lunes, 22 de febrero de 2010

LA VIUDITA - CAPITULO 2 - GEORGINA GENTRY

CAPITULO 2


Al verlo aproximarse , Bonnie ya se arrepentía. El alto y musculoso texano era justo el tipo de hombre que ella siempre había evitado . Era demasiado guapo y usaba un sombrero llamativo. Probablemente era un jugador vicioso como su segundo marido.
Al aproximarse , Cash se curvó e hizo un amplio gesto con el sombrero.
- Señora, muy agradecido por su generosidad. No suelo encontrarme con damas tan ...
- Sólo siéntese. No soy el tipo de mujer que se derrite con elogios. - Bonnie señaló la silla delante de sí. Desde su lugar lograba sentir el aroma de la colonia de él. Intentó desviar la mirada, pues había algo peligroso en los ojos grises que la observaban por debajo de esa masa de cabellos oscuros.
- Una dama como usted siempre debe ser elogiada. - Cash se sentó y colocó la servilleta en su regazo. - Cash McCalley.
Su voz se parecía a la de un barítono, pero con acento texano.
- Cash no es un nombre, señor.
- En verdad , mi nombre de bautismo es Jack. Y el suyo ?
- Señora Purdy - ella respondió y comenzó a comer la ensalada más rápidamente, deseando librarse de esa compañía.
El suspiró e hizo su pedido: bife, papas y pan. La charla continua de las mujeres en el salón los envolvía y Cash volvió su atención a Bonnie.
- Lindo día, no?
Ella simplemente asintió con la cabeza y tomó una galleta.
Pobrecita, no debía tener mucho dinero, sino no estaría vestida de esa forma y no comería solamente una magra ensalada. Cash se solidarizó con su condición, pero no se atrevió a ofrecerle una cena decente , pues una dama respetable jamás permitiría que un extraño hiciese una cosa así .
- Acabo de volver de un viaje a la Costa este. Y usted ? - Cash preguntó para romper el silencio.
- Soy bibliotecaria - Bonnie afirmó sin levantar la vista . - Estoy aquí para asistir a una conferencia.
- Verdad ? Qué interesante!. - Era obvio que no era nada interesante. La señora Purdy parecía una bibliotecaria, altanera y excesivamente respetable, aunque cuando levantó la mirada, él se encontró con sorprendentes ojos azules. Jamás había estado en una biblioteca, ni sabía cual era el trabajo de una bibliotecaria, si bien que ahora se acordaba de haber seducido a una o dos. El silencio era hostil y Cash agradeció cuando el camarero volvió con su pedido.
El bife era grande. Cash respiró profundamente , sintiendo el aroma, y comenzó a comer. Colocó un pedazo en la boca y lo saboreó lentamente. Perfecto! Cuando abrió los ojos, vio que la mujer lo miraba con censura .
- Ese bife está tan crudo que si le vuelve a clavar el tenedor va a mugir - ella observó.
- Me gusta así . - Cash se dio cuenta que ella miraba fijamente su plato. La pobre probablemente no podía pagar un bife y él no podía ofrecerle un pedazo del suyo. Sería un insulto.
- Señor McCalley - ella bajó la voz y esa vez su tono era más melódico -, no creo que pueda comer todo eso. Podría darme las sobras?
- Cómo ? - La pregunta lo sorprendió.

