lunes, 2 de junio de 2008

CONVICTA - CAPITULO 7

Capítulo 7

Los ojos de la colonia se fijaron en Andrew Maclay con un interés profundo y bastante malicioso mas tarde en aquel año, cuando él anunció que tenía intención de negociar en Sydney. El almacén Maclay, se estableció pronto a principios de 1796. Se situaba en un cruce transitado, cerca del muelle - que, según rumoreaban los curiosos, no era propiamente el lugar que un caballero escogería para instalar a su mujer y a su familia; pero, después de todo siendo esa mujer una condenada... La colonia todavía encogía los hombros con diversión y desprecio ante la simple mención de Sara.
Al llegar a su nueva casa, Sara pensó con nostalgia en la paz que había dejado en Kintyre, pero rápidamente se dedicó a transformar en un hogar los cuartos vacíos.
Dos meses después, nació Duncan, su segundo hijo. Al entender de la colonia, la Señora Maclay apenas había tenido tiempo de recuperarse del parto cuando escandalizó a Sydney dejando a David y al recién nacido bajo los cuidados de Annie Stokes y comenzó a aparecer diariamente en el almacén para atender a los clientes. Y era notorio que este la tienda siempre se llenaba de clientes masculinos en las horas en que se sabía que ella estaba allá. Sentada detrás de un pequeño escritorio, anotaba las encomiendas, conversando animadamente y vigilando la atención a los clientes de los jóvenes criados, recién llegados llegar de Inglaterra, quienes se esforzaban por agradarle.

En ls años siguientes, la colonia fue adquiriendo un aire de permanencia. Los colonos libres comenzaron a llegar poco a poco , y grupos de exploradores partieron hacia el interior del territorio . La dictadura de los militares teóricamente había acabado con la llegada del gobernador Hunter, pero , en realidad , la supremacía de ellos era apenas menos ostensible, debido a una falsa deferencia . Debido al desgraciado e impotente gobernador , el Regimiento de Nueva Gales del Sur continuaba llenándose los bolsillos con las ganancias del comercio del ron y otros bienes. Hunter no tenía una sagacidad a la altura de la astucia aguda de los militares ambiciosos y ni siquiera detentaba el control de las tropas.
Andrew Maclay iba acumulando sus ganancias como todos los otros. La granja Kintyre aumentó de tamaño, y además del almacén en Sydney, él era ahora también era propietario de un barco a vela llamado Thistle. Este último era el mayor emprendimiento de Andrew hasta entonces.
Contrató a un americano delgado como comandante, pero cuando todo estaba listo para la partida del barco hacia Calcuta, el enfermó. Después una hora de conversación seria con Sara, Andrew lo reemplazó. El Thistle zarpó, y todo Sydney salió para apreciar el espectáculo. La mujer intentando administrar simultáneamente un almacén en la ciudad y una granja en Hawkesbury.
Sara se manejó mucho mejor de lo que hasta Andrew había considerado posible. Con Jeremy Hogan a su lado, ella se hizo una presencia familiar en el camino entre Sydney y Hawkesbury. El trabajo en la granja prosiguió como si el mismo Andrew estuviese allá , y Sara hasta lo reemplazó en la compra de mercaderías cuando llegaba un barco con carga para la venta. Al principio, ella era objeto de curiosidad y de diversión maliciosa ; posteriormente, Sydney aprendió que ella era una comerciante tan obstinada como su marido.
Ninguna señora de buena familias se mostraría así, era la opinión corriente en la colonia.
Tanto Sara como Jeremy sabían que los chismes esperaban la primera oportunidad de poder unir los nombres de ambos, por eso Jeremy nunca quedaba junto a ella mas tiempo de lo que era estrictamente necesario y cumplía exclusivamente sus funciones como capataz de Andrew Maclay. La esperanza era que los rumores fueran desvaneciéndose , pero nunca morían del todo.
Con la ayuda vientos favorables, Andrew regresó en el Thistle bastante antes de lo que era esperado. La carga, desde sartenes a chales de cachemira, traía el aroma de Oriente, y las personas, ávidas del color y de la excitación, afluyeron en gran número para ver y comprar. El segundo viaje demoró mas tiempo, y su producto fue una carga tan extraordinaria que mantuvo a Sydney comentando y comprando durante meses.
Andrew inmediatamente postuló como candidato a una concesión de tierras en la bahía de Woolloomooloo, lejos de las calles polvorientas de la ciudad. Comenzó a construir una casa espaciosa y elegante, la mas imponente que Sydney jamas había visto. Compró También una pequeña granja en Toongabbie, cerca de Parramatta. Pasado un mes, el Thistle zarpó nuevamente hacia Oriente, bajo el comando del comandante americano . Esa vez, Andrew se quedó en tierra, pues Sara esperaba su tercer hijo.
Sebastian nació en la parte superior del almacén antes de que la nueva casa, llamada Glenbarr, estuviera lista. Pero a finales del verano de 1800, Sara y sus hijos se mudaron finalmente allá. Las personas sonreían abiertamente ante la perspectiva de que una condenada intentara armar una casa como si fuese una dama de la alta sociedad.
El final del verano de 1800 también trajo la noticia del regreso de Napoleón a Francia como primer cónsul, habiéndose escabullido de Egipto, dejando a su ejército donde la victoria de Nelson en el Nilo lo había retenido. París lo había recibido en un arrebato de alegría.
Sydney discutió interesadamente las noticias, pues la guerra en Europa se reflejaba ahora directamente en la colonia. El secretario para los asuntos de la colonia no tenía ni tiempo ni la oferta de productos para hacer frente a las crecientes necesidades, y ahora no había posibilidades de nuevos oficiales del Ejército, no contaminados por el ron ni por el poder, que no se sintiesen atraídos por el Regimiento da Nueva Gales del Sur .


