martes, 23 de febrero de 2010

LA VIUDITA - CAPITULO 3 - GEORGINA GENTRY

CAPITULO 3



Bonnie tomó su cartera y bajó al vestíbulo , lista para combatir la violencia y la barbarie . Abajo, encontró a Herbert. ?l hasta podría ser considerado agradable, sino fuese por la alarmante pérdida de cabellos y por sus modales excesivamente afrancesados . Y también por sus alergias perpetuas.
- Herbert! - Bonnie exclamó sorprendida. - No esperaba encontrarte aquí.
- Querida, estaba en la ciudad por la cuenta de "Mejor Pollito" y decidí pasar para apoyarte en tu primer día como presidente - él dijo, sonándose la nariz.
Herbert era contador y vendedor de alimentos para gallinas en todo el Estado. Nada interesante, pero muy seguro. Mucho mejor y más respetable do que ser un empresario que promueve peleas de boxeo .
- Qué gentil, pero debo irme - ella le informó, retirando las manos del asimiento de Herbert. - La sesión inaugural comienza en pocos minutos.
- Qué tal si almorzamos juntos? - él carraspeó. Herbert siempre carraspeaba. - Debemos definir una fecha...
- Hoy no, Herbert - lo interrumpió , mirando el reloj. - Hay mucho que hacer esta semana.
- Pero vienes postergando esto hace tres años.
- Nos encontraremos para el almuerzo, entonces. - Bonnie suspiró. Se dio vuelta para partir, pues estaba muy ocupada con los eventos del día. Todavía no sabía qué hacer con Herbert. El era un poco aburrido, pero también confiable. No un salvaje como Cash McCalley, que más se parecía con al gato callejero de la estación. - Buena suerte con la venta de "Mejor Pollito" - ella se despidió .
Poco después se encontraba delante de una multitud en el salón de baile. Se quedó imaginando si esas elegantes damas sabían de su pasado modesto. Nerviosa, Bonnie tomó aliento e inició la sesión, golpeando el martillo.

- Damas! Damas! Por favor, vamos a dar inicio a la ceremonia de apertura y a nuestro encuentro anual .
Bonnie y sus compañeras se sentaron y observaron las banderas de los Estados Unidos y del estado Texas ser llevadas al frente. Después de algunos minutos, ella volvió a hablar bajo una salva de aplausos. Hasta el momento todo parecía salir bien.
- Damas, si leyeron los periódicos del día de hoy, sabrán que tenemos que enfrentar un desafío.
Un murmullo recorrió el salón mientras que las mujeres que habían leído los periódicos le contaban a las demás sobre la noticia del día. Bonnie golpeó el martillo una vez más , pidiendo orden.
- Creo que acabar con las peleas sangrientas dentro de nuestro Estado y con las apuestas que las acompañan debe ser uno de los objetivos de aquellas que luchan por la decencia y el decoro.
- Apoyada! - muchas mujeres gritaron .
Alentada por el apoyo, Bonnie se inflamó :
- Un personaje nefasto llamado Cash McCalley planea organizar una pelea aquí en Dallas. ? Un absoluto ultraje!
El asombro recorrió el salón y , cerca de Bonnie, la vice presidente, Ethel Wannamaker, comenzó a jadear y a oler sus sales.
- Yo también estoy estupefacta e indignada ! - Bonnie concordó.

- Señora presidente. - una ama de casa con un horrendo vestido rosa se levantó y preguntó : - Ayer a la noche usted no cenó con Cash McCalley?
Oh , Dios! Ahí estaba la mala leche femenina.
- Si. Acepté compartir la mesa con él, pues el salón estaba repleto. Pero en cuanto lo vi, me di cuenta que se trataba de un bellaco y...
l Muy guapo - Ethel Wannamaker suspiró.
l Oh , Dios! Ahí estaba la debilidad femenina.
- Eso no lo noté - Bonnie retrucó, consciente de que mentía. - Y lo peor de todo , ese mercenario de la violencia es texano, nacido y criado aquí.
l Esos son los mejores - otra mujer declaró.
l Oh , Dios! Ahí estaba la tontera femenina.