- No quiero que piense que soy impertinente, pero estoy alimentando a un gato de la calle . - Las delicadas facciones se enrojecieron .
Entonces ella no estaba pasando hambre .
- Como no, señora. Le gustaría llevar papas también ?
- No estoy segura que a los gatos les gusten las papas. - Bonnie pareció desorientada.
El no quería avergonzar a la mujer. Sin duda ella comería el bife en el cuarto.
- Voy a pedirle al camarero que embale papas y pan también , en caso que al gato le guste. - Cash había pensado en darle las sobras a un gato que venía alimentando en la estación de trenes , pero había bastante comida para la señora y también para John L.
Por primera vez, Bonnie sonrió , pareciendo más atractiva de lo que Cash había considerado al principio.
- Gracias, señor McCalley, es muy gentil.
El notó que ella también tenía acento texano.
- Purdy... - Cash reflexionó mientras comía. - Conocí a un Purdy. Clint Purdy.
- No lo conozco. - Bonnie mantuvo los ojos fijos en el plato, deseando esconder su rostro de ese extraño. Clint Purdy.
Se sentía avergonzada al recordar . Cómo había podido equivocarse tanto?
- No imaginaba que fuese un apellido común - Cash insistió, observándola mientras comía. - El viejo Clint Purdy.
Como buen jugador, Cash podía leer la cara de las personas y se dio cuenta cuando ella se puso roja y sus ojos se llenaron de lágrimas. Entonces la señora Purdy había sido engañada por ese canalla? Era extraño, pues ella no parecía ser el tipo e mujer que atraía a estafadores como Purdy. La mayoría de los jugadores prefería mujeres vanidosas y salvajes.
- Dios! Debo irme ahora. - Bonnie miró el pequeño reloj colgando de su cuello.
- No. - Cash llamó o camarero . - Llévate las sobras y divídelas en dos paquetes, si ? La señora Purdy y yo estamos alimentando gatos de la calle.
Bonnie lo estudió con desconfianza. El no parecía ser del tipo que alimentase a nadie, excepto a las bailarinas de tabernas.
- Es jugador, señor McCalley? - ella preguntó sin pensar.
- Más bien soy un emprendedor. - Se inclinó un poco a silla y ya alcanzaba un cigarro del bolsillo del chaleco cuando recordó que estaba en presencia de una dama.
Un emprendedor! Era un eufemismo para decir jugador, Bonnie pensó. Olió otra vez la cara colonia de él y se movió incómodamente en la silla. Había algo muy viril en ese hombre que la agitaba.
En ese momento el camarero volvió con los dos paquetes.
- Gracias - ella dijo y se levantó. Cash se puso de pie e hizo una reverencia.
- Muy gentil de su parte compartir la mesa, señora Purdy. ?l era tan masculino y amenazador que una alarma sonó en su mente. Retrocedió un paso confundida .
- Gracias por las sobras.
- Pídale al camarero que le de un poco de manteca para las papas.
- Creo que los gatos no comen papas - ella repitió.
- Demonios , me olvidé . - Cash asintió y sonrió .
Um tanto aturdida, Bonnie tomó su cartera y la comida y dejó el restaurante.

El la siguió con la mirada. Qué mujer rara! Esperaba que al menos disfrutase el bife. Con su apariencia modesta , debía estar ahorrando hasta el último centavo para hospedarse en ese hotel.
- Te gustó la cena, Cash? - preguntó el camarero presentándole la cuenta.
- Excelente, Joe. Voy al bar a tomar un último trago y a fumar. Dile al portero que pida mi caballo en la caballeriza, si ? - él sonrió y firmó la cuenta, tomó el otra paquete de comida y salió.



Fuera del hotel, Bonnie esperaba el carruaje que el portero había pedido.
- Precisa un conductor, señora? - el cochero preguntó .
- Gracias, pero sé manejar los caballos. - sujetando el paquete con las sobras, permitió que él la ayudase a subir al carruaje y fue hacia a la estación. Dallas se estaba convirtiendo en una gran ciudad. Le gustaba Shot Gun, pero el deber la reclamaba y allí estaba ella.
l Al día siguiente tendría inicio la conferencia de las Damas de la Estrella Solitaria y estaba determinada a ser la mejor presidente que el club jamás hubiese tenido .
El texano encantador apareció en sus pensamientos. Parecía ser tan peligroso para las mujeres como un zorro en un gallinero, pero después de dos casamientos con canallas, no se iba a mezclar con ese tipo de hombre nuevamente , menos todavía , siendo texano. Esos eran
los peores.
La mayoría de los hombres se reiría de la idea de ir hasta la estación sólo para darle comida a un gato callejero , pero el jugador no había dicho que hacía eso ? Esperaba no volver a encontrárselo en el hotel. Bajó del carruaje y subió a la plataforma. El día casi estaba acabando y no había nadie allí.
- Bichito - Bonnie llamó. - Gatito...
Después de algunos minutos un gato anaranjado apareció detrás de un de los vagones estacionados y la observó con atención.
- Ven acá, gatito. Tengo una cosa rica para vos. - él continuó mirando, sin moverse. - Oh, pobrecito, no voy a lastimarte . Ven . - Colocó la comida en el suelo y se apartó.
Después de vacilar un poco más, el gato se aproximó y comenzó a devorar el bife.
- Pobrecito, sabe que si confiases en mí, podría llevarte conmigo a casa? No te gustaría tener un hogar?
El gato solamente continuaba comiendo mientras lo examinaba. Si al menos se dejase acariciar... Bonnie se aproximó un poco y él desapareció debajo del vagón . Ella suspiró.
- Voy a dejaste en paz para que termines tu cena. Necesitas aprender a confiar en alguien o jamás tendrás un hogar.
Volvió al carruaje, pero , antes de partir, miró al gato, que ya había vuelto a comer.