JEREMY examinó la nueva sala de estar de los Maclays , su frente fruncida pensativamente – medio vacío, ventanas sin cortinas y cajas todavía por desembalar. Sara y Andrew estaban de pie junto a una mesa, concentrados en trinchar un pato asado frío. Estaban ambos con un aire ansioso e impaciente. La luz del candelabro les daba un brillo especial a los ojos y a la media sonrisa fugaz que asomaba constantemente al rostro de ambos
Jeremy escuchó tramos da conversación.
- Y el jardín tiene que estar bien planeado esta vez.
- Está bien, Andrew. - Sara puso un poco de carne en un plato. - Pero nunca será tan bonito como el de Kintyre.
Andrew miró de reojo por encima de su hombro.
- Oíste eso, Jeremy? Construí la mejor casa de la colonia y mi mujer no logra pensar en otra cosa que no sea esa miserable cabaña en Hawkesbury.
Sara se aproximó a Jeremy con el plato.
- Si esta casa va a ser tan feliz como la de Kintyre, entonces yo También lo seré.
Se sentaron para comer encima de las cajas por desempacar, con el candelabro en el piso entre ellos. Allá afuera, los árboles se agitaban suavemente con la brisa de verano; Se veía a luna llena de color naranja sobre el puerto .
Sara se volvió hacia Andrew y sonrió . La mirada que intercambiaron fue de intimidad .Jeremy los maldijo silenciosamente y deseó que se acordasen que él era un hombre y que podría enloquecer de deseo.
EN los años que siguieron al ataque de los condenados a Kintyre, la confianza y amistad entre ellos tres se había profundizado . Cuando alguien mas estaba presente, Jeremy no era mas que el capataz de Andrew Maclay; pero cuando estaba a solas con ellos, formaba parte de una unidad de tres personas que habían luchado juntos para alcanzar el mismo fin, y todavía lo torturaba presenciar las intimidades de la vida de la pareja.
- Se acuerdan ... - dijo Jeremy se detuvo de repente, en seguida cuando la pareja lo miró con un aire inquisidor. - Se acuerdan - prosiguió entonces - de que en la noche de bodas de ustedes brindamos por la señora de Kintyre?
El rostro de Andrew se iluminó con ternura, e Jeremy sintió otra oleada de celos. Habían quedado por instantes recordando el viento frío que soplaba aquella noche y las estrellas brillantes y tan cercanas.
- Ya han pasado casi siete años. Pero todavía hay tantas cosas por hacer - dijo Andrew.
- Nunca vas a estar satisfecho? - preguntó Sara .
Ele se rió y respondió:
- Y por qué debería estarlo ? Todavía no soy un hombre rico. Quiero poseer una riqueza que hasta en Londres sea reconocida. - Se levantó , apartó las piernas, como si estuviese en la cubierta de un barco, y miró hacia bajo, a su esposa. él tenía demasiadas arrugas alrededor de los ojos y demasiado profundas para su edad. - Un día te llevaré de vuelta a Londres, Sara. Por el momento , voy a adquirir mas tierras y mas barcos. Dame diez o quince años como los últimos siete y tendrás todo aquello que siempre deseaste.
Jeremy bebió pensativamente el vino. Había empezado a creer que la suerte de Andrew era eterna.
Otro brindis - dijo él. - Esta vez por la casa Maclay! - Levantó la copa.

