kate se acercó a su abuelo.
— Qué está diciendo? De quién diablos estás hablando?
— El hijo menor de un conocido mío es el dueño de una empresa que construye barcos, en Port Royal. El aceptó mi propuesta económica y llegamos a un acuerdo. Él se casará con vos y sólo vas a volver a verme cuando ustedes tengan un hijo. Entonces él viajará a Inglaterra con el niño. Si vos quieres acompañarlos, serás bienvenida , pero no quieres ... puedes hacer lo que se antoje .
— P...Port R ...Royal? — Mary Kate preguntó, tartamudeando de espanto.
— Si . Port Royal, en Jamaica . Linda isla, un poco aislada pero linda isla — comentó el abuelo. — Estoy seguro que te va gustar el lugar. Un clima cálido y hermosas agua para nadar. Qué tengas buen viaje, Mary Katherine.
Diciendo eso, sir Calder salió, golpeó la puerta y la trancó . Mary
Kate intentó abrirla y , no poder hacerlo , empezó a patearla y a gritar como una desaforada:
— Ojalá te caigas y nunca más puedas caminar, viejo miserable ! Cobarde de mierda ! Viejo inmundo vete a la mierda! — Ella hizo una pausa e intentó encontrar en su vocabulario palabras más sucias. Finalmente , una vino a su mente . — Hijo de puta te odio!
Decepcionada, oyó a su abuelo alejarse , con una carcajada victoriosa. Aún así , continuó a golpeando y pateando la puerta hasta sentir que el cuerpo le dolía. Respiró profundamente y tomó la decisión de cambiar de táctica. Lo que estaba haciendo sólo perjudicaría su salud . Sir Calder ya debía haber dejado el barco. Debía mantener la calma y hallar un aliado cuanto antes.
— Capitán! — Mary gritó. — Dónde está el capitán de este barco? Exijo hablar con el capitán de este barco! Estoy encerrada y fui traída a acá ilegalmente. Quiero ver al capitán! Ya! — ella hizo una nueva pausa. Estaba jadeante y sudada. — Mierda que los parió a todos ! Fui traída para acá contra mi voluntad . Esto es un secuestro . Es trata de blancas! Exijo ver al capitán!
Por fin , alguien respondió . Tenía una voz grave con una detestable entonación inglesa. Que ese barco fuese irlandés sería esperar demasiado.
— Cálmese, señorita. Recibí órdenes de no dejarla salir de la cabina mientras el barco esté atracado en el puerto .
— Estoy hablando con el capitán? — preguntó Mary Kate, esforzándose para que su voz sonase desesperada. — Le imploro su ayuda. Ha habido una terrible equivocación.
— Si, habla con el capitán. Pero si usted tiene problemas con su familia, eso no es asunto mío. El precio del pasaje no incluye ayuda de ese tipo.
— Si que es asunto suyo ! Este barco es su responsabilidad y si algo me sucediese , usted será el responsable y tendrá que explicárselo a un juez. Fui engañada. Me dijeron que iba a Londonderry y le aseguro que es a ese lugar a donde voy a ir! Si usted no puede llevarme allá, trate de conseguirme un pasaje para esa ciudad y después se lava las manos. Me está escuchando?
Silencio.
— Oooh! Los odios a todos!! — Mary Kate gritó furiosa.
Se arrojó al piso y comenzó a golpear con los tacos de los zapatos la puerta y proferir una extensa lista de palabrotas . Pero esas palabrotas sonaban extrañamente musicales en su voz con un melodioso acento irlandés.
No demoró mucho y Mary Kate se detuvo para reflexionar . Era inútil descargar su ira si estaba allí , sola. Ese tipo de escena sólo funcionaba cuando había público. Sin tener a nadie presenciando el espectáculo,
se puso de pie , se quitó el elegante saco forrado con piel y acomodó las faldas. Parte de su elaborado peinado se había desarmado y quitó todas las hebilla, dejando sus cabellos sueltos, cayendo hasta la cintura.
Quería llorar, pero eso sería una afrenta a su dignidad. La rabia era una manifestación de fuerza y pasión. Las lágrimas denotaban debilidad. Se le ocurrió que, ya no estando en compañía del abuelo, debería dejar el hábito de revolcarse por el el piso , patear y decir palabrotas.

