sábado, 13 de noviembre de 2010

DIVINO TESORO - CAPITULO 19 - BETINA KRAHN

CAPITULO 19

Dos días más tarde, Treasure enfrentaba una situación con la cual nunca se había encontrado antes. El descubrimiento de su inmenso amor por Renville sólo sirvió para demostrarle cuan difícil su situación era. Por primera vez en su vida no sabía qué hacer ni lograba pensar lógicamente . Sólo sentir. Sentir dolor, mucho dolor.
Todavía ayudaba al duque en los jardines y en la huerta, pero sin el entusiasmo de antes. Vagaba por los jardines y por la casa como si estuviese inmersa en una neblina espesa e impenetrable hasta que un día, pasando por el pasillo que llevaba a la sala de visitas, oyó voces angustiadas. Llegó a la sala a tiempo de ver a Larenda luchando y empujando a un hombre para alejarlo .
— Discúlpenme — ella finalmente logró decir. — No sabía que la sala estaba ocupada. No me demoraré mucho , sólo voy a tomar un libro.
— Cómo te atreves a entrar sin pedir permiso? — el desconocido vociferó, soltando el brazo de Larenda y dándose vuelta hacia la puerta con una mirada beligerante. — Sal inmediatamente!
— Saldré cuando haya tomado mi libro. Larenda, puedes ayudarme ?
— Cómo te atreves? — él la enfrentó, obviamente tomándola por una de las criadas.
— Oh, no... — Larenda intervino. — Vance, por favor... Esta es tu nueva prima, Treasure Barrett, la esposa de Sterling. — Ella se apresuró a ponerse al lado de Treasure y a tomarle la mano. — Treasure, este es el otro sobrino del duque, Vance Montreaux. ?l es hijo de la hermana del duque, Meredith.
— Esta es la esposa de Sterling? — Vance no pudo esconder su sorpresa. — Disculpa , señora Renville — él se acercó elegantemente, sin lograr disimular su arrogancia. Era más bajo que Sterling y tenía cabellos oscuros. — La confundí con ...
— Estoy vestida para hacer jardinería, señor—Treasure dijo, mientras el dandi tomaba su mano con reverencia.
— Oí decir que el primo Sterling se había casado... en las colonias, y vine directamente desde Sussex para darle mis felicitaciones. — Miró a Larenda de una forma atrevida. — Y espero que pronto él pueda felicitarme por el mismo motivo.
— Está por casarse también? — Treasure preguntó.
— Todavía no fue formalmente anunciado, pero tengo confianza en que pronto será — dijo en un tono burlón, antes de ir hacia Larenda, tomarle la mano delicada y colocarla sobre su propio pecho. — Mientras esté aquí, aprovecharemos para conocernos . — él miró a Treasure. — ahora, si me permiten , debo saludar a mi tío. Sólo los deberes del título hacen que me aparte de mi futura esposa — él atrajo a Larenda y la besó apasionadamente. — Mi querida, apenas puedo esperar para verte nuevamente en la cena — él gimió y se retiró , sin mirar a Treasure.
Larenda se quedó inmóvil, y Treasure la condujo a una silla.
— Vos... vas a casarse con él ?
— él... quiere — Larenda pasó un pañuelo de encaje por las sienes húmedas y por el cuello. — Es un modo de presionarme . No soporto cuando me toca. Estoy segura que...
— Que no podrías ser su esposa ? — Treasure completó.
— Vance es sobrino del duque, el mismo grado de parentesco que Sterling, y siempre deseó heredar el título. ?l no tenía posibilidades , pues yo me iba a casar con Sterling. Pero ahora... bien, hay que convenir que es rico, tiene amigos influyentes, no es feo y está interesado en mí. No sé por qué me siento de ese modo en relación a él. Pero no puedo evitarlo .
Treasure no pudo dejar de pensar que era un problema mas que su matrimonio con Renville había provocado.
En la cena de esa noche, Vance Montreaux observaba a Treasure y a Larenda. El duque parecía distraído y no paraba de explicar a su sobrino sobre las plantas que había importado para su nueva huerta. Vance prestaba atención, sin esconder su impaciencia.


