jueves, 5 de junio de 2008

CONVICTA -CAPITULO 10

Capítulo 10


En los años siguientes, quedó claro que Louis de Bourget no iba a hacer sacrificios para administrar con éxito su granja sobre el río Nepean, pero fue su casa la que suscitó mas interés en la colonia. La casa era grande y baja, teniendo como fachada un pórtico con diez columnas blancas. De Bourget había viajado por América y se había enamorado de las mansiones que los plantadores de algodón estaban construyendo en los estados del sur , y ellas les sirvieron de inspiración para su casa. Todos los barcos que llegaban a Sydney Cove traían cosas para la casa compradas por su agente en Inglaterra. Libros, chimeneas de mármol, seda para los cortinados de las grandes ventanas, elegantes sillas y el flujo de bienes parecía interminable. Hasta llegó a construir un vivero, que llenó de pájaros exóticos.
La casa quedó lista en la primavera de 1803, y fueron Andrew Maclay, su esposa y el resto de la familia los primeros en visitarla. Louis descendió las escaleras de la galería para recibirlos. Cuando Sara llegó al gran pórtico, sus ojos abarcaron de una sólo vez las planicies de Nepean, el río y las montañas envueltas en su neblina azul. Finalmente, dijo:
- Esto es genial, Louis. Hiciste mas de lo que nadie se atrevería a hacer.
- Esta región constituye un desafío. Hice lo que pude para enfrentar la naturaleza - dijo Louis. - Llamé Banon a la granja, el nombre de una población al Sur de Francia donde crecen las mimosas en flor.
Las llamas que danzaban en la chimenea de la blanca sala de estar de Louis aquella noche lanzaban reflejos irregulares sobre los cortinados rojo vivo. Un par de velas ardían en una mesa, reflejándose en un espejo alto con marco de plata. Sara, Andrew y Louis estaban sentados en sillas bajas mirando la chimenea; sus rostros, enrojecidos con el calor de las llamas, a veces brillaban, para poco después cubrirse de sombras cuando la luz cambiaba.
Sara estaba sentada con las manos en su regazo, pestañeando para combatir la somnolencia. Miró a Louis, espléndidamente vestido con un traje de brocado. Ya habían pasado casi tres años, recordó Sara, desde que él le había contado que tenía intención de quedarse en la colonia.
Aquellos años habían sido favorables para a colonia. La barrera natural de las Montañas Azules al oeste todavía no había sido transpuesta, y el misterio de lo que había del otro lado todavía quedaba por ser develado. Pero Matthew Flinders, un joven teniente de la Marina, había hecho , cumpliendo órdenes del Almirantazgo , el mapa de la costa este y oeste y después del norte al sur, probando indudablemente que la nueva Holanda y la Nueva Gales del Sur eran una única y vasta isla. A aquella altura, él iba camino a Inglaterra, lleno de esperanzas de que el Almirantazgo y la Sociedad Real adoptasen su sugestión de que la isla en el futuro pasara a llamarse Australia.
El Regimiento de Nueva Gales del Sur , localmente conocido como el Regimiento del Ron, causaba tantos problemas al gobernador King como su gota. Los oficiales y los soldados le desobedecían y lo ridiculizaban incesantemente. Y Macarthur, a quien él había mandado de vuelta a Inglaterra para ser juzgado debido a su duelo con el vicegobernador William Paterson, había logrado de alguna manera atraer la atención de las autoridades. Macarthur había prometido que la colonia en breve iba a exportar suficiente cantidad de lana de ovejas merino para llenar los telares de las hilanderías de Yorkshire. Sus planes habían sido aprobados con entusiasmo, y él iba a regresar triunfante a Sydney con una grande concesión de tierras en la región mas codiciada de Nueva Gales del Sur - la zona de los mejores pastos . King se puso furioso cuando se enteró de la noticia.
También soportaba una nueva amenaza de violencia. Los condenados irlandeses habían expresado claramente sus quejas, y siempre se corrían rumores de una revuelta. Sara sentía pena por el ultrajado y ansioso gobernador, a quien había aprendido a querer.
Después de que Sara hubiera sido recibida en el Palacio, Andrew se había apartado bastante del comercio del ron por deferencia al gobernador. él y Louis de Bourget se habían asociado para comprar dos barcos, el Thrush y el Hawk, para el comercio entre los puertos del este, y Andrew tenía muchas razones para estar satisfecho con su parte del negocio. Recientemente Habían hablado de comprar otra embarcación mas para expediciones de pesca balleneras al Antártico. Era Andrew quien manejaba esos negocios, y Louis estaba satisfecho con ese arreglo.
No existía la misma armonía en los negocios entre Andrew y Richard. Richard desde el principio se había mostrado determinado a ser el dueño absoluto de la Granja Hyde, y nunca aceptaba de buen grado cualquier sugestión o consejo, aun cuando eran dados con mucho tacto. La granja comenzaba a dar ganancias a pesar de la ignorancia de Richard - sus funciones en el regimiento lo retenían en Sydney la mayor parte del tiempo, pero su capataz tenía un talento especial para rectificar los errores de su patrón sin parecer estaba desobedeciendo sus órdenes .
La moderada prosperidad impulsaba a Richard y a Alison a incurrir en nuevas extravagancias. Cuando el dinero escaseaba, Richard apelaba nuevamente a Andrew. Pero a pesar de la fachada que Alison mostraba al mundo, Sara la veía cada vez mas pálida, y ella nunca lograba librarse l de una tos inquietante.
Las dos mujeres se hacían frecuentes visitas formales una a la otra, mas Sara no sabía casi nada de Richard. Corrían cuentos de borracheras constantes, pero desde la discusión en el camino de Hawkesbury ella nunca mas había vuelto a estar a solas con él. Sin embargo , no había nada - ni su lealtad para con su marido, ni el hecho que no le había gustado la manera en que él había tratado a Jeremy - que ahogase la tristeza angustiante que sentía por su ausencia. Richard ejercía un poder injusto sobre ella que nunca se acabaría, y esa idea la oprimía.
En el exterior de la sala de estar de Louis, calentada por la chimenea, el viento se había levantado , golpeando las paredes de la casa. A pesar del calor del fuego , Sara encogió sus hombros como si tuviese frío. Siempre alerta, Louis notó su movimiento.
- Sara, mi querida, te retuve demasiado tiempo .
Tanto Andrew como Louis se levantaron y la acompañaron a la puerta. Madame Balvet, la gobernanta, apareció pronto con una vela para iluminar el camino hasta al cuarto de Sara. Era una francesa de treinta y cinco años con una belleza seria y severa. Había llegado de Inglaterra hacia seis meses, y se corría el rumor de que en el pasado había estado al servicio de una importante familia francesa.