EN EL ALMACÉN Maclay había siempre una mezcla de olores a sándalo, especias, velas y café en grano. Alineados contra las paredes, se encontraban barriles de melaza y enormes quesos envueltos en telas. Las estanterías estaban repletas de algodones y muselinas. Andrew esperaba conseguir satisfacer todas las necesidades con las cargas traídas por el Thistle.
Una mañana, dos meses después de la mudanza a Glenbarr, Sara estaba sentada en el escritorio del almacén haciendo cuentas, pero no conseguía dejar de pensar en Kintyre en Otoño , en la quietud del bosque al mediodía y las aguas del gran río corriendo . Miró hacia arriba cuando una sombra llenó el umbral de la puerta, después sonrió y se levantó para saludar al mayor Foveaux, del Regimiento de Nueva Gales del Sur .
- Puedo ayudarlo en algo , mayor?
- Sin duda, mi lady . Ando buscando un regalo. Pensé que tal vez podría ser un chal.
Sara se dirigió a las estanterías.
- Tengo aquí uno de seda venido de China... muy lindo y muy elegante .
Después de que Foveaux hubiese aprobado su elección, Ella prosiguió :
- Algunas noticias del Speedy, mayor?
Como siempre, el interés de la colonia se centraba en el último barco llegado: pasajeros y carga, cartas de la familia, noticias de la guerra en Europa.
La sonrisa de Foveaux muy bien podría haber sido maliciosa.
- Nada que no estuviésemos esperando. Entre los pasajeros del Speedy, se encontraba Philip Gidley King. Con certeza de Se acuerda que él era teniente en el tiempo del gobernador Phillip y comandante en la isla de Norfolk. Ya se sabe con seguridad que será el nuevo gobernador. Hunter recibió órdenes de regresar a Inglaterra.
Sara comentó en voz baja:
- Entonces, ya saben en Inglaterra que él no consiguió cumplir las instrucciones que le dieron ?
- Obviamente. - Foveaux también había bajado su voz. Ambos formaban parte el círculo de personas con muchas ganancias que Hunter no había logrado desarticular.
- Entonces, se trata de una tentativa de aumentar el control.
- No tardarán en descubrir que no hay ningún gobernador que nos pueda impedir hacer el comercio como nosotros queremos . En el fondo, somos nosotros quienes corremos con los riesgos y producimos casi todos los alimentos de la colonia . Es nuestro dinero el que trae las pocas mercaderías que hacen la vida aquí soportable. Cosas como esta. – El sacudió el chal exótico.
- Quiere ver mas algo ? Tengo unos encaje....
- No preciso nada mas de ese tipo de cosa. Pero tengo aquí una lista de provisiones para mandar a entregar a mi casa. - sacó un papel de su bolsillo.
- Mas que una simple entrega , mayor - dijo Sara, sorprendida -, con el té al precio de seis chelines y el kilo de azúcar a cuatro!
Foveaux se encogió de hombros .
- No puedo permitir que mis invitados se queden con una mala impresión de la colonia tan pronto . Con el tiempo lo descubrirán por sí mismos.
- Entonces, tiene amigos entre los recién llegados? - preguntó Sara con una sonrisa .
- El capitán Barwell y yo nos conocimos superficialmente en Londres hace unos años. él me escribió diciéndome que venía para acá, y claro que tuve mucho gusto en ofrecerle , a él y a su esposa, mi hospitalidad hasta conseguirle una casa. Barwell fue herido en una batalla en Holanda y cambió su puesto en el Ejército por uno en el regimiento.