Cuando se apeaba de regreso al hotel, ella vio que Cash salía. ?l sonrió y la saludó con el sombrero. Bonnie sintió el olor a whisky, se dio vuelta y vio cuando él montaba un garañón gris que el portero sujetaba.
Ciertamente partía para una juerga en alguna taberna. Podía imaginarse lo que sucedía en un lugar de ese tipo. Alcohol , juego, prostitutas y todo el cotillón de una orgía . Se sintió avergonzada con sólo pensarlo. No es que supiese mucho al respecto. Su primero marido era un hombre de edad , no habían tenido mucha intimidad. Lo que él, en realidad , había necesitado era de una ama de casa. El segundo... bien , no le gustaba siquiera recordarlo ... cómo se había equivocado . Había amado a tres hombres en la vida y todos ya estaban muertos. Lágrimas surgieron en sus ojos Bonnie las secó . Debo dejar el pasado atrás.

A la mañana siguiente, Bonnie se estaba vistiendo cuando el servicio de cuarto fue entregado . Llevó la bandeja a una mesa, se sirvió café mientras leía el periódico. La primera página casi hizo que derramase todo el café. Decía :
EMPRESARIO TRAE BOX A DALLAS

- Qué... Qué?!!! - ella parpadeó al continuar leyendo el artículo:
El empresario y hombre conocido en la ciudad, Cash McCalley, acaba de volver de Nueva York con planes para promover una pelea de boxeo aquí en Dallas...

Los tres hombres que Bonnie había amara habían sido muertos en peleas y ella sentía como algo muy personal impedir que otras mujeres sufriesen el dolor por el que ella había pasado . Golpeó la taza en la mesa con convicción.
- Sabía que era un canalla . Una pelea salvaje y sangrienta en Texas? Sobre mi cadáver! Cuando la gente respetable está intentando civilizar este estado? No habrá boxeo si las Damas de la Estrella Solitaria por la Decencia y por el Decoro lo pueden impedir !
Bonnie terminó de vestirse apresuradamente , se puso el mismo vestido negro y sujetó una mecha de cabellos que insistía en salir del rodete . Ya que estaba en Dallas, podría comprarse algo nuevo. Pero, para qué ? Los vestidos de viuda la protegían de hombres como Clint Purdy. El fallecido la hizo acordarse de Cash McCalley. Había cosas más importantes en ese momento que vestidos nuevos.
Era sábado y , en menos de dos horas, estaría abriendo la sesión del encuentro anual de las Damas de la Estrella Solitaria. Estaba atemorizada por tener que presidir la reunión por primera vez; no quería meter la pata , pues había mucho en juego. Las mujeres respetables de Texas tenían mucho que hacer .
Al tomar otra taza de café, pensó en el gatito de la estación. Tendría que ir hasta allá más tarde para alimentarlo. Con eso se acordó de los restos de bife y del atrevido de la noche anterior. Si hubiese sospechado de los planes de él, jamás habría permitido que se sentase a su mesa. Irritada, apretó los dientes y volvió a leer el periódico:

El empresario local, Jack McCalley, más conocido en el mundo del deporte como Cash afirmó que el actual campeón Jim Corbett y su desafiante Bob Fitzsimmons firmaron un contrato para realizar un combate aquí en Dallas, con lugar y fecha todavía a ser anunciados.
Dios, un mercenario ! Bonnie sabía que algo en él la había perturbado la noche anterior, pero pensaba que era su virilidad. Bien , esta pelea de boxeo seguramente formaría parte de las discusiones de la reunión de esa mañana. Si dependiese de ella y de las otras damas, no habría más hombres violentos en Texas, que ya tenía problemas suficientes. El Estado precisaba de menos brutos como Cash McCalley y de más de hombres decentes como Herbert Snodgrass, su prometido. ?l podía no ser tan alto ni tan guapo como ese gusano , pero era el hombre civilizado que toda mujer deseaba: estable y previsible como un reloj, pero , debía admitir, no muy excitante.
Bonnie, deberías avergonzarte , ella reflexionó . Herbert es un hombre honrado, y ese otro probablemente le arrancaría las joyas a una dama mientras la estuviese besando. Y ella ni siquiera lo notaría. Dios! En qué estás pensando! Besos! Concéntrate en la conferencia. Las mujeres la habían elegido para traer civilización a Texas y no debes decepcionarlas.

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