- No concuerdo - Bonnie rebatió. - Considero que es nuestro deber traer civilización a esta barbarie y transformar a los hombres texanos en maridos y padres respetables.
l Sería muy divertido intentar domesticar a ese - Ethel le susurró y Bonnie se dio vuelta , azorada.
Oh , Dios! Por qué Ethel tenía que parecer tan ... tan... necesitada ...
- Señora vice-presidente, te has desubicado , sugiero que te controles. Y que te concentres en nuestra misión. Por lo que leí en el periódico - Bonnie le dijo a la platea -, el señor McCalley planea encontrarse con los miembros del Consejo Deliberante de la ciudad para pedir apoyo a este proyecto. Creo que debemos unirnos y protestar, representando a los ciudadanos respetables de Texas.
Las mujeres aplaudieron . Reconfortada por el apoyo, Bonnie prosiguió:-También debemos unirnos a los representantes de las iglesias para presionar al alcalde , y a los miembros del Consejo Deliberante .
- En el periódico está escrito que el alcalde apoya la pelea - Informó una señora con un inmenso sombrero.
- Lo veremos. Ahora, damas, vamos a repartirnos en grupos y discutir estrategias. Pero, primero, me gustaría proponer que después del almuerzo marchemos hasta la alcaldía para protestar.
- Propuesta aceptada! - gritó la señora de vestido floreado.
- Establecido eso, hay algo que deba ser discutido? Ethel levantó la mano y preguntó :
- Podremos ver a Cash McCalley? - El tono esperanzado irritó a Bonnie.
Oh Dios! Eso ya era tontera congénita.
- No lo dudo - ella respondió. - Creo que todos los jugadores, los carteristas , los levantadores de apuestas, los dueños de tabernas y muchas más personas piensan en beneficiarse con este evento estarán presentes cuando manifestemos nuestra protesta. Las que estén a favor de una marcha hasta la alcaldía digan "si ".
Se oyó un chillido de concordancia en el salón.
- Algún no? Ninguno. Perfecto.
- La moción fue aceptada. Nos reuniremos en el frente del hotel en una hora. Le pido a Ethel Wannamaker que se encuentre con los miembros de las iglesias locales esta misma mañana. Ahora vamos a repartirnos en grupos para discutir otros asuntos relativos a la mejoría de Texas. - Bonnie golpeó el martillo, cerrando la sesión, y retrocedió , satisfecha al ver que había sido aceptada por el grupo. Se dio vuelta hacia Ethel:
- Por Dios, Ethel! Estabas intentando sabotearme ?
- No era mi intención, pero vi algo en ese Cash McCalley y...
- Dejemos la cosa ahí - Bonnie la interrumpió , sintiéndose mal porque también se sentía atraída por ese bárbaro . - ?l es el enemigo.
- Entonces quiero rendirme - Ethel suspiró.
EN las horas siguientes, Bonnie circuló por los grupos, orientando los temas, muy segura de si misma después del apoyo inicial. Las mujeres, luego , se separaron para el almuerzo, y ella se acordó que debía encontrarse con su prometido.
Al aproximarse a Herbert, sentado en una mesa do restaurante lleno, él se levantó e intentó besarla.
- Herbert, por favor , estamos en público, no es apropiado - Bonnie dijo, eludiéndolo .
- Pero estamos comprometidos.
- Me imagino que si.
- Te imaginas? Bonnie, qué te pasa ?
- Disculpa, Herbert, tengo mucho en que pensar en este momento. Quiero ser la mejor presidente que el club jamás haya...
- Está bien, estás bajo mucha presión, te entiendo.
Cuando el camarero llegó para atenderlos, Bonnie pidió un gran bife , pero Herbert criticó su elección . Ella suspiró, pidiéndole que dejase de actuar de manera tan paternalista. Su prometido hizo su pedido de comida , tan insípido como él mismo: sopa de legumbres y budín de arroz.
Mientras aguardaban la comida, Herbert discurrió sobre sus negocios, y Bonnie asentía sin oír. Cuando él hizo una pausa, ella preguntó :
- Viste los periódicos de hoy?
- Si, el precio de los granos subió y...
- No. me refiero a la pelea que ese mercader de la violencia va a organizar.
- Ah, eso... por lo que escuché del hombre, no es para nada una sorpresa .