Al oír ese nombre , Sara fue invadida por el pánico.
- Barwell? - repitió ella en voz débil.
- Richard Barwell. Creo que tanto él como su esposa son de Kent. Ella es la hija de Sir Geoffrey Watson. Los conoce?
Ella intentó desesperadamente valerse de la contención que la vida le había enseñado, pero esta se había desvanecido. En aquel instante, Sara era dos mujeres: una rígidamente entrenada para ser discreta, refrenando la lengua en una colonia ávida de chismes, manteniendo el nombre de Richard en un lugar recóndito de su corazón ; y otra, la muchacha impetuosa que había huido por su amor por él.
- Hace tiempo conocí a ambas familias - fue todo lo que consiguió articular.
- Ah, comprendo. – El mayor no hizo mas comentarios.
Existía una ley no escrita en la colonia: el pasado nunca debía ser cuestionado - ley esta que ganaba fuerza todos los años con el creciente número de condenados cuyas sentencias expiraban y que podían entonces considerarse hombres libres. Podía hablarse del pasado de una persona a sus espaldas , pero nunca delante suyo . Esa regla se aplicaba muy especialmente a la Señora Maclay; ella era la esposa de un colono libre y próspero, y , sin embargo , por ser una ex convicta , no era recibida por las mujeres de su posición.
Sara permaneció sentada durante mucho tiempo, con la lista delante suyo , después que el mayor se hubiese ido . EN los primeros años de casada, había pensado mucho en Richard y siempre con un sentimiento de amargura; Después, acabó por pensar cada vez menos en él, mientras Andrew iba aprendiendo a satisfacerle todos los deseos de su corazón y de su cuerpo y cuando sus hijos habían pasado a ocupar sus pensamientos. Se había Convencido de que su amor por Richard había acabado , pero cuando él apareciese nuevamente delante suyo , podría no ser tan fácil ponerlo de lado una segunda vez. Se quedó perpleja al darse cuenta que respecto a Richard todavía no se sentía completamente segura de si misma.

Esa noche, Andrew se levantó , con la copa de cristal y la botella de vino en la mano , y se aproximó a Sara, sentada en el otro extremo de la mesa. Sirvió las copas de ambos y después empujó una silla al lado de la de ella.
- Qué te pasa, mi querida? - le tomó la mano. - Desde que llegué a casa que estás pálida como un fantasma.
- Querido Andrew, te acuerdas que te hablé de los Barwells, la familia para quien mi padre trabajaba como preceptor cuando murió ? Tenían un hijo con quien yo acostumbraba a tomar lecciones... Richard Barwell.
- Y entonces ? - la mano de él apretó la de ella con fuerza.
Sara prosiguió lentamente:
- Supe hoy que él llegó en el Speedy con su mujer. El mayor Foveaux me contó que él cambió el puesto en el Ejército por un en el regimiento. - Hizo una pausa y su boca se endureció . - él se casó con la hija de Sir Geoffrey Watson, Alison.
- Watson? El hombre que...
- El hombre que me acusó de haberle robado dinero - completó ella en su lugar. - Qué debo hacer ? - susurró ella. No podía contarle a Andrew que tenía miedo de sus propias emociones cuando volviese a ver nuevamente a Richard.
Los ojos de Andrew fueron poniéndose cada vez mas brillantes ; las líneas alrededor de su boca se profundizaron ligeramente. Tenía la mirada cautelosa de un hombre que ve sus bienes amenazados. Esa mirada la consoló : significaba que Andrew tenía un plan de acción.
- Tienes miedo, mi querida? - dijo él, acariciándole la mano .
- Esto puede perjudicarme a mí, a ti y a los niños. Puede derrumbar todo lo que construiste aquí, con que sólo comenten....
- Entonces, te juro que no van a hacerlo! - Andrew sacó la mano de la de ella y dio un golpe violento en la mesa. - Tengo algo de poder respecto a la manera en que las cosas son manejadas en esta colonia! Barwell tiene que saber rápidamente que ya no eres la criada del pasado y que no estás condenada!
- Pero , Andrew, que vas a hacer? - murmuró ella.
- Sólo lo decidiré después de saber mas cosas respecto a él. cualquier hombre tiene su punto vulnerable. Creo que tengo unos asuntos urgentes que tratar con el mayor Foveaux. - Después, la besó .