Ella abrió la puerta del cuarto , apartándose para que Sara entrase, y después encendió varias velas. El cuarto estaba decorado con un gusto y una sensibilidad que revelaba el conocimiento íntimo que Louis poseía de las mujeres, y Sara se acordó de las palabras de él cuando habían hablado de su esposa: "Era fría como el hielo." Y debido a eso Banon permanecería sin una dueña. Una casa bella y blanca , y tristemente vacía.

En el quinto día después de la llegada a Banon, Sara llevó su bordado al jardín, mientras Andrew y los muchachos se dirigían al vivero; hacían todos los días al final de la mañana una visita al vivero, y Andrew se mostraba tan fascinado como sus hijos. Cuando ella los miró ellos, notó un caballero en el camino de entrada a la casa y se quedó observándolo indolentemente mientras él tomaba el camino que daba a los establos.
Trabajó en su bordado hasta oír, cerca de media hora después, a Louis detrás de ella , en el pórtico, hablando con Madame Balvet. El tono de las voces era sereno y grave. Instantes después, Louis vio a Sara y se aproximó a ella. La su expresión revelaba que algo malo pasaba.
El se sentó a su lado y comenzó sin ningún preámbulos.
- Mi capataz acaba de traer el correo de Sydney. Recibí una noticia, Sara, que sólo esperaba recibir de aquí a muchos años. - Hizo una pausa de segundos. - Mi esposa murió . En la carta que me escribió , mi suegro dice que fue un gran resfrío que se agarró durante una caza.
La expresión de Louis no invitaba a dar las condolencias, por eso Sara no dijo nada, y él prosiguió : - Estoy enojado, Sara. Mi suegro piensa que puede mantener a Elizabeth, mi hija de ocho años, lejos de mí. - Metió la mano en el bolsillo y sacó una carta, que pasó a leer:

Presumo que Elizabeth continuará viviendo con nosotros , ya que a colonia es un lugar salvaje , no apropiado para mi nieta. Además, tu vida errante me lleva a creer que no tienes un verdadero hogar.

- Y qué que le vas a responder?
- Voy a partir a Inglaterra para ir buscar a Elizabeth. Voy a traerla a acá. Esta será su casa.
Cuando Sara sacudió la cabeza mostrando duda, él estalló:
- Mi hija va a vivir en mi casa y va a llevar la vida que yo escogí para ella! Oí decir que el Dolphin está anclado en Port Jackson. con tiempo favorable, de aquí a seis meses estaré en Inglaterra.
Tres semanas después, Louis partió en el Dolphin, dejando a Banon en manos de Madame Balvet y sus negocios en las de Andrew.