Bonnie colocó la servilleta en su regazo, pero, no pudiendo contenerse, preguntó :
- Y qué escuchaste sobre él ?
- Un escándalo. - Herbert carraspeó y sacó el pañuelo para sonarse la nariz.
Para disimular su curiosidad personal, ella pidió detalles, en nombre de las damas de la Estrella Solitaria.
Herbert no consideraba que desafiarlo fuese una buena idea, pues el hombre era famoso por su talento con los puños, con armas, con naipes y con mujeres.
- Cómo ... con mujeres? - Bonnie se sentía como Ethel, pero no pudo evitarlo.
- McCalley siempre ha sido visto en compañía de las más famosas bailarinas de las taberna . No logro entender qué le ven ellas a él .
Bonnie tenía una vaga idea y suspiró al acordarse de Cash sentado
delante suyo. Había algo peligroso y seductor en ese texano. Obviamente no para ella, una viuda respetable.
- Además, dicen que él acompaña a Fifi LaFemme cuando ella está en la ciudad.
- No la conozco.
- Por supuesto , una dama jamás sabría de quien se trata. - Herbert sonrió de manera irritante. - La señorita LaFemme es una estrella del can can en la taberna Black Lace. Por lo menos es lo que oí decir.
- Can can ?
- Es un baile - Herbert vaciló. - Dicen que las muchachas usan unos vestidos cortos, levantan las piernas y se le puede ver la... - Herbert se ruborizó y no terminó la frase.
- Dios! Qué más andan diciendo ?
- Es conversación de hombres, nada apropiado para una dama.
- Yo sólo quiero saber porque pensamos protestar contra esa pelea - ella alegó, cortando el suculento bife que acababa de ser servido.
- Es un proyecto muy audaz, Bonnie. No creo que ustedes deban enfrentarse con McCalley.
- Las mujeres lo consideran una excelente idea, además de estar haciéndole un bien al Estado.
Herbert se rió. Su risa era aguda y desagradable.
- No creo que muchos texanos concuerden. Pero, obviamente, yo estoy de tu lado.
- Entonces irás con nosotras hasta la alcaldía? - ella preguntó .
- Enfrentar a McCalley? - él se puso pálido y la mano rosada que sujetaba la cuchara tembló un poco.
- Habrá centenas de personas. No crees que él va a atacar a un grupo de mujeres, verdad? Ningún texano haría eso.
- Esa historia de que los texanos son caballeros es un poco exagerada.
- Claro que no. Afirmo que los texanos son los últimos verdaderos hombres en este mundo. Ellos pueden ser un poco indomables y brutos...
- Un poco? - Su prometido se burló .
De repente, Bonnie no se sintió a gusto con Herbert. Se acordó que él,
después de todo , era un yanqui de Iowa, aún siendo un perfecto caballero.
- Bien, si estás seguro que corro peligro, tal vez debas acompañarme - ella sugirió .
- Yo ? - Herbert protestó. - Dicen que McCalley es peleador y, si me golpease la nariz... sabes de mis alergias.
- Lo sé - Bonnie dijo y volvió a comer.
- En vez de ocuparse de ese mercenario, ustedes deberían ocuparse de asuntos que realmente causan vergüenza, como mujeres que trabajan y las jóvenes que andan con faldas cortas en esas bicicletas. Se les puede ver los tobillos! ? Una afrenta!
- No necesitas mirarlas, si no quieres. - Bonnie consideró mejor no mencionar que se había comprado una, a pesar de todavía no había aprendido a andar.
Cash McCalley entró en el salón en ese momento. Al pasar por al lado de la mesa, la saludó .
- Es un placer volver a verla, señora Purdy.
- Volver a verla? - preguntó Herbert cuando el hombre se apartó.
A pesar de no tener motivos para ocultar, Bonnie prefería no tener que contarle a su prometido.
- Nada importante. Solamente compartimos la mesa de la cena.
- Cómo? Mi prometida cenó con otro hombre, un mujeriego, y yo no debo enterarme ?
- No sabía quién era él y el restaurante estaba lleno - ella se justificó .
- Sería mejor cenar con un lobo o con un oso.