Dejándola sentada en la mesa, con la copa que no había tocado .
Andrew había llevado algo de su miedo con él, pero el verdadero miedo, el miedo a su antiguo amor por Richard, estaba allí sentado como un espectro a su lado.
Unas horas mas tarde, esa misma noche, la puerta se abrió y Andrew entró en el cuarto. Sara se sentó en la cama.
- Qué noticias traes? - dijo ella, tomándole la mano.
- Son mejores de lo que pensaba. Bebimos una botella de vino, y Foveaux soltó la lengua . Parece que los Barwells tienen problemas de dinero hace ya algún tiempo. Tienen gustos extravagantes. Sir Geoffrey perdió una fortuna en la guerra, estaba invertida en barcos, y no quedó mucho para Alison después de su muerte.
- Oh....... – lo incitó Sara bajito.
- Y entonces, el capitán y la Señora Barwell vivieron muy felices con lo que quedó de la herencia hasta que esta se acabó. Luego Vivieron con la tía de Alison, Lady Linton, durante un año, pero la buena señora se dio cuenta que Barwell no movía un dedo mientras pudiese contar con el apoyo financiero de ella. La tía Oyó contar historias sobre esta fabulosa Nueva Gales del Sur .. y pensó que sería fácil amasar una fortuna relativamente grande aquí. La opinión personal de Foveaux es de que la tía los mandó para acá para aprender el verdadero valor del dinero antes de que ella muera y les deje su fortuna.
- Tienen hijos? - preguntó Sara en un tono brusco.
- Por el momento , no. Foveaux dice que Señora Barwell es demasiado débil.
- Entonces, ahora tenemos que esperar y ver qué sucede.
Andrew se inclinó hacia ella.
- No es el momento indicado para esperar - declaró él. - ya tomé medidas. Le Pedí a Foveaux que me presente a Barwell, pues yo tenía que saber cual sería la actitud de él en relación a vos . Foveaux fue a llamarlo , conversamos y él me dijo que ya le había preguntado a Foveaux si sabía lo que había sido de tu vida.
- Lo Que había sido de tu vida ! Así sin mas ni menos?
- Lo invité a venir acá a cenar el miércoles con su mujer. - Cuando ella lo miró con aire incrédulo, él prosiguió : - Y por qué no? él pretende ser nuestro amigo, si vos le das la oportunidad Recuerda de que a esta altura ellos ya deben conocer muy bien al nuevo gobernador.. han viajado hasta acá con él. Pueden llegar a ser amigos muy importantes.
- Pero Alison no tardará en saber que ninguna de las mujeres de los oficiales me visita ni me invitan. Ella Vendrá una vez y nunca mas.
- No llevaré mucho tiempo para encontrar una manera de que los Barwells deseen nuestra amistad, Sara.
Ella semi cerró los ojos , pensando en lo que él acababa de decir. Era lunes. Tenía dos días para hacerse a la idea de que iba a volver a ver Richard para disciplinar sus emociones de modo que Andrew no las detectase. Y estaba el temor de enfrentar a Alison, la muchacha frágil y morena que algunas veces había espiado en la residencia parroquial.
Se sintió agradecida por la presión de la mano de Andrew.
- Voy a mandarle un recado a Julia Ryder mañana a la mañana - dijo ella, mirándolo. - Si los Ryders también pudiesen venir... - Se encogió de hombros .