En los días que siguieron , Larenda no había dejado que Treasure se alejase de ella durante el día, e después de la cena siempre alegaba cansancio y se retiraba al cuarto, donde se encerraba. Sin poder presionarla, Vance decidió partir a Cornualles , lo que alivió a Larenda visiblemente .
— Me gustaría tener tu fuerza, Treasure — ella murmuró. — Me gustaría enfrentar a Vance del modo que vos lo hiciste . Gracias a Dios vos te casaste con Sterling. ?l me habría hecho pasar un infierno en la noche de bodas.
— No, él no haría eso. — Treasure miró a Larenda. — Sterling es maravilloso, un amante cariñoso... — ella se detuvo y parpadeó. — Me gustaría tener tu educación, Larenda. Tal vez , si supiese como comportarme, Sterling no habría partido.
— Mira , Treasure. Parecemos patéticas.
— Larenda, eso es absurdo. Vos tienes todas las cualidades que una buena mujer debe tener. Sos educada, bondadosa y tienes muchos talentos.
— Oh, no creo que tenga talentos.
— Claro que los tienes . — Treasure pensó un poco y continuó: — Sos una artista. Sabes pintar y bordar. Y tienes modales impecables. Sos bella, Larenda! Sos generosa y tienes un buen corazón. Y cuidas del duque con mucho cariño. Posees todas las cualidades que una mujer debe tener. Lo que te falta es mas confianza en vos misma . Y eso puede ser resuelto.
— Te parece?
Hablar sobre el problema de Larenda hizo que Treasure pensase en su propia situación. Si la confianza en uno mismo podía ser adquirida, por qué no los buenos modales ?
— Larenda, es muy difícil convertirse en una dama?
— No lo sé, yo nací así.
— Bien, es más difícil que... digamos, que aprender el Teorema de Pitágoras?
— No tengo ni la mas mínima idea.
— Yo aprendí francés y portugués en un año. El barón decía que yo puedo aprender cualquier cosa que me proponga. No nací dama, pero tal vez pueda transformarme en una. Quizás... si no avergüenzo a Sterling, él pueda comenzar a... aceptarme.
— Bien, tu apariencia puede ser mejorada — Larenda observaba a su amiga. — Me di cuenta que pareces usar siempre el mismo vestido. También debes aprender modales en la mesa, el uso de los cubiertos , el modo de caminar y ... tus cabellos son lindos, pero podríamos...
— Entonces me vas a ayudar? Soy una intelectual , Larenda, puedo aprender cualquier cosa. Y yo te ayudaré a ser más confiada . Podemos hacer eso. Sé que podemos!
Las dos pasaron la tarde planeando como serían las clases que darían una à otra. Le contaron al duque y a él pareció gustarle la idea. Pero había algunos costos involucrados para que lo planeado funcionase. El duque llegó a la conclusión que podrían ahorrar con los jardineros, y con algunos gastos de Larenda, y todos consideraron que podrían tener éxito.
Larenda llamó a su costurera, madame Dupree, de Bristol, y le encargó un guardarropa completo. Madame estudió a Treasure, su color de piel, sus ojos y su cabello. Había traído una gran variedad de telas maravillosas y parecía que todo combinaba con la tez clara y los ojos violeta de Treasure.
Larenda resultó ser una consumidora cuidadosa, evaluando la cualidad de las telas, además de su belleza, y Treasure admiró su habilidad.
— Cielos, Larenda, no logro respirar... — Treasure susurró, al probar su primero corset.
— Claro que puedes. Respira más veces y menos profundamente. Y , cuando hables, su voz deberá ser una especie de susurro. Los hombres lo encuentran irresistible.
Era la primer clase. La segunda clase fue como caminar como una dama.
— Da pasos cortos y siéntate con cuidado, para no arrugar la ropa. Siéntate en el borde del sofá y recuéstate con delicadeza.
— Es como vivir dentro de un barril! — Treasure protestó horrorizada. — Ni siquiera puedo agacharme .
— Bien, no debes agacharte . Tienes criados para eso. El uso de corset está restringido a fiestas y bailes, pero mientras no te acostumbres a él, lo usarás diariamente.
En ese momento Treasure se dio cuenta que Larenda sabía dar órdenes y tomar decisiones.
— Por qué usar tantas enaguas y ropa interior que resaltan los pechos? — ella preguntó, curiosa.
A los hombres les gusta — aseguró Larenda. — Pero nunca levantes tus faldas de modo de exhibir tus tobillos. Eso es considerado como una invitación a los avances masculinos.
— Si ? — Treasure se mostró sorpresa.
— Ninguna dama hace eso. Oh, los codos también.
— Qué pasa con los codos ? — Treasure se acordó de como se presentaba delante de Renville. No era casualidad que él la considerase una mujer vulgar.
Larenda también enseñó un vocabulario que Treasure desconocía. Y gestos que podían tener varios significados.
Hasta el modo de usar el abanico tenía varias interpretaciones. Era terrible! Una tarde, Treasure suspiró aliviada al ver que Larenda la llevaba a la biblioteca para tomar un libro. Pero grande fue su sorpresa cuando supo que el libro no era para leer, sino para llevar sobre la cabeza! Desolada, Treasure caminó varios días vestida como una reina cargando libros en la cabeza.
Cierta mañana, muy temprano , Treasure huyó al jardín, pero Larenda la encontró y la miró con reprobación, haciéndola sentirse culpable. Después de todo , las dos habían hecho un trato que debería ser respetado. Sin embargo, cuando Larenda dijo que una dama no salía de casa sin usar polvo de arroz en los cabellos, Treasure protestó y amenazó con desistir de ser una dama. Por eso decidieron dejar el cabello de Treasure al natural.
Las clases siguientes fueron el respeto a las conversaciones informales y el baile.
— Nunca menciones la ropa de otra persona, principalmente si no está vestida acorde a la circunstancia . No hables sobre religión y política y , principalmente, no seas responsable de ningún tipo de humillación . Eso es lo mas detesta un caballero inglés . Si alguien comete un error, ignoralo y nunca te disculpes, pues eso sólo empeora la situación.
— Oh... — Treasure otra vez tenía ganas de desistir. Ella avergonzaba y humillaba a Renville con frecuencia, a pesar de hacerlo involuntariamente.
— Cierta vez, lady Moxelton volcó té en la manga de terciopelo del duque de Marbury. Ella miró al duque y simplemente dijo : "Parece que su manga se interpuso en el camino de mi té ". El duque se rió y no hubo ninguna vergüenza.
A pesar de todo, los días transcurrían rápidamente, y ella hasta se divertía con sus lecciones de buenos modales . Pero, por la noche se ponía a pensar dónde estaría Renville y qué estaría haciendo. La posibilidad de que él estuviese con otra mujer la aterrorizaba. Pero un hombre tan seductor y tan atractivo seguramente no podría ser un ermitaño. A pesar de eso, la mera idea de que él tocase a otra mujer la trastornaba, era un dolor tan grande como si alguien le estuviese clavando un puñal en el pecho. Por otro lado, también fue eso lo que le dio ánimo para continuar aprendiendo, con la esperanza de que él no se enamorase de otra mujer antes que pudiese verla transformada en una dama.