- Oh, cállate , Herbert. - ella se limpió los labios e intentó no prestar atención a McCalley y a su mesa repleta de mujeres nada respetables.
- Me hiciste callar? Una dama jamás haría eso, especialmente con su prometido.
- Discúlpame . - Pensó en mandarlo al demonio , pero prefirió llamar al camarero y pedirle que envolviese las sobras para el gato.
- Es un gato salvaje? - indagó Herbert. - Los animales salvajes son peligrosos. Prefiero peces dorados como mascotas.
- Ah, si ? - ella dijo, distraída. - Domesticar animales salvajes siempre es un desafío interesante . Debo repasar mis notas. La sesión tendrá inicio pronto . Tengo que prepararme para dar esta pelea. - El camarero volvió con el paquete y ella se despidió : - Te veo en la marcha , Herbert. Al salir del restaurante, ella pasó por al lado de la mesa de Cash y notó su perfume. También se dio cuenta que las mujeres de la mesa parecían hipnotizadas. Cómo podían ser tan tontas?
Cuando había entrado, Cash había visto que la viuda de la noche anterior estaba acompañada por un hombre un tanto ridículo . Mejor así. La señora Purdy definitivamente no era su tipo. Prefería a las mujeres más relajadas y mas pasionales. Sonrió al pensar en Fifi, una rubia llena de curvas, y se preguntó cómo le explicaría que el hotel había cedido su cuarto. Con un poco de persuasión, conseguiría que ella lo perdonase. Después de la reunión de la tarde con hombres de negocios de la ciudad, deseaba un poco de acción y diversión. Miró a su alrededor e intentó decidir cual de las damas escogería. Verdaderamente ninguna de ellas era una dama. Entonces, se quedaría con las dos.
Cash estaba muy animado con la reunión, el alcalde ya había asegurado que nadie se opondría ala pelea de boxeo en virtud del dinero que el evento traería a los negocios de la ciudad. Hasta lograría convencer a la señora Pendigast de alquilar un terreno al norte de la ciudad para ser la cede del combate. Tal vez ese fuese el único pedazo de tierra apropiado para el evento, pues era lo suficientemente grande como para albergar una arena. Había mucho dinero en juego y la ciudad de Dallas también se beneficiaría. El único problema en ese momento era decidir entre una rubia o una morena. Tal vez debería ir a la cama con las dos .
- Damas - dijo Cash después terminar el almuerzo y levantarse -, Tengo un importante encuentro de negocios en el centro da ciudad ahora. Más tarde pasaré por el taberna y podremos tomar algo.
Al salir, convenció al camarero de firmar la cuenta otra vez. Se puso el sombrero y subió al garañón gris que lo esperaba. Si, Cash pensó, sería una tarde muy provechosa.



Bonnie necesitó algunos minutos para organizar a las mujeres, que más parecían un grupo de gallinas alborozadas. Herbert se unió a ellas,
así como algunos maridos, pero ningún de ellos parecía muy contento.
- Hablaste con los sacerdotes y ministros? - ella le preguntó a Ethel, quien todavía parecía estar en trance, después de encontrarse con McCalley y las mujeres en el restaurante.
- Cómo?
- Sacerdotes y ministros - Bonnie repitió con paciencia.
- Ah, si! Vendrán en una hora, pero prometieron que participarán.
- Perfecto. Vamos a la alcaldía. Damas! - Tuvo que levantar la voz. Después un momento, las mujeres se callaron . - La señora Wannamaker acaba de afirmar que los clérigos locales se van a unir a nuestra causa.
- Maravilloso ! - Las mujeres celebraron .
Bonnie no estaba segura si ellas sabían realmente lo que festejaban, pero estaban felices de poder formar parte de algo excitante, de tomar decisiones, para variar.
- Damas! - Se subió a una tarima para hacerse ver mejor. - La alcaldía queda a apenas dos cuadras, vamos organizarnos en hileras y marchar hasta allá.
- Si no podemos votar, cómo seremos oídas? - Una mujer quiso saber.
- Una excelente pregunta. Tal vez más adelante debamos incluir a las sufragistas en nuestros proyectos.
- Bonnie - Herbert susurró -, pareces una liberal. Ciertamente no estarás a favor del voto de las mujeres...