El barco comenzó a moverse. Para ocuparse, Mary Kate tomó un cepillo y se lo pasó con energía por los cabellos. Mientras tanto, intentaba encontrar un modo de convencer al capitán de alterar el curso del barco y dejarla en Irlanda. Cualquier punto en Irlanda serviría; estando en su país, sabría volver a su casa.
Finalmente, alguien vociferó el permiso para ir a cubierta. Cuando le mostraron quien era el capitán, fue hacia él y se inclinó en la baranda a su lado . Hacía mucho frío y garuaba, pero Mary Kate sonrió queriendo demostrar que se sentía cómoda.
— Capitán, lamento haber tenido ese ataque de histeria — ella dijo en un tono suave. — Creame que me siento avergonzada. Pero estoy segura que comprenderá mi problema si se toma el tiempo para escucharme . Como sabe tengo un problema de familia , mi abuelo me dijo que iba con destino a Londonderry. Mi familia vive cerca esa ciudad y debo llegar allá. Tengo que cuidar a mi padre que está enfermo y a una hermana chiquita. Fui engañada. No puedo ir al Caribe. Usted es un hombre respetable y sabe lo que es tener responsabilidades y obligaciones.
El capitán, que parecía una versión más joven del odioso sir Calder, con rostro delgado y ojos inexpresivos, miró a Mary Kate de arriba a abajo .
— Si lo que dice es verdad. Mi deber es entregarla, con su dote, a su futuro marido. Y su deber es obedecer a su abuelo y hacer esta situación lo más llevadera posible para todos. Yo también tengo muchas responsabilidades como capitán de este barco, y usted la está demorando , usando mi valioso tiempo con esta conversación irracional.
Sorprendida, Mary Kate se alejó de la baranda, plantándose muy erguida delante del capitán.
— Pero sir Calder no tiene derecho a hacer lo que hizo ! No oyó lo que acabo de decirle ? Él me engañó !
El capitán permaneció impasible y su cara inexpresiva .
— Yo diría que su comportamiento rayano en la demencia en la cabina es una prueba cabal que sir Calder tuvo razón en actuar como actuó. Sólo Dios sabe lo que una irlandesa loca como usted podría hacer si él le hubiese dicho la verdad antes de dejarla en la cabina.
— Pues yo ahora le digo que no me quedaré en este barco — ella retrucó.
Ese inglés engreído, cretino y obstinado había dicho "irlandesa" con desprecio, como si se refiriese a algún tipo de insecto!
Mary Kate recorrió con la vista a los tripulantes, cerca de doce, que estaban cerca, oyendo con iteres la conversación entre ella y el capitán. En los rostros rudos y barbudos, no había la menor señal que esos hombres sentían pena por ella.
— Muy bien — ella habló finalmente. — Voy a nadar de vuelta a tierra. No nos hemos apartado muy del puerto.
El capitán se rió desdeñosamente .
— No me haga repir que me hace doler las costillas . Cuando caiga en el agua, sus ropas quedarán tan pesadas que se hundirá como una piedra.
— Ja! — ella dio un paso hacia adelante y comenzó a desatar las cintas de la pechera.
— Qué está haciendo ? — preguntó el capitán.
— Usted tiene razón. El vestido será un estorbo.
Los tripulantes se rieron , pero no interrumpieron al capitán cuando él levantó Mary Kate, la colocó sobre su hombro y la cargó de vuelta a la cabina. Por más que ella patease y chillase, terminó encerrada nuevamente.
Por poco Mary Kate no cedió al impulso de armar otro escándalo, porque reconoció a tiempo que el primer ataque sólo le había causado problemas. No tenía como seducir o amenazar a ese hombre. Debía revisar seriamente su estrategia.
Por el momento , sacó de uno de los baúles el rosario y el grueso libro de contabilidad, que ella usaba hacia cuatro años para registrar sus faltas. Un diario de sus pecados.
Se Concentró en hacer un examen de consciencia, después anotó cuidadosamente en cada columna el número de veces que había cometido determinado pecado.
Cuando el Magdalena atracó en Cádiz, la carga fue desembarcada y la tripulación aprovechó el tiempo libre para visitar a sus parientes y amigos , a visitar prostitutas, a beber y divertirse en las tabernas. El tema más abordado en las conversaciones fue la extraordinaria suerte del capitán Montoya en la lucha contra los piratas.

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