CUANDO los Barwells se aproximaron a la sala de estar, Sara dio un paso al frente. A pesar de haberse preparado, reparó que su mirada recayó inmediatamente en Richard. Allí estaba él, con su uniforme del Regimiento de Nueva Gales del Sur , con un aire inquisidor. La última vez que lo había visto había sido en la residencia parroquial, él estaba de pie , muy triste, en el final de su licencia de Navidad; esa noche, aparentaba una elegancia despreocupada que le faltaba en ese momento. Su rostro estaba mas delgado y mas atractivo de lo que ella se recordaba . Una cicatriz, del grosor de un hilo de algodón, le atravesaba la frente, y su cabello estaba ligeramente grisaceo.
Sara se dio cuenta que él aparentaba el aire de confianza de un hombre acostumbrado al éxito con las mujeres y adivinó que había logrado entrar en la alta sociedad con lo cual había soñado en el pasado . Richard estaba de pie allí delante suyo con una sonrisa , implorándole perdón con los ojos . Y Sara sintió que él estaba seguro que ella no se resistiría.

Después, miró a Alison, que traía un fabuloso vestido de seda azul fuerte que le realzaba la piel blanca y el cabello oscuro. Era elegante y altiva, aunque al lado de Richard pareciese minúscula. Tenía la mano posesivamente posada en el brazo de su marido. No era bella, pensó Sara, pero tenía unos ojos muy bonitos y unas cejas negras que parecían alas.
- Buenas noches , Señora Barwell - dijo Sara, extendiéndole la mano .
Alison le respondió- con una voz calma y segura, y Sara se volvió para extender la mano a Richard, quien se inclinó sobre ella.
- Mi querida Sara, es un gran placer volver a verte !
El vio un ligero rubor asomar en su rostro. Richard se había olvidado de cuan alta era Sara y de la manera en que ella miraba a los ojos de las personas sin vacilar cuando hablaba. Corría el rumor de que era ambiciosa, pero todos decían que era una excelente esposa y madre . Richard ya había recibido miradas apreciadoras de muchas mujeres, pero ninguna de ellas había logrado desconcertarlo tanto como Sara . En ese momento ella retiró la mano .
- Richard, yo también estoy muy contenta de verte.
Entonces, se volvió para presentar a su marido a Alison.
RICHARD se rió y conversó animadamente durante la comida, pero para Sara fue una pesadilla lenta, una lucha por controlarse ante la emoción mas fuerte que jamas hubiese sentido . Era como si Richard le hubiese extendido las manos y la hubiese arrastrado hasta él. Ella tenía consciencia de que él era un hombre débil, que no le llegaba a los talones de Andrew, sin embargo atraía tan fácilmente su atención como en los viejos tiempos. Andrew había conquistado parte de su amor y toda su lealtad, pero la amargura de su corazón siempre había pertenecido a Richard. Y él había venido ahora para reclamarlo, como si nunca hubiese habido una separación.
Sara se sentía avergonzada y temerosa, furiosa por haberle revelado su propia debilidad .
Después de cenar, Andrew retuvo a los hombres mas tiempo que de costumbre mientras bebían vino oporto . Sentadas en frente de Sara, Julia y Alison conversaban sobre las noticias de Londres. "Gracias a Dios que Julia vino", pensó Sara, agradecida por la presencia de la mujer mayor, que controlaba la situación muy bien, disimulando el silencio de Sara, ayudándola a atravesar ese mal momento hasta que Andrew volviera para apoyarla.
Sara pensó que el rostro de Julia había envejecido en los últimos meses. Su cabello estaba bastante grisáceo. En Navidad, Sara y Andrew habían llevado a sus tres hijos a la casa de los Ryders para despedirse de Ellen y Charles, quienes partirían hacia Inglaterra. Ellen se había matriculado en un colegio para señoritas en Bath, y Charles iba a ingresar a la Marina. Sara se dirigió a Alison.
- Tal vez la podamos convencer de tocar para nosotros, Señora Barwell? Sabe alguna pieza de Beethoven? Las personas que llegaron recientemente a la colonia hablan mucho de él.
- Es sabido que Beethoven es un gran admirador de Bonaparte - replicó Alison con brusquedad . - No considero que sea patriótico alentar el trabajo de personas de ese tipo. - Se sentó al piano, pero prefirió tocar Mozart. Cuando la música acabó, se dirigió a Sara: - Toca piano, verdad , Señora Maclay?
- Desgraciadamente, no - respondió Sara. - Penso muchas veces que fue una suerte que mis hijos sean todos varones , pues no poseo dotes para transmitir ese arte a una hija. Todavía no tienen hijos, Señora Barwell?
Alison apretó los labios ,sacudiendo la cabeza, y se levantó muy erguida del piano. Era sin duda la hija de Sir Geoffrey en cada centímetro de su pequeña figura y de su rostro distante y determinado, segura de que estaba muy por encima de los sarcasmos de una ex convicta . Le Sonrió graciosamente a Sara y se sentó en el sofá a su lado.
Julia, desesperadamente incómoda, dijo la primer cosa que le vino a la cabeza.
- Temo que va a encontrar esta ciudad muy aburrida después de Londres, Señora Barwell.
- Por el contrario, Señora Ryder. Mi marido tiene la intención dedicarse a la agricultura, y sé que me voy a interesar mucho en eso.
Contra su propia voluntad , Sara sintió una cierta piedad por ella. esa mujer ignoraba, con la inocencia de una criatura, lo que le esperaba. Tendría ella alguna idea lo que era lidiar con los condenados silenciosos por la rabia contenida o ver el odio en los ojos de un hombre cuando cavaba un cantero de su jardín ? Sabría ella que los nativos a veces asesinaban y robaban, que las inundaciones se llevaban los sembradíos y que los incendios espontáneos comían la vegetación seca ? Ella Hablaba de agricultura como si estuviese en Kent o en Sussex.
Andrew abrió ruidosamente la puerta. Sara se dio cuenta inmediatamente que algo mas que cortesías sociales había retenido a los hombres. Algo había sucedido para poner a Andrew de tan buen humor , mientras James Ryder se mostraba serio y reservado. En Cuanto a Richard, tenía el aire de un hombre que se había lanzado a algo que temía .