- Y vos no? - sorprendida Bonnie se dio cuenta de que tal vez no conociese a Herbert tan bien. - Damas, esa es la respuesta. Las mujeres pueden influenciar a sus maridos, hijos y a sus hermanos a no votar a ningún político que atente contra la decencia. Se logramos tener el apoyo de las iglesias de esta región, y quizás de todo Texas, no habrá límites para lo que podemos conquistar. Vamos adelante !
Por sugestión de la señora Olsen, comenzaron a entonar himnos religiosos, a medida que avanzaban en dirección a la alcaldía.
- Damas, síganme! Por un mundo civilizado y un Texas mejor!
Los caballos se asustaban y hombres se paraban en medio de la calle, boquiabiertos.

En la alcaldía, Cash ya había distribuyendo cigarros y whisky. Aparentemente, sería más fácil que robarle un caramelo a un niño ; después de todo , qué hombre no disfrutaba una buena pelea? El alcalde , los miembros del Consejo Deliberante estaban a favor de la pelea de boxeo y todo marchaba sobre rieles .
Un miembro del secretariado preguntó:
- Señor McCalley...
- Cash, por favor. Estamos entre amigos - él lo interrumpió con una sonrisa cautivante.
- Bien, Cash, no es ilegal promover una pelea de box en Texas?
- Muchas cosas divertidas están prohibidas aquí. - él parpadeó y muchos comenzaron a reír. - Pero el alcalde está a favor y no tenemos ningún opositor.
Un cántico desafinado llegó hasta ellos por las ventanas abiertas.
- Diablos , alguien le pisó la cola a un gato?
Los hombres dejaron de beber para prestar atención a lo que sucedía allá afuera.
- Parece una peregrinación religiosa - dijo el alcalde .
- De cualquier forma, es una distracción - reclamó Cash, levantándose para cerrar las ventanas. - Hay un grupo de mujeres viniendo en esta dirección, alcalde . Serán sufragistas?
- Ellas de nuevo, no! No sé por qué diablos ellas insisten en tener derechos iguales a los masculinos - agregó el alcalde al mirar hacia afuera.
Todos se levantaron para ver qué sucedía.
- Parece un himno. Será que están anunciando alguna ceremonia religiosa? - sugirió Cash.
- Puede ser, pero están viniendo en esta dirección.
- Y por qué? - Cash tomó un último trago de whisky, sintiéndose frustrado. Faltaba poco para que aceptasen y le diesen el apoyo financiero que precisaba. No podía financiar solo los costos del evento.
- Y esos periodistas? - preguntó el señor Wannamaker, dueño de una gran ferretería .
- Deben estar esperando algo suceda - dijo otro.
Cash no sabía qué demonios estaba sucediendo, pero ciertamente no era problema suyo. Entonces se dio cuenta quien era el líder del grupo : la señora Purdy! Si esa puritana amargada estaba involucrada, nada bueno le sucedería a él o con cualquier otro hombre texano!
Tres policías intentaron detener la entrada de las mujeres a la alcaldía, pero Bonnie los enfrentó :
- Cómo se atreven? Somos ciudadanas que respetamos las leyes , pagamos impuestos y tenemos derecho a hablar con el alcalde !
- El está en una reunión con importantes hombres de negocios - le aclaró uno de los policías.
- Sabemos de que se trata.
- Vamos - pidió Herbert, sujetándola por el brazo. Un periodista salió del medio de la multitud para hablar con el policía .
- Quiere decir que o alcalde no va a atender a las Damas de la Estrella Solitaria? Qué cree que nuestros lectores van a pensar de eso?
El policía pareció reconsiderar la situación. Se secó el sudor y
se encogió de hombros , señalando las escaleras.
- Adelante , Damas! Vamos a enfrentar al demonio, pero somos fuertes! El bien triunfará! - incentivó Bonnie.

Las mujeres subieron las escaleras y, en el segundo piso , Bonnie se detuvo confundida con la cantidad de puertas, pero pronto se orientó debido a un fuerte olor a humo de cigarros . Abrió la puerta y entró en la sala, seguida por sus compañeras. Los hombres las miraron un tanto temerosos, excepto Cash McCalley, quien parecía muy molesto.
