martes, 10 de junio de 2008

CONVICTA - CAPITULO 15

Capítulo 15


En el día de Año Nuevo de 1810, la población de Sydney vistió sus mejores ropas y salió para oír el discurso de asunción del gobernador. El nuevo Regimiento de Nueva Gales del Sur presentó su armas. Los cañones de artillería rugieron, y una banda militar tocó el himno nacional.
Sara, sentada en l carruaje con Elizabeth y Henriette, no pido dejar de notar el modo respetuoso en que la multitud descubrían sus cabeza ante el nuevo gobernador. Nada indicaba que esas eran las mismas personas que habían aclamado con tan entusiasmo la derrota de la autoridad real apenas dos años antes.
Elizabeth no paraba de mover su sombrero , intentando mantener su rostro en la sombra para evitar las pecas, pero Henriette, casi con cuatro años, estaba fascinada con el esplendor del espectáculo. Louis, de pie junto al carruaje, ostentaba una expresión ligeramente aburrida, que indicaba que esa exhibición de pompa no le impresionaba mínimamente. al lado de Louis, Duncan tocaba frecuentemente a su hermano y le susurraba comentarios.
El gobernador terminó su discurso, y los cañones volvieron a rugir y la banda a tocar el himno nacional. El carruaje avanzó lentamente debido a la fila de vehículos que se encontraba delante suyo . Habían mandado dispersar a los soldados del desfile, y ellos se mezclaban ahora con la multitud, siendo sus chaquetas rojas una nota de color entre los vestidos livianos de algodón y muselina de las mujeres. Era domingo por la tarde, y , sin embargo , el lugar no aparentaba el decoro habitual de un día consagrado a Dios. El polvo, el calor y el ruido le provocaron dolor de cabeza, y Sara comenzó a ansiar la frescura de Glenbarr.

EN AQUELLA noche, la familia De Bourget se reunió con los invitados alrededor de una enorme hoguera. Elizabeth soltó un chillido cuando un fuego artificial estalló en el aire y cayó una lluvia de estrellas color rosa.. Sara estaba absorta con la belleza de los fuegos de artificio, y se sobresaltó le cuando le tocaron el brazo. Jeremy, quien había venido de Hawkesbury para asistir a la ceremonias, se encontraba a su lado y le dijo en voz baja :
- He intentado hablar contigo a solas toda la noche , Sara.
- Es muy importante? - preguntó ella, sonriendo.
Jeremy ya se había habituado a la libertad ; y su naturalidad le sentaba bien, ya no refrenaba sus palabras. La casaca que lucía era de buen corte, y a camisa de lino, impecable. Sara vio que su cabello negro comenzaba a ponerse gris , pero él, después de todo , ya tenía 43 años, concluyó ella. Emanaba la seguridad de un hombre en paz con el mundo. Sara pensó en su amante condenada y si él alguna vez se casaría con ella.
- Creo que es importante - dijo entonces Jeremy. - es sobre Richard Barwell. Llegó una carta en el Hindostan. Lady Linton murió y dejó su fortuna a Alison. Oí decir hoy que Richard estaba buscando pasajes para Inglaterra para ambos.
Sara se esforzó por no evidenciar el pánico en el tono de su voz.
- Que bien que fuiste el primero en darme la noticia, Jeremy.
- sus labios comenzaron a temblar y después las lágrimas la cegaron . Los montes de Sydney, salpicados de luces, fluctuaban delante suyo . Se apartó de la hoguera, agradecida por la oscuridad que le cubría el rostro.

GLENBARR estaba con un aire somnoliento cuando Sara la observó . Era la mitad de la tarde. David, Duncan y Elizabeth estaban tomando sus lecciones; Louis había ido a la ciudad a caballo para supervisar la descarga de unos cuadros venidos de Inglaterra. Al lado de ella, estaba Henriette sentada en un caballito de madera , que su niñera empujaba soñadoramente. Ya habían pasado seis días desde el discurso de asunción de Macquarie.
Fue Henriette quien vio a Richard primero.
- Viene alguien, madre !
Sara se volvió rápidamente. él venía a pie. Aun a la distancia, evidenciaba un aire triste que la conmovió. Atravesó el jardín para ir hacia él.
Dos días antes, Richard le había mandado una nota preguntándole si podría ir a visitarla a Glenbarr. Ella había respondido diciéndole que fuese en un momento en que Louis no estuviese en la casa. Sería un final insatisfactorio de una relación de ternura y desencuentros que había existido entre ellos desde el día, hacía casi diez años, en que habían tenían conversado en la pequeña playa de la casa.
El subió las escaleras detrás de ella y entraron a la sala de estar. Ella se sentó en el sofá, y él quedó de pie junto a la chimenea, mirándola fijamente . Los ojos de Richard denotaban preocupación.
- Supongo que ya supiste la noticia? - indagó él. Sara asintió, y él prosiguió , vacilante: - No te importa que haya venido? Hace tanto tiempo que no hablamos a solas, Sara.
Ella repentinamente perdió toda la compostura.
- Oh, Richard! Si no hubieses venido, no sé como lo soportaría! --- él se sentó inmediatamente en un banquito a los pies de Sara, apretando con fuerza las manos de ella entre las suyas.
- Mi querida! Yo sólo hice disparates en la vida . Así como no consigo dejar de respirar, Tampoco consigo dejar de amarte, pero hemos sido un constante tormento uno para el otro. - Richard la Miró . - Con mi estupidez, arruiné no sólo la vida de Alison sino la mía. Ella no es feliz.
- Pero Alison te ama - argumentó Sara. - Vos sos el mundo de ella. no ve nada mas allá de vos.
- Oh, Ella me ama , sin duda, de una manera que no merezco. Desde la primer noche en que te vio, ella supo lo que siento por vos.
- Richard!
- Cuando Lady Linton murió , le dijo a Alison que quería quedarme en la colonia. Ella dijo que se sentía llena de tedio desde el momento en que había puesto los pies acá. Y después habló de vos, Sara. Recordó la noche que vinimos aquí por primera vez y casi todos los nuestros otros encuentros en los que ella estuvo presente. Me hizo comprender lo que había hecho de la vida de ella y de la tuya.
Sara dijo pensativamente:
- Cuando supe que Alison y vos habían llegado a Sydney, le dije a Julia Ryder que la colonia finalmente iba a tener una verdadera dama de la nobleza. EN ese momento , no pretendía ser amable , porque recelaba hasta pensar en ella. Ahora, cuando pienso que ella supo de nuestro amor durante todos estos años y , aun así , se mantuvo callada, tengo vergüenza. La nobleza de su carácter es mucho mayor del que yo pensaba.
El le apretó todavía mas fuerte las manos.
- Fue muy extraño ver de repente a la mujer que yo dominaba pasar a asumir el comando. Ella no lloró el amor que yo te dispensé y que ella quería para sí misma . Pero todavía no has oído lo peor.
- Lo peor? - dijo ella, alarmada.
- Ella tiene una enfermedad en los pulmones. Ya la viste , Sara... ella parece una sombra. D'Arcy Wentworth me dijo unos meses atrás que ella tenía un año de vida, tal vez mas si hiciese un viaje de barco. Ella no me dijo nada, porque sabía que no había ninguna posibilidad de que nos fuéramos de acá antes que su tía muriese. Por eso, no puedo hacer otra cosa mas que partir con ella para Inglaterra. Si la hice infeliz hasta ahora, Entonces le debo por lo menos este último año de vida. - Soltó las manos de Sara y la abrazó . - Oh, Sara! Me siento perdido sin vos, y, sin embargo , no me puedo quedar.
Ella apretó su cabeza contra su pecho.
- Mi querido, vas a encontrar la paz lejos de mí. Yo tengo a Louis y a los niños y seré feliz aquí. - Lo Besó en los labios. - No hay nada mas que decir, mi amor. Te Amaré para siempre.
Sara puso los brazos alrededor del cuello de él, y cuando se besaron nuevamente, Ella sintió las lágrimas calientes cayendo por su cara . Ya comenzaba a sentir que él estaba muy, muy lejos .

RICHARD y Alison partieron en un barco a principios de Mayo con lo que restaba del desmembrado Regimiento de Nueva Gales del Sur , y saber que él finalmente había partido tranquilizó a Sara. Ahora ya no había nadie con quien compartir los recuerdos del pantano. Richard se había llevado consigo la imagen de la joven Sara Dane.

AL GOBERNADOR Macquarie no le gustó el estado en que se encontraban las cosas cuando llegó a la colonia. Quería que los edificios dilapidados de Sydney fuesen reemplazados por otros de piedra sólida y con aspecto próspero y se lanzó con energía a la construcción de mejores caminos y de un nuevo hospital. La Iglesia de Phillipson fue terminada y consagrada.
La energía de Macquarie tocó todos los ámbitos , y la vida social floreció en la colonia. Pasó a estar de moda hacer picnics a lo largo del recientemente construido Camino de South Head, y regularmente se daban paseos por la noche en Hyde Park acompañados por la música de la banda del regimiento. Allí Había sido construida una pista de carreras de caballos, y en la Semana de las Carreras, en Octubre, se realizaba el mayor evento social de Sydney.
Para Sara, los tres años que siguieron a la llegada de Macquarie fueron aparentemente tranquilos, y ella gradualmente aprendió a aceptar el hecho que Richard se había ido . EN ese momento , Louis ya había aceptado también con una vida pasada un tiempo en Bauon , y un tiempo en Glenbarr. Sara ya no iba al almacén , ni tantas veces a Kintyre, Priest y Toongabbie. Encaraba ese período como un compás de espera hasta que David y Duncan tuvieran edad para hacerse cargo de los negocios.
A principios del año de 1812, Richard le escribió a Sara comunicándole la muerte de Alison. Pobre Alison! Sara intentó creer que Richard, ahora en posesión de la fortuna que Alison no había podido gozar, se sentiría feliz con la nueva riqueza y libertad que había encontrado .