El reloj de la sala dio el cuarto de hora, y los invitados de los Maclays continuaban socializando sin la menor intención de retirarse. Richard y Alison se sentaron juntos al piano, y él cantó algunas de las baladas sentimentales habitual en los salones de Londres. A esa altura, Sara estaba completamente consciente del tipo de relación que existía entre Alison y Richard. Al ver a su marido entrar, la joven esposa se había puesto muy animada; nunca se quedaba parada, moviéndose y riéndose en un esfuerzo por atraer la atención de él, y se satisfacía con poco: le bastaba con una sonrisa de Richard. Sara se sentía enfurecida por la manera en que él le dispensaba distraídamente esas pequeñas atenciones a su esposa. El padre de Alison lo había comprado para ella, y ella se aferraba a ese premio con tanta inseguridad como si sólo estuviese en sus manos sólo hacia una hora. Sara se quedó abrumada con lo que descubrió : Alison tenía miedo que Richard se hartase de ella.
A cierta altura, Alison dijo alegremente:
- Richard, canta mi canción.
- Claro , mi querida. - Miró directamente a Sara y comenzó a cantar
Sólo Richard sería capaz de aquello, pensó Sara, airada. Sólo él sería capaz de cantarle a otra mujer una canción que pertenecía a su esposa.

ANDREW entró riéndose en el cuarto iluminado por velas.
- Los atrapamos , Sara. Richard Barwell acaba de entregarse en mis manos. Voy a prestarle el dinero suficiente para comprarse una granja y construir una casa aquí en Sydney.
- Has enloquecido ? Vas a prestarle dinero?! esos dos nunca fueron capaces de ahorrar un céntimo en su vida. Prestarles dinero es lo mismo que quemarlo - dijo ella impetuosamente.
Se hizo silencio a continuación de su explosión. Después, Andrew dijo con calma :
- Sara, óyeme. Te acabo de comprar la amistad de Alison Barwell. Te Compré un pasado y una amiga de buena familias. Bastará con que una vez Alison Barwell te trate en público como corresponde para que todas las otras desgraciadas te respeten.
Ella bajó la cabeza por unos instantes, y cuando finalmente la levantó , las lágrimas le corrían por el rostro.
- Pero Alison.. - murmuró . - Ella no va a querer ser mi amiga.
- Alison hará aquello que su marido le diga. Ella lo ama desesperadamente.

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