- Dónde está el alcalde ? - Bonnie exigió.
Un hombre bajo y barbudo vaciló, pero después se presentó.
- Damas, como pueden ver, estamos ocupados en una reunión.
- Me puedo imaginar - Bonnie retrucó. - Siento el olor a cigarro y whisky desde aquí.
- Whisky? - La señora Olsen empujó a las mujeres y encaró a uno de los hombres. - Elmer? Ah, ahí estás. Sabes lo que el médico dijo sobre tu hígado. Deberías estar atendiendo la tienda.
Elmer suspiró, colocó la copa en la mesa y, resignadamente , dijo:
- Si, querida . Estoy yendo. - Y salió con cara de pocos amigos . Unas dos o tres mujeres más descubrieron a sus maridos en la sala y ellos tuvieron que partir.
Bonnie sonrió triunfalmente. El alcalde , quien parecía no saber qué decir, solamente miró al texano alto. Por su parte , Cash le dio una sonrisa encantadora a Bonnie. Aunque ella no se dejaría llevar como tantas otras mujeres, pues tenía experiencia con mercenarios canallas . Detrás de si lograba oír las mujeres suspirando, mientras él se movía.
l Damas - Cash susurró al intentar besar la mano de Bonnie. - Saben que los hombres somos criaturas débiles cuando el asunto es el whisky. Para un texano, es como lecha materna.
- No estamos aquí para hablar con usted . - Bonnie retiró la mano bruscamente. - Venimos a hablar con el alcalde , con los miembros del Consejo Deliberante sobre esa pelea brutal que pretende organizar en esta ciudad.
Bonnie pensó haber oído un gemido, pero Cash pronto se recuperó.
- Señores, vamos buscar sillas para estas damas, para que ellas puedan escuchar mi propuesta. Estoy seguro que después de escucharme, se mostrarán más razonables y volverán al hotel.
- Deje de ser condescendiente y paternalista con nosotras - Bonnie rebatió, y las mujeres la apoyaron.
l Mi estimada señora, se nota que es una bibliotecaria. Siendo un hombre simple , no creo tener certeza de conocer el significado de esas palabras , pero viniendo de usted, sólo puedo agradecerle - él afirmó sonriendo. - Damas, siéntense, por favor.
Qué más podrían hacer? Ya habían traído las sillas.
- Bien, dejemos que la señora hable y exponga por qué la pelea no puede llevarse a cabo . Después de todo , no hay nada que un texano disfrute más que una buena pelea.
Bonnie se levantó, respirando profundamente. Era muy tímida, pero cuando la situación lo requería , sabía defender su punto de vista.
l Caballeros, piensen en la propuesta del señor McCalley. Si esa pelea se realiza, millares de hombres llegarán a la ciudad, jugadores, borrachos, apostadores , carteristas y estafadores . Mujeres .... de vida fácil invadirán las calles de Dallas, y mucho dinero será gastado en alcohol y apuestas. Es ese el tipo de ciudad que desean? Sodoma y Gomorra?
l Notó una mirada esperanzada en los hombres, como si estuviesen imaginando la escena de degradación descripta por ella. Tal vez no había abordado el problema de la mejor manera. Cansada, pero no derrotada, Bonnie se sentó .
- Dios , no podría haberlo explicado de mejor! Creo que está de nuestro lado! - declaró Cash.
- Ni pensarlo ! - replicó Bonnie.
El se frotó las manos en excitación, mientras caminaba por la sala.
- Señores, esta dama tiene razón . Trenes abarrotados de hombres llegarán queriendo asistir a este gran evento deportivo. Ellos necesitarán cuartos, comida y diversión. Todo esto será provisto por los comercios de Dallas. Nos estamos refiriendo a una reactivación económica que beneficiará a la ciudad.
Bonnie saltó de la silla.
- Caballeros, ustedes pueden poner dinero por encima de la moral ?
- Qué crees ? - dijo Cash, divertido.
Muchos hombres se rieron y Bonnie entendió que tendría que cambiar la táctica.
- Vamos, damas, estamos perdiendo nuestro tiempo aquí.
- Ah, ahora veo que es sensata y...
- Yo también soy texana, nacida y criada en Big Thicket! Yo nunca huyo de una pelea. Solamente nos estamos reagrupando.
- Que venza el mejor texano! - Cash levantó una copa en un brindis.
- No planeo perder - ella le prometió y salió de la sala.
Las mujeres volvieron a cantar al salir de la alcaldía, seguidas por los periodistas, que no paraban de anotar los detalles de los acontecimientos.
Bonnie no sabía con certeza qué hacer, pero la situación se estaba haciendo personal; jamás permitiría que un mercader de vicios como McCalley la hiciese quedar como una idiota .
- Damas, vamos a volver al hotel y planear algo. Más tarde tendremos el apoyo de los clérigos.
Las Damas de la Estrella Solitaria se reunieron en el hotel . Más segura de si, Bonnie golpeó el martillo pidiendo silencio.
- Compañeras, necesitamos refuerzos. Debe haber hombres con un poco de consciencia y moral que se opongan al circo vicioso que quieren montar aquí en Dallas.
- Los hombres son criaturas débiles .. - se quejó Ethel.
- Necesitan mujeres que les muestren el camino correcto - agregó Mildred.
Bonnie permaneció en silencio por un instante, ya que no lograba ver a Cash como un ser débil o falto de objetivos . El era astuto como un zorro y , cuando el tema era alcohol, farra, y prostitutas era el más determinado todos. Un hombre libre y desprejuiciado , un hombre que tal vez jamás sería domesticado.
- Esta es mi propuesta - ella le comunicó a las mujeres. - La mayoría de ustedes partirá a mitad de esta semana, entonces pediré la presencia de los representantes religioso de la región para proseguir con nuestra batalla, trayendo nuevas representantes y hasta incluso hombres respetables que puedan ayudarnos.
- No debes volver a tu casa? - indagó a señora Olsen.
- Decidí quedarme hasta ganar esta guerra! - Bonnie respondió con entusiasmo. La biblioteca estaba temporariamente cerrada mientras el nuevo edificio era construido, y Bill se ocuparía de todo por ella. - Las Damas de los alrededores de la ciudad pueden pedirle a sus iglesias que nos apoyen . Sugiero invitar a los sacerdotes y ministros locales a reunirse aquí mañana después del almuerzo. Vamos a votar?
As mujeres gritaron "si" al unísono. Comenzaron a cantar y a aplaudir plenamente satisfechas. Bonnie golpeó el martillo, para que la escuchasen. Después de algunos minutos, se calmaron y se sentaron . Herbert estaba a un lado , solamente espiando y rumiando .
- La moción fue aprobada, entonces pediremos ayuda a los clérigos en esta batalla contra el Mal. Vamos a suspender las reuniones hasta mañana a las dos de la tarde. Ahora, intenten reclutar más personas para nuestra causa.
- Pensaba ir de compras - dijo tímidamente la señorita Piggsley.
- Compras? Mientras tenemos una cruzada contra el Demonio?
- Es que vi unos zapatos que están en oferta en una tienda...
- Oferta? Dónde? - varias preguntaron.
Bonnie suspiró, cómo luchar con compradoras compulsivas?
- Muy bien . Si deben ir de compras, entonces conversen con los vendedores. Recuerden que los hombres que vendrán van a gastar dinero en alcohol y apuestas, no van a gastarlo en tiendas de ropas ; ese es el argumento que debo usar.
Las mujeres concordaron.
De repente, Bonnie se sintió muy cansada. Había hecho mucho calor en la marcha hasta la alcaldía y todavía debía alimentar al gato.
- Herbert, debo ir hasta a estación.
- Pensé que podríamos pasar la tarde jugando al ajedrez- él dijo, intentando tomarle la mano .
- Todavía tengo mucho que hacer - ella declaró, eludiéndolo .
- Entonces, puedo acompañarte ?
- No tienes importantes negocios que resolver? - Estaba ansiosa por librarse de él.
- Puedo postergarlos.
- No, jamás me atrevería a obstaculizar tu trabajo. Puedes ir. El suspiró y partió. Bonnie pidió un carruaje. En su casa, a veces desafiaba las convenciones sociales y cabalgaba , pero en Dallas debía mantener las apariencias y el decoro.

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