Dos meses pasaron hasta que Treasure Barrett se transformase en Treasure Renville.
Ella continuaba mirando de frente a los hombres cuando conversaba con ellos, pedía disculpas por algún desliz y a veces usaba el cabello despeinado y levantaba las faldas para sentarse con las piernas cruzadas . Pero no le quedaba duda de que su progreso era impresionante.
A mediados de diciembre , después de una cena en la cual las nuevas habilidades de Treasure habían sido colocadas a prueba, el duque propuso un brindis por el éxito de la joven dama Treasure Renville.
— Tengo tanto que agradecerles — Treasure dijo, todos con las copas levantadas.
No más que yo — replicó Larenda, con los ojos brillantes. — Me siento mucho más confiada y más fuerte también. Hace años que no tengo una amiga. Había olvidado de cuan lindo es eso .
Treasure, quien nunca había tenido una amiga, ahora tenía a Larenda, con quien podía conversar y confesarse . Y eso era tan bueno como aprender un teorema nuevo en los libros de ciencia.
Hasta entonces ka educación que había recibido no le permitía llorar. Su relación con el padre Vivant servía para estimularla intelectualmente. Sólo con el barón podía ejercitar su sentido de intimidad y amor. Pero había sido el aristocrático y arrogante Sterling Renville quien le había demostrado la alegría y la desesperación de la cual la humanidad era capaz .El proceso de cambio había sido peligroso, pero ahora Treasure sabía que funcionaría.
— Tu debut como la señora Renville — el duque brindó. — La Navidad se aproxima y Sterling debe llegar de Londres para los festejos en familia.
Treasure se estremeció y miró al duque y luego a Larenda ansiosamente.
— Creo que estás lista para recibirlo — declaró Larenda, sonriendo.

No hay comentarios: